sábado, agosto 15, 2009
LA FELICIDAD SIEMPRE ES CONFUNDIDA CON LOS RECURSOS QUE LA HACEN POSIBLE...
Señal de amor en los sentidos*
La pequeña mariposa modificaba el aire
con un sutil batir de alitas
que amontonaría nubes
que las arrojaría unas sobre otras,
sorprendidas,
hasta que en choque explotaran y derramaran,
generosas,
una lluvia fina como harina.
Pero la mariposa allí vibrando, cándida, en las alas,
un espasmo azul fosforescente
una apenas gotita rojo purpurina
y un curioso número 88 ¿el teléfono de Dios,
la clave remota para ingresar al paraíso?.
Como la pequeña mariposa ingenuo, cada cual,
bate en el aire las inocentes alas del sentido
con un color un número
una clave quizá una huella
de dientecillos de vampiro
y se pone el espacio de tormentas
y se llueve el tiempo su delirio
y se duele cada cual en aleteos
su breve para siempre su marca de nacido.
*de Verónica Capellino. veroaleph@hotmail.com
LA FELICIDAD SIEMPRE ES CONFUNDIDA CON LOS RECURSOS QUE LA HACEN POSIBLE...
El Boy*
*Por Juan Forn
Un viejo adagio del mundo del cine dice que de una novela mediocre puede salir una gran película, pero de una gran novela sólo puede salir una película mediocre. Luchino Visconti dio por tierra con ese adagio en 1964, cuando llevó al cine El gatopardo, la gran novela de Lampedusa, y mordió el polvo en 1967, cuando hizo lo propio con El extranjero de Camus. La tercera siempre es la vencida y, en 1970, Visconti anunció a la prensa que su siguiente película se basaría en un libro de Thomas Mann. Pero se ve que
había escarmentado: no eligió Los Buddenbrook, ni La montaña mágica, ni la saga bíblica José y sus hermanos, ni el Doktor Faustus (los cuatro libros que más admiraba del escritor alemán), sino una novelita de cien páginas que el propio Mann, en su momento, había calificado de "ambigua pero decorosa".
Para sacar de esa novela una película, Visconti procedió a despojarla del "decoro" con que su autor la había enmascarado y a inyectarle toda la tóxica sensualidad que Mann había logrado a duras penas sofocar. ¿Es Muerte en Venecia una gran película? Difícil encontrar alguien que piense lo contrario, pero sus millones de seguidores en el mundo no logran ponerse de acuerdo si eso se debe a que está basada en una gran novela o en una novelita mediocre: incluso hay quienes sostienen que la película es tan extraordinaria que llevó el libro a su altura.
Una de las razones que hacen de Muerte en Venecia una película tan extraordinaria es, por supuesto, Dirk Bogarde. Pero hasta el día de su muerte, Bogarde aseguró que se sobrevaloraba aquel trabajo suyo; que la parte más difícil de su papel la hacía el espectador por él: cada vez que la cámara de Visconti enfocaba al joven Tadzio. El papel de Tadzio no tenía ni un solo parlamento y sus apariciones no llegaban a sumar ni diez minutos en toda la película, pero para Visconti era a tal punto el centro incandescente de Muerte en Venecia (recordemos la cita que abre el film: "Aquel que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir") que se pasó seis meses recorriendo el este de Europa, desde Hungría hasta Finlandia, buscando al adolescente indicado (en la novela de Mann era uno de los vástagos de una condesa polaca, y lo que Visconti buscaba era "un Helmut Berger de doce años"), hasta que en un hotel de Estocolmo encontró al quinceañero Björn Andresen.
Al pobre Björn Andresen la película le cagó la vida más que Ultimo tango en París a Maria Schneider. Hace unos años, cuando ya tenía cincuentilargos, asomó del anonimato para hacerle juicio a Germaine Greer, la otrora furibunda feminista que se pasó tanto de rosca que, en su último libro, titulado The Boy, sostenía que las criaturas que más universalmente despiertan el deseo sexual en la especie humana son los varones púberes y que reconocerlo de una vez y entregarse a ello terminaría por fin con la guerra entre los sexos (la prensa británica se hizo un festín: "La primera feminista que sale del closet para confesar que en realidad es un viejo pederasta"). La Greer había pedido para la tapa de su libro una foto de Andresen tomada por David Bayley durante el rodaje de Muerte en Venecia. La editorial había negociado el permiso para usar la imagen con el propietario legal de los derechos, que era el fotógrafo, de manera que el reclamo judicial de Andresen no prosperó. Pero sus tímidas quejas en el tribunal (que aquella película le había arruinado literalmente la vida y que le resultaba aberrante que se usara su imagen para celebrar las relaciones amorosas entre adultos y adolescentes) fueron amplificadas en letras catástrofe por los tabloides ingleses y la editorial terminó retirando discretamente de circulación el libro de la Greer.
Cuando estalló el escándalo aparecieron en la web trozos de un documental italiano de 1970 llamado Alla ricerca di Tadzio, en el que un camarógrafo de la RAI sigue a Visconti a lo largo de aquel peregrinaje por Europa del Este.
El documental ofrece grandes momentos, como cuando Visconti se queja de que en todo el territorio polaco no haya podido encontrar un solo niño de rasgos aristocráticos ("¡Son todos proletarios!", murmura en un momento el exquisito conde comunista). Hasta que, en un hotel de Estocolmo, Björn
Andresen hace su entrada en la habitación donde tiene lugar el casting.
Visconti comenta por lo bajo: "Nació para ser mirado" y le pide que se saque la camisa. El adolescente cree haber entendido mal y mira a su alrededor con cierta alarma pero finalmente consiente y, a pesar de la mala calidad de la filmación, es palpable el efecto que produce. La voz en off anuncia pomposamente que Visconti ha encontrado su santo grial en Björn Andresen.
¿Pero para qué seguir llamándolo Björn? A partir de ese momento será simplemente Tadzio para el mundo ("E Tadzio e basta!"), profetiza la voz en off.
Lo notable del asunto es que, cuatro años después del estreno de Muerte en Venecia, cuando se publicaron post-mortem los Diarios de Thomas Mann, se supo que la historia narrada en la novela era autobiográfica. Mann incluso daba el nombre de Tadzio en la vida real, cosa que permitió, a unos
periodistas primero y al escritor Gilbert Adair después, rastrear su paradero y descubrir que el núbil aristócrata polaco por el que Thomas Mann perdió la cabeza en 1911 (y por esa razón, en su novela, se castigó con la muerte) se llamaba Wladslaw Moes y sobrevivió a la Primera Guerra, a la Segunda e incluso a la Polonia stalinista de posguerra, hasta morir apaciblemente en su pueblo natal en 1986. Cuando el zángano de Adair publicó el año pasado un librito de noventa páginas llamado El verdadero Tadzio.
Historia del icono rubio de "Muerte en Venecia", el pobre Björn Andresen creyó que una vez más volvían a meterse con su vida. Si bien esta vez la cosa no era con él sino con el Tadzio de la vida real, las revelaciones del libro han de haberle resultado igual de dolorosas.
Difícil saber cuánto hay de cierto en las palabras de Adair: en sus páginas afirma que logró dar con la única de las hermanas de Wladslaw que seguía viva, pero la dama murió después de entrevistarse con él. Según ella, no era Tadzio sino Adzio el apodo de Wladslaw, el niño no tenía ni quince ni catorce años sino apenas diez cuando fue con su familia a Venecia y carecía por completo de la belleza renacentista del joven Andresen (Adair sólo ofrece una foto borrosa, en donde se ve a un niño de cara regordeta, orejas como pantallas y el pelo rubio cortado al rape). Si lo que dice Adair es cierto, cuando Visconti recorrió Polonia buscando su Tadzio, podría haberse encontrado con el verdadero e incluso tenerlo a su lado al filmar la película. Cosa que seguramente hubiera cambiado bastante el enfoque de Muerte en Venecia. Y la vida del pobre Björn Andresen también.
*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-129911-2009-08-14.html
La solución del conflicto*
Años y años de guerras y conflictos impedían la paz en aquellos territorios. Las acciones encaminadas a conseguir apaciguar aquellos ánimos tan belicosos, sólo habían derivado en nuevos conflictos. Ahora se echaban en cara cada uno de ellos, que el otro no quería ceder en nada.
Sólo pensaban en matarse y en obtener venganza, por motivos tan antiguos que casi ni los más viejos del lugar recordaban. Pero las cosas estaban así y había que buscar una solución pacífica.
Se iniciaron una serie de reuniones presididas por negociadores de las Naciones Unidas que fueron un fracaso. Se intentó buscar una solución al amparo de la religión y fue aún peor porque entraron a discusión dogmas de fe y el problema se radicalizó mucho más. Las delegaciones de terceros países, que terciaron en negociaciones concretas, no llegaron a ningún acuerdo. Parecía que no había solución hasta que el servicio secreto, después de una amplia consulta con sus psicólogos, adoptó una opción desesperada.
Presuponiendo que lo que más unía a las personas eran las penas, se preparó un plan tan arriesgado como novedoso bajo la premisa de "Si hay que unir esos pueblos, hay que conseguir que lloren juntos"
La madrugada del diecisiete de Mayo, un escuadrón de aviones de guerra de las Naciones Unidas salió de sus aeródromos, cargados al máximo tanto de carburante como de armamento.
A las 7,00 h. divisaron el objetivo y se aprestaron para el ataque.
A las 7,12 h. después de haber recibido la confirmación de ataque, soltaron cada uno 10 toneladas de bombas lacrimógenas.
El objetivo estaba claro: Había que conseguir que esta gente se uniera, aunque que tuvieran que llorar toda su vida.
*de Joan Mateu. joan@cimat.es
La isla desierta*
(Burlería en un solo acto)
*de Roberto Arlt
PERSONAJES
El jefe
Empleada 1ª
Manuel
Empleada 2ª
María
Empleada 3ª
Empleado 1º
Cipriano (mulato)
Empleado 2º
Director
Tenedor de libros
ACTO ÚNICO
ESCENA
Oficina rectangular blanquísima, con ventanal a todo lo ancho del salón, enmarcando un cielo infinito caldeado en azul. Frente a las mesas escritorios, dispuestos en hilera como reclutas, trabajan, inclinados sobre las máquinas de escribir, los empleados. En el centro y en el fondo del salón, la mesa del Jefe, emboscado tras unas gafas negras y con el pelo cortado como la pelambre de un cepillo. Son las dos de la tarde, y una extrema luminosidad pesa sobre estos desdichados simultáneamente encorvados y recortados en el espacio por la desolada simetría de este salón en un décimo piso.
EL JEFE. -Otra equivocación, Manuel.
MANUEL. -¿Señor?
EL JEFE. -Ha vuelto a equivocarse, Manuel.
MANUEL. -Lo siento, señor.
EL JEFE. -Yo también. (Alcanzándole la planilla.) Corríjala. (Un minuto de silencio.)
EL JEFE. -María.
MARÍA. -¿Señor?
EL JEFE. -Ha vuelto a equivocarse, María.
MARÍA. -(Acercándose al escritorio del JEFE). -Lo siento, señor.
EL JEFE. -También yo lo voy a sentir cuando tenga que hacerlos echar. Corrija.
Nuevamente hay otro minuto de silencio. Durante este intervalo pasan chimeneas de buques y se oyen las pitadas de un remolcador y el bronco pito de un buque. Automáticamente todos los EMPLEADOS enderezan las espaldas y se quedan mirando por la ventana.
EL JEFE. (Irritado) -¡A ver si siguen equivocándose! (Pausa)
EMPLEADO 1º. (con un apagado grito de angustia) -¡Oh! No; no es posible. (Todos se vuelven hacia él).
EL JEFE. (Con venenosa suavidad) -¿Qué no es posible, señor?
MANUEL. -No es posible trabajar aquí.
EL JEFE. -¿No es posible trabajar aquí? ¿Y por qué no es posible trabajar aquí? (Con lentitud) ¿Hay pulgas en las sillas? ¿Cucarachas en la tinta?
MANUEL. (Poniéndose de pie y gritando) -¡Cómo no equivocarse! ¿Es posible no equivocarse aquí? Contésteme. ¿Es posible trabajar sin equivocarse aquí?
EL JEFE. -No me falte, Manuel. Su antigüedad en la casa no lo autoriza a tanto. ¿Por qué se arrebata?
MANUEL. -Yo no me arrebato, señor. (Señalando la ventana.) Los culpables de que nos equivoquemos son esos malditos buques.
EL JEFE. (Extrañado) -¿Los buques? (Pausa.) ¿Qué tienen los buques?
MANUEL. -Si, los buques. Los buques que entran y salen, chillándonos en las orejas, metiéndosenos por los ojos, pasándonos las chimeneas por las narices. (Se deja caer en la silla.) No puedo más.
TENEDOR DE LIBROS. -Don Manuel tiene razón. Cuando trabajábamos en el subsuelo no nos equivocábamos nunca.
MARÍA. -Cierto; nunca nos sucedió esto.
EMPLEADA 1ª. -Hace siete años.
EMPLEADO 1º. -¿Ya han pasado siete años?
EMPLEADO 2º. -Claro que han pasado.
TENEDOR DE LIBROS. -Yo creo, jefe, que estos buques, yendo y viniendo, son perjudiciales para la contabilidad.
EL JEFE. -¿Lo creen?
MANUEL. -Todos lo creemos. ¿No es cierto que todos lo creemos?
MARÍA. -Yo nunca he subido a un buque, pero lo creo.
TODOS. -Nosotros también lo creemos.
EMPLEADA 2ª. - Jefe, ¿ha subido a un buque alguna vez?
EL JEFE. -¿Y para qué un jefe de oficina necesita subir a un buque?
MARÍA. -¿Se dan cuenta? Ninguno de los que trabajan aquí ha subido a un buque.
EMPLEADA 2ª. -Parece mentira que ninguno haya viajado.
EMPLEADO 2º. -¿Y por qué no ha viajado usted?
EMPLEADA 2ª. -Esperaba casarme ...
TENEDOR DE LIBROS. -Lo que es a mí, ganas no me han faltado.
EMPLEADO 2º. -Y a mí. Viajando es como se disfruta.
EMPLEADA 3ª. -Vivimos entre estas cuatro paredes como en un calabozo.
MANUEL. -Cómo nos equivocamos. Estamos aquí suma que te suma, y por la ventana no hacen nada más que pasar barcos que van a otras tierras. (Pausa) A otras tierras que no vimos nunca. Y que cuando fuimos jóvenes pensamos visitar.
EL JEFE. (Irritado) -¡Basta! ¡Basta de charlar! ¡Trabajen!
MANUEL. -No puedo trabajar.
EL JEFE. -¿No puede? ¿Y por qué no puede, don Manuel?
MANUEL. -No. No puedo. El puerto me produce melancolía.
EL JEFE. -Le produce melancolía. (Sardónico) Así que le produce melancolía. (Conteniendo su furor.) Siga, siga su trabajo.
MANUEL. -No puedo.
EL JEFE. -Veremos lo que dice el director general. (Sale violentamente)
MANUEL. -Cuarenta años de oficina. La juventud perdida.
MARÍA. -¡Cuarenta años! ¿Y ahora? ...
MANUEL. -¿Y quieren decirme ustedes para qué?
EMPLEADA 3ª. -Ahora lo van a echar ...
MANUEL. -¡Qué me importa! Cuarenta años de Debe y Haber. De Caja y Mayor. De Pérdidas y Ganancias.
EMPLEADA 2ª. -¿Quiere una aspirina, don Manuel?
MANUEL. -Gracias, señorita. Esto no se arregla con aspirina. Cuando yo era joven creía que no podría soportar esta vida. Me llamaban las aventuras ... los bosques. Me hubiera gustado ser guardabosque. O cuidar un faro ...
TENEDOR DE LIBROS. -Y pensar que a todo se acostumbra uno.
MANUEL. -Hasta a esto ...
TENEDOR DE LIBROS. -Sin embargo, hay que reconocer que estábamos mejor abajo. Lo malo es que en el subsuelo hay que trabajar con luz eléctrica.
MARÍA. -¿Y con qué va a trabajar uno si no?
EMPLEADO 1º. -Uno estaba allí tan tranquilo como en el fondo de una tumba.
TENEDOR DE LIBROS. -Cierto, se parece a una tumba. Yo muchas veces me decía: “Si se apaga el sol, aquí no nos enteramos” ...
MANUEL. -Y de pronto, sin decir agua va, nos sacan del sótano y nos meten aquí. En plena luz. ¿Para qué queremos tanta luz? ¿Podés decirme para qué queremos tanta luz?
TENEDOR DE LIBROS. -Francamente, yo no sé ...
EMPLEADA 2ª. -El jefe tiene que usar lentes negros ...
EMPLEADO 2º. -Yo perdí la vista allá abajo ...
EMPLEADO 1º. -Sí, pero estábamos tan tranquilos como en el fondo del mar.
TENEDOR DE LIBROS. -De allí traje mi reumatismo.
Entra el ordenanza CIPRIANO, con un uniforme color de canela y un vaso de agua helada. Es MULATO, simple y complicado, exquisito y brutal, y su voz por momentos persuasiva.
MULATO. -¿Y el jefe?
EMPLEADA 2ª. -No está. ¿No ve que no está?
EMPLEADA 3ª. -Fue a la Dirección ...
MULATO. (mirando por la ventana) -¡Hoy llegó el “Astoria”! Yo lo hacía en Montevideo.
EMPLEADA 2ª. (acercándose a la ventana) -¡Qué chimeneas grandes tiene!
MULATO -Desplaza cuarenta y tres mil toneladas ...
EMPLEADO 1º. -Ya bajan los pasajeros ...
MANUEL. -Y nosotros quisiéramos subir.
MULATO. -Y pensar que yo he subido a casi todos los buques que dan vuelta por los puertos del mundo ...
EMPLEADO 2º. -Hablaron mucho los diarios ...
MULATO. -Sé los pies que calan. En qué astilleros se construyeron. El día que los botaron. Yo, cuando menos merecía ser ingeniero naval.
EMPLEADO 2º. -Vos, ingeniero naval ... No me hagas reír.
MULATO. -O capitán de fragata. He sido grumete, lavaplatos, marinero, cocinero de veleros, maquinista de bergantines, timonel de sampanes, contramaestre de paquebotes ...
EMPLEADO 2º. -¿Por dónde viajaste? ¿Por la línea del Tigre o por la de Constitución?
MULATO. (Sin mirar al que lo interrumpe) -Desde los siete años que doy vueltas por el mundo y juro que jamás en la vida me he visto entre chusma tan insignificante como la que tengo que tratar a veces ...
MARÍA. -( A Empleada 1ª) -A buen entendedor ...
MULATO. -Conozco el mar de las Indias. El Caribe, el Báltico ... hasta el océano Ártico conozco. Las focas recostadas en los hielos lo miran a uno como mujeres aburridas sin moverse ...
EMPLEADO 2º. -¡Ché, debe hacer un fresco bárbaro por ahí!
EMPLEADA 2ª. -Cuente, Cipriano, cuente. No haga caso.
MULATO. (sin volverse) -Aviada estaría la luna si tuviera que hacer caso de los perros que ladran. En un zampán me he recorrido el Ganges. Y había que ver los cocodrilos que nos seguían ...
MARÍA. -No sea exagerado, Cipriano.
MULATO. -Se lo juro, señorita.
EMPLEADO 2º. -Indudablemente, éste no pasó de San Fernando.
MULATO. (Violento) -A mí nadie me trata de mentiroso, ¿sabe? (Arrebatado, se quita la chaquetilla, y luego la camisa, que muestra una camiseta roja, que también se saca)
EMPLEADA 1ª. -¿Qué hace, Cipriano?
EMPLEADA 2ª. -¿Está loco?
EMPLEADA 3ª. -Cuidado, que puede venir el jefe.
MULATO. -Vean, estos tatuajes. Digan si éstos son tatuajes hechos entre la línea del Tigre o Constitución. Vean ...
EMPLEADA 2ª. -¡Una mujer en cueros!
MULATO. -Este tatuaje me lo hicieron en Madagascar, con una espina de tiburón.
EMPLEADO 2º. -¡Qué mala espina!
MULATO. -Vean esta rosa que tengo sobre el ombligo. Observen qué delicadeza de pétalos. Un trabajo de indígenas australianos.
EMPLEADO 2º. -¿No será una calcomanía?
EMPLEADA 2ª. -¡Qué va a ser una calcomanía! Este es un tatuaje de veras.
MULATO. -Le aseguro, señorita, que si me viera sin pantalones se asombraría ...
TODOS. -¡Oh ... ah! ...
MULATO. (Enfático) -Sin pantalones soy extraordinario.
EMPLEADA 1ª. -No se los pensará quitar, supongo.
MULATO. -¿Por qué no?
EMPLEADA 3ª. -No, no se los quite.
MULATO. -No voy a quedar desnudo por eso. Y verán que tatuajes tengo labrados en las piernas.
EMPLEADA 1ª. -Es que si entra alguien ...
EMPLEADA 3ª. -Cerrando la puerta. (Va a la puerta.)
MULATO. -(Quitándose los pantalones y quedando con un calzoncillo corto y rojo con lunares blancos) -Miren estos dibujos. Son del más puro estilo malasio. ¿Qué les parece esta guarda de monos pelando bananas? (Murmullo de “Oh ... ah ...”) Lo menos que merezco es ser capitán de una isla. (Toma un pliego de papel madera y rasgándolo en tiras se lo coloca alrededor de la cintura.) Así van vestidos los salvajes de las islas.
EMPLEADA 1ª. ¿A las mujeres también les hacen tatuajes ...?
MULATO. -Claro. ¡Y qué tatuajes! Como para resucitar a un muerto.
EMPLEADA 2ª. -¿Y es doloroso tatuarse?
MULATO. -No mucho ... Lo primero que hace el brujo tatuador es ponerlo a uno bajo un árbol ...
EMPLEADA 2ª. -Uy, qué miedo.
MULATO. -Ningún miedo. El brujo acaricia la piel hasta dormirla. Y uno acaba por no sentir nada.
EMPLEADO 1º. -Claro ...
MULATO. -Siempre bajo los árboles hay hombres y mujeres haciéndose tatuar. Y uno termina por no saber si es un hombre, un tigre, una nube o un dragón.
TODOS. -¡Oh, quién lo iba a decir! ¡Si parece mentira!
MULATO. (Fabricándose una corona con papel y poniéndosela.) -Los brujos llevan una corona así y nadie los mortifica.
EMPLEADA 1ª. -Es notable.
EMPLEADA 2ª. -Las cosas que se aprenden viajando ...
MULATO. -Allá no hay jueces, ni cobradores de impuestos, ni divorcios, ni guardianes de plaza. Cada hombre toma la mujer que le gusta y cada mujer al hombre que le agrada. Todos viven desnudos entre las flores, con collares de rosas colgantes del cuello y los tobillos adornados de flores. Y se alimentan de ensaladas de magnolias y sopas de violetas.
TODOS. -Eh, eh ...
EMPLEADA 2ª. -¡Eh! ¡Cipriano, que no nacimos ayer!
MULATO. -Juro que se alimentan de ensaladas de magnolias.
TODOS. -No.
MULATO. -Sí.
EMPLEADO 2º. -Mucho ... mucho ...
MULATO. -Digo que sí. Y además los árboles están siempre cargados de toda clase de fruta.
MANUEL. -No será como la que uno compra aquí, en la feria.
MULATO. -Allá no. Cuelgan libremente de las ramas y quien quiere, come y quien no quiere, no come ... y por la noche, entre los grandes árboles, se encienden fogatas y ocurre lo que es natural que ocurra entre hombres y mujeres.
EMPLEADA 1ª. -¡Qué países, qué países!
MULATO. -Y digo que es muy saludable vivir así libremente. Al otro día la gente trabaja con más ánimo en los arrozales y si uno tiene sed (toma el vaso de agua y bebe) parte un coco y bebe su deliciosa agua fresca.
MANUEL. -(Tirando violentamente un libro al suelo) -¡Basta!
MULATO. -¿Basta qué?
MANUEL. -Basta de noria. Se acabó. Me voy.
EMPLEADA 2ª. -¿A dónde va, don Manuel?
MANUEL. -A correr mundo. A vivir la vida. Basta de oficina. Basta de malacate. Basta de números. Basta de reloj. Basta de aguantarlo a este otro canalla. (Señala la mesa del jefe. Pausa. Perplejidad.)
EMPLEADO 1º. -¿Quién es el otro?
TODOS. -¿Quién es?
MANUEL. -(Perplejo) -El otro ... el otro ... el otro ... soy yo.
EMPLEADA 3ª. -¡Usted don Manuel!
MANUEL. -Sí, yo; que desde hace veinte años le llevo los chismes al jefe. Mucho tiempo hacía que me amargaba este secreto. Pero trabajábamos en el subsuelo y en el subsuelo las cosas no se sienten.
TODOS. -¡Oh! ...
EMPLEADO 1º. -¿Qué tiene que ver el subsuelo?
MANUEL. -No sé. La vida no se siente. Uno es como una lombriz solitaria en un intestino de cemento. Pasan los días y no se sabe cuándo es de día, cuándo es de noche. Misterio. (Con desesperación) Pero un día nos traen a este décimo piso. Y en el cielo, las nubes, las chimeneas de los transatlánticos se nos entran en los ojos. Pero entonces, ¿existía el cielo? Pero entonces, ¿existían los buques? ¿Y las nubes existían? ¿Y uno, por qué no viajó? Por miedo. Por cobardía. Mírenme. Viejo. Achacoso. ¿Para qué sirven mis cuarenta años de contabilidad y de chismerío?
MULATO. (Enfático) -Ved cuán noble es su corazón. Ved cuán responsables son sus palabras. Ved cuán inocentes son sus intenciones. Ruborizaos, amanuenses. Llorad lágrimas de tinta. Todo vosotros os pudrireis como asquerosas ratas entre estos malditos libros. Un día os encontrareis con el sacerdote que vendrá a suministraros la extramaunción. Y mientras os unten con aceite la planta de los pies, os direis: “¿Qué he hecho de mi vida? Consagrarla a la teneduría de libros. Bestias.
MANUEL. -Quiero vivir los pocos años que me quedan de vida en una isla desierta. Tener mi cabaña a la sombra de una palmera. No pensar en horarios.
EMPLEADO 1º. -Iremos juntos, don Manuel.
MARÍA. -Yo iría, pero para cumplir este deseo tendría que cobrar los meses de sueldo que me acuerda la ley 11.729.
EMPLEADO 2º. -Para que nos amparase la ley 11.729, tendrían que echarnos.
MULATO. -Aprovechen ahora que son jóvenes. Piensen que cuando les estén untando con aceite la planta de los pies no podrán hacerlo.
MARÍA. -La pena es que tendré que dejar a mi novio.
EMPLEADO 2º. -¿Por qué no lo conserva en un tarro de pickles?
EMPLEADA 2ª. -Cállese, odioso.
MULATO. -Señores, procedamos con corrección. Cuando don Manuel declaró que él era el chismoso, una nueva aurora pareció cernirse sobre la humanidad. Todos le miramos y nos dijimos: “He aquí un hombre honesto; he aquí un hombre probo; he aquí la estatua misma de la virtud cívica y ciudadana”. (Grave.) Don Manuel. Usted ha dejado de ser don Manuel. Usted se ha convertido en Simbad el Marino.
EMPLEADA 3ª. -¡Qué bonito!
MANUEL. -Ahora, lo que hay que buscar es la isla desierta.
TENEDOR DE LIBROS. -¿Hay todavía islas desiertas?
MULATO. -Sí, las hay. Vaya si las hay. Grandes islas. Y con árboles de pan. Y con plátanos. Y con pájaros de colores. Y con sol desde la mañana a la noche.
EMPLEADO 2º. -¿Y nosotros? ...
MULATO. -¿Cómo nosotros?
EMPLEADA 2ª. -¿Claro? ¿Y a nosotros nos van a largar aquí?
MULATO. -Vengan ustedes también.
TODOS. -Eso ... vámonos todos.
MULATO. -Ah ... y qué les diré de las playas de coral.
EMPLEADA 1ª. -Cuente, Cipriano, cuente.
MULATO. -Y los arroyuelos cantan entre las breñas. Y también hay negros. Negros que por la noche baten el tambor. Así.
El MULATO toma la tapa de la máquina de escribir y comienza a batir el tam tam ancestral, al mismo tiempo que oscila simiesco sobre sí mismo. Sugestionados por el ritmo, van entrando todos en la danza.
MULATO. (A tiempo que bate el tambor) -Y también hay hermosas mujeres desnudas. Desnudas de los pies a la cabeza. Con collares de flores. Que se alimentan de ensaladas de magnolias. Y hermosos hombres desnudos. Que bailan bajo los árboles, como ahora nosotros bailamos aquí ...
De aromas ...
Histéricamente todos los hombres se van quitando los sacos, los chalecos, las corbatas; las muchachas se recogen las faldas y arrojan los zapatos. El MULATO bate frenéticamente la tapa de la máquina de escribir. Y canta un ritmo de rumba.
La hoja de la bananera
De verde ya se madura
Quien toma prenda de joven
Tiene la vida segura.
La danza se ha ido generalizando a medida que habla el MULATO, y los viejos, los empleados y las empleadas giran en torno de la mesa, donde como un demonio gesticula, toca el tambor y habla el condenado negro.
Y bailan, bailan, bajo los árboles cargados de frutas ...
La hoja de la bananera ...
EL JEFE. -(entrando bruscamente con el DIRECTOR, con voz de trueno) -¿Qué pasa aquí?
MARÍA. -(después de alguna vacilación) -Señor ... esta ventana maldita y el puerto ... Y los buques ... esos buques malditos ...
EMPLEADA 2ª. -Y este negro.
DIRECTOR. -Oh ... comprendo ... comprendo. (Al JEFE) Despida a todo el personal. Haga poner vidrios opacos en la ventana.
TELÓN
*Fuente: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/arlt/la_isla_desierta.htm
El libro y su rapsódica agonía.*
*Por Flavio Crescenzi. flameando666@hotmail.com
"La felicidad siempre es confundida con los recursos que la hacen posible."
Georges Bataille
Mallarmé imaginó el mundo como un libro escrito por un colectivo inmemorial y anónimo que desembocaría en objeto ideal en un futuro. En Mallarmé está presente todavía el pensamiento hegeliano basado en la apuesta al porvenir, aunque el porvenir para el poeta sea apenas otro símbolo. Desde que la humanidad abandonó la comodidad de la escritura conventual (amanuenses, copistas, calígrafos, etc), entrando en el universo de la imprenta, el paradigma cultural y, en consecuencia, discursivo, se vio modificado. El concepto de modernidad está íntimamente ligado a Gutemberg, a quien propondremos, provisoriamente, como su legítimo creador.
La modernidad fue axiomática, rígida en sus propuestas y totalitaria en sus acciones (las verdades transmitidas y heredadas, como se ha dicho en otro artículo, son parte del discurso del poder), pesada y paquidérmica como las imprentas antiguas. El libro, como objeto, perdió su aura, se desacralizó, convirtiéndose en mera mercancía, en un fetiche que el burgués consume menos por ansias de conocimiento o goce estético que por un liso y llano estar al tanto, es decir, por snobismo. La fungibilidad del libro, cosificación final y denigrante, se evidencia en las mesas de saldo en donde encontraremos títulos de vital importancia para la "Gran Cultura" descartados pro los criterios editoriales vigentes. El mercado editorial, como mediador entre el libro y el lector, se ha encargado de banalizar el intercambio hasta anularlo finalmente.
Desde este punto de vista, ya no podemos confiar en el libro. El libro, actualmente, no es más que un objeto venial y superfluo, un bien más que está dispuesto a las más fraudulentas transacciones. El mercado es el rector de toda
manifestación cultural que conocemos, la reduce a sus míseros fines con la seguridad que le da el saberse instituido, ser el inmejorable campo de acción para la masa. La publicación virtual como soporte alternativo es, de algún modo, un espacio dedicado a lo fugaz, como fugaces deben ser los discursos disruptivos que vulneren la lógica mercantilista que nos guía. La estética del instante es, sin lugar a dudas, poética y, por lo tanto, subversiva. Los medios virtuales son, si bien también parte del orden de mercado, pasibles de fisuras pertinentes. Es un territorio amplísimo para explorar nuevas variantes discursivas que , por su instantaneidad y alcance, nos aparecen como válidas. El libro como refugio o lugar al que arribar para instalarse, se hace cada vez más difuso en su precariedad y en los usos que le da el poder que lo ha absorbido. Ya no hay objetos que contengan discurso, sólo discursos que se imponen como objeto. Piedras discursivas arrojadas desde el promontorio del espíritu.
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OPERATIVO DE PRENSA*
Hoy, viernes 14 de agosto, por la mañana, en más de un canal de televisión veo y oigo al presidente del Concejo Deliverante de Arroyo Seco, provincia de Santa Fe, declarar en sesión abierta de dicho poder legislativo, que “estamos podridos de los niños que roban, que acá hay que ir al jefe de policía y darle claras instrucciones: Cuando ven a un niño o niña robando, lo agarran y le muelen bien los huesos a palos y agarran un cinto y le cruzan el lomo y lo cantan bien a palo hasta que aprendan a no robar más. Y si el juez lo ampara al menor que roba entonces al que hay que molerle bien los huesos es al juez, hay que cruzarle el lomo a cintazos hasta que entienda y vamos a ver como se termina este problema.”
Rápidamente lo cita al canal 3 de Rosario el periodista Luis Novaresio y el presidente del concejo no se retractó, pidió disculpa por el modo de decirlo pero insistió en imponer ese terma de bajar la edad del imputado y de castigar duramente al que roba.
Como otros ciudadanos vengo observando que no pocos noticieros y programas supuestamente periodísticos vienen armando continuamente esto como presuntamente un legítimo reclamo de personas indefensas que no saben qué hacer frente al auge de la delincuencia.
Concretamente hay coberturas pseudoperiodísticas de hechos delictivos que se especializan en cubrir hechos reales machacando ese argumento o inclusive llegan a inventar hechos criminales para predisponer la opinión pública en contra de la justicia y a favor de más violencia policial.
Hemos visto y oído a Luis Abelardo Patti decir que hay que picanear a un sospechoso porque debemos obtener información urgente ya que de ello dependerá salvar una vida.
Yo creo que el objetivo de estas provocaciones como la de este presidente del concejo deliberante de Arroyo Seco, es presionar a los concejales para que traten un anteproyecto que proponga bajar la edad del menor imputado, acusado de robar o de cometer otros delitos.
Pienso que estos operativos armados para que repercutan en varios medios de difusión y se instalen como debate en la opinión pública, son impunes apologías de la violencia.
Decir un concejal que hay que golpear con un cinto a un Juez es muy grave apología de la violencia. Y reproducirlo por televisión para inclinar la ya muy confundida opinión pública a favor de ese reclamo, es doble apología de la violencia y me pregunto si no debería ser claramente sancionada por el CONFER.
Pienso que los dueños de los medios de difusión y los periodistas que arman esos programas o cubren esos noticieros, o editan eso, son responsables de un grave delito como es la apología de la violencia y que deberían ser sancionados.
Y pienso que un presidente de consejo deliberante ( que en cualquier momento puede pasar a ser Intendente o presidente de comuna) no puede expresar ni siquiera pensar o admitir que nadie piense públicamente semejante atrocidad y menos en una sesión del Concejo, por la autoridad que le confiere el voto que lo lleva a ser representante de todos los ciudadanos de dicho pueblo o ciudad o provincia o país.
Este mal uso del deber de funcionario público es muy grave y tiene que ser llevado a consulta pública sobre si puede permanecer en su cargo o debería ser psiquiatricamente peritado y/o destituido de su cargo, porque de otro modo hacemos a toda la comunidad, a todos los ciudadanos de Arroyo Seco, responsables de habilitar a un jefe de policía o a sus subordinados, por las brutales golpizas que ya han hecho los agentes del orden en muchos casos y que no pocas veces causaron la muerte de chicas y chicos y la desaparición de su cadáver.
Es responsabilidad de toda la comunidad, de todos nosotros, , contemplada en la Constitución y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, asegurar siempre para todas las familias las condiciones que hagan innecesario robar, delinquir o permanecer un niño en la calle, asegurando vivienda digna para todos, trabajo y salario digno para todos y derecho a la salud, a la nutrición y a la escolaridad para todos los menores de edad.
Un solo ejemplo es suficiente para recordar las consecuencias de legitimar la represión: en 1975 se reunen Lastiri, Ruckauf, el entonces gobernador de la Rioja Carlos Menem e Isabel Martínez para firmar ona orden que habilitó a las Fuerzas Armadas y Policía del país a aniquilar la subversión”
En una época en que la subversión ya estaba aniquilada y lo que las Fuerzas paramilitares y parapoliciales aniquilaron fueron estudiantes, obreros y civiles que fueron secuestrados, sistemáticamente torturados, asesinados y desaparcidos en más de quince mil casos que todavía hoy la justicia en democracia no termina de esclarecer.
Terminemos con estas operaciónes de prensa que crean las condiciones para seguir matando o reprimiendo en lugar de revertir las causas del robo y de la violencia de menores.
¿No será menos costoso invertir en viviendas, salud, alimentación, creación de empleo y escolaridad, que en más armas, más policías, más represión, más desaparecidos y más violencia social?
*de Rubén Vedovaldi.
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Inventren... Próxima estación: SATURNO.
Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
http://inventren.blogspot.com/
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Queridas amigas, apreciados amigos:
En el próximo programa de Poesía y Música Latinoamericana, en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!) presentaremos:
El domingo 16 de agosto de 2009 música del compositor mexicano Armando Luna Ponce, poesías de Elena Fassio (Argentina) y música de fondo de Jorge "Lobito" Martínez (Paraguay).
¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.org
Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067
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