sábado, diciembre 15, 2007

THE TWILIGHT ZONE...


Distancia*




Vivir a cada instante padeciendo
la maldición innata
de saberse incompleto;

mirarse cada día en el espejo
y no saber si el reflejo es la respuesta
y no poder siquiera descubrirse
en esos gestos, esas distracciones,
en ese pelo casi encanecido
o en las facciones grises;
y tan solo los ojos,
muy lejos, en el fondo,
como el vivo fulgor de una fogata
ardiendo en otro sitio
o quizá en otro tiempo,
ardiendo acaso sin motivo
en una dimensión desconocida
o al final de un callejón desierto
en el confín del barrio más humilde
de una ciudad lejana... ¡tan lejana!



*de Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es
http://sbllop.blogia.com
http://www.aragonesasi.com/sergio




The Twilight Zone






Sábado, 15 de Diciembre de 2007
Yo, argentino*




*Por Sandra Russo


Sí, Héctor Febres se mordió la lengua, como tituló este diario. Y se calló para siempre. Su muerte no apenó a nadie. Pero su cadáver azul habló desde el jueves, cuando la pericia constató que la ingesta de cianuro fue la causa de la muerte. Lo que dice el cadáver de Febres es lo que ya se sabe desde que desapareció Julio López. No sólo se trata de viejos represores y torturadores que tienen más de setenta años y han hecho de la justicia tardía una justicia injusta, domiciliaria, demasiado cómoda para las aberraciones de las que fueron ideólogos y responsables. No sólo se trata de otros presos, como Febres, que increíblemente gozan de una acolchada estadía en lugares muy diferentes de aquellos en los que purgan sus condenas o esperan sus sentencias miles y miles de infelices. Estos están detenidos en
sus antiguos lugares de trabajo. De trabajo de lesa humanidad. Pero no se trata sólo de ellos.
Hay muchos otros que pusieron dedicación y esmero en las tareas que les encomendaron. Esos que tenían la misma edad que los detenidos-desaparecidos.
Jóvenes militares y policías adiestrados como perros para olfatear al zurdo y aniquilarlo. Más, mucho más que una generación de oficiales y suboficiales de las fuerzas de seguridad que metió las manos en la mierda. Los que se beneficiaron con la obediencia debida, esa figura inconcebible que alguna vez esta sociedad aceptó impávida.
Si hasta cuando al principio de su mandato Kirchner protagonizó aquel incidente del cuadro de Bignone, que le ordenó sacar al general Bendini, hubo quienes se lamentaron porque, dijeron, ¿hay necesidad de humillarlos?
No, no hay ninguna necesidad de humillar a nadie. De lo que hay necesidad, y urgente, es de poner en caja estos dos hechos vinculados a los juicios que se están llevando a cabo treinta años después. Treinta años después, en nombre del terrorismo de Estado de los '70, hay quienes siguen matando.
Escribí ya en este mismo espacio unas cuantas veces sobre López, y sobre la vergonzosa percepción de que esa desaparición le interesó apenas a la gente vinculada con los derechos humanos. La sociedad no se apropió de esa desaparición escandalosa, el castigo por el juicio a Etchecolatz. La reacción general frente a la desaparición de López fue la misma que acompañó las desapariciones masivas de los '70. La figura del desaparecido hace planear la idea de que desapareció solo. Hay un discurso instalado sobre los desaparecidos. ¿Pero qué sabemos de los desaparecedores?
Nada. Y ellos parece que no están dispuestos a que se sepa más. Nadie sabe qué habría dicho Febres en la audiencia inminente, en la que iba a ser condenado. Pero su muerte activa la idea de una circunstancia nueva: ya ni siquiera los más recalcitrantes pueden hablar de los dos demonios. Estarían obligados a mencionar por lo menos tres. Alguien hizo morir a Febres como murieron algunos guerrilleros. Alguien o algunos que ya experimentaron la diabólica sensación de tener un pulgar que indique la vida o la muerte de otros.
Es absurdo que sobre una situación de semejante gravedad política, del único que se esperan respuestas es del Gobierno, que fue uno de los impulsores de estos juicios. ¿Qué dice la oposición sobre la desaparición de López y la muerte con cianuro de Febres? ¿Qué diagnóstico hace la oposición sobre esta escena, en la que es evidente que hay asesinos sueltos? ¿Qué dicen ahora los que ayer nomás decían que al pasado hay que dejarlo atrás, para tomar envión hacia adelante? Ahora que es evidente que eso es una estupidez que sólo pueden sostener los estúpidos.
Se secuestra. Se mata. Las bacterias sobrevivientes de aquella pesadilla han comenzado a resistir. ¿Otra vez se creerá que por algo habrá sido? ¿Otra vez tendremos que recordar aquel poema de Brecht del que estamos todos hartos?
Primero a ellos, después a los otros, después a mí, ya era tarde. Y sin embargo, ésa y no otra fue la actitud general frente a la desaparición de López. Un viejo que iba a ser testigo clave en un juicio contra otro viejo que asesinó y mató a mansalva. O yo estoy loca, o esto es una película en la que somos extras. No se habla de estos temas en las sobremesas ni en la televisión ni en los ascensores ni en los bares.
El trauma social es tan grande, que en cierto imaginario colectivo esta desaparición y esta muerte de hombres involucrados en diferentes bandos de los '70 son el hilo sobrante de las otras desapariciones y muertes. Forma parte. Y esto, en el fondo, creen muchos, pasa por haberse metido a revolver el pasado.
Estos hechos, por otra parte y sin embargo, lavan el escenario de aquella década. No sólo no hubo guerra sino tampoco un equivalente de sadismo y crueldad entre los represores y sus víctimas. Esto que están haciendo es lo que hicieron siempre. Lo único que saben hacer. Su arte atroz es matar por la espalda.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-96211-2007-12-15.html






Viernes, 14 de Diciembre de 2007
Historia triste*




*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO
Las historias felices -esas en las que las personas, de pronto y sin aviso, dicen algo así como "Déjame que te lo explique" y se ponen a cantar y a bailar- siempre aparecen barnizadas por una pátina de inverosimilitud. Para eso y por eso, insisto, se inventaron las comedias musicales: para que la felicidad transcurra y crezca en una especie de dimensión paralela y orquestada y technicolor.
Las historias tristes, en cambio, son inmediatamente creíbles. Estamos más y mejor preparados para aceptar la desgracia y supongo que eso es lo que nos distingue (descontando a aquellos patrocinados por los Disney Studios) de los animales. Y -ya que estamos en tema- nuestra tan mentada superioridad
como raza y espécimen es más que relativa. La otra noche volví a ver por televisión un documental donde se explicaba que el paso de los milenios había erosionado por completo nuestro instinto de supervivencia. En el documental se decía que, si se colocaba a un número indeterminado de animales dentro de una habitación con varias puertas y se iniciaba en el otro extremo del recinto un fuego, los animales, a la hora de la huida, se distribuirían automática y armoniosamente y utilizarían todas las puertas para salir. De repetirse el mismo experimento con seres humanos, sentenciaba la ominosa voz en off, todos correrían desesperados hacia una sola de las salidas, ignorando las demás, para morir atrapados. Qué triste. Después, cambiando de canal, en el noticiero, me enteré de que se había venido abajo un viejo edificio en Santander. El locutor contó entonces una historia triste que es la que voy a contar yo ahora y que, en principio, resulta inverosímil, pero enseguida se hace creíble. Porque es una historia protagonizada por seres humanos y sólo los seres humanos son capaces de protagonizar historias así.


DOS
¿Cómo empezar a contar una historia triste? Tal vez haciendo uso de las virtudes del Google Earth. Arrancar desde arriba, desde el más exterior de los espacios, y comenzar a descender sobre el planeta en un zoom de vértigo: primero Europa, después España, después Santander, después el histórico
barrio de Cabildo de Arriba, después un edificio ubicado en el número 14 de la calle Cuesta del Hospital que no sabe que le quedan apenas unos segundos de vida. O sí, porque nadie ha esclarecido aún si los edificios son capaces de pensar. En él, en una de sus buhardillas, se encuentra parte de la familia Colmero: la madre Gumersinda, de 73 años, el padre cuyo nombre desconozco, y su hijo Jesús (también conocido como Chuchi), de 53 años. Y ninguno sabe que les quedan apenas unos segundos de vida. O sí, porque aunque esté fehacientemente probada la capacidad de los humanos para pensar, bueno, a veces pasan cosas tristes.


TRES
Gumersinda le está preparando la cena a Chuchi, quien mira fijo la pantalla del televisor donde varios hombres corren por un campo verde. El asunto -comprendemos enseguida- consiste en meter ese objeto esférico que patean los hombres en dos rectángulos de madera y red perfectamente delimitados en ambos extremos del campo. Una voz que sale del televisor recita sin cesar nombres y apellidos y apodos. A veces grita.


CUATRO
¿Qué cocina Gumersinda? Me gusta pensar que prepara un potaje espeso, ideal para este otoño frío. Gumersinda revuelve despacio el contenido de la olla mientras habla por teléfono con Fran, otro de sus hijos. ¿Teléfono móvil o teléfono fijo? Yo diría que fijo, negro, antiguo, pesado; porque me cuesta imaginar a Gumersinda con uno de esos pequeños y coloridos y radiactivos objetos junto a su oreja. En cualquier caso, el teléfono no es lo importante. Lo importante es lo que le dice Gumersinda a su hijo Fran.
Gumersinda -sin saber que serán sus últimas palabras- dice: "Ay, hijo, que la casa se está moviendo". Y eso es todo lo que Gumersinda alcanza a decir.


CINCO
Porque el edifico -"la casa", como dijo Gumersinda- se viene abajo ese sábado 8 de diciembre a las 18.10 de la tarde, hora peninsular. Las últimas palabras del edificio en el número 14 de la calle Cuesta del Hospital -no es el primero y todo parece indicar que no será el último edificio que se viene abajo en el histórico barrio de Cabildo de Arriba- son, supongo, algo así como "Crack Crash Kaboom". Las últimas palabras del televisor bien pueden haber sido "¡Penal! ¡Penal". No ha quedado rastro entre las ruinas de las últimas palabras de Chuchi y me gusta pensar que el padre es uno de esos tipos duros que no dicen nada desde hace años.


SEIS
Busco el diario de ese sábado 8 de diciembre, miro las páginas con la programación televisiva y veo que a las 22 horas de ese día, por la Sexta, se emitió la retransmisión desde el estadio de San Mamés del partido de Liga que enfrentó al Athletic de Bilbao con el Real Madrid. Ese era el partido que quería ver -llueva o truene o derrumbe- el aficionado Chuchi. Busco el diario del domingo 9 de diciembre y leo la crónica del partido. Ganó 1-0 el Real Madrid. En un párrafo se alude "a la hora tan tardía"; por lo que
supongo que el partido -retransmitido a las 22 horas- habrá empezado a las 21 o algo así. Lo que significa que Chuchi era una de esas personas que necesitan de una larga y exhaustiva preparación para ver un partido de fútbol y que a la hora del derrumbe -18.10- no podía estar viendo el partido. Lo que invalida mi poco gracioso chiste sobre las últimas palabras del televisor. ¿Qué estaba viendo Chuchi a esa hora? Vuelvo a consultar la programación: casi todas son películas, pero en el Canal 2 pasaban uno de esos programas maratónicos y deportivos de varias horas. Por lo que lo escrito en el párrafo TRES de esta contratapa y el chiste del párrafo CINCO vuelve a funcionar, más o menos, algo así.


SIETE
Pero llegado a este punto compruebo que no he podido transmitir la verdadera y legítima tristeza de todo este asunto. Compruebo entonces que las historias tristes no admiten trucos formales ni desórdenes metaficcionales.
Las historias tristes hay que contarlas en línea recta, sin vueltas, con el gélido y cromado y funcional idioma de las noticias. Y así es como voy directamente a un recorte de El País del martes 11 de diciembre y ahí está la foto de esa pequeña Zona Cero en el barrio de Cabildo de Arriba, Santander, y ahí está también la historia triste. Y la historia es así: Gumersinda Colmero estaba advertida de las posibilidades de derrumbe. De ahí que la familia hubiera pasado la noche del viernes en un piso especialmente habilitado. Pero, problema: no tenía televisor. Por eso Chuchi se negó a abandonar "la casa". No pensaba perderse el Athletic de Bilbao/Real Madrid.
Por eso Gumersinda y su esposo volvieron a la buhardilla del número 14 de la calle Cuesta del Hospital. Por eso murieron todos. Desconozco si se guardará un minuto de silencio por ellos en algún partido de este fin de semana. Quién sabe. Verlo pero no oírlo. Por televisión, claro.


OCHO
"Ay, hijo, que la casa se está moviendo."


NUEVE
Titular: El empeño por ver el fútbol sepultó a una familia / Los tres muertos de Santander habían vuelto a su casa para ver un partido.


DIEZ
Qué historia triste.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-96173-2007-12-14.html







Sábado, 15 de Diciembre de 2007
internet como herramienta de comunicacion cientifica

blogs_de_ciencia.com*




Troposfera, mesosfera, estratosfera y ahora... blogosfera. Invadiendo todo el espectro comunicativo a una velocidad atroz, los blogs de a poco se perfilan como una de las puertas de entrada más elegidas para informarse, estar al tanto y para comentar. Desde ya, los blogs científicos tienen su lugar en esta capa de la red y apuntan sus cañones en varias direcciones, buscando hacer de la ciencia una actividad más abierta y colaborativa y enlazando a sus lectores en un universo propio y compartido. Sin embargo,
además de ventajas notorias como velocidad en la comunicación y en el acceso al último dato, también tienen puntos flojos que perturban y desorientan: el anonimato y la superabundancia informativa.



*Por Eugenio Martinez Ruhl

Un mundo. Ya lejos de aquel experimento informático primigenio, Internet es hoy un mundo más. Si bien es un fenómeno limitado a quienes tienen acceso a la red, su enorme crecimiento de los últimos años llevó a que diversos grupos sociales, y ya no sólo empresas y organizaciones como ocurría al principio, tengan su espacio y se conecten entre sí. En este desarrollo propio del nuevo milenio, los blogs tuvieron un rol preponderante: facilitaron y acercaron la creación de páginas web a casi cualquiera que tenga una computadora con modem. Y el ámbito científico no dejó pasar ese tren.
Los blogs se transformaron en pocos años en un nuevo continente del ciberespacio, tal vez en la más socializada de las múltiples piezas que conforman Internet. Se trata de sitios web personales en los que cada uno puede publicar lo que le parezca. Algunos autores (o bloggers) siguen al pie de la letra esa consigna y cuelgan cualquier cosa. Otros le apuntan a una temática en especial y la convierten en la razón de ser de la página.
Como en una tormenta de ideas virtual, blogs de toda clase fueron poblando la red de redes hasta delinear lo que ahora comúnmente se denomina blogosfera, hoy muy crecida y con una identidad propia que la diferencia del ámbito de los sitios tradicionales. En ella, cada espacio no se limita, generalmente, a su propio contenido, sino que permite conectar con otros weblogs afines.
Los blogs y sus adyacencias se constituyeron en un fenómeno que se reproduce en sí mismo, dentro del cual se conforman verdaderas redes sociales alrededor de una temática. A través de esta herramienta, personas con un interés en común se contactan con suma facilidad y en muchos casos crean un vínculo duradero -aunque rápido, mucho más vertiginoso en esta era- que con el tiempo se convierte en una comunidad.
No obstante, no se trata de una cuestión cerrada. Además de atraer a los que poseen inquietudes análogas, los blogs acaparan la atención de personas que nada tienen que ver con su rubro, pero que llegan gracias a su curiosidad, a través de aquellas búsquedas quiméricas de algún dato en particular en la web o por medio de la mera casualidad.

Fauna cibernetica
Tal vez el de la ciencia sea el caso prototípico. No porque el desarrollo de blogs sobre esta temática haya sido mayor o más generalizado que el de los dedicados a otras cuestiones (el blog confesional, el blog sobre noticias y rumores del espectáculo, el blog deportivo, etcétera), sino porque el fenómeno logró abrir al "mundo Internet" las puertas del ámbito científico, un edificio normalmente cerrado de forma hermética al menos para el gran común de la gente.
Si bien no existen indicaciones explícitas sobre cómo debe ser un blog -más allá de las técnicas de "En tres fáciles pasos" propias de las páginas a través de las cuales se construye y publica esta especie de diarios íntimos-, la mayoría de ellos tiene como característica una forma de comunicación coloquial, posiblemente como consecuencia de la amplitud de público que -se dice o se imagina- implica Internet: lejos de los textos de extensiones kilométricas, lejos del lenguaje complicado y lejos de la escritura sólo para especialistas y cerca del público no especializado. Tal parece ser entonces la consigna principal de los blogs de ciencia, un animal que circula por la red sin dejarse atrapar por algunas de las
características menos seductoras de la fauna ciberespacial, como la falta de rigor, el chequeo de fuentes o la anarquía del "cualquiera puede decir cualquier cosa".
La esfera de sitios sobre ciencia abarca una multiplicidad de tipos, desde los más formales editados por científicos propiamente dichos, hasta los que publican los fanáticos de lo tecnológico-científico, que a través de la web despuntan su vicio al tiempo que informan a los navegantes sobre las novedades y curiosidades del rubro. Resumidor.blogspot.com es, por ejemplo, un espacio argentino en el que semana a semana se puede leer una síntesis de las últimas noticias referidas a la ciencia. Con la divulgación científica como meta fundamental, allí no sólo se resume, sino que en algunos casos se decodifican cuestiones que en su publicación original tienen un lenguaje demasiado específico. Martín Caglini es su autor y asegura que su idea "es llevar la ciencia a la gente, entregársela toda junta, para evitar que se
desperdigue por la red". Y en el mismo sentido sostiene, en diálogo con Futuro, que los usuarios de Internet "quieren ciencia, quieren conocimiento, y los blogs son la respuesta, porque se convirtieron en revistas especializadas donde se puede encontrar lo que no está en los medios tradicionales".
En El resumidor científico (tal es el nombre completo) y bajo el título "blogs amigos" se encuentra un elemento característico de este tipo de páginas personales y de la blogosfera en general: un listado de blogs recomendados, a los que se puede acceder haciendo click sobre el nombre del elegido: ahí, en la conexión, en el "estar linkeados", se encuentra una de las modalidades más difundidas para la consolidación de redes sociales, ya que hace más fácil que el recorrido del navegante no termine en el primer blog que encontró, o simplemente en el único que estaba buscando, sino que continúe hacia otros ubicados bajo el mismo paraguas de la ciencia.

Malo, malo eres
Es probable que Internet sea el medio -el metamedio más bien: todos los medios en uno- en el que más consolidada esté la tendencia que indica que el entretenimiento tiene que ser parte fundamental de la comunicación. Por esos caminos transita malaciencia.blogspot.com, un espacio dedicado principalmente a refutar y desactivar cuestiones que se plantean como posibles en películas, documentales y hasta libros, y que científicamente no lo son: la explosión espectacular de un largometraje de ficción, el desastre
natural que pone a la humanidad al borde de la desaparición y la investigación policial que llega a buen fin en una serie son analizadas y discutidas por el autor. En la mayoría de los casos, queda claro que la
imaginación de los cineastas a veces no repara en el umbral que existe entre lo posible y lo ridículo, o acude a elementos incompatibles con la intención de que una representación sea verosímil. Pero en otros no existe un error, sino la falta de una explicación completa, que Malaciencia se encarga de entregar.
Desde ahí se puede llegar a hipotesis-carolus.blogspot.com, una publicación que se encarga de cuestionar desde un escepticismo demoledor todas las teorías y disciplinas relacionadas con lo extrasensorial, incluyendo algunas cuestiones del vendedor género de autoayuda. Así, se realizan duras críticas -con toques de ironía y acidez- a todo aquello que no pueda ser comprobado empíricamente, desde el control mental hasta el espiritismo, sin dejar de lado la videncia y la astrología.

Mimesis y adaptacion
Como ocurrió cada vez con la aparición de algún nuevo fenómeno comunicacional, los medios tradicionales como diarios y revistas rápidamente se mimetizaron con la tendencia blog, adaptación mediante. En este caso, las grandes revistas de ciencia, como New Scientist (www.newscientist.com) y Discover (www.discovermagazine.com), ya tienen en sus sitios web una solapa exclusivamente dedicada a los blogs. Si bien en muchos casos los espacios a los que conectan son producidos por el mismo medio, que pone a escribir blogs a sus periodistas, también incluyen los links de algunos de las lugares del ciberespacio que consultan para sus notas. Y allí, en el sector tecnología, no faltan los geeks, que siempre parecen más informados sobre los adelantos técnicos que las propias compañías que los producen.
Lo dicho, todos arriba del tren, que a estas alturas ya tuvo que reservar uno de sus cibervagones para la ciencia.


*Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-1835-2007-12-15.html





PARTICULARIDADES DE LA BLOGOSFERA CIENTIFICA
Quién, qué, cuándo, dónde, cómo*



*Por Federico Kukso


No es necesario asistir a la presentación de un nuevo sitio de Internet para percibir en el ambiente una disrupción. Como si de la noche a la mañana una fábrica abstracta hubiera producido en masa nuevas palabras, se advierten a diario nuevos términos que, como recién salidos del horno, todo el mundo (menos uno) parece masticar con una facilidad asombrosa: "abandonware" (software antiguo sin derechos de autor), "twittear" (mandar mensajes cortos a través de un servicio de redes sociales), "fabbing" (producción de objetos tridimensionales a bajo costo). La velocidad a la que se imponen estas
palabras es tal que en cuestión de semanas o meses expresiones nuevas se vuelven expresiones usuales, cotidianas, comunes. Es precisamente lo que ocurre cuando en una cena alguien responde frente a un comentario "¿puedo bloggearlo?". Quien no comprenda la pregunta tal vez viva en un tupper o simplemente sus días transcurran -por su salud mental- bien alejados de las computadoras.
Ocurre que los blogs invadieron todo, al tiempo que se transformaron en uno de los productos más usados en Internet, la cual recién en los últimos años está generando elementos propios. Lejos de la época inicial de su apertura al gran público (a mitad de los '90) en la que la red era solamente la
combinación y conjunción de medios ya existentes (gráfica, radio, televisión y cine), los blogs conforman un fenómeno nuevo que se profundiza no cada día sino cada hora: a la red le son ajenos el año, el mes, la semana, los días; la red se mueve en un presente continuo como una máquina de movimiento perpetuo.
Como sucede con todo aspecto de la realidad con el que se convive, al conjunto de blogs se le tuvo que asignar un nombre, una etiqueta, para volverlo visible, manejable. Pese a que en un primer momento "blogosfera" y "blogolandia" se disputaron el título, al parecer, venció el primero. Sin embargo (y pese a lo que muchos gurúes de Internet quieren hacer creer), la blogosfera per se no existe. No es algo que está en alguna parte (como para decir "usted está aquí") y más que nada hay tantas blogosferas como
comunidades virtuales en las que sus autores se cruzan, se recomiendan, se comentan, se conectan.
Mientras los foros reclaman participación, los wikis (o entradas a Wikipedia), colaboración y las redes sociales (Facebook, Sonico, Linkedin, Hi5), contacto interpersonal, los blogs exigen reacción. El autor de alguna manera escribe para ser comentado profundizando así el acto comunicativo en un loop de feedback permanente (al fin y al cabo, en Internet todos somos lectores y todos somos autores: de textos, de videos, de recorridos de lectura).
Se sabe que lo que hoy es nuevo, dentro de unas horas ya lo dejará de ser.
Lejos de instituirse como una moda pasajera tal cual ocurre con Second Life (que de a poco va perdiendo usuarios), los blogs ya se organizan como la plataforma alternativa para nuevos comunicadores, personas que quieren compartir algo con alguien (aunque sea consigo mismos), y como la puerta de entrada elegida para informarse. Esa fuerza colaborativa (el "mucha gente informando a mucha gente") se aprecia en especial en los blogs de ciencia que de a poco van imprimiendo su marca, su particular forma de ser.
Los blogs son un medio importante para contactarse con gente con intereses similares. Y los lectores de ciencia lo saben: ya sea porque piensan -erróneamente- que son unos pocos o que para enterarse de estos asuntos hay que ser un especialista. Y hay muchas variantes dentro de los mismos blogs de ciencia. Algunos explotan la veta curiosa (como "Fogonazos" -fogonazos.blogspot.com-, cuyo subtítulo es "asombros diarios", "CPI: curioso pero inútil", curiosoperoinutil.com o "GenCiencia" -www.genciencia.com-), la reflexión epistemológica (www.eduardpunset.es/blog, del escritor y divulgador científico español Eduardo Punset), la diversidad (como los blogs de la revista Wired, blog.wired.com: "Autopia", "Beyond the Beyond", "Compiler", "Danger Room", "Epicenter", "Gadget Lab", "Game|Life " o "Geekdad" y "Microsiervos" -www.microsiervos.com-), el microuniverso de los gadgets o chiches nuevos ("Gizmodo" -www.gizmodo.es-, "Ubergizmo" -www.ubergizmo.com- o "Xataka"
-www.xataka.com-). Y también están los blogs de periodistas especializados con acento en tendencias tecnoculturales (como "Futuratronics: cambios drásticos en la naturaleza y en la humanidad" de
Andrés Hax -futuratronics.blogspot.com- o el de Pablo Mancini -www.pablomancini.com.ar-).
Los blogs (buenos y no tan buenos) son tantos que en esto los rankings sirven como ayuda. La revista Nature (que tiene unos cuantos como planet.nature.com) recientemente hizo una selección de la que salieron como los "top 5": "Parhyngula" (scienceblogs.com/pharyngula), "The Panda's Tumb"
(www.pandasthumb.org), "Real Climate" (www.realclimate.org), "Cosmic Variance" (cos micvariance.com) y el más político "The Scientific Activist" (scienceblogs.com/scientificactivist) desde donde, por ejemplo, se reclama un debate nacional (en Estados Unidos) sobre ciencia.
En cierta manera, los blogs de ciencia se organizan como ámbitos para desterrar las supersticiones y la paraciencia, así como apuestan por una ciencia más colaborativa y abierta. Al no haber un filtro ("cualquiera puede decir cualquier cosa"), el peso no reside tanto en el autor sino en el lector que deberá desarrollar ciertas competencias para distinguir el dato cierto del rumor y la mentira. Aun así, en ese punto no reside el máximo punto oscuro de los blogs. En una época en la que a todo se le adosa la
chapa de "2.0", la sobreabundancia de información y la imposibilidad de abarcar todo golpean y perturban. Sin guías orientativas, puntos de referencia confiables o sitios-faro, es fácil terminar desahuciado y salir más confundido y desinformado de lo que se entró.



*Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/subnotas/1835-176-2007-12-15.html






Correo:


Entre la utopía y la censura -el dilema actual de wikipedia (página 12)*


Ya me parecía a mí...
El otro día, buscando el significado de la palabra "cartilaginoso" encontré una acepción - aportada por un usuario identificado como "Momsen" - que definía al término como (sic) "relativo a la actitud de Aníbal al cruzar los Alpes y descubrir que se había olvidado la mitad de los elefantes en las Galias". Poco perspicuo ¿Verdad?.
Además, en la biografía de Jimmy Hendrix dice - según el usuario "KKK" - que éste era ciego, y de allí su eterna sonrisa, dado que ignoraba que también era negro...¿Me parece a mi o tiene cierto tufillo racista?
En fin, parece que deberemos acostumbrarnos a no dar por ciertas todas las informaciones que aparecen en la red, dada la proliferación de falsos profetas, timadores profesionales, aprovechadores de la inocencia de los otros, chistosos de baja estofa y - pero no los últimos - pretendidos literatos que pierden su tiempo (lo cual no sería censurable, al fin y al cabo) y se lo hacen perder a los demás...
Como en este instante, querido lector, en el que seguramente deberás estar insultándote por lo bajo, maldiciendo mi nombre y jurando no abrir nunca más un correo firmado por este humilde servidor...


*Udi, del barrio La República. udi.cuatro.catorce@gmail.com




Entre la utopía y la censura*


Un grupo de editores de la enciclopedia virtual infinita bloqueó a internautas "malintencionados" y se armó el debate. ¿Cómo controlar los "errores" sin caer en el autoritarismo?


*Por Facundo García


Wikipedia, la enciclopedia más famosa de la web, crece gracias a las colaboraciones de los internautas. Lo que mucha gente ignora es que a raíz de la intervención malintencionada de algunos participantes (ver recuadro) se creó un grupo de editores cuyo fin es evitar el vandalismo o incluso bloquear a los que no respeten las normas de convivencia. Inicialmente se había decidido que las medidas de fondo seguirían tomándose en foros de discusión, y parecía que el tema estaba resuelto. Hasta que hace unos días se reveló la existencia de listas de email "secretas" que una camarilla podría estar utilizando para operar de forma antidemocrática. Jimmy "Jimbo" Wales, el fundador del proyecto, salió varias veces a pedir que se bajaran los decibeles de la disputa. "Se trata de una exageración", repitió. Pero la polémica echó a rodar y sin duda es una oportunidad para enfrentar un debate apasionante: luego de siete años de crecimiento, con más de un millón de usuarios registrados y ocho millones de artículos en más de cien idiomas, ¿cómo controlar las expresiones ofensivas o malintencionadas sin caer en el autoritarismo?
Para empezar a considerar el asunto puede ser útil ubicar a los personajes de la opereta que recorrió buena parte de la prensa especializada la semana pasada. El conflicto se habría iniciado después de que una administradora apodada "Durova" bloqueara al usuario denominado "!!", también conocido –por suerte– como "Bang Bang". La acción dio lugar a que se difundiera un correo electrónico en el que la propia Durova intentaba convencer en privado a otros administradores para que expulsaran al enigmático colaborador. Para remover más el avispero, son varios los que juran que Bang Bang hace aportes aceptables de manera periódica. Pero eso no pareció importarle a su oponente, que recalcó en su mail que no se trataba de un problema de contenidos sino de difusas "intenciones ocultas" de las que era preciso prevenirse. Entonces se desató el vendaval.
De acuerdo con la versión de los más pesimistas, esos manejos de "la elite editora" podrían ser la punta de una estructura de poder paralela que estaría funcionando desde hace tiempo, puenteando los ámbitos públicos en los que supuestamente se resuelven los pleitos. Por eso es que Jimbo Wales, pionero y presidente de la fundación Wikimedia, se apresuró a subrayar que todo era "una tormenta en un vaso de agua", ya que el famoso Bang Bang "había estado bloqueado durante sólo 75 minutos". Como siempre, medios vinculados a poderosas editoriales salieron a hacer leña del árbol caído y citaron opiniones como la de Kelly Martin, una ex miembro del Comité de Arbitrio de la entidad. Para Martin, este tipo de prácticas son moneda corriente desde hace años.
La última escena de la historia todavía no ha terminado. El revuelo provocó, por lo pronto, la renuncia de la atropellada Durova. En tanto, en el mundo hispanoparlante más de uno se asombró de la dimensión que había tomado el caso. De hecho, la comunidad en castellano no se ha alterado a pesar de que algunos editores –denominados "bibliotecarios"– utilizan mails privados como instancia de discusión.
Distintos medios nacionales y extranjeros jalonan cada uno de estos tropezones con críticas que coquetean con lo obvio. No advierten que en una enciclopedia cuya construcción es colectiva e ilimitada, también tienden a ser infinitos los posibles errores.





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