sábado, agosto 27, 2011

COMO UN PUÑADO DE FUEGO...



*Ilustración: Walkala. -Luis Alfredo Duarte Herrera- http://galeria.walkala.eu




ALLI LEJOS Y HACE TIEMPO*


W.H. Hudson i.m


*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar


Alberto Compañy me escribe diciéndome que el recuerdo más antiguo que tiene de los arroperos es su acampe mientras estaban en el pueblo. Lo hacían en la calle Pacto Federal, que comienza en la ruta detrás de la casa de Hugo Ruiz y atraviesa baldíos, las vías del ferrocarril y el barrio Evita, que es el
primero de casitas sociales y que se sorteó en 1973. Esa calle sale por el galpón de Albanessi donde hubo una fábrica de arados en los años 60, pasa por el caserío de los Villarreal, la carpintería del "Pelado" Bellini y muere en la antigua chacrita de Indelángelo.
Esa calle limita con el campo que en ese tiempo era de la familia Terré y hoy es de la familia Compañy.
"En ese tiempo -me escribe- nosotros no sabíamos que esa calle tenía nombre". Sí, le digo, además estaban esas palmeras centenarias y el chalé que había sido de los Terré y era el viejo Dispensario donde doña Bianco de Broglia nos ponía unas inmensas inyecciones que guardaba
celosamente en una cajita de acero inoxidable.
A mi me traían de la mano- prosigue- mi abuelo Compañy y mi hermano mayor, es decir, Miguel. Mi madre me había peinado a la gomina, yo venía del campo, de la chacra, y mi entrada triunfal era por esa calle".
Cuánta razón tiene Alberto, en ese tiempo remoto nosotros ignorábamos casi todo, yo tampoco sabía el nombre de las calles. Cuando con mi madre arrancábamos por la Juan de Garay doblábamos por la calle de los Terré, como se le decía en ese tiempo a la Pacto Federal, y justo en la casa con galería de Hugo Ruiz enfilábamos hasta la vía y tomábamos el camino que iba hacia Cañada del Ucle, para ir a la casa de mi abuela y mis tíos todavía solteros. Tenía una entrada por esa calle y otra por la que
habitaban los Zinni, los Spizzo y el inefable gringo Félix Maestri, a quien todo el mundo llamaba "Felichón". Tenía un camioncito desvencijado con el cual recorría las chacras comprando gallinas y huevos. En un paso a nivel oscuro un tren lo arrolló en un descuido. Era tan bueno, tan generoso que
todos lo querían. Su esposa usaba unos gruesos lentes y a su nombre se lo llevó el olvido, como al de su único hijo, que después se fue del pueblo.
Si yo seguía por ese camino llegaba a un centenar de metros al Matadero Comunal a cuya inauguración me llevaron mis viejos. Recuerdo un mar de gente, seguramente todo el pueblo, estaba hecho todo de ladrillos, pintadas las aberturas de un rojo violento que contrastaba con el blanco opaco de las paredes. Tenía un gran arcada en la entrada y escrito en letras hechas de material y pintadas de rojo: Matadero Comunal, 1950, año del Libertador General San Martín.
Era el presidente de la Comisión de Fomento, don Cruz Roca, quien había clavado un cartel cerca de la entrada que era imposible no ver: Perón cumple.
El Matadero antes había estado en el paso a nivel alto, en la otra punta del pueblo, enfrente del "Mingo" Giuliano. Allí había dos altos palos de quebracho con otro que los cruzaba horizontal, estaba lleno de moscas y sangre por doquier. Varias roldanas donde se colgaban las redes y el que cuidaba el lugar desde un ranchito. Siempre tomando mate con su mujer, los dos muy ancianos o así los ve mi memoria. No era otro que el chino Bruno, hermano de don Agripino, vecino nuestro.
Pero si yo vuelvo hasta la calle que hoy se llama Pacto Federal, y que nosotros le decíamos la calle del "Zurdo" Peralta, un viejecito que veíamos pasar por la calle con su bolsito de las compras y ese ungido respeto nos venía de la leyenda que lo precedía en el pueblo. Había sido muy guapo y muy ligero con el cuchillo en el barrio Villa Regules de Firmat, digo que si vuelvo es para recordar.
Cuando nosotros nos acercábamos con las tramperas en busca de una bandada de mistos o amarillitos o vistosos paraguayitos, que se zambullían en el trigal de Terré, donde el horizonte giraba en los crepúsculos detrás de la chacra de Rogelio Compañy, en el tiempo remoto donde estallaba el ruido de
los abejorros y los horneros fabricaban sus ingeniosas casitas sobre el palo de la luz de don Arturo Miranda, quien impasiblemente recorría el pueblo con su carrito tirado por un caballo bichoco vendiendo marlos o carbón o zapallo o no sé qué. Su figura atraviesa la tarde con su cara morena, su
sombrero muy negro y su infaltable pañuelo al cuello mientras la brisa lo agita suavemente como si fuera una pequeña bandada de brasita de fuego. Y si nosotros nos acercábamos era simplemente para ser felices.
Mientras que enfrente en el campo Terré, donde ondeaba un trigal amarillo bajo el leve viento de octubre, los pechirrojos caían en bandada como un puñado de fuego.
Y yo también como William H. Hudson podría decir sin equivocarme al recodar que: "mantendré hasta el inexorable final la imagen de una belleza ya desaparecida por la tierra".










Río amigo*



El cielo parece más cercano.
De un azulnegro sin brumas.
Las estrellas se multiplican,
apretujándose en torno
a las de más brillo.
Los árboles pierden su contorno,
son solo manchas oscuras
y el río, apenas en movimiento,
se ve porque refleja las estrellas,
como si también ellas estuvieran allí,
meciéndose.
Estoy acompañando tu sueño río amigo,
llenando mi pecho con tu paz,
calmando mis angustias con tu música.


*De Elsa Hufschmid. elsahuf@yahoo.com.ar






Qué es el miedo?


En un laberinto de cristales helados
El señor de los mutismos
Se convierte en una red
De espejos que persiguen los pensamientos
En las vidrieras del horizonte
Reside acechando y juzgando el transitar

Los miles de ojos persecutorios y alarmantes
Observan las acciones y los intercambios
Ellos están a la mira con una burla adusta
Arriba, delante, detrás y a los costados
De la silueta que ante las amenazas
Distancia la singularidad e imperfección.-


*De Azul. azulaki@hotmail.com






LA ECONOMÍA SOCIAL COMIENZA EN CASA*



*Luis Alfredo Duarte Herrera.
-FUENTE: XICóATL No 69


Estamos de acuerdo: en la actual coyuntura política yo también tomo partido por la llamada economía social, a pesar de que el concepto constituye una verdadera Torre de Babel, en contra de la economía de mercado neoliberal que tan nefastas consecuencias está teniendo para la gran mayoría de la población mundial y el medio ambiente. Por eso, en materia económica, quiero recordarles la existencia de un viejo conflicto que precisa ser colocado en el puesto prioritario que ha ocupado siempre en la historia del capitalismo y que hoy en día es ignorado inocente o descaradamente: este conflicto es el del trabajo con el capital.

En el mundo occidental, tanto en las sociedades ricas como en las sociedades pobres, los partidos políticos de derecha, de centro y de izquierda, experimentan la más pueril deificación del capital que el planeta haya conocido en toda su historia, a costa de la explotación y la sangre de trabajadores y desposeídos del mundo, a costa de la continuación de relaciones humanas degradadas y a costa muy especialmente de la salud y el habitat natural del hombre y de millones de especies que también tienen derecho a la existencia. No sé que tiene que ver con una la construcción de una nueva sociedad y un nuevo mundo, el hecho de que cada ser humano tenga “su precio” (en dólares), que cada niño que llega al mundo en los países pobres tenga una deuda de mas de 3.000 dólares como bienvenida al planeta, o que las personas, en todas las sociedades “occidentalizadas”, sean valoradas y respetadas por lo que tienen materialmente.

Esta deificación del capital, o en términos más precisos del dólar americano, mantiene intactas las viejas relaciones serviles en las sociedades que han logrado su riqueza con base en la guerra, el bandidaje y la explotación. Esta deificación del capital tiene un carácter destructivo de primer orden para el planeta, acrecentado y sutilizado por los recursos tecnológicos, no sólo en lo económico, sino también en lo ambiental, cultural y psicológico, en lo individual y lo social, para los distintos pueblos de todas las latitudes. En tal sentido, hoy como ayer, los pueblos, a través de sus gobiernos, siguen de rodillas frente al todopoderoso capital, mientras quienes sólo tienen su fuerza de trabajo siguen siendo tratados con desprecio o con desdén.

Son muchos los puntos importantes en el camino de construir una sociedad regida por la paz, el bienestar y la solidaridad entre sus componentes, pero definitivamente el factor primordial lo constituye el individuo: las transformaciones deben comenzar en cada uno de nosotros, en una interacción permanente y acorde con las políticas sociales que pensamos y promovemos.

Gracias a la tecnología vivimos una globalización en un grado tan acelerado y diverso como nunca jamás la humanidad experimentó en toda su historia. Y hoy en día, la decisión de a dónde debe conducir este proceso, está en las manos de todos y cada uno de nosotros, esté es el primer grado de conciencia que cada individuo debe tener muy claro si quiere vivir en una verdadera democracia. Quienes aplican las políticas neoliberales privilegian esencialmente la libre circulación de bienes materiales como factor esencial de lo que ellos entienden por „progreso“ para los pueblos del mundo. De tal modo nos vemos enfrentados hoy en día a un llamado „crecimiento“ totalmente absurdo y brutal, que va dejando a su paso grandiosos problemas ambientales generados por el transporte de mercancias, por las grandes cantidades de contaminación física y mental para los individuos y de basura para la sociedad, por la expansión de multinacionales que nada tiene que ver con la salud o el bienestar de la humanidad como las multinacionales petroleras, las grandes industrias cerveceras y de licores, los grandes carteles productores de tabaco y otras tantas nefastas industrias como cocacola, macdonalds, redbull, etc., los carteles productores de alimentos reelaborados de baja o mala calidad, o de productos de primera necesidad tales como vestidos, materiales de construcción, etc. que son elaborados con base en la explotación de los trabajadores. Todo esto sin entrar a tocar un tema bastante delicado que nunca jamás se menciona en estos foros, como si careciera de importancia: las industrias de la muerte tales como las fábricas de armamentos, los ejércitos y las industrias de animales para el consumo humano.

Política, economía, ética y moral no pueden estar ni siquiera por un momento desligadas entre sí a la hora del pensamiento y de la acción, en ese asunto que esencialmente a todos nos preocupa: la felicidad y el bienestar del mundo, del hombre y de la sociedad. Economía política, ética y moral no pueden estar desligados en ninguna forma, porque la ausencia de uno de estos factores, de inmediato repercute negativamente en los otros.

Estoy firmemente convencido de que el problema primordial del mundo en el actual momento lo constituye la salud humana: tanto la salud física, como la salud mental y la salud espiritual de cada uno de nosotros. Es imposible desde todo punto de vista que pueda generarse un pensamiento lúcido, tanto individual como social, en el actual estado de intoxicación física y psicológica en la cual está sumergida la mayor parte de la humanidad. Estoy seguro de que un cuerpo intoxicado mediante el consumo de cadáveres de animales, mediante el consumo de alcohol, de cofeína, de teína, de nicotina, ésto solamente para hablar de los estimulantes permitidos oficialmente de los cuales el Estado y los particulares derivan grandes ganancias económicas, un cuerpo intoxicado por exceso de consumo o por carencia de los más mínimos nutrientes, un cuerpo en tales condiciones no puede producir pensamientos y prácticas acordes con metas más elevadas, tanto individuales como sociales.

Frente a la disyuntiva que nos ofrecen quienes han sido incapaces de crear un mundo en paz ofreciéndonos a cambio una humanidad que, a pesar de poseer una inmensa cantidad de recursos tecnológicos, en su gran mayoría vive aún la guerra de la supervivencia y junto a ella la miseria material y moral más desconcertante, ¿que podemos hacer nosotros? Ante todo no podemos quedarnos atrás en el proceso de globalización, no de las mercancías que proponen nuestros adversarios ideológicos y políticos, sino de los valores y prácticas que cada cultura del mundo aporta en la construcción de sociedades sanas y felices, no sólo para los hombres, sino también para las demás especies tanto animales, vegetales y minerales del planeta. Sólo una relación amorosa y cuidadosa para con nosotros mismos y con el medio en que vivimos, puede constituir la primera piedra de una sociedad mejor.

Un par de ejemplos: respecto al consumo de animales existe una pregunta esencial: ¿puede exigir paz material y espiritual una humanidad que en el mundo mata diariamente más de cien millones de mamíferos domésticos y aves de corral para devorarlos, esto sin contar los peces y los animales productos de la caza? Ya decía Pitágoras: „Aquellos que matan animales para comer su carne, tienden a masacrarse entre sí“. Pero el asunto no es sólo ético y de salud espiritual. Los países industriales gastan en la alimentación del ganado el 90% de los cereales y legumbres que producen y parte del producido por países pobres. Por cada 16 kg de cereales y legumbres dados al ganado, sólo se obtiene un kilo de carne. La contaminación de la tierra y las fuentes subterráneas de agua mediante los excrementos y muy especialmente la contaminación de los arroyos y las aguas corrientes por medio de la sangre y los residuos de los mataderos y las granjas industriales es alarmante. En un mundo donde el agua es un recurso cada vez más escaso y valioso, se requieren solamente 60 litros para producir un kilo de trigo, mientras que para producir un kilo de carne se requieren de 2500 a 6000 litros. Toda la vida de un animal de engorde es innatural: amamantamiento artificial, castración, cadenas, jaulas, hormonas, tranquilizantes, antibióticos y otras tantas drogas, dieta anormal para engordarlo, interminables e incómodos viajes y finalmente una horrible muerte. No existe ni podrá existir el matadero „humanitario“ y los mataderos industriales parecen visiones del infierno.

Entonces es seguro que el problema está no en cúal carne consumir, sino mismo en ponernos en camino de una relación pacífica e inteligente con los animales y demás seres de la naturaleza. Este paso que no cuesta más que autoconciencia, provocaría en el mundo grandes, verdaderas y felices transformaciones.

Otro ejemplo: la economía cafetera. El problema de la economía cafetera no es pagar mejor o peor a los productores, el problema es que tal economía no conviene ni a los países ricos ni a los países pobres. En los países pobres ha estimulado el monocultivo de un producto totalmente supérfluo que de ninguna manera es un alimento, a la vez que ha hecho sus economías controlables, manipulables y dependientes. En contraprestación, un enorme número de habitantes de los países ricos sufren de adicción a un estimulante poco saludable para el cuerpo y la psiquis humana. Y en los llamados tiempos posmodernos, la fundación de negocios verdaderamente maquiavélicos y dañinos como es el caso de redbull, fábrica que intoxica millones de jóvenes en el mundo para obtener sus fabulosas ganancias, en medio de la admiración y beneplácito general y con la complicidad de las autoridades y los ciudadanos.
Con todo el respeto que Ustedes y los demás seres humanos merecen, debo confesar que en sus sociedades me siento como entre niños maleducados, empecinados en no crecer para así, justificados en su ignorancia, poder seguir cometiendo los tradicionales errores que mantienen la humanidad y el planeta en tan deplorables condiciones.


*Luis Alfredo DUARTE HERRERA.
(1 noviembre de 1958 - 27 agosto de 2010)
-Más textos en http://www.euroyage.org/es/luis-alfredo-duarte-herrera






TU CUERPO NOCHE CLARA*


Cuba , nos une en extranjero suelo,
Auras de Cuba nuestro amor desea:
Cuba es tu corazón, Cuba es mi cielo,
Cuba en tu libro mi palabra sea.
JOSÉ MARTÍ



Cubanascnan.(*) Tu cuerpo noche clara.
Tu cuerpo, mi morada y mi cielo.
Y mi deseo y mi vida y mis salvajes zumos.
Inevitable huella de Cienfuegos,
Sangre vertida y consagrada en soles de otros soles.
Epílogo del pórtico negado de una raza.
Carne de madera noble.
De porfía, revolución y grito.
Que me aúlla y me empuja y me vive.
Cuerpo de bahía. De mujer. De pájaro.
Esculpido a puñal. Mapa de especie de titanes.
Me ungen.
Pinares frescos en mis fiebres de Ébola.
Coronan mi cabeza de ébano, lágrimas de Caoba.
Garzas blancas en las palmas de las manos
Inquietas. Imparables.
Besos de cebú en mi americana boca.
Me invisten.
Me otorgan la potestad de ser palabra. Códice. Libro.
Huellas digitales que vuelan por mi pulso.
Manos de hermano, de café, tabaco.
Orografía porfiadamente briosa.
Prólogo de eternidad.
Tu cuerpo noche clara, tu cuerpo.


(*) Cuba : Variante de su nombre aborígen.


*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






A Kawabata por La casa de las Bellas durmientes*

de
Una bella ensoñada


Quisiera dormirme en el palacio de tu imaginación y que me mires tanto que funden un jardín, tus ojos de brillos enjoyados y tu mano apenas roce mi piel y saborees con tu boca mi sueño.. Vos hombre, me atravesás con la flecha de tu pelo de nieve. No me das un beso de príncipe para despertarme, estoy despierta para vos tras el velo del sueño que me finge dormida...


*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com






Franki, por Sinatra.*


*Cuento, por Eduardo Pérsico. epersico@telecentro.com.ar



La odontóloga Lucía bien le explicó la nueva situación a su inquilina Beatriz. ‘Es sencillo Bety, yo me instalaré con mi socio en la costa y vos sin trabajo podrías mudarte con mi vieja; se harían compañía, la cuidarías un poco y por la guita no tendrás problema’. Y Beatriz aceptó ahí mismo diciendo ‘con tu mamá nos apreciamos y con buena voluntad todo es posible’, y a otra cosa.

En las primeras semanas de vivir en la misma casa Ofelia y Beatriz buscaron ser amigas. Desde preguntarse qué comida o televisión preferían, al ‘me veo gorda’ de Ofelia; cuarenta y cinco, adoradora de Frank Sinatra’ y madre de Lucía a los veinte, y Beatriz siete años menor, dos veces separada que le respondiera ‘estás regia pero yo me ocuparé’. Además convinieron desde minucias al hábito de besarse en la mejilla porque sí.

Pasados unos meses Ofelia debía ir al cumpleaños de una amiga, Beatriz entonces le recortó el cabello y esperando que tomara el color le dijo ‘te daré unos masajes milagrosos’. Y sin más le bajó algo el toallón y aplicó sus manos sobre la espalda hombros y brazos; ‘esta crema es muy buena’ repitió y a Ofelia cada caricia en su cuello y sus orejas no le desagradaron. Algo más que placentero pensó y en el rebote del espejo las dos mujeres se descubrieron mirándose a los ojos; y aunque Ofelia forzara cierto silencio por esa distracción Beatriz insistió en mimarle tanto la piel que la otra musitó ‘Bety, por favor’.

Esa noche poco hablaron hasta después de cenar y ya en el sillón donde tomarse el habitual vaso de vino blanco, novedoso ritual, apagaron la tele para retomar la charla. ‘Yo también fui pupila en un colegio religioso, un año, menos que vos’ dijo una y la otra suscribió que ese encierro seguramente las habría avivado de algunas cosas. También Ofelia repitió haber conocido a su marido de jovencita y ‘que al morir él en un accidente me envejeció mucho’ Beatriz la conformó ‘estás muy bien y me ocuparé de cuidarte más’. Una promesa que contenía sin decir un largo discurso que ella conociera y mejor aprendiera al ejercitarlo con otras amigas; ‘lo más natural en nuestra especie es recibir y devolver seducción y ternura con quien uno elija, un mandato de la naturaleza que persiste por más enojos culturales que prediquen lo contrario’. Un discurrir ya propio que incluía su atracción por Ofelia quien por ahí le anunció ‘qué raro Bety, ya nos hemos tomado el vino y seguimos agarradas de la mano’. Y entonces ella no dudó en atenuar la luz y besarle con lentitud las manos y los ojos a Ofelia que atinó a un ‘no seas loca, Bety’ mirándola de nuevo igual que en el espejo y no balbucearía más ante aquel inevitable beso tan suave y cariñoso que le diera Beatriz. Claro, sin la profundidad de lenguas entrelazadas y buscadoras pero pleno de una ternura que ella suponía olvidada, y las dos siguieron entre respiraciones más agitadas besándose sin adentrarse en ningún otro territorio. Pero cuando Beatriz quiso llevarla a su cama Ofelia musitó ‘por favor Bety, estoy confundida’, y luego cada una en su cuarto se desvelaron hasta la madrugada. Menos en aquel momento cuando Ofelia se moviera silenciosa por la casa como si buscara algo y Beatriz disfrutó una buena sonrisa al escucharla.

Entre ellas hubo una tregua sin comentarios y la noche en que Ofelia volvería a salir con sus amigas Beatriz se encargó de su peinado y el maquillaje. Al despedirse Ofelia le mostró los labios recién pintados y lo mismo ella le saludó ‘cuidate Ofe, estás hermosa’ y la otra le sonrió ‘me traerán de vuelta’. Entonces Beatriz comió algo, entró a exiliarse en el baño sin apuro y al sentarse a escuchar música la inquietaba el impreciso ‘me traerán de vuelta’ que dijera Ofelia cuando la escuchó regresar. Volvió antes de medianoche y más la alegró escuchar ‘el marido de Alicia la vino a buscar y me trajeron. En la cena cada uno comiendo y hablando de lo suyo, un aburrimiento’. Fue todo el comentario. Beatriz envuelta en una bata le besó una mejilla al decirle ‘pensé mucho en vos’ y Ofelia casi en el baño la animó ‘esperame, yo también te extrañé mucho’ y se escuchó el abrir de la ducha.

Ofelia salió del baño sonriente y con una audacia inusual entreabrió su toallón casi encima de Beatriz que sin más la abrazó hasta su cuarto. La luz escasa se apropiaba al recorrer cada una el cuerpo de la otra, mezcla de timidez y delicadeza y tensión que decaerían al tiempo que las dos alcanzaran esos íntimos lugares del deseo y el sin retorno en el mandato de su cuerpo. Esa altura que desbarranca hasta los ocultos pudores y remilgos sólo por encontrarse juntas por primera vez; bocas desbocadas que saborean recorren y conmueven y al fin también como al descuido, una muy sabedora mano de Beatriz sobre el preciso sitio del temblor en la entrepierna de Ofelia. Ese inicial acierto que bien pronto fue una gloria mutua en esa fiesta de estar juntas y jugadas a prolongar la noche al infinito.

Hubo sí un descanso esa primera vez, y ya con el vino blanco de cada noche Beatriz preguntó ‘¿Ofe, al fin encontraste algo la otra noche?’ y escuchó ¿vos me escondiste el vibrador, guacha? Lo sospeché’. Ahí las dos se rieron si volverían a necesitar su ayuda y Ofelia redondeó ‘lo llamo Franki, por Sinatra’.


-Eduardo Pérsico nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.




*

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