viernes, febrero 10, 2012

MI FE ES FUERTE, CIEGA Y SIN NINGÚN FUNDAMENTO...



-Dibujo: Ray Respall. (A los 13 años)
La Habana. Cuba.





LA AMIGA*


Aún cuando alguien tiene muchos amigos, suele haber entre ellos unos pocos a los que se quiere todavía más que a los demás.
Momo
Michael Ende



Aún adormilada, sintió que la alzaban en brazos y vio el rostro de su madre. Tenía los ojos húmedos y enrojecidos. El verde contrastaba con el rojo.

- ¡Te hemos encontrado, bebé! – escuchó su voz que sonaba entrecortada, como si se le hubiera olvidado hablar – ¡Tuve tanto miedo!
- ¿Miedo… de qué? – ella solo había estado jugando.
- ¡De todo! – la mamá se empecinaba en revisarle los pies y los brazos – Hay tantos peligros, estuviste perdida tantas horas… ¡Es increíble que no tengas ni un rasguño, que no hayas caído en el barranco, tropezado con una raíz, enredado los cabellos en una liana…!
- Mi amiga me decía por dónde caminar para no caerme, me hacía pisar firme y con cuidado… Hubiera regresado a casa con ella, pero era muy tarde, estaba demasiado oscuro y me dijo que mejor durmiera hasta el amanecer, entonces me mostraría el camino de regreso.
- ¿Tu amiga? ¿Una niña como tú? – la pequeña asintió - ¿Y a dónde fue, dónde se ha metido?
- Está aquí, mamá, siempre ha estado a mi lado, cuidándome, y me ha jurado que todos tenemos un amigo o amiga como ella, solo que los demás han olvidado cómo verlos y cómo hablarles.
Dirigió la mirada a una invisible presencia a su derecha, asió lo que podría ser una pequeña mano y sonrió.



*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba.











TERRA NOVA*



¿Qué hay detrás de tu silencio?
¿Dónde quedó el mapa de los encuentros?

Bajo la sombra cobijo el primer beso,
sentada
y luego
aquí metida en tus olores,
dentro de la dicha del correr del tiempo
transporto tu efluvio hasta mi lecho.

Ahora aborrezco Mi/Tu cuerpo
mi dolor una vez,
mis celos otras veces,
mi dicha de un momento,
aquí, en este infierno consumida,
regreso sin regreso
y sentada bajo la sombra cobijo el último beso.


*De Lina Zerón. linazeron@yahoo.com
-Del libro: Poesia Reunida 1975-2010. amarillo editores, 2011.







Amores platónicos*




A principios de 1953 Herbert Reed procedente de Kansas City y Tony Williams de Roselle, New Jersey, se juntaron en Los Ángeles con un músico de St. Louis llamado David Lynch con la finalidad de formar un grupo de rhythm and blues, pero no lograron darse a conocer ya que hacían la misma música que el resto de grupos existente. Sin embargo, en el plano personal nació una corriente de afecto entre ellos que cada día era más intensa, llegando a preocuparlos debido a que, en aquella época, estaban muy mal vistas las relaciones entre hombres.
La incorporación de Paul Robi de Nueva Orleáns le dio un nuevo aire al conjunto que empezó a ser conocido dentro de los interpretes de "Doo wop" y música "pop". Este último también notó que empezaba a sentir algo más que afecto por otros dos componentes, pero jamás lo manifestó, guardándose este sentimiento para él.
Cuando su manager, Buck Ram participó como letrista fue el inicio de su tremendo éxito. A raíz de su participación, el cuarteto se amplía con un quinto miembro, la solista Zola Taylor, una cantante con una voz privilegiada y una belleza increíble. Con esta incorporación los cuatro músicos variaron sus afectos enamorándose todos de la cantante. Este amor también se mantuvo en secreto para no romper la armonía del grupo, incluso hasta después de disolverse a finales de los sesenta.
De este conjunto han quedado dos cosas importantes, la belleza de sus canciones entre las que destaca sobre todo "Only You" y el descubrimiento del amor platónico bautizado con este nombre en su honor.



*De Joan Mateu. joan@cimat.es







ESAS HUELLAS DIGITALES*



Hace un tiempo asistí a la reunión de veinticinco años de recibidos de la Mantovani, veinticinco años, un siglo para la vida humana, un milenio si miramos hacia atrás, y sin convertirnos en estatuas de sal divisamos en la corriente del tiempo una lejanía borrosa y en ruinas. El reencuentro por supuesto fue entre desconocidos que nos recuerdan más o menos a rostros antaño familiares, pero pertenecientes, entonces, a gentes jóvenes con ideas más definitivas sobre las cosas, mucho más cabello y menos kilos.
La charla se dio sobre los carriles aceitados de ese tipo de charlas, en que la vida se resume en dos o tres datos. Más que nada si acaecieron o no las parejas, los hijos, los divorcios, alguna muerte.
En un momento, y como una luz repentina, Betty le señaló a alguien que acababa de decir una frase hecha, y recordó riendo que yo me pasaba la vida señalando las frases hechas en las charlas del taller de dibujo o de escultura, en las largas mañanas disfrazadas de artistas. "Esa es una frase hecha", "esa es otra frase hecha" me remedaba Betty. Y yo quedé momentáneamente cegada por la luz del recuerdo, porque jamás lo habría podido desenterrar sin su ayuda.
Recordaba entonces mi compañera que me molestaban las frases hechas.
Inmediatamente encontré en esto el eje oculto de todo mi estilo discursivo.
Es una rebelión contra las frases hechas, que me provocan una nausea intelectual involuntaria.
Un escritor en una entrevista dice "tal es así que." y ese tal es así me provoca un escozor en el muslo derecho.
Y qué problema hay con las frases hechas, si el lenguaje es casi una frase hecha, un convenio de sentido, una repetición incesante y monótona de tales sustantivos unidos a cuales adjetivos. El problema es que enmascaran la realidad. La dividen en parcelas aceptables para que la traguemos sin antes olisquearla un poco, apartarle las pelusas o por lo menos masticarla.
La frase hecha es un objeto pasible de ser roto, y en esa ruptura hay un gozo y una búsqueda. Tal es así. las cosas son tales que así sucede.
Sucede que es tal como así le digo, amigo mío, así y tal, tal como así parece. Y mientras tanto va apareciendo un reborde del cual tirar, una sospecha de que quizás y al cabo de todo no sea tan tal ni tan así. Al fondo el poster de Cortázar, supongo, pero también tantos otros que se superponen y disuelven la realidad para que las partículas floten o precipiten.
Y Betty que me mira entre los pelos alborotados y se me ríe igual que antes, y no se preocupa de decir inconveniencias ni de provocar incomodidades, si esa es Betty; y Andrea con los collares de todos colores y los aros enormes, porque Andrea es esa chica colorida con un aire tropical pero sin papagayos ni tocado de frutas; y Viviana con la boca grande y esa forma de hablar con la garganta abierta, y María Teresa con un rostro que de frente parece un perfil, que habla también de perfil como sin tocar el frente de las cosas, todos en fin, todos tan nosotros mismos, yo la más cambiada, yo la que llego con otro pelo y sin anteojos y con unos talles menos y un poco más arreglada que la zaparrastrosa de la Mantovani. Yo tan cambiada que Viviana me tuvo que mirar bastante para saber quién soy, y sin
embargo tan monolítica en mi mirar y escuchar y estar siempre un poco afuera, y desconfiar de las palabras y siempre y todavía con la llave inglesa para desmontar las frases y ver qué se asoma por detrás, si alguna cucaracha dejó un huevo cilíndrico, si hay una pata de grillo erizada de pelitos, si no hay nada.
"Esa es una frase hecha" me imita Betty veinticinco años después, y yo sonrío y me miro en el espejo que me pone delante.


*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com







Boca-bocado- lengua-lenguaje*


Él tocaba el infinito, como una variación, llevando el sonido al tacto.
Ella se dejaba tocar por esas palabras nacidas en trayectorias distantes, la palabra se mece en el espacio donde alguna boca la rescata
Él con su mano de artista, la empapa de sonido, la impregna de magia dorada y se estremece al volver a llevar esa palabra a su boca.


*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com








Descubrimiento*


*De Wislawa Szymborska.
(1923-2012)


Creo en el gran descubrimiento.
Creo en el hombre que hará el descubrimiento.
Creo en el terror del hombre que hará el descubrimiento.
Creo en la palidez de su rostro,
la náusea, el sudor frío en su labio.

Creo en la quema de las notas,
quema hasta las cenizas,
quema hasta la última.

Creo en la dispersión de los números,
su dispersión sin remordimiento.

Creo en la rapidez del hombre,
la precisión de sus movimientos,
su libre albedrío irreprimido.

Creo en la destrucción de las tablillas,
el vertido de los líquidos,
la extinción del rayo.

Afirmo que todo funcionará
y que no será demasiado tarde,
y que las cosas se develarán en ausencia de testigos.
Nadie lo averiguará, no me cabe duda,
ni esposa ni muralla,
ni siquiera un pájaro, porque bien puede cantar.

Creo en la mano detenida,
creo en la carrera arruinada,
creo en la labor perdida de muchos años.
Creo en el secreto llevado a la tumba.

Para mí estas palabras se remontan por encima de las reglas.
No buscan apoyo en ejemplos de ninguna clase.
Mi fe es fuerte, ciega y sin ningún fundamento.



-De "Fin y principio" 1993
Versión de Gerardo Beltrán.
*Fuente: http://amediavoz.com/szymborska.htm#FINYPRINCIPIO










Ya sabemos lo suficiente*



*Por Juan Forn


Cuando el sueco Sven Lindqvist era chico, su abuela vivía con ellos. La abuela olía mal y era cachivachera. Creyendo que el olor provenía de las cosas que acumulaba bajo su cama, la madre de Lindqvist hacía periódicas incursiones de expropiación al cuarto de la anciana. Lindqvist se adelantaba a su madre y se sumergía debajo de aquella cama para salvar lo que pudiese de aquellas requisas, y después le devolvía el botín a su abuela. Uno de sus rescates era un libro que aterraba a Lindqvist: el relato del sacerdote Edward Sjöblom sobre sus experiencias como misionero en el Congo, donde decía que el látigo de piel de hipopótamo era la herramienta principal en el trato con los nativos. A veces los azotaba hasta caer vencido por la fiebre y los mismos azotados cuidaban de él hasta que podía incorporarse de nuevo y hacer silbar el látigo otra vez.
Los padres suecos tuvieron hasta 1966 derecho legal a azotar a sus hijos. Cuando los niños suecos se portaban mal, sus madres los llevaban al bosque más cercano a elegir una rama de abedul, que probaban dando cortos latigazos en el aire. Volvían con ella y el niño hasta la casa y esperaban que el padre regresara del trabajo. Algunos recordarán el tormento al que sometía el señor Arlt a su hijo Roberto: le anunciaba por la noche que a la mañana siguiente lo castigaría; el insomnio nocturno agigantaba el castigo. El padre de Lindqvist no era peor: informado por la madre de los sucesos del día, entraba en la habitación, preguntaba al hijo si era cierto lo que había oído y procedía a azotarlo. Al principio era evidente para el niño que el padre administraba el castigo a su pesar. Pero a partir de cierto umbral, el hijo empezaba a oír, en la manera en que respiraba su padre, que la incomodidad se iba convirtiendo en una rabia que lo hacía azotar con más fuerza de la que se proponía. En un poema a su padre, Juan Gelman le pregunta: “¿Qué castigabas cuando me castigabas a mí?”.
No sólo misioneros suecos participaron de aquella gesta civilizadora en el Congo. También lo hizo un marino polaco de apellido Korzeniowski, más conocido por el seudónimo que usó en sus libros: Joseph Conrad. Siete años después de aquella experiencia, Conrad escribió El corazón de las tinieblas, que culmina con un informe escrito con pulso tembloroso y enajenado por el coronel Kurtz desde el corazón de la selva a los jerarcas de la Compañía en Bélgica, anunciándoles el advenimiento de “el horror, el horror”. El educador más importante de ese tiempo, Herbert Spencer, sostenía que “todos los seres vivientes progresan mediante el castigo”. El primer ministro inglés, Lord Salisbury, combinó famosamente esa idea pedagógica con la teoría evolucionista de Darwin y declaró famosamente: “El mundo puede ser dividido en naciones vivientes y naciones que desaparecen. Es natural que las naciones vivientes se vayan apropiando de los territorios de las que van sucumbiendo”.
Y si no sucumbían solas, ellos se encargaban de darles una pequeña ayudita: el propio Darwin recuerda con asco, mientras escribe El origen del hombre, sus días en la Patagonia en que asistió escandalizado a “la brutalidad de la caza del hombre en la Argentina, en la guerra contra el indio”. Enterado en Inglaterra de la gesta de Roca (contemporánea de la gesta del Congo en Africa), anota en su diario: “Están convencidos de que es una guerra justiciera porque se lucha contra los bárbaros. Los terrenos liberados se reparten entre los vencedores”. Por la misma época en que Conrad publica El corazón de las tinieblas escribe a sus amigos Wells y Cunnighame Graham: “El honor, la justicia, la compasión, la libertad, son ideas que no tienen creyentes verdaderos. Existen tan sólo hombres que, sin saber entender o sentir, se embriagan con palabras, las repiten a gritos, se imaginan que creen en ellas, sin regirse por otra cosa que el lucro, la ventaja personal, la vanidad”.
Cuando los ingleses inventaron la bala dum-dum, el proyectil fue prohibido entre Estados civilizados: sólo se permitía su uso para la caza mayor y para las guerras coloniales, porque “los salvajes” a veces seguían vivos después de haber sido alcanzados por cuatro o cinco proyectiles comunes. La bala dum-dum es una bala de punta hueca que multiplica su efecto: estalla dentro del cuerpo luego de hacer impacto en él. Europa inventó la bala dum-dum y le estalló adentro cincuenta años después: Hitler en Mein Kampf elabora su plan de conquista imitando la operatoria del imperio inglés (“El obvio requisito que necesita la raza germana para asegurar su subsistencia es extenderse: tal como Inglaterra se expandió por mar, Alemania debe expandirse por tierra”). La orden del día era la misma, en los tiempos de la reina Victoria y Leopoldo de Bélgica y en los tiempos de Hitler: “Dejad morir a aquellos a quienes las leyes del progreso se lo ordenan”. Sólo que ahora los salvajes estaban en Europa y definían qué razas y naciones debían sucumbir “para hacer lugar”. Hitler sostuvo siempre que empezó la guerra para dar más tierras de labranza a los ciudadanos alemanes. Veinte años después de esa guerra, los Estados europeos empezaron a pagar a sus campesinos para que dejasen de trabajar el campo.
“Lector, ya sabes lo suficiente. Yo también lo sé. No es conocimiento lo que nos falta. Lo que nos falta es el coraje para darnos cuenta de lo que ya sabemos y sacar conclusiones”, es la formidable frase que Sven Lindqvist nos tira en la cara en su formidable libro Exterminad a todos los salvajes. La dice al empezar y la repite al final, para que no nos queden dudas. Hay una edición cara, española, del libro de Lindqvist dando vueltas por librerías-boutique del continente e Internet, pero para cualquiera que quiera leerlo en nuestro país, lo publicó la Oficina de Publicaciones del CBC de la UBA. Hay en nuestra bendita universidad pública argentina un profesor llamado Carlos Berbeglia, que puso a disposición de todos los pibes que quieren entrar en la facultad este libro ejemplar. Ignoro si fue alguna vez o si sigue siendo de lectura obligatoria. Sólo sé que cuesta quince pesos y que fue por influjo de un periodista y docente patagónico de ascendencia sueca, llamado Carlos Kristensen, que se publicó el libro. El propio Kristensen, que había sufrido persecución y cárcel durante la dictadura militar, se encargó de traducirlo. Robándole horas al sueño y a la debilidad, por puro imperativo moral, lo tradujo y peregrinó para que se publicara. No llegó a verlo impreso: murió el 19 de marzo de 1996, horas antes de que su traducción entrara en imprenta. Pero me gusta pensar que en el ancho espectro de egresados de la universidad pública argentina hay unos cuantos que leyeron ese libro y no lo han olvidado y algún día eso hará una diferencia en nuestro país y entonces Carlos Kristensen descansará, por fin, en paz.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-187278-2012-02-10.html









Ella estaba verde*



Ella estaba verde
la esperé

su maduración
me agarró ya

podrido.


*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar






*

Inventren Próxima estación: INGENIERO DE MADRID


(CON COMBINACIÓN EN EL FERROCARRIL PROVINCIAL CON DESTINO LA PLATA O MIRAPAMPA)


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