lunes, octubre 12, 2020

EDICIÓN OCTUBRE 2020.

 

*Foto de Liliana Sbocci.

-Epuyén. Patagonia andina.

 

 

 

 

 

Senderos*

 

Los estrechos caminos que transito

¿son acaso los mismos que un día recorrí?

 

Recuerdo mañanas claras y días de lluvia.

La tierra, las vainas, el césped, los pinos...

Los colores de antaño eran distintos.

 

Hoy todo es un sendero solitario y angosto.

Sin un arbusto a los costados.

Sin una fuente allá a lo lejos.

Sin un río.

Los animalitos de otro tiempo

¿en qué veladas dimensiones moran?

El canto de los pájaros, hoy enmudecido

¿es tal vez la memoria de lo que nunca fue?

 

Y si pudiera contemplar mi reflejo

en las aguas quietas de un remanso

¿sería acaso mi rostro el observado?

 

Será que el tiempo todo lo transforma

pero siento nostalgia

de aquel que fui en las tardes del otoño

que nos juntaba alrededor de la esperanza.

 

El destino del hombre es seguir caminando

seguir mirando con amor los nuevos horizontes

a pesar de los paisajes y las muertes

que van quedando atrás como fotos calcinadas.

 

*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com

-De Por si mañana no amanece, Poemas de @S_Borao_Llop

 

 


 

 

 

 

33 *


Dice que cierre el libro.

Que abra uno nuevo.

No siente nostalgia.

No hace rodar una moneda ennegrecida

Soñando con una perla.

 

Este libro pronto se convertirá en un gorrión lento

Y quedara aplastado en la biblioteca junto a otros y

 

Confundido con la humedad.

 

*De Noelia Palma. noelia261984@hotmail.com

-De Luxemburgo. El Mensú Ediciones. 2020.

 

-Noelia nació en Morón, en octubre de 1984.

-Realizó talleres literarios con Alberto Ramponelli y Eduardo Espósito.

Su primer libro de poemas, “Que la muerte nos ampare”, fue editado por Francia Ediciones en 2017. Tradujo a Charles Bukowski desde 2011. En 2017 publicó junto a Editorial Postales Japonesas su primera antología bilingüe: “Solo con todo el mundo”. En noviembre de 2018 editó en Ombligo Cuadrado “0034-Buitre hacia la nada”, que consta de dos libros en un solo ejemplar. En junio 2019 la editorial cordobesa Mascarón de proa publicó “La casa”.

En este 2020  publicó en agosto Marilyn por Dínamo Editorial, y en septiembre Luxemburgo, por El Mensú Ediciones.

 

 

 


 

 

 

 

REQUIEM POR RIOBAMBA*

 

*De Esther Andradi. esther@andradi.de


Esa casa de la calle Riobamba era prefabricada, una miniatura.

 

En esa casa escribía en el armario. Un espacio entre el baño, la cocina y el dormitorio, que se abría  para escribir y se cerraba para guardar.

Era el antecedente del archivo digital, pero entonces yo no lo sabía.

Tipeaba por las noches, culpable por molestar, por no compartir el lecho, por la luz encendida.

 

En esa casa me embaracé, sufrí mi primera pérdida, y los espasmos se fueron sólo cuando permití

que la sangre arrasara con todo.

 

En esa casa pinté lila y blanco los muebles del dormitorio, la alacena verde y amarilla,

los muros rosados.

 

En esa casa fui joven y tuve tres perros: Violeta, Zorba, Bakunin.

A Violeta la atropellaron y debí entregarla al veterinario para su sacrificio.

Todavía hoy, cuando siento pena, me acarician sus ojos dulces.

Zorba huyó del estruendo del año nuevo.

Bakunín se quedó hasta la muerte.

Cuidando el lugar de quien no volvería.

Yo.

 

Miedos, utopías, nacimiento y muerte, la revolución, el amor:

la ascensión del Chimborazo.

 

Todo permaneció intacto en esa casa que esta noche me visitó en sueños, envuelta en celofán, como un regalo de Christo, anexada a mi vida hasta el fin del mundo. 

 

-Hispamérica Nro 137, 2017

 

-Esther Andradi es escritora, ha vivido y trabajado en diferentes países. Nació en Ataliva, un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe, Argentina, y en 1975 emigró al Perú, donde fue reportera, columnista, y jefa de redacción. En 1980 viajó a Europa y se radicó en Berlín (Occidental). En 1995 regresó a Argentina y vivió ocho años en Buenos Aires. Desde 2003 vive y escribe en Berlín. Sueña con un túnel que conecte Buenos Aires y Berlín, de manera que sea posible pasar rápidamente de una metrópoli a otra. En sus textos emprende a menudo semejantes traspasos entre uno y otro mundo, reflexiona sobre los cruces y márgenes, sobre aquello que se pierde en la travesía. Y también lo que se gana. Publicó crónica, ensayo, poesía, microficción, cuento y novela. Sus relatos fueron editados en numerosas antologías y en diferentes idiomas. Sus ensayos sobre cultura, memoria y migración se publican en diversos medios de América, España y Alemania. Tradujo la poesía de la poeta alemana negra May Ayim al español. Editó la antología "Vivir en otra lengua", pionera en la construcción de un espacio para la literatura latinoamericana que se escribe fuera de las fronteras de los países de origen. Ha sido traducida a varios idiomas, últimamente al islandés.

 

http://www.andradi.de/es/startseite/

 


 

 

 

 

*


Quién puede sentarse a la mesa

y divulgar sin culpas el mensaje divino?

Casi nadie puede y sin embargo

un día se cae un peine al suelo

se le parten tres dientes

y llorás como si se tratara de otra cosa.

Creíste poder vivir sin imaginación

dejar a un lado todo y abrazar la carne

amar el café, traspasar el umbral de la casa

contar las virtudes del otro como justificación a la propia traición.

Una cama, un techo que mirabas insomne

el desayuno, algo parecido a la comodidad traspasando

las mañanas y las noches

el sexo como un don perdido

y del otro lado

qué.

 

*De  Mercedes Álvarez. alvamercedes@gmail.com

 

-Mercedes nació en Tandil, provincia de Buenos Aires, en 1979. Vivió en Mar del Plata hasta los diecinueve años. Entre 1998 y 2006 residió en España, donde se licenció en Sociología por la Universidad Pública de Navarra. Realizó un máster en Gestión Cultural.

Publicó los libros Vecinos (Baile del Sol, España, 2010), Historia de un ladrón (Caballo de Troya, España, 2010), Imitación de los pájaros (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2013), Ficciones súbitas (comp., Eds De aquí a la vuelta, Buenos Aires, 2013), Saigón (Zindo & Gafuri, Buenos Aires, 2015).

En 2013 con el relato Grow a lover ganó el premio Edmundo Valadés de cuento latinoamericano.

Recientemente publicó El cuerpo intacto (2017, Penn Press), y Grow a lover (2018, Pensamientos literarios)

 


 

 

 

 

La renuncia como obra de arte*

 

*Por Alejandro Badillo. badillo.alejandro@gmail.com

 

Para el escritor dejar una hoja en blanco es una tragedia. La hiperproductividad de este siglo privilegia el avance y la culminación. La renuncia parece un estado mental en extinción, algo vergonzoso. Eso lo expresó, quizás intuitivamente, Herman Melville en su cuento “Bartleby, el escribiente”. En la historia, el empleado recién contratado lleva la renuncia, el no-hacer, hasta el último límite. En el joven capitalismo estadunidense –no hay que olvidar que el título del cuento incluye esta frase “A story of Wall Street”– era revolucionario y peligroso no insertarse en el aparato productivo. Detener el ciclo de producción y consumo capitalista no destruyendo las máquinas, como lo hicieron los luditas en el siglo XIX, sino a través de la inacción parece un escenario cercano a nuestros tiempos, sobre todo después de la aparición del Covid-19 y la desaceleración de la economía mundial por varios meses.

 

En la narrativa abortar la posibilidad de terminar una historia puede ser, muchas veces, un avance. La reflexión que obliga a dar un paso atrás convierte a la escritura en un proceso artesanal, lejos de los sistemas de producción en serie que fabrican casi todo lo que consumimos. Escribir a mano, por ejemplo, obliga a configurar con anterioridad lo que se quiere decir y, después, poner en marcha un movimiento, un impulso nervioso que solamente se detiene cuando hay que poner en orden una nueva frase. En la era industrial, con la llegada de las máquinas de escribir a finales del siglo XIX, la escritura se vuelve impersonal y mecánica. Imprimir palabras en un parpadeo tiene, entonces, un carácter más definitivo. Sin embargo, también existe el riesgo de agotar el pensamiento en ese ámbito en apariencia uniforme. Es autor estadunidense Henry Miller refiere que escribir en su máquina, dar golpes enfebrecidos a las teclas, semeja un combate de boxeo. Incluso, a veces el golpe puede dejarte vacío y el autor se queda en medio del ring sin saber qué decir, a dónde dirigirse. Apenas intuye que la duda, bajar los brazos, renunciar, son elementos valiosos pues obligan a inmovilizar las manos y mirar lo que se tiene enfrente como si fuera la obra de un extraño. En la actualidad la historia sigue corriendo en la mente de quien escribe mientras la pantalla permanece en blanco, como una superficie estéril. La renuncia a seguir es sólo la punta del iceberg porque, bajo el agua, sumergida en la molicie de los días, se gesta una idea, una frase que aparecerá en cualquier momento y que será origen de otras.

 

La renuncia en el arte, particularmente en la literatura, tiene varios disfraces. Uno de ellos es la digresión. Este recurso –una molestia para algunos lectores– es un elemento problemático para alguien que espera una historia sin espacios en blanco o dudas. La digresión es, simplemente, una negación encubierta: son pasos que van y vienen, dan vueltas, regresan al punto de inicio para intentar una nueva desviación o escape. Como el silencio no es una opción, como se tiene que hacer algo, entonces viene el parloteo que rehúye la coherencia y se refugia en frases que se contradicen, se superponen o dicen las mismas cosas. El autor austriaco Thomas Bernhard es, quizás, uno de los máximos artífices de este procedimiento. Su renuncia ocurre en dos niveles: la dolorosa certeza de que el lenguaje es insuficiente para contar casi cualquier anécdota y el discurso alucinado de los personajes que significa, para el que sabe ver, la imposibilidad de seguir adelante. Todos los escenarios que describe el autor están determinados por objetos, planes o, incluso, construcciones que fueron abandonados. En Corrección, una de sus novelas más famosas publicada en 1976, el personaje principal reconstruye, febrilmente, sin éxito, los planes de un tal Roithamer para erigir un edificio en forma de cono en medio del bosque. Nunca se sabe, a ciencia cierta, la funcionalidad u objetivo del proyecto. El no uso, la no utilidad, también es otra forma de renuncia.

 

Hay casos en los que una obra nunca se emprende, pero, milagrosamente, ocurre y se lleva a cabo gracias, precisamente, a la renuncia. Me refiero, en específico, al caso de Joe Gould, un vagabundo de Nueva York que, probablemente, era la oveja negra de una familia adinerada. El hombre, egresado de Harvard para más señas, se dedicaba a pedir ayuda a la élite bohemia de la ciudad en los años 40. Su motivo de vida era la construcción de una historia oral de Nueva York, una obra, según él, abultadísima, que recopilaba cientos o miles de entrevistas y pláticas que había tenido con gente de la ciudad. El pintoresco personaje fue objeto de una crónica famosa escrita por Joseph Mitchell, uno de los columnistas estrella de The New Yorker en aquella época. Ambos entablaron una extraña amistad, pues Mitchell le daba dinero esperando conocer más de su ambicioso proyecto y casi lo mantuvo durante largas temporadas. Sin embargo, cuando quería más información de la historia oral, Gould respondía siempre con evasivas, incluso ante la posibilidad de que, gracias a Mitchell, algún editor famoso publicara su trabajo. Después de un tiempo, el cronista se dio cuenta de que la obra no existía. Lo único que tenía el vagabundo era una serie de hojas maltrechas que reescribía constantemente con dos o tres anécdotas de su juventud que se movían entre la memoria y la inverosimilitud. Cuando Mitchell encaró a Gould para que le dijera la verdad, comprendió, como en una epifanía, que la obra era la persona que tenía enfrente: la renuncia a escribir, el fracaso personificado en la cotidianidad de un vagabundo, era la propuesta artística, la única realidad. Mitchell publicó, años después, El secreto de Joe Gould, una crónica que recupera la vida del clochard neoyorquino. Curiosamente, después de haber consolidado su carrera con esta historia, Mitchell sufrió una especie de bloqueo creativo que lo acompañó hasta su muerte en 1996. El cronista, inspiración de muchos, nunca dejó de acudir al edificio de The New Yorker; sin embargo, a partir de 1964, no produjo un solo texto. Siempre recibió su sueldo.

 

Imagino a Mitchell, encerrado en su oficina, solitario, sin atender una sola llamada. Quizás ha intentado escribir alguna historia. En su mesa hay decenas de notas, hojas de papel arrancadas y dispuestas sin orden frente a él. Tal vez no hay nada y el escritor se limita a observar, por la ventana, una ciudad que narró casi calle por calle y que ahora, a finales del siglo XX, ha perdido relevancia para él. Sus crónicas, llenas de nostalgia, intentan detener el tiempo y, a veces, lo logran, cuando leemos la puntual descripción de una taberna y sus parroquianos o las artimañas de los gitanos de Nueva York para estafar a cualquier transeúnte desprevenido. Mitchell ha perdido la relación que tenía con la gran ciudad y, por eso, ha decidido callar. La renuncia, a veces, mantiene más viva la memoria y eso, a final de cuentas, es otra forma de arte.

 

 

 

**

 

*Alejandro Badillo. (Ciudad de México, 1977) Es autor de los libros de cuento Ella sigue dormida (Tierra Adentro), La herrumbre y las huellas (Eeyc), Vidas volátiles (BUAP), Tolvaneras (SC Puebla), El clan de los estetas (Universidad Veracruzana. Premio Nacional de Narrativa Mariano Azuela) y las novelas La mujer de los macacos (Libros Magenta) y Por una cabeza (Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo). Ha participado en publicaciones como Luvina, GQ, Letras Libres y el suplemento “Confabulario” de El Universal. Colaborador de la revista Crítica y exbecario del Fonca. Ha sido antologado en diversas compilaciones de minificción.

 

 

 

 

 

 

 

*

 

Nacimos atados

al signo del hombre.

Ser o no ser,

pensar para evidenciarse,

para hacerse uno más

entre los que murmuran

su reflexión

sobre el asfalto.

Siglos de civilización

pesan

en nuestras frentes.

Pájaros negros

entre el cielo

y los ojos,

ávidos de mirar

estrellas.

 

*De Mariana Finochietto. mares.finochietto@gmail.com 

 

- Mariana nació en General Belgrano, Provincia de Buenos Aires. Actualmente vive en City Bell.

Publicó: Cuadernos de la breve ceguera  (La Magdalena 2014). Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)

La hija del pescador  (La Magdalena, 2016).  Piedras de colores (Proyecto Hybris 2018)

Su último libro publicado es El orden del agua, GPU Ediciones (2019)

-Coordina Microversos, talleres de exploración literaria.

 

 

 

 

 

 

13 *

 

¿Ves cómo sucede?

El sol repica entre los árboles

y las hojas

comienzan a tener un tono amarillo desvanecido

que puede clasificarse

como la búsqueda del movimiento.

Las hojas caerán

y la tierra fértil no sabrá cómo acunar

el dolor que le pertenece.

 

Sobre nosotros hay una pérgola con flores,

una luz apacible

que se bifurca entre tu cara y la mía.

 

En este paisaje lloran los condenados,

¿Ves cómo sucede la belleza?


*De Noelia Palma. noelia261984@hotmail.com

-De Luxemburgo. El Mensú Ediciones. 2020.

 

-Noelia nació en Morón, en octubre de 1984.

-Realizó talleres literarios con Alberto Ramponelli y Eduardo Espósito.

Su primer libro de poemas, “Que la muerte nos ampare”, fue editado por Francia Ediciones en 2017. Tradujo a Charles Bukowski desde 2011. En 2017 publicó junto a Editorial Postales Japonesas su primera antología bilingüe: “Solo con todo el mundo”. En noviembre de 2018 editó en Ombligo Cuadrado “0034-Buitre hacia la nada”, que consta de dos libros en un solo ejemplar. En junio 2019 la editorial cordobesa Mascarón de proa publicó “La casa”.

En este 2020  publicó en agosto Marilyn por Dínamo Editorial, y en septiembre Luxemburgo, por El Mensú Ediciones.

 

 

 

 

 

 

 

Laberinto*

 

*Charles Wright.


Mi ropa viajera ilumina el mediodía.

He estado caminando por mucho tiempo hacia el pasado.

Esa ciudad irreconciliable.

 

Al parecer, todos quieren acompañarme, y los dejo.

Las flores en los bordes me distraen, las libélulas

Flotan como lapislázuli, ahí, fuera de alcance.

 

Camino angosto, camino ancho, todos nosotros metidos en él,

Infelices, inestables, a siete metros de la inmortalidad

Y a un metro menos de no tanto por vivir.

 

Es mejor sentarse en la hierba crecida, mirar las nubes,

Y levantar nuestras caras al cielo,

Considerando, que, para la mayoría de nosotros,

Nuestras vidas han sido un error constante.


-Versión de Miguel Ángel Zapata.

- Charles Wright. https://en.wikipedia.org/wiki/Charles_Wright_(poet)

 

 




 

NEBULOSAS*

 

Este capricho mío de llorar descalza.

Pertinaz boca que beso y no me nombra.

Pájaro negro que grazna sobre el zumo de mis pálidas lunas

 

Recién nacida. Vieja rugosa y desdentada.

¿De que múltiples rumores de espejos me arrancaron?

Yo jugaba entre lápidas. Besaba el aura de los muertos.

Árboles tristísimos y trigales venerables.

Y robaba flores a los ricos. Nardos y flores de papel morado.

Bravura de polleras cortas. Trenzas y largas falsedades.

Huía y huía y Dios me perseguía. No me alcanzaba

No lo consigue, aun. No lo consigue.

Fugitiva yegua con crines coloradas.

-¿Tampoco viene este domingo, madre?-

Ella alisaba los pliegues de la almohada.

Una desnudez de hierro la arropaba.

Un vaso de agua y cuatro hembras yertas.

 

Y el reloj se detuvo. Y la noche.

Quise beber, tirada es sus faldas de albahaca.

Sus manos de Magdalena, cruzadas sobre el pecho.

Leve brisa elevando un cansancio de años.

 

¿Están todos? No. No están.

¿Por qué esa soledad ¿ ¿Quien te obligó a orinar de pie?

 

¿Escuchas madre? Es la eterna nebulosa.

Es otra vez el mar… y la rosa y un puñado de sal.

Y una incansable visión de cabezas truncadas

Y este capricho mío de llorar descalza.

 

*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@gmail.com

 

 

 


 

 

*

Si no cae agua,

¿porqué tengo gotas de lluvia en el corazón?

 

 *De Miryam Colombotto Seia. miryamseia@cablenet.com.ar

 

 

 

Inventren

https://inventren.blogspot.com.ar/

 

-Próxima estación.

En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Midland:


ELÍAS ROMERO.

 

KM. 38.   MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.   LIBERTAD.

MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.    ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.

JOSÉ INGENIEROS.   MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI.   KM 12.

LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.  VILLA FIORITO.  VILLA CARAZA.

VILLA DIAMANTE.  PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.

 

 

**

 

-Siguiente estación.

En el recorrido del tren literario por el Ferrocarril Provincial:

 

CARLOS BEGUERIE.  

 

FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.

ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN. GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY. GOBERNADOR OBLIGADO.

ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.    D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.

ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.   LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.  ARANA.  GOBERNADOR GARCIA.

LA PLATA.

 

 

 

 

InventivaSocial

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-Editor responsable: Lic. Eduardo Francisco Coiro. 

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