VEINTINUEVE ....*
Ser pobre,
definitivamente pobre en estas tierras,
sin destino, sin futuro,
condenado por todas las horas
de tu vida
a permanecer al margen,
afuera,
al costado.
Ser poder sin destino,
ser carne con precio
vil
para el mercado infinito
donde cotiza
la carne humana.
Ser pobre
y condenado a creer
una y otra vez
en las promesas y las luces
de las jornadas pasajeras
de los políticos perdurables.
Ser pobre
y con el agua a la cintura
cargar,
una y otra vez
irremediablemente,
los pocos bártulos,
la ropa vieja,
algún pedazo de la historia familiar
y caminar,
otra vez sin rumbo,
siguiendo la huella
de los otros pobres
que borra el agua.
Saber que otro pisó ahí
donde ahora no queda marca
saber que otro lloró ahí
donde no queda marca
saber que otro suplicó ahí
(tal vez yo mismo)
donde ya no queda marca.
La próxima lluvia,
el próximo río,
la próxima puesta en escena
de la obra
que todos parecemos condenados
a protagonizar.
Ser pobre,
ser carne con precio,
ser voto con nombre,
ser agua
transcurrir.
*de Carlos Guillermo Garibay.
Santa Fe, 29 de marzo de 2007.
-Enviado por Horacio Rossi. terrazio@ciudad.com.ar
Agua y barro...
Hacer aguas*
Solidaridad, abrazos, pero también como la gente, impotencia, dolor.
No hay que olvidar, no hay que olvidar, cuando empiece el festival implacable del marketing del voto, entre otros tristes sainetes. Habrá que tirarles agua y barro cuando quieran comenzar a hablar o engañar,
*Eduardo Dalter. cuadcarmin@hotmail.com
CRÓNICAS DEL AGUA IV*
Dos de abril, fecha de oprobio, de recordatorio de los muertos, fecha de los soldados que volvieron o quedaron en las Malvinas. Cuántos de ellos estarán ahora bajo el agua, como estuvieron bajo el agua en aquellas heladas trincheras. Cuántos, me pregunto, con la misma falta de atención que sufrieron allá. Este es un país duro que no cobija a sus hijos, demasiado pronto a diluir y disfrazar, con enorme capacidad de olvido y de perdón para los culpables.
A causa de la radio me sorprende una de esas carcajadas inesperadas.
Entre la madeja informe de quejas y reclamos y noticias de cortes y piquetes, un funcionario dice que se vieron superados por este fenómeno inédito de una segunda inundación. Me río y le digo a mi mamá que está colgando la ropa lavada a la luz del cielo blanco, "escuchá, escuchá, un fenómeno inédito que se repite" Y está buena la excusa; me los imagino dentro de un tiempo, sorprendidos en su buena fe por el fenómeno inédito de una décima inundación. Y todavía sin bombas de desagote, sin plan de evacuación, sin saber muy bien quién y cómo tienen que hacer qué cosa.
Otro fenómeno que se repite, que terrible y repugnantemente se repite, es el del abuso de los niños o las mujeres en los centros de evacuados. Esta vez y que yo sepa, detrás de la terminal de ómnibus, en los galpones que fueron del ferrocarril. Una nena esta vez, una nena de seis años esta vez, y mujeres que toman sus hijos, sus pobres bártulos y se van a su casa aunque todavía tengan agua. Madres, mujeres que huyen.
Y la ferocidad del sexo que brota en los centros, en las salas comunes, sobre el suelo. Reparten condones. No pasó un mes de evacuación, pasaron seis días. Entiendo la urgencia de los jóvenes acicateados por el desastre, pero me conmociona. Como en las guerras, como cada vez que los dioses o los elementos, o la Historia se desatan, los cuerpos se buscan en la obscuridad, entrelazan los anhelos, engendran para no morir. Lo entiendo, pero me aterra la bestia suelta en la noche. Huelo su aliento y no es dulce.
La ciudad mañana volverá en si, termina el fin de semana largo.
Prescindirá de los menos favorecidos, pero seguro que ni lo notaremos.
Apenas por los baños químicos que continúan ocupando algunas veredas, por esa gente en hojotas y con bolsitas exiguas que transitan con rostros inescrutables. Sólo los del oeste y suroeste seguirán dentro de la pesadilla. No se los extrañará en los bancos, en los negocios, en las tiendas ni en los cafés. No se los extrañará, simplemente. Al fin y al cabo, como hace cuatro años, volverán a sus extramuros y nos iremos olvidando de las paredes que se desgranan y de las fotografías ahogadas. Aunque digamos
que no, que esta vez si que los vamos a recordar, como a los veteranos de Malvinas.
*Texto y dibujo de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
PUEBLO COSTERO*
Ved ese niño oscuro que mira como desde otro mundo,
el blanco de los ojos más blanco, medio amarillo, mejor.
Oh, la niñita ya de anteojos que lo guía o lo alza,
barro leve ella misma sobre palillos aún más leves.
Ved aquella en un carrito, tan frágil,
con esa flor monstruosa de las rodillas casi terminales,
conducida por los suyos, más pequeños, hacia la orilla de qué estrella?
Ved esa cabeza pálida, de diez años, de pescado imposible,
que por poco os fijará desde los mismos oídos...
Ved esa rama vieja, sobreviviente de "las canteras",
doblada sobre otra rama corta que se hinca
con una cadencia cada vez más seguida:
sobre ella y sus iguales, anónima ceniza, allá,
más bien que sobre las piedras,
se elevaron algunas casas aladas y algunas pilas de billetes...
y con su sangre, ay, tan roja, alquimia "misteriosa",
se azularon algunos apellidos que luego dieron chapas por ahí...
Ved ese fantasma seco, seco, salido de una noche de vidrios, larga...
sin sexo, sí, a pesar de la "falda"
y de la lana fluida sobre el filo de los hombros...
oh, su voz venida de la caverna de la edad, profunda,
desde aquellos desafíos, quizás, a la intemperie y al hambre...
Ya en ésos, ved, con todo, un no sé qué tenaz de zarza
aguda hacia arriba o hacia alguien por entre los ramos abatidos...
Mas ved este canoero de metal con más óleo que la luz,
plantado en medio de la calle, adánico, como para dar reglas a la tarde...
Y esta lavandera densa pero de pies de plumas listas
danzando casi con los tachos sobre el tapiz de su vida...
Y estas muchachitas que sacan su risa a veces como el agua,
ligeramente inclinadas sobre un río increíble:
sólo, soplo, sus años morenos, o el ágata un poco oblicua de los ojos,
o esa espera en el portón cuando empiezan a volar, súbitas, otras joyas...
Y estos mozos sin nada que abrazan las ondas últimas lo mismo que a novias,
luego de herir las otras, durante todo el día, por las islas...
Y este pescador de silencio que llega de una fiebre de silencio,
y aún demora, nocturno, sobre los nácares grasos y la leña,
para abrir su sueño, al fin, al primer contacto, igual que un irupé...
Y estos chicos del arca "en seco", viajando con sus bestezuelas,
en un contrapunto de cristal y de hojalata, que sube...
hasta que, sobre la hierba anochecida, de ahí, cantando,
ellos también, tomados de la mano, dan la vuelta al mundo, descalcitos...
Y esta "abuela" toda envuelta que busca todavía los velos de la hora
para destocar su plata y diluirla entre lirios de jabón, en cuclillas....
mientras sus polluelos, cerca, enloquecen blondas ya celestes...
Y esta madre que acarrea hasta la noche piedras de la orilla,
y quiebra su vida con ellas, luego, para la mesa menos mala,
pero no su sonrisa, ah, de todos, en una ofrenda unida de jazmín...
Y esta otra, discreta, que templa su propia alma más que el horno,
y así sale cocida esa flor de la harina que "hace la compañía" por aquí...
Y estos diablillos que son flechas sobre la negación desconocida,
evocados como alas por el suceso más ligero,
con todos los iris del asombro y todos los rostros del té,
y los cabellos, todos, más alegres, y las breves ropas más caídas...
¿En dónde todos ellos, todos estos hijos de la costa,
se nutren, a pesar de todo, de esa fuerza gentil,
profundamente gentil, contra la humillación oscura que parece dormir?
Arrojados hacia las cosas por los otros que no saben,
las cosas, madres, les dan de su leche y de su hálito.
Oh, cierto, en la aventura del pan o en la muda pesadilla,
a merced de las peores armas del aire y de los humores peores de la tierra
y del río extraño, extraño, que quisiera, salido, devolverlos a aquéllos,
dejándolos así medio flotar, entre los dos rechazos, bajo los ciriríes de la
noche...
No se supo, no, pensar en los poderes de esos regazos,
ricos de rayos blancos en la misteriosa espiración,
numen que no se invoca, y unción que no se pide, para los seres a ellos
acogidos.
Pero hubieran podido quitarles también esto?
Y helos ahí, en los fluidos de los tiempos del río
como en melodías que no se oyen pero que ordenan, puras, los ritos.
Helos ahí, ajenos o fundidos a las horas leves de los sauces,
o al amor de lo suyo increíble de decoro o de honor bajo los vientos,
increíble de gusto y de atención, aún, en la luz de algunas flores...
Helos ahí, puros del suelo puro, en la línea de las cañas del sol,
de pie, en la propia nada, por el mismo sol profundo...
Helos ahí, con ese acero de los hierros secretos y de los carbones secretos,
sobre el "punto de angustia, inefable y absurdo", del minuto sin salida...
Y helos ahí, en la grande, en la gran salida que hallarán,
con ese acero alineado, guay, con los demás, para la jornada sin fin,
en la columna que irá, enorme, hasta el otro lado de la estrella:
zarza en marcha esta vez, desde sí misma ardiendo "sobre un aire de
acordeón..."
*de Juan Laurentino Ortiz. (1896-1978)
-Fuente: http://www.abanico.edu.ar/2005/02/juanl.htm
*
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El número 79 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL “Estrella Errante”, edición abril/junio/2007, puede ser ya consultado en nuestra página de internet www.euroyage.com en la sección Actualidades o en el link:
http://www.euroyage.com/index.php?i=http://www.euroyage.com/xicoatl/79/e_79.php
CONTENIDO: Trabajos ganadores del 2. Concurso de Fotografía Ecológica XICóATL "Estrella Errante"
Editorial
Trabajos ganadores
Menciones de Honor
La edición impresa de XICóATL # 79 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail en la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).
Cordial saludo,
YAGE, Verein für lat. Kunst Wissenschaft und Kultur.
http://www.euroyage.com/
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg
AUSTRIA
TEL + FAX: (++43) 662 82 50 67
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