martes, junio 23, 2020

LA VUELTA AL MUNDO EN 100 ANDRADIS



*Dibujo de Erika Kuhn. https://obraerikakuhn.blogspot.com/












On demand *



En el universo hay una señora que barre
el polvo que se acumula en los agujeros negros
que mirándolos bien como ella sabe
no son tan negros
apenas oscurecidos
por una nube de polvo
que de vez en cuando hay que barrer

en el universo hay un montón de cosas
y una increíble ambición por agrandarse
y agrandarse
hasta los confines de no se sabe bien qué
y la señora que barre se impacienta
cada vez más espacio
cada vez más polvo
y ella sola
contra los agujeros negros
y su súper escoba para los polvos del universo


*De Esther Andradi. esther@andradi.de
-Inédito









LA VUELTA AL MUNDO EN 100 ANDRADIS









1. Vino Marx



Al costado del Mosela se yergue esa ciudad llamada Tréveris, la más antigua de Alemania. Diz que la fundaron los romanos, hace una pila de siglos, y para que nadie lo olvide, dejaron su impronta en la Porta Nigra, donde, entonces empezaba el muro protector, y  ahora la peatonal. Príncipes y arzobispos, duques y reyes se turnaron para competir por el esplendor en las construcciones y monumentos: el Palacio de los Príncipes Electores, la Basílica y el convento. Entre una cosa y otra, porque la vida se hace de días y de horas, la gente sin nombre trabajaba como esclava, y sierva, y hasta proletaria, arrojando el bofe entre pestes y tisis y hambre, construía el puente imperial sobre el río para que que pasaran las legiones sin mojarse las sandalias, y la catedral  y las iglesias románicas y góticas, implorando al Altísimo, y también el empedrado, y los comerciantes traían sus productos al mercado y las jóvenes y viejas cocinaban para grandes fastos entre hambrunas crónicas.

En esta ciudad sede de la túnica sagrada de Jesús, un cinco de mayo de 1818 nació un niño a quien llamaron Karl. Su casa era una casa barroca de tres plantas, en el número diez de la Brückenstrasse, -la calle del puente- y muy cerca del mercado donde desemboca la calle de los carniceros y del otro lado la de los panaderos. El joven Karl, hijo de una familia acomodada de rabinos convertidos al protestantismo, creció viendo aquello que los demás ignoraban, y que él, nítidamente diferenciaba: Los esclavos muertos durante la construcción del imponente puente imperial sobre el Mosela, los siervos trayendo y llevando la piedra para edificar los templos, los proletarios de la revolución industrial. La clase atravesando los puentes de historia enterrada. La dialéctica de la emoción y el candor,  diría un graffiti siglo y medio después, en 1968.

Pero antes de la peatonal y las marcas del consumo estampadas en todas las riberas de todos los ríos, antes de la publicidad y del todo va mejor, y de la confirmación – repetitiva- de la estupidez infinita a través de la pantalla y el video y el i-pod y el mp3 y el celular, antes de ello, el  hombre, a quien entretanto le había crecido la barba,  que ya había estudiado leyes y filosofía y que había escrito acerca de un fantasma que recorre Europa,  debió esconderse y exiliarse para siempre de la casa de tres plantas y el Mosela, y de Alemania y  Francia, acusado de exceso de imaginación y por las dudas. Se llamaba Karl y se apellidaba Marx.

Su casa,  que ya no es su casa, 137 años después de su muerte, es un museo adonde 60 mil turistas año por año, como yo, van a respirar el aire que fue su aliento. A un costado, un afiche irónico: a afeitarse, Gillete. Su rostro barbudo adorna una taza de café; un vino del Mosela lleva su nombre.

El vino, no han podido evitarlo, es rojo y espeso, como su logo.



-La Jornada Semanal, México, 2010













2. REDOBLE POR MANUEL SCORZA (1928-1983)
LA ENTREVISTA QUE NO FUE



Manuel Scorza (Huancavelica, Perú, 1928; Madrid, 1983). Novelista, poeta y editor peruano de la Generación del 50, uno de los más grandes narradores del realismo mágico andino, junto con Ciro Alegría y José María Arguedas. Autor de numerosos poemarios y de la saga de “la guerra silenciosa” compuesta por seis novelas, que comienza con Redoble por Rancas, narra las luchas de los campesinos contra la explotación y contaminación de las compañías mineras en la sierra central del país. Traducido a cuarenta idiomas, y después de haber publicado en febrero de 1983 su última novela, La danza inmóvil, el Vuelo 11 del Boeing 747 de Avianca, en el que iniciaba viaje rumbo a Bogotá junto a otros intelectuales para participar en un congreso, se estrelló en su aproximación al aeropuerto de Madrid.

La escritura de Manuel Scorza fue brotando entre exilio y exilio. Con sólo 20 años de edad se vio obligado a partir por primera vez a Francia como consecuencia del golpe militar del general Manuel Odría y su gobierno dictatorial. Regresó a Lima en 1955 y volvió a exiliarse en 1968. A fines de 1980 retornó a la capital peruana, donde tienen lugar los encuentros que registra este retrato póstumo. En 2008, al cumplirse los primeros 25 años de su muerte, los editores Mauro Mamani Macedo y Juan González Soto reunieron testimonios, relatos y semblanzas del escritor en la publicación Manuel Scorza, homenajes y recuerdos, donde se incluye La entrevista que no fue.

En medio de muchos “si” dos me dijeron “no”. Uno fue Atahualpa Yupanqui. Lo busqué tras bambalinas después del que sería su último concierto, en la Sala de la Universidad de las Artes, en el entonces Berlín Occidental, para pedirle una entrevista.
-Odio las entrevistas- me dijo. –Conversemos, sí, pero prometeme que no vas a publicar lo que te cuento sino cuando me muera.
Prometido.

El otro fue Manuel Scorza.

Apenas llegada al Perú, a mediados de los setenta, quise conocerlo. Poco antes de salir de mi país por un período que imaginé de tres meses pero que iba a durar varios años, había leído su novela Redoble por Rancas y algunos de sus poemas en un extenso reportaje realizado por el crítico Albert Bensoussan y publicado por la revista argentina Crisis en 1974.

Scorza vivía entonces en París.
En el Perú solían llamarlo la vieja. No sé si peyorativamente, más bien diría por su fisonomía, como la de un Dante serrano. Si eventualmente alguien elogiaba su narrativa o su poesía, los comentarios se empantanaban al mencionar su paso por el mundo editorial, de una intensidad y apasionamiento como todo lo que hizo en su corta vida. En el período que va de 1957 a 1966, entre dos exilios, Manuel Scorza se radicó en el Perú y se dedicó a promover ediciones populares con festivales de libros y luego con la creación del sello Populibros. Toda una hazaña en un país que vivía el analfabetismo y la exclusión como maldición bíblica. Ediciones de diez mil ejemplares de obras de la literatura peruana, latinoamericana y universal inundaron los kioskos al precio de un sol y se agotaban en semanas. El éxito inusitado superó todos los cálculos y repitió la experiencia en otros países del continente, aunque sus colegas peruanos le reprocharon desprolijidad en las ediciones y derechos de autor impagos entre otras cosas.
La experiencia de Populibros marcaría para siempre la historia editorial del Perú, pero se necesitaría más de una generación para que ese nombre resurgiera como glorioso antecedente de las ediciones llenas de colorido y aventura de Sarita Cartonera, la editorial popular de este nuevo milenio.
Durante aquellos años recorrí el centro del país: Huancavelica, La Oroya, Cerro de Pasco. Encontré el color de la mina en los rostros de la gente, la contaminación del mercurio bajando por el cauce de los ríos, la montaña arrasada por la explotación y el viento. Los personajes de Redoble por Rancas sobrevivían allí, fantasmas rondando esa noche larga en busca de luz. Ese territorio era impresionante, indescriptible, un planeta desconocido que transformaba mi ignorancia en estupor. Sin traducción, sin palabras. Un acercamiento a la comprensión de ese mundo lo constituyeron sus novelas.
Se lo dije cuando lo conocí, recién en1981. Pero no logré ablandarlo para una entrevista, que me hubiera venido tan bien por ese entonces.
Era primavera en Lima, la húmeda y gris, y después de unos meses de residencia en Berlín yo había retornado al Perú junto con el fotógrafo alemán Steffen Haller. Juntos pretendíamos establecernos como periodistas en ese país que ya estaba en las puertas de una violencia arrasadora. Ya no recuerdo exactamente dónde lo conocí a Manuel ni quién nos presentó, la cosa es que en esos tiempos de reacomodamientos difíciles, estructuras despeinadas y trabajos al borde de un ataque de nervios, lo primero que le pedí fue una entrevista.

-Es que yo cobro por ellas.- me respondió.

Me mató. Pensé que era una provocación, no me resigné y durante algún tiempo perseguí la búsqueda de la exclusiva. Que no fue.

En una conversación con el poeta ecuatoriano Jorge Enrique Adoum a fines de los setenta, y que éste rescató en sus memorias, Scorza le confiesa que ha decidido cobrar 1000 dólares por entrevista.

-¿Y cuántas hiciste desde que tomaste esa decisión?- le pregunta Adoum.

-Pues todavía ninguna- le responde Manuel a carcajada limpia.

Claro que mi situación de entonces no estaba para repreguntas ni hubiera sido capaz de  manifestar ese humor, así que ignorar la cifra fue un alivio.
Tenía una forma irresistible de relacionarse. Decía “vamos”, y aquello que parecía tener el carácter de una orden, era obedecido divertidamente. Llegó a visitarme varias veces y si me veía triste o contrariada nos arrancaba de la casa a S. y a mí y nos llevaba al Haití donde nos encontrábamos con otros amigos, o sencillamente al malecón a disfrutar la puesta del sol.

No estés triste era su lema. No le des ventajas a la adversidad.

Era una tromba. Una energía arremolinada para conversar, concebir locuras, para inventar.

Escribamos entonces un poema al alimón- propuso una vez, gozoso. Tomó un lápiz y comenzó.

...Te esperé...
... con flores y champaña -continué
...pero como en el tango
...nunca llegaste

Y así seguimos, muertos de risa. Esa cuartilla Din A4, con su letra despatarrada y la mía haciendo juego, debe andar todavía entre las cajas que mudaron la memoria a través del Atlántico varias veces. Si no se lo comieron las polillas, como dirían Les Luthiers.
La última vez que llegó a casa, llevaba una chaqueta verde a cuadros y una camisa rosada, muy impactante. Debe haber sido a fines del 81 o a principios del 82. Parecía de fiesta, y lo estaba: venía con una exclusiva debajo del brazo. Era el manuscrito de La danza inmóvil. Insistió en leerme un capítulo, aquel donde el protagonista finalmente hace el amor con Marie Claire y que por suerte está algo cambiado en la edición definitiva. Recuerdo que la versión original era bastante kitsch además de machista. Se lo dije, pero eso era algo que a Manuel no le importaba. Al contrario. Le gustaba provocar con declaraciones del tipo:

-No es verdad que todas las mujeres son iguales- Hay algunas que son peores.
Y cosas por el estilo.

Ya no volví a verlo con vida. A fines del 82 retornamos con S. a Berlín. Y en diciembre de 1983, de paso hacia mi regreso a Argentina, donde se asomaba la democracia, aterricé en Lima. Pocos días más tarde llegaron los restos de Manuel Scorza. Estuve en su sepelio, junto a tantas otras personas, acompañando esa travesía, apoyada en un muro de tristeza e incapaz de articular palabra. Perpleja, como frente a sus personajes, contemplé el paisaje de los rostros, y supe que ese país, atravesado por tanto dolor como belleza, había cambiado mi vida para siempre.


-Manuel Scorza, homenajes y recuerdos Andesbooks Lima, Perú, 2008









3.  REQUIEM POR RIOBAMBA



Esa casa de la calle Riobamba era prefabricada, una miniatura.

En esa casa escribía en el armario. Un espacio entre el baño, la cocina y el dormitorio, que se abría  para escribir y se cerraba para guardar.
Era el antecedente del archivo digital, pero entonces yo no lo sabía.
Tipeaba por las noches, culpable por molestar, por no compartir el lecho, por la luz encendida.

En esa casa me embaracé, sufrí mi primera pérdida, y los espasmos se fueron sólo cuando permití
que la sangre arrasara con todo.

En esa casa pinté lila y blanco los muebles del dormitorio, la alacena verde y amarilla,
los muros rosados.

En esa casa fui joven y tuve tres perros: Violeta, Zorba, Bakunin.
A Violeta la atropellaron y debí entregarla al veterinario para su sacrificio.
Todavía hoy, cuando siento pena, me acarician sus ojos dulces.
Zorba huyó del estruendo del año nuevo.
Bakunín se quedó hasta la muerte.
Cuidando el lugar de quien no volvería.
Yo.

Miedos, utopías, nacimiento y muerte, la revolución, el amor:
la ascensión del Chimborazo.

Todo permaneció intacto en esa casa que esta noche me visitó en sueños, envuelta en celofán, como un regalo de Christo, anexada a mi vida hasta el fin del mundo.



-Hispamérica Nro 137, 2017











4. VOLVER


a mi Corrientes porá...
(Chamamé)



El sol alumbra Boulogne sur-Mer aquella tarde de marzo de 1848 cuando el general en exilio avanza rumbo al norte. Atrás deja París, la revolución, el caos, la aniquilación de los relojes. Adelante el futuro dibuja el mar, el canal de la Mancha, y adivina entre brumas ese territorio al que no puede volver. Los prados entonces huelen a pasto húmedo y la llanura se parece demasiado a aquel paisaje de provincia junto al río.

¿Corrientes queda en Boulogne? Desvaría el general.

Soy general de un reino que soñé. El reino de los pueblos originales junto a mestizos y criollos. Ganamos la guerra contra la colonia pero el reino que anhelé está dinamitado. Es un montón de pedazos y cada pedazo un botín del poder. Un poder ínfimo, pasto de dictadores, de gente sin memoria. ¿Donde quedaron nuestras raíces? ¿Dónde la paisanada india que apoyó nuestros ejércitos? Si no fuera por ella habríamos perdido la guerra. Pocos criollos estaban dispuestos a entregar sus privilegios. ¿Independizarse? ¿Para qué? Si ellos, los mismos que ahora se arrogan el poder, no la pasaban nada mal bajo el Virrey. El imperio estaba lejos, pero la indiada en cualquier momento se hacía cargo del cabildo. Y había que acabar con los alzados.

Una vez despedazado, el reino será carne del festín de los lobos.

Conozco Europa. Y también América. Porque me parió una india correntina y me gradué en  batallas contra Napoleón. Soy de los que tiene un pie acá y otro allá, pero mi corazón no tiene dudas.

¿Adónde ir? La alternativa al París violento arroja al Libertador de medio continente a la incertidumbre de una bruma.
El general en exilio, que un siglo después será venerado como  Capitán General del Ejército de Chile, Protector del Perú, General del Ejército de los Andes,  queda anclado en Boulogne.
El viento, la niebla, el asma lo esperan en la frontera.
La barca llega pronto, y en poco más de un año se carga al desterrado.

Dicen que un arcoiris de verano acompañó su tránsito hacia ese reino del que no se vuelve.  Entonces los relojes dieron las tres de la tarde antes de extinguirse para siempre.



-Todo el país en un libro Selección: Sergio Gaut vel Hartman, EdlG 2014











5. DEJARSE LLEVAR


Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado
Wislawa Szymborska



Las mañanas son vertiginosas. Saltar de la cama, cepillarse los dientes, levantar a los niños, asearlos, vestirlos, sacar el traje del armario, preparar el desayuno, hervir el agua, tostar el pan, untar la mantequilla, llenar la lavadora, funcionar y resolver sobre la marcha, correr y correr, con serenidad y soltura, sin perder un minuto ni un segundo, el vaivén de una puerta que no se termina de abrir ni se acaba de cerrar. Y descubrir azorada, perpleja, hinoptizada, que está en el agujero negro, que la nebulosa la envuelve, que se diluye todo lo que la rodea, que una fuerza irresistible la chupa, la arrastra, la lleva, la sumerge, su cuerpo tiene la consistencia de una hormiga en el water, es una mosca en la leche, la irresistible sensación de ser impelida sin mover ni un labio ni un músculo, se deja caer al vacío como una bailarina, está en el borde del agujero negro en el horizonte 24 de la vía láctea, en un amanecer permanente, o es un crepúsculo, pero no piensa ni siente, dejarse llevar, vuelta y vuelta, lo que devora también expulsa, el horizonte 24 es una ficción que se derrama como el jugo sobre el plato, ay hijo qué has hecho, el líquido sigue su recorrido por la mesa, se vierte sobre el piso, el niño lo impulsa con su cuchara, la niña sigue el fluido con su galleta, tomar una esponja, eliminar los últimos vestigios de lo que sea sobre la baldosa, secar la cerámica, liberar sus manos del trapo volador, correr a su trajecito recién planchado sobre la cama, se lo va a poner, se va a vestir, se va a convertir en la señora dueña de sí que dirige ese carrusel, que es restaurante, lavandería, spa, terapia de grupo y hasta psiquiatría si no hay modo, hotel cinco estrellas de día, burdel de madrugada, centro de rehabilitación.

Se pliega en dos, se vuelve lámina, el viento la agita, ahora es varias planchas de diferentes colores, sostenida por un eje muy firme, es un Calder mecido por la brisa, y da vueltas y vueltas y vueltas para regresar del futuro donde estuvo mirando su vida desde la licuadora.

A desayunar, que llegamos tarde- oyó su voz emergiendo desde un amanecer luminoso- y saltó a la calle cantando con sus crías de la mano para alcanzar el bus de las 7.43 que dejará a los niños en la escuela y después seguirá ella hasta el día completo que la convierte en la tarde.



-Blog EscritoresDelMundo, marzo 2014












6. ON THE ROCKS



El dolor se tragó mis ideas, mis proyectos, mis locuras.
En su lugar quedó un hueco, una cala donde el mar se acomoda por las noches, despacio.
Cuando hay luna, descontrolado, sube a buscarla.
Entonces me despierta una sirena.


-Inventiva Social - 2018









7. MEMORIA DE ATOLÓN


….amores habrás tenido/amores en todas partes


La furia contenida no arroja fuego, lo consume.
Entonces, el cuerpo afiebrado clama por agua en todos sus colores y estados, hasta que la isla se hunde. En su lugar aparece el coral, peces multicolores y el azul marino de tus ojos.
Inconfundible.


-La batidora literaria, 14.02.2020












8. DE LEVANTE


viajando se conoce gente
Ana María Shua



A mí sí que me tocó lucharla para sobrevivir. Mis antepasados se hacinaban en pangolines, compartíamos covachas con esos bichos amenazados de extinción, mientras los más jóvenes, en secreto, soñábamos con llegar a Europa y conquistar el mundo. Saudades de viajar en jet y hartos de matar el tiempo en ese confinamiento siempre con los mismos muchachos y chicas de la fauna, y ni te digo ¡hasta de la flora!

Un golpe de suerte me liberó: el navajazo de un cocinero rompió el hechizo y ahora navego en crucero por donde se me ga la gana, veni vidi vice, hasta latin aprenderé.
Por lo pronto hice buen pie en Italia. El futuro es promisorio.

Pero nadie me había dicho que los humanos eran tan tímidos, pasan mucho tiempo encerrados detrás de las puertas.
Igual. Ni punto de comparación con lo que vivieron mis abuelos. La libertad es un bien que no cambio por ningún otro. Aunque me pase el día arrimado a este farol de la esquina esperando que alguien me levante.


*Brevirus, Antología de microficciones, selección Lilian Elphik .
20.06.2020














9. REBUSQUES


Busco y busco y recontrabusco mi contacto en las redes, internet, el face, instagram, youtube y por ningún lado lo encuentro.
Sin abrazos soy el eslabón perdido.


-Inédito














10. FRONTERIZA

Bésame, bésame mucho…


Corro, de un lado para el otro y estoy siempre en el mismo lugar.
Me siento al escritorio y no puedo estarme quieta.
Mis glándulas gritan, se ensanchan, muerden.
Mis pies se agitan, mis manos se paralizan.
Sonido de grillos en los oídos,
la lengua pesada adherida al paladar bloquea la palabra.
Todo el cuerpo bajo presión:
una locomotora se asienta en los tobillos, empeñada en tomar el control.
En pocos minutos voy a evaporarme.
Morirá esa criatura célebre por sus extravagancias y su aire pretencioso.
En su lugar nacerá una hiena, un sapo, una medusa, que guay con mirarla.



-Microcósmicas, Macedonia Ediciones 2017












11. ALEJANDRO NUNCA ESTUVO EN LA TUNDRA



Estando Alejandro en las estepas heladas del Norte se le acerca una dama que le cuenta su vida. Alejandro oye y oye, como quien ha aprendido a escuchar porque sabe que su lengua tiene tanto filo como ternura. La susodicha se embelesa más y más, y Alejandro comienza a dudar. Es mi deseo o el de la señora, se pregunta. La chica se tiene que ir pronto, lo toma de las manos, le besa el rostro, se le tira encima al adusto Alejandro, quien siente, sumido en el espanto, el infinito placer que le proporciona el contacto con la dama, la piel de la dama, la voz de la dama, -y ahora sí que viene el conflicto- el idioma de la dama. El idioma de la dama es el mismo que el de su madre, que el de su hermana: es la lengua del amor de su Macedonia original. Son los susurros del deseo, el jadeo de la consonante suspendida en el paladar, la conspiración de las vocales. Y él, por primera vez, siente la trampa de ser extranjero. Tirado en su celda de campaña aúlla su desasosiego y vuelve a la pregunta del principio. Es mi deseo o el de ella. Preguntarse sin embargo, no lo hace libre. Desterrado, se despeña por los senderos de la jeringonza, invadido por una profunda añoranza de diptongos y esdrújulas. Imposible esconderse, esas sílabas lo encontrarían de todas formas. Entonces toma su caballo, lo espolea y huye, perseguido por el sol de esas palabras que van derritiendo el hielo bajo los cascos.

Y tiene miedo.



-Apofántica Nro 6, Mar del Plata, 2009















12.


¿De qué tamaño es el cordón?
¿De qué longitud el cordel por el cual te anudas a mi cuerpo y te desatas?
¿De qué dimensiones la herida borroneada en tu piel, que anuncia el olvido de la antigua unidad? ¿De qué color la muestra de la sangre que separa tu trazo del mío, tu riesgo de mi peligro, tu corazón de mi esperanza?
¿De qué peso la aguja que habrá de tejerme a tu historia, la certera que hilvanará tu centro a mi eje? ¿De qué textura el encaje que nos bordará, silenciosa, cada paso, cada aleteo?
¿Cuántos centímetros, cuántos metros, cuántas yardas entre tu vientre y el mío, desatando lo que atamos, anudando lo desanudado, bordando lo descosido?
¿De qué espesor la transparencia de la hebra que más se afirma cuanto más se corta?
Es inútil: no hay gramática capaz de atrapar la desmesurada escritura del ombligo escurriéndose como pez en el umbral de la vida.


-Tanta Vida, Novela, Simurg 1998












13. XVIII


Locas. Dicen que están locas. Locas de amor, de derrumbe, de deseo.
Locas por la justicia. La locura es poesía urbana. En el delirio se concentran frustraciones, alegrías, descalabros, furias y desmesuras de una sociedad, y se plasman en la calle como un árbol florecido o una vidriera. Locura es paisaje urbano, la pieza que define el puzzle, la fruta que destila el jugo. Y cuando la sociedad no puede tolerarla, la borra, la inyecta, la lobotomiza. La condena a encierros en manicomios secretos.
En vano se empeña en aniquilar la carcajada vital frente a la estupidez de la normalidad. Cada sociedad tiene su alfombra para hacer desaparecer sus locos y locas. Que los pongan debajo y los pisen, no significa sin embargo que hayan terminado con ellos. Solo han escondido por un instante la poesía, han amordazado las bocas para que callen, han maniatado los cuerpos para que no dancen, pero igual permanecen, como los libros que nadie compra, circulando entre catacumbas.


-Berlín es un cuento, novela, Alción 2007








100 ANDRADI 100
-Para INVENTIVA SOCIAL-


No son cien textos ni cien palabras, son cien pájaros volando para quienes los prefieren revoloteando en alturas y no enjaulados. Que estas palabras aleteen también adonde las lleve el viento. Contiene de todo un poco: textos publicados en periódicos, poesía, fragmentos de novela, cuento, microficción…



1. Vino Marx (Glosa)

2. Redoble por Manuel Scorza (La entrevista que no fue)

3. Requiem por Riobamba (poesía)

4. Volver (Glosa)

5. Dejarse llevar (cuento)

6. On the rocks (microficción)

7. Memoria de atolón (microficción)

8. De levante (microficción)

9. Rebusques (microficción)

10. Fronteriza (microficción)

11. Alejandro nunca estuvo en la tundra (poesía)

12. Fragmento de Tanta Vida (novela)

13. Fragmento de Berlín es un cuento (novela)












*

-Esther Andradi para Caroline Lepage con motivo de la traducción de la microficción “Recuerdos de provincia” al francés (2012)



Tradabordo. ¿Cuánto hace que escribe y qué lo impulsó a escribir?


Escribo, cuento y me cuento desde que tengo memoria, con menor y mayor éxito y más o menos frustraciones. A los 17 años elegí estudiar Ciencias de la Información y comencé a ejercer el periodismo radial y escrito muy pronto, lo que me permitió vivir de la escritura en los diferentes países donde me tocó vivir. Escapé de la violencia argentina en 1975 y llegué al Perú, donde comencé a escribir para el periodismo. Lima fue un lugar propicio para mi escritura, allí publiqué Ser Mujer en el Perú junto a la poeta Ana María Portugal, una aventura que se convirtió en un clásico.




Tradabordo.. ¿Qué clase de lectora es?


-Caótica, compulsiva, ansiosa, obsesiva. Nací en el campo, en la pampa santafesina, y cuando tenía seis años mis padres se mudaron a un pequeño pueblo de unos mil habitantes. Agoté los libros que había allí: los de la senora Ñata, la maestra vecina de mi casa, los de la biblioteca de la escuela y los de la biblioteca del cura párrroco. Leía el diario que llegaba con un día de atraso, las historietas, las revistas y libros escolares de mi hermana, todo lo que caía en mis manos. La fascinación por los libros no me abandonó nunca. Desde muy temprano la lectura fue la puerta abierta al mundo, los libros me dieron todos los viajes y alimentaron mis sueños. como bien decía Borges, para mí también las bibliotecas son lo más cercano al paraíso.



 Tradabordo. ¿Cuáles han sido sus principales fuentes de inspiración llegado el momento de escribir – ya sean del campo literario u otros?


-Los libros, el cine, el teatro. Y la vida, mi vida, los sueños, las noticias, la calle, los relatos de familia, historias de desconocidos...el mundo es un tesoro de libros no escritos y cada vida mil historias work in progress



 Tradabordo. ¿Cuando escribe, piensa en el « lector », si así fuera, quién / cómo / dónde está?


-Soy “mi” lectora, a veces exigente, otras idiota, siempre desesperada y ansiosa, pesada o criticona, entusiasmada: a veces no es fácil darme con el gusto.



Tradabordo. Cuando está falta de inspiración, ¿dónde o cómo la encuentra de nuevo?


-El humorista argentino Roberto Fontanarrosa decía que la creación es 10 por ciento de inspiración y 90 por ciento de transpiración. Lo que urge, para mí, no es la inspiración, sino los afanes para seducirla,  para que ella, por nada del mundo, me cambie por otra.



Tradabordo. ¿Nos puede hablar un poco del cuento traducido aquí?


-Recuerdos de provincia es una historia de las tantas que me cuenta mi madre, y me asegura que son verdaderas. Desde que vivo fuera del país, la veo poco, pero ella es un arcón de secretos.
Metamorfosis I pertenece a la serie de bichos y otras yerbas, un homenaje a la vida y su devenir, y fue publicada en Cartón Lleno, la muestra de microficciones argentinas que reunimos con Sandra Bianchi en dos tomos en 2012. Vino es de mi libro Come, este es mi cuerpo, micros en torno a comida y eros, publicado en 1991.



Tradabordo. ¿Qué impresión le causa saber que su cuento está siendo traducido?


-Alegría inmensa, curiosidad, un estado de encantamiento, similar al que produce el enamoramiento, cuando un cuerpo es deseado por otro. Que una lengua se acerque a otra, intente decirla, interpretarla, me despierta un sentimiento muy particular.



Tradabordo. ¿Qué opinión le merecen las nuevas tecnologías en lo que a literario se refiere?


-Excelente la posibilidad de difusión, sobre todo de textos cortos como el cuento, la microficción, la poesía. Apasionante el alcance de circulación de los textos. Apabullante la oferta de lectura, a veces capaz de producir abulia, y ojalá que nunca, rechazo. Sin embargo es una puerta abierta de par en par, y no hay que temerle al viento.



 Tradabordo. ¿Si estuviera en el lugar de Rilke, qué consejos le daría a un « joven poeta / escritor »?


-Que lea, mucho, de cualquier parte y de todos los tiempos. Que se deje extasiar por la lectura de los clásicos, que nunca sienta como amenaza que ya se ha escrito todo. Siempre hay espacio para una mirada más: la literatura es un viaje que nunca termina. En el camino está el placer, y caminarlo es apasionante. Lo demás, el éxito, las ventas, la gloria, son fenómenos extra literarios.



 Tradabordo. ¿Tiene una versión personal del dinosaurio de Monterroso?

-Para que el pequeño Dino se duerma, su mamá le cuenta el micro de Monterroso.







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-Esther Andradi es escritora, ha vivido y trabajado en diferentes países. Nació en Ataliva, un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe, Argentina, y en 1975 emigró al Perú, donde fue reportera, columnista, y jefa de redacción. En 1980 viajó a Europa y se radicó en Berlín (Occidental). En 1995 regresó a Argentina y vivió ocho años en Buenos Aires. Desde 2003 vive y escribe en Berlín. Sueña con un túnel que conecte Buenos Aires y Berlín, de manera que sea posible pasar rápidamente de una metrópoli a otra. En sus textos emprende a menudo semejantes traspasos entre uno y otro mundo, reflexiona sobre los cruces y márgenes, sobre aquello que se pierde en la travesía. Y también lo que se gana. Publicó crónica, ensayo, poesía, microficción, cuento y novela. Sus relatos fueron editados en numerosas antologías y en diferentes idiomas. Sus ensayos sobre cultura, memoria y migración se publican en diversos medios de América, España y Alemania. Tradujo la poesía de la poeta alemana negra May Ayim al español. Editó la antología "Vivir en otra lengua", pionera en la construcción de un espacio para la literatura latinoamericana que se escribe fuera de las fronteras de los países de origen. Ha sido traducida a varios idiomas, últimamente al islandés.




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(Gracias Eduardo Francisco Coiro por regalarme este espacio celebrando mi cumpleaños.)








Inventren



-Próxima estación:

JUAN TRONCONI.

En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Provincial:

CARLOS BEGUERIE.   FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.
ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.



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En el recorrido del tren literario por Ferrocarril Midland:


ELÍAS ROMERO.

KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.
LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.






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