jueves, febrero 05, 2009

EDICIÓN FEBRERO 2009



*Ilustración de Ray Respall.



EDICIÓN FEBRERO 2009




Alguien llamado Pablo*



Aunque tus pasos se acallaron en la bruma,
y tu voz se embanderó con el silencio,
me pregunto si es posible tu partida
o en un acto de terquedad,
la palabra, con su séquito de luciérnagas,
es lo único en sobrevivir a la muerte.


Qué importancia tendría morir,
si en cualquier instante,
en un banco de plaza,
en un colegio bilingüe,
o en un lejano país,
alguien recitará un poema
con tu nombre impreso en los lomos del libro.


Te regresan Pablo,
recuperan, sin siquiera saberlo,
tu esencia intacta.
Sin límites, renacen los torrentes de tu pensamiento,
vuelves a estar ahí, atrapado en cada letra,
expectante como un niño en su primer día de clase.


Me pregunto:
cuántos se amaron con tus palabras.
Cuántos trovadores te adeudan fama.
Cuántos solitarios empedernidos
te aprendieron de memoria.
Cuántos escritores lamentaremos siempre
no haber escrito aquellos versos.


La única verdad, Pablo,
es que tus pasos resuenan por estas calles,
trepan colinas verdes,
deshollinan un volcán con nombre mapuche,
persiguen un tren de poetas locos abordándolo con prisa fugitiva.
Tus pasos,
trascienden el tiempo ignorando imposibles.
Aquí, en Temuco,
lo intangible de tu presencia se hace música,
tiene sonido a mar,
a caracolas,
a mascarones de proa
y a poesía trasnochada.


Regresas con perfume a lluvia,
ruges en la incontenible rompiente del Pacífico,
murmuras en el viento,
irrumpes con el alba en bosques de araucarias,
invades mis escritos,
asaltándome con el atardecer en una playa solitaria
o en medio de la noche bruna,
descubriendo a tientas tu palabra inalterable, rescatándote de la muerte.


Impostergable,
tu voz, se hace grito,
atravesando invisibles planos metafísicos.


Resurgiendo
con potencia de soprano,
urgente como cita postergada,
desempolva poemas olvidados.


¿Cómo puedo considerar que te has marchado?
Si has elegido la manera más perfecta de quedarte.


Mienten tus pasos acallados en la bruma.
Mienten los diarios.
Mienten los pragmáticos.
Miente tu ausencia.
Lo sabes, comprendo que siempre lo has sabido.


Como un aprendiz del suspenso,
develo tu secreto:
creo que nunca has estado tan cercano,
tan nuestro,
tan posible.
Tan vivo.


*de Diana Poblet. soydian@yahoo.com.ar
- del libro Cenizas de Sol






LLUEVEN LUCES CIEGAS*



El ancho y ajeno mundo, el de mil rostros
-muy mío en ciertas pequeñas cosas-
alucina en una pantalla
y en otra
y en otra.
Lo mismo, siempre:
un misil
otro misil
y otro misil.
Uno que va. Otro que viene.
Y otro más.
Si no fuera por esa manía de explotar
que se reitera en sus conductas
nos preguntaríamos:
¿Qué festejamos hoy?


Llueven luces ciegas en el ancho y ajeno mundo
y a su ceguera final le llaman:
daños colaterales.
Eufemismo del lenguaje para decir:
"Los hicimos mierda."
"Les metimos miedo."
"En la guerra vale todo."


Llueven luces ciegas hoy, sobre Gaza
¿Mañana?


El mundo, el muy mío en ciertas pequeñas cosas
sostiene el día a día:
esa planta de calabazas
se extiende largamente en mi pequeño patio:
lo cubre todo
florece cada mañana puntualmente
sus calabacitas surgen
se hinchan
crecen .
por mi parte dejo que su áspero verde me atrape, sin resistencia.


El ancho y ajeno mundo grita, en tanto,
su dolor:
Caronte, el viejo barquero,
ha gastado ya sus remos en la tarea.
Y va por más.
Ha gastado sus manos
su mirada
su aliento
la barca
el atracadero.
Traslada daños colaterales con ojos de niño
ancianos asustados
perros extraviados
mujeres violadas
pájaros sin vuelo
albañiles, campesino, choferes, maestros .
algún soldado atontado, algún político descuidado y, de tanto en tanto, a un
general de muerte natural o a un economista, financiero o gerente u operador
de bolsa que no les queda otra que morir.


Mientras apunto esto
algunos pájaros detienen su vuelo
en el pequeño patio:
una breva de agua los convoca.


Alguien dijo por allí, no hace mucho:
"La guerra es la justificación del crimen". (*)
Es lo que hacen algunos para apagar esta sed que nos devora,
argumentando razones
ante tamaña irracionalidad:
que la seguridad
que el estado
que esto
que aquello
que lo otro
pero nunca se habla de la sed que nos devora.


Hoy he visto que la planta de calabazas floreció
de un amarillo fuerte y fugaz
para dejar lugar a otro fruto.


Hoy he visto misiles dibujando estelas
y azorados ojos dolidos
en un niño que nada decía
que todo decía.
Misiles estelares cavando abismos
ahuecando las miradas
haciendo del mundo algo ausente y dolido.


Llueven luces ciegas en el ancho y ajeno mundo.
Llueven luces como amanecer último.
Llueven luces ciegas mientras la planta de calabazas
me sostiene en una generosa hoja.
Llueven luces ciegas aullando: sus flases muestran rostros
que se evaporan con la luz.
Estremecimiento leve, volátil, casi imperceptible al ojo humano,
para que, lo que estaba, ya no.


Sumido entre el gratificante crecimiento de la planta de calabazas
y esa geografía tan lejanamente cercana, hoy llamada Gaza,
me siento a deletrear lo que puedo
sabedor que ningún misil
ninguna bala
ningún dolor del horror
dejarán de estarlo por que lo haga.

(*) B. Russell


*De Oscar Agú. cachoagu@yahoo.com.ar






El Universo es de Trigo*



Somos un viaje continuo,
Orbitando entre los límites
De la calle pavimentada
Y la terracería.


En algunos casos tenemos la fortuna
De escuchar a alguien más
Que viaja en el mismo camión que nosotros,
Y somos capaces de romper
El duro armamento que el aire
Construye a su alrededor;
Pero llega tan rápido al lugar planeado
Que baja en la siguiente esquina.


Seguimos en el camión
Hasta que el costo de transporte
Iguale al valor,
En moneditas de acero,
Que hemos pagado.


Si subimos,
Por descuido o voluntad,
En un camión equivocado,
Terminamos en un lugar también equivocado
Y preguntando cómo regresar.


Viajamos entre guajolotes y frutas,
De pie o sentados,
Esperando que el camión nos lleve a algún lado
O, por lo menos,
Que choque contra otro camión
Para no sentirnos tan solos.


Somos un viaje continuo,
Y una espera,
Que a veces termina en calles pavimentadas
Y otras tantas en medio de los caminos rurales.



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com






La Gran Llanura*



Le habían contado que había unos monjes a los que llamaban "lamas" que vivían en unos templos en medio de la estepa. Su filosofía de vida, contada por los pocos viajeros que habían estado en el lugar, le era sumamente atractiva: La contemplación de las llanuras infinitas desde el templo, la quietud de una tundra sin fin blanqueada por la escarcha y el hielo, y la meditación dentro de una soledad tranquila.

Pertrechado con buena ropa de abrigo y renunciando a llevar cualquier animal por temor a que el frío de la estepa lo congelara, se internó en aquel océano inmenso de hielo dispuesto a encontrar el templo de los lamas. Los meses de lento caminar vislumbrando únicamente una raya continua en el horizonte de aquella llanura sin fin, le hacían recordar las montañas de su tierra natal. Pero no quería más montañas, estaba harto de subir y bajar, aquello era el paraíso.

Apareció su sonrisa cuando en la lejanía vislumbró una loma de apenas 50 metros de alto sobre la que se recorta un templo enorme. Había llegado a su destino.
Lentamente ascendió por el serpenteante camino de tierra que llevaba al enorme portalón, y al alcanzarlo, cerró los ojos dispuesto a darse la vuelta y contemplar, desde aquella atalaya, la llanura inmensa.

Un rumor ronco pareció brotar del suelo mientras se daba la vuelta. Un rumor que fue creciendo en fuerza e intensidad hasta convertirse en un atronador grito de la tierra. La llanura, a sus pies, empezó a resquebrajarse y el suelo a moverse. Ante su ojos atónitos, vio que del suelo de la gran llanura emergían montañas que se hacían cada vez más altas mientras él, con el templo, inició la misma ascensión que las montañas que se creaban a su alrededor.

Entendió enseguida que debería renunciar a vivir en las grandes llanuras, para hacerlo en el recién formado Himalaya. Más alto aún que su tierra natal.



*de Joan Mateu. joan@cimat.es






*


El olor a humedad y a rutina, le pareció acogedor.
Había regresado a su hogar.-



*de Azul. azulaki@hotmail.com







DEJÁ VU*



Las mismas copas de vino
Dibujan nuestros rostros en el cristal.
La misma melodía
Viene del fondo
Colmando el vacío que deja el silencio.


Las mismas velas
Encubren la tristeza,
Dibujando siluetas en el crepúsculo.
Las mismas promesas,
Los mismos besos,
Las miradas que se cruzan,
Las frases que no se dicen
Y viven a la sombra de la espera...


Todo me suena extrañamente familiar.
¿Hemos vivido este momento?
¿Volveremos a vivirlo?


Sólo quiero saber
Si al final,
De nuevo,
Partirás.



*de Marié Rojas.






MI HERMANA*



Se fue en diciembre
Y apenas pude decirle adiós bajo los árboles de la memoria


Dejó un atado de ropa para sus amigas
Unas pinturas de uña que le compré en Caracas
Un perro
Unas píldoras regadas por el piso


Mi hermana venía de un género de tristeza
Y eso que apenas leía mis poemas para no decir los de Vallejo


Mi hermana dejó una carta que nunca pude leer
Pues la policía se la llevó
Y todavía la espero en el buzón del viento


Mi hermana dejó un perro
Y un atado de ropas para sus amigas.



*de Reynaldo García Blanco regabla@cultstgo.cult.cu







Mar Dulce (*) **

(*) Alessi Alfaro


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"Es, con frecuencia, deseable reducir el producto,
o el cociente de fracciones a términos mínimos.
Siendo este el caso, el mejor procedimiento es escribir
cada fracción de la forma factorizada. Factores comunes del
numerador y del denominador pueden entonces ser fácilmente
removidos por división." G. Fuller (1977)


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He llorado tu ausencia amargamente
Esperando que estas lágrimas enjuaguen
La sangre que ensucia tu rostro.



Las guerras devastan la sonrisa humana
Y evaporan las vidas con el calor de las bombas.



¿Es tan difícil entender que una vida es una vida
Que sueña, anhela, siente miedo.
Sin importar si es de aquí o es de allá?



Lloramos su ausencia eternamente,
Esperando que lo eterno pase pronto.
Porque no sabemos cómo hacer con los llantos
Una muralla por donde no pase la guerra.



¿Quién ha empezado y quién ha terminado?
¿Quién vence y quién es vencido?:
Nos lo dirá la historia.



Y a los muertos
¿Quién los cuenta?
¿Quién los extraña?
¿Dónde queda su historia?
Si se pierden entre tanta estadística:
Tantos muertos hoy,
Tantos muertos ayer;
Tantos murieron acá
Y otros tantos lo hicieron allá.



¿Quiénes eran?
¿Qué soñaban para el día de mañana?
¿Qué esperaban hacer cuando finalizara la guerra?
¿En quién pensaban? ¿A quién extrañaban?
¿Qué tan fuerte abrazaban las madres a sus hijos,
Los hermanos y las hermanas, amigas, amigos?



A la gente común nos toca tan solo llorar
Cuando los esfuerzos no sirven para detener las bombas.



Es a la gente común
A la que comúnmente
Se mata en las guerras.



¿Quién se preocupa por lo común?
Si estas guerras tan comunes
No resuelven el hambre y la pobreza.



La guerra que venga
Para salvarnos de las guerras comunes,
No matará por territorios ni por riquezas,
Ni mucho menos lanzará las bombas sobre la gente común.



¿A quiénes les gusta la guerra?:
A los mismos que gustan de oprimir a los demás,
Y que temen a la guerra que nos libre de toda guerra.




** de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com






Oración*



Creo en la bendición de Ramón.
En el saludo del Zuzo.
Y en la mirada del cura en bicicleta.


Creo en Ramón el ciego.
En Zuzo que es gallego y zapatero.
Y en el cura que va y viene en bicicleta.


Creo en Ramón que en voz santiagueña
me dice "que Dios lo bendiga",
cuando al subir la escalera de la estación
lo encuentro sentado en su puesto.
Con la palma abierta.


Creo en el Zuzo que es gallego y zapatero.
Y mientras espera clientes que no llegan
saluda como un vigía.
Como se saludaba a lo antiguo y a lo lejos
moviendo el brazo en 180 grados.
Confirmando que todavía estamos ahí
Para darle alguna persistencia al mundo.


Creo en el cura que va en bicicleta bajo sol
o lluvia, todos los días a la misma hora
con su mirada hundida de gringo obstinado.
Para dar misa a las internas del psiquiátrico.



Creo en el saludo del Zapatero sin clientes.
En la bendición del mendigo ciego.
En la mirada sin padre
del cura bueno al que llamamos
-de pura costumbre- "Padre".


No creo en ninguna institución
que administre la palabra "Dios".


*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com







VIENTRE DE LUCIÉRNAGA*




Recién ahora. Después de tanto tiempo.
Comprendo
Porque no podía separarme de ti.
Tiempo de durazno en flor.
Vientre de luciérnaga, boca sed de corales.
Límites, territorio de lobo.
Oscuridad plena, roca carbón.
Colmenares de luz, ojos en celo.
Cuando la tormenta apagaba el umbral del canto
En tus manos oía mis riberas de sílice.
Rastrojos en mi piel, palomas en mi sangre.
Cuando hería la escarcha.
Tibia, mí cintura habitaba tu abrazo.
Y tu olor. Ah, tu olor a fragante romero.
Descendía. Vientre, pedernal. Luciérnaga.
Tierna rosa arponeada.


Recién ahora. Después de tanto tiempo.
Comprendo.
Aquél a quien amaba tanto.
No eras tú, era yo.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar








SONIA*



Sonia era una muchacha de color canela y ojos verdes de gatito, tenía unos veinte años, pero era tan delgada y pequeñita como una niña.
Estudiaba conmigo en la escuela nocturna de Francés, yo no soy muy buena socializando, pero cuando la veía entrar, tan menuda que nadie parecía advertir su presencia, le hacía una seña con la mano, palmeando el pupitre vacío a mi lado, en eso radicaba la amistad.

Aquel día faltaba una hora para que comenzaran las clases y ningún amigo me había invitado a cenar... me tocaba otra vez arribar al día siguiente con el estómago vacío. Por lo general terminaba mis clases en la universidad a las cinco de la tarde, alguno de mis compañeros me invitaba a su casa - en todas era bien recibida, a pesar de llegar sin previo aviso, para colmo siempre he comido con buen apetito, pero eso parecía alegrar a las madres, que me servían más -, tenían una coreografía casi perfecta para que no pasara el día en blanco, pero a veces fallaba alguno de sus pasos, como hoy, y saltaba la cena, esperando que fueran las siete y comenzaran mis clases de francés.

Me paré frente a un restaurante completamente fuera de mi alcance desde la muerte de mi madre adoptiva, imaginando los platillos que pediría si estuviera sentada adentro. En ese momento una vocecita familiar me sorprendió.

- ¿Tienes algún plan para hoy?

No tenía otro que esperar las siete, y se lo dije.

- Vamos, te voy a invitar a comer ahí - señaló con el dedo la puerta roja.

No lo podía creer, ¡el estómago me estaba rugiendo y Sonia, con la que nunca intercambié una palabra, me estaba invitando a una cena de lujo!
Aparté de mi mente el regaño que desde el cielo me estaban echando mi madre, no aceptar una invitación de alguien casi desconocido. En vez de inventar una excusa diplomática, subí corriendo las escaleras de la mano de Sonia.
Es una de las cenas más agradables que recuerdo, porque no la esperaba, porque me daba tristeza cuando todos parecían olvidarse de mí, porque el menú era delicioso y porque supe mucho de mi compañera de pupitre: tenía un novio muy alto, para ver si sus hijos salían un poquito más grandes que ella, adoraba a su hermanita, vivía con sus padres y trabajaba de contadora a pocas cuadras de ahí.

- Hoy cobré - me contó -, me gusta hacerme un regalo el día del cobro... pensé en algo especial y te vi... entonces supe que mi regalo sería invitarte. Nunca había comido en un sitio así, ¿y tú?

¿Cómo hacerle entender que pasé mi infancia y adolescencia cenando en los mejores restaurantes y ahora vivía cada día de una sazón diferente, la del hogar de turno? Sonreí.

- Tú no eres de mucho hablar - me dijo -, por eso puedes pensar que nadie te quiere, pero ya ves, te queremos. Al menos dime si te gustó el regalo.

Asentí porque si hablaba, iba a llorar, no sirvo para expresar emociones. Estaba sintiendo que, más allá del estómago calmado, de la noche de insomnio salvada - me cuesta dormir con hambre -, estábamos viviendo un momento muy importante, algo que recordaríamos con el paso de los años.

Ignoro la razón que me ha llevado a escribir esta historia, tal vez sea mi modo de agradecerle. No he vuelto a ver a Sonia desde mi graduación, hace más de veinte años. Deseo que sea feliz y tenga muchos hijos, altos como su padre, con los colores y el alma de su madre.



*de Marié Rojas.





No hem deixis dormir*



No hem deixis dormir, perquè adormit
no podré veure el teu nu vibrant,
i la nit se'n anirà en un instant,
i al clarejar, tu hauràs partit.


No hem deixis dormir que quedo mut
i no puc explicar-te com t'estimo.
M'entra la por d'arribar a la matinada,
despertar, i saber que t'he perdut.


*


No me dejes dormir, porque dormido
no podré ver tu desnudez vibrante,
y la noche partirá en un instante,
y al clarear ya habrás partido.


No me dejes dormir que quedo mudo
y no puedo explicarte como te amo.
Me entra el miedo de llegar a la madrugada,
despertar, y saber que te he perdido.



*de Joan Mateu. joan@cimat.es






MAR*



Bayas de saúco.
Semillas que bostezan.
No se como han llegado a mi boca de arena
A nadie espero. Nadie me espera.
Pero gansos salvajes me llaman y me llaman.
Me llaman y jadean.
Pronuncian un nombre que no es mío.
Traen tabulas rasas.
Carcomidas por los vientos alisios.
También allí está escrito mi nombre.
Un desgastado nombre que no es mío.
Yo, solo quiero mar. Mar en mi. Yo, mar.
Mar abrazo muerte entrega apasionada.
Mar útero henchida soledad.
Mar. Sólo mar. Mío. Yo mar.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






Lectora*


La lectora sube la apuesta, escenifica el lugar, abre el libro, vuelca las palabras como una leche tibia.
Él corre hacia la voz con avidez. Toma lo que ella derrama, la abre, la deletrea, la descifra, la lee, la articula, la silabea.
Alfabeto, abecedario, música, legado. Busca la piedra primera, en el pelo, como un mar oscuro de peces escondidos, ideas enlazadas, arabescos, lealtades. En el pecho, emociones del borde entre el sentir
y el pensar. En las manos, en las piernas, en la piel o en la mirada.
La piedra del origen de lo inefable. Esa, anterior a las palabras con las que ella le nombra el mundo. Él como si fuera un cachorro (las lecturas siempre son nuevas, si son ciertas) se amamanta de la voz, encuentra en la boca de ella, entre la boca y el libro, el lugar casi lecho, donde la piedra se deshace en hebras y habla.


*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar








EL GUARDIÁN*



Supe reconocer al momento que me hallaba dentro de uno de esos sueños especiales que nos parecen tan reales que atemorizan incluso horas después de despertar, donde si corremos se nos corta la respiración y nos late más de prisa el corazón, la comida sabe a comida, la rosa huele a rosa y el frío nos corta la piel. Cierta vez un estudiante de tensegridad intentó enseñarme el modo de despertar, pero no le hice caso, me gusta soñar.

Me hallaba en una enorme roca flotando en el vacío, como esos paisajes imposibles de Magritte. Más allá de ella no se distinguía tierra, ni mar, ni siquiera niebla. fue entonces que lo vi, con su aire cansado, su cetro y aquello que semejaba un perro, durmiendo a sus pies.

No duró mucho esta sensación de reposo que emanaba del conjunto, el perro olfateó mi presencia y comenzó a ladrar. Uno de sus rostros despertó y me escudriñó lleno de curiosidad, el otro continuó su siesta.

- ¿Quién eres? - me preguntó.
- La verdadera pregunta es ¿quién eres tú, y por qué estás en mi sueño?
- Soy el guardián - respondió, como si eso fuera suficiente.
- Guardián. ¿de qué? ¿de un trozo de piedra flotando en la nada?
- Del centro de la creación - el segundo rostro despertó a medias, mostrando cierto interés por la conversación -, en este punto exacto convergen todos los universos, los mundos, los reinos, todas las posibles realidades. Yo soy el encargado de velar porque nadie cruce de una a otra, aún desconocemos los resultados de tal mezcla. es mejor evitar aquello cuyo final no se puede siquiera suponer. Mi sola presencia en este sitio es suficiente, soy la variable que rompe el balance de la ecuación.
- Pero. - dudé -, yo estoy soñando, ¿de qué realidad hablamos?
- Esta es ahora tu realidad, y en este momento forma parte de las que convergen en esta isla.
- Claro - pensé en voz alta, en definitiva era mi sueño -, hasta la irrealidad puede ser una realidad alternativa cuando se trata de abarcarlas en su totalidad, seguro incluyen los mundos imaginados en la literatura, en las artes, en la mente de los locos. tiene su encanto saber que en algún sitio está La Tierra Media, el Mundo del Espejo, los Súper Héroes y la Federación Galáctica.
- No vas errada, desde tu punto de vista. Desde el mío, es tan válido el mundo onírico en que estás ahora como aquel en que te mueves cuando despiertas; sucede que has sido condicionada para encontrar uno más real que el otro.
- Imagino que, si lo dices con tanto énfasis, es porque vienes de un mundo que yo consideraría imposible, o fantástico, quizás alguien te soñó, o te imaginó, alguien que ya no existe y de quien fuiste solo una fracción de pensamiento, ¿voy descaminada?
- Para nada.
- Y, ¿cuánto tiempo llevas aquí?
- Una infinitud - suspiró, expresando un cansancio sin límites - si aquí el tiempo se midiera con tus variables.
- Es decir, ¿que vives en una suerte de ahora eterno?
- Como tú, solo nos diferencia que yo soy consciente de ello.
- Es cierto, el futuro no existe hasta que no lo convierto en presente, y el pasado ya no está. pero, más allá de la cuestión temporal, ¿no estás agotado por el peso de la responsabilidad?
- No puedo quejarme, no tengo a quién - soltó una risita sardónica -, no creas que todos los días cae alguien en este punto. Ni siquiera sé quiénes son mis superiores, si los hay; me limito a repetir las
palabras de mi predecesor.
- ¿Es mucho preguntar si te toca algún relevo?
- Lo estoy esperando - respondió lacónicamente.

Recordé aquellos cuentos en que el barquero de la Estigia, el gigante Atlas, o el guardián de alguna caverna piden al incauto que le sostengan por un instante el remo, le ayuden a acomodarse el mundo a sus espaldas, o respondan ciertos acertijos. me cuidaría bien de no caer en la trampa.

- Puedo leer el pensamiento, en donde vengo es más común que el lenguaje hablado.
- ¡Ah! - me cuidé bien de volver a pensar algo coherente.
- En fin, que no te equivocas. Pero no creas eso de aguantar el cetro o el remo, es demasiado pueril suponer que el hábito hace al monje, no es tan fácil elegir al próximo guardián - me miró de reojo -; si bien lo del acertijo pudiera ser cierto.

Asentí con la cabeza, desviando la mirada para que no adivinara mis temores.

- Como tenemos tan pocas visitas, me está permitido evaluar a los postulantes no solo por sus respuestas, sino también por sus preguntas.
Imagina quién acaba de sacar "sobresaliente".

Se levantó riendo, desplegó las alas, dio dos cachetadas al segundo rostro, que terminó de despertar, y colocó el cetro en el suelo.

- Te dejo al animal, era viejo ya cuando llegamos, no está para trotes. No confíes mucho en él, pero siempre será mejor que no tener compañía; por lo visto, en tu mundo tienen una sola alma dentro de un solo cuerpo.
- Pero. ¡Oye! ¿Te vas sin más ni más? - le grité a pleno pulmón, sabiendo que no me escuchaba.

Y aquí estoy, en esta ínsula en medio de la nada, o justo en el medio del Todo, ¿qué más da?, comenzando un turno de guardia que puede durar media eternidad, o quizás un poco más. Ni siquiera vale la pena estallar en sollozos.

En mi mundo dirán que he muerto en sueños, y yo viviré esta infinitud pensando que no voy a morir, precisamente por mi afición a los sueños.



*de Marié Rojas.






LA ASUNCIÓN DEL PRESIDENTE NEGRO*



Empezó con un comentario del periodista argentino que conducía la transmisión del acto de jura presidencial de Obama. Dijo este periodista que Barack Obama es el mejor presidente de la historia de EEUU.
No era un astrólogo ni un vidente; quien afirmó eso era un señor entusiasta que se dejó llevar por la intensa propaganda que nos está traspasando constantemente desde hace meses, y que ha instalado la idea de que los EEUU pasarán en un minuto, por la mágica jura de un hombre negro sobre la biblia de Lincoln, a ser un país acorde con la fábula de adalid en la lucha de la libertad, igualitario y un lugar donde los sueños se cumplen y defiende las causas humanitarias en los confines más extremos de la
tierra. Todo eso porque la mano de un señor negro se posa por unos segundos en una biblia antigua, y como en los cuentos mágicos, la gente se abraza, los enemigos se reconcilian, y una luz rosada envuelve desde hoy y para siempre al imperio renacido.
A Hollywood no se le puede negar la suprema capacidad de elaborar discursos sentimentales. Y no ahorran recursos. Estará la invocación a Dios, la canción popular de Aretha Franklin, la música de cámara para darle categoría, la arenga serena de un líder firme y bastante fotogénico, el poema de una poetisa de barrio bajo.
Ahora bien.
Obama recalca la diversidad religiosa del pueblo norteamericano, pero es un pastor el que oficia la bendición, y reza el padre nuestro. Está bien ganarle a la derecha, pero no hay que hacerla enojar demasiado. Nos informan que ese pastor está contra el casamiento gay y contra el aborto. No había un
imán ni un sacerdote ni un monje budista ni un rabino ni nadie más que el pastor. Me pregunto si en un Estado no confesional es necesario o recomendable insertar un pastor rezando.
Obama, que fue votado por las minorías, que por ser de raza negra uno imagina que conoce las dificultades de las minorías, en su discurso exalta los valores norteamericanos tradicionales como los de los vaqueros que conquistaron el oeste. Horrible ejemplo para alguien que, si representa a las minorías, habrá sido votado por los escasos sobrevivientes de esa conquista del oeste que fue una masacre y una expoliación. O será que las minorías son las de la inmigración y no entran en ellas los aborígenes.
Obama se inclina por los recursos energéticos limpios, anuncia que se apostará a la energía solar y eólica ya que el petróleo les da poder a sus enemigos. Emociona tanta conciencia ecológica, tanto amor desinteresado por el planeta. Asusta la definición de los enemigos por los recursos que poseen.
Obama anuncia la retirada de las tropas de Irak. Bien. Será que ya no queda nada más que pérdidas por ese escorial, ese inmenso cementerio derruido. Va a prestarle atención a la India y a Afganistán. Tiemblen por esos lados, porque el imperio lleva la palabra libertad escrita en los tanques, y la igualdad es la de las tumbas, donde por igual se enciman los cadáveres desfigurados de niños y de adultos.
Obama es negro, habla bien, tiene carisma y por alguna razón todos están muy entusiasmados. Yo no soy norteamericana. Ojalá pudiese no importarme en absoluto la suerte de este hombre o de ese país. Pero no soy tan incauta. Pero los sueños y las pesadillas del imperio mueven ejércitos, crean hambrunas o dan un respiro a los miserables del mundo.
Me asusta que Obama le haya prometido al pueblo norteamericano la continuidad del estado de bienestar, la no renuncia al american way of life.
Eso se logra sobre la miseria de los subdesarrollados. Nosotros. Para que haya riqueza en EEUU, debe de haber pobreza en las antípodas. Para que algunos coman de más, muchos deben pasar hambre en las noches destempladas.
Me encantaría que Obama sea un mago maravilloso, el héroe de comic que en dos o tres viñetas soluciona todos los problemas. Pero ni el ejército, ni la CIA, ni parte del Congreso, ni las aspiraciones del ciudadano medio, ni siquiera Barak Obama en sus propias palabras hacen suponer tal prodigio.
Ojalá me equivoque y la luz rosada abarque el imperio y todos seamos felices para siempre. Pero no suena muy convincente, la verdad.


*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com






"POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS"*



Han sonado las campanas de mi pueblo.
No han sonado por mi, ay, no por mí.
Tampoco, ay, tampoco han sonado por ti.


Concierto y pesadumbre.


Ha cubierto:
Plazas .Playas. Calles.
Niños moribundos, perros flacos.
Desnudez de árbol, féretros abiertos.
Jarrones sin flores, atrios.
Cruces madera anónima.
Cancelas tiempo cosecha salitral.
Escaleras derruidas.
Pechos pasajeros. Frigidez.
Ratas y flautas rotas.


Han sonado las campanas de mi pueblo.
Por un instante, solo por un instante.
Me creí salvada de la luz
Mortal urna de girasoles.
Niebla carne oscura, zafiro caracol.
Rosa invertebrada. Pajonal relincho.
Agua barro. Polvareda.


Han sonado las campanas, ay.
No han sonado por mi. No han sonado por mi.
Ay, tampoco corazón, han sonado por ti.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar







La Felipa*



A la belleza del lugar nadie le daba importancia por lo habitual. Las trece calas de arena blanca y gorda que componían el litoral del pueblo eran de sobra conocidas por los pocos habitantes, la mayoría pescadores, que componía el censo del pueblo.

Además no alcanzaba ni la categoría de "pueblo". Se limitaba a ser una de las tres Playas de un pueblo principal que estaba a tres kilómetros en el interior y cuya industria taponera era muy reconocida en todo el país.

Esta playa, con 17 pescadores era tranquila por obligación. No había en ella un aspaviento y eran tan pocos sus habitantes y tan pobres que no tenían ni las ganas ni las fuerzas para mantener discusiones. Cada uno iba a su interés y nadie negaba la ayuda a nadie. Esas cosas que son tan aceptadas por la gente de mar.

Las barcas de pesca, ordenadas en la cala del centro, se subían a la arena cada tarde en el mismo sitio y se bajaban a la mar cada mañana por la misma escala, dando después tres paladas de remo y poniendo el viejo motor en marcha.

La "Aurora", adusta, añorada de barnices y de un fondo y quillas que en su días fueron verdes, era de la Felipa (la mujer del Felip) y ocupaba el tercer lugar por la derecha junto a un escaso embarcadero improvisado en su día sobre las rocas negras que la separaban de la otra cala y que se usaba una sola vez al año: Cuando el cura se empeñaba en hacer la procesión de la virgen por mar. En la festividad de la virgen del Carmen.

La Felipa había olvidado su nombre igual que lo habían hecho los demás componentes de la comunidad, el día de la boda. Las cosas eran así, pero por contrapartida desde aquel momento era la propietaria de todo, porque en este mundo los propietarios de las cosas eran las mujeres y los hombres se limitaban a usarlas y trabajarlas. Podías ir a casa la Felipa a comprar el pescado que el marido pescaba, los mejores remiendos de redes eran los de La Felipa a pesar de que fuera él quien los hiciera, las reuniones al amor de la lumbre en los largos días de tormenta, cuando no se podía uno hacer a la mar, eran en casa de Felipa, incluso el emigrante que se había ido más lejos era "el hijo de la Felipa" que a la vista de las pocas oportunidades que había en la zona un buen día se fue a Cuba a hacer fortuna.

Irse a Cuba estaba considerado como el súmmum de las cosas. De la desesperación y de la suerte. De la locura y de la ambición. Irse a Cuba eran promesas de sol y mujeres de amplios y fáciles favores, de mulatas esplendorosas con poca ropa, de palmeras cargadas de dátiles y de noches de ron a la orilla de la playa. Nadie conocía a ninguno que hubiera estado en Cuba, pero estaba claro que era un paraíso, que era el lugar al que todo el mundo deseaba ir y al que todo el mundo temía ir; por lo lejano y quizás
también porque en el fondo no se acaban de creer estas cosas que nadie había contado pero que todo el mundo sabía a ciencia cierta.

Hoy he visitado a la Felipa. Han pasado más de veinte años desde la última vez que fui a pescar con el Felip y desde que nos comimos el pescado de roca, aquel que no tiene salida en la plaza, frito después de quitarle las tripas en el rompiente de las olas.
La Felipa estaba igual de vieja, igual de sola e igual de silenciosa.
Sentada a un lado del portalón, en una silla baja y tomando la fresca.
En los pueblos, cuando se oculta el sol, en "la hora baja" la gente saca sus sillas a la calle y calma los calores del día con el frescor del atardecer.
Eso es " tomar la fresca" y mientras lo hace , comenta las cosas del día, hace correr los rumores y saluda a los que aprovechan para dar un paseo.

Me he puesto delante de ella en cuclillas, y la he mirado a los ojos, grises y un poco aguados. Me ha mirado sin hacer nada que me hiciera pensar que me hubiera reconocido. He entrado en la casa y he sacando otra silla baja la he puesto a su lado y me sentado.

Hemos tenido una conversación de silencios, interrumpida únicamente con alguna mirada larga, y han pasado las horas. Un mundo. Una vida...

He puesto mi mano sobre la suya y levantándome, después de una larga mirada a los ojos, he empezado a subir la cuesta.

A mis espaldas su voz: "No tardes tanto en volver, siempre me gustó hablar contigo".



*de Joan Mateu. joan@cimat.es






EN BUSCA DE ÁFRICA*

Crónicas del Hombre Alto (nº 46)


Mika tiene 6 años; su novia Anna-Lenna, 7. Ambos viven en Langenhagen, una pequeña localidad alemana situada al norte de Hannover. El pasado 1º de enero decidieron fugarse de sus casas con un objetivo muy preciso: viajar a África, casarse y pasar sus días en un clima más benévolo que el frío
invierno europeo. Convencieron a la hermanita de Anna-Lenna (que tiene 5 años) para que huyera con ellos y fuese testigo de la boda. Previsores, armaron una pequeña valija en la que cargaron anteojos de sol, trajes de baño y algo de comida ligera. Caminaron un kilómetro hasta la parada más cercana, se subieron a un tranvía y recorrieron unos tres kilómetros más, hasta llegar a la Estación Central de Ferrocarriles de Hannover. Una vez allí, quisieron abordar un transporte que los llevaría al aeropuerto, pero los movimientos del trío llamaron la atención de dos policías. La aventura terminó cuando éstos, hechas las averiguaciones del caso, tomaron a su cargo la penosa misión de informar a los jóvenes viajeros que, sin dinero ni pasajes, es imposible llegar a África.
La anécdota, deliciosa como pocas, dio la vuelta al mundo la semana pasada. Prácticamente, no hubo periódico o noticiero que no le dedicara un espacio. El hechizo irresisitible de su candor apabullante generó sonrisas en las más diversas latitudes y permitió compensar, en parte, tantas deprimentes novedades sobre guerras, masacres y accidentes fatales.
Puestos a bosquejar interpretaciones sobre el asunto, una mirada exitista podría llevarnos a pensar que, al fin y al cabo, el simpático episodio no es más que la crónica de un rotundo fracaso, ya que la fuga
quedó trunca y los niños no consiguieron cumplir su cometido. Del mismo modo, una mirada cínica podría llevarnos a especular que el precoz romanticismo de Mika y Anna-Lenna, así como también su espíritu aventurero se irán desvaneciendo a medida que vayan aproximándose a la adultez y la vida los obligue a poner los pies sobre la tierra. Ninguna de estas dos visiones, habrá que reconocerlo, carece de sustento o razonabilidad. Hay, sin embargo, otra lectura posible de los hechos, una mirada que, si bien no
excluye la idea de fracaso, al menos redime a la frustrada huída de esa impresión de derrota que parece desteñir sus cálidos colores. Porque, si es cierto que los niños no pudieron alcanzar el destino deseado, no menos cierto es que fue precisamente su intento por alcanzarlo lo que les permitió llegar hasta donde llegaron. Lo cual, teniendo en cuenta su corta edad y la escasez de medios con que contaban, no es poca hazaña.
Vistas así las cosas, su travesura nos involucra a todos, pues se transforma en una tierna, tiernísima metáfora acerca de la condición humana y sus anhelos. Anhelos que muchas veces -o acaso siempre- resultan lo suficientemente ingenuos o desproporcionados como para despertar la compasión de los dioses. Poco importa si el sueño consiste en filmar una película, instalar un bar en la playa o salvar al mundo. La experiencia indica que casi ninguno de nosotros podrá llegar jamás a sus íntimas y personales Áfricas. Salvo afortunadas excepciones, inevitablemente alguien se encargará de detenernos en la estación de trenes e interrumpirá nuestra alegría recordándonos -casi nunca con amabilidad- que no tenemos el pasaje requerido.
Y sin embargo, lejana y cautivante, África sigue existiendo, oculta detrás de nuestro agrisado horizonte cotidiano. Y lo sabemos. Y, contra todo pronóstico y lógica, nos seguimos moviendo con la intención de acercarnos un poco. Obstinadamente, continuamos modelando nuestra travesía. Tal vez en
forma oblicua o contradictoria, e incluso sin darnos cuenta, pero es lo que hacemos.
Puede que, buscando llegar a África, sólo consigamos llegar a Hannover.
Pero ¿quién habrá de quitarnos lo viajado?



*de Alfredo Di Bernardo. alfdibernardo@fibertel.com.ar








ATARDECER*



El atardecer juega con las sombras
al ocultamiento de lo absurdo.
En mi atardecer también juegan
sombras y espejismos.
Soy y no soy en esos juegos,
repito el fanatismo de lo opuesto
pero no me defino.
¡Poseo tantas formas, tantos matices!
Asciendo y desciendo desniveles
por partes, desmembrada
y dejo jirones de mi existencia
colgando en cada plano
pero nunca logro la totalidad.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar






*


Estas manos azules transmiten caricias
y enloquecen pausados caminos de amor
estas manos que tiemblan y vician
son la causa de mi desazón
Las intuyo en mi piel paseando
como olas de mi amado mar
ellas son las que estaba esperando
en la pausa de mi caminar


y se tiñen de azul como el cielo
y se vuelven azul como el mar
son azules como el pensamiento
y el amor, cuando se empieza a amar



*de Joan Mateu. joan@cimat.es






El libro que no puedo escribir*



Esta expuesto en un vitral de manuscritos interesantes y silvestres. En él, en cada alunizaje gesticulan sueños, ideas, pensamientos y proyectos. No lo puedo escribir tan fácilmente. Si bien está allí esperándome, escurre por lo cotidiano y desaparece.


*de Azul. azulaki@hotmail.com






*


A veces (y solo a veces) uno corre tal suerte que caer del cielo no es tan desastroso cuando se tiene al menos la esperanza de ser bien recibido en el infierno. Pero cuando uno descubre que donde el cielo tiene hoyos, el infierno ha cerrado sus sucursales, nos damos cuenta que hemos quedado entre
humanos... Y justo uno comienza a creerse dueño de sí cuando nos damos cuenta que donde ningún dios y ningún demonio puede ayudarnos, aparecemos solos, y ni aún así somos salvados por nosotros mismos... Y cuando la humanidad parece aplastarnos sin que podamos hacer algo, llega alguien con los mismos pasos, con sus manos, sus brazos, sus ojos, su sonrisa; y nos abraza, nos mira... La libertad se vuelve mortal, y sale de uno para convertirse en alguien más: y somos salvados por un milagro que escribe, crece y muere como todo lo vivo que nos rodea... Y uno entiende cuando dicen que los sueños también tienen pies, y manos, y ojos, y nariz, y esos etcéteras que con el tiempo se tendrán que descubrir...

La vida brinca de un lado para otro: los vientos abrazan los polvos que cierran nuestros ojos, las lluvias se despiden de las tierras... Tu, yo, el tiempo: ¿Qué hacer?... ¿Habremos dejado de creer en algo? ¿Habremos olvidado los temores de un mundo olvidado?... Lo descubriremos pronto, y espero estar
lo más cercano a ti posible cuando eso pase.


*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com









LA VIDA BREVE*



Deja al tiempo pasar, como gaviota.
La vida parte, vuelve y se repite.
Llega el otoño, con sus barcas rotas.
El toro rojo, con su cuerno embiste.


¿Dónde quedó aquel bosque de unicornios?
Convertidos en nubes, corren libres.
El viento arremolina los otoños.
Como gaviota, va la vida breve.


Granizos de nostalgia se harán perlas,
Deja al cielo llorar hojas de arces.
Tu amado irá contigo a recogerlas.


Déjale al pescador echar sus redes,
La barca de los elfos se ha marchado
En su lugar, galopan los corceles.



*de Marié Rojas






Las escondidas*


En el contacto de la presencia huelo la distancia.
La autoexigencia de ser aceptada obnubila la inmediatez de la comunicación.
Encerrada en una prisión de arquetipos, intento retroceder sin pensarme
Quisiera poder contar lo que nunca pude.
En los entretelones de la inmensidad del lenguaje, hay un individuo que ambiciona ser escuchado.
La ferocidad de la cordura presiona las sienes.
No deja que salga la verdad, esa que tiene la confianza en sus raíces y el valor de no afectarle lo que puedan opinar los demás.


*de Azul. azulaki@hotmail.com







Puede*



Puede que haya un espacio
en el que guardar las palabras.
Puede que sea un secreto
que queden allí guardadas.
Puede que nadie conozca
lo escondidas que se hallan.
Puede que nadie comprenda
que deben estar guardadas.

Soy dueño de mis silencios
pero no lo soy de mi alma.


*de Joan Mateu. joan@cimat.es






ESPERANZA*



Una obsidiana
despechada de la entraña
rozó
en sus ínfulas
a tu ultrajada ingle
Pero
una guagua guinda
esplendorosa
ante lirones imperturbables
en palcos impostores
será cosecha
de la siembra del
casal
Epilogando.


*de NOELIA JUDITH GUIÑAZÚ. judith.guinazu@hotmail.com







ESTHER*


Era mi niñera, me parecía justo que cuando viajáramos la lleváramos con nosotros, como parte del equipaje. De mente muy simple y pensamientos nobles, siempre alegre, dispuesta a abrocharme los zapatos o a esconderse para que yo la buscara. Si de noche tenía miedo, la llamaba y ella iba a
tomar mi mano hasta que volvía el sueño.

Cuando llegamos al pueblo donde había nacido mi madre, tuvo que hacerse cargo de mí más tiempo del usual, mientras mi creadora atendía sus visitas. Una tarde, mientras tomábamos fresco a la sombra de un enorme framboyán, me dijo:

- Aquí nací yo también.
- ¿De veras? - le pregunté entusiasmada - ¿Y dónde están tus padres?
Por toda respuesta tomó mi mano y echamos a andar, si mi madre la hubiera visto alejarse tanto, alcanzar el camino real y seguir más allá, hubiera puesto el grito en el cielo, pero en ese momento estaba muy entretenida en la sala, tomando café con alguna antigua amiga.
Llegamos a la orilla del río. Ella me señaló sus aguas.

- Están ahí - dijo muy bajito.
- ¿Se ahogaron por accidente o alguien los empujó? - dije inclinándome peligrosamente para contemplar las aguas saltarinas, aferrada a la rama de un árbol.
- No. Ellos sabían nadar muy bien. Les gustaba venir conmigo, me dejaban en la orilla y se iban para la parte honda, yo los esperaba chapoteando y ellos volvían a recogerme. Nunca me dejaron entrar a lo hondo.
- ¿Y qué pasó, Esther? - la infancia pone una indiscreción especial en los interrogatorios.
- Un día nadaron lejos y se sumergieron. El agua estaba tan rica que no querían salir, así descubrieron que podían respirar debajo del agua.
Ese día no vinieron a recogerme, se quedaron a vivir ahí.
- ¿Y qué hiciste?
- Lo de siempre, recogí mis ropas y me fui para la casa, me sabía el camino. Yo no sé respirar debajo del agua.
- Pero, ¡eras una niña! ¿qué fue de ti?
- Era una época de mucha hambre, nadie tenía trabajo. pero Bienestar Social recogía a los niños huérfanos, les daba albergue, comida y les enseñaba un oficio. Todo el mundo lo sabía.
- ¿Sólo a los huérfanos? - esta parte llamó mi atención.
- Solo a los huérfanos - repitió -, pero mis padres fueron muy inteligentes, se quedaron a vivir en el río. logramos engañar a los de Bienestar. A cada rato me escapaba para venir a verlos. Cuando me fui para la capital les expliqué que iba a cuidar de ti, pero les prometí volver. Si te fijas bien, podrás verlos pasar nadando.
Me pareció ver unas ondas formarse en el agua, como dos rizos.

- ¡Los veo, Esther, los veo!
- Yo también. pero no le digas a nadie. Ahora diles adiós, Chely, que tenemos que volver.

Dejamos atrás el río con sus misteriosos habitantes. Cuando llegamos a casa comenzaba a caer la noche y llevaban horas buscándome. Mi madre quería pegarle a Esther, que huyó corriendo, cubriéndose la cabecita con las manos.

Regresamos con una nueva niñera llamada Victoria que me enterraba las uñas cada vez que estaba de mal humor. Nunca me sonrió, tuve que aprender a atarme los zapatos sola y a consolarme de mis propias pesadillas, ni siquiera me pasó por la mente convidarla a jugar. A partir de entonces recé cada noche para que lo que me quedaba de infancia terminara pronto.
Por suerte, cuando cumplí siete, ella quedó embarazada de un militar que visitaba la casa de al lado y mi madre la botó. Yo no entendí nada, pero corrí a dar gracias a Dios. Mi abuelo, que tuvo el tino de seguirme y escucharme, le hizo jurar a mi madre "no más niñeras", ellos se ocuparían de mi tiempo libre.
Volví a ver a Esther cuando cumplí 15 años y regresé al campo. Vino por detrás de la casa, escondiéndose de mi madre. Vi sus ricitos ralos asomarse tímidamente por el borde de la ventana, su manita, mitad oscura, mitad blanca, comenzó a hacerme señas y corrí a abrazarla. Ella me abrazaba,
me separaba para mirarme y reía, alternadamente.

- ¡Tengo un montón de hijos, Chely, a la mayor le puse como a ti! - me dijo, tomándome ambas manos.
- Te quiero mucho, Esther, pero esta vez no me vas a llevar al río - le respondí, riendo también.
- ¿No le contaste a nadie, verdad? - me preguntó.
Negué con la cabeza.
- Nunca me sacaron palabra de adónde me habías llevado, nadie sabe el escondite de tus padres.
- Sigo yendo a verlos cada vez que puedo - hizo una bocinita en mi oído y rió, con esa risita aguda e inocente que yo le recordaba - Lo que son las cosas. ¡yo me voy poniendo vieja y ellos siguen igualitos!



*de Marié Rojas.






PERSISTENCIA*



Es media noche.
Afuera rondan lobisones hambrientos.
El viejo de la bolsa y el hombre sin cabeza.
Las gitanas, el policía. El linyera borracho.
Llanto de lechuzos y de niños.
Chistido campanario.
Se abren lunas brunas y se cierran los ocres.


Trenza. Engarces. Torzales colorados.
Rozan. Acarician. Palpan.
Abrazan.
Estrechan. Aprietan. Ciñen.
Amordazan.
Atan. Constriñen Aprietan.
Oprimen. Sofocan. Asfixian.
Ahogan .Ahorcan.
Desmiembran. Devoran.
Atomizan.


El río turbio cubre la sierra madre.
Musita oído niño, palabra ausente.
Extraña y conocida.
Dios levanta su copa y la casa tiembla.
Tiembla en estertores el silencio.
El bramido del rayo atraviesa las tapias.
Piel de cabra, águila. Roble
Trae desnudez acequia, durazno amargo, pala.
Es media noche
Afuera
Persisten en su ronda lobisones hambrientos.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar







HAMACANDO DESEOS*



Quisiera medir con mi mirada
el camino que resta
para que mis pasos
impriman sus huellas,
también contar las gotas de la lluvia
que caen en mi cántaro
con la parcimonia
que tiene el dueño del tiempo,
vislumbrar el límite rojo
o negro o verde arboleda
que se alzará cual muralla
en el momento preciso.
No sé por qué, pero lo deseo
como un modo de preparar mi alma
para ser otra forma
en el infinito.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar








40*



Están llegando pájaros,
Golpean en mi ventana,
Inundan mi patio,
Ayer nacieron excesivas rosas,
Olvidé conjurar el otoño
Para que se llevara los pétalos caídos
Y, tal vez, algún capullo.


Hoy vienen los hijos de la madrugada
A picotear las ramas florecidas
Y no sé qué hacer con tantas rosas,
Tantas aves,
Tanto golpe en mis cristales.



*De Marié Rojas.







Les fulles caigudes*



Les fulles caigudes
reposen una sobre l'altre
la pluja cau sobre la pluja...
i a la llunyania s'hi veu un salze
amb les fulles al vent de la tarda.


La humitat del capvespre alimenta les seves arrels
mentre per l'aire voltejan murmuris d'enyorança
que la foscor embolica a poc a poc,
apaivagant el dia que mor entre les seves branques.

La nit dibuixa, envoltant la lluna,
la teva cara...


*


Las hojas caídas
reposan una sobre la otra,
la lluvia cae sobre la lluvia...
y en la lejanía se ve un sauce
con las hojas al viento de la tarde.

La humedad del atardecer alimenta sus raíces
mientras por el aire revolotean murmullos de añoranza
que la oscuridad envuelve poco a poco,
tranquilizando al día, que muere entre sus ramas.

La noche dibuja, envolviendo la luna,
tu cara...



*de Joan Mateu. joan@cimat.es







LAS PERENNES LLAGAS*



Has golpeado a la puerta del sosiego y se ha abierto
Ay no corazón mío, se ha abierto.
La hembra en celo y el niño muerto se han encontrado.
Mamando ciegamente de mis pechos como la vez primera.
Ay como la vez primera.
Y no hay sustancia material, ni cabalas, ni posibles hechizos.
Un pucho se apaga lentamente.
La desnudez, la tuya, la mía desvelan las perennes llagas.
Solo hay vida en la humedad de mi lengua y de tus ojos.
Vienen desde los cráteres dormidos del deseo
Prendes de nuevo el pucho, aspiras desesperadamente.
Se apaga, como se acaba el tiempo.
Queda el humo.
El olor a hierba, la humedad y la memoria. Fragmentadas
Restos del animal y el hombre
Un caracol abandonado, abandonado queda en el lecho vacío.
La puerta del sosiego se cierra lentamente.




*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





*


Apreciadas amigas, queridos amigos,

El número 86 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL "Estrella Errante", edición Enero/Marzo/2009, puede ser ya consultado en nuestra página en internet www.euroyage.org
bajo el link:

http://www.euroyage.org/es/xicoatl-86


CONTENIDO:

· ENSAYO: Onetti: la lección del maestro. Jorge Isaías.
· NARRATIVA: Los sin nombre. Amelia Arellano.
· - Cuentos cortos. Joan Mateu i Marti.
· POEMARIO: Poemas. Blanca Helena Muñoz de Escobar.
· AUSTRIA: Poemas. Wolfgang Kauer.


La edición impresa de XICóATL # 86 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail a la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).


Cordial saludo,

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067



*


Queridas amigas, apreciados amigos:


El domingo 8 de febrero de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor brasilero Harry Crowl. Las poesías que leeremos pertenecen a Blanca Helena Muñoz de Escobar (Colombia) y la música de fondo será de Wayanay (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur

www.euroyage.org
Schießstatt Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067



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Apreciadas amigas, queridos amigos,

YAGE, Asociación pro Arte, Ciencia y Cultura Latinoamericanos de Austria tiene una nueva página de internet: www.euroyage.org , la(o) invitamos muy cordialmente a visitarla!

También tenemos una nueva dirección postal:

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg
AUSTRIA

Cordial saludo!

Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera
Direktor von YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org
Schießstatt Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
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