lunes, noviembre 15, 2010

APRENDER A LEER EN LA CONFUSIÓN...


*Ilustración: Luis Alfredo Duarte Herrera. - Walkala. http://www.walkala.eu/


Escenario*


Espejos
que circundan
nadan
y así viajan
Tonos
que perduran
despabilan
y así dibujan
Destellos
que salpican
envuelven
y así atrapan
El carnaval
es recorrido
por el triste decoro
del antifaz.


*De Ana Romano romano.ana2010@gmail.com






APRENDER A LEER EN LA CONFUSIÓN...








Ternura y malvón.*


*Por Eduardo Pérsico. epersico@telecentro.com.ar


Al fragor del jardín crece la tarde. Conciliando colores y algún pájaro en fuga nos propone esa urdimbre de paisaje con palabras que abusan de su enigma. Un tal vez de ironía las ordena, se entrelazan sonriendo y pronto se niegan y alejan de sí mismas; más cuando se disponen y así como al desgaire, ellas llegan precisas, acordes, oportunas y henchidas orgullosas de integrar el conjunto. Se dice y no se sabe todavía, que su entramado en renglones sensibles al idioma es algo por su cuenta; las palabras conciben su espíritu y valor y el modo de sentir su vida propia. Y una frase es destello de lo mismo.

Más en el jardín y un sol a iniciar su retirada, palabras en manojos vienen para quedarse. O sólo se aproximan de curiosas aunque propias sencillas repetidas y de alinear de a una, forcejean ida y vuelta al ocultarse para seguir volviendo, según es su costumbre. Cierta fugacidad de tiempo imperceptible, pero útil para entender que una sola palabra indoblegable y en un jardín atardecido con olvidos que insisten en quedarse, tiene gusto a tristeza y tiempo transcurrido.

Por allí y sin anuncio, una hermosa palabra joven adolescente, tan alegre y sonriente saltarina palabra, se cayó de un malvón hacia el silencio. Desde lo alto de esa flor a ratos lánguida, melancólica y casi temerosa, se derrumbó esa palabra tan juvenil vital y necesaria. Que según se dijera tenía toda la vida por delante y decidió tirarse, eso nunca se sabe. Pero esa íntima voz de la ternura a musitar a veces, un silencio entre dos, al caer del malvón se tornó un sin retorno tan mustio y desgarrado. Y allí recién acaso pronunciara algo a saber de la juventud y la tristeza.



*Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.
www.eduardopersico.blogspot.com








SONIA*


Para todos los ángeles que nos regala el camino.



Era una muchacha de color canela y ojos verdes de gatito, tenía unos veinte años, pero era tan delgada y pequeñita como una niña. Estudiaba conmigo en la escuela nocturna de Francés.

No soy buena socializando, pero cuando la veía entrar, tan menuda que nadie parecía advertir su presencia, le hacía una seña con la mano, palmeando el pupitre vacío a mi lado, en eso radicaba la amistad.

Aquel día faltaba una hora para que comenzaran las clases y ningún amigo me había invitado a cenar... me tocaba arribar al día siguiente con el estómago vacío.

Por lo general terminaba mis clases en la universidad a las cinco de la tarde, alguno de mis compañeros me invitaba a su casa – en todas era bien recibida, a pesar de llegar sin previo aviso, para colmo siempre he comido con buen apetito, pero eso parecía alegrar a las madres, que me servían más -, tenían una coreografía casi perfecta para que no pasara el día en blanco, pero a veces fallaba alguno de sus pasos, como hoy, y saltaba la cena, esperando que fueran las siete y comenzaran mis clases de francés.

Me paré frente a un restaurante, fuera de mi alcance desde la muerte de mis padres adoptivos, imaginando los platillos que pediría. En ese momento una vocecita familiar me sorprendió.

- ¿Tienes algún plan para hoy?

No tenía otro que esperar las siete, y se lo dije.

- Vamos, te voy a invitar a comer – señaló con el dedo la puerta roja.

No lo podía creer, ¡el estómago me estaba rugiendo y Sonia, con la que nunca intercambié una palabra, me estaba invitando a una cena de lujo. En vez de inventar una excusa diplomática, subí corriendo las escaleras tomada de su mano.

Es una de las cenas más agradables que recuerdo, porque no la esperaba, porque me daba tristeza cuando todos parecían olvidarse de mí, porque el menú era delicioso y porque supe mucho de mi compañera de pupitre: tenía un novio muy alto, “para ver si sus hijos salían grandes”, adoraba a su hermanita, vivía con sus padres y trabajaba de contadora a pocas cuadras de ahí.

- Hoy cobré – me contó –, me gusta hacerme un regalo el día del cobro... pensé en algo especial y te vi... entonces supe que mi regalo sería invitarte. Nunca había comido en un sitio así, ¿y tú?

¿Cómo hacerle entender que pasé mi infancia y adolescencia cenando en los mejores restaurantes y ahora vivía cada día de una sazón diferente, la del hogar de turno? Sonreí.

- Tú no eres de mucho hablar – me dijo -, por eso puedes pensar que nadie te quiere, pero ya ves, te queremos. Al menos dime si te gustó el regalo.

Asentí porque si hablaba, iba a llorar, no sirvo para expresar emociones. Estaba sintiendo que, más allá del estómago calmado, de la noche de insomnio salvada – me cuesta dormir con hambre -, estábamos viviendo un momento muy importante, algo que recordaríamos con el paso de los años.

Ignoro la razón que me ha llevado a escribir esta historia, tal vez sea mi modo de agradecerle. No he vuelto a ver a Sonia desde mi graduación, hace más de veinte años. Deseo que sea feliz y tenga muchos hijos, altos como su padre, con los colores y el alma de su madre.



*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba.







Entre dudas*


En un gabinete de la salud, entre la miseria y la pobreza habita la misericordia.
En una situación de calle, de abandono y de pobreza, hay seres que sufren en la marginalidad.
No sé si puedo con palabras describir lo lejano de la escasa humanidad de los que sufren.
Si yo hubiera nacido allí, que sería de mí.
Estar del otro lado, en apariencia, es más fácil. Si alguien no indaga en lo más profundo del ser.
La temida soledad de los sin apellido, de los excluidos, se manifiesta tantas veces en violencia, en conductas trasgresoras y de riesgo.
No soy mejor que ellos, pero los pienso.
Ellos escuchan algunas de mis opiniones, banales, rigurosas, ideales.
Pero no nací con su suerte de martes trece.
Por eso sigo entre dudas.-



*De Azul. azulaki@hotmail.com







ROBINSON Y LOS ROBINSONES*



*Por Claudio Magris



Recién salvado del naufragio y arrojado por las olas a la isla desconocida y solitaria, Robinson Crusoe, apenas instalado en un refugio provisional, organiza un sistema para medir el tiempo y -en la angustia de su situación y en la incertidumbre de su suerte- hace un verdadero y auténtico balance (mejor Balance, con mayúscula) "del estado de sus asuntos", de lo bueno y lo malo de su situación, náufrago pero superviviente, separado del mundo pero en una isla no demasiado inhóspita ni peligrosa, solo pero provisto de muchas cosas que el mar arrastra a la playa. Realizado en unas tablillas, este balance de lo perdido y lo mantenido libera la mente de Robinson de la angustia por su situación, impide que su razón se precipite en el pánico; no afecta a una esfera de la actividad sino a la vida entera, y lo recibe con
placer físico, casi sensual, como las ásperas ropas sobre la piel, el calor del fuego y los olores del bosque.
La epopeya burguesa de la conquista del mundo desconocido, de la que la novela de Defoe (1719) es la primera y más grande expresión poética, vive la economía como fuerza vital, el fluir del dinero como la impetuosa circulación de la sangre; también la contabilidad es aventura, como los tráficos y los naufragios que ésta registra. En la isla desierta de Robinson ni hay dinero ni es necesario; no existe el valor de cambio: "Sólo tenía Valor lo que podía Utilizar". Pero la partida doble abarca todo; la
construcción de la casa en el bosque, la exploración de los alrededores, la caza, el miedo, la oración y la fe en la Providencia, como decía Marx. El tiempo, en esa lucha solitaria por la supervivencia, es más que nunca dinero. Las tempestades de la naturaleza alteran la existencia y el orden preestablecido, pero toda acción humana es Proyecto, planeado racionalmente y vivido con pasión; ninguna obra, dice Robinson en la selva, "puede emprenderse antes de calcular los Costos". (...)
Un gran libro no se agota nunca en las interpretaciones ideológicas, que no lo empobrecen sino que lo enriquecen, demostrando su inacabable riqueza que a cada época, como a cada lector, desvela nuevos aspectos y nuevos significados y responde así a las diferentes preguntas de las generaciones que se suceden. Cuando Marx lee y discute sobre Robinson Crusoe es como Platón cuando lee y discute sobre Homero, yendo más lejos que él, pero sólo gracias a él, y encontrándoselo a cada paso inesperadamente delante.
Robinson Crusoe es el libro de aventuras por excelencia, uno de esos magníficos libros en los que cada línea es insustituible, pero cuya grandeza es tal que puede ser captada incluso a través de resúmenes y adaptaciones reducidas como las que nos dieron a conocer a casi todos nosotros, en la infancia y adolescencia, esa historia inmortal, cuyo sentido esencial también resplandecía en aquellas sencillas versiones. (...) Esa gran y libre aventura de Robinson, que ensancha el corazón y lo abre a paisajes infinitos y a episodios arriesgados y tenaces, es asimismo una de las más grandes parábolas de la modernidad, de la que Defoe es "un Padre Fundador" (Cavallari). Robinson continúa y al mismo tiempo transforma la novela de aventuras y de viajes de los siglos precedentes; su pluma conquista lo
desconocido y lo imaginario a la realidad y al conocimiento, puntillosamente práctico y utilitario, ampliando el viaje a una nueva alegoría moral del individuo moderno.
Robinson es el nuevo homo oeconomicus, un protestante capitalista entregado ascéticamente al trabajo; Defoe, que también ha narrado en otras obras maestras -poéticamente todavía más importantes- las desprejuiciadas hazañas eróticas de Moll Flanders y Lady Roxana, hace de Robinson un personaje sin
vida sexual, "Adán sin Eva" (Cavallari): en la penúltima página, matrimonio tardío, paternidad y viudez del héroe se resumen en dos líneas y media, dentro de un total de trescientas páginas. Con el buen salvaje Viernes, Robinson vive en fraterna y democrática amistad, pero él es dueño y señor de la isla, vanguardia de la colonización blanca, encarnación bifronte de la ambigüedad del progreso, que lleva civilización y dominio, libertad y nuevas esclavitudes, en una trágica espiral que marca el pecado original de la modernidad.
En muchas historias precedentes de mar y de naufragio, la isla a la que arribaban muchos fugitivos, amotinados y rebeldes, era un refugio, un lugar de pureza y libertad donde escapar de los males de la historia y la sociedad; en cambio Robinson -como tantos imitadores suyos- vive la isla al principio como un exilio de la civilización y después la goza casi como una colonia. Profundamente religioso, Robinson es el adalid de una religión ilustrada del progreso y de la técnica que poco a poco absorbe cualquier
trascendencia en una despiadada y niveladora secularización; como Ulises disuelve con su racionalidad el encanto -y el horror- del mito, de las sirenas y de los cíclopes, Robinson tritura la poesía de la vida en la férrea ejecución del Proyecto, en la finalidad social a la que se someten todas las diversidades de la existencia, y la novela es la sobria y muy poética representación de este triunfo de la prosa burguesa.
Defoe es al mismo tiempo cronista neutral, cantor imaginativo e inevitable develador del nuevo homo oeconomicus, destinado a dominar el mundo, y del capitalismo, la fuerza más revolucionaria, subversiva y desarraigadora de la historia, con su vitalidad creadora, destructiva y autodestructiva como el hado. No es casualidad que sea uno de los creadores si no el creador -después del Quijote- de la novela moderna, el género literario que asume en su propia forma la vitalidad, la vulgaridad, lo prosaico, el compromiso y la contradicción de la modernidad burguesa. Defoe capta este mundo en sus grandes novelas y lo refleja sin prejuicios en su trabajo de gran periodista que, consciente de cuánto condiciona el poder económico la libertad de prensa, logra decir la verdad confundiendo a quienes le dan trabajo, ya que pasa de los liberales a los conservadores para expresar ideas liberales, cobrando a menudo de los unos cuando trabaja para los otros.
Como decía Trevelyan, es el primero en ver morir el viejo mundo con ojos modernos; el primero en advertir que Europa y Occidente ya no eran capaces de comprender, de exorcizar, de integrar al Otro que estaban descubriendo y conquistando, ni de librarse de su fantasma. Como conviene a la obra maestra de un autor a menudo sin un céntimo, pero consciente del nuevo papel del dinero y del mercado, Robinson Crusoe fue el primer best seller de la literatura mundial: ya en la bibliografía de Ullrich, editada en 1898, se habla de 196 ediciones, muchas de ellas aparecidas muy pocos años después de la primera, y de 110 traducciones (incluidos gaélico, bengalí y turco). Por otra parte, la novela tuvo innumerables imitaciones y refundiciones, sobre todo en Alemania, donde aparecieron las llamadas Robinsonaden, cuyo número oscila en torno a las 200-250, si bien -como he podido verificar personalmente tras haber leído un centenar de ellas- es difícil establecer una cifra precisa, porque con frecuencia se superponen y se plagian unas a otras.
(...)
La robinsonada total, según Adorno, la escribió Kafka, en cuyos textos el hombre no es más que un náufrago solo en una realidad inexplicable. No hay final para el naufragio, pero tampoco inicio. Así como Selkirk, el marinero náufrago en cuyas aventuras se inspiró Defoe, había encontrado en la isla a
otro que había llegado antes que él, Will el Mosquito, casi todo Robinson encuentra en la isla a un predecesor o las huellas de su estancia: un sajón encuentra a un viejo español; el alemán, en cambio, el cadáver de su padre; otros hallan escritos de náufragos, muertos mucho tiempo antes, en los que se habla de otros náufragos todavía más antiguos y así sucesivamente en un "pozo del pasado" que fascinaba a Thoman Mann y en el que nunca se toca el fondo. El origen es más incierto, intangible e infundado que el final; quizá no exista y el naufragio -el mal, el dolor, la insensatez y la resistencia a todo esto- se repite desde siempre. No es casualidad que Camus eligiera una frase de Defoe como epígrafe para La peste.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4056-2010-11-15.html





Vigilia*


Salpicada
de barro
Estiro las piernas
Absorta
contemplo
el revoloteo de un colibrí
que se detiene
al lado del jacarandá en flor
Sin estigmas
sin rencores
Escabullo el dolor
Y es así
como prosigo.


*De Ana Romano romano.ana2010@gmail.com







JEAN MICHEL VAPPEREAU, EL ANALISTA Y MATEMATICO FRANCES
QUE FUE ALUMNO Y PACIENTE DE LACAN

"El análisis es aprender a leer en la confusión"*

Durante más de diez años trató al gran maestro francés Jacques Lacan, primero como alumno y después como paciente. Para analizarlo prefería leer sus escritos a escucharlo, y al finalizar le regaló sus dibujos.


*Por Sergio Kisielewsky


-¿En qué momento conoció a Lacan?
-Encontré a Lacan gracias a un profesor de filosofía, también matemático, que se llama Desanti, en el Departamento de Etnología en la Universidad de París VII. Pasando por los pasillos para tomar el ascensor vi, en un afiche, que Desanti daba un curso, y fui durante cinco años a su Seminario todas las
semanas. El estaba muy contento de ver matemáticos porque él era filósofo y alumno de Gaston Bachelard. Había hecho una tesis que se llamaba "Las idealidades matemáticas". Lacan asistió al sostenimiento de la tesis. Yo tenía 21 años y hacía estudios de matemáticas. Trabajé muy bien en el
Seminario de Desanti, hice exposiciones, me interesaba en la física, pero mi profesor me dijo que para hacer física debía hacer estudios de matemáticas.
-También le gustaba la música.
-Tocaba jazz, me gustaba mucho en esa época grabar los conciertos de jazz, me gustaba la música concreta, la música electrónica. Era muy estudioso y estaba preocupado por muchas cuestiones y aún no sabía la importancia de las matemáticas. Tenía idea pero había cosas que no comprendía, muchas, y que
comprendí mas tarde. Por eso fui al seminario de Desanti, porque él había hecho su tesis y la historia de una teoría matemática. Había dejado el Partido Comunista y se había interesado por la dialéctica histórica. Fue un personaje muy importante de la Resistencia y del Partido. Era alguien formidable y después de dos años él estaba sorprendido de que yo continuara asistiendo al seminario. Sabía dirigir a estudiantes de filosofía, él había hecho su tesis muy tarde, a los 55 años, como Althusser, que la hizo un poco después. Su mujer, Dominique Desanti, es una mujer famosa, es escritora, habían organizado el Seminario en Etnología.
-¿Qué estudia la etnología?
-Estudia a los pueblos en un grado cero de la historia. Que no tienen escritura propia pero que practican los mitos como forma de recuerdo, eso es lo que demostró Lévi-Strauss y me convertí en un gran lector de Lévi-Strauss y otros autores y otros etnólogos que estudian siempre la lengua.
-Se iba acercando a un pensamiento abstracto.
-No es abstracto, es un material de palabra y de escritura. Buscaba comprender qué eran las matemáticas, por qué son importantes en nuestra civilización, cómo funcionan. Al cabo de dos años no sabía muy bien qué hacer conmigo, entonces quiso la suerte que Lacan iba todos los días por las
mañanas a la casa de Desanti y le tocaba la puerta para hacerle preguntas sobre su tesis. Un día me dijo: "Mire, yo tengo todos los días al Dr. Lacan que asedia mi casa" y como yo había empezado a leerlo gracias a los alumnos de la Universidad de Nanterre, mi novia de esa época me había dado un libro de Wilhelm Reich donde dice que Freud se equivoca: "No hay instinto de muerte", y como yo era un joven obsesivo, curioso, me planteaba la pregunta sobre la muerte, el suicidio, sobre qué era eso. Entonces leí el libro de Freud Más allá del principio de placer y estaba sorprendido porque consideraba al psicoanálisis como una fantasía, como algo extravagante. Leí cómo Freud hacía un razonamiento coherente. El decía que el sueño es la realización de un deseo, pero hay sueños de angustia que se llaman
pesadillas, Freud va a refutar su propia teoría, es un muy buen lógico, y Lacan es el más grande lógico del siglo XX. Hablo de estos temas con mis amigos y ellos me dicen que eso que leí de la refutación de la teoría de los sueños y el descubrimiento de Freud de la repetición es lo que Lacan comenzó a estudiar desde el inicio de sus seminarios. Entonces empecé a leer a Lacan y no entendía nada. Lo leía y sabía que ahí se encontraban las cosas que me interesaban y me importaban.
-¿A pesar de su hermetismo?
-Sabía que estaban ahí, pero era necesario un desvío hasta lograr comprender. Tenía cosas que aprender.
-¿No pensaba dedicarse al psicoanálisis?
-A veces en el seminario de Desanti hablaba de mis lecturas de Lacan. En esa época estudié a Chomsky, el lingüista, con una amiga. Yo le enseñaba lógica y ella lingüística. Todo eso era muy cercano a Lacan pero aún yo no lo conocía entonces. Desanti de golpe me dice que Lacan iba todos los días a su casa y le planteaba un montón de preguntas y como en esa época yo tenía una buena cultura general en matemáticas Desanti me dijo: "Usted podría contestar perfectamente a las preguntas de Lacan. ¿Me permite que yo le dé su número de teléfono?". El esperaba liberarse de Lacan. Yo estaba maravillado. Sobre todo porque mi novia, la que me había hecho leer a Reich, me había dejado. Estaba en estado de descomposición física, económica y social completa. Quería responder a algunas preguntas fundamentales y estaba muy mal, mi abuelo se murió, me instalé en la casa de mi abuela porque el
departamento estaba casi vacío y en ese momento Lacan me llamó por teléfono.
Mi abuela me dice: "Es la secretaria de un señor Lacan, dice que te quiere hablar". Yo estaba muy contento, mi abuela no entendía nada. Agarro el teléfono y Lacan empieza a hablarme con esa voz muy dulce, muy suave, baja y me dice: "¿Usted puede venir a verme?" Me da su dirección y me explica que
tengo que tocar el timbre en la calle, luego entrar al patio, que en el fondo hay una escalera... se detiene y empieza a pensar porque no logra explicarme dónde estaba su departamento, buscaba una palabra, usted tome la primera... y luego un silencio y tome la primera vuelta de la escalera. A mí me encantó eso porque me encanta buscar la palabra más justa cuando tengo una intuición. Hay varias palabras que se proponen, en fin, es como cuando uno traduce, uno sabe que hay una manera de decirlo mejor, uno busca eso.
Así fue como fui por primera vez a la casa de Lacan en la calle Lille.
-¿Cómo fue el encuentro?
-Antes quisiera decirle cómo oí por primera vez el nombre de Lacan. Un día, en un auto, una amiga me habla de un cierto psiquiatra que debe ser loco que se llama Roland Barthes, ella quería hablar de Lacan pero lo confundió con Barthes, lo cual es muy frecuente, y el hecho de decir que Lacan es un poco
loco, un poco extravagante, y la paradoja del psiquiatra loco gusta mucho. Pero la persona que me habló de Lacan llamándolo por su nombre y que lo conocía bien es Roland Dumas, que era el abogado de Lacan, y luego fue ministro de Mitterrand. Era a fines de los años '60, teníamos amigos en común y fuimos con Dumas de vacaciones a escuchar música contemporánea y jazz. Me quería mucho porque hacía matemáticas y me gustaba la música. Dumas me habló muy bien de Lacan. Me contó que Lacan lo llamaba en el '68 para caminar juntos por la calle en medio de las manifestaciones. Lacan quería estar en París cuando había disturbios, problemas. La primera vez que lo vi la secretaria me abre la puerta, me hace pasar a la sala de espera donde había dos personas. Una estaba muy nerviosa, se paraba y se sentaba todo el tiempo. Esperé y al cabo de un momento noto que la puerta se abre un poco y aparece de golpe la cabeza de Lacan para mirar. Luego la retira y se va.
Luego viene a buscarme a la sala de espera y me dice: "Vamos a almorzar". Nos sentamos enfrente de su consultorio y comenzó a hacerme preguntas, me hizo pasar un examen. Me preguntó qué es un cuerpo arquimediano, que es el cuerpo de los números reales, y como yo era bastante joven e impertinente y
había una disputa en París en 1971 entre epistemología genética y el estructuralismo, le pregunté a Lacan: "¿Qué piensa usted de la epistemología genética?". Que era Piaget y toda la gente que escribía en contra del estructuralismo. Lacan se endereza, pone su mano en la cadera y me dice: "No es mi tipo la epistemología genética". Eso es todo. Era divertido. Había chicas que publicitaban cigarrillos americanos. Yo fumaba una pipa, Lacan fumaba cigarros, pero era muy amable con las chicas, muy sonriente, muy seductor. Así empecé a ver a Lacan una o dos veces por mes y pasábamos horas a la mañana o a la noche en su consultorio o en el comedor, había una mesa que estaba contra la ventana.
-¿Por qué el interés de Lacan por las matemáticas, por la búsqueda de esa palabra?
-Las matemáticas son algo importante en el mundo científico desde Galileo, la ciencia es matemáticas, el gran libro del mundo se escribe con triángulos, rectas y círculos. Desde Newton y después Descartes. Lacan se interesó en las matemáticas porque todos los profesores que conocí de Letras, de Filosofía, o de Historia, los intelectuales, se interesan tanto en la literatura como en las matemáticas. Las matemáticas van a interesarse en Lacan porque fue en Lacan donde leí el enunciado más esclarecedor sobre las matemáticas. Había empezado a tener esta idea con Frege, que es un lógico alemán que quería hacer una ideografía, un sistema de escritura para acompañar el razonamiento aritmético, y Frege dice: "No se descubre la demostración de un teorema de la misma manera que después se presenta la demostración del teorema". Es decir, cuando uno quiere explicar, demostrar un teorema, no tiene nada que ver con contar cómo uno lo descubrió.
Descubrir es una aventura y cuando uno lo encontró hay que cambiar la presentación. Gracias a Frege pude comprender qué eran los números complejos, los números imaginarios. Qué es lo que Lacan dice en un seminario que es el Libro dos que trata sobre el "yo" en la teoría de Freud. Al comienzo de una lección Lacan dice esta cosa extraordinaria: "Las matemáticas no son una cuestión de potencia del pensamiento, se trata solamente de introducir una buena letra, bien construida, en el buen lugar y es así como progresan las matemáticas".
-¿De eso se trata el psicoanálisis?
-El analizante no es un matemático, pero debe ser el mismo tipo de actividad con las palabras así como con las letras. Entonces se busca una palabra, se busca una letra mejor, entonces es eso el análisis, el analizante está más cerca del matemático que busca resolver un teorema, para demostrarlo, pero no es una cuestión de gran cabeza, es mejor tener una gran cultura, ser curioso de todos los dominios, por eso yo no comprendo a la gente que dice que no hay que hacer matemáticas en el psicoanálisis, que el psicoanálisis es una psicología me indigna. Al año siguiente, en julio del '72, empecé mi análisis con Lacan.
-¿Le pidió entrar en análisis?
-Sí y en menos de un año estaba en una transferencia que estaba pegado al techo. La transferencia es lo que define al psicoanálisis. ¿Por qué se le dice a un paciente que hable? Freud no era para nada libertario ni anarquista ni lo era Lacan, no se exige en el psicoanálisis ningún reglamento, ninguna vigilancia, ninguna evaluación, porque se quiere una libertad de palabra absoluta sin coerciones. ¿Por qué? Porque el sujeto va a chocar con una situación en que no puede hablar y es eso lo que se espera.
La transferencia es el hecho de que no se puede decir todo, cuando deviene urgente decir algo y uno no lo dice, uno empieza a hacer un montón de cosas excéntricas, se hacen cosas en lugar de las palabras. Se le pide que hable para esperar a cuando él se calle. En el psicoanálisis lo más importante es el silencio, lo que no se puede decir. No es como dicen los curas o los psicólogos, que la palabra tendría una sustancia mágica que a uno le permitiría liberarse o aliviarse como si uno estuviera constipado. Allí
donde hay silencio uno sabe que hay granos que moler. El análisis es aprender a leer en la confusión. Yo estaba en esa situación, después de la separación de mi novia más la muerte de mi abuelo más el encuentro con Lacan. Yo hablaba con Lacan de matemáticas pero yo quería hablarle de otras cosas y no me daba cuenta. Y alguien me dijo: "Vos estás en plena transferencia": Le hablé por teléfono a fines de julio de 1972, lo fui a ver y me recibió en su casa, en su dormitorio, y ahí le dije que yo quería hacer
con él un análisis y él estaba tan contento y emocionado que se le rompieron los anteojos. Me dijo que volviera en septiembre y me pasé los días de julio y todo agosto en una especie de esquizografía, llené todos unos portafolios con papeles escritos. Estaba apasionado por el trabajo con Lacan.
-¿Qué recuerda de ese vínculo con Lacan?
-Le hablé de las cosas que me preocupaban, pero Lacan se interesaba más que nada en las cosas escritas. Había pasado de una clínica de la palabra a una clínica de lo escrito. Se interesaba en lo que la gente escribía, lo que él podía leer en los papeles.
-¿Así analizaba?
-Leía y cuando en septiembre le dije que tenía unos portafolios con escritos él me dijo: "Tráigamelos en seguida". En los años que siguieron cada vez que le decía que había escrito algo sobre la memoria, sobre el olvido, sobre el recuerdo, él me decía: "Tráigamelo". Estaba todo el tiempo muy preocupado por las palabras, en su consultorio parecía aburrirse tanto con tanta gente que iba a verlo que pasaba el tiempo haciendo bromas o chistes privados, como el primer día que fui, que asomó la cabeza para mirarme. Era un pícaro magnífico, celestial. El caminaba con los mocasines sobre la alfombra sin hacer ruido y empujaba la puerta, pasaba su cabeza y su brazo, y toda la gente en la sala de espera se sobresaltaba.
-No era un hombre serio...
-No se tomaba en serio y no estaba loco. En lugar de creerse Lacan él era alguien lúcido, estaba muy al tanto de las cosas cotidianas, leía el diario, había mucha gente alrededor de él, tenía familia. A mí me hacía las preguntas, cómo vivía, dónde vivía, cómo ganaba el dinero para vivir. En ese entonces había dejado la casa de mi abuela y vivía en una casa ocupada y vivía gracias a clases de matemáticas. Era alguien extremadamente atento, generoso y muy preocupado por el psicoanálisis y su práctica. El es el
psicoanálisis, Lacan y Freud son analizantes.
-¿Buscaba dónde la persona sufre?
-Lacan sabía que él jugaba un papel para los otros y que alguien se analiza con un analista, es una función. En Kant hay objetos que llegan a la intuición por la sensibilidad, son objetos fenomenológicos, y qué es lo que hace el entendimiento con esos objetos, siempre según la filosofía clásica, el entendimiento va a conceptualizar los objetos, en Kant es la silogística de Aristóteles lo que hace a la conceptualización y la clasificación. Hay algo que Kant olvidó y es que mi sensibilidad me provee también objetos que están acá, letras que forman palabras, uno no conceptualiza, uno lee y ¿qué es leer? Nadie sabe qué es. Freud abrió el camino sobre qué es escribir, qué es hablar. Todo lo que sabemos es que el que quiere escribir o quiere hablar va a encontrar tensiones enormes. Quiero comenzar a trabajar, comienzo, trabajo, voy a terminar, termino, todo eso se llama el aspecto del verbo.
-La acción.
-Es la posición del sujeto en el tiempo de la acción y es mucho más difícil hablar o escribir y leer que manejar el control remoto para encender la televisión. Lo que uno no puede decir puede comenzar a escribirlo. Podemos encontrar lugares donde uno no puede escribir. A eso Lacan llama "lo real".
-¿Cuál era vínculo entre Lacan y la literatura?
-Freud ya era un gran lector, Lacan comentó mucho el teatro, fue un gran lector de la Poética de Aristóteles, la comedia y la tragedia. Era alguien muy lúcido. Einstein creyó que el psicoanálisis tenía que ver con la responsabilidad del científico y ese es otro ejemplo que permite comprender a Lacan. En la actualidad el psicoanálisis devino en una psicoterapia sectaria y mística, Lacan luchó contra eso. Explica hasta dónde la palabra llega con el psicoanálisis, hay una implicación del cuerpo en el lenguaje y
la palabra, es un lugar donde hay intuición. Allí el psicoanálisis se detiene y comienza la poesía. Lacan estudió una obra de Joyce que es autobiográfica, Retrato de un artista adolescente, pero no analiza a Joyce, no mezcla las zonas de trabajo. Lacan no quiso hacer un seminario sobre el padre porque él dice que no le quiere dar su doctrina sobre el padre a los psicoanalistas actuales. Pero en la obra de Lacan hay todas las indicaciones para poder leer sobre lo que Lacan quiso decir sobre el nombre del padre. A
las cosas hay que ir a buscarlas y eso va a depender de varias generaciones.
-Lacan, en una muestra de gratitud hacia usted, le obsequia sus dibujos.
¿Cómo fue que ocurrió?
-En su último año del seminario Lacan tomó todos los dibujos y los papeles de cálculo que tenía en su casa, había cosas que le habían dado y cosas que escribía, iba a su casa de campo, agarraba los papeles que estaban en el piso en su consultorio, los ponía en su portafolios y se iba en auto con sus documentos y después que me hizo hablar en su seminario me dijo: "¿Cuándo puedo ir a su casa?". Yo estaba sorprendido. Esto fue un viernes y el lunes vino con su jardinero, que se llamaba Jesús, un hombre de familia española.
Si había un problema en la casa se decía: "Hay que preguntarle a Jesús, porque Jesús se ocupaba de todo" (risas). Lacan entró con una valija miró el living, fue hasta la cocina, volvió, abrió la valija y la vació en el piso sobre la alfombra en el medio del living. Pasé varios días clasificando esos papeles, los seleccioné, compré carpetas de cartón en función de los temas, guardé todo muy bien y lo sigo teniendo. Después fui a verlo para decirle qué había encontrado en esa masa de papeles.
-¿Cómo vio Lacan el Mayo francés?
-Quería hacerse una Reforma en la Universidad. Existe el mercado del trabajo desde el ascenso del capitalismo, quiere hacerse una universidad americana paga y Lacan dice que no hay que hacer un mercado del saber. Porque el trabajo y el saber producen plusvalía pero el saber es gratuito, llega al
cuerpo. El saber no es penoso y los universitarios están listos a precipitarse a ese mercado del saber. Incluso en la época medieval era así.
-¿Piensa que hubo un reconocimiento académico a Lacan o Francia quedó en deuda con él?
-Lacan no quiso el reconocimiento, le habían propuesto que hiciera los trámites para poder entrar a la Academia Francesa de Letras y él rehusó.
Francia es incrédula y trata a Lacan como si fuera sospechoso. No hay una deuda respecto de Lacan, hay una duda, no se comprende el interés por Lacan.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-155645-2010-10-25.html








Amanecer y seguir*



El hombre va a abrir su taller en un despertar de trinos y celeste infinito, apenas un candado y se abre la doble puerta galponera por la que puede pasar un camión, a la derecha un pequeño escritorio, algunas piezas dejan manchas de grasa entre croquis y papeles. El dice que lo importante está en los fierros, metales que desatan el movimiento para salir y rodar por las heridas del mundo pero en la libertad de las rutas.
-Esto es apenas un desorden ordenado.
Una lampara extensible como las que usan los dibujantes, tecnicos mecanicos como él, es la única luz si él día es grisoscuro, pero hoy, la ventana es un resplandor que corta todo el enorme espacio de maquinas y herramientas y pedazos de coches y coches a punto de terminarse.


Todas las mañanas le hecha un vistazo al afiche, es casi una ceremonia verlo y hacer en silencio algunas breves reflexiones, como quien hace una oración antes de partir a la lucha cotidiana por la subsistencia. Siempre lo lee completo:

1914: UN HOMBRE ABRE ESTA CAJA DE HERRAMIENTAS.
Y NACE INGENIERIA CHRYSLER.

La foto gris es poco nítida, una casa con refuerzos clavados en las esquinas, la tapa abierta, asoman instrumentos comunes como una tenaza, una roldana de aparejo.... afuera, sobre un banco de madera un martillo, pinza, un compas de acero, nada que indique el oficio de su dueño, salvo las letras
blancas : W. P. Chrysler.

El texto sigue en letra courier sobre un papel amarillento de viejo-humedad...

Porque ese hombre se llamaba Walter P. Chrysler.
Su objetivo: encontrar la manera simple, segura y cómoda de transportar al hombre.
La encontró.
Pero no se detuvo.
Porque sabía -y tenía razón-
que siempre había una manera más simple, más cómoda y más segura.
Por eso mació Ingeniería Chrysler.
Que aún mantiene -y seguirá manteniendo-
el objetivo trazado por Walter P. Chrysler.
Investigando, desarrollando, probando e incorporando adelantosque logran más nobleza, más seguridad y más confort en sus vehículos.
Para que usted pueda ejercitar su derecho a elegir,
exigir y disfrutar su Dodge.

(Logo de 5 lados-triangulos negros que dejan una finita estrella surgir )
y grande:
CHRYSLER
FEVRE ARGENTINA

Abajo, un espacio en blanco y la letra urgente, como de pintada en paredes de ciudad con marcador azul:

Yo trabaje allí, 15 años, capataz de montaje, y me dejaron en la calle, a un clase '43.
Osvaldo Arból Gomez.



El hombre lo lee todas las mañanas bien temprano antes de poner la pava del mate y empezar a trabajar, luego concluye -dicho de distintas maneras- en un mismo aforismo.

Soy más que un pionero, soy un sobreviviente...

Es fácil que las mismas imágenes se repitan cada tanto, el arrancando el afiche de la pared, era el último en ser despedido, el gerente de planta agradeciendo su tarea, diciendo
-Osvaldo , en un par de años los yanquis vuelven y brindamos con champán helado, el reencuentro.

Lo cierto es que casi se cumplen 25 años del cierre de la planta de La Tablada.
Le pagaron unos pesos y lo premiaron con un par de contenedores con piezas y repuestos en desuso. y un par de máquinas que no salían a remate por viejas.

El cargo todo, como quien carga con cada pedacito de un alma estallada y lo llevo al galpón grande de su finado padre, y entre sus maquinas y elementos de carpinteria empezo y siguio.

Y todas las mañanas se mezclan las épocas y las situaciones, el no podría relatarlo, es como ver flashes y fotos sin orden , sin tiempo.

El abuelo de Pontevedra que compro ese terreno cuando todo era campo y lo único notable eran las estaciónes de trenes , La Tablada cerquita y más allá Tapiales, con sus galpones enormes y sus playas de maniobras del tren de trocha angosta. Previsor el abuelo, terreno de 20 x 60, entrada grande para
camiones. De chico no dejaba de estudiar esas herramientas que dejo en el galpon pequeño del fondo, las que usaba para trabajar la tierra despues de volver de su trabajo en el ferrocarril. Un viejo anarquista, un hombre de principios como su padre y como él tambien.
"Nunca te entregues al capital, el dinero destruye todo, el capitalismo no deja nada en pie "
Pero el salió con el título de técnico mecanico y se empleo en la Chrysler, ahí cerquita cuadras de su casa. Y de allí volvió un día, una mano atras y otra adelante, unos pesos de indemnización por despido y un monton de chatarra inservible.
Ahí empezó, soldando, imaginando, el ingeniero le decían en la planta. adaptando piezas , mixturando carrocerias y chassis.
El único , solitario y obstinado fabricante de autos reciclados 0 km desde el fondo de su casa, de la Argentina. No son autos, dice a quien lo visita actualmente, son obras de arte, artesanías irrepetibles. En el país es un desconocido, pero en Europa, en Francia, especialmente su fama trasciende.
El lo sabe, termina cada obra de arte, fileteando a pincel la parte inferior de la carroceria , a veces agrega frases que le piden los clientes, como la que pinto ayer en ese auto que alguna vez fuera un DKW y ahora es un Arbol Gomez - Argentina, firmado el el capo de atras donde iba el logo del mejor auto aleman de la posguerra.
Su oficio es su vida y su orgullo. a veces piensa que habría sido de él si hubiese sido otro, un almacenero, un operario, un ser indefenso ante las crisis del país, una crueldad anónima que mata sueño tras sueño. y deja muertos en vida. Habitaciones cerradas, persianas bajas con alguien durmiendo adentro, matando ocios con el mate lavado y regando la quinta a cada rato para que el día pase pronto.
Pero él esta conforme, lo más díficil del mundo es llevarse a si mismo, pero llevarse a gusto, con cariño como quien lleva a un niño de la mano.
-No se entregue Carbonatti..¡¡¡¡, le grita su padre al amigo huelguista, es el patrón el que más pierde con un paro, van a darles aumento no aflojen... ni con la traición de los sindicalistas.
No aflojo, viejo parece decir con la mirada y recuerda sus 10 años, fabricando sus juguetes con madera y clavos, con las herramientas de Papá, solo pero pendiente del trabajo de él, que no podía distraerse del trabajo de la carpintería. Es como si lo viera ahora, el pucho colgando al costado izquierdo de la boca y alguna expresión de amargura, casi un Bogart. Se desprendía del pucho cuando tenia que sostener con los labios los clavos o los tornillos en el armado de los muebles.
Un gran carpintero su viejo, de los que trabajaban con madera maciza, nada de porquerias enchapadas, nada de aglomerados ni formicas. Pero el capital lo mató, pusieron fabricas enormes que escupian maderas hechas del aserrin, y todo el mundo se puso a hacer muebles inservibles.
- En la primera mojadura revientan.... que carajo compra la gente¡¡¡¡¡¡¡.
Golpeaba la mesa de trabajo con furia y parecia que iba a volar en pedacitos su mano pesada de trabajador. Y los muebleros se fueron, lo vendieron por pocos pesos.
Y el un día , un invierno de 1978 cerró, hecho el candado y al poco tiempo se murió.


Por eso él no va a transar, un Pininfarina de entrecasa, un constructor de mundos en cuatro ruedas. ¿Cuantos autos más podrá sacar con su firma reciclados a 0Km ?. No lo sabe, no lo cuestiona, se rasca la cabeza y empieza la jornada.



*De Eduardo F. Coiro. inventivasocial@hotmail.com





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