sábado, diciembre 16, 2006

ATADOS CON ALAMBRE

Atados con alambre...





DE CUANDO (APARENTEMENTE) DIOS DECIDIÓ INVOLUCRARSE UN POCO EN EL FÚTBOL ARGENTINO*


Suele decírsele a los niños que Dios todo lo ve y que, si uno se porta mal, Dios lo sabe, se enoja y nos castiga. Semejante advertencia nunca ha resultado muy eficaz para generar comportamientos infantiles irreprochables pero, al menos, sirve para envolver al niño en la protectora creencia de que quien hace algo incorrecto recibe siempre su merecido. Con el tiempo, claro, uno va descubriendo que esto es una falacia. Bienintencionada, pero falacia al fin. Porque sucede con demasiada frecuencia (con desmoralizante frecuencia) que quienes hacen cosas malas logran cumplir exitosamente su cometido sin que -al menos en esta vida- nadie los sancione.
El Torneo Apertura 2006 fue un campeonato plagado de escándalos, hechos de violencia e irregularidades que parecieron confabularse para desmentir aquel dogma maradoniano de que "la pelota no se mancha". Uno de esos lamentables episodios ocurrió cuando, en noviembre, la barra brava de Gimnasia intimidó a sus propios jugadores, exigiéndoles que perdieran su partido frente a Boca. Buscaban, de ese modo, perjudicar directamente a Estudiantes, el clásico rival, en su lucha por obtener el título. Mucho se habló y se escribió sobre dicho partido, antes y después del mismo. Como se sabe, Boca derrotó a Gimnasia con llamativa facilidad y, aunque nadie lo pueda ni quiera probar, todo el mundo opina que los jugadores platenses, fuertemente condicionados, optaron por no desafiar las amenazas recibidas. Y como, al ser citados por la Justicia, los futbolistas de Gimnasia no formularon ninguna denuncia, los violentos se salieron con la suya una vez más, exhibiendo impunemente su alarmante cuota de poder.
A dos fechas del final del torneo, Boca llevaba 4 puntos de ventaja sobre Estudiantes y todos dábamos por sentado que volvería a ser campeón. Nada autorizaba a suponer lo contrario. Su buen juego, su contudencia ofensiva, la arrolladora campaña realizada hasta ese momento, respaldaban ampliamente su condición de favorito. Es cierto que el fútbol, según la ya clásica definición de Dante Panzeri, es la "dinámica de lo impensado", pero convengamos que ni el más fanático de los hinchas de Estudiantes hubiera apostado por el éxito final de su equipo. Una cosa es soñar con que pueda producirse en nuestra vida cierta combinación azarosa de circunstancias favorables; otra muy distinta es confiar en que esa combinación realmente se va a producir.
Ayer a la tarde, sin embargo, Estudiantes derrotó a Boca en el partido-desempate y se consagró campeón, concretando una hazaña histórica, de esas que tienen destino de mito para todos quienes seguimos sintiendo que el fútbol es un juego maravilloso. Sobran los adjetivos para calificar los méritos del flamante campeón, claro. Pero, sinceramente, no hay ningún argumento lógico que suene convincente a la hora de intentar explicar por qué a Boca se le escapó un campeonato que, diez días atrás, tenía metido en el bolsillo. En estos casos, uno se siente tentado de buscar respuestas no convencionales. He escuchado hoy a algunos supersticiosos hablar de maldición. Anda circulando, también, la historia del mentalista de La Plata que cobra sus "trabajos" en dólares, y se comenta con picardía el asunto de la sal que apareció misteriosamente derramada en el vestuario boquense.
A mí, en cambio, me ha dado por recordar a los barrabravas de Gimnasia y su estrategia repudiable. Arrastrado tal vez por mi fantasiosa mente de escritor, no puedo dejar de asociar lo sucedido con aquella advertencia aleccionadora que suele inculcarse a los niños. Porque, a la luz de tan inverosímil desenlace, pareciera que Alguien hubiese decidido intervenir para restaurar cierto orden que la irracionalidad de los hombres había intentado disolver. Alguien que, con sólo ejecutar un par de precisas maniobras, consiguió desactivar mágicamente los artilugios empleados por los villanos de la película, tornándolos inútiles. Alguien que barajó las cartas con un humor sutil, rayano en la ironía, y castigó a los malos de la manera en que seguramente más les duele: forzándolos a soportar exactamente la misma fiesta ajena que habían pretendido evitar usando la violencia.
Ya sé, me dirán que los hoy apenados hinchas de Boca no tenían ninguna culpa que expiar. Me dirán que el verdadero castigo debería haber sido la condena ante un tribunal y no un simple resultado deportivo. Me dirán que involucrar a la justicia divina en el fútbol es una especulación demasiado exagerada, y acaso irrespetuosa. Me dirán que Dios tiene asuntos más importantes que atender. Me dirán que hay en el mundo otras injusticias aún más flagrantes esperando ser reparadas. Me dirán que, a lo sumo, sólo debe verse en lo ocurrido un exquisito gesto de justicia trazado ciegamente por la casualidad o el destino.
Puede ser.
Sucede que, a pesar de tanta evidencia en contrario, a pesar de tanto desencanto acumulado, reconforta pensar que -aunque sea de vez en cuando- Dios se sigue encargando de hacer que los malos reciban su merecido.


*de Alfredo Di Bernardo. alfdibernardo@ciudad.com.ar






AGUAFUERTES INDO AMERICANAS*



Unas amigas viajaron a la India, y me enviaron fotos que vi aquí, en mi departamento en Argentina. Mirando esas imágenes de la antigua colonia inglesa, desde mi propia vida hago postales donde se confunde el país exótico y mi cercana Sudamérica.

Los techos de losa o chapa, las casitas que multiplican habitaciones añadidas, brotadas de la planta baja. Los objetos puestos a morir en esos techos. Los colores de la pintura a la cal, descascarándose al sol.
Los ojos y las pieles oscuras. Una vocación por el color y la decoración, una inmitigable forma de adornar la miseria para que la alegría halle triunfo por sobre el dolor.
Las multitudes. La gente que no posee ese límite de cercanía personal tolerada, tan propia de los individuos del primer mundo. Apretados unos contra los otros, sentados brazo a brazo. Hermanados físicamente en contraposición al aislamiento del europeo o el norteamericano. Colectividad explícita frente al implícito individualismo de los países ricos.
La suciedad en la ribera del río. Cómo lo sagrado sigue siéndolo a pesar del descuido, del aparente desinterés.
Los animales de carga en las calzadas. Elefantes y camellos allí, aquí caballos. Nuestra cercanía con lo atávico.
Las enormes desigualdades y contrastes. La pobreza rodeando y apoyándose en los muros de mansiones y palacios. La maravilla y la vergüenza. El placer y el espanto. Esa simultaneidad entre quien disfruta las imágenes y se siente un voyeur de la miseria.
Las mujeres gordas, fértiles, diosas indiscutidas de la tierra generosa.
Los hombres que trabajan en la calle, y en la calle ofrecen sus mercancías. La calle, ese lugar donde la vida transcurre porque adentro no hay espacio.
Los ojos que nos miran y ni tan siquiera preguntan nada. Los profundos ojos de negras pestañas que nos miran.
Los que sacamos fotos. Los que creemos que comprendemos lo que vemos.

Colón cuando llegó a este continente creyó que había llegado a la India. Quizás prefiguraba, sin saberlo, unas íntimas semejanzas.



*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com





Pasacalle*

- El otro día salí con la gorda.
- ¿Otra vez?
- Sí.
El Negro Marcelo está trepado a una escalera de aluminio, a unos tres metros de altura, en la esquina de Moldes y Juramento - sobre Moldes -, en Belgrano. José Luis, su compañero, está parado en la vereda y con el pie derecho traba la base de la escalera para que no se mueva. En la mano tiene un cigarrillo. Se lo lleva a la boca, pita, tira el cuello para atrás, larga una larga bocanada de humo hacia arriba y se entretiene mirando como la nube de tabaco se disipa en el aire. Son las dos de la mañana de un lunes de
mediados de agosto y la noche está clara, bien limpia. La luna está clavada a un costado del cielo y a su izquierda hay una enorme torre en construcción que en la punta tiene una luz colorada que titila cada tres segundos.
- Fuimos al ShowCenter a ver una película - el Negro, mientras habla, ata la soga de la parte superior del pasacalle al poste de luz.
- ¿Te la cogiste? - pregunta José Luis desde abajo mientras sigue con la mirada un auto que pasa por la calle.
- No, nos dimos unos besos pero nada más. Cuando le dije de ir a casa no quiso.
- Te querías matar, ¿no?
- Un poco sí. Es la tercera vez que salimos y la mina no da el brazo a torcer. Le dejé los dos chicos a mi ex mujer, tenía todo preparado, pero no quiso.
Marcelo le pide a su compañero que le tire el alambre. José Luis se agacha y saca un rollo de alambre de una caja de herramientas que está tirada a un costado de la escalera. Se lo tira. El Negro lo agarra en el aire y con la otra mano saca del bolsillo de atrás de su jean una tenaza. Desenrolla el alambre, toma la punta y le hace un corte de unos treinta centímetros de largo. Apoya el rollo de alambre sobre el escalón más alto de la escalera.
Con la tenaza anuda el alambre sobre la soga, haciendo presión contra el poste. Después de unos segundos repite la misma operación con la soga, el alambre, pero con la parte inferior del pasacalle, un metro más abajo en el mismo poste.
- Ahí está bien eh... - dice José Luis desde abajo. Le da otra pitada al cigarrillo y vuelve a tirar el humo para arriba.
- Correte que bajo -. El Negro baja los escalones de espaldas y cuando llega al suelo le pide una pitada a su compañero. Fuma.
- No lo chupes, la concha de tu hermana, ¿no ves que me lo dejas todo mojado?
- No rompas las pelotas. Pareces una puta.
- ¿Como se llamaba la gorda? - Marcelo apoya una mano sobre la escalera y pita de nuevo su cigarrillo. Un Peugeot 306 último modelo pasa por la calle con la música a todo volumen. Los dos lo siguen con la mirada.
- Estefanía. Tiene treinta años bien caminaditos. No es ninguna pendeja. No está tan buena pero tiene algo. Su carácter, su forma de ser, no sé.
- ¿De qué carácter me hablas, hijo de puta, si vos lo único que querés es ponerla?
- Sí, loco, ya sé, pero quiero parar un poquito la moto. Esta piba es diferente. El otro día, después del cine, nos sentamos en el patio de comidas y charlamos como dos horas. No quiere pija y nada más. Me gustó que la mina me corte el rostro, que se hiciera respetar un poco.
Marcelo tira su cigarro al suelo, lo pisa con la punta del borceguí, se frota los brazos y se queja del frío. José Luis agarra la escalera y la corre unos seis metros hacia la derecha, siempre en la misma esquina. La apoya contra el otro poste de luz - sobre Juramento -, y sube varios escalones.
- Ayudáme con el pasacalle, Jota - le pide el Negro desde arriba de la escalera a su compañero.
José Luis agarra el pasacalle que flamea colgado del primer poste de luz, camina hacia la escalera, sube dos escalones y se lo alcanza. Un taxi frena en la esquina, el chofer baja la ventanilla y dice:
- Perdón, muchachos, ¿la calle Cramer?
- No somos de acá, maestro, no tengo la menor idea - contesta José Luis sin ganas.
El tachero sube la ventanilla y sin decir ni una sola palabra pone primera y se va.
- Es una zarpada la gorda esa. ¿Quién se cree que es? ¿La Salazar?
- Está todo bien, loco. Yo por ahora me la banco - el Negro ata las dos sogas del lado derecho del pasacalle al nuevo poste de luz, la misma técnica, la misma operación -, estoy cansado de la gilada, la bailanta, elfernet y las minitas que se te abren de gambas porque si, porque está todo bien.
- Vos sos un pancho, loco, - José Luis se prende otro cigarrillo y con una de las piernas trabando la escalera se cuelga a mirar como titila la luz roja en lo alto del edificio - ¿no ves que te quiere engatuzar?
- La mina es re piola, labura, tiene un pibe - el Negro anuda bien fuerte los las dos sogas del pasacalle contra el poste, deja bien tirantes los alambres y algo agitado se sienta sobre el escalón más alto de la escalera, con las piernas colgando hacia la vereda. Clava la mirada en un balcón de la vereda de enfrente que tiene la luz prendida, y dice: -, a mis chicos casi no los veo, tengo deudas, este laburo de mierda no sé cuanto va a durar y encima tengo que comprar remedios para la vieja. No puedo estar de fiesta toda la semana.
- Está bien, negro, hacé lo que quieras. Yo no te creo nada, pero bueno, en un tiempito hablamos.
El Negro baja de la escalera. Camina de espaldas hacia la esquina con la mirada puesta en el pasacalle que cuelga tirante a unos tres metros de altura. Tantea con los pies el cordón de la vereda, se da vuelta, baja a la calle y desde la ochava formada por la esquina, dice:
- Quedo joya, ¿no?
- Mejor imposible - José observa con los brazos cruzados.
- Juntemos todo y vámonos a la mierda que hace un frío de cagarse.
Uno guarda las herramientas en la caja, el otro cierra la escalera y entre los dos meten las cosas en una camioneta Ford destartalada que está estacionada en la esquina de enfrente, cruzando Juramento. Por la esquina aparecen dos chicas de unos veinte años.
- Qué linda que estás, mi amor - le dice José Luis a cualquiera de las dos.
Las chicas siguen caminando y apuran el paso por Juramento.
Los dos hombres se meten en la camioneta, ponen la radio y se frotan las piernas.
- ¿Cuanto le ponemos hasta Jose C. Paz?
- A esta hora veinticinco minutos como mucho.
- Mañana arranco re temprano - se queja el Negro -, tengo que llevar a la escuela a los chicos y después a la municipalidad de Tigre a buscar unos papeles de la vieja.
- Yo voy a hacer una changa a la casa de la Colorada - dice José Luis.
- No te zarpés, loco eh... mirá que la minita viene de una re fea.
- Vos no te preocupes... - José Luis empaña el vidrio del acompañante de la camioneta con el vapor que expulsa de su boca, dibuja una casita y dice:
- Dale, loco. Vámonos. Por favor te lo pido.
El Negro enciende el motor, acelera en punto muerto y del caño de escape sale disparada una nube de humo negro.
- ¿Me convidas un cigarro? - el Negro siempre manguea cigarrillos.
José Luís saca el paquete del bolsillo y le convida uno.
- ¿Fuego? - pregunta el Negro.
José Luis mufa y se da vuelta para buscar la caja de fósforos en el asiento de atrás. En ese momento lee con atención, a través del vidrio trasero de la camioneta, el texto del pasacalle que acaban de colgar: "Ana, te amo con todo mi corazón. Perdoname".
- Che, ¿quien será esa turra - pregunta José Luís.
- ¿Qué turra? -. El negro da vuelta la cabeza en dirección a la calle desierta.
- Ana, la del pasacalle.
Pasan dos segundos y el Negro dice:
- Qué se yo, boludo... Lo que si es seguro es que el chabón que mandó a colgar el pasacalle se mandó la cagada de su vida.



*De Mariano Abrevaya Dios mabrevayadios@plussistemas.com.ar

http://hermanosdios.wordpress.com







Queridas amigas, queridos amigos:

El próximo domingo 17 de diciembre del 2006 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), música del compositor cubano Aurelio de la Vega. Las poesías que leeremos pertenecen a Roque Dalton (El Salvador) y la música de fondo será de
Rikchariy (Andes); todo ésto en nuestro programa Poesía y Música Latinoamericana, en español y alemán. ¡Les deseamos una feliz audición!

ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at (Link MP3 Live-Stream)
!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067



Ejercicios de escritura:


1. La agenda del año*

Un año puede ser una lluvia. Un vértigo de acontecimientos que apenas pueden ponerse en palabras.
Sea por el dolor, la alegría o el asombro, los invito a construir una agenda de sucesos-sentimientos -ficciones del año. Mes por mes, consignemos frases sobre acontecimientos personales y/o sociales.
Los escritos se publicarían del 26 al 31 de diciembre.
(Para cualquier consulta me escriben)

*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com




2. Collage de frases.

Se trata de construir una narración utilizando en la mayor medida posible una serie de frases:

-El/ella habla desde una antigua devastación.
-No estoy lo suficientemente deprimido/a para ser artista.
-Como a esa gente que se aferra habitualmente a un salvavidas de plomo.
-Cuidame a mi nena, que no le pase nada, por que si no cuando vuelvas te la vas a ver conmigo.
-Hasta que punto del sufrimiento hay que llegar para parir la escritura.
-Lo más inconscientemente feliz que pueda.
-Tenía vocación por remontar ilusoriamente la adversidad.
-Nadie puede amar sin el corazón libre.
-El mundo para el/ella era un gran tedio.
-Para el dolor nunca hay auspiciantes.
-"casi un fracasado como vos".
-Llevaba en silencio la plegaria que dice por mi culpa, por mi culpa, por mi grandisima culpa.
-Pero esa ilusión de futuro ya casi se desvanece.
-Y le pedimos al otro, más que a nosotros mismos.
-Vió una clara vocación por el destierro, por el exilio de propia vida.
-¿Cómo hacer para que la vida no sea morir lentamente en gotas?
-Era una imposición razonable al lado de otras murallas brutales, pero una imposición al fin.
-Aquello era una cienaga sobre la que no se podía construir nada estable.
-En esa lucidez sin remedio que tienen las víctimas.
-Todos somos actores, y no dejamos de representar un papel para los demás.


Para dudas y consultas, me escriben, es para publicar antes del fin de año.


*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com



3. Re-escribiendo a Inventiva Social*

A la largo del año se editaron y titularon muchas ediciones. Quiero proponerles que tamicen, que condensen en algunas frases las experiencias de lectura y/o escritura en Inventiva Social.
Para el 29 /30 de diciembre.


*Enviar escritos a: inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar



Una antología personal.
-Sólo para socios de Inventiva-

Los invito a enviarme una selección de sus escritos (ya publicados o no) para editarlos en los últimos días del año y durante el mes de enero del 2007. Con respecto a la extención de cada antología, la idea es no superar los 100 kb.
Cualquier duda me escriben.

*Eduardo F. Coiro. inventivasocial(arroba)hotmail.com


*

Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
Enviar los escritos al correo: inventivasocial(arroba)yahoo.com.ar




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