martes, junio 02, 2015

LAS AGUAS PRIMORDIALES DEL CAOS...


*Obra de Cecilia Aguado.
Villa Gesell. Argentina








VERDOR EN VILLAGUAY*



En el sueño, como todo sueño que se precie, los padres eran muy jóvenes, los árboles tenían sus hojas muy verdes, pero de un verde claro, con el sol que le daba un color especial a las ramas tan jóvenes.
En ese mismo sueño me alegraba de haber tenido padres que me enseñaron a amar los árboles que acarician las brisas y los vientos hamacan y las tormentas sacuden y  los altos ramajes que sólo saben resistir con esa elástica fortaleza que es todo su esplendor y defensa.
Recuerdo aquellos textos señeros W.H Hudson, el primero que vio tal vez la gloria de Dios por estas tierras y amó el viento en los matorrales y admiró los últimos pájaros libres del mundo y supo como nadie de aquellos árboles que rodeaban su casa de los  “Veinticinco ombúes”. Pero eran cosas como de principios del mundo y aunque él ya se sabía el último testigo de aquella gran maravilla que abrazaba los amaneceres y derribaba los crepúsculos más bellos, fragantes y arrullados por todos los pájaros que ya no volverían.
Con esa lúcida conciencia que usó hasta el final nos dejó páginas memorables que podemos recordar porque en el recuerdo también mora el amor, y esa es la única arma que se puede esgrimir contra el dolor, el desasosiego y la pena que siempre insiste en ponernos de rodillas.
Es decir que todo este amor por los árboles fue inducido por la pasión de nuestros padres, y con mi hermano hemos agradecido siempre todo aquello que nos hunde en esa naturaleza propicia de verdes, de pájaros, de vuelos libres de las abejas y las mariposas.
A la propuesta de mi amigo, el poeta entrerriano Miguel Angel Federik, sobre el destino final de las nubes de mariposas en la infancia ya lejana, no supe responder, en nuestras charlas memoriosas,  gratas y fraternas en su hospitalaria casa de Villaguay, donde vive bajo la mirada discreta y amorosa de María, su mujer.
Las charlas de esos días inolvidables, se sucedieron con pasión sobre los poetas amados por nosotros y en la unción conque repasábamos esos versos que ya están en el fluir hondo de la sangre.
El primero, como es obvio, fue aquel entrerriano universal  que se llamó Juan Laurentino Ortiz, quien según mi amigo Miguel, derribó todos los tabúes de la lengua y nos dejara a nosotros un campo limpio para que armáramos lisamente “en la lengua”, según su expresión un campo de entera libertad para que lo usáramos con toda libertad.
Se cambiaron anécdotas amables, risueñas y reflexivas, siempre hondas de ese hombre que nos dio más de una lección de vida con su valentía y resistencia en la soledad y su entrega de amor a la gente que habitaba su paisaje, y lo hizo con humildad y su pasión conmovida.
También recorrimos las colinas que él puso en la poesía argentina para siempre.
La erudita pasión de mi amigo nos llevó por los senderos de la historia de su provincia, que es donde amaneció la Patria, en su sentido más fundacional. Y me parece oír la voz del gran Juanele cuando relataba como si lo hubiese visto o hubiera sido testigo de las caballadas de los ejércitos de Artigas, con esos desarrapados que lo seguían en la victoria o en todas las derrotas, en el albor primero y lejano donde se desangraron estas crueles provincias.
Y también de las tragedias recuerda Miguel, de sus grandes caudillos todos muertos asesinados. Porque Ramírez, Urquiza y Ricardo López Jordán, no se fueron de este mundo desde una cama, sino bajo la crueldad de las balas y los cuchillos.
Estas cosas y muchas otras charlamos en su casa de Villaguay, con Miguel y escuchamos música, leyendo nuestros poetas queridos, dando cuenta de nuestros afectos, de nuestras coincidencias mientras el vino oscuro bajaba en las gargantas, y todo alumbrado con sus reflexiones justas y apasionadas, sobre esa materia viva que es la lengua y sobre todo la poesía.
Creo no caer en un lugar común si digo que Miguel Federik, mi amigo, es un libro abierto que se ofrece a la amistad y a la poesía, como un pan caliente que se corta sobre una mesa de madera.
A orillas del río Uruguay, con María y con Miguel vimos navegar unos barquitos lejanos, bajo el sol que inundaba las colinas tan verdes y no pude dejar de citar ese bello poema de Juan Gelman,
Que dice:

“Quién paga los derechos del velero
que escribe adiós
en la tarde desierta”


*De Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar







LAS AGUAS PRIMORDIALES DEL CAOS…







Poesía de un Martes*



Te digo que fui al mercado
que una chica muy joven lo atiende
tenía a su hijo en un brazo
mientras que con el otro
tomó las frutas
Iba y venía
las frutas
el niño.
Me dices que te atrapa
el color expuesto
olemos
profundamente
el perfume que suelta el carmín
y el amarillo
Te cuento también
que hice muchas cosas en tiempos pasados
con un solo brazo
entonces vos me tomas de la mano
nos sentamos
cruzamos las piernas
y me decís
cenemos juntos
manzanas eligen los ojos.
Viene un perfume nuevo de tu boca.
Como si hubiésemos mordido
o descubierto
acaso
un perfume a sidra nueva.


*De Adriana Sáliche. adrianasaliche@hotmail.com
Chivilcoy.









A veces se oyen voces*



Gravedad del desorden que forman las palabras
incoherentemente pronunciadas, como un cáliz
rajado, seco, infame, con los bordes manchados...

Tenebrosa la noche que nos viola
con sus destellos deslumbrantes, con su ruido,
con la risa imprudente de los cuerdos,
con el brillo en los ojos del amante;
la noche cuyo vino adolescente nos embriaga,
la noche dominante y entreabierta...

A veces se oyen voces
en la pública quietud de las esquinas,
en la tibia intimidad de los zaguanes.

Mas el silencio siempre vuelve
como un amo cruel, tenaz, inagotable...



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
-De Extrañamientos y rescates







*


¿Por qué la poesía ha estado siempre al borde o en la locura? Porque sin la costumbre ni la elisión a partir de la ideología o religión, sin lenguaje práctico, es posible que aceche lo monstruoso. Lo primero que aparece es la falta de unidad. Donde no hay unidad duermen las aguas primordiales del caos. O el espesor y la extrañeza de un mundo vuelto ajeno.


*De Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com










ESE ESPEJO...*



Me fascina el mundo del espejo
que está detrás de la frente
ése,
guardián de las imágenes
que nos pertenecen…
Desde un tiempo de palomas
que no vuelven
hasta un laberinto de rostros
que tienen el poder
de invadirnos cuando quieren.

Basta cerrar lo ojos y la vida
sucede nuevamente
llevándose otra vez
los sueños y las alas.
Por un instante el espejo
las engaña
miente un espacio de cielo
que no existe
sólo consigue reflejarlas
para que yo no olvide
que están allí, contra toda esperanza.

A veces
el remanso viene
convertido en imágenes que huelen
a dulzura de siempre.

Son breves
pero alcanzan. Justifican la causa
de los días que duelen.



*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar








*


Toda la noche

cayó la lluvia

me despertaba para oír

correr

los sueños

como en una acequia.


*De Ines Legarreta.
Chivilcoy.








Pequeño infinito*



El café, los diarios, ciertas lloviznas, unas rosas rebeldes, libros en la cama, marchas, multitudes, la música de los amigos, palabras en red, un silencio poblado, algunas callecitas de Palermo, la voz de Cortázar que cuenta, los compañeros del alma de La República Española, paisajes italianos que caen abruptos para entregarse al mar, el malecón de Cuba, esas manos que cubren, la belleza del deseo abriendo la piel, jugar a tocarse con lenguaje; el alivio después que la piedra del dolor se levanta, pestañas en seda acariciando la noche; jardines a tientas, una foto olvidada, zapatos viejos, los sueños por venir, la voz que me dice no te rindas, el infinito pequeño de la vida.


*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar









*


no sé
sino
tu nombre

no conozco tu raíz
ni el color de tus hojas

quizá en tu voz
vaya el viento
tocando violines

o tal vez el mar con sus metales sonoros y dulces

no sé si tenés en las manos
manzanillas que reniegan perfumes

o si el día se descascara en ellas
y se duerme
como un caballo sobre
el vado de un río,

y aunque parezca
locura este infinito
quisiera compartir con vos:
penumbras
luces
mariposas,

lluvias que abren sus dedos sobre el paisaje y tiemblan,

pero ya sabés
me gana
a veces
la tristeza
porque estoy hecho de pájaros que miran la noche

y si en este siglo
solo me toca en gracia
quedarme con tu nombre bajo del brazo
iré con él
por el mundo
sabiendo de antemano
que un nombre, tu sustantivo verde, bastó
para alegrarme/



*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar










Para espiar el futuro*

(Nuevos papeles de Mario *)



E . U . C2
______________________
MMI

Donde E es Experiencia colectiva (o capital social y político),

U es Utopía (de lento, a veces desesperante crecimiento a la par de
nuestra cultura política),

C es Carencia dado que nos empuja la Ley de las carencias
(carencia al cuadrado porque se potencia a sí
misma),

y MMI = Mal menor inmediato, en tanto lo deseable siempre es la salida
menos dolorosa.

Perdón, no lo aclaramos, este sería el posible algoritmo de la emancipación humana. O de la interacción científicamente necesaria a ese efecto.

Por supuesto, probarlo sobre un acontecimiento aislado solo arrojará resultados aleatorios. Es necesario el chequeo panorámico.

Aunque, caramba, es empezar y notar que faltan al menos otros dos factores: RE, o restricciones externas de cada sociedad (esa cosa de la injerencia permanente de las sociedades poderosas en las otras), e I, sí, lo imprevisto, que como siempre es lo último que  descubrimos.

Así que bueno, pongamos eso, revolvamos. Y ensayemos (que es leer historia, usted no pretenderá empezar leyendo el futuro). Piense: si funca podríamos entender mejor el despelote del pasado y espiar el futuro. Y tiene razón, sería casi la máquina de Dios, la madre de muchas soluciones:

E . U . C2 . I
______________________________

MMI . RE

Donde, por supuesto, qué joda, lo más inextricable sigue siendo I, que como incógnita nos pincha el algoritmo y nos rebaja un poquitín de categoría (digamos de algoritmo a ecuación). Pero no meteremos una X, ni lo piense. ¿Sabe por qué? Porque providencialmente ha venido a auxiliarnos una ley luminosa: la Ley de Amara (que aclararemos enseguida, no es ningún yihadista sino el ingeniero Roy Amara, un brillante científico de Massachussets que se nos fue en 2007). ¿Qué dice la ley de Amara?

Que tendemos a sobrestimar el efecto de una tecnología en el corto plazo y a subestimarla en el largo. ¿Se entiende? Sí, es casi una bola de cristal. Pero científica.

Claro, a nosotros en particular en principio tampoco nos ayuda mucho porque alude al devenir tecnológico, no al social. Pero es muy maleable; es una ley que increíblemente podemos empeorar o mejorar, un chicle. Cualquiera recuerda a Julio Verne que al final venía a desmentirla con sus  profecías a largo y larguísimo plazo. Pero también al gran Salgari que la recontraconfirmó cuando a principios del siglo XX escribió en Las maravillas del año 2000, y creo que antes en La jirafa blanca, que para ese lejanísimo futuro aparecerían edificios de... veinte pisos. (El pobre don Emilio escribía en la última de las miserias al punto de fabricarse él mismo la tinta; sin duda lo sabía todo sobre el desierto, los mares y la selva pero no mucho sobre las novedades de Nueva York que ya tenía esos rascacielos desde finales del XIX). Pero en suma, para lo que interesa, algunos se niegan a subestimar el largo plazo y otros lo subestiman que da calambre. Y queda muy claro: de tan completa, esta ley es y no es. A veces es incontestable y a veces una aporía. O quizá ofrece cierta luz en la oscuridad pero… es un fosforito.

Eso sí –sígame, por favor–, extrañamente cuando se la extrapola (a lo Verne o a lo Salgari, no importa), aunque zigzaguee en lo “tecnológico” (que es su objetivo), resulta más precisa por alguna razón en nuestra evolución socio-política (que no es su objetivo). ¿Qué por qué saltamos de lo tecnológico a lo político? ¿Por qué superponer esos campos que parecen oponerse y hasta confrontar? (Caray, siempre me acuerdo de aquel profe de historia insistiendo con que ¡miren bien, observen qué “hombre chiquitito” hemos mandado a la luna!).

Bueno, ahí está, lo conectamos justo por ahí. Mire, si usted acepta como característica  del presente la aceleración de todas las variables (tomemos dos solamente, la eclosión informática y los DD.HH., ergo, lo palpitantemente tecnológico y lo palpitantemente social), también notará la brutal diferencia de sus velocidades. Pascal construye la primera máquina de calcular mecánica en 1642 pero muchísimo antes el mecanismo de Anticitera del III a.C. ... (vea la Wikipedia). Los Derechos del Hombre son de 1789 pero ya el Código de Hammurabi, ya los Jeremías, los Isaías, los profetas no sacerdotales, antirritualistas, antimilitaristas, sensibles al dolor social... (lea la Biblia sin anteojeras). Las dos variables partieron allá lejos pero son ¿qué son? son la liebre y la tortuga (fábula que, dicho sea de paso, podría encerrar el porvenir porque por algo viene insistiendo la vox populi a través de Esopo y La Fontaine y Samaniego y los videojuegos y el manga). Es cierto, todo esto, que sean la liebre y la tortuga, tampoco es novedad. Pero no ha sido muy explorado cien-tí-fi-camen-te, y usted en cambio puede ahora descubrir la lógica, los algoritmos que esconden. Porque fíjese -y fíjese bien-: en proporción un salto como el del Montgolfier al Challenger debió habernos conducido del ocaso de los absolutismos a una democracia profunda, real, y no empezar recién hoy a reclamarla. Pero ¡ahí está el punto! El contraste entre lo tecnológico y lo sociopolítico, expresado en la diferencia cuantificable de velocidades, invita –obliga más bien– a dar vuelta como un guante la Ley de Amara, a formular –suenen clarines y trombones– que a la luz de nuestras tristes pero valiosas y espantosas y acaso imprescindibles experiencias, ¿a qué tendemos, eh?

A subestimar el cambio sociopolítico en el corto plazo (pese al cambio de velocidades) así como a sobrestimarlo en el largo (o a veces aquí también a subestimarlo o a desentendernos de él pero no importa, lo que interesa es que jamás renunciamos a lo otro: a subestimar el corto ignorando las aceleraciones).

Bah, a lo contrario de lo que dijo Amara.

¿Se entiende? Repáselo. Verá que ahora usted y yo estamos listos finalmente para mover la palanca de esta máquina de Dios, y lanzar la humilde pero gran prueba inicial (…posfactum, acuérdese). Y comprobar que, si el negativo de la Ley de Amara es cierto, lo sociopolítico que tanto subestimamos en el corto muy bien podría estar mostrando señales de aceleración evolutiva, no prolijas, no exentas de contradicciones pero claras, evidentes, indiscutibles, quilombos, despelotes, puebladas, primaveras…

¿Existe algo de eso?

Habría que ser pelotudo para no verlo. O ser de los muchos que leen lo rizomado como inconsistente y no como un enredado que crece. ¿De qué hablamos?

De la historia que leemos para la mierda aturdiéndonos con fechas y nombres, o viendo solo como el poder pasa de manos, y no como pedía Hobsbawm: leerla como un durísimo pero creciente avance contra la opresión, como un proceso emancipatorio que -nos animamos a teorizar-, más que atravesar las periodizaciones como algo ajeno a ellas las hace posibles. ¿Por qué? Porque en el largo plazo hasta los imprevistos y los retrocesos son absorbidos y alguna vez, en algún momento, llegan por fin estas aceleraciones de lo más lento que usted haría muy mal en subestimar.

¡Vamos la tortuga!

Oiga, anímese, mueva la palanca, sobre todo si es militante político o social o artístico, es lo mismo, porque, escuche, el otro, el de a pie, el ciudadano que se autoconvoca cada vez con más instinto de democracia directa, ese aun sin darse cuenta ya sabe todo esto.



*De Hector Cepol. hectorcepol@gmail.com

* Cf. nuestro cuento “El congreso de futurología” (en la web).





INVENTREN
http://inventren.blogspot.com/



 *

(Fragmento de la novela "La última línea").


El tren no tardó, no hubo tiempo a pensar nada más y subí haciéndome paso. No sé por qué los trenes siempre aliviaron mi soledad, como si la gente reunida en el viaje formara una comunidad secreta de la que yo formo parte. A veces ruidosa, a veces atravesada por tramos de silencio. Pareciera que en cada vagón los pasajeros se unen para algo sublime, desde la más miserable de las escenas hasta el acto más solidario y humano. La vida se recorta allí y el hábitat se vuelve primitivo, seguro, continente. Mientras el tren marcha, todo es posible que suceda en el mundo. Es más, siempre creí que los milagros eran concebidos y otorgados en un viaje en tren.
Me pregunté: ¿Cómo habrá sido un mundo sin trenes? Y la respuesta tardó en aparecer, solo volvió muchos años después cuando creí que no podía volver a subirme jamás a uno de ellos.
Qué curioso ¿no? Yo siempre había ensayado la escena del viaje, desde pequeña me escapaba sola o con las amigas que me seguían para ensayar la aventura. Era fascinante hacerlo, porque adentro del ombligo me daban cosquillas. Miedo y placer eran uno. Sentir que podía perderme pero que no, finalmente, me hacía fuerte.


*De Graciela Vega. cielavega@yahoo.com.ar

(De la Estación La Rica – Ferrocarril Midland)


***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Midland:

GONZÁLEZ RISOS. 

PARADA KM 79.  ENRIQUE FYNN.  PLOMER.  
KM. 55.   ELÍAS ROMERO.  KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.
KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.
 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.
 PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.


***

Próxima estación para escribir por Ferrocarril Provincial:

 JOSE RAMÓN SOJO. 

ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.
JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.
FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
 ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.
 D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.



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