lunes, marzo 16, 2009

CONTRA EL CRISTAL DE LA VIDA...


*FOTO DE WALTER ROIL.


Veranos*







Entre el mar y nosotros los libros. Abriendo el horizonte y el silencio. Policiales negros en una casa blanca. Ahora que el largo adiós a esos momentos ya fue dado. Entiendo que ese otro lado corrupto, sangriento, con largas rubias de largos tacos y detectives con un vaso siempre a mano. Sólo podía ser leído en el encanto, que quizá no fuera tan encantador, pero para mi lo era. Esos mundos extraños y lejanos estaban en los libros devorados mientras todos dormían y se acallaban los ecos de juegos, calesitas, paseos, y el fuego de los leños. Todo tenía las fisuras por las que luego se colarían los dolores. Ahora la violencia de la muerte y del paso del tiempo nos tocó. Un idilio derrumbado. El mar, como un gran animal furioso y bello, parece lo único cierto entre tantas carcomidas certezas. También la mano de él en el desayuno cubierta de picaflores, las niñas jugando, el perro, la receta de pan con queso, tomate y orégano, regalo de Italia al paisaje del jardín. Por suerte ya los leí, me digo ahora que el mundo parece un policial negro devastador y me falta el amparo de mi ficción de arena perdida y a veces recuperada.





*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar










CONTRA EL CRISTAL DE LA VIDA...






SEÑOR OREJAS*


Nadie recordaba claramente cuando había comenzado el hábito de Don Mario, un sexagenario afable, de sentarse todos los días entre la una y las seis y treinta de la tarde debajo del tilo de la puerta de su casa. Lo único que todo el barrio sabía era que por una cardiopatía irreversible lo habían jubilado a los cincuenta. Un día apareció sentado en su mecedora con la mirada huída hacia adentro o hacia fuera, según el momento y la situación.
Se fue dando espontáneamente un accionar que se hizo rutina y así pasó esa tarde. Clara, su mujer, sacó la mecedora y la colocó debajo del tilo, Don Mario se sentó blandamente y no tardó en aparecer Don Jesús.
- Buenas, Don Mario, vengo a hacerle un poco de compañía; no aguanto a mi mujer siempre rezongando porque tiene que lavar los cacharros del almuerzo. A veces preferiría no comer con tal de no oírla.
- ¿Usted la oye o la escucha? – preguntó socarronamente el anciano.
- Es lo mismo – fue la respuesta.
- No, si usted sólo oye puede no escuchar y entonces no se altera.
- No se me había ocurrido – dijo Jesús desconcertado por el descubrimiento.
- Quiere decir que si aprendo a hacer eso no me va a molestar que ella chille. No está mala la idea.
Jesús se quedó pensativo rascándose la cabeza como si de pronto ante él se hubiera abierto una ventana o una puerta.
- ¿Usted puede hacerlo? – preguntó mirándolo fijo.
- ¡Puf! – exclamó Don Mario con aire suficiente. - ¿Por qué cree que aún estoy en este mundo?
- ¡Parece mentira! Debo reconocer mi ignorancia, nunca me di cuenta de que esas dos palabras no significaban lo mismo. ¡Cuántos disgustos me hubiera ahorrado! Lo voy a poner en práctica y después le cuento.
Jesús se fue caminando activamente como un niño que quiere mostrarle a sus padres lo que aprendió en la escuela.
La sonrisa del anciano, entre maliciosa e irónica, iluminó un largo rato su rostro.
- ¡Hola, Don Mario!
Era Alfredito, su vecino de trece años que todos los días sacaba a Puqui, su pequinés de pésimo carácter, a dar una vuelta a la manzana.
- ¿Qué tal, Alfredito?
- Aquí estoy, podrido de esta vida. Tengo ganas de quedarme huérfano porque a mis padres ya no los aguanto.
- ¿Tan mal está todo?
- ¿Mal? ¡No! ¡Peor! Tengo una fiesta esta noche y mi madre no me deja ir porque no arreglé mi habitación. ¿A usted le parece?
- ¿Esa es tu obligación?
- Eso es lo que ella dice.
- ¿Y cuándo te lo dijo?
- Ya ni sé, debe hacer mucho tiempo.
- ¿Así que no es una novedad para ti?
- No, me lo repite tanto que me pudre.
- ¿Y cuántas veces lo cumples tú?
- Bueno, de vez en cuando, cuando tengo ganas.
- ¿Es obligación de tu madre hacerte la comida todos los días?
- ¡Por supuesto!
- ¿Y qué pasaría si ella hiciese la comida sólo cuando tiene ganas?
- ¡La mato! ¡Con el hambre que tengo siempre!
- Entonces tu madre tendría que matarte cuando no arreglas tu habitación.
- No es lo mismo.
- ¿Por qué?
- Porque yo soy chico.
- Si eres chico no puedes ir a la fiesta. Eso es de grandes.
- Don Mario, usted me está pateando en contra.
- No, te presento los mismos argumentos que tú me das.
- Con usted no se puede, mejor me voy a pasear a Puqui, adiós.
La carcajada de Don Mario se elevó en el aire y cayó sobre él como una brisa fortificante, después no pudo menos que pensar sobre la forma como el muchacho manejaba su lógica, siempre para su beneficio. En verdad había cambiado mucho el mundo, a él no se le hubiera ocurrido criticar a sus padres delante de un vecino, lo hubiera sentido como algo que lo llenaba de vergüenza o de culpa. Muchas veces pensó que ellos eran injustos, pero de ahí a decirlo había un trecho demasiado largo. Aparentemente Alfredito no tenía ese problema.

- Mejor para él – pensó en voz baja sin darse cuenta.
Una brisa suave lo envolvió en perfume de tilo, entrecerró los ojos pero no pudo rebobinar recuerdos porque apareció Sofía demandando su atención.
- Don Mario, que suerte que lo encuentro – dijo agitada. – Necesito hablar con alguien sino reviento.
Sofía era una cuarentona un poco agria, “porque no tiene marido”, decía Clara, pero tal vez no fuera esa la causa.
- Cuente, Sofía, ¿qué le ha sucedido esta vez?
La mujer se sentó sobre el pasto cuidando recatadamente de tapar sus rodillas con su falda amplia.
- Me llegó carta de mi hermana, la que vive en Buenos Aires; me echa en cara que estoy ocupando la casa de mis padres y no le pago por vivir allí. Es cierto que la casa está a nombre de las dos, pero ella tiene su propia casa y yo no.
- Situación comprometida ¿no? – razonó él como para adentro.
- Para mí es muy clara, yo no me fui de la casa, cuidé a mis padres y este reclamo no creo que se justo.
- Afectivamente claro que no lo es, pero legalmente si. ¿Usted lo aclaró con su hermana alguna vez?
- No, no hacía falta.
- Siempre es bueno aclarar las cosas.
Sofía lo miró perpleja, defraudada, no podía entender cómo Don Mario se ponía de parte de su hermana. El anciano la miró de reojo y notó su malestar.
- No se altere, Sofía – dijo lentamente. – Entiendo su posición y me parece justa, pero si me pongo en el lugar de su hermana no puedo menos que pensar que también ella tiene su razón. Usted piensa en usted y no en ella y su hermana hace lo mismo, piensa en ella y no en usted. Si cuando murieron sus padres cada una hubiera pensado en la otra, lo habrían hablado y ya no eistiría conflicto.
Sofía se levantó de un salto.
- Cuando empieza a jugar con las palabras ya no lo entiendo, me confunde; mejor me marcho – y con paso rápido se dirigió hacia su casa.
Don Mario quedó meneando la cabeza con cierta pena.
- ¡Jugar con las palabras! – comentó por lo bajo. – Yo diría jugar con las realidades que nadie quiere escuchar.
En un intento por relajarse acomodó su cuerpo en la mecedora, estiró sus piernas y creyó sentir cómo su sangre corría por sus venas y arterias. Era una curiosa sensación sentirse funcionar. Cerró los ojos rogando que nadie se acercara, ya no quería escuchar más.
El sol comenzaba a descender pero aún calentaba bastante, el murmullo de alguna torcaza a la distancia le hacía recordar al campo de sus mocedades al igual que el modo como el aire envolvía su cuerpo a esa hora de la tarde, sin ruidos para no despertar a quienes dormían la siesta.
Se había ido acostumbrando a saborear cada retacito de vida hasta sus últimas consecuencias. A los cincuenta le había costado horrores, cuando lo retiraron de la vida activa creyó que no lo resistiría y que su muerte no se iba a producir porque su corazón dejara de latir, sino por la angustia de no poder hacer que era como dejar de ser, pero después, el cariño de Clara, sus tardes bajo el tilo y la gente que se fue acercando, le señaló una nueva ruta, se convirtió en dos orejas, dos grandes orejas por donde entraban las rabietas de Jesús con su mujer, el desenfado de Alfredito, el egoísmo de Sofía, las ilusiones amorosas de Mariela, la soledad de Francisco, la chismografía de Juana y algunos más que no eran muy asiduos.
Él los escuchaba y al principio se quedaba con sus propios razonamientos, después ocurrió algo raro, necesitó decir en voz alta lo que pensaba y ya a la gente no le gustó tanto. Esa tarde había sido mucho más realista y todos se fueron enseguida. La gente necesitaba el espejito que le devolviera la imagen deseada, la más linda, por supuesto. Pero la realidad no era tan fea si se la sabía recibir y analizar, era otra perspectiva desde donde se podían ver las cosas.
- ¡Don Mario! ¡Don Mario!
Mariela lo sacudió por el hombro asustada.
- ¿Qué pasa, Mariela?
- No... nada... – vaciló la muchacha.
- No te asustes, hija – sonrió él buenamente, - no estoy muerto, todavía no. ¿Cómo andan tus cosas hoy?
Mariela sacudió la cabeza como echando a volar las malas ideas que la inquietaban, se acomodó junto a la mecedora y sonrió.
- Todo igual, Don Mario, Ale me mira de lejos, me parece que soy poco para él. Su familia tiene mucho dinero y yo no soy nadie...
- Si Ale se fija en eso es él el que es poco para ti, no se la hagas fácil, por lo general se valora más lo que cuesta conseguir.
Le acarició la cabeza y su mano pareció revitalizar a la muchacha.
- Intenta divertirte un poco. ¡Tienes tanto tiempo!
- Mariela...
Se escuchó a la distancia el llamado de la madre.
- Me llama mamá, hasta luego Don Mario.
- Hasta luego, hija.
La miró alejarse gozando la juventud que irradiaba.
- ¡Cuánta dulzura! - dijo para sí y volvió a distenderse en la mecedora. – Creo que esto es lo último que desearía ver antes de morir.
- ¡Don Mario! ¿Sabe lo que me dijo la perra de mi vecina...?
La voz de Juana chocó contra el cristal de la vida.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar






Cotidianía*


Es una fresca mañana de domingo de finales del verano. Anoche ha llovido y un persistente viento sur, enfría el aire. Me he levantado a las 9 con intención de continuar con mis trabajos. Antes de desayunar me dispongo a caminar en busca de pan fresco. El cielo está semicubierto con una variada gama de nubes grises, blancas y amarillas, que van dejando lugar al diáfano azul que poco a poco se despliega. Como siempre después de las tormentas, la atmósfera está impregnada del perfume de la tierra mojada y los azahares. La calle está casi desierta. La ciudad duerme todavía. Puedo escuchar con claridad el ruido de mis pasos, y percibir sobre mi piel la brisa fresca y suave. De camino paso por la plaza, donde las pequeñas hojas de las gigantes tipas susurran con el viento. Más adelante me sorprende el verde intenso de un chivato. Un poco más allá me detiene una planta con enormes y abundantes hojas redondas como platos. No conozco su nombre. Debería. Entre las hojas aparecen ramilletes de sus frutos que parecen hongos. Continúo el camino entre palmeras, pinos, y el canto entusiasmado, a veces estridente de los
pájaros.
Una y otra vez me detengo a observar y disfrutar la cotidiana y casi siempre inapreciada exuberancia. Huelo, siento, toco, escucho y miro con un sereno placer.
Después regreso a casa envuelto entre fragancias, con el pan caliente entre los brazos.



*de Guillermo Heredia. guillermoeduardoheredia@gmail.com







Lunes, 16 de Marzo de 2009
MUESTRA FOTOGRAFICA WALTER ROIL, CRONISTA DE LA PATAGONIA
Al rescate del viento y la soledad*


La exposición que propone la Alianza Francesa incluye más de 50 imágenes tomadas por el fotógrafo alemán a partir de los años ’30 en el sur argentino. Las fotos cobraron notoriedad cuando el embajador francés, Frédéric Baleine Du Laurens, quedó impactado por su belleza.



*Por Facundo García


El acto de recorrer un mapa suele incluir ritos que cada uno guarda para sí. Entre los típicos se cuentan rastrear los puntos inhóspitos, el pueblo más austral o el que se encuentra más al norte. La sola mención de esos rincones despierta ensueños, y el sur argentino –con su largo linaje de aventureros que fueron a buscar ahí lo que les prometía la mente– es la mejor prueba de ello. El rescate que propone la Alianza Francesa (Córdoba 946) a través de la muestra fotográfica Walter Roil, cronista de la Patagonia se enmarca en esa tradición excéntrica. Son cincuenta y tres imágenes seleccionadas de entre las siete mil que se conservan en el estudio de los descendientes del artista. Medio centenar de recuerdos, que cumplen con el infrecuente mérito de haber registrado la belleza que pueden tener el viento y la soledad.
El don de captar esos detalles suele ser consecuencia de haber vivido experiencias interesantes. Roil había nacido en 1904 en Friburgo (Alemania), en una familia que desde pequeño estimuló sus intereses estéticos. Tocaba la cítara y el violín y, aunque quería ser guardabosques, la necesidad de un trabajo inmediato lo hizo salir por los pueblos para ofrecerse como auxiliar de fotografía. Pronto empezó a destacarse y así consiguió un empleo que combinaba su amor por la naturaleza con el oficio del que se estaba enamorando. Quedaba lejos, eso sí: llegó a Comodoro Rivadavia –por entonces un caserío minúsculo– el 25 de diciembre de 1926, contratado por un tal Polt.
Para un europeo de hace ocho décadas, pisar esas latitudes era lo mismo que llegar a la luna. No por azar ese coletazo que da el continente ha encendido por siglos los temperamentos más diversos, desde el de Orélie Antoine de Tounens –que se proclamó rey de la Araucania en 1860 para ser luego capturado, declarado demente y encerrado en un manicomio–; hasta el de Günter Pluschow, aquel héroe de la Primera Guerra Mundial que se obsesionó con recorrer en avión la zona hasta que un accidente le aguó la fiesta en Lago Rico (Santa Cruz), a principios de los treinta. En Walter, el frío y el difícil castellano complotaron para que su entusiasmo se evaporara un poco. Encima el descubrimiento de petróleo en el área y la consiguiente abundancia de obreros hacían que no hubiera chicas libres, de modo que entre idas y vueltas el alemán resolvió hacerse un viaje a su país, casarse y retornar al sur acompañado.
A partir de ahí los inviernos impiadosos parecen haberlo molestado menos. En efecto, en 1934, ya con dos hijos, abrió su negocio en Río Gallegos. A medida que se afincaba, posó su mirada en aspectos cotidianos y paisajes; y dos por tres se hacía una escapada a Lago Argentino cargando su cámara. El cuadro era tan imponente que lo invitaba a experimentar sacando varias impresiones y montándolas artesanalmente en largas series panorámicas. Un acierto de esa etapa, Niebla invernal en las calles desiertas, revela su capacidad para capturar el aislamiento, la desolación y una melancolía recia que busca esconderse en esos horizontes amplios, interrumpidos no pocas veces por el contorno de los barcos encallados en las costas del fin del mundo.
Roil se convirtió en un vecino destacado de Gallegos y, mientras la salud lo acompañó –murió en 1989, a los ochenta y cinco–, fue acumulando un testimonio invaluable de las bellezas locales y los cambios en la sociedad que lo rodeaba. Sospechaba que las tomas que hacía salvarían para el futuro una realidad en proceso de desaparición, y gracias a esa intuición fue que no tiró casi ningún negativo. Quizá el norteamericano Edward Curtis hubiera atinado a concretar un rescate similar; aunque a diferencia del “cazador de sombras” yanqui, Roil intentó esquivar la espectacularización forzada y los artificios. Sacó, por ejemplo, un escalofriante retrato de Capipe –“el último cacique tehuelche”– que lo inmortaliza en 1950, ya “occidentalizado”, sencillo y con las manos entrecruzadas como quien espera un mandado. Su expresión acusa sin estridencias, desde el orgullo herido a balazos.
Joyas como ésa hacen que recorrer la galería deje la sensación de que sería óptimo ver más. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la puesta en valor de las piezas es reciente. Muchas no estaban numeradas ni tenían nombre, a lo que hay que agregarle la variedad que aportaron sucesivas donaciones de material anónimo o semianónimo que hicieron amigos de la familia. Ahora los vientos son otros: la exhibición cobró notoriedad cuando el embajador de Francia, Frédéric Baleine Du Laurens, quedó impactado por esas obras, estructuradas con un criterio que hoy sorprende por su actualidad. El proceso de curaduría estuvo a cargo de Agnès de Gouvion Saint-Cyr, una verdadera eminencia (ver aparte) que en 2007 visitó el local que tienen hoy el hijo y el nieto de Roil en Río Gallegos. El catálogo resultante ya se expuso en el Festival Internacional de Arlés y comenzó su itinerario sudamericano en El Calafate, con auspicio presidencial.
Entre las reproducciones que se montaron en la Alianza, hay varias en las que el autor y los retratados son un enigma. Y eso que ya van tres años de clasificación e investigación. Debe ser que, como sucede con la iconografía del patriarca, su archivo esconde –bajo el telón de la sencillez– un mar de interrogantes.
Walter Roil, cronista de la Patagonia está abierta de lunes a viernes de 9 a 21, y los sábados de 9 a 13. La entrada es libre y gratuita. En los próximos meses estará recorriendo las sedes de la Alianza Francesa en varias provincias.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-13188-2009-03-16.html





El cielo y el horizonte*



Por Agnès de Gouvion Saint-Cyr *


La obra de Roil relata treinta años de ese territorio lejano donde el horizonte se junta con el cielo, donde el hielo y la nieve se mezclan con la arena, donde los aviadores son héroes, donde el hotel Londres acoge a curiosos e intrépidos.
Para apreciar su escritura se ha de aprehender la dificultad de fotografiar cuando la luz cambia al ritmo del viento violento que impulsa las nubes. Roil se convirtió en un maestro en el uso de los contrastes, incluso del contraluz, que transforman el día en una noche improbable. De pronto, el sol resplandeciente aplasta toda forma de relieve, satura el cielo de luz y blancura, y multiplica las distancias. Walter Roil afronta todas esas trampas, alarga las sombras, delimita los espacios con el contraste de las luces o acentúa la ausencia de materia.


* Inspectora general para la Fotografía del Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia, curadora de la muestra.

-Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/subnotas/13188-3925-2009-03-16.html







EN UN CASI OTOÑO*



sucede que los rojos y sepias

amarrados están en mis niñas

miles de castaños
amarillos
ámbares y rojizos

preñaron la paleta de sus espacios


envejecidos algunos
mustios otros

el paisaje se renueva en cada ciclo

preguntas me hago

respuestas no encuentro

de este pasar y pasar colores

sin apropiarme de ellos


*

las palabras
anticipando la quietud
de este otoño que asalta
recluidas quedaron en pequeña caja
pierdo la llave que las libere
entonces
el silencio es rey y amo



*

los gestos

cansados de tanto ensayo fallido

prefieren la distracción

de una noche engañosa

una mañana en madrugadas

iguales a otras

donde enajenarse es pretexto

no siempre infalible



*Poemas de Beatriz Martinelli. beatrizmar@ciudad.com.ar







Lunes, 16 de Marzo de 2009
LITERATURA ABELARDO CASTILLO EN LAS CHARLAS DE ETERNA CADENCIA
"Yo podría hacer de librero"*

El notable escritor habló de las nuevas generaciones literarias, reivindicó a los clásicos y despejó ciertos prejuicios sobre Cortázar. "Su virtud es ser leído por adolescentes. Un autor que no puede ser leído en la adolescencia es un mal escritor", señala.



*Por Silvina Friera


El bar de la librería estaba lleno. Las charlas en Eterna Cadencia convocan a un público lector que se arrima de acuerdo con lo que ofrece ese multifacético teatro de "operaciones literarias" que renueva su cartelera estética semana tras semana. El caótico tránsito de la ciudad demoró unos minutos la llegada de Abelardo Castillo. A pesar del retraso, el balance del diálogo con Patricio Zunini podría sintetizarse con la famosa frase que pronunció Julio César, en el Senado romano: "Llegué, vi, vencí". Tan enfáticas, entusiastas y certeras fueron sus respuestas, que logró que casi nadie se quedara con una duda o un interrogante en la punta de la lengua, algo que difícilmente se consigue en este tipo de encuentros. ¿Cómo presentar al autor de libros fundamentales de la literatura argentina de las últimas cinco décadas, Las otras puertas, El que tiene sed y Crónica de un iniciado, y al creador de revistas literarias que marcaron el rumbo de varias generaciones entre los '60 y hasta mediados de los '80?
La predilección literaria por determinados autores lo llevó a dirigir actualmente la colección Los recobrados en Capital Intelectual. "En el fondo hay un fuerte componente nostálgico, porque eran los libros de mi adolescencia y juventud, que me hicieron pensar que era necesario sacar una colección de libros que ya no se encuentran", señaló Castillo, que ha rescatado a autores como Alfredo Varela, Juan José Manauta, Humberto Costantini, Eduardo Wilde, Fray Mocho y Dalmiro Sáenz, entre otros. "¿Qué
hace que esos libros hayan caído en el olvido del mercado?", preguntó Zunini. "No sé ni me interesa, porque el funcionamiento del mercado es totalmente ajeno al trabajo del escritor -planteó Castillo-. Supongo que los olvidos son fatales en literatura, pero no se puede recordar a todos los escritores que han escrito. Al principio se olvidan autores que con el tiempo no sólo son muy recordados sino los únicos recordados. El propio Shakespeare en realidad fue redescubierto por los románticos."
"Los malos escritores son como los malos mentirosos: acumulan pruebas de los hechos que están narrando o de sus mentiras, embrollan el texto literario y lo transforman de alguna manera en ilegible. Cuando ves mucho apero, mucha sal con cuero y mucho mate, lo que no vas a ver ahí es a un escritor que está haciéndose el malandrín", ironizó Castillo. "Cuando leemos el Martín Fierro, no dudamos de la veracidad de Hernández al contarnos su personaje y el ámbito que lo rodea. Sin embargo, Hernández no habla ni de aperos ni del color del pelaje de los caballos; no recuerdo la palabra mate y no sé si manda achura por alguna parte. Pero cuando Hernández nombra a los indios, se pone expresivo, minucioso y mentiroso porque no conocía las tolderías",
ejemplificó. "Los malos escritores acumulan pruebas de lo que desconocen; de ahí esa frase de Gibbon, que le gustaba tanto a Borges, acerca de que en el Corán no hay camellos. Mahoma no necesitaba los camellos, si le pasaban por delante y se le metían en la tienda. Los tenía tan cerca que no los veía ni
los precisaba literariamente. Además estaba escribiendo en el nombre de Dios, ¡qué se iba a andar preocupando por los camellos!"
Castillo rechazó ser el padrino de los autores publicados en La joven guardia, que cuenta con un prefacio de su autoría. "Escribí ese prólogo sin haber leído el libro, y aclaré las razones por las que no lo había leído. Me pidieron un prólogo que fuera un acompañamiento a esos jóvenes escritores,
pero de ninguna manera quise ser padrino de los que estaban ahí. No leí los cuentos para no tener que opinar porque probablemente hubiera estado en desacuerdo con el 90 por ciento de lo publicado", admitió el escritor. "De ninguna manera me siento padrino de ellos, ni creo que ellos se sientan
ahijados míos. Algunos me deben detestar meticulosamente. Después leí el libro, y te diría que levemente me arrepentí de que estuviera ese prólogo", remató Castillo. "Cuando lo conocí a Borges, me dijo que hacía once años que no leía a escritores contemporáneos. Un tiempo después, Sabato me dijo que
hacía once años que no leía a los contemporáneos. Descubrí que hay una edad en la vida en que uno hace once años que no lee. Lo que no implica no leer libros. Soy un ferviente lector, como diría Borges un 'agradecido lector', pero me tienen que asegurar con mucha vehemencia que ese autor joven que me
presentan es digno de ser leído. No te olvides de que tengo 74 años; en mi biblioteca tengo más deudas que haberes."
"Cuando era adolescente, mi director espiritual era un librero que se llamaba Fiorentino, de José María Moreno y Rivadavia -recordó el escritor-.
Yo le preguntaba qué salió y me decía: 'La peste, hay que leerlo'. Y yo leía. Ahora no tengo ese librero y ya no hay libreros para hombres que pasaron los 70 años. Yo sí puedo hacer de librero, y decirte que tal vez sea más interesante pegarle una hojeadita a Rojo y negro, de Stendhal, que a cualquiera de las últimas novelas de los escritores norteamericanos que están escribiendo en este momento. Recuerdo una frase de Isidoro Blaisten a Humberto Costantini. Teníamos todos 25 años y Humberto tendría 35; había publicado un libro, nos lo dio, y a la semana siguiente nos preguntó qué nos parecía. Isidoro le dijo: '¡Pero vos estás loco, no terminé de leer a Dickens y te voy a leer a vos!'"
-¿Usted descubrió que Charlie Parker era "El perseguidor" de Cortázar?
-Si fui el primero, que creo que sí, no sé. Cuando me puse en contacto con Cortázar, me agradeció el descubrimiento. Y creo que nuestra amistad, o lo que fuera, nació por esa crítica que escribí en el '59 o en el '60. Yo decía que Johnny Carter no era un personaje de ficción; era un personaje que estaba basado en Charlie Parker.
La mención del autor de Rayuela le permitió dar cátedra sobre el cuento. "Cuando Cortázar dice que él escribe sin saber adónde va, miente. Desde la primera palabra que escribió en 'El perseguidor' hasta la última, sabía adónde iba. Todo ese cuento, uno de los más notables de la literatura en nuestro idioma, está hecho sobre una historia que ya conocía; del mismo modo que conocía también la de otro de los cuentos notables que hay en ese libro, 'Las armas secretas'. A mí me confesó, lo tengo en una carta, que siempre tuvo problemas con el final de ese cuento porque no podía engarzar el final real, que él tenía en la cabeza, con el final estructural, que es que el debe aparecer en el cuento. No hay cuentista que no conozca los finales de los cuentos que está escribiendo. Y si no lo conoce, es porque ya tiene una
confianza desmedida en su propia palabra y sabe que su inconsciente lo va a llevar hasta el punto correcto. Cortázar lo podía decir con el mismo énfasis con el que lo estoy diciendo yo. Lo que pasa es que a veces se ponía coqueto y decía que él escribía como iluminado, que no sabía adónde iba y las
palabras lo llevaban solo."
Ante el comentario de que uno de los prejuicios es afirmar que Cortázar es un escritor para leer en la adolescencia, Castillo se despachó a gusto.
"Todos los escritores son para leer en la adolescencia. Un escritor que no puede ser leído en la adolescencia es un mal escritor. Yo he leído en mi adolescencia a Dostoievski, Kafka, Sartre, Cervantes, Simone de Beauvoir, Stendhal, Flaubert. La adolescencia es una especie de estado muy parecido al
talento. El adolescente siempre está abierto a todas las ideas y a las formas literarias y estéticas. ¡Cómo es posible que los adolescentes se enamoren de un escritor como Herman Hesse, que escribe sus grandes libros alrededor de los cincuenta años, que era uno de los poetas más intensos de la lengua alemana, que tenía una cultura goetheana casi escandalosa! Sin embargo, los adolescentes no sólo lo comprenden sino que lo aman. Cómo puede ser que ese adolescente de 16 o 17 años, uno de ellos era yo, comprendiera a esa edad las ideas de un hombre de cincuenta que se había pasado la vida pensando. La virtud de Cortázar es ser leído por adolescentes."



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-13194-2009-03-16.html







Pequeña hemorragia*


En la tintorería no sabían como sacar las pequeñas marcas que dejaron las gotas de sangre en el sombrero blanco. Fue por una repentina hemorragia de imágenes. Ella quería tapar las huellas de esa desavenencia entre el cuerpo y las ideas.
Una ausencia escapando para siempre, estallando primero, derramándose después, casi dulce, suave, por los imperceptibles intersticios, como una tristeza coloreada. Recordó el momento en que sintió uñas escarbando en su cabeza. Pensó en todas las sangres que llevaron a esa pequeña rosita licuada. La sangre enjaulada como trofeo, en las sábanas de los recién casados, del otro lado del tiempo y del mar. La que se mezcla con el placer y la curiosidad de la primera vez. Las sangres menstruales que siempre traen un mensaje. La que vio en la mañana del golpe, que no salió en los diarios, muda, sin cuerpo, sombra sólida, amenaza, vendavales del miedo. Las que la antecedieron. La que vino después, deslucida sangre morena de los márgenes, caída en tiroteos, enfermedades curables, inundaciones. La sangre de los partos, contundente y laboriosa, la de los abortos de las mujeres pobres crucificadas en la hipocresía.
La de los actos temerarios. La que guarda en tubitos las incógnitas del cuerpo.
Pensó ella que después de todo, las gotitas que mancharon su sombrero, fueron algo distinto, como el romperse de una idea sin adornos, así vestidas de palabras las ideas no sangran, sonrió retocándose el rouge en el espejo.



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar






Correo:


Premio Ponce Boscarino
A las artes visuales
Objetivo: estimular la creatividad a través de la promoción de la producción artística.

Tema, técnica y disciplina libre. (MULTIDISCIPLINARIO)

1er Premio (no-adquisición)
a) Medalla recordatoria.
b) Diploma.
c) Incorporación al "Ciclo Permanencia" del Espacio de Arte Ponce Boscarino de mayo a diciembre de 2009
d) Participación (sin cargo) en la edición cotiz/ART 2009 realizado por digitART Ediciones Internacionales

2do Premio (no-adquisición)
a) Diploma.
b) Participación (sin cargo) en la edición cotiz/ART 2009 realizado por digitART Ediciones Internacionales

3 Menciones Honoríficas.
a) Diploma.

TODO ARTISTA SELECCIONADO será integrante de la exposición y RECIBIRÁ
CERTIFICADO DE PARTICIPACIÓN.

Jurados:
1 Representante Fundación Ponce Boscarino
1 Artista representativo del medio.
1 Representante digitART Ediciones Internacionales
Los artistas no están obligados a presentar curriculum siendo estos evaluados de forma directa por su /s obra/s presentada/s.

Lugar:
Salas A y B del espacio de Arte Ponce Boscarino Buenos Aires "Bartolomé Mitre 1575 local A" (Pasaje la Piedad) TEL. - 43724518

Recepción de obras: 6, 7, 8 de abril de 2009 de 16 a 19:30 hs

Inauguración: 16 abril de 2009 19:00 hs
Clausura: 30 abril de 2009
Visitas con entrada libre y gratuita de lunes a viernes de 16 a 20 hs.

Solicitar Bases y Condiciones: Contact@ponceboscarino.com
Visítenos en www.ponce-boscarino.blogspot.com
Consultas TEL. 011- 43724518 de 16 a 20hs.
Auspicia:
Cotiz/ART
digitART Ediciones Internacionales



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Queridas amigas, apreciados amigos:


Este domingo 15 de marzo de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor paraguayo Agustín Barrios Mangoré. Las poesías que leeremos pertenecen a Raúl Tápanes López (Cuba) y la música de fondo será de Yawar Inka (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!

ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com






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La protección de los derechos de autor, o resguardo del copyrigt de cada obra queda a cargo de cada autor. Inventiva solo recopila y edita para su difusión las colaboraciones literarias que cada autor desea compartir.
Inventiva Social no puede asegurar la originalidad ni autoria de obras recibidas.

Respuesta a preguntas frecuentes

Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.

Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.

Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.

Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de cada escrito es un intercambio de libertades entre el escritor y el editor, cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de estilo ni formato.

Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
Sus socios lectores remuneran con el pago de una cuota anual el tiempo de trabajo del editor.

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Difundiendo boca a boca (o mail a mail ) este espacio de cooperación y sus propuestas de escritura.

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