FUÉ AL PASAR*
Yo creí que tus ojos anegaban el mundo...
Abiertos como bocas en clamor... Tan dolientes
Que un corazón partido en dos trozos ardientes
Parecieron... Fluían de tu rostro profundo
.
Como dos manantiales graves y venenosos...
Hornos á fuego y sombra tus pupilas !... tan hondas
Que no se desde donde me miraban, redondas
Y oscuras como mundos lontanos y medrosos.
.
¡ Ah tus ojos tristísimos como dos galerías
Abiertas al Poniente !... Y las sendas sombrías
De tus ojeras donde reconocí mis rastros !...
.
Yo envolví en un gran gesto mi horror como en un velo,
Y me alejé creyendo que cuajaba en el cielo
La medianoche húmeda de tu mirar sin astros!
*de Delmira Agustini.
(de Cantos de la Mañana)
-Fuente:
http://www.damisela.com/literatura/pais/uruguay/autores/agustini/cantos/pasar_p2.htm
Un espejo en el techo...
MUJER FELIZ*
Había yo concurrido a una charla dada por un psiquiatra. La charla
trataba sobre la felicidad. El psiquiatra definió el grado de felicidad como
el nivel de aceptación en la relación de la persona con sus aconteceres; la
familia, los amigos, el trabajo, las diarias ocupaciones.
Ocurrió que la mujer sentada a mi lado era una persona feliz, y, para mi
dicha, esa mujer feliz me había otorgado el alto y honorable título de
amiga.
Ahora bien, cómo es que esa mujer es una de esas raras personas que han
incurrido en la extraña fortuna de ser felices. Habría que hacer un estudio,
pero no está en mi mano más que el esbozo de una descripción, incompleta y
externa como todos los intentos de aproximación al misterio.
Esa mujer que gozosamente confirmaba cada rasgo presente en las personas
felices camina con los pies hacia afuera como una bailarina. No es un dato
anecdótico. Como no puede ir por la vida con los brazos abiertos, va por
ella con los pies abiertos, abarcando con un abrazo desde la tierra al
universo y sus criaturas.
Es de esa clase de gente que una quiere tener cerca cuando el cielo
resplandece, y que una necesita cuando llega el otoño y el deshojarse de las
ilusiones. Tiene la incomparable capacidad de estar, de estar para quien la
necesite a la hora del mediodía o de la medianoche, de callar, reír o
hablar, de consolar sin mentir, de sonreír en silencio, de llorar lágrimas
de sal y música melancólica por una amiga en desgracia.
Es hija, madre y hermana, es esposa y amiga. Es decir, que ejerce con
solvencia todos los posibles modos de caricia y de estar en el mundo con y
para otros. De su marido ha dicho "lo quiero tanto", y no se me ocurre frase
más modesta y más hermosa.
Que haya amamantado a sus tres hijos y a sus siete sobrinos la colocan
en el terreno de la Pachamama, de las Venus Esteatopigias, de todas esas
deidades que desde el inicio de los tiempos dieron leche y vida a los
humanos. Que pueda narrarlo con bellas palabras es un encanto añadido.
Es, entonces, una especie de maga.
Si el timbre de su voz lo evoco en la frase ¡Qué-buéno!, así
pronunciada, ¡Qué-buéno!, en las situaciones en que una se daría a todas las
maldiciones que recuerde o pueda inventar. Si esa mujer dice qué-buéno
cuando se pone a cocinar a las once de la noche, y al otro día tiene que
madrugar para ir al trabajo. Si dice que hace falta or-ga-ni-za-ción,
sabiendo que nadie le hará caso, y no se enoja. Si extiende su afecto como
una manta infinita que abriga a todos y a todo. Si hace todo eso, debe de
ser, y es, una mujer feliz.
Descubro entonces que la felicidad no es una cuestión de sucedidos,
fortunas o resguardos. La mujer feliz deja que la felicidad le retoñe en los
pechos y la regala. No protege con muros su jardín, lo abre a los
visitantes. No guarda su felicidad en una cajita de sándalo e incienso, la
derrama, y al derramarla crece.
Es feliz porque nos hace felices. Y hacemos cola para sentarnos un
ratito a su lado en la hamaca.
No puedo decir que Edurne sea un hada. Es una mujer de verdad, y una
mujer feliz. No hay mayor magia que esa.
*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
Martes, 20 de Marzo de 2007
Citas rápidas*
*Por Sandra Russo
En un hotel de diseño del centro de Buenos Aires, hay cierto nerviosismo a
eso de las seis y media. Falta un rato para "las 19", cuando según consta en
las tarjetas de falsa invitación, dará comienzo el juego. Ya se ven por aquí
y por allá mujeres de más o menos cincuenta años tomando cortados, solas o
de a dos. Aparentan esa tranquilidad que cuesta mucho aparentar. Esperan.
Mientras tanto, una especie de Alessandra Rampolla en versión boliviana, muy
sexy y muy correcta, encapsulada en su rol de anfitriona, circula por el
lobby, cuyo centro es una enorme pileta de no natación: en el agua flotan
diversos objetos que la convierten en una instalación. A ambos lados, filas
de mesas y sillas hipermodernas están ya dispuestas; dentro de media hora,
en esas mesas y sillas se sentarán hombres y mujeres durante ocho minutos
exactos: el juego consiste en eso. En conocer a diez personas del sexo
opuesto y conversar con cada una de ellas ocho minutos exactos, que serán
cronometrados por la Venus coordinadora. El juego pertenece a una nueva
modalidad de citas, las citas rápidas. La coordinadora prefiere llamarlas
fast dates. Ella habla un lenguaje curiosamente neutro, y sospecho que no es
porque sea boliviana. Bolivia ha quedado muy atrás en su biografía. Ella es
la cara de una empresa especializada en fast dates, y maneja a la perfección
el monólogo del vendedor del juego.
Dirá, por ejemplo: "Las damas y los caballeros que participan de nuestros
eventos no tienen tiempo para hacer vida social. Imagínate: ir a una
discoteca, bailar, conversar, quedarse tomando un trago, quedar en verse al
día siguiente... Eso lleva mucho tiempo. Aquí tienen la posibilidad de
conocer a diez personas del sexo opuesto en dos horas y de iniciar una bella
relación".
Como se trata de "una empresa seria" que "ante todo garantiza
confidencialidad", mientras esas damas y esos caballeros estén sentados en
el hotel, mesa por medio, conociéndose durante ocho minutos, ignorarán sus
respectivos nombres. Les han dado nicknames que los protegen. Es que el
juego tiene sus vaivenes. Deben ser protegidos de gente que a su vez quiere
ser protegida. La seguridad entra por esa grieta al mundo de las relaciones
personales, haciéndolas impersonales. ¿No será un costo demasiado alto? Para
las damas y los caballeros, no.
El juego se divide por "rangos", y hay eventos especiales para cada "rango".
El "rango" no es más que la franja de edades: si no fuera por el "rango",
las damas de cincuenta como las que hoy están aquí se quedarían sin
candidatos hasta en este juego y pese a haber pagado la inscripción. Los
caballeros de cincuenta y tantos prefieren a las treintañeras.
Les dan tarjetas ya tabuladas y marcadas con la primera impresión que les
provoque cada candidato/a. Son como antiguos carnets de baile. En las
tarjetas hay tres caritas que expresan: 1) satisfacción; 2) duda: merece una
segunda oportunidad; 3) desagrado. Tomándose ese examen mutuo, un rato
después de "las 19", el lobby está lleno de damas y caballeros sonriendo y
conversando, cada pareja en su mesa. A los ocho minutos, suena una campana
que toca la Venus de ojos celestes con un mohín que indica que todos deben
cambiar de mesa y compañero/a. Todos obedecen. Están ansiosos por ver quién
sigue. Quizá mientras conversen con el siguiente seguirán pendientes del
anterior, si es que les ha gustado, y relojeando a la dama con la que él se
ha sentado. Las variables posibles de atracción o rechazo escapan a la
manipulación del juego, así como las pasiones y los arrebatos, los
pensamientos recurrentes, la naturalidad y el azar, en fin, esos pormenores
tan importantes en cualquier historia de amor o deseo. El juego ofrece
seguridad y garantiza "gente para conocer", pero a cambio se reserva el
derecho de enamoramiento súbito, desprolijo y antojadizo. Aquí no se viene a
dejarse llevar, sino a evaluar y a ser evaluado.
Las citas rápidas florecen en un contexto en el que la soledad ya ha
empantanado demasiado a hombres y mujeres que deben convertirse en damas y
caballeros, como si fueran personajes surgidos de alguna trama de amor
cortés, o bien como los carteles de los baños públicos. Visto desde la
puerta del hotel, el juego sigue su curso, aunque ha habido inconvenientes,
que son los de la vida real: hay más damas que caballeros. Ellas deben
relucir más, ser más agudas y divertidas para que ellos marquen 1) o 2).
Afuera paró de llover y sin embargo todavía hace calor. La noche que llega
impregna el algodón de las remeras y las camisas de un sudor mezclado de
humedad y cansancio. Afuera hay embotellamiento, y hay patrulleros pidiendo
documentos a unos pibes. Las bocinas están enfurecidas y los hombres y las
mujeres que salen de sus trabajos caminan rápido para alcanzar el colectivo.
Y aún con la pesadez del clima y el tránsito, afuera de ese hotel todo está
vivo.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-81990-2007-03-20.html
CHISTE TRISTE*
*pieza teatral de ROLANDO REVAGLIATTI. revadans@yahoo.com.ar
Personajes:
MUJER
ANCIANO
MUJER DE 50 AÑOS QUE SE SOSTIENE LA CABEZA
MUCHACHA
MONJA
HOMBRE QUE HABLA SOLO
HOMBRE 1
HOMBRE 2
ANCIANA
MUJER 2
MUJERIEGO
MUJER QUE NO HABLA
MUJER 1
HIJO
CABALLERO ESPAÑOL
MOZO
ESCENARIO: A foro, el frente de una confitería. Una amplia puerta,
al medio. En un cartel enorme
sobre la puerta se lee: "Confitería Grand". Delante del decorado,
una confitería de balneario.
Escalinatas. Y en ellas, simétricamente dispuestas, catorce
mesitas redondas con una silla cada una,
todas de frente al espectador. En cada silla un personaje. Otra
mesita, la única desocupada, tiene dos sillas, ambas de frente,
en proscenio y en el medio.
En cada mesita hay lo siguiente:
MUJER: Gran helado.
ANCIANO: Gaseosa.
Mesita Desocupada: Cenicero.
MUJER DE 50 AÑOS QUE SE SOSTIENE LA CABEZA: Té con leche; apartado,
como si ya lo
hubiese bebido. Un sánguche de pan pebete comido hasta la mitad.
MUCHACHA: Gran copón de cerveza.
MONJA: Merengue con crema. Leche chocolatada.
HOMBRE QUE HABLA SOLO: Platito con aceitunas. Palillero con
escarbadientes. (Y un micrófono.)
HOMBRE 1: Vermut con ingredientes.
HOMBRE 2: Vermut con ingredientes.
ANCIANA: Ginebra.
MUJER 2: Sidra. Pan dulce.
MUJERIEGO: Whisky con hielo.
MUJER QUE NO HABLA: Agua mineral.
MUJER 1: Sidra.
HIJO: Cognac.
Distribución de izquierda a derecha:
Primera hilera: MUJER - ANCIANO - MUJER DE 50 AÑOS QUE SE SOSTIENE
LA CABEZA - MUCHACHA.
Segunda hilera: MONJA - HOMBRE QUE HABLA SOLO - HOMBRE 1 - HOMBRE
2 -
ANCIANA.
Tercera hilera: MUJER 2 - MUJERIEGO - MUJER QUE NO HABLA - MUJER
1 - HIJO.
Características de algunos personajes, detalles de
indumentaria y de comportamiento:
HOMBRE QUE HABLA SOLO: Sesenta y cinco años. Pucho en la boca.
Habla solo, de modo
ininteligible, durante todo el transcurso de la representación;
excepto, por ejemplo, cuando cree oír a su imaginario
interlocutor -tal vez, más de uno-, con el cual reflexiona y también
discute. Una que otra palabra podría ser captada. Hostilidad y
recelo son los matices predominantes en su actitud. Sin embargo,
aquí y allá, aparecen también fugaces rasgos simpáticos y
cordiales. Está sentado a la única mesa en la que en su centro hay
inserto (como un elemento natural, propio de ella) un micrófono;
(no conectado -a sala- sino recién en instancia determinada).
Desde luego, este personaje "ignora" ese micrófono, "no lo ve",
para él no existe, "no habla por él" ni antes ni después de
conectado.
MUJER 2: Cuarenta y cinco años. Gordita.
MUJERIEGO: Lee un largo pergamino.
MUJER QUE NO HABLA: Acciones que realiza:
a) Se saca los lentes de contacto. Los guarda en el estuche. Se
coloca una gota de colirio en cada ojo. Se pone anteojos de mucho
aumento y con color.
b) Se coloca gotas en la nariz.
c) Consulta el reloj (de hombre). Ingiere una cápsula.
d) Se echa aire con el vaporizador para el asma.
e) Se pone una pastilla en la boca.
f) Seca su transpiración con un pañuelito.
g) Observa detenidamente su rostro en un espejito.
h) Se saca algún anillo con dificultad. Masajea el dedo
dolorido. Guarda el anillo en un monedero. Busca en la cartera.
Saca otro anillo. Se lo pone en el mismo dedo.
i) Saca de la cartera un carretel de hilo de coser. Corta una
porción de hilo. Guarda el carretel en la cartera. Pasa el hilo
entre un par de dientes. Lo observa. Repite la operación. Tira el
hilo. Recorre con la lengua el sitio en cuestión.
MUJER 1: Cuarenta años. Muy gorda.
HIJO: Siete años. Bien vestidito, pulcro, peinado. Serio.
CABALLERO ESPAÑOL: Sesenta años. Atildado. Apuesto. Elegante.
Pero decadente. Corbata lujosa,
algo abuchonada, con alfiler de corbata. Chaleco. Zapatos
relucientes.
Se oye al HOMBRE QUE HABLA SOLO.
MUJER 2: ¡Mozo!
HOMBRE 2: ¡Mozo!
MUJERIEGO: "Teresa Clara A., 31, separada, bien. Olga Zulema H.,
23, soltera, bien.
Mayo 75: Alicia J., unos cuarenta, dos hijas, muy bien.
Estela P., 34, viuda, doble equis.
Junio 75: Esther Olga, unos treinta, soltera, mal. Adriana M.,
49, regular, de pie."
ANCIANO: Es tan inocente. ¿Cómo se los puedo mostrar? Se peina
solo, se alisa. Entro al baño, lo
descubro, y él sigue, está en lo suyo. ¿Les conté lo de los
animales?... ¡Ay, le gusta calcar! Calca. Es lo que más le gusta. Le
piden dos y hace ocho. ¡Qué rico!... La maestra, se ve, él me dice, le
pide un ave y un mamífero, una vaca. O le pide un pescado. Y él
prepara las cosas, los útiles, tiene varias plumas ya, la tinta,
la... la tinta china; se esmera ¿no?, quiere ser prolijo, y el
papel..., con el papel... Es lo único que le gusta. Es una ceremonia,
se ilumina, llena los cuadernos, se aplica, lo hace con un
entusiasmo, que mirá que él no, pero con una aplicación... Es
voluntad, tiene voluntad. Para eso. Los países... Calca países.
Ríos, lagunas... Me salió... Pero mirá, hojas y hojas. Puros
felicitados. Ay... cómo... La maestra debe estar
sorprendida. La maestra debe estar sorprendida.
Aparece el CABALLERO ESPAÑOL por la puerta de la Confitería.
Observa.
MONJA: La Navidad la paso con él. El, organiza el banquete; yo:
como. Yo clavo los dientes, yo muerdo; él bendice el pan y el
puchero; las manzanas y los omeletes, el jamón y la sopa; la tarta
de cada día y el turrón, la soda, las pastas, el borgoña; la
remolacha, la ostia, el dulce de leche del flan. Como si fuera
música yo oigo la comida, el condumio. La paso con él. En paz.
¡Mozo!...
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia la MUJER 2.
CABALLERO ESPAÑOL: Señorita: usted está sola y yo estoy solo.
Me agradaría invitarla a beber... otra copa.
MUJER 2: No, no, muchas gracias, no.
CABALLERO ESPAÑOL: Pero, señorita... Usted está sola y yo estoy
solo. ¿Por qué no podríamos beber una copa?
MUJER 2: No, lo siento, gracias.
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpeme usted. (Pausa. Al
MUJERIEGO.) Señor: usted está solo y yo estoy solo. Me agradaría
invitarlo a beber una copa.
MUJERIEGO: ¿Eh?... No, mire... Otro día.
CABALLERO ESPAÑOL: Pero, señor... Usted está solo y yo estoy
solo. ¿Por qué no podríamos beber una copa?
MUJERIEGO: Porque... No. Decididamente.
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpeme usted. (Queda observando a
la MUJER QUE NO HABLA.)
MUJER: ¡Fue una noche espléndida, espléndida, mamá! ¡Nos trataron
tan bien! Más que correctamente. Siempre pensé que así tendría que
ser. Nos pasaron a buscar. A las tres a la casa. Las madres de ellas
los conocieron. Y una hasta lo hizo entrar, mamá. Lástima que vos
no conociste a mi..., a este joven. En buena posición. En muy buena
posición. No, no... A mí me gustaría... No, no, mamá, no, no es... No,
no es... profesional. En buena, en una sólida posición económica.
Me lo dio a entender; no creas que me lo dijo, que se vendió. Y muy
discreto. Los tres. No, no me dejé tocar. No me tocó, nada. Al
cruzar. Eran
amagues, gestos... "Por aquí, así...", al bajar. "Cuidado con el ruedo
del vestido." Por el roce, mamá...: los escalones. Las tres en una
gran confitería. Que no parece de afuera. Confitería. De
muchísimo lujo. Y mozos... Eso es... ¿de librea?... Atildados, de
hablar bajo, de caminar en silencio. Todos. Una verdadera clase
social. Nosotras relucíamos, mamita. ¡Ay, tanto esperar, y no me
viste! Pero no creas, tratamos de que no se notara que era nuestra
primera vez. Tuvimos aplomo, te diré, aunque claro, nos sentíamos
observadas... Pero no creas, ¡estábamos muy elegantes nosotras
también! Las señoras nos miraban... al
entrar. Nosotras. Viste, mamá, siempre miran. Se mira. Estábamos
tan dichosas, ¡tan inmensamente
chochas...! Eh...: gratificadas. ¡Champagne, nos sirvieron
champagne helado maravilloso! Y uno contó el
estacionamiento. Del champagne. La conversación... animada,
ajustada, sobria. Nosotras nos deleitamos. Al principio, un
poquitín tensas. Es lógico. Había que afrontar una conversación.
Todas modulábamos, elegíamos las palabras adecuadas... Sobrias
también. Los modales... Nosotras... Habrías... Te hubieras... ¡Ay, te
hubieras sentido orgullosa de tu hija! Y de las amigas de tu hija.
Y quiero que lo estés. No te amargues..., ya vas a caminar... Vamos a
salir de ésta. Siempre hemos salido adelante. Mientras yo tenga
fuerzas... Y belleza. Una sana belleza. Una clara... actitud. Pero
sí, mamá, me agrada. ¡Cómo no estar agradada! Cómo no estar
ilusionada si volverá a llamarme y concertaremos una nueva
cita, tal vez solos... Pero... no seas así... debemos conversar en
soledad. Mamá: no quiere decir apartados, absolutamente
solos. ¡Oh, soy tu hija!... Quiere decir, que podremos volver a esa
confitería o a... algún otro sitio público similar, y
conversar..., en fin..., se dan otros temas, se es más profundo, en
fin..., se charla más en
particular, en fin..., una está más en todo lo que se dice. ¡Si vos me
vieras!... Atendida, considerada.
Respetada, mamá, lo que vos querés.
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia la MUJER 1.
CABALLERO ESPAÑOL: Señorita: usted está sola y yo estoy solo.
Me agradaría invitarla a beber... otra copa.
MUJER 1: Muy gentil. Pero no me será posible aceptarla.
CABALLERO ESPAÑOL: Pero, señorita... Usted está sola y yo estoy
solo. ¿Por qué no podríamos beber una copa?
MUJER 1: Es que no... Le ruego. Créame. Se lo agradezco. Pero no.
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpeme usted.
MUJER 1: Por favor.
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia el HIJO.
CABALLERO ESPAÑOL: Niño: tú estás solo y yo estoy solo. Me
agradaría invitarte a beber otra copa.
HIJO (sin mirarlo): ¡No quiero!
El CABALLERO ESPAÑOL queda turbado.
HOMBRE 1: Va a volver.
HOMBRE 2: Va a necesitar volver algún día.
HOMBRE 1: ¿Está seguro?
HOMBRE 2: Va a necesitar volver un día de estos.
HOMBRE 1: ¿Cómo sabe?
HOMBRE 2: ¡Si no voy a saberlo yo!
HOMBRE 1: ¿Y por qué?
HOMBRE 2: ¡Si lo conoceré!
HOMBRE 1: ¿Usted es pariente?
HOMBRE 2: ¡¡¿Pariente?!!
HOMBRE 1: Sí. ¿Usted, es...?
HOMBRE 2: ¡Habrase visto!
HOMBRE 1: Bueno, ¿es?
HOMBRE 2: Tupé como el suyo... Pero, si yo soy...
HOMBRE 1: ¿A ver?
HOMBRE 2: ¡Ah, no, insolente, no me provoque!
HOMBRE 1: Siga, siga.
HOMBRE 2: ¡Si lo sabré yo!
HOMBRE 1: ¿Qué?
HOMBRE 2: Que va a volver.
HOMBRE 1: Eso dije.
HOMBRE 2: Sí.
HOMBRE 1: Sí.
HOMBRE 2: Lo recuerdo.
HOMBRE 1: Me alegro.
HOMBRE 2: Perfectamente.
HOMBRE 1: Dije sólo que iba a volver.
HOMBRE 2: Me temo...
HOMBRE 1: Yo también.
HOMBRE 2: No... Yo iba a decir... No importa. "Temerás a tu Dios como
a tí mismo."
HOMBRE 1: ¡Mozo!
HOMBRE 2: ¡Mozo!
HOMBRE 1: ¡Mozo!
HOMBRE 2: ¡Mozo!
HOMBRE 1: ¡Este mozo!...
HOMBRE 2: U otro.
HOMBRE 1: Sí.
CABALLERO ESPAÑOL (al HIJO): Pero, niño... Tú estás solo y yo
estoy solo. ¿Por qué no podríamos beber una copa?
HIJO (sin mirarlo): ¡No quiero!
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpame tú. Usted. (Pausa. A la
ANCIANA.) Señora: usted está sola y yo estoy solo. Me agradaría
invitarla a beber una copa.
ANCIANA: ¡Otras querrán parir de ustedes!... ¡Machos crueles más
machos dulces! ¡Brrrrhh!... ¡Qué frío! Sólo los viejitos se agolpan en
mi cancel; los muchachitos haraganean, pierden la memoria. ¡Soy
arisca a parir, sépanlo!...
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpeme usted.
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia la MUCHACHA.
MUCHACHA: Anoche, me hubiera visto correr bajo la lluvia... Bueno,
no sé en qué se transformó.
Empezamos a correr -yo estaba con el mozo de "Orfebre"-, para
correr, por embromar. El me quiere como a una novia, yo andaba
tirada y él estaba simpático, chistoso. Salió lo de las
cosquillas, que oí
decir, se decía en otro tiempo, que quienes tenían más cosquillas
eran más apasionados, más... Salió de eso que se me da por hacerle. Lo
empiezo a correr por la recova. Llovía, no había nadie... Se me
empieza a escapar. Ni lo había agarrado que, de pronto, él se arma
y se pone como yo, me enfrenta como para él correrme y se me viene
encima. Me le escapo; y era desconcertante pero me adapté; no me
gustaba
demasiado pero me era confiable, y todavía con un resto de
divertida, de diversión, le sigo el juego. ¡Qué...! ¡Me avivo!... Me
estaba persiguiendo. El a mí. Sin jue-go. Me estaba persiguiendo de
verdad, me perseguía no sé para qué pero con violencia. Le grité
basta, le dije basta, terminá, cornudo; no muy alto porque ni
podía, y además estaba cansada, todo por la recova, pero ya la
otra cuadra; y bueno, basta, y él seguía... y él seguía obstinado,
había perdido la razón. Corrí hacia la pieza..., digo... plaza;
llovía
fuerte, fue un ratito. Me agarró. Me abrazó por detrás, me apretó.
Primero con furia, como mal. Y por ahí, ¡plafff!..., no sabía qué
hacer conmigo, le dio vergüenza, no aflojó mucho los brazos; ya me
tenía de frente, aflojó, pero los brazos eran dos estacas,
derechos, duros y sin manos; agrandó los ojos, no me podía mirar. En
realidad, estaba fuera de sí, como había estado fuera de sí, pero
ahora con terror.
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia el ANCIANO.
CABALLERO ESPAÑOL: Señor: usted está solo y yo estoy solo. Me
agradaría invitarlo a beber una
copa.
ANCIANO: ¡¿Qué?! ¡Ni pienso!...
CABALLERO ESPAÑOL: Pero, señor... Usted está solo y yo estoy
solo. ¿Por qué no podríamos beber una copa?
ANCIANO: ¡Ya le dije!
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpeme usted. (Queda demudado.)
MUJERIEGO: "Julio 78: Dolores S., 35, casada, cuatro hijos, un
balazo, España, doble equis.
Marta G. R., 16, soltera, muy bien.
Agosto 78: Silvina Lilian D., 41, separada, triste.
Vilma Sonia Electra de V., 69, divorciada, maravilloso.
Paulina D. C., 25, soltera, genial, Brasil, doble equis."
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia el HOMBRE 1. (Sostendrá con el
HOMBRE 1 primero y con el
HOMBRE 2 después, diálogos semejantes a los que ya ha
mantenido -en estos casos: cordiales-;
diálogos que se llevan a cabo sin sonido. Esto empezará a ocurrir
al tiempo que se inicia el siguiente
diálogo entre la MUJER 1 y la MUJER 2:)
MUJER 1: Estoy muy apretada, enloquecida de prudencia.
MUJER 2: ¿Fuiste al doctor?
MUJER 1: No me revisó. No me dijo qué tenía.
MUJER 2: ¿Te dio algo?
MUJER 1: Nada.
MUJER 2: ¿Análisis?
MUJER 1: Me miró a los ojos. Tiene lindos ojos el doctor.
MUJER 2: Homeópata.
MUJER 1: Sí, antes análisis. En ayunas. Todavía no sabemos el
resultado. Después la medicación.
¿Querés hora?
MUJER 2: Bueno...; si es bueno...
MUJER 1: Me sube una cosa... No, no me sube... Algo no me baja. El
corsé...
MUJER 2: Hay que aligerarse. Sí, hay que aligerarse.
MUJER 1: Me miré en un espejo. Sorprendida. En el techo.
MUJER 2: ¿Un espejo en el techo?
MUJER 1: En el techo.
MUJER 2: ¿Un espejo?
MUJER 1: La última vez. Hace mucho. Era yo.
MUJER 2: ¿Y cómo?
MUJER 1: ¿Y esa era yo? Sorprendida.
MUJER 2: Aclará.
MUJER 1: ¡Y era yo!... No sentía. No me llegaba bien. O yo.
MUJER 2: Estabas... Ah, vos estabas...
MUJER 1: El: un mimbre.
MUJER 2: Voy a ir.
MUJER 1: Despatarrados. Sonreía. Lo miré.
MUJER 2: Escuchame. Voy a ir.
MUJER 1: Mi corpiño tiene seis broches.
MUJER 2: Pedime hora.
MUJER 1: El me levantó los mundos con los brazos: "¡Qué poema
desmesurado!", me dijo.
MUJER 2: ¿Te vas a acordar?... Los ojos... ¿de qué color?...
MUJER 1: El introito anduvo bien, lo menos específico. Yo
sobresalía de mí. Y ahora no me quepo.
MUJER 2: ¡Seis broches!
MUJER 1: Exacto.
El CABALLERO ESPAÑOL va hacia la MUJER.
CABALLERO ESPAÑOL: Señorita, usted...
MUJER: Muchas gracias. Pero no acostumbro.
CABALLERO ESPAÑOL: Pero, señorita... Usted...
MUJER: Por favor, no insista.
CABALLERO ESPAÑOL: Pues discúlpeme usted.
El CABALLERO ESPAÑOL se sienta en una de las sillas de la mesa
desocupada.
MUJER DE 50 AÑOS QUE SE SOSTIENE LA CABEZA: Clavada. Quedaré.
Clavada. Esta cara que se me puso. Con esta cara que se me puso...
Cara de extrañarte. Sucedáneo. Imposible reír. Reaccionar. Los
fantasmas vienen a caballo. Diversos. Nunca llegan y siempre
vienen. (Llama:) ¡Mozo!... Estrellada.
Quedaré. Estrellada. Una estrella.
El CABALLERO ESPAÑOL enciende un cigarrillo. Fuma.
MUJERIEGO: "Diciembre 82: Dora K., 59, viuda, muy bien.
Celina Ch., unos cuarenta y cinco, virgen, bien.
Beatriz Laura R., 34, soltera, bien, doble equis.
Total: Veintinueve.
Enero 83: Mirta Luisa, 27, soltera, intrascendente.
Nené (Adela; nombre falso), 50, regular, doble equis."
HOMBRE 1: Se clama inútilmente.
HOMBRE 2: Eso digo.
HOMBRE 1: Lo solidario, ¿eh? ¿Qué decir de lo solidario? ¿Qué
decir?
HOMBRE 2: Poco. ¿Qué?...
HOMBRE 1: Seguramente.
HOMBRE 2: Y mucho menos de la pedestre generosidad, de la
amplitud del espíritu.
HOMBRE 1: Menos, menos.
HOMBRE 2: La estrechez de miras concomitante de una verdadera
realización humana y lo humano
desarraigado de lo concomitante.
HOMBRE 1: Así será.
HOMBRE 2: Es que... ¿por qué no es de otra manera?
HOMBRE 1: Y...
HOMBRE 2: ¿Por qué?
HOMBRE 1: ¡Ese es el tema!
HOMBRE 2: D. H. Lawrence, Proust, Keyserling, Celine,
Krishnamurti, Rabelais...: ¡Magos! ¡Magos!...
HOMBRE 1: ¡Los leí, los leí!
HOMBRE 2: Le creo.
HOMBRE 1: ¡La tempestuosidad de las pasiones!: obra de la
civilización.
HOMBRE 2: La...
HOMBRE 1: Justamente. ¿Y a qué conduce?... El ardor, la extinción
de lo inmisericorde.
HOMBRE 2: ¿A qué conduce?
HOMBRE 1: No conduce.
HOMBRE 2: Y entonces...: detenidos.
HOMBRE 1: Afincados.
HOMBRE 2: Pesados. Amorfos. Dóciles.
HOMBRE 1: Usted y yo...
HOMBRE 2: Nos queremos.
HOMBRE 1: Parecido.
HOMBRE 2: Débilmente.
HOMBRE 1: Críticos.
HOMBRE 2: ¡Mozo!...
HOMBRE 1: Austeros. Sensatos, exageradamente.
HOMBRE 2: ¡Mozo! De una sola pieza.
HOMBRE 1: ¿No viene?... Inmarcesibles, sin embargo.
HOMBRE 2: No.
Aparece el MOZO por la puerta de la Confitería. Va hacia la
mesa donde está el CABALLERO
ESPAÑOL. Se sienta en la otra silla. Se incorpora. Va hacia la mesa
donde está el HOMBRE QUE
HABLA SOLO. Conecta el micrófono. Vuelve a sentarse. Se oye al
HOMBRE QUE HABLA SOLO
(ahora también por los parlantes que hay colocados en platea).
Disminuye la luz. Hasta la oscuridad
total.
Continúa oyéndose al HOMBRE QUE HABLA SOLO. Telón.
*
Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear
noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono
noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten
el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la
injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple.
Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable)
y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve
(alrededor de 2000 caracteres).
Enviar los escritos al correo: inventivasocial( arroba)yahoo. com.ar
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"Un invento argentino que se utiliza para escribir"
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recibidas, solo verificar que un autor con nombre Y/o seudonimo , y una
dirección personal de mail nos envia un trabajo.
Respuesta a preguntas frecuentes
Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.
Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y
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Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.
Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de
cada escrito es un intercambio de libertades entre el escritor y el editor,
cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de
estilo ni formato.
Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
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trabajo del editor.
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