*Obra de Walkala. Luis Alfredo Duarte Herrera
(1958-2010) http://galeria.walkala.priv.at/main.php
-En Aurora Boreal. Walkala: un homenaje in memoriam
EL HACEDOR DE
MILAGROS*
Ese amanecer
apareció instalado en el centro de la plaza. Algunos dijeron que surgió de la
nada, otros que vino volando en su baúl, estos que lo trajo la lluvia de
estrellas de la noche anterior, aquellos que lo dejó abandonado el último circo
ambulante... La mayoría, simplemente, ignoró su presencia.
José, el
escribano, fue el único que espió sus movimientos a través de las doce horas de
luz que le regaló el verano. Al caer la noche lo vio intentando acomodarse en
su vieja arca de madera y se le antojó un sacrificio mayor que el que un humano
pudiera soportar. Acercándosele, lo invitó a compartir su choza y su cena de
pan y té de hierbas.
Al romper el
alba había alguien tocando a su puerta. No puedes monopolizar al hacedor de
milagros, le dijo, señalando una larga línea a sus espaldas, llena de enfermos,
contrahechos, mendigos, madres con hijos sin zapatos y viejas tirando de
animales con el vientre hinchado de parásitos.
¿Pero de dónde
sacan que él...? No tuvo necesidad de terminar. Señalaron al unísono a un
despintado cartel que ostentaba el baúl,
que habían
dejado en la puerta - en la choza no cabían más que dos hombres acostados y la
tosca mesa que utilizaba para escribir poemas y mensajes de amor en hojas secas
-: “HACEDOR DE MILAGROS”, rezaba la inscripción.
La cola se iba
alargando, sus integrantes mostraban impaciencia, repetían que José, el
escribano, no podía acaparar los milagros para él solo. Él les hizo seña de
esperar, despertó al mago y a falta de pan, compartieron una galleta dura, que
mojada en té de anís mejoraba su consistencia y sabor.
Toda una
jornada curando males y cumpliendo deseos, el último fue el cura del pueblo,
que pidió ganar la lotería. No se había puesto aún el sol cuando lo
vieron partir en una lujosa limosina, llevando consigo a su amante. Los demás
protestaron porque les había sido dado poco, e intentaron ponerse de nuevo en
la fila, ahora querían millones, olvidando la vista restaurada, las reses
curadas, la cosecha saneada de plagas y el hijo que había vuelto a andar.
Pero el
fabricante de portentos volteó el baúl y les mostró un segundo cartel, que
nadie había advertido por las prisas: “SOLO UN
MILAGRO POR
PERSONA”. Tanto él como el escribano estaban exhaustos. Uno por tanto prodigio,
el otro por la búsqueda de hojas,
hierbas y
flores con que hacer tisanas para aplacar los estómagos rugientes por la
espera.
No has pedido
nada, le dijo al quedar a solas. Me dio pena con usted, respondió José con un
encogimiento de hombros, tanta gente
exigiendo y ni
siquiera uno le preguntaba si estaba cansado o hambriento.
Por otro lado,
no se me ocurre qué desear. Mientras escuchaba pedir milagros ajenos, más
comprendía que soy feliz.
Al escuchar
esta respuesta, el otro rió. ¿Sabes que este pueblo es el último de mi
recorrido? - José negó con la cabeza a modo de
respuesta -
Hace años busco a un hombre perfecto, para nombrarlo mi heredero. Sólo si
encuentro a alguien que ha alcanzado la
felicidad plena
seré librado del castigo que me impuse cuando la soberbia y la falta de
humildad me cegaron, llevándome a perder lo
que más amaba.
He visto pasar las eras viajando con este baúl que no porta más equipaje que
los recuerdos acumulados. Cuando
encontrara este
imposible, volvería a mi trono y él se sentaría a mi diestra para ayudarme en
el difícil oficio de reinar.
Estudié los
Arcanos, la Energía Universal, los secretos de la Alquimia, redescubrí verdades
olvidadas, lloré por la falta de amor de
los hombres,
por su ausencia de fe, por su incapacidad de reír, por su ambición. Aprendí
tanto de mendigos y moribundos como de
reyes que, a
pesar de tener el poder, buscaban siempre algo más allá de lo que les había
sido otorgado. Pensé que al recrear la
felicidad ajena
a partir del cumplimiento de sus deseos, lograría mi objetivo, pero nunca vi en
un rostro de los que me solicitaban
favores, la
expresión de dicha plena que deseaba encontrar. Creí que mi búsqueda era en
vano cuando llegué a éste, el último pueblo
de la Tierra…
José, el escribano que llena hojas secas de poemas y esquelas amorosas para
complacer a otros que no encuentran las
palabras, te
pido humildemente disculpas, mi vista ha estado tan nublada que apenas acabo de
descubrirte, cuando expresabas tu
ausencia de
deseos. Sólo aquel que no espera nada es libre de sus propias ataduras.
Entró al cofre
e hizo un gesto, invitándolo. No te preocupes por el espacio, este baúl es como
la mente del hombre, puede guardar
más de lo que
por su visión externa llegas a imaginar. Si tienes algún equipaje, puedes
traerlo, será un viaje sin retorno.
José, el
escribano, recogió algunas hojas secas, aseguró en su bolsillo la estilográfica
y el pincel fino, y subió a bordo, sintiéndose a sus anchas.
El baúl se
elevó por los aires, mientras los aldeanos, cabizbajos e infelices por su mala
suerte al pedir deseos tan ínfimos, ignoraban que de nuevo se estaba
produciendo una lluvia de estrellas.
*De Marié
Rojas.
La Habana. Cuba
-Para leer el
texto en Aurora Boreal: http://www.auroraboreal.net/index.php?option=com_content&view=article&id=1370%3Ael-hacedor-de-milagros&catid=81%3Apuro-cuento&Itemid=198
VIAJAREMOS A ESE MUNDO CON TRES SOLES…
Vamos a contar
mentiras*
Acababa de ingresar en el nuevo colegio y estaba en aquel período de observación prudente en el que uno está a la expectativa para saber como funcionan las cosas. Durante las primeras clases estuvo tomando posiciones para ver los alumnos que podían ser más afines a él, y de forma muy gradual fue entablando conversación con los de los pupitres de su lado.
Era un colegio de mucho nivel al que acudían los hijos de gente pudiente. Políticos, industriales, rentistas y nuevos ricos dejaban la formación de sus vástagos en manos de la institución que, dicho sea de paso, estaba reconocida como una de las mejores en la educación de jóvenes.
En el primer recreo se le acercaron un grupo de compañeros que le invitaron a jugar con ellos, a lo que el nuevo se avino con satisfacción por tener una acogida tan cálida como inesperada.
- ¿Quieres jugar con nosotros?
- Claro, muchas gracias, ¿A qué jugáis?
- Jugamos a "vamos a contar mentiras" - le respondió uno espigado.
- Yo no sé jugar a eso...
- Es fácil todo el mundo sabe. A mi me enseñó mi padre.
- Es que en el otro colegio yo jugaba a fútbol, básquet, balonmano…
- Aquí no jugamos a esas cosas, aquí jugamos a "vamos a contar mentiras"
- ¿Sólo jugáis a eso?
- Ten en cuenta que nos estamos preparando para ocupar los puestos de nuestros padres.
- ¡Ah, claro! ¿Y como se juega?
- Es fácil, únicamente basta con hablar. Se aprende con la práctica fácilmente.
Y el grupo entabló una conversación muy animada sobre como conseguir la confianza de los demás.
MUERTE*
¿Cuántas
muertes serán necesarias para que comprenda el hombre
Que ya ha
habido demasiados muertos?
BOB DYLAN
Yo, podría
decirte muchas cosas.
Muchas cosas,
dulce, pequeña inmensa, tan temida.
Tan anhelada,
tan odiada.
Los ángeles han
caído en tus espejos de agua.
Torpes
criaturas sin pupilas.
Yo podría
decirte que se que me buscabas y me buscas.
Sé, de tu
espera ansiosa en aquella tarde de verano sediento.
Hubo un tiempo
en que acechabas como reptil hambriento.
En la
concavidad del tajo consagrado me escondía.
Vos traías la
cabellera larga de los tiempos.
Las uñas
chamuscadas con la congoja del ardiente enero.
Yo venía de un
vértice encendido, de un planisferio oscuro.
Y fui hembra,
resucitada y bautizada por el polvo.
Vos, en cambio,
no sabes la geografía exacta de tu nombre.
Tu nombre es de
mujer, como la justicia, la vida, la utopía.
Como la
bandera, la patria, la palabra.
La libertad, la
negación del no, la rosa.
Que cruel
designio te persigue, compañera.
Quien mutila
tus pechos. Quien te castra. ¿No te cansas?
Te he visto
trepar por los balcones y los nidos vacíos.
Te he
observado, absorta, en la mirada de los gatos negros.
Testigo he sido
de la transmutación de tus manos.
He contemplado
tus rituales de danza en los patíbulos.
He
percibido los poetas sentarse en tu huesudo pubis.
He escuchado el
llanto de las madres y los hijos.
Te oí mil veces
pasar por la puerta de mi casa.
He visto a
Belcebú y a vos y a un niño con pupilas sangrantes.
Y te has
equivocado una y otra vez .Setenta veces siete.
Y me preguntas,
incisivamente, al borde del abismo.
Porqué el
poeta, ante tanto tormento.
Ante los
albores terribles de las guerras.
Ante la fetidez
de un sol alquitranado.
Porqué el poeta
se baña en la clepsidra el deseo.
Porqué se
empapa en la penumbra del amor.
Yo podría
decirte muchas cosas…
Y digo, se, que
parece fútil, banal, invertebrado.
Los poetas
cantan al amor y a la luna.
Y llenan
oquedades y agujeros de bala.
Y yo, entre
ellos…
Saco la flecha
del cervatillo y la clavo en mi pecho.
Hondo, muy
hondo, hasta los confines del barro.
Y me despojo y
me bebo y me amordazo en besos.
Y celebro.
Celebro ser mortal, jubilosamente…
Vos, en cambio,
amada, pequeña inmensa, tan temida.
Llevas la carga
tan pesada de los dioses. Por siglos de los siglos.
Ser inmortal,
una y otra vez, inmortal.
Inmortal. Una y
otra vez.
*De
Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
RITUAL DEL
TIEMPO*
El sol cumple su ritual, lo
vemos
a través de nuestro tiempo,
le damos el tono del abismo
o el arco iris hecho resplandor
en sueños.
¿Qué todo es igual?
Es imposible porque nunca
apoyamos nuestro pie
en la misma huella,
al desear “buenos días”
el tono cambia según el instante
y el estado de la casa interna.
Lo mismo el ir a la meta,
no es siempre lineal,
da muchas vueltas.
Si sabemos ver
los árboles saludan
cuando al pasar
rozamos su sombra
y un pájaro canta en nuestro honor.
¡Cuántas ofrendas!
Somos como el arroyo
que a cada minuto alberga
agua nueva en su cuenca.
a través de nuestro tiempo,
le damos el tono del abismo
o el arco iris hecho resplandor
en sueños.
¿Qué todo es igual?
Es imposible porque nunca
apoyamos nuestro pie
en la misma huella,
al desear “buenos días”
el tono cambia según el instante
y el estado de la casa interna.
Lo mismo el ir a la meta,
no es siempre lineal,
da muchas vueltas.
Si sabemos ver
los árboles saludan
cuando al pasar
rozamos su sombra
y un pájaro canta en nuestro honor.
¡Cuántas ofrendas!
Somos como el arroyo
que a cada minuto alberga
agua nueva en su cuenca.
*de EMILSE ZORZUT. zorzutemilce@gmail.com
YO, LE DIRÍA A
UD*
“Canto…
Y tus pasos no
ya no vuelven a rodar por mi camino…”
Tango: “Canto
de ausencia”. HOMERO MANZI.
Yo, le diría a
Ud. mi primer arquitecto.
Que se
marchara, como siempre lo hizo.
Que
cargara consigo, los jinetes muertos
(Aquellos,
decapitados con mi mano)
Que se llevara
un satélite, un cadáver, un crucifijo
(La luna, el
burro y el niño dios)
Yo, le diría
que aleje el desamparo que dejó en mi pecho.
Que cargue con
sus periódicos y plátanos.
Con su risa,
sus tangos y su padre.
Que se
lleve la ausencia de su madre.
Sus labios
encendidos en vino y mi niñez sin calendarios.
Sus palabras de
amor incendiadas en tinta. Su sombrero.
Yo le diría a
Ud que distancie sus pasos.
Pasos que
anunciaban madrugada de salmos.
Que se llevara
mis largas miradas…
Y las suyas,
mirándome larga y fijamente.
Diciendo sin
voz, lo que el oído de niña no escuchaba.
(O no quería, o
no podía oír)
Yo, le pediría
que aleje mis fervientes cantos.
Y el azoe de
miel, hablando en extranjera voz.
Y el
sudor de su frente bajo el sol de enero.
Y el son
persuasivo de la flauta.
Que dejara las
ratas de Hamelín.
Y los ciento treinta
niños que llevó a la cueva.
Le rogaría a
Ud, que me niegue su única herencia:
La trasgresión,
la norma no cumplida. El pecado.
Los
hambrientos sueños que huyen en la madrugada.
La abstención
de un dios ignoto y riguroso.
Las ramas de
cuatro soledades menos una.
Las letras, el
alfabeto en Morse.
Yo, le diría a
Ud, que por última vez le susurre.
Su voz infiel,
diciéndole al oído: rosa mía.
Y otra vez,
renacida, déjeme...vaya y no vuelva.
*De
Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
*
Te pienso
En esta noche
tan intima
Las luces del
reloj
Titilan en un
ritmo más lento
Recorro tu
cuerpo
Con esmero
Tratando de
retener
Cada detalle de
tu piel
Palpo cada
cuota de besos
Que nos
brindamos
En algunas
madrugadas
Afuera no hace
frío
Están las
estrellas pendientes
De nuestros
abrazos
La hora de
dormir
No llega a
inquietarme
Hay demasiado
recorrido
Por inventar
todavía.-
*De Azul
azulaki@hotmail.com
CADA PRIMERA VEZ*
Me resigno a que sea ésta la última vez en que el milagro se de, en que la maravilla acontezca. Buscaré tus ojos, y será tu mirada, será la primera vez en que sea mirada, será la constatación de la correspondencia, y tu voz dirá las palabras, y tus manos me acariciarán con la perfecta seguridad del deseo. Todo lo guardaré como acto inicial, como justificación de mi existencia. Me buscaré en tu cuerpo, me encontraré en vos completa y feliz, imagen minúscula de camafeo, miniatura atesorada de mi reflejo en tus ojos.
Seremos felices recontando para el otro los saldos de nuestras vidas, evocando niñeces y sucesos olvidados. Te hablaré de aquella vez que, y de aquella otra en que, y me escucharás ávidamente, agradeciendo mi confidencia.
La vida en común será la exploración de una selva virgen, entre los dos cortaremos las lianas que cierren los caminos, desmontaremos el lugar de la edificación de nuestro hogar. Levantaremos paredes contra la intemperie, crearemos bromas y palabras sólo para nosotros, nos asiremos con un lenguaje compartido y prescindiremos de las explicaciones.
En lo cotidiano llegará la dulzura del abrazo, la confortable costumbre del cuerpo recién descubierto y casi ajeno pero milagrosamente próximo. Dibujaré mis brazos en torno a tu figura, serán mis brazos nuevos.
Después la costumbre será costumbre. Ya no estaré en tus ojos, será el fastidio de oir otra vez la misma conocida historia, la broma repetida que ya no causa gracia.
Después vendrá la inútil repetición, la furiosa búsqueda de lo que fue y no puede volver. Noche tras noche agotaremos las ansias de aprehender la felicidad, retorceremos la cuerda, mentiremos instantes que no son el instante, pero fingiremos creer que creemos.
Cuando ya no sea posible, cuando el engaño sea tan evidente que las repeticiones se vuelvan vergüenza y traición, será el momento de encontrar de nuevo la mirada la caricia el completo ser en otros ojos, otras manos, otra voz.
Me resigno a que sea ésta la última vez en que el milagro se de, en que la maravilla acontezca. Buscaré tus ojos, y será tu mirada, será la primera vez en que sea mirada, será la constatación de la correspondencia, y tu voz dirá las palabras, y tus manos me acariciarán con la perfecta seguridad del deseo. Todo lo guardaré como acto inicial, como justificación de mi existencia. Me buscaré en tu cuerpo, me encontraré en vos completa y feliz, imagen minúscula de camafeo, miniatura atesorada de mi reflejo en tus ojos.
Seremos felices recontando para el otro los saldos de nuestras vidas, evocando niñeces y sucesos olvidados. Te hablaré de aquella vez que, y de aquella otra en que, y me escucharás ávidamente, agradeciendo mi confidencia.
La vida en común será la exploración de una selva virgen, entre los dos cortaremos las lianas que cierren los caminos, desmontaremos el lugar de la edificación de nuestro hogar. Levantaremos paredes contra la intemperie, crearemos bromas y palabras sólo para nosotros, nos asiremos con un lenguaje compartido y prescindiremos de las explicaciones.
En lo cotidiano llegará la dulzura del abrazo, la confortable costumbre del cuerpo recién descubierto y casi ajeno pero milagrosamente próximo. Dibujaré mis brazos en torno a tu figura, serán mis brazos nuevos.
Después la costumbre será costumbre. Ya no estaré en tus ojos, será el fastidio de oir otra vez la misma conocida historia, la broma repetida que ya no causa gracia.
Después vendrá la inútil repetición, la furiosa búsqueda de lo que fue y no puede volver. Noche tras noche agotaremos las ansias de aprehender la felicidad, retorceremos la cuerda, mentiremos instantes que no son el instante, pero fingiremos creer que creemos.
Cuando ya no sea posible, cuando el engaño sea tan evidente que las repeticiones se vuelvan vergüenza y traición, será el momento de encontrar de nuevo la mirada la caricia el completo ser en otros ojos, otras manos, otra voz.
*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
CITA*
Te veré a la hora sin sombras
Bajo el árbol cuya presencia convocamos.
Viajaremos a ese mundo con tres soles
Que visitamos cuando unimos nuestros sueños.
Danzaremos, triples siluetas crepusculares,
Mecidos en cantos de cigarras…
La vieja fuente acogerá en sus aguas nuestros nombres.
Bajo el árbol cuya presencia convocamos.
Viajaremos a ese mundo con tres soles
Que visitamos cuando unimos nuestros sueños.
Danzaremos, triples siluetas crepusculares,
Mecidos en cantos de cigarras…
La vieja fuente acogerá en sus aguas nuestros nombres.
*de Marié Rojas.
La Habana. Cuba.
*
Filigrana blanca: una niña o
muñeca o pintura habla, no sé si consigo entenderla. Desde su maceta, en el
blanco banco que juega a los vacíos con el aire, las hojas le salen
como pensamientos, dice algo acerca de la vida y la belleza. Me gusta que esté
en casa como una búsqueda quieta. Le saqué una foto por temor a que un día se
rompa. No la podría recuperar, muerto el que la pintó y el que
la ideó, ella y yo frágiles, todavía creamos climas. O es ella
la que viene del mundo de los sueños y yo sólo me abrazo a la íntima calidez de
su barro ¿Por qué ahora que estoy sola temo por esta sobreviviente
de una casa con niños y perros, le saco la foto, le escribo? A lo mejor porque
ahora, recién ahora, creo que debe ser verdad ese asunto de la muerte. Es
que entre ladridos, gritos, llantos y risas solamente se vive, no se piensa
en la vida ni en la muerte…
*De Cristina
Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
***
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