*Obra de Walkala.
Luis Alfredo Duarte Herrera (1958-2010).
-En Aurora
Boreal. Walkala: un homenaje in memoriam
PAVESE*
Recuerdo aquel
famoso poema de Cesare Pavese, Los mares del sur, que además de producir un
hecho poético importante, de ruptura con la poesía anterior y transformar lo
que se escribía en Italia, narra algunas cosas.
Leído y releído
desde mis veinte años no ha dejado de asombrarme desde entonces. Allí el primo
viajero, que habla el dialecto áspero aconseja alejarse de la tierra y luego
volver para sacarle provecho y gozar ante un nuevo rencuentro.
El primo que la
familia había creído muerto aconseja al joven, quejándose de que en las Langas,
hombres y bestias son la misma raza.
Tal vez resulta
excesiva la apreciación de este primo siempre bronceado, pero yo que he visto
de cerca esos hombres que el gran piamontés magistralmente describe, podría asegurar
que en aquellos tiempos remotos, cuando el campo era un sacrificio constante,
que no difería con el paso del tiempo por décadas y que sólo fue cambiando
lentamente. Por ello no es irrazonable pensar que los caballos eran muy
preciados por la gran ayuda que proporcionaba a la gente de campo, porque la
tracción a sangre era fundamental. Se utilizaba para arrastrar todo tipo de
herramientas: arados, rastras, sembradoras, cosechadoras, carpidoras,
cortadoras de pasto, etc. Se los usaba para llevar cualquier tipo de carga y
por supuesto, el traslado de personas.
Yo he visto a
los hombres de mi familia en esas tareas brutas, trabajando de sol a sol, del
amanecer a la noche, descansando sólo los domingos a la tarde. Comprendo
entonces cómo pudieron cuidar los caballos hasta la exageración, incluso lo
hacían por la tradición que traían desde su aldea donde habían crecido.
El
recuerdo que tengo sobre todo es el de los amaneceres, cuando las sombras
de la noche no se desceñían aún. En ese momento en que las sombras se van
apartando como n velo de las cosas, van como desprendiéndose, cual telaraña que
una mano invisible retira. Cuando realmente empezaban las tareas. Cuando los
hombres luego de tomarse sus mates en silencio, iban saliendo al gran patio de
tierra con la brasa del cigarrillo como luciérnaga inquieta, como si fueran
ojos que hendían la ya amenazante claridad. Lo hacían sin hablarse porque las
tareas estaban previamente acordadas. El más joven iría por el “nochero”, atado
al palenque de ñandubay, montarlo en pelo y salir en busca de la tropilla
encerrada en el potrero grande era una sola cosa. Arrearlos hasta el
Abrevadero al
pie del molino era la segunda, donde los otros esperaban con sus arneses listos
para las tareas del día. Ya sea arar, rastrear la tierra o carpir lo sembrado
quitando yuyos, para lo cual ningún caballo se salvaba de llevar sobre su
cuello esa pesada pechera de cerda recubierta de cuero y rodeada de yuguillos
de hierro y madera con sus argollas y sus ganchos.
En una de ellas
me ponían de muy niño. Me sentaban allí al despertarme hasta que avisaban a mi
madre que trabajaba en el campo para que viniera a amamantarme. Nunca leche tan
sustanciosa se esperó con tal ansiedad por un niño al que acunaron el canto de
los grillos cuando el día y el mundo recién comenzaban.
*De Jorge
Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar
COMO LA MARIPOSA QUE NO VISTE VENIR…
ANIVERSARIO *
“A toda hora,
lentamente se va borrando un tramo del sendero y queda flotando en retazos la
memoria”
EDUARDO DALTER
Hoy es el
aniversario del olvido.
Ya no ha de
haber voces que maldigan.
No más
reptiles, obsesiones, insomnios.
El pacto de la
sal, por mí, quebrado.
Necesario.
Forzoso. Ineludible.
Solo así puedo
afrontar los siglos.
No. No es fácil
persuadirme.
He escalado la
avena venenosa del oeste.
En llaga viva,
entregué los buitres de mi carne.
Mi lengua se ha
prodigado en cinta y látigo.
Eres el testigo
de mi desequilibrio.
Las venas de
tus sierpes en mi boca.
Llevo un grillo
en mi talón izquierdo.
Entre un latido
y otro, apenas una ráfaga.
Soy estirpe de
leonas. Y tú, me quieres cierva.
Soy un pez
empeñado en volar entre nubes.
Mis ojos
muertos y un rostro que no existe.
Detrás de las
preguntas, el espejo.
Se te detuvo
el abismo de las garzas reales.
La moneda ha
caído de canto.
No, ya no. La
espera no nos pertenece.
Entre tanta
ausencia me voy borrando
Desvaneciendo.
Evaporando. Esfumando.
Hoy,
exactamente hoy.
Es el
aniversario de mi muerte.
*De Amelia
Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
*
¿Será
que ser feliz
es aprender
otro orden
de las cosas?
¿Domesticarse
hasta amansar
la angustia
existencial,
esa brevísima
mariposa negra
que empaña la
mirada?
¿Será
que ser feliz
es nombrar
con voz
inocente
a las palabras?
*De MARIANA
FINOCHIETTO. mares.finochietto@gmail.com
Luz Nómade*
La luz
giratoria envuelve
el paisaje interior
como un manto
que cubre
canastas de
deseos sobre la hierba.
La luz, oculta
lo que resalta.
El colibrí,
toma la incesante energía que da, en la flor.
La piel se
curva
en los dobleces
de la palabra
el sol desborda
los pliegues
las mucosas
abiertas
erguidas
en el tacto de
la voz.
para otra voz,
cuerpo-paisaje
abrillantada de
luz incesante.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
HLIN *
Cuando vi entrar a la muchacha rubia y alta toda vestida de blanco
imagine lo que hubiera dicho el tío: "una diosa"
Enseguida invito a los familiares del "abuelito
parlanchin" y a los del "abuelito soñador" a
retirarse de la habitación con una formula simpática:
"Al que se queda lo pincho
también"
Cuando la vi salir después de la tarea cumplida, le hable con un
tono cercano al ruego:
"Para mi tío las mujeres eran diosas, por favor decile algo
lindo al oído…"
"Quizás revive"
Como pidiendo un soplo de magia fue un ingenuo último intento para
rescatarlo al tío.
Ella sonrió de un modo enigmático.
Sus labios no se movieron, pero pude escuchar su respuesta:
Sus labios no se movieron, pero pude escuchar su respuesta:
"El ya esta en la luz, a donde todos vamos a ir"
*De Eduardo
Francisco Coiro.
*
Si el recuerdo
de algo que murió
todavía
remueve la
sangre
y hostiga los
silencios
¿aún es vida
que supera
el límite
palpable de la muerte?
*De Miryam
Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
Revelaciones*
Revelaciones
que no están en los candados
que condenan
puertas hacia el cielo
ni en las
encrucijadas de la nieve.
(Acaso en el
sopor de las guillotinas oxidadas,
en el silencio
avergonzado del patíbulo)
Nombres en
penumbra golpean la memoria.
Palabras
prendidas al dorso de una brisa
que nadie pudo
poner en letra impresa.
Sangres
incendiadas, sueños desgarrados.
Amaneceres
grises hijos del insomnio,
albas bastardas
preñadas de tristeza
por el suicidio
de los pájaros azules
y el destierro
de los últimos castores.
Allende el
recuerdo, gritos.
Pero hoy
las orillas del mar
están calladas.
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
Divino placer *
La llovizna se
deslizó suave en la madrugada, como un soplo de gracia en su ventana. La
pequeña humedad le buscaba los sueños o las manos. La luna, un encaje de
oscuridad y luz. A la orilla del tiempo había un mensaje, llegó
desde un punto del universo, con espejos donde se reflejaban todas las
posibles mujeres que hubiera querido ser, sabias e inocentes a la
vez, las infinitas mujeres sin estrenar y sin
memoria. Se asomó más, flores amarillas caían en racimos como abrazos
que la amparaban de la pequeña tersura de la lluvia. Leyó, sin saber de dónde
llegaba el escrito.
"Te voy a
dar palabras, que van a andar adentro tuyo, se van a enriquecer con lo que les
agregues y me vas a alimentar de vos."
¿Le pedía
que fuera una nodriza de sueños? una hilandera de historias.
Sintió miedo,
miedo de quedar encerrada en la torre, con luna y llovizna. Miedo a
ser obligada a tejer la trama. Miedo a que, cuando el
quisiera, y para no caer en la tristeza, escalando la torre, le pidiera
que se asome por la ventana para beber de ella la vida.
*De Cristina
Villanueva. libera@arnet.com.ar
*
Como la
mariposa que no viste venir
y te rozó los
labios
tu vida
no vuela hacia
el ahora
excepto en el
sabor
de lo que
tiembla
*De Alejandra
alma. almaalma3h@gmail.com
http://inventren.blogspot.com/
PRIMER ÚLTIMO
TREN. EL TREN*
(De la Estación
Santos Unzué – Ferrocarril Midland)
El tren no se
detiene jamás, por el fuera las cosas carecen de realidad. Sólo hay aquí el
ritmo de los sacudones constantes que ya no se sienten, el ruido que forma un
continuo, el olor de los vagones y la gente sentada eternamente, comiendo de
envoltorios que terminan arrugados en los pasillos.
Yo camino
buscando ese cine móvil, que se mueve porque el tren se mueve y se mueve porque
sorprendentemente aparece a diferentes distancias de la locomotora, que, como
el vagón de cola, son los hitos inmóviles que a la vez se desplazan.
Encuentro la
puerta que comunica con la oscuridad. La película de ahora es japonesa. Ya ha
comenzado, jamás logro ver los títulos de inicio, siempre los finales.
Hay gente en un
enorme edificio rodeado por el otoño. Los jardines son memorables, tienen esa
sutileza oriental en el dibujo de las ramas tenues sobre cielos blancos.
Las personas,
lo adivino después, están muertas. Han llegado a un lugar de tránsito donde
deben escoger un instante, el instante más feliz que hayan vivido, para pasar
en él la eternidad. Tienen un tiempo para hacerlo.
Los vemos
recordar, buscar, debatirse entre instantes afortunados. Hay quien fue un
mujeriego desapegado, pero decide que la eternidad será un momento con su
familia. Hay el joven desdichado que no puede recordar un solo momento de
felicidad plena, pero descubre que puede pasar la eternidad en el recuerdo
dichoso de otra persona, esa otra afortunada persona que fue feliz gracias a
él. Y hay una ancianita.
Hay una
ancianita, una viejita que no escucha lo que le dicen, que no responde, que en
un momento hace callar a su instructor para poder oír el bello canto de un
pájaro que llega por la ventana. Ancianita japonesa, minúscula viejita de manos
de niña, levanta el dedito y señala la ventana, para que el joven calle y se
dibuje en amarillo el trino que llega de afuera. Recoge piedritas en el jardín,
y las coloca sobre el escritorio notando la belleza de esas simples piedras tan
poco valiosas para la mirada del hombre que la estudia con aire preocupado.
Y el hombre
estudia a la ancianita, a la minúscula viejita de rostro de muñeca cuarteada,
hasta que descubre lo evidente. Dice que pensó que sería la más difícil, y es,
en cambio, la más simple. Ella ya ha escogido en qué lugar pasar la eternidad.
Lo ha escogido desde antes de morir. Como casi todos, se ha vuelto a la
infancia, donde la absoluta y plena felicidad es posible.
Y dónde, me
pregunto, adónde elegiría, yo, detener el tiempo para siempre. En qué lugar, me
pregunto, pasaría yo la eternidad. Cuándo fue el momento de felicidad que
desearía proyectar en el presente absoluto, futuro y pasado fundidos en un
único instante continuo.
El tren se
aleja, o se acerca. El tren sigue su marcha traqueteante por la llanura
mientras pienso esto, sentada yo en una butaca de un vagón en penumbras.
Me sobresalta
la carcajada de Oliver Reed, que ha muerto; la sonora carcajada de Oliver Reed
que ha vuelto hacia atrás la cabeza, me mira con fijeza y súbitamente,
bruscamente, brinda por mí bebiendo del pico de su eterna botella siempre
llena.
*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:
GOBERNADOR ORTIZ DE ROZAS
JOSE RAMÓN SOJO. ÁLVAREZ DE TOLEDO.
POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA. JUAN TRONCONI. CARLOS
BEGUERIE.
FUNKE. LOS EUCALIPTOS.
FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE. GOBERNADOR
UDAONDO. LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO. ESTACIÓN DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
D. SÁEZ. J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY. LISANDRO OLMOS. INGENIERO
VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA. LA PLATA.
***
Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:
GONZÁLEZ RISOS.
PARADA KM 79. ENRIQUE FYNN. PLOMER.
KM. 55. ELÍAS ROMERO.
KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD. MERLO GÓMEZ. RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA. JUSTO VILLEGAS. JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE. ALDO BONZI.
KM 12. LA SALADA. INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO. VILLA CARAZA. VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA. INTERCAMBIO MIDLAND.
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
Para compartir escritos escribir a: inventivasocial@yahoo.com.ar
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