-Acrílico y
óleo sobre tela
80 x 80 cm.
RENUNCIA*
He renunciado a
nombrar los días que no vienen.
He renunciado
al obstinado silencio de tu cuerpo.
A ser huésped
de los platos vacíos.
A lamer las
manos furibundas del hambre.
A no mirar los
calendarios tristes de la muerte.
A los retratos,
a espejos que han caído.
No he
renunciado, sin embargo a las ruedas de carro.
Al olor de la
rosa té de china.
Al agua de las
albas cenicientas.
A los desnudos
faunos que me nombran.
Al ritual del
silencio escondido en la parra.
No he
renunciado a sorber la espuma de tus belfos.
Al jinete
ruidoso del corcel oscuro.
Y a ser tu
sombra. Tu hembra. Tu puñal. Tu sombrero.
He renunciado a
ser mortal. Pedregal. Espectro del oeste.
A ser ritual de
duelo de pañuelos.
A la umbría
virgen que yace en la espesura.
He renunciado a
que me broten violetas de los ojos.
No he
renunciado, sin embargo al grito.
Ni al rumor del
aura que contesta, llorando.
Llorando. Que
contesta llorando… y me grita tu nombre.
Tiempo*
no es que
pensemos un futuro intransitado
es que cuando
los pies arrastran enjambres de hipocampos
el deseo se
enajena como
atravesando
fuelles de narraciones sin sentido
por ejemplo,
no recuerdo si
la tortuga de mi madre aun está con vida.
tal vez
aquello que nos
heredó la tragedia que arrastramos
pasó a formar
parte de la euforia inasible de los días.
posiblemente la
tortuga esté viva.
de haber muerto
lo recordaría pero
el desgano de
enumerar lo inconcluso
hace mella en
cualquier escondite de la memoria.
cuando nos
adentramos al círculo, sabemos que todos los costados
son intocables.
es por eso que
no importa si
en lo que crees sucede. La realidad es que
no importa lo que
creas.
giramos y no
nos tocamos,
de la misma
manera que la retórica de las preguntas:
con cuantas
personas te acostaste últimamente? cuántas de esas veces quisiste irte antes de
comenzar a sacarte la ropa? cuántas te dolieron?
fuiste capaz de
mirar al menos a una de ellas a la cara? de contemplar sus rasgos,
acariciarle la boca, hacer consciente que lo que querés que dure
es aquello que
te permanece por debajo de la piel,
y no el
orgasmo. no importa el orgasmo, o acaso
nunca deseaste
que llegue rápido para que las actuaciones terminen,
para que puedas
acostarte solo
con la cabeza
tapada,
como la tortuga
adentro del
caparazón,
intentando
arrancarte la vergüenza de creer en todo
de no entender
nada;
para no admitir
que contás el paso del tiempo con los dedos
-de a minutos-
como esperando
que alguna vez descubras si es que está pasando demasiado rápido o
demasiado
lento;
intentando
entender si lo que sucede en medio
es la vida o
el intermedio
hasta que la
vida llegue.
descontracturamos
la carga de lo que nos pesa.
los dolores de
oído, las faltas.
nos enseñaron
que si pintamos con colores el caparazón
dejamos de
respirar
entonces
salimos a la calle.
está
invadida de estalactitas y llamamos a madre.
la tortuga
vive.
come lechuga y
a veces manzana.
va lenta.
camina lenta, pero cada tanto, se asoma y nos mira.
es como si nos
quisiese, dice madre.
como si
entendiese lo que pasa, mucho más
que lo que
creemos entender nosotros.
*De Lila Biscia.
El viaje y el
espejo*
Vienen pasos de
luz, marcan un nuevo día.
Me digo: será
hoy, hoy me decido.
Se inicia la
danza de rumores y a su orden
se alzan manos,
cuerpos, lazos,
de rutina. Como
sutil veneno, el vértigo
desenrosca
instintos hasta ser fijación
de horas
obsesivas. Me nace el grito.
Lo arrojo
invertido, hacia adentro.
Partida,
descentrada, me desprendo
del avance
inexorable de mi tiempo
rechazo el
escándalo de ritmos prefijados,
destruyo
relojes de mecanismos perfectos
en un mundo
ajeno al pulso de mi pulso.
(Desde un punto
Omega
crearé bandadas
que me presten
su aire y su
donaire
para saber los
cielos)
Crecen los
pasos de luz.
Me fijan
horarios y emociones,
salen a
buscarme y no hallan
sino el grito
metido en el silencio
exterior de mi
cuerpo.
Parto hoy.
Lleno una
maleta de recuerdos,
me visto de
aromas olvidados,
enfundo muebles
y prejuicios…
Antes de echar
llave me acuerdo del espejo,
nigromante sin
piedad, me da la imagen real:
Marca un rostro
surcado de ansiedades
y en un juego
de luz y sombras, en la frente
una cruz de
ceniza me coloca. Es el signo
que deshace el
viaje…
Al volverme,
ingreso
bajo el mando
de la luz,
al vértigo.
*De Miryam Seia miryamseia@cablenet.com.ar
MI MIRADA DE
AYER*
Mi mirada de
ayer, seguirá siempre
y también el
recuerdo no inventado
no habrá
espejismos de Noviembre
ni oscurecerá
por haberte evocado
Puede que caiga
la noche y nada importe
y puede que la
piel no resplandezca
pero aun
después de cualquier reproche
será imposible
que el recuerdo languidezca
Es posible que
vuelvan las soledades
y que sienta
frío el alma al recordar
un poema, el
faro, y en dos mitades
se parta el
corazón, la lágrima y el mar....
*
Que nunca
olvide.
Que tus manos
me lo recuerden siempre.
Que sienta que
mirás mi camino.
A vos te lo
pido, sí.
A vos, que
regresas a casa con la carretilla,
a vos, con tus
ojos protectores de cinco o seis
A vos, que
acunás cuadernos y mochilas flacas.
A vos, guerrero
de luz y sombras de quinientos años
Que nunca
olvide
que siempre
recuerde.
Grítamelo si
algún día no escucho.
No existe calle
ni casa posibles
en otras
veredas que no rocen estos pies.
*De Paz Bongiovanni.
pazbongio@hotmail.com
MI HEMISFERIO
IZQUIERDO*
Es la hora de
las putas celestes y los lobos ladrones.
Todos duermen
Soy la diosa
Laverna.
A veces
ignorada. Otras idolatrada.
Soy la
portadora de la verdad mentira.
De la buena
ventura.
Soy la ladrona
de las uvas verdes.
Mis recuerdos
son vagos.
Pero se por
ejemplo que, así, nunca me besaron.
Besos de papel.
De sutil argamasa.
Cielos de
oscuridad pueblan mis noches.
Soy la pitonisa
de tu cuerpo frutal.
Soy durazno
menguante de febrero.
Son pocas las
señales.
Pocas y heridas
a mansalva.
Jeroglíficos
.Secretísimos juegos.
Señales en el
viento del oeste.
Engaños.
Exorcismos.
Te he dado el
si y el no.
Es de noche y
se cierran puertas y ventanas.
Se abren
chispeaderos.
Fogatas
rabiosamente tiernas.
Tengo la
facultad de redimirte y de perderte.
De ser plumaje
de seda en tu cuerpo animal.
Puedo darte lo
que nadie ha podido.
Lo permitido,
lo prohibido.
Lo negado y lo
dado.
La alienación y
la cordura.
La sombra y la
llama en mi tierra cuerpo.
El movimiento
de la piedra y la quietud del pájaro.
Puedo hacer que
mueras en tu nacido goce.
Puedo hacerte
poema, sendero, arroyo de verano.
Desvelo, risa,
llanto, magia.
Tatuajes de
inocencia.
Borrar antiguas
islas tiranas que devoran.
Puedes hacerme
a la forma de tus manos.
Puedo ser tu
mentira cotidiana.
Pero recuerda,
amor, es la hora de las putas celestes.
Y has robado mi
hemisferio izquierdo.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
La
simultaneidad imposible*
*Por Javier
Núñez.
Porque hay
gente, me dirá después la chica de ojos pardos, mientras emprendemos la vuelta
y yo sigo abstraído en mis pensamientos porque ese encuentro con Omar me puso
ante un anhelo recurrente para despojarlo de todo romanticismo, hay gente que
piensa siempre, indefectiblemente, que la vida está en otra parte. Y de eso no
hay cómo escaparse nunca. Lo dirá, quizás, con cierto temor inconfesable. Yo
entonces miraré por la ventanilla apenas un instante, un brevísimo instante que
sin embargo bastará para que el aire del auto se haga más denso, y entonces le
diré lo de la simultaneidad de yoes, y el espejo de Andersen, y lo del infierno
de Calvino. Y los dos sonreiremos como quien espanta fantasmas.
Fue un tiempito
días atrás, durante una escapada que hicimos juntos a Córdoba. Después de
algunos compromisos en la ciudad partimos hacia Villa General Belgrano. Cuando
vimos el cartel de una cervecería artesanal decidimos parar por un sándwich de
jamón crudo y una cerveza bien fría. Era una casa cobijada por pinos a la que
accedimos por un camino de tierra. En la entrada había una galería abierta con
una solitaria mesa de madera con sillas de plástico y un muñeco barbado de
tamaño real vestido con pantalones verdes, tiradores y un sombrero suizo. En el
interior, estanterías con frascos de dulces caseros y productos ahumados,
botellas de licor artesanal de diferentes colores, un par de mesas de madera
con vajilla de cerámica para el té y una variada gama de adornos que iban desde
las pipas de madera y los sombreros de época a pequeños muñecos con típicos
trajecitos suizos. La luz del sol que se filtraba a través de las cortinas
anudadas y una voz dulce y quebrada cantando en francés le daban al lugar una
particular calidez.
Omar no tardó
en aparecer: estaba al fondo, haciendo dulce de arándanos. De antepasados
suizos, nació en Chile y había vivido allá hasta los 14 años para después
mudarse a Buenos Aires. A fines de los 80 y recién casado, se trasladó a
Córdoba. Después de la debacle del 2001, nos dijo en algún momento, sufrió una
crisis emocional. Por entonces dejó su trabajo en una empresa multinacional -el
mismo que lo había llevado a la zona- y empezó a vivir haciendo lo que de
verdad le gustaba y que hasta entonces no había sido más que un hobby. Lo dijo
abriendo los brazos, como si quisiera abarcar en el gesto todo lo que veíamos a
nuestro alrededor. Lo dijo mientras nos hacía degustar sus productos de
elaboración artesanal: dulce de leche con avellanas y chocolate, el dulce de
arándanos recién sacado, mostaza de Dijon, pasta de aceitunas con roquefort y
algunos licores. La chica de ojos pardos probó el licor de dulce de leche; yo
tomé algo verdoso llamado "Muerte rusa" y elaborado con vodka y
pimienta verde. Lo tomé siguiendo el consejo de su elaborador: de un saque, sin
retenerlo en la boca, para que la pimienta no me durmiera la lengua.
Nos sentamos
afuera, a comer un sándwich de jamón crudo en pan casero y a beber una cerveza
roja bien helada. Omar no tardo en sentarse con nosotros. Hablamos de la tranquilidad
del lugar, de los cambios en la zona, de la alemana con la que sale desde hace
tiempo -se había divorciado de la mujer con la que llegó a Córdoba después de
casi veinte años y dos hijos- y de la época en que elaboraba absenta. Entre los
dos fuimos armando una lista de célebres bebedores de absenta: Wilde, Gauguin,
Hemingway, Degas, Pessoa, Rimbaud, Van Gogh. Van Gogh se había emborrachado con
absenta cuando se cortó la oreja como ofrenda, me dijo. Omar es un confeso
admirador y pinta cuadros de Van Gogh en sus ratos libres. Adentro, junto a la
mesa de té, cuelga una imitación de alguno de los cuadros de la serie "Los
girasoles" pintada por él, quizás bajo los efectos de un poco de absenta
que todavía tenga escondida en algún lugar.
Yo estaba fascinado.
Tengo una manifiesta debilidad por la gente que deja sus trabajos y la vida en
la ciudad para irse a vivir otras vidas diferentes en lugares con montañas o
con mar. También me gustan, claro, lugares como París, Londres, Praga, Berlín o
Nueva York. Me gustaría, incluso, instalarme una temporada en cualquiera de
esos lugares, vivir un tiempo, absorber la energía que irradian siempre las
grandes ciudades. Pero los lugares que realmente me desvelan, los que me cortan
la respiración, suelen ser los que están aislados de la vorágine urbana y más
cerca de la naturaleza. Son los espejos de un sueño escurridizo pero tenaz.
Entiéndase bien: no hablo de huir de todo y de todos y darle la espalda a la
sociedad, como una especie de émulo tardío de Christopher McCandless -el joven
que se fue a morir a la tundra de Alaska y cuyo caso conocimos bien gracias a
la película Into the wild- o de su precursor Everett Ruess, que se internó en
el desierto de Utah para no volver nunca más. Hablo de algo mucho más prosaico,
si se quiere. La promesa de un mundo más pacífico, moroso, sencillo, en el que
refugiarse sin perder contacto y, tal vez, encontrarse a uno mismo como nunca
antes. O acaso volver a reconocerse, o por qué no reconciliarse. Pero a no más
de media hora en auto de una ciudad. Y en lo posible con internet.
Omar, haciendo
dulces y licores en una casa de las sierras, copiando trazos de Van Gogh a la
sombra de un pino, era uno de los que había logrado aceptar las renuncias
indispensables, uno de los que había tenido el coraje que a mí siempre me habrá
de faltar. Omar encarnaba, de algún modo, parte de mi sueño. Y entonces dijo lo
de las pastillas.
No sé cómo lo
dijo, a cuento de qué lo dijo: la chica de ojos pardos tiene la virtud -o la
maldición- de que la gente confiese esas cosas al cabo de veinte minutos de
conversación. Alplax por las noches -su componente activo principal es el
alprazolam, y se usa sobre todo para tratar estados de ansiedad y crisis de
angustia- y un estabilizador de ánimo dos veces al día. Con incomprensible
ingenuidad, yo había supuesto que todos los problemas que lo agobiaban y que
explotaron en el 2001 habían desaparecido cuando se dedicó a hacer cervezas,
dulces y licores y se refugió en la paz entre los pinos de un paisaje de
montaña. De algún modo ingenuo yo había supuesto que esa angustia existencial
que cada uno ahoga como puede también quedaba atrás, en esa otra vida a la que
Omar había renunciado.
Nos fuimos un
rato después, yo todavía confuso, desconcertado, el sueño vital lacerado por ciertas
correcciones inesperadas de la realidad. Ahí fue cuando la chica de ojos pardos
me dijo, acaso con temor inconfesado, acaso con miedo de estar hablando de mí,
que hay gente que piensa, siempre, que la vida está en otra parte. Y yo miré
por la ventanilla apenas un instante, un brevísimo instante que sin embargo
bastó para que el aire del auto se hiciera más denso. La angustia no es que la
vida esté en otra parte, le dije, la angustia es la imposible simultaneidad de
todas esas vidas mientras coexisten, en algún lugar adentro de uno, todos los
yoes posibles de esas vidas que no serán. La familia, los hijos, el amor, un
trabajo, una carrera: todas las elecciones implican, a su vez, múltiples
renuncias. Pero no siempre matamos del todo a ese otro que pudimos ser, siempre
quedan esquirlas en un rincón. Es como el trozo del espejo de "La reina de
las nieves", insistí, ese cuento de Andersen en el que el diablo había
hecho un espejo que deformaba todo lo bueno y bello y lo disminuía mientras
amplificaba todo lo malo, hasta que un día se rompió en mil millones de pedazos
que se desperdigaron por el mundo ensombreciendo el corazón de aquellos que
habían sido alcanzados por uno de sus fragmentos. Las esquirlas de los yoes
posibles son nuestros fragmentos del espejo de Andersen.
Ella desvió un
momento la vista de la ruta. Qué concepto más interesante, me dijo con ironía,
o a lo mejor con cierto recelo. Y cómo hacemos, entonces, me querés decir.
Tendré que darte espacio, le contesté.
No me entendió.
Entonces traté de decirle que hay gente y cosas que uno hace que lo recomponen,
lo sanan, lo reconstruyen: unifican todos sus yoes posibles en uno que no pueda
ser de ningún otro modo. Me pasa, le dije, cuando estoy con mis hijos, con mi familia,
con vos, o cuando hago esas cosas que nunca podría dejar de hacer. Le dije que
a lo mejor con esos momentos de integridad se construye la felicidad. Como en
el infierno de los vivos de Calvino. El secreto a lo mejor consiste en
descubrir quién o qué no es infierno en medio del infierno. Quién o qué
recompone tus pedazos sueltos y te hace uno solo una vez más.
Y hacerlo
durar. Y darle espacio.
No sé si me
entendió del todo. Pero los dos sonreímos, como espantando fantasmas, mientras
las copas de los pinos se perdían en un recodo del camino.
LA MASA*
Un relámpago
escapó de su
boca/dejando todo el cielo a oscuras/
se escucharon
los quejidos de los perros/
una cortina
roja
lo oscureció
todo/ por lo bajo de la tierra/
las cucarachas/
inquietas/ comenzaron
a morir en
masa/
*
la
noche
tiene
esa
costumbre
espeluznante
de
dejarnos
desnudos
frente
a
nosotros
mismos/
*De León
Peredo gustavojlperedo@yahoo.com.ar
EL ROBO DEL
ESPEJO*
Se quedó
mirando el espejo, estaba sucio, residuos de polvo se habían depositado sobre
su superficie aunque el hecho no impedía que su imagen se reflejara.
Allí estaba,
mirándola y recordándole su existencia.
Tuvo el
presentimiento que ya no le pertenecía, que había huido de su realidad,
refugiándose o más bien pasando a formar parte definitivamente del espejo.
La sensación
que surgió en su interior fue que este le había robado su esencia y solo le
dejaba una cáscara sin vida.
*
decir el placer
no sólo es
nombrar cada risa
también es
saber del dolor
del hueco que
ha abierto la lluvia
y de la humedad
por siempre
expandida
desde cada nube
al mínimo roce
de un pájaro.
*De Alejandra
Alma.
https://www.facebook.com/alejalma
http://alejandraalmapoesias.blogspot.com.ar/
***
INVENTREN
Próximas estaciones:
LA RICA
-Por Ferrocarril Midland-
SALADILLO NORTE
-Por Ferrocarril Provincial-
-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
Al salir de la Estación de empalme Ingeniero de Madrid, el
Inventren sigue un doble recorrido por vías del ferrocarril Midland
con destino a Puente Alsina, y por vías del ferrocarril provincial con
destino a La Plata.
-las estaciones por venir en el ferrocarril Midland:
SAN SEBASTIÁN. J.J. ALMEYRA. INGENIERO WILLIAMS.
GONZÁLEZ RISOS. PARADA KM 79. ENRIQUE FYNN.
PLOMER. KM. 55. ELÍAS ROMERO.
KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
-las estaciones por venir en el ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS.
JOSE RAMÓN SOJO. ÁLVAREZ DE TOLEDO.
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
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