martes, marzo 03, 2009

EDICIÓN MARZO 2009.



*ILUSTRACIÓN DE RAY RESPALL ROJAS.


Me abrigo*



Me abrigo en tus besos

Besos de cielos
No tengo frío
Con caballos en un carrusel
Subo y bajo
Imagino ser
El domador de un circo
Que llena de fantasías
A los grandes
Y a los chicos
Un clown se maquilla
Frente a mí
No me asusta
Delinea una pared de cristal
Sube por un cordel de oro
Y su sonrisa de amistad
Me hace creer
En la fórmula
De la esperanza..-


*de Azul. azulaki@hotmail.com





ES COMO*


Desde muy lejos regresar al hogar,
aunque uno nunca se ha ausentado,
retornar al propio idioma,
en las cuatro paredes propias.


Llorar interiormente,
que las muchas vivencias importantes
nada actual traen consigo,
que todas las intimidades,
todo sentir-juntos,
todo pensar-al-mismo-tiempo
se deben contener,
que para el común código-cariño
no existe más un destinatario.


Y, sin embargo, queda una alegría
por el regreso al idioma innato,
a las tradiciones y rituales del país innato,
a la gente de la propia etnia.


La vida será más fácil.
Pero se ha dejado atrás algo de sí mismo.
Se nota cuando la gente de casa pregona algo malo,
degradado, injusto,
sobre la gente de la otra patria,
entonces se le odia por ello,
se está por la etnia de la segunda patria
aunque ella parece estar inalcanzablemente lejos,
bien porque el dinero no alcanza
o porque el buen sentido parece así ordenarlo.


Ha perdido las raíces, dicen a la ligera
y con ello piensan
que se intenta defender
si bien esto parece ser inútil.
Se hace ésto solamente por una,
por aquella que de nuevo ha retrocedido,
a las filas de su pueblo,
se hace ésto por la memoria de ella.


Un matrimonio temporal, dicen insensiblemente,
algo que no puedo sacar de mi corazón.


* de Wolfgang KAUER. kauer@utanet.at
Salzburgo.
-Traducción: Walkala.






La máquina más cara del mundo*




En una casa de remates, encontré un objeto muy raro. No tenía precio. Cómo toda mujer curiosa tomé con mis manos, una pequeña caja de madera. En su tapa había un relieve vidriado que según por donde enfocaba la luz, el color cambiaba. Del naranja pasaba al amarillo, del amarillo al limón, del limón
al turquesa y todos los matices más hermosos que mis ojos habían percibido.
Intente trabajosamente abrirla para observar qué había adentro.
Y misteriosamente, (fijándome que el vendedor no se molestara de estar toqueteándola) comenzaron a salir flotando numerosos globitos muy brillantes. Emprendieron a volar por el negocio con una gracia increíble.
Fascinada por el descubrimiento, pude agarrar uno que tenía la cara de Borges, al apartarlo encontré en letras diminutas sus obras completas.
En otro la obra de Einstein y en otro la de Freud.
No podía con mi regocijo, había descubierto en esa cajita de madera, en un lugar muy disimulado, la máquina de los sueños.-



*de Azul. azulaki@hotmail.com





*


Pisaba sólo las baldosas pares. Esto le daba un andar concentrado y a veces dubitante, porque las calles no estaban demasiado cuidadas, existían espacios sin baldosas o con las baldosas levantadas lo cual le obligaba a mantenerse por momentos como una cigüeña sobre un solo pie, hasta que encontraba el lugar exacto donde posar el otro con cuidado.
Esta costumbre no originaba curiosidad, porque ya nadie sentía curiosidad por el otro. Vivían todos sumergidos en su propia problemática, su propia baldosa par, su propia supervivencia.
Llegaba por fin a su núcleo básico, con su pequeña puerta gris con una amarillenta tarjeta insertada en un recuadro, donde aparecían su apellido, su nombre y su número personal. Se apoyaba sobre un solo pie por un momento, colocaba la mano derecha sobre la mano que aparecía impresa en la madera y cuando la puerta se abría estiraba la pierna doblada y traspasaba el umbral con cuidado. En el pequeño receptáculo-nido se sentía protegido. Observaba a su alrededor con cuidado y comprobaba que todo conservaba su orden, el orden de las cosas y su propio orden, La cama estrecha con su cobertor gris
estirado prolijamente. La mesa con su pequeña lámpara. El armario para la ropa donde también guardaba algunos objetos valiosos que no estaban prohibidos por el momento, una Biblia que perteneció a su madre, muy gastada porque él la leía repetidamente como una novela, interesándose en las anécdotas que se relataban, en cada personaje; una cartulina pequeña con un paisaje azul que iba volviéndose gris porque los colores se iban desvaneciendo, lo había dibujado cuando comenzó la escuela, cuando éstas
todavía existían; una esfera de vidrio con un paisaje nevado en su interior, que era su posesión favorita. A veces pasaba toda una tarde sentado en la cama, moviendo suavemente la esfera provocando movimientos muy pequeños, para tener más posibilidades de cambio. Esto realmente le provocaba un
estado de satisfacción que lo separaba de su repetición y de los cambios producidos en las últimas décadas.
También tenía una mesa para comer, adosada a la pared de la cocina. Allí había una ventana, redonda como un ojo de buey, desde donde se podía contemplar el cielo.
Su soledad no le producía tristeza. Se sentía contenido en su pequeño huevo-casa, casi como en un útero, donde no existían necesidades, donde todo estaba previsto sin que él necesitara anhelarlo ni esforzarse por conseguirlo, Si quería escuchar los comunicados oficiales podía apretar un botón en la pared que iluminaba un aparato con pantalla. Si aparecía una cara de mujer era Ara. Si era un hombre era Holm. Ara mostraba unos dientes muy grandes cuando saludaba antes de comenzar a leer las noticias. Holm
tenía una mirada fija, como si viera más lejos de donde él se encontraba escuchando. De alguna manera eran sus amigos. Podía tenerlos en su casa sin sentirse invadido. Estaban ahí pero no interferían.
Pocas veces se sentía algún ruido desde los núcleos que lo rodeaban. Una vez había escuchado en la noche ruido de pisadas muy fuertes y rápidas, que se detuvieron en el receptáculo pegado al de él. Sintió el crujido de la puerta que se rompía, gritos de mujer, pisadas nuevamente, luego nada.
Se había encogido en ese momento, cubriéndose la cabeza para separarse de los sonidos. Pensó un momento en la mujer que vivía allí. La había visto una vez cuando volvía, Era una mujer madura, con rostro gastado y ojos celestes todavía luminosos. Ella lo había mirado con más detenimiento que él, como para hablarle, pero él se había negado a ese reconocimiento. Pensó que quizás si hubieran hablado ese día, él también habria desaparecido esa noche. Su precaución lo había protegido, pensó aliviado.
Una tarde, cuando volvió a su hogar, luego de cenar escuchando a Ara, abrió su armario y sacó la esfera de cristal. Jugó con ella largo rato, formando paisajes nevados con techos rojos rojos y pinos verdes. Cuando Ara terminó con las noticias y le sonrió mostrando sus dientes grandes, se levantó de la silla lentamente, tomó el cinturón de su uniforme gris y formando una lazada con cuidado, se colgó del ojo de buey.


LAS PEQUEÑAS VIDAS.
CIRCULO.*



*De Sonia Arismendi. soniaris@adinet.com.uy





HOMENAJE A BERTOLT*




Brecht detestaba a los poetas
comediantes
(inclusive a los buenos poetas
comediantes),
ésos que cantaban (y hasta
bailaban)
lejanos de la tan perturbadora
vida
que gruñía hosca más allá de
la platea.
Brecht prefería el aire abierto
o cerrado
y los charcos donde la vida
pudiera
reflejarse, y el hombre cierto
tuviera
al fin derecho a la palabra
y al pan
(que no son lo mismo, pero
cuando falta
uno escasea el otro). Yo no
creo,
no obstante el horizonte, o
estas luces,
que el recorrido soberano
de su lápiz
haya caído en saco roto.



*de Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar
Gran Buenos Aires, enero, 2009.









Ella a pesar de todo*


ella avanza
sin descanso ni sillas en el camino
ella va
atraviesa montes y llanuras
bajo soles incendiados y lunas heladas
y avanza
el poeta se detiene
afloja el ritmo
a veces se confunde
se sienta en la silla del poder
pero ella no transa
llega a la ciudad
camina por calles nocturnas
corre el último colectivo
mira la luna con una mujer ciega
habla con los mudos
juega con niños en el parque
ladra junto a un perro callejero
huele una rosa negra
y sigue
cruza las bocacalles sin mirar
la atropellan
la insultan
la quieren arrestar
pero ella sigue
entra en el alma de un suicida
y lo salva
sube a las alturas
habla con los dioses
y discute con satanás
entra al cuerpo de un menesteroso
y bebe vino barato
se emborracha
y se droga
con los muchachos en la plaza
incendia gomas en la ruta
reclama paz y pan
pan y rosas
verdad y justicia
enfrenta la usura
al poder de los totalitarios
a torturadores y genocidas
no quiere circo
ni hueso
ni vino agrio
ella no se arrodilla
no se vende
grita sueños y libertad
hace amigos sin tiempo
compañeros entrañables
reclama lo imposible
cambia el mundo
lo destruye
y crea
un mundo nuevo
ríe y llora como un niño
como un hombre libre
como un sueño realizable
y sigue adelante
persigue utopías cabalgando unicornios
navega los siete mares de la tempestad
sobrevive
y sigue sin tiempo
para pausas tramposas
para habladurías vulgares
entra a los barriadas marginales
a los barrios abandonados a la mala del diablo
se interpone entre dos contrincantes
y le disparan a la cabeza
pero ella la poesía
no se inmuta
solo sigue
debe llegar al final
de un camino sin fin
debe llegar a destino
a la salvación de todo hombre y mujer
debe llegar al amor fundamental.-



*de aldo luis novelli. aldonovelli@yahoo.com
poeta – narrador – ensayista /neuquén – patagonia - argentina





INVENTIVA SOCIAL*


Al Lic. Eduardo Francisco Coiro



La sociedad va a reinventarse a sí misma
en la persona y corazón de una niña
de doce o catorce años
al final de un invierno y de una guerra;


va a inventarse otra vez
hombre por hombre
sin miedos entre el hombre y la víbora
entre la araña y el hombre
entre hombre y tiburón
entre el hombre y su vecino
la plantita venenosa arrancada de raíz
y la rosa sin precio en florería


Mujer por mujer
tiene que reinventarse
en la persona o corazón de un niño
al final de un tornado terrible
donde ya casi nada estaba en pie


Y cada uno nacerá de todas las muertes
menos los peores asesinos
Y cada uno habrá aprendido a amar
desde tanto dolor acumulado.


Cada grano de arena será bello
y se enamorará de la luna
y será para siempre correspondido.


y volverán
a reinventarse el silencio
y la risa
la pelota de fútbol sin dueño
el bastidor para bordar las flores
la bicicleta con luces y timbre
la cocinita para hacer postres en cumpleaños
el lápiz para aprender a no tachar


un país sin bandera ni fronteras
un planeta sin bancos de usura
una mesa redonda y un pan


un aire transparente para verse los ojos
y que sea imposible mentir u odiar
Nunca más plazas de toros
nunca más gallos de humana riña
nunca más caza deportiva
polígonos de tiro,
motines trágicos,
panoplias monederos y cadenas


La humanidad que muere para sembrarse
renacerá en sociales inventivas
donde no tenga su interregno el miedo,
donde ya nadie más secuestre niños
asesine a su novia o esposa


la sociedad donde ganan los malos
que se quede con lo que destruyó;
el mundo en su aritmética de guerras
que se muerda su cola de dragón


Que renazcan el niño que no pudo ser niño
la enamorada que no pudo dar a luz
el poeta fusilado por la espalda


Que no vuelvan dineros ni relojes
ni látigos ni bombas de terror


La humanidad que había en tantos versos
y tantas veces cayó pisoteada
que vuelva a ser lo que no pudo ser hasta hoy.



*de Rubén Vedovaldi. RubenVedovaldi@netcoop.com.ar








Los ochenta de Pablo Armando*



*Por Miguel Crispín Sotomayor.
02.03.09


Hoy hemos amanecido con un nuevo octogenario.

Decir que Pablo Armando Fernández es un gran poeta y narrador ya se han
ocupado y se seguirán ocupando otros más calificados que yo.

Que es un patriota, un revolucionario consecuente y un admirador
incondicional de Fidel, lo ha mostrado el mismo.

Que ama y es amado por su familia y sus amigos, lo sabemos todos.

Que muesta y honra, como pocos, el pedacito de tierra que lo vió nacer ,
lo sabe "Delicias", y lo reconoce como hijo ilustre.

Pablo Armando es modestia, desprendimiento y afecto de padre.

De su amor por "Delicias" nació mi amor por La Prueba, y éste poema, que
bueno o malo, lo escribí en homenaje a mi pueblo y a él, antes de sus Ochenta.

Felicidades Pablo Armando.



LA PRUEBA*


La Prueba, no es Delicias:
Con humo en chimeneas,
olor a miel de caña y a cachaza.
La Prueba no es poeta,
no tiene a un Pablo Armando
que la ventile al mundo,
con su luz y lealtad.
La Prueba es un pueblo
de caballos y espuelas,
de polvo tras las ancas y casas empolvadas.
De bares y machetes,
de circo y de tiovivo.
La Prueba son tres calles.


La Prueba fue rebelde,
lo cuentan sus caminos,
sus vivos y sus muertos.


*Miguel Crispín Sotomayor. arcomar@cubarte.cult.cu





El Banquero*



Al fin alcanzó uno de los objetivos su mi vida. El de ser enormemente rico ya lo había conseguido hace años pero tener un Banco, uno de los importantes, de los que marcan las pautas de funcionamiento del mundo financiero, no lo consiguió hasta ayer.

En su primera reunión general expuso los cambios que durante todos estos años había madurado para que los usuarios puedan utilizar los servicios bancarios de una manera más cómoda, eficaz y transparente.

La transparencia era una de las virtudes más importantes por lo que a partir de ahora las cuentas de los usuarios serían de colores. De este modo, bastaría ver el color para saber el tipo de titular de la cuenta. Las caras de asombro de los directores no le detuvieron y comunicó que ese cambio era sólo el primero de una larga lista.

Así pues, el saldo en números rojos quedaba asignado a los vampiros, asesinos y comunistas, el verde para agricultores y ecologistas, el azul para marineros, navegantes y aviadores, el amarillo para enfermos de ictericia … De esta manera fue enumerando cada uno de los colores y profesiones.

Al ser preguntado por uno de los directores a quien asignaría el blanco ignoró una posible sorna en la pregunta pero quedó un tanto desconcertado porque no había pensado en esta posibilidad. Meditó durante un largo minuto en el que se podía cortar el aire hasta que expuso claramente "El blanco para los pobres. Saldo en blanco: saldo cero, ¿está claro no?" Y encarándose con el que había hecho la pregunta le miró a los ojos mientras le decía: "Usted será el primero con números en blanco"



*de Joan Mateu. joan@cimat.es




SOLEDAD*



también las golondrinas
gritando ruidosas en el río
hace tiempo no te dicen
quién eres quién eras
el cielo se tine de rojo
muy rojo en esta tarde de verano
la noche traerá frescura
y por fin consolará tu corazón
cuando te despiertas por la mañana
ha pasado un siglo
hecha añicos tu imagen en el espejo
se rompen palabras en el silencio
tantos veranos tantos días
tantos caminos tiempo perdido
un amor tan destrozado
quedas herido para siempre
y la luna creciente espera
segar tu grito de angustia
en sueños ves caer hojas
rojas y amarillas sobre tu tumba





AL ATARDECER*


muy lejos
en el horizonte
el cielo
desemboca lento
en el mar
la luz
se torna azul sedosa
y sé
que la oscura sombra
eres tú.



*Poemas de Peter Paul Wiplinger. wiplinger@web.de
-Traducción: Jorge YGLESIAS







PÁJARO DEL TIEMPO*


"Acabo de ver salir un reloj
de dentro de un pajarito
tictaqueando
doce campanadas"

Joan Mateu



El pájaro corazón de reloj
arrastra el péndulo en sus alas
con segundos y minutos
que guardamos en un cofre.
Los libera, lanza al viento
sus designios secretos
y sólo resta esperar
la magia que se esconde
en el tiempo.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar








50*



A solas,
Torrente abajo,
Navega leve una barca de juncos.
En ella duerme la inocencia
De los juegos extraviados.



La arcana voz
Que pronuncia mi nombre cada día
Cuando pasa lista entre los vivos,
Me recuerda que tengo aún por delante
Sobrado tiempo
En mis andares.



¿En qué mineral efigie
Iré a dormir mis ilusiones
Cuando me pierda
Del avanzar rutinario hacia la nada?



*de Marié Rojas.
Del poemario "Conjuros y evocaciones"




LA MORADA DEL ÍNCUBO*



No conocí a mi padre ni a mi madre. Tampoco al padre de mi hija.
Nací el 06/06/06
El día a que voy hacer referencia era día era mi cumpleaños.
Vivía sola en medio del monte en un rancho de chorizo. Como únicos mobiliarios había en el cuarto tres sillas con asiento de cuero de vaca y una mesa y un catre y un baúl de latón. Al medio de la pieza un bracero y al lado una silla petisa de algarrobo rústico.
El cielo estaba poblado de negros nubarrones pero el trabajo de campo no respeta campo no tiene horarios, ni clima.
Había tenido que salir a buscar la cabra negra parida.
No me di cuenta cuando empezó la tormenta de granizo. Caía con tanta furia que los árboles quedaron en un segundo desnudos. Por suerte era conocedora del lugar, la cueva de Diablo estaba muy cerca.
Buscando reparo entre las salientes rocosas encontré el lugar.
Estaba llena de arbustos, enredaderas y espinas. Cansada y con frío, intenté prender un
fueguito pero los fósforos se habían mojado.
Estaba preocupada, había dejado a la beba en la cuna, sola. O mejor dicho su única compañía era el perro negro.
El granizo seguía cayendo con furia, sabía que si salía estaba condenada a morir apedreada.
Me acosté en el suelo La cueva olía a orín y a bosta de caballo. Debo haberme quedado dormida. Me desperté con la sensación de una presencia cercana a mi cuerpo. Moví despacito la mano izquierda y me estremecí al tocar algo helado. Era suave y áspero al mismo tiempo. No tardé mucho en darme cuenta que era un viborón o una serpiente por el peso que sentía en mi vientre.
Paralizada, mi respiración se entrecortaba, traté de recordar que no era un animal peligroso si no se lo atacaba.
Sentí que seguía ascendiendo y que intentaba introducirse por debajo de la camiseta. No pude evitar un movimiento brusco y quedé boca arriba. Los pedregullos se incrustaban en mi espalda, se deslizó hacia mi pecho izquierdo. Al no tener corpiño fue fácil encontrar el pezón.
Succionó suavemente, primero de un pecho luego del otro. La sensación era rara, imposible describirla. Tenía la boca seca y el corazón me palpitaba.
Cuando el animal pareció saciado, con movimientos más lentos se alejó de mi cuerpo. Toda yo, un latido
Afuera el sol enrojecía suavemente el horizonte, el canto de los gallos anunciaban el final de la tormenta.
Me dirigí a casa, apurada, con sensaciones encontradas. Me preocupaba la nena.
Todo estaba en orden

Las cosas como por arte de magia comenzaron a mejorarse.
Me compré un arado nuevo. Después algunas vaquitas y mi tropilla de cabras era la más abundante de la zona.
Aunque la beba nunca caminó, Las cabras parían de a tres y las gallinas solo ponían huevos de dos yemas
No me preocupó que la nena nunca caminara ni su leve joroba.
Hasta contraté tres peones, a veces los veía murmurar tras mis espaldas pero tampoco eso me interesaba.
Jamás faltó dinero y hasta alcanzó para construir un cuarto aledaño al que me dirigía todas las nochecitas.
En la puerta de tablones rústicos sobresalía una cruz de madera, invertida..



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





*


Que hago si en la vida se me va el alma
Si la sangre estalla en mis manos
Si se desarticulan mis huesos
Si dentro mío esta la fuerza
Si ensordecen mis oídos
Y callan mis gritos
Para siempre
Si el ruido no es más que
Una suma de silencios.



*De Freyja freyja_walkyrien@hotmail.com




patio*

¿Quién es esta extraña que habito?
Gioconda Belli


en el patio de tus ojos
el pozo
me acerco
me inclino
me miro
y comprendo:


el agua
en que me reflejo
esta agua
sólo existe
para que me vea
y que sepa:

existo




*De Christoph JANACS. christoph.janacs@utanet.at
Salzburgo






ARENGAS DE “NENUCHO”*

a Luis Ángel Faravelli



*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar



Los innumerables factores que se asocian para contribuir a una digna victoria futbolística no tienen posibilidad de ser racionalizado. Ni prevista. Los factores en principio son tres: climatológicos, anímicos y de mero azar.
Es como estar con los ojos vendados tratando de dar en el blanco con una flecha torcida. Todo intento fracasará si uno no se abandona al devenir incierto del destino, al fluir errático a un río que no vuelve.

Luego entra a tallar la calidad en el juego, la historia del equipo del club en todo caso y las ganas de ganar, guapeando cuando decae la técnica o la habilidad no es suficiente.

No estoy apelando de ningún modo a la violencia, se entiende. Me refiero a cierta actitud mental que confenza al rival que uno es superior que éste partido precisamente deberá contar con un vencedor seguro, el equipo en el que estamos jugando. Que el juez debió darnos ya el triunfo aunque falten diez minutos, que esa diferencia de un par de goles no es representativa de la realidad, que la escamotea que no lo hace verosímil. Uno con la presencia que lo hace superior de nacimiento no tiene en cuenta que debería haber hecho cuatro goles más para que sepan quien es superior. Pero, somos buenos, y no nos gusta humillar al adversario. Somos caballeros.

Cuando esa tarde entremos a la cancha nuestro capitán el Nenucho Faravelli nos había alertado sobre la posibilidad remota de poder controlar el azar.

Como el día estaba espléndido, digo por supuesto que nuestro ánimo era óptimo solo nos quedaba conjurar al miserable azar, que para siempre parecía haberse aposentado entre nosotros, para que la suerte siempre se nos diera contra. En ese campeonato, los travesaños y los palos laterales parecían que formaban parte de las defensas contrarias. Tantas veces se había interpuesto entre el grito ahogado de nuestras gargantas y esa pelota que no quiere besar la red.

Nenucho no había estado enfático. Nunca lo estaba. Era en ese tiempo un muchacho tranquilo y previsible. Muy respetuoso y correcto. Si hasta se casó con su novia de la primaria, la hermosa rubiecita que se llamaba (y se llama), María Ángela Nicoletti, la popular Maiaia.

Pero aquí quiero rescatar ese momento en que Nenucho nos incitó suavemente a la aspiración de la gloria.

Solo nos preguntó, como quien no quiere la cosa, si a nosotros nos interesaba entrar por la puerta grande del club y sumar la hazaña de ganar ese día, que jugábamos con los punteros de la Tabla, uno de los equipos de Chañar Ladeado. Creo que era Chañarense, eso nos preguntó. Con esa media voz que nunca levantaba, ni cuando la ira lo ganaba.

La verdad es que nos tocó el amor propio, ya que nosotros no hacíamos esa ecuación surrealista que él sostenía.

Buen tiempo igual buen ánimo, menos azar igual éxito.

Nosotros éramos espantosamente realistas. Sabíamos que ese equipo nos iba a pasar por encima, como efectivamente sucedió.

Aunque aquí el azar se dio vuelta en el segundo tiempo. El primero fue para olvidar: tiros nuestros en los palos.

Un gol que nos anularon cuando el Tatú García, un petiso que jugaba de nueve y no le hacía un gol ni a la mamá en el día de la madre, aprovechó una distracción de la defensa, le robó una pelota al cinco de ellos y pateó con tanta suerte que al arquero, que le había atajado, se le escapó, oportunidad que Tatú aprovechó y la tocó suave y la arrimó al fondo de la red. Gol. No lo podíamos creer. Uno a cero. Nuestro arquerito, el inefable Roberto Vega, se tiraba de palo a palo, salía con las rodillas y los botines y los puños casi hasta el extremo de la expulsión, pero milagrosamente mantenía la valla invicta ese día.

La verdad sea dicha, nos baquetearon lindo, corrimos una coneja interesante pero siempre mantuvimos el honor a salvo, aunque sin saber todavía si entraríamos en el libro de las glorias del club. Hasta allí no estábamos muy seguros de que así fuera.

Para colmo en esos tiempos no se permitían los cambios. Llegamos extenuados al final del primer tiempo.

El fidelísimo Tata Barco, nuestro utilero de siempre entró al vestuario a darnos ánimo. Nos habló de garra, de esfuerzo, del color sangre de nuestra camiseta.

Yo no dije nada, pero para mí temía que al nueve de ellos ya no lo podría parar más salvo que lo colgara de una patada a un árbol de la orilla de la cancha.

Yo no dije nada, me limité a comer una gran naranja de ombligo que mi viejo –luego de arrancada de la planta- ponía en mi bolso, domingo a domingo.

Me levanté del suelo donde me había sentado, tiré la cáscara de la naranja a un tacho de lata que juntaba desperdicios, me enjuagué las manos y me mojé la cara. Lo miré a Nenucho, que ya no hablaba como en el inicio del partido. Estaba como si hubiera perdido el habla. No dijo en ningún momento “esta boca es mía”, siquiera. Ni qué decir que nos empataron apenas comenzando el segundo tiempo.

Yo creí que estábamos perdidos pero como dije antes, la suerte nos acompañó más aún, porque si bien tiraron al arco dos de cada tres pelotas que consiguieron, ese día muestro arquerito estaba inspirado. El trámite estaba enredado, ellos tenían su orgullo y no se iban a dejar empatar por un equipito humilde como el nuestro.

Así las cosas el partido llego a sus instancias finales, y cuando nosotros nos dábamos por demás de satisfechos con el empate ocurrió el milagro, que como todo milagro que se precie siempre es inesperado.

Hubo una situación confusa fuera del área de ellos, uno de los nuestros fue derribado fieramente y, al réferi no le quedó más remedio que cobrar. Tocó el pito tan suave que nosotros en la otra punta, ni lo oímos.

El encargado de ejecutar el tiro libre fue el Toto Míguez que no tomó carrera, le pegó con el empeine, abajo. La pelota hizo una especie de curva, buscando la altura, pasó sobre la barrera, enfiló hacia el ángulo derecho, lejos del alcance del arquero. Iba como en cámara lenta, hasta que nuestros ojos azorados vieron lo que no podría creerse cierto: que la pelota al fin entrara en ese arco esquivo.

Antes que las gargantas gritaran hacia el gol nosotros tardamos unos segundos en comprender que esa alegría era solo nuestra y para siempre.

Que honradamente nos la habíamos ganado y como se decía antes “en buena ley”.





LÍMITES*


Quiero contarte de la casa.
No había otro límite que el horizonte.
Mis ojos niños calzaban zapatillas de lona.
Mis pies miraban hacia el otro lado de la montaña azul
Mis brazos de primate olfateaban el árbol.
El árbol. No cualquiera. Abrazo olor abrazo.
Mi boca oía las voces durazneros.
Mis oídos mordían los frutos prohibidos.
Nadie me corrió del Paraíso.
Te cuento, que allá las noches, amadas noches.
Tenían ojos lobo y larga cabellera.
La luna se alcanzaba con lana vellón oveja.
Todo se compartía en esa casa.
Las palomas de masa. El baño. El rezo.
Las risas, el trabajo, los soles.
El pan, las bananas envueltas en los diarios.
Las leyendas, los mitos, los milagros.
El viento del oeste y la llovizna.
También se compartía la carga de tristeza.


Atrás ha quedado la casa y los almendros.
El duraznero, la silla de la abuela y los geranios.
Mis ojos calzan tacos. Los pies miran las huellas que dejaron.
El árbol se ha marchado.
Pero, te cuento.
En mi cuarto aun sopla el viento amada noche.
Se escuchan latidos de frutales prohibidos.
Nadie aun me ha corrido del Edén.
El único límite, el Paraíso, en sepia.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






QUÉ HAREMOS MAÑANA*



Decime si hay vida bajo tus ojos que mienten
Si el vacío tiene sombra
Si el laberinto de cristales se romperá algún día,
Si seremos uno aunque sumemos dos
Si correremos a los perros
Si deambularemos por las calles, con el llanto en la mano
Si coseremos los hilos que sostendrán al gran témpano
Si miraremos el reloj o si lo romperemos.
Si seguiremos oliendo a piel o si seremos frío acero.
¿Tendremos patio?
¿Tendremos pies?
Si nos invadirán las cosas inútiles o si seremos hombres libres,
los mismos libres de siempre,
bajo el sol.



*de Valeria Marioni maiden-marion@hotmail.com



*


La mano
toca como si nunca antes
la piel se abre,
dedos palpan visceras ,
alisan con alguna hermosura
la tristeza de los órganos,
la mano penetra
como una lengua tibia
arregla raspones
inventa un ajuar de palabras
para la carne muda adentro
y sale.
En el bar
nadie se dio cuenta que ella
dejó en el cuerpo de él,
un respiro, una alegría
un poco más de tiempo.
él le dice qué caricia profunda
pero tampoco



*De Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar





ADIÓS, BISABUELO, ADIÓS*



Nunca sabré el color de sus sueños inmigrantes.
¿Azul sepia? ¿Verde castaño oscuro?
Nunca sabré si el tiempo de sus ojos
Era del acre sabor de mis mareas.
Nunca sabré
Porque vinieron.
Porqué partieron.
¿Los trajo el hambre? ¿La esperanza?
¿Encontraron el pan y los anhelos?
¿Cumplidos fueron sus secretas voluntades?
¿Como fueron barajadas las cartas Mendelianas?


Mi abuela, hija de gringos.
Trenza criolla. Heredera de exilios.
Hasta ahora no he descifrado rompecabezas/raza.
¿Dónde llegarían sus cabellos?
(¿Habrán cruzado el charco, buscándolo?)
Pasos en la noche furtiva.
Lágrimas oscuras de su madre.


Su padre. Hijo expulsado de su amada madre.
Yo, aprendí que él era hijo de la puta madre.
No volvió de la guerra
Ella no ha vuelto de la muerte.
Tampoco ha vuelto la niña de trenzas coloradas.
Sola. Sin raíz cosmogónica.
Con un calidoscopio ignorado de razas.
No sabiendo a quien amar. A quien odiar
Entre la puta madre patria y la madre América
Entre castañuelas y guitarras.
Entre guitarras y pañuelos.
Con una puta soledad
De tierra doliendome.


En las morenas manos.
Sin rumbo, sin origen, sin madre.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





*


Apreciadas amigas, queridos amigos,

El número 86 de nuestro Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL "Estrella Errante", edición Enero/Marzo/2009, puede ser ya consultado en nuestra página en internet www.euroyage.org
bajo el link:

http://www.euroyage.org/es/xicoatl-86


CONTENIDO:

· ENSAYO: Onetti: la lección del maestro. Jorge Isaías.
· NARRATIVA: Los sin nombre. Amelia Arellano.
· - Cuentos cortos. Joan Mateu i Marti.
· POEMARIO: Poemas. Blanca Helena Muñoz de Escobar.
· AUSTRIA: Poemas. Wolfgang Kauer.


La edición impresa de XICóATL # 86 puede ser puede ser solicitada a YAGE por e-mail a la dirección euroyage@utanet.at al precio de 7.- Euros (incl. envío postal).


Cordial saludo,

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org

Schießstatt-Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067





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