lunes, abril 27, 2020

EL VIAJERO DE LO IMPOSIBLE...



*Foto: Galaxia ESO-99-4. Tomada por Hubble el 14/04/2006.
-Gentileza de Pablo Martínez Burkett.















On demand *



En el universo hay una señora que barre
el polvo que se acumula en los agujeros negros
que mirándolos bien como ella sabe
no son tan negros
apenas oscurecidos
por una nube de polvo
que de vez en cuando hay que barrer

en el universo hay un montón de cosas
y una increíble ambición por agrandarse
y agrandarse
hasta los confines de no se sabe bien qué
y la señora que barre se impacienta
cada vez más espacio
cada vez más polvo
y ella sola
contra los agujeros negros
y su súper escoba para los polvos del universo



*Inédito de Esther Andradi. esther@andradi.de




-Esther es escritora, ha vivido y trabajado en diferentes países. Nació en Ataliva, un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe, Argentina, y en 1975 emigró al Perú, donde fue reportera, columnista, y jefa de redacción. En 1980 viajó a Europa y se radicó en Berlín (Occidental). En 1995 regresó a Argentina y vivió ocho años en Buenos Aires. Desde 2003 vive y escribe en Berlín. Sueña con un túnel que conecte Buenos Aires y Berlín, de manera que sea posible pasar rápidamente de una metrópoli a otra. En sus textos emprende a menudo semejantes traspasos entre uno y otro mundo, reflexiona sobre los cruces y márgenes, sobre aquello que se pierde en la travesía. Y también lo que se gana. Publicó crónica, ensayo, poesía, microficción, cuento y novela. Sus relatos fueron editados en numerosas antologías y en diferentes idiomas. Sus ensayos sobre cultura, memoria y migración se publican en diversos medios de América, España y Alemania. Tradujo la poesía de la poeta alemana negra May Ayim al español. Editó la antología "Vivir en otra lengua", pionera en la construcción de un espacio para la literatura latinoamericana que se escribe fuera de las fronteras de los países de origen. Ha sido traducida a varios idiomas, últimamente al islandés.






















LA ESTRELLA DE OCHO PUNTAS*


A mi hermano Andrés




Someday, the children of the new sun will meet the
children of the old. I think they will be our friends.

DR. HEYWOOD FLOYD
2010: The year we make contact





DESPERTAR DE LA criopreservación siempre me deja con un sabor amargo y el asombro de la identidad. Abomino viajar durante tanto tiempo a merced de las máquinas. Ya sabemos dónde hemos acabado por conferirles el control. Pero para qué protesto, si yo, Ishtar, hija de Nannar; me he ofrecido como voluntaria para el Programa Segundo Contacto, uno de los frutos más eminentes del Tratado de Irkalla, ese embuste que puso fin a las Guerras de Sheratan.

Por enésima vez, estudio los manuales de la Agencia Aeroespacial. Son del todo elocuentes y sn embargo, la especie indígena aún me provoca extrañeza. Esa mata de pelo en la cabeza denota un estadio evolutivo anterior. Y esos ojos, minúsculos, dan asco. Además, son tan bajitos y con demasiados dedos. ¿Y el idioma gutural que practican? Espero que el traductor universal sea eficiente. En esta etapa, el entendimiento será vital. No obstante, el contraste anatómico es lo menos inverosímil. Corro una y otra vez la secuencia holográfica. Aseguran que en el pasado fuimos capaces de reproducirnos así, por fricción. No consigo imaginar qué placer encuentran en ello. Aunque los estudios de histocompatibilidad están avalados por acreditadas universidades de toda la galaxia, tengo algunos reparos. Volver a equivocarnos... Admito que con las dudas me asaltan otras sensaciones, igualmente incómodas. Presiento que no serán las últimas. La conquista planetaria es inclemente con los débiles. Y la debilidad es un lujo que, como teniente del III Regimiento de Exploradoras Coloniales, no me puedo consentir. Empero, estaría más tranquila sin la ultrajante proscripción del sable laser.

Estiro el cuello y me dejo inocular. La doctora procede y calla. Sé que comparte mis incertidumbres. Somos ocho voluntarias. La capitana nos convoca al puente. En breve será visible nuestro destino. Al principio se confunde con la negrura del espacio, pero luego aparece una esfera azul. Es cierto, la mayor parte está ocupada por océanos. ¡Agua! Zumba el sensor de la transportadora. Antes de ser vaporizadas a la superficie, me encomiendo a Tiamat, para que el nativo asignado sea un buen semental. Es esto o la extinción. No alcanzo a preguntar por qué lo llaman planeta Tierra. El Programa Segundo Contacto ha comenzado.


Pablo Martínez Burkett, 2010





-Pablo Martínez Burkett es autor de los libros Forjador de penumbras (Galmort, 2011), Los ojos de la divinidad (Muerde Muertos, 2013), Mondo cane (Muerde Muertos, 2016), Luz azuL (Otero Ediciones, 2019).

Cultiva el llamado fantástico rioplatense, con foco en el terror y la ciencia ficción oscura. Escribe para revistas del país y el extranjero y ha participado en más de diez antologías. Ha recibido premios en una docena de concursos literarios. Algunas de sus narraciones han sido traducidas al inglés, francés, portugués, italiano y rumano.















Los primeros dioses*



*Por Alejandro Badillo. badillo.alejandro@gmail.com



A la memoria de Stanislaw Lem



Una nueva teoría sobre el origen del universo afirma que hubo una condición especial o un "error" en el Big-Bang. Según esta perspectiva la expansión que siguió al gran evento se detuvo casi inmediatamente por causas desconocidas. El polvo y materia estelar quedaron concentrados bajo presiones inimaginables y el infinito no pudo ser colmado. La polémica teoría afirma que un poco de materia logró escapar de la gravedad concentrada y evolucionó hasta crear su propio espacio-tiempo y sus leyes físicas. Con el paso de miles de millones de años la materia tomó forma y moldeó un sistema solar que flotó a poca distancia, como un apéndice luminoso del universo abortado. Uno de los planetas tuvo las condiciones necesarias para crear vida inteligente. Estos seres primigenios se desarrollaron de forma ininterrumpida bajo un cielo sin estrellas, nebulosas y galaxias. Con el tiempo construyeron enormes telescopios y descubrieron la condición anormal del universo que seguía concentrado, latiendo pero sin lograr la explosión definitiva. Muchos años después tuvieron la tecnología suficiente para mandar una nave que extrajera materia condensada del centro del universo fallido y esparcirla por el vacío que los rodeaba: moldearon galaxias, colorearon nebulosas y comprimieron pesados agujeros negros. Así nació de forma artificial un segundo universo que reemplazó al original y que nosotros tomamos por verdadero.





**


-Alejandro. (Ciudad de México, 1977) Es autor de los libros de cuento Ella sigue dormida (Tierra Adentro), La herrumbre y las huellas (Eeyc), Vidas volátiles (BUAP), Tolvaneras (SC Puebla), El clan de los estetas (Universidad Veracruzana. Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela) y las novelas La mujer de los macacos (Libros Magenta) y Por una cabeza (Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo). Ha participado en publicaciones como Luvina, GQ, Letras Libres y el suplemento “Confabulario” de El Universal. Colaborador de la revista Crítica y exbecario del Fonca. Ha sido antologado en diversas compilaciones de minificción.













La viajera*



En esa maravilla
de que los ojos miren
y se anhelen las bocas.
En la grandeza
de la insignificancia,
en la línea sutil.

En lo no revelado
en la constancia del amigo,
en la palabra
que nunca nos dijimos
habiéndolo deseado.

En la certeza,
en la sin razón del sentimiento.
En el ser
el verdadero ser que se es.
En la herida irreparable
de la ausencia.

En el desencajado malhumor,
en las uvas doradas,
en el leño que arde:
navega la viajera
la siempre eternidad.


*De Ana María Broglio.
Dolores-Villa Gesell

(En recuerdo de la querida Ana María Broglio fallecida en diciembre de 2017)















SEGUNDO CONTACTO*



Got to keep the loonies on the path. There's someone in my head but it's not me.
Pink Floyd, “Brain Damage”



Las versiones no son del todo rigurosas sobre la fecha precisa en la que se fundó L’Ordine dil Segno. La empinada autoestima de cada uno de los cofrades edifica memorias funcionales a la desmesura de su ego y, en general, tienden a sostener que el grupo quedó formalmente constituido el mismo día en que les tocó presentar su primer relato. Con todo, no éramos sino un cuerpo más o menos estable de escritores, semiólogos y lingüistas que se reunía con azarosa regularidad a fin de leer nuestros ensayos, traducciones, relatos y otros disparates, mientras se compartían viandas y abundantes bebedizos. Tengo que confesar que, en mi caso, las razones de alistamiento fueron mucho más pedestres. En el ambiente literario, se decía que era un lugar óptimo para ligar mujeres inteligentes. Con una tercera separación a cuestas, no voy a negar que la cosa se me presentara fácil. Sin embargo las, digamos, singulares personalidades de las féminas concurrentes pronto me disuadieron del cometido original. Igual me terminé quedando porque las tertulias eran divertidas de tan caóticas y preparar cada encuentro me ayudaba a transitar por la infamante soledad. Había algunas reglas tontas que no obstante todos respetábamos a rajatabla. Por ejemplo, cada quien respondía a un nom de plume y estaba prohibido usar los nombres civiles. Ya casi ni recuerdo ninguno salvo el de la única mujer más o menos potable que se hacía llamar Felicitas. El mío, como era de prever, fue Rainmaker.
El caso es que, una noche, Felicitas se despachó con un relato fantástico relativo a cierto Programa Primer Contacto, supuesto proyecto de intercambio con alienígenas de procedencia desconocida. En el cuento, la valiente protagonista integraba un grupo multidisciplinario destinado al conocimiento y concordia entre ambas razas. En el decurso de la experiencia científica, la entidad extraterrena no podía evitar rendirse a la belleza de la osada hija de la pampa gaucha, quien se lo fornicaba a pesar de (o en razón de) las desproporcionadas dimensiones que ostentaba el afortunado bastardo galáctico. El ET la hacía su amante pero, so pretexto de ciertas ininteligibles órdenes del Comando Estelar (los bichos inmundos fomentaban la telepatía), se volvía a su planeta.
El cuento resultó buenísimo y fue elegido esa noche para el premio Nocturno en Fa, provocando un bilioso rencor en los declamados intelectuales de la Orden. Quebrando otra de las reglas no escritas, nos fuimos caminando juntos con Felicitas, que en realidad se llamaba Eleonora. Dispuesto a aprovechar la primera oportunidad de real galanteo, no pude menos que alabarle el texto y preguntarle la fuente de inspiración. Muy sueltita de cuerpo me contestó que había relatado algo que le venía sucediendo desde hacía un año y que por eso estaba tan triste, sobre todo, porque sospechaba que en realidad su amor había regresado a los múltiples brazos de una esposa. Por el destello de su mirada supe que estaba loca como un plumero. Ya que el plan conquista estaba destinado al fracaso, decidí seguirle la corriente para divertirme un rato. Muy serio y con la gravedad que semejante revelación requería, le hice saber que, movido por la curiosidad o, por mejor decir, exaltado por lúbricas expectativas, deseaba informarme sobre la posible existencia de compañeras del marciano dispuestas a abundar en el conocimiento de los nativos de este lado de la Cruz del Sur. Como muestra de mi buena disposición, y por si hiciera falta, me ofrecí a movilizarme hasta el Cerro Uritorco, crédito local en avistamientos. Ignorando el sarcasmo y contra todo pronóstico, me declaró su disponibilidad para hacer las presentaciones del caso con una amiguita de su amante interestelar, pretendiendo percibir un emolumento. Lo que sigue es cómo se sucedieron los hechos.
—¿Vos estás segura de que ése es el equivalente en pesos argentinos a la cantidad de oro latinium prensado que esta chica cobra? —le dije a Felicitas, mientras nos empantanábamos en la negociación. —¡Por las desviadas hormonas de Wesley Crusher, me parece un disparate!
—Ah, claro, el señorito creía que se iba a fratachar a una extraterrestre policroma abonando como si fuera una meretriz de cabotaje —me respondió imperturbable —y además del pago de mis servicios, tenés que sufragar el costo de un traductor universal que hay que implantarte en el brazo.
—Felicitas, bonita; que desde el Edicto Policial 840 para acá, la actividad de lenón, proxeneta o encargado está tipificada como conducta punible —me guarecí bajo argumento leguleyo a ver si la asustaba un poquito o, por lo menos, me bonificaba el traductor.
—Entonces seguí persiguiendo sin suerte a travestis en los Bosques de Palermo —fue su sardónica respuesta.
—Dale, Felicitas, haceme una rebaja, que vivimos en un país que atravesó una crisis sistémica... Vos se ve que mucho Programa Primer Contacto, pero de leer los diarios, nada... —argumenté por el lado de la paupérrima economía.
—Mirá, nenito —me dijo, marcial—, la única atención que puedo tener con vos es aplicar la Ley de Compre Nacional y darte preferencia a igual oferta con respecto a nuestros compañeros de Orden: Ángel Azul, Aramís, Danton, Halloran, Nightcrawler, Redios y todos los otros que ya me han pedido mis servicios de intermediación.
—Pero el Ángel es argento como nosotros —agregué por decir algo.
—Más a mi favor: si vos no la querés, se la ofrezco a ese distinguido caballero que ya aceptó pagar lo que sea. Eso es un hombre... —Y me miró de arriba abajo con un desprecio tal, que no tuve más remedio que aceptar esa verdadera exacción.
—¡Por las lampiñas barbas del comandante Sisko!. Acá está el dinero — y le entregué resignado mi capitalito.
—Cociná algo rico, vos que sabés. Mirá que están haciendo una investigación de todos los aspectos de nuestra vida social. Y espero que seas grandote todo así, Rainmaker… te va a hacer falta —me dijo mientras me quitaba los billetes. Y se fue con una carcajada enloquecida.
Así fue cómo ingresé en el Programa Primer Contacto. Que Eleonora no estuviera en sus cabales se me presentaba de toda obviedad, pero los fundamentos de mi cordura se tornan un poco vidriosos porque el día pactado me puse a cocinar. Por algún detalle del relato, imaginé que eran humanoides asimilables al género de los moluscos, así que eludí la típica carne grillada. Puse a enfriar un vino espumante del país (que acá nos obstinamos a seguir llamando champagne), prendí un par de sahumerios de patchouli, elegí un disco de Ella Fitzgerald y me senté a esperar. Al rato tocaron el timbre.
Con nerviosismo abrí la puerta. Allí estaba mi cita rentada. Conforme la descripción que había hecho Felicitas esperaba encontrarme con una suerte de hermana punk de Neelix, pero no fue para tanto. En efecto, tenía la piel lila y el mechón de cabellos era increíblemente azul. Llevaba una especie de túnica naranja así que no pude constatar la intrigante tira de piel peluda que, según el cuento de mi amiga, debía recorrerle de arriba abajo la línea central de la espalda hasta el bajo vientre. A pesar de ello, a partir de ese momento no pude eludir el embrujo de sus ojos ambarinos.
Me resultó extraño oír que hablara, pero sin el consecuente movimiento de los labios. Casi estuve a punto de decirle que conocía a Deanna Troi, que era bethazoid y también telépata como ellos, pero con tanta galaxia me pareció que no iba a saber de quién le estaba hablando. Me hizo mucha gracia que, merced al traductor universal, su español fuera muy castizo. Me fui a la cocina y, mientras montaba los platos, comenzamos a charlar de manera animada. Es cierto que hubo tópicos en los que me sentí un poco ajeno, como por ejemplo cuando empezó a explicarme las anomalías subespeciales y la influencia cauterizadora de los pulsos takion. Con la sobrecarga de las bobinas warp me defendí un poco mejor. Yo la miraba mientras comíamos y me dejaba subyugar por esos extraños ojos. Era cierto: sonríen con la mirada. Atribuí esa sensación de profunda beatitud a la bebida. Comimos helado de limón y albahaca y sobrevino un silencio incómodo.
—¿Café? —me apresuré a ofrecer.
—Mejor bailemos —me dijo y con gracia singular me extendió una mano, áspera pero muy acogedora para mi sorpresa.
Según la narración de Eleonora, los visitantes celestes tenían los pies sin dedos y preví que por ese detalle la aventura iba a ser terrible. Sin embargo, pegó su cuerpo al mío y danzamos como si lo viniéramos haciendo desde los bailecitos del colegio secundario. Sentí una inusitada urgencia por besarla. Sus poderes para leer la mente se lo deben haber adelantado, porque posó sus labios tiesos sobre los míos. La primera sensación no fue agradable del todo, pero en cuanto su lengua irrumpió en mi boca, empecé a derretirme. Me las compuse como pude para devolverle la caricia. Tan mal no debo haber estado porque se apretó aún más contra mí, envolviéndome con un sutil aroma a almizcle. Es más, comencé a notar cómo cuatro mínimas protuberancias me hacían una presión deliciosa contra el pecho. También lo adivinó, porque sonriendo dio un paso atrás y se quitó el ridículo vestido naranja.
A partir de aquí, el lenguaje se torna claudicante. ¿Cómo describir aquellas cuatro aureolas, diminutas, alineadas de dos en dos y de tan magnífica sensibilidad? Tomó mi cabeza y me hizo inclinar sobre ellas. Me di un festín. Cuatro potecitos de azafrán, que con premura se entregaron a mis labios, a mis dientes, a mi lengua. Se apoderó de mí un ansia desconocida. Mi compañera parecía en trance. Me dejaba hacer y, con imperceptibles movimientos, me indicaba cuándo tenía que abandonar esos mínimos dedales de tan delicioso sabor. Comenzó a temblar. Su garganta, ausente de cuerdas vocales, emitía una especie de gorgorito que iba haciéndose más profundo a medida que el placer la iba envolviendo. Finalmente, me regaló su primer estallido.
Abrió los ojos y me sonrió como sólo ellos pueden hacerlo. Volvió a tomarme de la mano y se encaminó hacia mi dormitorio. Con andar de pantera, se recostó y, adelantándose a mi vacilación de cómo abordarla, me guio hacia la anómala tira de piel amarilla con pintas negras. La deficiente zoología de Eleonora había anotado que era como de tigre. Yo, que soy hombre de río, se me antojó antes a surubí del Paraná. No hizo falta que marcara mi destino. El ahora cada vez más cautivante aroma hizo las veces de tutor. Sus manos me guiaron aún más abajo. Pegó un respingo. Me susurró que mi piel era muy suave para lo que estaba acostumbrada y que se le volvía placentero hasta hacerlo intolerable. Envalentonado, me esmeré. Me instalé por largo rato. Perdí la cuenta de las veces que alcanzó el éxtasis. Y todos mis pruritos se desbarrancaron en los océanos de placer que me provocó hundir mis labios y mi lengua en esa increíble porción de carne entumecida. Su cuerpo se estremecía en sucesivas oleadas de lujuria. Los sonidos guturales de su garganta eran el perfecto mapa para rumbear mi osadía. De repente se empezaba a tensar, se contraía y emitía un silbido liberador que anunciaba la concreción de otro espasmo, para volver a empezar. Me apartó con suavidad, ahíta de tanta exaltación lúdica, y me regaló una mirada prometedora. No recuerdo muy bien cómo me quité (o me quitó) la ropa, el asunto es que con mi desnudez me asaltó un fatal temor, recordando la admonición sobre las desarrolladas proporciones de los machos de su especie.
—Oye, que no hay nada de qué preocuparse —me sorprendió una vez más. — Estás muy bien. De verdad. Túmbate en la cama y déjame hacer a mí, que tengo tanto para devolverte...
Ninguna palabra es suficiente para describir la forma en que me acarició. Lamenté que la mata de pelo azul no me dejó observar muy bien, pero pronto hube de cerrar los ojos. Me fui abismando a una sensación de recóndito placer. Era mucho más que cualquier experiencia sensible que alguna vez hubiera tenido.
—Aguarda —me ordenó, sacándome del sopor — te quiero adentro mío. Y se acomodó sobre su costado izquierdo, de espaldas a mí. —Así lo hacemos nosotros —me aclaró. Y se abandonó pues a mi arbitrio. —¡Cabálgame sin piedad! —me rogó— ¡Hazme tuya!
Y entonces hice lo que me pidió. No sé cuánto duró ese loco frenesí. En el momento en que, con sucesivos hilos de humanidad, tuvo lo mejor de nuestros dos mundos, me descubrí aullando como un animal embravecido. Entonces, sobrevino algo inverosímil. Su piel violeta tornó al bermellón. Sus manchas negras se encendieron al naranja. Los gorgoritos se hicieron profundos como un croar. Y de repente, su cuerpo empezó a emitir una luz aterciopelada que nos transportó a un estado de bienaventuranza. Apagada la luminosidad, fue como aterrizar luego de un largo viaje. Mientras recobraba el aliento, sentí que me estaba enamorando.
—Mirad al Rainmaker, menudo amante has resultado—. Sonrió con esos ojos ambarinos. —Me acabas de inducir al Séptimo Estadio de la Conciencia Cósmica. He completado el Círculo. Estoy lista para reencarnar. ¡Y todo ello gracias a ti, mi noviete terrícola!
Se incorporó de la cama, tomó su vestido naranja, se lo calzó con un solo movimiento y se marchó. Antes de perderse en el vano de la puerta del dormitorio, se volvió para sonreírme con sus ojos ambarinos.
En medio de la noche, comprendí que no estamos preparados para sobrellevar esta clase de experiencias. En el yermo del lecho, me acurruqué adoptando la forma en la que la había hecho mía. Descubrí que una lágrima me rodaba mejilla abajo. La encomendé al espíritu de James Tiberius Kirk, que desde la segunda estrella a la derecha nos guía, y me volví a quedar dormido.



Pablo Martínez Burkett, de Forjador de Penumbras.




-Pablo Martínez Burkett es autor de los libros Forjador de penumbras (Galmort, 2011), Los ojos de la divinidad (Muerde Muertos, 2013), Mondo cane (Muerde Muertos, 2016), Luz azuL (Otero Ediciones, 2019).

Cultiva el llamado fantástico rioplatense, con foco en el terror y la ciencia ficción oscura. Escribe para revistas del país y el extranjero y ha participado en más de diez antologías. Ha recibido premios en una docena de concursos literarios. Algunas de sus narraciones han sido traducidas al inglés, francés, portugués, italiano y rumano.















REENCUENTRO*



Si en tarde de lluvia
o noche de invierno,
al mirar los cristales de tu ventana
ves alejarse la orilla de un mar cualquiera,
piensa en mí.

Si no puedes echar a las olas
la botella donde escondimos
los sueños compartidos…
Si te falta la tinta invisible,
y extraviaste la pluma de fénix:
Piensa en mí.

Cierra los ojos, peregrino.
Llena el universo de palabras-imágenes.
Deja gotear la tristeza, saltar la alegría,
viajar la nostalgia y desbordarse el alma.
Imagina un globo viajero poblado de mariposas
y muchas estrellas-aves.

Con dedos de alquimia antigua
Transforma la misiva en libélula,
barquito de nuez, dragón de nube,
espejo que es sendero y no reflejo.

Y las palabras serán camino.
Irán a posarse en mi almohada
Cual redoma con mensaje,
en infinita travesía.


*De Marié Rojas Tamayo.



-Marié Rojas Tamayo. La Habana, 23 de mayo de 1963. Licenciada en Economía del Comercio Exterior, Universidad de la Habana, 1985. Miembro de la Uneac. Miembro de la Red Mundial de Escritores en Español, REMES. Graduada de inglés y francés.
Algunos libros publicados: Historia del Pillo. Anti Romance a la cubana, novela. Aquí hay gato encerrado, relatos. Mundo circular, había una vez un circo, relatos. La casa sin puertas, ecos y sombras que cuentan historias, relatos. Villa Beatriz, novela juvenil, Lantia Publishing S.L., España. Tonos de Verde, relatos. Adoptando a Mini, novela infantil, Fundación Drac, Mallorca -reeditado por Gente Nueva, Cuba-. De príncipes y princesas, relatos, Editorial El Far, Mallorca. En busca de una historia, novela y relatos, Editorial Andrómeda, España. El día que no salió el sol, infantil; Laurel y Orégano, novela; Historias de la princesa majadera, infantil; En busca de una historia, novela, Casa Editora Abril, Cuba. El mundo al revés, relatos, Editorial Gente Nueva, Cuba. Varios poemarios y una compilación de microrrelatos, edición digital, Inventiva Social, Argentina. Cinco poemarios-espejo con Bartolomé Adrover, Editorial Yoescribo, España.

Su obra ha obtenido más de 50 reconocimientos internacionales, una breve selección. En España: X Certamen Literario Villa De Ampudia. XIV Concurso De Cuentos Infantiles Sin Fronteras, Otxarkoaga, Bilbao. Mención de Honor Premio Lazarillo de Tormes, OEPLI. XX Premio Ana María Matute, Ediciones Torremozas. Novela Finalista de Ciencia Ficción Andrómeda. Concursos XIX Antonio Segado del Olmo, Universidad Popular de Mazarrón; Todos somos diferentes, Fundación de Derechos Civiles y Asamblea Juvenil; Historias de Vida, Ayuntamiento de Constantí; Ron y Miel, Ediciones Comala, Granada; Igriega Movimiento Cultural, Sevilla, entre otros en narrativa y poesía. Premios y menciones en Cuba, Venezuela, Argentina, Australia, EE.UU., Brasil, Costa Rica, Uruguay, México y Colombia.
Publicada en más de 60 antologías. Ha colaborado con publicaciones periódicas de más de veinte países. Durante más de una década, condujo y redactó la sección mensual De príncipes y princesas, en la revista española Arena y Cal. Dirigió durante dos años la revista Dos islas, dos mares, Cuba-Mallorca. Su obra ha sido llevada a la televisión, la radio y el teatro. Fotógrafa aficionada, publicada en catálogos y libros-arte, 9 antologías y exposiciones colectivas. Integrante de la Muestra de poesía actual en español, a cargo de Juan Ruiz de Torres, Asociación Prometeo de Poesía, APP, España.














*



Que la última hormiga del planeta transporte la última hoja
hasta llegar al último montículo de tierra
nosotros
antes de la implosión
uterinos seres del planeta tierra
blastocitos y después
de la belleza del cuerpo
camino de animales astronómicos
una constelación
y vos
parado en el último planeta
a punto de saltar hacia otra galaxia
y yo orbitando
por el universo oscuro hasta alcanzar
pupilas de animal diminuto
profundidad de ojos libélula
vos
que ves mi mirada impregnada de luces de noche
y el pelo desastre feliz
por mi modo de caminar y de hablar
de reír y de hacerlo juntos
me ves increíble decís
pero yo me siento
caracol deshabitada
sin lugar entre los animales del camino astronómico
que tengo que abrir la cajita de insectos encantadores
para recordar
recordarme
los filamentos plateados
la iridiscencia de pelitos
caricias en la cara
alas rozándome los hombros
ojito insecto mirándome de frente.
Avanza
mi eclipse
siento que sos
mi sueño
libélula azul
arco del sol
movimiento aparente de estrella
y yo quieta.
Quizá pueda
recobrar la noche
lo que es de la noche
qué será de mí cuando
el sol haya finalizado su arco
mañana
por dónde saldrá
y otro intento
de ser yo quien
salga a volar
pienso entonces
en el planeta errante
habitado por mis días
y un final
de tarde con marea viva
arrancándome los sueños de agua con agua
y yo recostada en la arena
y las alas chiquitas
mojadas
al aire.



*De Lorena Suez. suezlorena@gmail.com


- Lorena nació en 1975 en la Ciudad de Buenos Aires, es Licenciada en Ciencias de la Comunicación y Psicóloga Social.
En 2016 publicó Intemperie, su primer libro de poemas, por Viajera Editorial. Participó en 2015 con su relato “Desde el Mandarino” de la Antología Tetas. Historias de Pecho, por Textos Intrusos. Hace varios años es convocada para leer en la Feria del Libro, en ciclos de poesía, programas de radio y eventos artísticos. El 11 de agosto de 2018 publicó Mis Vendavales, su primer libro infantil por la editorial Peces de Ciudad. Con Mis Vendavales viajó a España y presentó el libro en diversos espacios como bibliotecas, radios y librerías, alcanzando a un gran público infantil. Hoy, se encuentra escribiendo un libro de ficción para adultos y dictando un taller sobre “Las emociones en la palabra escrita”.














Sjöfn*



"Después de haber pasado varias veces por el planeta Sjöfn los seres tienen una vida sin pasión. Los supera saber que su nuevo cuerpo tiene fecha de vencimiento; ya no sienten estar en una vida verdadera con peligros y desafíos, incertidumbres, frustraciones.... se limitan a administrar su tiempo en redes psicofísicas en las que confirman su pertenencia con gestos tan automáticos, tan naturalizados en su inconsciencia (...)"

Por eso el hombre ruega que lo transfieran a un planeta de "sangre caliente" donde la vida merezca ser vivida. Donde pueda sentir de nuevo -como aquella remota vez- que cada instante es un principio y un final.



*De Eduardo Francisco Coiro.














*



Transparéntate, hazte viento, roca, orúgate… Descubre tu piel, anfíbiate en la tarde dulce que te insecta. Menea la sustancia montañosa que te hace retoño de flor de cacao, amíbate mientras paso a paso te termita esta luz incandescente que te vuelve un punto en este tiempo, tiempo en que te niegas a ser otra cosa: luciernágate, lampréate, sangüijuélate. Osifica tu intestino, hormígate como lo hace el canto. Rinocerontéate con el color de la Vía Láctea… Respírate, engullete, vomita, defeca el nombre que quieras darte: así nacen los cúmulos de estrellas. Desprecia tu imagen en el reflejo de las patas desmembradas, hazte menos que nada, renace, garzachapulinérate, o como sea que se diga… Pero hazlo no muy lejos de aquí...



* De hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com


















El viajero de lo imposible.*



1


“Mi corazón está ya en estas praderas,
en estas aguas anubladas por la niebla.”
Salvatore Quasimodo.



Llegadas las alas ennegrecidas
de esa inquietud,
hemos de odiarnos
con el amor, sabemos
que no tenemos
otra razón, salvo
ser extinguidos
por el diluvio del fuego
prometido, o por el silencio
al no existir.




2


Extendí el brazo
para buscarme entre ellos
definiéndome
en su soledad
o en sus rostros macerados
por el olvido, y ninguna voz
vino a mi encuentro,
salvo el grito
que no escuché, antes de partir
a su encuentro.




3


Y fue su ciudad
nido en las palmas
de mis manos,
mi lengua se perdió
en la disyuntiva
de sus callejuelas;
la sombra se hizo
con las mentiras
que traía en mi rostro
y en una voluble esquina
me esperaba la vida,
a la que nunca quise conocer
en primer plano.



*De Daniel Montoly.














El viejo de los barcos*



Cuando ya todos nos habíamos olvidado de doblar papel, apareció el viejo. Se sentó a un costado del universo y comenzó a plegar barcos.
Los fue largando, uno a uno, para que naveguen por las estrellas y nos recuerden la niñez.



*De Ana María Broglio.
Dolores-Villa Gesell


(En recuerdo de la querida Ana María Broglio fallecida en diciembre de 2017)










Inventren



-Próxima estación:

JUAN TRONCONI.

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.



***


En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:

ELÍAS ROMERO.

KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.
LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.





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