martes, junio 10, 2008

SOBRE NUESTRO HILO DE ESPERANZA...





*Foto de Valeria Marioni y Florencia Soler Abbate. hijasdelviento@hotmail.com




A través de mis ojos que buscan donde no hay.
Bajo las alas reencarnando en mi espalda.
Desde mi pecho donde todo se desnuda
abro las puertas del exilio.
Porque ya no quiero ver al cuervo
volar tan erguido sobre nuestro hilo de esperanza
y porque mi resistir
se está quebrando.


*De Valeria Marioni maiden-marion@hotmail.com






SOBRE NUESTRO HILO DE ESPERANZA...






HORACIO*


Acostumbro a escribir en cuadernos. Desde que me inicie en una escritura más o menos constante, hace ya unas décadas. Tal vez sea lo único ordenado de mi despelotada biblioteca. Y están fechados. Si señor. Fechados. Cada escrito tiene, al pie, la fecha de la hechura. Pero, me he acostumbrado, además, que cada vez que inicio un cuaderno nuevo, la primera página siempre sirve como apertura del cuaderno, donde hago apreciaciones sobre los intereses que me están abordando.
Convengamos que el único interés es escribir y escribir lo que me gustaría leer. Este fue un tema que abordábamos en la terraza con Horacio. La escritura debería ser algo que nos transmita alegría de hacerla y que nos haga sentir en el camino correcto. Sin altisonancias, sin posturas. Decíamos lo difícil que es mantener una postura. Es el reino de la hipocresía. Es lo que no nos deja ser. Y no hablábamos de posturas ideológicas, sino de lo que se muestra como.
Y luego caíamos en otros senderos de las divagaciones: dos es multitud. Ya uno lo es, agregábamos: yo y mis mundos. Todo tema para un soliloquio. Entonces conversábamos sobre esas necesidades de aclararnos las ideas “conversando conmigo mismo”. Ser el otro de Borges. Espejarnos. A veces, reconocernos y, en otras, desconocernos. Sería bueno que todos, sin excepción, lo ejercitemos un poco. Claro, es muy de loco hablar solo en la calle, mientras se camina con un mar de gentes alrededor, pero qué buenos sería que lo hagamos.
Y hablábamos de las construcciones humanas. De todo tipo de construcción. Y de la necesidad de la paciencia, de la espera, de ser como el junco ante las aguas furiosas que se dobla y no se quiebra. Y recordábamos a Antonio Machado. A Li Po. A tanto otros que, en la mar de la memoria, deben estar grabados. Y hablábamos de la embridad de ciertas palabras, que fueron trastocadas para parecer macho.
Desde luego y en ocasiones, el silencio nadaba entre nosotros mientras el mate iba de mano en mano. Simplemente, estábamos. Hasta que, de pronto, salía algún proyecto. Y así íbamos construyendo la parte de la red que nos tocaba y que habíamos elegido.
“La poesía es hacer habitable al mundo”, repetía. Lo repetía donde estuviere. Era como una muletilla. “Pero no todos somos poetas”, agregó alguien por allí. Y las necesarias aclaraciones, para que nadie se sienta excluido: hacer lo que uno hace y hacerlo bien. Así de simple. Así de profundo. Así de claro.
Pero, me desvié del tema. Yo inicie estas líneas diciendo que tenía un cierto orden en mis cuadernos. Fechados ellos. Claro que el último que inicié hace unos días lleva la fecha de 19 de mayo de 2008. Significativa en mis días. Ese día, por la mañana, despedimos a Horacio, sabedores que nos perderíamos sus abrazos, sus risotadas, sus poemas, sus lleganzas, su amistad. Ahora hablo en plural, porque mi amigo tiene la mar de amistades.
Así era. Un abrazador de gentes. Tal vez, hoy, nos siga abrazando desde otros confines sospechados tras esa breve niebla que nos separa. Yo creo que sí. Ahora, con el necesario silencio. En eso estábamos. Habíamos tomado la ruta provincial 70, camino a Rafaela. Íbamos a la presentación de uno de los libros de Ángel Balzarino. Yo manejaba. El, acompañaba, mate en mano. Habíamos cruzado Humboldt, un pueblo a mitad camino entre Santa Fe y el fin del viaje. Hay un lugar que se llama La Curva. Antes, el arroyo Las Prusianas. El monte salvaje copiando la sinuosidad del arroyo. El atardecer de una naranja excepcional. Nos paramos. Nos olvidamos de la presentación por un momento y nos quedamos mirando el espectáculo. Sin más palabras que la mirada. Como niños acunados en la vastedad, nos dejamos mimar para agradecer. Inti nos regalaba su magnificencia. El poco frío nos empujó, luego, a seguir viaje.
Entonces, decíamos, “perdamos el tiempo” en lo que importa. Aprendí, junto a él a desprenderme de lo innecesario. La primera vez fue cuando lo vi reacomodando su biblioteca. “Estoy haciendo lo de Borges: crítica literaria”. Y, literalmente, las vaciaba. Regalaba lo que ya no leería o no usaría. Se quedaba con lo necesario. Pocas cosas en el morral, palabra más, palabras menos, decía.
“Si alguien se quedó con un libro que le presté es porque le gustó. Y en buena hora que así sea”. Y se sacaba la preocupación de la cabeza. Entonces, Mozart. Y poníamos algo de Mozart para acompañar la estada en la terraza.
Y hablábamos de Tehilard, de la expulsión de la República de Platón, de Juan L., de Cortázar, de nuestro común maestro: Gastón Gori. O bien, de algún viaje a realizar, de algún proyecto a impulsar. Mansamente, mientras Mozart acompañaba. Y así, en ese trastocar los mundos con nuestras impertinentes opiniones, intercambiábamos libros.
Volviendo a lo que decía al comienzo. La escritura, en la primera hoja, como apertura de uno de mis cuadernos. Aquí va lo que pude hacer, el 19 de mayo de 2008, con las palabras.

Mayo 2008

Hace un largo tiempo que no iniciaba un cuaderno. La escritura, en ocasiones, se evapora y se hace nube. No llueve desde las manos.
Pero, como bien dice el dicho: “la procesión va por dentro”. Y uno no puede dejar de ver al mundo desde lo poético. Es una mirada donde verdad y belleza confluyen. Donde una sin la otra no pueden dejar de estar. Como hermanas siamesas.
Pero, ocurre, que en ocasiones no llueve desde las manos. No llueven palabras. Es el tiempo de la espera. Allí transcurro en las cotidianas, me aferro a ellas como naos que me cruzan de una orilla a otra en cada día. Entonces, celebro el amanecer, una sonrisa, un mate, un silencio, los amigos, los afectos.
Y de pronto llueven palabras desde las manos. El cántaro de agua vuelve a reflejar el paso de la luna. Llueven palabras porque algo se movió. Algo cambió desde mi. Algo se hizo luz, algo se hizo sombra.
Y es extraño esto, porque hoy, con el dolor mordiéndome mis pasos, acompañé a mi hermano poeta a su morada de tierra. Horacio Rossi ha muerto. Y nos dejó haciendo labores sobre la barca. Ya vienen otros grumetes. La vida no se detiene. Augura momentos en cada instante.
Abrazo su partida.



*de Oscar “Cacho” Agú. cachoagu@yahoo.com.ar







El trampantojo*


Alquilé una casa para el verano con dos plantas y unos metros de jardín.
La planta baja con cocina, baño y salón era perfecta; además con el buen tiempo agrandabas la casa usando el porche. El piso de arriba, con tres habitaciones y dos baños, también cubría nuestras necesidades.

De la habitación principal salía una escalera que debería ir al desván, aunque la casa vista desde fuera no parecía tenerlo. Subí por esta escalera y me encontré con una puerta que intenté abrir inútilmente, pero me fue imposible porque no tenía picaporte. Observando más detenidamente me di cuenta de que se trataba de un trampantojo muy bien pintado ya que parecía que la puerta era real.

Durante unos días no paró de crecer mi la curiosidad por saber qué había tras la puerta, y como podía conseguir averiguarlo. Acabó siendo una obsesión. Finalmente me pinté en la puerta mirando para adentro.


*de Joan Mateu. joan@cimat.es








Ford & Bascombe*



*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO Frank Bascombe -quien alguna vez quiso ser escritor, pero tan sólo llegó a cronista de deportes y ahora trabaja de agente inmobiliario en las orillas de Nueva Jersey- apuesta por Barack Obama. No tiene dudas porque no hay otra opción posible. Votó por él en las primarias del Partido Demócrata y volverá a votar por él en noviembre, en las próximas elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Le pregunto a Frank Bascombe por qué, de dónde sale semejante seguridad y certeza, y Bascombe -a quien conozco desde la novela El periodista deportivo (1986), reencontré en El Día de la Independencia y
volvía a ver y a leer en Acción de Gracias (2006 y recién traducida a español en Anagrama)- le cede la palabra a Richard Ford. Pero no hay problema, no hay diferencia, los dos piensan lo mismo aunque, para Ford, Bascombe sea más interesante y mejor persona que él: "Vamos a votar a Barack Obama porque no sabemos nada de él", me dice uno con la voz del otro u otro con la voz de uno. Da igual.


DOS Más tarde, en un mediodía de Barcelona, durante el almuerzo, le pregunto a Ford si no es un poco raro que un escritor que se ha consagrado gracias a saberlo todo -y a hacérnoslo saber todo- acerca de Frank Bascombe se arriesgue a confiar en alguien de quien no sabe nada, y si Obama no será un poco como Denzel Washington haciendo de candidato a la presidencia. Y Ford responde: "Es posible. Pero también es verdad que no podemos caer más bajo.
Estamos en el fondo del fondo. No hay dudas de que George W. Bush ha sido el peor presidente en toda la historia de mi país y de que, para salir de semejante abismo, necesitamos a alguien nuevo. Puede sonar un poco osado, pero me temo que no tenemos otro camino. Estamos desesperados, así que elegimos a un desconocido para que nos ayude y nos salve. Y, además, Obama es la oportunidad de reconciliarnos con un pasado marcado por el racismo. De acuerdo, es una gran incertidumbre, pero también es el responsable de haber encendido, luego de tantos años de oscuridad, una bombilla en el cerebro político de los norteamericanos. Una luz en una nación donde el ciudadano medio nunca está interesado en la política. Lo que a él le interesa es cortar el césped, que su hijo estudie en una buena universidad, salir de vacaciones... La política es para la clase política. Pero ahora la clase política ha demostrado que si algo no tiene es clase. Y pareciera que, por fin, es hora de hacer algo".
Le pregunto entonces cómo puede resistirse a la tentación de que Frank Bascombe -a quien ha retirado y alejado de su vida profesional definitivamente, o eso parece- no vuelva para ver y hacernos ver qué pasa con Obama. Ford suspira y dice que Acción de Gracias fue demasiado, que lo agotó, que siente que ya no podría escribir otra novela de semejante ambición, profundidad y calado y que, además, sospecha que no le queda mucho tiempo en este lado de las cosas. Así que quiere llevar una existencia más tranquila. Vivir nada más que lo suyo y no, además, lo de Bascombe. Con una buena vida basta y sobra, y "lo que pasa es que volver a Bascombe en nombre de Obama sería una tentación más personal que artística. Y así no vale". Y creo entender a qué se refiere Ford. En el nombre de las tentaciones personales hay gente que ha invadido países invocando armas inexistentes.


TRES Y, sorpresa, Richard Ford habla mucho. Pocas veces he interpretado tan mal una foto de escritor. En las suyas, Ford aparece siempre -o eso hace pensar- como uno de esos tipos duros de pocas palabras que, más que envejecer, parecen ir fosilizándose. Ford como -sólo se me ocurren símiles actorales- Clint Eastwood, Ed Harris, Lance Henrikssen o Scott Glenn. O Sam Shepard. Pero no. De cerca, lo que destaca del altísimo y siempre sonriente Ford es su mirada límpida y divertida y azul (que, ya que estamos, recuerda tanto a la de Peter O'Toole) y su contagioso entusiasmo por casi todo. Así, Ford no para de contar historias: sus días como jugador de básquet, sus viajes a México en busca del espectro de Malcolm Lowry, el modo en que su mujer (la Kristina a la que están dedicados todos sus libros y quien contribuyó al nacimiento de Bascombe cuando desafió a Ford a que, por una vez, "escribiera sobre un hombre feliz") le salvó la vida y le regaló el tiempo y el espacio para escribir, el modo en que casi entra al FBI o a la CIA, la manera enfática en que se define como "un patriota", agregando que "es mucho más difícil ser un patriota en tiempos de mierda", y el modo en que entiende a su lector ideal: "Alguien de 19 años con capacidad para leer, la edad que yo tenía cuando leí Absalom, Absalom! de William Faulkner y supe que mi vida había cambiado para siempre".


CUATRO Al caer la noche, presento a Ford en una biblioteca de la ciudad y, lo siento, no puedo evitarlo, vuelvo a reclamarle -en público el apoyo se multiplica- que no deje a Bascombe de lado, que lo traiga de vuelta. Y, tal vez por la presión de la multitud, Ford admite que todo es posible, que quién sabe, que ya veremos. Por el momento, HBO ha comprado los derechos televisivos de la Trilogía Bascombe y prepara grandes cosas. Ford ve a Bascombe con el rostro de Kevin Spacey o -su favorito, porque no tiene nada que ver con el personaje, "pero es una persona que puede hacer de quien quiera"- Philip Seymour Hoffman. Yo le digo que para mí el George Clooney curtido de Michael Clayton no estaría mal. Ford promete pensárselo y reconoce el miedo y el espanto que sentiría si los productores eligen -ya hubo algún indicio en este sentido- al sonriente Tom Cruise. Todo es posible. La vida -como bien lo demuestra la saga bascombeana en la que Ford consiguió renovar y reclamar para sí el tan bien y transitado paisaje literario del suburbio americano- está llena de malentendidos. Entre ellos, el de esa foto ya legendaria en la que Ford posa junto a sus amigos Raymond Carver y Tobias Wolff y que lo convirtió en el automático tercer mosquetero del minimalismo, el realismo sucio y todo eso. Nada que ver.
"Si hay algo en lo que yo no creo es en la idea de las tradiciones literarias. Para mí, la literatura no tiene nacionalidad ni región. En lo que a mí respecta, Anton Chejov siempre fue un tipo con una casa junto al Mississippi. Ahí escribía y ahí lo leí yo. Por eso nada me causa más gracia que las presunciones de los críticos siempre listos para explicarte...
Recuerdo que una vez, en Austria, se me acercó uno y no paró de lanzarme afirmaciones categóricas sobre mi vida y su relación con mi obra, y yo me vi obligado a rebatirle una tras otra. El hombre se enojó mucho y al final se despidió con un 'No hay nada más decepcionante que conocer a un escritor que
te gusta mucho'. Y posiblemente esté en lo cierto."
Le digo a Ford que no siempre es verdad.
Después, enseguida, los lectores se acercan a él para que les firme una novela protagonizada por "un hombre bueno" que "sólo quiere el bien para los demás" y que en la última página de Acción de Gracias, número 731, luego de casi morir, descubre el secreto de la vida: "Ahí está la inevitabilidad.
Aquí tengo el hecho concluyente: vivir, vivir, sobrevivir".
Que así sea y buena suerte para Ford, para Bascombe, para Obama, para todos.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-105743-2008-06-10.html








Estado, ecología y transporte en la Argentina*
PARTE II


*Por Juan Carlos Cena. ferrocena@villacrespomibarrio.com.ar
especial para Villa Crespo Digital

8 de junio del 2008



"El beneficio que obtendría la humanidad al trasladar entre el 10 y el 40 por ciento del tráfico por automóvil al tráfico por ferrocarril oscilaría entre 330.000 y 1.330.000 millones de dólares por año.¨ (Ing. Vicente Repetto, Asociación del Congreso Panamericano de Ferrocarriles de 1984)

EL TREN CONTAMINA MENOS
Contaminación del aire: En los Estados Unidos el transporte participa en la contaminación total con un 54%; de este valor un 86% pertenece a los vehículos viales mientras que el ferrocarril lo hace con 0,4%.

Si un tren diesel contamina 1, un automóvil particular contamina 8,3 veces más (y transporta un máximo de 5 pasajeros).

Para el transporte de cargas, si un tren contamina 1, un barco contamina 3,3 y un camión 30.
En caso de utilizarse tracción eléctrica de origen hidráulico, la polución es nula. Si se obtiene electricidad quemando petróleo (centrales térmicas) la contaminación puede ser eficazmente reducida. Además, se aprovecha al máximo la energía proveniente de la combustión.

En una carretera donde circulan 10.000 vehículos por día, se produce una contaminación equivalente a: 50 a 100 kilos de polvo; 140 gramos de plomo; 40 gramos de zinc; 1 a 5 gramos de hidrocarburos...

La contaminación de los automóviles causa 80.000 muertes.
Los automóviles en la CEE Comunidad Económica Europea, lanzan 19 millones de toneladas de monóxido de carbono y 4 millones de toneladas de oxido nitroso por año.

La Organización Mundial de la Salud anuncio, el 22 de diciembre de 1999, que este es el saldo anual de muertes por la polución automovilística en Europa. Los afectados, según la OMS, tienen entre 9 y 33 por ciento más posibilidades de contraer cáncer de pulmón que el resto. Esta constituye la segunda causa de muerte, situada detrás de los accidentes automovilísticos.
"El tráfico mata, el transporte público ayuda a vivir" afirman las pancartas que circulan en autobuses, trolebuses y tranvías como parte de la campaña de organizaciones ambientalistas en 40 ciudades italianas.

NIVELES DE SONORIDAD EN EL TRANSPORTE TERRESTRE
A una distancia de 25 metros un tren emite de 65 a 75 decibeles.

Un automóvil particular emite de 70 a 90 decibeles, mientras que un camión u ómnibus puede sobrepasar los 100 decibeles.
Un tren compuesto por tres coches hace ruido durante 8 segundos al pasar por un punto, transportando cómodamente a 250 pasajeros.
En una carretera, en 8 segundos, pasan más de 4 automóviles que no transportan en total más de 20 personas.



EL TREN OCUPA POCO ESPACIO
Para transportar más de 45.000 personas por hora y por dirección...
El tren necesita un ancho máximo de 13,70 metros...

Mientras que la carretera necesita un ancho de 37,50 metros. Un km. de autopista necesita de 10 Ha., casi siempre de las mejores tierras, que se transforman en improductivas, contra 2 o 3 Ha. en el 2° caso.



ENTRE OTRAS CUESTIONES DEBEMOS TENER EN CUENTA ESTOS VALORES
* Las autopistas cuestan aproximadamente 500.000 U$S x Km. * Las vías férreas (aproximadamente según terraplén y accidente geográfico) 200.000 U$S x Km. * La vida útil de las carreteras es aproximadamente de 8 años
* Las vías férreas más de 30 años. Ambas vías con riguroso mantenimiento.

CONSUMOS ENERGÉTICOS EN EL TRANSPORTE INTERURBANO

SERVICIOS INTERURBANOSINTENSIDAD ENERGÉTICA (Ton/Unidades de trafico x 10 al cubo)
PASAJEROS:
AUTOMÓVIL PARTICULAR 39,2
ÓMNIBUS 12,6
FERROCARRIL 9,2
AVIONES 78,8
CARGAS INTERURBANAS:
CAMIÓN 39,7
FERROCARRIL 12,9
CABOTAJE FLUVIAL 13,5


Plan Nacional de Transporte, Argentina, 1980
"... si todos los factores económicos y sociales de cada modo de transporte hubieran sido correcta y objetivamente cuantificados y reflejados en sus respectivos costos, tan rápido y sobresaliente desarrollo en detrimento del ferrocarril nunca hubiera tenido lugar..."(Ingeniero Emmanuel Flachet, presidente de la Asociación Internacional de Congresos Ferroviarios).

*Autor de * El Guardapalabras, memoria de un ferroviario.(agotado)
* El Cordobazo, una rebelión popular (agotado)
* El Ferrocidio (2da edición ampliada y corregida)
* Crónicas del Terraplén (cuentos)


*Miembro Fundador del Mo.Na.Re.FA
- Movimiento Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles Argentinas





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