domingo, septiembre 27, 2009
ESOS FRÁGILES ANDAMIOS DE LA REPETICIÓN...
ESOS FRÁGILES ANDAMIOS DE LA REPETICIÓN...
-Antología de Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
EL ÚLTIMO ANIMAL DEL MUNDO...
El hombre lee a Conrad.
Así, tal cual me siento yo. -se dice. Con su vida bien adentro de "El corazón de las tinieblas".
En algún punto todo le resulta ajeno y hasta horroroso. Un exiliado de su propia vida.
Alguien que se pregunta donde estuvo y donde esta la vida verdadera.
En una espesa bruma, y no importa demasiado si es en un río que se interna en las venas abiertas del África. O es un barrio de Temperley.
Es el exilio. La sensación de desterrado. Y todo eso ocurre mientras el hombre, abrumado en sus propias imágenes no puede avanzar de la página 79.
Pero ocurre un pequeño milagro para sacarlo de la lectura y -un rato- de oscuros pensamientos a tono con el relato donde la soledad existencial es un "no lugar" permanente más allá de tiempos, geografías y tecnologías.
Llega su hija con una insinuante sonrisa:
¿Cual es el último animal del mundo?
No se, -dice el hombre sin demasiada imaginación.
-El delfín... -dice y se ríe con ganas y lo contagia al hombre que se ríe y se permite un instante de felicidad.
Y aclara, por si las sonrisas no alcanzan:
Por que es el animal Del... Fin....
A la hora del mate
Al hombre la conocí en casa de Bob, mi ex suegro.
Era uno de los tomadores de mate, o amigos de la hora del mate que se aparecían cualquier día a la hora señalada: 17. 00 horas, ni antes al costo de interrumpir la siesta sagrada de mis suegros. Ni mucho después cuando los ánimos y el mate se lavaban inevitablemente. Era, el flaco o el flaco Corwin, como todos le llamaban. Un vecino del barrio cuya amistad con Bob se limitaba a 30 minutos en visitas de una o dos veces a la semana. Era un misterio ese hombre que se veía tan tempranamente envejecido. Flaco, flaquísimo, la espalda encorvada. La mirada algo torcida con ojos claros muy hundidos en el rostro. Uno lo definiría como un gringo colorado, seguramente hijo de italianos que se establecieron, trabajaron, criaron un hijo y se murieron en esta tierra hablando en su dialecto y lo mínimo en la castilla.
Pero esto no viene al caso. Lo cierto es que el flaco estaba absolutamente solo en el mundo. Sin familia, ni mujer ni nadie que se ocupe ni le de sentido a su existencia.
Entonces el flaco aplicaba -según sus propias palabras- la política de parches a la soledad, que significaba que en diferentes casas del barrio lo bancaran un rato cada una en la semana.
Con Bob se llevaban bien si hablaban del tema preferido por mi suegro: denostar a Perón y todo lo que huela a peronismo de antes, de hoy o de siempre. El flaco hacia interrupciones aprobatorias en las historias que Bob contaba una y otra vez en la mesa a la hora del mate.
Perón era el responsable máximo de los males argentinos, así como la historia -para Bob- empezaba y casi concluía con Perón.
Eran los temas clásicos a la tarde, con un Perón que era un estudiante aventajado de sus profesores europeos: Mussolini, Hitler y Franco.
Al flaco le causaba gracia por que para él esos apellidos siniestros eran apenas los nombres de sus gatos de la primera y feliz infancia: Mussolini, Hitler y Stalin, incluso tenía un perro "el mariscal Rommel" que convivía pacíficamente con los gatos.
El flaco Corwin acompañaba los relatos de Bob con frases absurdas o desopilantes que muchas veces no tenían relación evidente con lo que se hablaba en ese momento. Yo grababa mentalmente algunas y luego las transcribía en mis cuadernos de ramos generales donde convivían frases, con detalles de gastos y tareas previstas para la semana.
Yo me preguntaba muchas veces que hacia allí a esa hora escuchando a dos o más viejos para los que el mundo se había detenido hace rato. Me lo preguntaba y no tenia respuesta salvo por Emily -mi ex mujer- la hija única de Bob y su mujer Pintora (siempre supuse que mi suegra pintaba para distraerse un poco de la reiteración de discursos de Bob).
Pero lo cierto es que con Emily llegábamos de visita. Me dejaba sentado en la mesa de la cocina a punto de tomar mate y a los pocos minutos se iba. Volvía bastante después de la hora del mate, a veces con bolsas que revelaban compras de ropa y a veces sin nada. Emily era -y es- un enigma para mí, salvo por el hecho de que yo quería una mujer rubia y de ojos celestes y ella cumplía con creces la condición. Era tan hermética como su madre a la que recuerdo siempre ida de todo y todos. Pasando horas a unos pocos metros de la mesa de la cocina, en el living con esos ventanales siempre estaban abiertos al norte y al paso de la luz solar. Allí ella ejercía el silencio, y la pintura con música clásica de fondo. Ignoraba o fingía ignorar las conversaciones que se desprendían de la mesa.
Lo cierto es que yo me convertí en testigo involuntario de muchas frases condenadas a la nada.
Bob y el flaco compartían un profundo escepticismo sobre la condición humana, sus conversaciones iban y venían flotando sobre la idea básica de la decadencia irremediable de los valores.
Eran Discepolianos, veían un mundo de lodo donde todos debían embarrarse para sobrevivir. Mundo cambalache casi copiado literalmente de la letra del tango.
"El hombre con la mujer es como un perro con el hueso, cuando más revolcadas tiene, más le gusta" decía Bob. Y me miraba como si yo tuviera que darme como aludido por las idas y vueltas de la relación con Emily.
Emily es Psicóloga. Ejerce como tal y siempre sospeche que ella había extendido su distancia instrumental de terapeuta a la relación conmigo. No había con ella posibilidad de discusiones abiertas, cerraba todos los caminos con interpretaciones y silencios. Su frase preferida que clausuraba todo después era "Esa es la sabiduría de lo inconsciente".
Pero a mí me llamaban más la atención las frases del pobre flaco Corwin. allí se exponía en su absoluta desesperanza con el mundo, su renuncia a entender sus reglas, a aceptarlo en lo más mínimo. Era también su manera de aceptar su derrota temprana a la funcionalidad de las cosas.
Cómo aquella de "no existe la felicidad ni nada que se le aparente".
Su obstinación por definir las cosas en códigos propios y frases que solo los entendidos podían descifrar, por ejemplo: "Los puros (por putos) de espíritu" era su manera invariable de definir a los políticos.
Nada tenía sentido, ni superficial ni oculto. Nada podía conmover su radical desilusión. Había clausurado cualquier esperanza sobre la humanidad. Él -al igual que Bob- solo creía en la fidelidad de su mascota.
Nunca pude saber como se llamaba el gato que vivía en la casa de Corwin, lo llamaba de siempre con nombres diferentes surgidos en el momento. Esa era su resistencia y rebeldía máxima ante el mundo: No llamar a nadie por su verdadero y formal nombre. y no asignarle a nadie un nombre definitivo.
A Bob nunca lo llamaba como Bob, sino como José, Josecito si le quería trasmitir cariño, u otros innumerables modos alegóricos como "el señor Fernández" "El padre de Soriano" "El nieto de Perón y Eva", "el capitán veneno", "John Silver", "Contramaestre Bob", "Fidel en la sierra", y otros que seguramente olvide de anotar o no pude presenciar.
Bob le tenía una infinita paciencia, creo que también sentía lástima por el, su desamparo y su obstinación para vivir como Robinson Crusoe, pero en una ciudad suburbana. Su casa y sus pocos amigos vecinos eran parte de la isla en la que transcurrían sus días.
El hombre había decidido demostrar en su propia existencia algo que yo temía extender al conjunto de los seres que sobrevivimos a esta sociedad de riesgos calculados y crueldades cotidianas poco mensurables. En esta sociedad de vértigos, de desafíos a consumir cuanta novedad haya en tecnología. Cada uno de nosotros esta potencialmente condenado a ser un engranaje de relojería sin uso a partir de cualquier momento de su vida. Obsoletos, piezas vivas de un mundo que no deja de producir museos de época en cada barrio, en cada casa.
Bob era una institución y un espíritu conservador aparentemente afín al flaco.
Para ellos nada nuevo valía la pena.
Tenía un juego de sillones del living de comienzos de los sesenta y decía con razón que los muebles modernos eran una porquería, especialmente desde el invento de la madera aglomerada y la fabricación automatizada en gran escala de muebles.
El flaco completaba diciendo que ni en autos ni en mujeres se había producido nada valioso después de la década del 50. De las mujeres decía cosas poco amigables como "tiene un Bush (por agujero) en el cerebro".
Su auto -en rigor los restos de un auto heredado de su familia- un Plymouth Fury modelo 1958. Era " el mejor auto del mundo" y prometía que cuando consiguiera los repuestos que le faltaban saldría con él y no se detendría hasta conocer el océano Pacífico. "Hasta la costa de Chile y si puedo más allá..."
Esta sociedad no esta preparada para dejar crecer a la gente, anotaba yo mentalmente y seguía viendo cuando mi presencia y la del flaco coincidía con un Bob encendido y parlanchín escenas dignas de una película del estilo "Good bye Lenin".
La historia sobre la rotura -y virtual inutilidad- del auto del flaco, era -y sigue siendo para mí- tan increíble que un día fuimos con mi suegro a comprobarla con la excusa de devolverle un libro que Corwin la había prestado a Bob unos meses atrás.
Su auto reposaba cubierto de tierra en un garaje enorme que también era el cementerio de todos los objetos heredados a su familia. Herramientas de su padre, los restos del auto que no funciona desde muchos años atrás y objetos patéticamente inútiles, conviven en ese espacio generoso al que el flaco bautizo colgando un cartel pintado a mano con grandes letras rojas, legible desde la vereda de enfrente que dice "Sede igualdad de oportunidades".
Nosotros siempre sospechamos que la historia era una mentira flagrante y ponerla al descubierto era solo cuestión de mirar.
El auto tenía todos los signos de haber sido afectado por un derrumbe desde el capot hasta el techo sobre el asiento del conductor y acompañante.
Lo que se cayo podría haber sido un piano o un elefante, pero el flaco siempre contó una y otra vez que había sido un toro caído desde un camión jaula que pasaba por la calle donde el -afortunadamente- había dejado estacionado su auto. Afortunadamente, porque el estaba en la cola de Rentas, sino no la contaba.
El parabrisas no existía y se veía un rosario colgando del espejito retrovisor.
Justo aquí, -y el flaco señaló al rosario-, me encontré colgadas las bolas sangrantes del toro...
La verdad es que reimos con esa imágen hasta quedarnos sin aire.
También dimos por cierto algo más de esa fantástica historia. En el techo se ven dos agujeros enormes, que según Corwin, dejaron las astas del toro que perforaron el techo y llegaron a clavar el asiento de pana del conductor.
-Me salve por que Dios es grande, decía.
Nosotros nos rendimos a la evidencia y a partir de ese día creímos esa y otras historias aparentemente disparatadas del flaco.
El escenario fue así, parecido a lo que les cuento, durante años.
Las visitas del flaco. Los monólogos de Bob. Mi presencia como testigo - observador silencioso.
Emily que llegaba conmigo de la mano y a los pocos minutos fugaba a la calle.
Hasta que un día. La costumbre de renombrar al mundo, sus habitantes y seres vivos o muertos, le significó al flaco un traspié definitivo.
Corwin llamó de otra manera a Shirley -la perra bóxer de Bob, a quien seguro mi suegro amaba más que a su mujer e hija juntas.
El pobre flaco la llamó "Ramona". Probó una y otra vez, esperando que le festejaran la ocurrencia.
Se produjo un gran silencio y un clima de tensión en el aire, de esos que se cortan con tijera.
Bob entro en un hueco de silencio, de esos que como estelares agujeros negros no dejan de crecer y tragarse toda luz, palabra y gesto que tengan a mano.
Al poco tiempo, el flaco comprendió que ya no era bienvenido en esa casa y no fue más.
Meses después me separe de Emily y deje de visitar la casa de Bob.
Pero por lo que se -y puedo suponer-, nunca más lo perdono.
A LA CARNICERÍA HAY QUE IR CON PLATA...
Él necesitaba escribir.
A primera hora, cuando los zorzales cantaban a la primavera. Mientras su mujer e hijos dormían...
Él quería escribir.
Hasta la media mañana al menos, cuando empezaba a escuchar a su mujer que protestaba desde la cocina:
-“A la carnicería hay que ir con plata”.
-Seamos vegetarianos y felices. –le contestaba a los gritos desde la habitación.
No tuvieron que cazar para comer perdices.
Ni dejaron de ir a la carnicería.
Ni fueron felices.
Él, no escribió nunca más.
ORACIÓN
Creo en la bendición de Ramón.
En el saludo del Zuzo.
Y en la mirada del cura en bicicleta.
Creo en Ramón el ciego.
En Zuzo que es gallego y zapatero.
Y en el cura que va y viene en bicicleta.
Creo en Ramón que en su voz santiagueña
me dice "que Dios lo bendiga",
cuando en la escalera de la estación
lo encuentro sentado en su puesto.
Con la palma abierta.
Creo en el Zuzo que es gallego y zapatero.
Y mientras espera clientes que no llegan
saluda como un vigía.
Como se saludaba a lo antiguo y a lo lejos
moviendo el brazo en 180 grados.
Confirmando que todavía estamos ahí
Para darle alguna persistencia al mundo.
Creo en el cura que va en bicicleta bajo sol
o lluvia, todos los días a la misma hora
con su mirada hundida de gringo obstinado.
Para dar misa a las internas del psiquiátrico.
Creo en el saludo del zapatero sin clientes.
En la bendición del mendigo ciego.
En la mirada sin padre
del cura bueno al que llamamos
-de pura costumbre- "Padre".
No creo en ninguna institución
que administre la palabra "Dios".
Ese mundial era nuestro...
Gnomo, era su nombre de compañero y su apodo en la escuela industrial.
Cruzó la avenida Mitre en Villa Domínico y enfiló para el bar, faltaban 10 minutos para la cita, pero él siempre llegaba temprano mientras terminaba de armar "el minuto". Aunque sabia que su rostro no espejaba el amor, pensó en decir que esperaba a la chica que había conocido el fin de semana anterior en el parque Sarmiento. Sí, casi enfrente. Entró. Ese lugar era más razonable para levantar quinela clandestina que para esperar una señorita. Piso con la seguridad de la repetición, no era la primera vez que se reunía con compañeros del partido. Eligió una mesa individual, seguramente incomoda para la reunión prevista, pero desde ahí en el centro de ese lugar indefinible se controlaba con la visión la puerta, la avenida, las hojas de ese otoño amarillo casi siniestro. Ese lugar era imposible para un encuentro amoroso... Oteo el lugar, en una mesa grande hecha de tres individuales estaban 8 tipos.
Parecian oficinistas. Divertidos, relajados, daban por seguro el triunfo de la selección y de eso hablaban, muy argentinos. En el reloj eran las 18 hs, las últimas lágrimas de luz se fugaban de la crueldad entre los autos interminables de la avenida.
La puerta era ese umbral de ansiedad. No sabía quiénes iban a venir a esa reunión además de Pocho, el responsable de la zona sur. Intuía, que en esa reunión clave, podrían asistir los cuadros más destacados del Partido. Bueno, al menos los que no estaban ya secuestrados.
Del frío apuro a fondo el café doble. En la radio el gordo Muñoz relataba. Nunca faltaba algún comentario afin al que "los argentinos somos derechos y humanos".
Un gusto amargo de tiempo difícil lo acompañaba de sol a sombra, él estaba "levantado" y casi todos sus compañeros tambien, viviendo en pensiones o casas del pueblo. Otros, abandonados a su suerte, vagaban por las calles. Temían volver a sus casas. Varios dirigentes del comité central fueron detenidos, y serian "desaparecidos" de la dictadura. Muchos pendían del delgado hilo de cuerpos resistiendo la tortura y el terror...
A las y media empezó a inquietarse, ni siquiera Pocho había llegado, -no pasa nada el transito está jodido a esta hora y con ese Citroen 2cv no se le puede pedir nada¡¡¡-
Volvió a conectarse con la mesa de oficinistas festivos, el clima de cargadas era total y grotesco: ni señora, ni hermana, ni madre estaban a salvo de esa horda primitiva. Un gordo grandote se paró haciendo cuernos con la mano derecha, diciendo "voy con tu mujer..", otro fulano tomó un sifón y parandose amenazó con apagar ese escandalo. Asqueado, desprecio el show por un instante y volvió a fijar la mirada en la puerta. ¿Llegaban los "cumpas"?
Un chorro de soda en los ojos lo desubicó, ¿qué carajo les pasa? !, -gritó. Ya era tarde. Dos 9 mm le apuntaban. Le aplastaron la nariz contra la mesa mientras lo esposaron. A los golpes lo llevaron hacia la esquina de Centenario Uruguayo. Una mano le apretaba el cuello desde la nuca y solo podía ver esas baldosas vainilla, - ¡ zurdo de mierda....te dejaron solo ! -Pudo ver la marca "Ford" en la camioneta, en la caja, hundido en un ángulo estaba Pocho, ojos vendados, la cabeza que quería tocar el pecho y no podía, las manos esposadas coronaban los parietales y se sostenian en la cumbre de las rodillas. Era una estatua congelada en horror... la queja parecía tardía, inútil, - me batiste...-Esa voz , de muerto en certezas, lo corto en filo - no seas boludo... el partido se terminó... Despues de la capucha, casi en asfixia, lo aplastaron en la cabina, sentía el peso de las botas en la espalda. Casi no hay palabra con Pocho, sólo una frase : -No dije todo, dejé tu parte....
El tiempo se había detenido. Era una ruta a velocidad constante. El aire que silva de los vehiculos que cruzan. Cuando se presentía la llegada a destino. Antes de la despedida con Pocho, quedó una frase flotando, dicha con tono de orden: - ¡No te hagas mártir, ya no queda nada para defender! -
La recepción fue con patadas y una piña fuerte en el estómago, doblado, a vomitos, entro en la celda. No estaba solo, dos tipos respiraban con antiguedad en el lugar, -¿ Te golpearon mucho pibe ? - - Podría haber sido peor-. el silencio no tenía edad, y había que economizar palabra en esa incomodidad de escuchar consejos."Hace meses que estamos en este pozo, no dormis nunca de los gritos, y aun en sueños, los soñas como si estuvieras despierto... Despues de tres o cuatro sesiones de parrilla vas a cantar lo mismo y además vas a mandar al frente a cualquiera para tener alivio entre picana y submarino. "Eran dos oficiales Montoneros, también vendidos por su jefe." Tratamos de evitar la tortura y colaborar, con suerte algún día volvés a ver la luz y la familia va a necesitar que quedes entero..." "¿Sos del PCML, no..? Los paras se burlaban, decian que estaban llegando los antifascistas, los amarillos de Mao... Bueno, con Uds, van a ser cordiales, no les tienen tanto odio, no les boletearon a nadie.... ¿Para que tenian los fierros? ". El no contestó, no quería oir más."Nosotros estamos jodidos, si nos hubieramos largado con la guita de los Bunge estariamos tranqui." Hablar no servía. La humedad y ese olor a moho penetraban hasta los pulmones, no daban ganas de respirar.Temblaban de frío, abrazaron los cuerpos para refugiar un poco de calor, en la brutal necesidad no había diferencias ideológicas, el desamparo los acurruco como cachorros.En el alba, lo sacaron sin palabras, solo manos en el cuerpo. Esa habitación, era calida despues de la celda y parecía seca. Sentado,le descubrieron la mirada y los ojos no podian ver nada despues de tanta pupila negra, negados a la luz, sus ojos no veian nada humano ahí, enfrente, del otro lado.Detrás de un viejo escritorio estatal, gris metalizado, estaba el "Ratón", un cuadro, un miembro de dirección del partido. El mismo elocuente y seguro camarada, un teórico, surgido de la docencia universitaria.Ahora, se lo veía mortal, con ojos gastados de tanta luz artificial. desprolijo, la barba de días. y ese bigote tipo militar proliferaba en el de Niestche. Sin vueltas, comenzó el interrogatorio...."Las autoridades de este lugar me piden los datos que tenés sobre los militantes del partido y de otras orgas.... acá, ya se sabe que hay militantes de base que dependen de vos..... y Pocho no dijo todo lo que podía decir, así que ahora te toca descargarte a vos.....-¡Traidor hijo de puta ! - - Mirá..., le dijo el Ratón en resignación, acá no hay lugar para heroismos, casi todos hablaron para demostrar sumisión y mostrarse quebrados, y al que no se quiebra, lo quiebran en la tortura.
¿Qué pasó con el "Gran Timonel"? entregó hasta la señora y los hijos. No hay nada en pie, y vos no te vas a inmolar por 5 o 6 boludos que ni siquiera los van a ir a buscar....¡¡¡, al Pato lo reventaron y cantó. Entre vomitar ahora y hacerlo reventado da igual. Estamos en sus manos. Pensalo, despues te interroga el encargado -El captor que aguardaba a su espalda lo tabicó y lo condujo a una nueva celda, esta era de aislamiento, la altura no permitía ponerse de pie, solo moverse de rodillas. Era una cucha donde no cabian un cuerpo y su alma. El hambre y el frío no dejaban dormir, los alaridos tampoco.En ese tiempo sin tiempo, toda su vida parecia correr en imágenes y representaciones veloces, daba vértigo y mareos. Nauseas.¿ Y los viejos...?. No sabían de él desde un mes atrás, cuando se había levantado, sintió como nunca que los quería, quería volver a verlos tomando mate bajo la parra, comiendo la picada con el vaso de vino tinto, respirando el aire fresco de la quinta y el aleteo en torcazas.desde esa mazmorra infame recorrió postales de esa impensada militancia que lo llevo hasta ahí, fuera de la civilización y pronto, quizá, de la vida también. ¿Era la revolución lo más importante? No era difícil hacer una revolución en encuentros de música y lectura, leyendo sobre la crisis inevitable del capitalismo entre mates y sonrisas.
La puerta se abrió en el ensueño, en pasos de temblor trato de recordar que compañeros conocía tambien Pocho, su vida dependía de esa coincidencia..... -En un flash aparecián rostros, intactos, confiados, indefensos, abandonados, perdidos, ¿Qué sería de ellos? ¿Cual sería el suyo? El encargado fue breve: Habla y rápido, sino te pasamos al asador, y los muchachos de la parrilla estan apurados porque va a empezar el partido de la selección, no te hagas más el pelotudo...
Afuera, no tan lejos de ese chupadero, multitudes estallaban festejando el triunfo de Argentina sobre Holanda. Ese mundial, era nuestro.
DEL REPARAR AL MUNDO...
En los últimos dos años ha visto mucho cine viajando. Pedazos en realidad de películas, imágenes sueltas.
Ese hombre sabe que es un hombre sacudido y estallado en pedazos. Un hombre que va y viene, y que ese día esta apenas anestesiado por el dolor.
Sale de pensar con la vista puesta en el paisaje lábil que le brinda laventanilla y ve a Richard Gere en el personaje de un profesor de religión escribiendo en un pizarrón "Tikkun olam", explicando que quiere decir "reparar al mundo".
Cuando el hombre consigue encontrar su anotador la película ha avanzado, como el micro, y como todas las cosas entregadas a su propia velocidad, ha avanzado. Sólo logra anotar dos frases aisladas más, bastante poco para una película de más de hora y media:
"Amar las cosas de nuevo". "Reunir fragmentos".
¿Cómo se logra eso? -se pregunta.
¿Cómo se hace para reunir esos pedazos en los que su vida trascurre estallada?
¿Como se hace para amar las cosas de nuevo?
¿Para querer y quererse a pesar de las tareas imposibles en las que se ve una y otra vez inmerso a lo largo de su vida?
Mientras, siente que esta demasiado acostumbrado a la tristeza como sombra de sus pasos.
Afuera, un ave de nube flota al celeste intenso del mediodía.
EL VIEJO CAPITÁN...
Día tras día a la misma hora.
Cuando el sol pasaba por su ventana del living de su departamento en el cuarto piso.
El hombre se sentaba a fumar su pipa mirando al este. La vista fija. Una estatua que apenas cobraba vida por debajo del movimiento del humo.
Para nosotros que lo veíamos cada tanto desde nuestra ventana del 8º piso era un viejo capitán de mar. Quizá por la pipa y la barba enrulada y blanca.
En invierno se colocaba una gorra gris de abrigo igual a la que usaba mi padre y que un día de 1996 decidió regalarme.
Un loro grande del color de los loros que cada tanto se paraba sobre el hombro derecho a tomar sol con su dueño. A su izquierda se veía una gran jaula con un canario amarillo que saltaba de un palillo al otro, de este a oeste.
El loro y el canario parecían ser sus únicas compañias.
No podíamos ver la figura completa de ese hombre al que sólo veíamos y conocíamos sentado de cabeza a la cintura, pero imaginábamos que tenia una pata de palo y como en las películas de los piratas podíamos oír un lejano eco del golpeteo de su pata de palo cuando se alejaba del timón por la cubierta de su fragata.
Era sólo eso. La imagen de un hombre viejo y sólo viendo por la ventana hacia donde unos kilómetros más allá el río de la plata inunda las costas del balneario de Quilmes en las sudestadas. Durante la hora u
hora y media en que el sol bañaba de luz y calor su ventana. Luego, en su camino al oeste el sol quedaba oculto por la altura del edificio -15 pisos- dejaba luz pero ya no rayitos en invierno ni latigazos en verano.
Una semana completa de invierno llovió y llovió y no tuvimos sol.
Cuando volvimos a buscarlo con la mirada atenta al ventanal del 4 piso, la persiana estaba baja.
Así uno y otro día y meses también, hasta que ya no esperamos encontrarlo en su puesto de lucha.
Se habrá muerto, -dijo mi hijo.
No se. Quizás volvió a navegar. Y está en su nave persiguiendo al horizonte.
Hasta descubrir con sus propios ojos el nacimiento del sol emergiendo desde el fondo del mar -dije yo, con mi habitual negación a la muerte.
Lo cierto, es que también desapareció aquel enorme bote colgado de gruesas cadenas que el hombre tenía a la altura de su ventana del living. Por lo que supe tiempo después, su bote le había traído graves disgustos con el consorcio de propietarios del edificio.
A GOTAS...
Su cuerpo era tan de nube blanca
que mis manos se hundieron al cielo
*
Le prometio fidelidad.
Y fue fiel al maltrato por muchos años...
*
"Era solo un juego"
(Nunca se perdona
que descubras un juego inconsciente).
*
Amurallada al sentir.
Con apenas una hendija para ver el afuera.
Distante y cercana a la vez.
Así era y así es.
*
Ella borda
gotas como voces
las hace río,
les devuelve un sentido.
Cumpleaños
Ahí va el hombre caminando por su barrio con las manos en los bolsillos. La cabeza en nada o pensando en que se acerca la fecha inexorable de su cumpleaños.
Y no cualquier cumpleaños, sino uno con decimales, el número 50. Camina y camina sin destino fijo, es la terapia del caminante que aplica cuando las cosas lo abruman y estar adentro de su casa lo angustia.
El hombre vive con su madre y el gato en una humilde casa suburbana. A pesar de sus esfuerzos en algunos arreglos de mantenimiento, la casa no esta presentable para festejar allí su cumpleaños.
Su madre actualiza una sensación antigua que el hombre seguramente ha heredado: "mira esos sillones rotos y las paredes sin pintar"
-Somos los pobres de la familia. Se lamenta una y otra vez. Actualiza a sus casi 80 la sensación que vivió en su infancia, sin casa propia, sin padre y con parientes de buen pasar económico. Una desvalorización antigua que se proyecta como una sombra perenne cuando cada ocasión lo demanda.
Así va el hombre remontando sus pensamientos como si escalara montañas. Camina ahora bordeando las paredes del enorme hospital que ocupa un cuadrado de tres manzanas por tres.
Hasta que llega a la puerta y lee el pasacalle tendido por los aires y los afiches pegados por todas partes.
"El 27 de septiembre cumplimos 100 años" "venga a festejar en familia con nosotros esta fecha única para la institución de su barrio"
"con baile de disfraces y música hasta el amanecer" "Entrada: un alimento no perecedero para ser distribuido en los comedores populares". Estaba la lista de conjuntos que amenizaran el baile: y hay los de cumbia, y los de rock, y hasta Los Auténticos Decadentes dijeron que allí estarían.
El hombre se queda ahí parado asombrado, no sabe si reír o llorar:
Justo el día de su cumpleaños 50 el hospital de su barrio cumple 100, dos veces su edad y lo festeja... con música, baile y hasta con disfraces.
El hombre sigue caminando, aunque la idea ya esta germinando en su cabeza.
Es una audacia. El es un hombre mediocre, sin iniciativas, posiblemente sin ilusiones en la vida.
Y festejar su cumpleaños adentro del cumpleaños del hospital e invitar a sus pocos amigos allí "Y que vengan disfrazados" es una audacia suprema, que lo supera.
¿Pero por que no?
Por que no darse un ratito de alegría, confundirse en ese pequeño carnaval de disfraces, sólo avisar a último momento de que esta disfrazado y que quien quiera festejar con él y saludarlo que lo busque allí en ese festejo que no le pertenece, que él tomara como propio por unas horas, casi viendo desde un rinconcito. De última, cuantas historias ajenas que no nos pertenecen nos son arrojadas por la cabeza en el transcurso de una vida. Cuantas frases que no eran para uno fueron escuchadas y dolieron como suele doler la injusticia.
¿Por que no? dice el hombre, que ya camino mas de 20 cuadras y comienza a emprender el regreso a su casa. No lo piensa más. Entra a su casa, prende la computadora y redacta la invitación:
"Queridos amigos, el 27 de septiembre cumplo los cincuenta ( ¿ya tengo que empezar a escribirlo como los sincuenta? )
Pensé un modo original y espero que les guste: ese mismo día una institución barrial cumple 100 años y organiza un baile de disfraces, la entrada es llevar un alimento no perecedero, el lugar queda en la calle Boulevard De La Armonía Nº 1836 entre San Jorge y Querandíes. Temperley Oeste. -Allí mismo hay una playa de estacionamiento- La cosa arranca a las 21.00 hs pero yo estaré a las 22.00 cerca de la entrada, todavía no pensé en el disfraz, confirmen que pueden venir antes del viernes y les cuento cual será mi disfraz -se supone que no me van a reconocer si no les aviso¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
El hombre obedeció por una vez en la vida a la idea que le surgió como primer impulso.
Hacer un festejo , aun sea en un festejo de prestado, que la melancolía le haya permitido este año invitar amigos era de por si un gran paso. Pero esto le planteaba nuevos problemas, como el disfraz debería afrontar en menos de una semana.
También empezó a sentir alguna incomodidad por un detalle que omitió decir en la invitación.
Pues la institución que cumple 100 años el mismo día en que él cumple los 50. Es un Hospital Psiquiátrico.
-Será un día de locos¡¡¡¡.
FLORECIDO...
El hombre la había arrancado de su vida como se arranca a un yuyo indeseable en el jardín.
Con la misma brutalidad en el tirón, tratando de arrancar la raíz de cuajo. Sin sentir nada.
Al otro día, justo al otro día. El hombre plantó en su lecho a una muchacha bella como una azalea.
Ella se marcho prontamente sin echar raíces en su vida.
No se quedo quieto. Siguió plantando bellas mujeres que se marchitaban antes del nuevo amanecer.
Nadie pudo crecer ni florecer en ese lugar. Su vida era un jardín desierto al que regaba inútilmente antes de anochecer.
Hasta que percibió esos movimientos adentro.
Esos pujos que sintió por todo su cuerpo y que se ramificaban de noche a día con la velocidad implacable de la naturaleza. Y eran la luz y esa tibieza que anuncian una primavera cercana.
El hombre se vio a la siguiente mañana en el espejo y comprendió lo que sucedía.
No había logrado extirpar bien las raíces de ella. Su amada.
Sus brotes se abrían paso por sus poros y estaban a punto de estallar en flor.
-Sólo pido que las flores sean del color de sus ojos. -Pensó resignado.
EL AMOR NO PERTENECE A LOS INTELIGENTES...
Viajamos en un micro de larga distancia lanzado por una ruta cuyos bordes están limitados por la niebla. Mi acompañante es la encuestadora más antigua de la empresa, esta jubilada pero sigue trabajando. Vamos a trabajar a un pueblo del centro de la provincia de Buenos aires.
En sus ojos se ve tristeza, quizá es la profundidad o el abismo que deja una larga tristeza.
En realidad no importa lo que yo sé o intuyo de su mirada. Ella es una persona reconocida por todos, y es tan luchadora como sufrida.
Hablamos. Me cuenta como en este momento de su vida la asaltan recuerdos e imágenes muy antiguas, de sus primeros años de trabajo.
Trae tres o cuatro historias, pero elijo quedarme con una que me impacta particularmente. Quizá por esa sensación de verme en mi vida sentimental atravesando un desierto, con necesidad incluida de construirme frágiles oasis-ilusiones. Buscando un ratito de cariño, o sediento de esa gota de humana ternura a la que alude el protagonista de "La Octava Maravilla" de Vlady Kociancich.
La escena ocurre en una casilla de chapa ubicada en una villa y ella administra un cuestionario con una mujer embarazada.
Solo tiene dos sillas y le ofrece la mejor. No quiere mirar demasiado, no poner un acento del ojo en esa evidente miseria material donde transcurre la vida de una familia.
De pronto comienza a llover y la mujer se desespera por correr sus pocas pertenencias de las goteras que inundan en pocos minutos por aquí y por allá la casilla y hacen que el piso de tierra se convierta en una especie de chocolate líquido.
Después de subir todo a la cama, y tapar con un mantel de plástico la cómoda y correr casi todo de lugar, la mujer vuelve a sentarse, le ofrece un mate amargo y habla con amor de su marido.
Ella se conmueve hasta el día de hoy. Lo resume en una frase, en una iluminación que ella lleva adentro suyo desde aquel momento: "El amor no pertenece a los inteligentes" . -dijo.
Y la frase abrió su camino hasta mi pecho como una estocada de dolor.
CRÓNICAS MARCIANAS...
Ella Desnuda. Apoya su espalda contra el respaldo de la cama. Abre sus piernas.
Deja sus piernas dobladas y las rodillas quedan como una cima curva y perfecta. Un haz de luz que se filtra por los postigos entornados les da un aspecto irreal. Son la superficie de un planeta mágico.
Ella Desnuda. Con sus piernas abiertas y el sexo expuesto, trémulo, recibe al hombre.
El hombre apoya su espalda en los pechos de ella. De forma tal que los pezones se sienten claramente a la altura de sus pulmones.
Ella lo contiene en sillón de mullida ternura humana. Con sabor a piel. En un aire pleno de aromas a hembra y fresias.
Ella abre un libro, recorre en silencio las páginas.
Cada vuelta de hoja genera una brisa o un huracán en la piel de sus mejillas.
El se concentra en la respiración. Los pulmones son una caja perfecta de resonancia. Siente al latido del corazón de ella como doble latido del propio corazón.
Ella comienza a leer.
Su voz se eleva en catedrales.
El hombre cierra los ojos. No esta del todo allí.
Hay una niña que canta en latín. Cuando su voz vuela, se despega del coro y los fieles se giran, dejan de ver hacia el pulpito y buscan el origen a ese desgarro del aire que llega a los oídos.
Afuera, probablemente esta nevando, el reloj de la iglesia esta congelado como en una postal sepia a las 10 y 5 minutos de una mañana de domingo. Los tejados rojos cubiertos en algodones de nieve. El río D'Orba hace espuma al chocar contra los pilotes del puente de hierro y madera, y más allá el horizonte se eleva como en una visión de piernas que culminan en cimas nevadas de luz matinal.
Ella lee Crónicas Marcianas. En su voz que eleva en catedrales hay un eco de la voz dormida en el texto.
El hombre, que hace un momento pudo oír a través de ella al canto de su abuela.
Ahora, abre los ojos y puede ver algo del cielopiel, al alcance de sus manos.
DONNA E MOTORI: ALLEGRIA E DOLORE...
La venganza es quedarse a cualquier precio. Hundido justo allí a pesar de todo. Y el perdón, no es quedarse sino irse. Irse a tiempo me digo, mientras me voy a caminar sin rumbo por las calles de Lomas de Zamora. Siempre pienso en ese raro instante, el azar de cruzarse con otra persona en el aire agitado, casi pisando las mismas baldosas. Que cosa querer quedarse fijo en un vínculo cuando las cosas y el universo entero se acercan o se alejan. Apenas coinciden las infinitas líneas de fuga en la intersección virtual de un punto para luego volver a abrirse y no encontrarse nunca más. Estoy en una sociedad que escribe sus profecías en el rostro de sus mujeres. Las veo llegar con la cadera cortando el aire. Las veo irse como un girasol que ve partir al sol en cada atardecer. Pero vi unos ojos que abrieron ventanas del recuerdo. Me acorde de ella como uno se acuerda del amor imposible, inalcanzable.
Recordé y me sonroje solo, al recordar erecciones de los 13 años, soñando con Emma Peel. Rostro y cuerpo digno de una tapa de revistas de efímera actualidad. Casi Araceli, diciendo en letras impresas sobre sus piernas largas: "Para enamorarse hay que tener el corazón libre". Emma, o Diana Rigg, nació un 20 de julio, hace muchos años cuando el hombre no había pisado la luna y ningún argentino había inventado el día del amigo. También un 20 de julio, pero de 1952, mi padre bajaba del Sebastian Caboto, leo el Passaporto per L' Estero: Republica Italiana, in nome della legge.... muevo las hojas vacías de sellos, nunca más volvería a Italia. Inmigrante Condicional dice el sello, oficio agricultor, destino Guaymallén. Y hacia allí parte en un Ganz del ferrocarril San Martín.
Casi 49 años vivió mi padre en Argentina. Imagino destinos distintos en la vida de mis padres, en la mía propia. ¿Que hubiera pasado si el amor lo hacía echar raíces en Mendoza? Al menos es seguro que no seria ese que so. El que se esfuerza en contener esas dos mitades a veces inconciliables en su propio ser. Hubiera sido otra historia ni pensable.
Encontré una foto increíble de Los Vengadores.
Reveladora de los valores de esa época. Voy bajando la vista por la pantalla, primero, la galera que uno no puede imaginar fuera de su cabeza -aunque recuerdo que en alguna ocasión la utilizó tirandola a la cara del enemigo-, él es Mr. Steed. Su mirada esta lejos, en un punto indefinido, quizá un atardecer de montaña, cuando el sol se cierra detrás de los muros de piedra, dejando franjas de pinceladas de rosa a lila en nubes de frío. Lleva el paraguas cerrado con el mango alto, sobresaliente al hombro derecho. Están en interiores, sobre una piel de oso polar, el pie derecho de Steed pisando la cabeza del oso, a su derecha esta tendida Emma sobre la piel, sus brazos abrazando la pierna derecha de él. Rostro de felicidad para la foto. Extendida silueta de curvas para poner el acento del ojo. Piel descubierta después del pantalón de cuero, poros para abrirse en surcos de manos y yemas. El paraguas esta plegado. No hay tormentas para abrazarse debajo, ni bruma para llevarlo invertido y juntar gotas de rocío, de amor, de futuro. Un manto de oscuridad desata caminos de farolitos y estrellas. Los vi muchas veces, se entendían solo de mirarse breve, y en mi imaginario eran un matrimonio feliz.
Salto de piedra en piedra del recuerdo, aquí cerca puedo ver el primer bastón que fabrico el viejo con un mango de paraguas y una caña liviana, me parece verlos caminar lento entre las hojas que se arremolinan de aire.
Van afirmando cada paso para no tropezar, del brazo como Emma y Steed, comprometidos, coherentes, entendiéndose por debajo del mayor conflicto de superficie. Ahí viene el dúo dinámico decía el médico de Pami cuando los veía llegar. Les salió bien, eran pareja, y sacrificaron egoísmo o venganzas contra la historia pasada, reconocieron al otro, Se quedaron.
Casi de golpe contra el vidrio me detengo en la librería ante el título desafiante "Todas las familias son Psicóticas", de un tal Douglas Coupland, hasta el nombre de la editorial resulta asombroso: Destino. Me parece ver la vacía quietud de ruedas de carro hundidas en el barro, en los mudos relatos de uno y los otros que sedimentan día tras día. Pared por pared. Un dúo sólido caminando por la ribera del Tamesis, bajo un paraguas en una noche prodiga de tormentas. Cierto que hay que poner techos y refugios materiales contra el desamparo y los peligros del mundo, quien no lo intenta?
Un dúo encerrado sin retorno bajo el mismo paraguas de ilusión. Sigo sobrevolando el ensayo mientras camino por mi indecisión antigua y creo que las cosas tienen su propio devenir, soberano, implacable. Pienso en la cantidad de años que entregue al vacío, desconocidos hundidos en un sillón frente a la pantalla del televisor. Mi no tener pareja, a pesar de estar casado. Certidumbre a costa de malestar. Años de tragarse todo. Difícil explicar en que lugar del mundo trata uno de sostenerse y porque. Pienso en "El que hasta la muerte los separe", que mis viejos llevaron con dignidad.
Ahora me toca a mí darle voz a las voces, y veo a mi familia originaria sentada en el living con el televisor en el centro. En este capítulo el auto de Emma y Steed, se ha roto en el peor lugar posible. Pienso un capítulo final. Sé que él logro que Emma estuviera un año más filmando a su lado. Lo imagino llorando abrazado. Diciéndole como en el final de amor: "sin vos no voy a poder vivir".
Ella se va a su habitación. Comienza a escribir una carta en penumbras, escribe rápido para no arrepentirse: quedarse a medias es condensar gotitas de odio. que es mejor que cada uno deba dar la cara a su propio deseo -y locura-. Ya esta, la suerte esta echada. Steed demora el arreglo del último viaje juntos. No puedo ver más allá.
Entonces la voz mi padre sale a rescatarme. A ayudarme a cerrar un escrito imposible de seguir.
Gira la cabeza desde su sillón en el living con una sonrisa sin tiempo y dice:
-Donna e motori: allegria e dolore.
Un nido de abrazos
1
Alboroto de gorriones contra la tarde gris de julio.
El hombre traza sus letras casi en la oscuridad.
En quietud. Afina el oido. Desprendidos de los trinos, se escuchan los pasos de luz de su compañera -ahora con alas plegadas- volviendo al nido.
2
Levantan la vista
ven al árbol dormitorio
florecido en pájaros de la noche.
No caen a pétalos.
Sólo se acompañan en soledad
de hoja en hoja.
Ella se pregunta
porque no hacen nido.
Mirando al cielo vedado
por hojas y pájaros.
Se abrazan.
Y hacen del abrazo,
un nido.
De estatua a mariposa...
Fue una vez cuando estaba en la cola del banco.
Larga cola para cobrar la pensión de mi madre y otra igual de larga para pagar un impuesto.
Justo atrás mio estaba una señora joven con una nena de unos tres o cuatro años, la nena le pide de ir al baño, -ya fuiste recien, Laurita.. -dice la madre. Al rato un olor inconfundible la delata mientras va y viene en un carretel de jugar a cerca o lejos con su madre.
-Chancha, te hiciste caca ¡¡¡¡
-Viene el perro y te come la cola...¡¡¡¡.
Para ese entonces el único interes para la larga fila de personas de diferentes historias y mundos eran madre e hija, la madre con comentarios ocurrentes, casi diria asombrosos o siniestros.
la nena una negrita de ojos grandes y saltones, se saca las ojotas y comienza a caminar con los pies desnudos en el piso reluciente del banco provincia.
La madre: -lauri, ponete las ojotas. (sin resultado)
-Viene el viento y te come los pies..¡¡¡¡¡.
Cierto que fue una pequeña brisa,
pero de los pies ausentes crecieron alas para seguir jugando en el aire.
Pensé, que mejor homenaje para Julio Cortázar, que poder contar estas cosas mágicas de la vida misma.
EN LA BOCA DEL COCODRILO...
Un palito en la boca del cocodrilo. Es lo que me dicen.
Me dicen que lo dijo lacan.
El cocodrilo es la madre.
Los hijos. -Mis hijos y los hijos de cada cual- están en sus bocas.
El palito es el padre. No queda claro si es su voz, su presencia, su diferencia, el límite sutil o no que hace que la madre no se trague a los hijos en su puro mundo-vientre.
A veces me duelen un poco los colmillos de mi ex-mujer -son muy filosos-
En la espalda que por momentos se tuerce un poco.
O en el pecho que no tiene heridas definitivas.
Pero por ahora aguanto.
Nueces y lágrimas
Tengo chuchos de empezar el día en esta quietud gris. El cielo ceniza cerrado. Países de nubes frías marchando lento al oeste, corriendo al sol a la pequeña utopía del después.
El aire es una esponja de angustia, y más allá del vaivén de los brazos de la parra, algunas gotas se resisten a perder su luz y su forma en una irreversible caída.
Quizá sea sólo mi imagen estirando la mano en el aire, buscando aquellos frutos del nogal donde las grietas anuncian la inminente caída de la nuez. Esta será una pequeña cosecha.
O, es mi incompetencia para atravesar las murallas de la memoria, como en esta mañana cuando las gotas son lágrimas jamás llovidas.
Pero estoy acá, abajo del viejo nogal, resistente a muchas calamidades, la raíz cortada por el caño de Aguas Argentinas, la poda equivocada que hice el año pasado. La siguiente sangría de savia que no pude parar en varios meses.
Pero allí esta, obstinado como la mano que lo plantó, haciendo rodar por el aire las nueces antes de Semana Santa.
Seguro tiene más de 30 años, aunque es una época nebulosa y no puedo afirmar nada con justeza, aun en un día como hoy donde he mirado de ausencia las cosas, impregnadas de soledad, quietas para siempre, sin sentido.
Mientras escribo surge una imagen del pasado, allí mi padre tiene más de cincuenta años, son las dos de la tarde, lo veo sentado de espaldas con su campera de cuero negra, ha llegado hace un rato de la fábrica a la que entra a trabajar a las cuatro de la mañana. Puedo ver que mira algo sostenido en su mano derecha a la altura del pecho. En la mano izquierda tiene un vaso de vino blanco a medio llenar. Esta frente al armario, donde se guardan las copas y vajillas de casamiento de dos generaciones. Donde Hoy mi madre ha encendido una vela y me encarga que me fije si se apaga.
Pero él esta allí de espaldas y yo lo veo en silencio, quizás con el mismo silencio nos prodigamos durante muchos años, yo lo veo sin querer interrumpirlo, la mirada no sale de ver hacia la palma de su mano derecha, la mano izquierda inmóvil en el aire con el vaso de vino.
Así, estuvimos un rato, suspendidos en el tiempo, viéndolo mirar algo en silencio, hasta que él intuyo mi presencia y me brindo su rostro. Sus ojos estaban hundidos en lágrimas, en la mano derecha llevaba una billetera de cuero negro donde se veía en una foto tipo carnet la imagen de su madre, igual antes del tiempo al rostro de su vejez, 20 años después.
Lo veo hablándome en su media lengua, casi italiano, y no recuerdo sus palabras, pero ese día le había llegado la noticia de la muerte de su madre, no teníamos teléfono y solo recibíamos cartas escritas por su sobrina menor a la que no había visto nacer. Sé que no pude expresarle emoción alguna, ni abrazarlo, así de cerrados estaban los sentimientos.
Imagino, que habré sentido el mismo chucho frío que siento ahora, en ese verlo solo, llevando su dolor en silencio, cerrado, solo chorreando lágrimas.
Lo veo en esa soledad que siempre llevaba con él y que ahora yo comparto de palabras sobre un cuaderno, y en letras sin voz del teclado.
Sólo dos veces en la vida vi. llorar a mi padre, la segunda fue en último cumpleaños, a los 78. Ya había llorado en el hogar de día, no estaba acostumbrado a emocionarse, se conmovió "con tantos viejitos que me besaron". Ese atardecer era un día oscuro y frió. Fuimos a visitarlo con mis hijos y mi ex mujer. Él siguió llorando mientras los nietos soplaban la velita por segunda vez.
Nunca podré remediar no haber podido transmitirle alegría ese día, un 4 de abril de tres años atrás, lo veía mal y me sentía incapaz de mejorar las cosas.
Nunca le dije que lo quería, y pensé que no podría expresarme.
Fue así, hasta que desgarre el silencio sagrado de esa terapia.
Pero él, ya no podía oírme.
ELLOS Y EL UNIVERSO...
Madrugada a la hora de la ciudad cubierta en frazadas.
Ellos se abrazan en el umbral con sus pies en la vereda.
A sus espaldas -ya pasado inmediato- hay un pasillo, una casa y una cama donde todavía están tibias las sabanas. El aire frío corta los rostros.
El espera un taxi. Ella espera verlo partir muchas horas, días, kilómetros.
Es la hora justa para dormir abrazados de piel a piel, y ellos siguen su unión cubiertos con camperas.
La calle es tierra del viento. Como un trotamundos, una caja de cartón rueda en la calle. Más lejos, un hombre de espaldas trabaja empujando por el cordón con su cepillo de acero los restos del día anterior. Un perro lo sigue. Se acompañan en su mutua soledad.
La melancolía es una hada antigua que habita en cada cual y aquí sobrevuela, casi visible en el aire.
Llega el taxi, rompen el abrazo, se dan un beso.
- Cuídate, -se dicen casi en espejo.
El se sube. Cierra la puerta viéndola a ella que lo mira.
Y en ese instante suspendido son ellos y el universo.
UN HOMBRE SOLO.
Es lindo ver el mundo desde los tremendos boquetes de un mantel corroído.
Estaba allí abajo de otras cosas, sin duda inútil para cualquier futuro, desde ya condenado.
Pero hoy, desde esos tremendos cráteres se ve un poco de celeste, el rojo inagotable de las flores de la santa rita, y algo de vida en movimiento. Es un verde fuerte, áspero, que brilla a la luminosidad del sol de otoño, en esta mañana de fulgor difuso.
Allí cuelgan los viejos manteles, uno bordado por su abuela italiana con flores de todos los colores posibles, pétalos que solo puede imaginar quien vio flores silvestres en la ribera del río D'Orba. Los hay naranjas, marrones, celestes... y unos amarillos de los que solo se puede encontrar en el trazo de los lápices, de esos que usamos para pintar soles en cuadernos de infancia.
Están las manchas que no quitará, ni el más grande desafió de jabón en polvo, del vino tinto, de las comidas especiales que dejaban manchas inolvidables.
Se secan al sol del otoño, una mañana.
Mientras el gato se lame sobre la cama, y el perro tuerto, aúlla sin parar pidiendo salir al pasto para orinar macetas y plantas.
Esta quietud de vacío no ayuda a tomar mate solo, se arruina rápido y queda como decoración del ambiente donde el hombre se angustia delante de una pantalla y escribe con pocos dedos en un teclado.
Allí, sobre la mesa hay un broche, tiene ligeros fantasmas de oxido abriéndose paso, aun se lee la marca "Hepta" y dice también industria argentina, su padre lo usaba para abrocharse el pantalón y evitar el enganche con la cadena de la bicicleta. Lo usa ahora para apretar fuerte las páginas de los libros donde copia escritos breves para compartir desde la web a lugares indefinidos y personas desconocidas. También hay un lápiz grueso de carpintero, para marcar las frases y capítulos. el protector de pantalla se transformo en un atril improvisado, allí espera el próximo cuento a enviarse, escrito por Antonio Dal Masetto hace muchos años, cuando el director de Página/12 era Jorge Lanata.
El sol sube por el borde de la pared del lavadero, obliga a entornar las pestañas, un velo de filamentos impide quemarse la mirada, en una lección antigua que cuesta reaprender día a día.
Están las barajas, el hombre no deja de barajar enfrente de la pantalla en los momentos de nada, mientras los mensajes atascan el correo, y la velocidad de la computadora hace pensar en qué es más placentero viajar por dentro de relatos de Julio Verne.
Baraja, solo baraja, en una espera que parece eternidad. Nunca jugó al solitario, solo están ahí para sentir movimiento en las manos, esperando el momento de dar de nuevo las cartas evitando, si es posible, las marcas invisibles que están muy adentro de siluetas y personajes de la calle.
Allí, esta el hombre solo, tomando mate frío y lavado, después de días de pasear sus manos por objetos yertos y perforados de ausencia. En una mañana silenciosa de domingo.
Entre cenizas del aire
Heredo de mi padre ojos entre cielo y mar nublado.
Como los suyos entrenados para mirar más allá en detalles de naturaleza y lejanía. De él aprendí la capacidad de amar a distancia. Amor humilde guardado en cofres de silencio. Amor postergado de piel y abrazo.
Amor para siempre sostenido en imágenes sin tempo ni baciare.
En un día del pasado -ahora lejano-, en un cumpleaños de abril, él me dijo que veía a su finada madre tal cual, viva y bella, como si todavía estuviera en Paterno. Como la última vez en ese puerto, antes de salir y no volver. Ahí estaba su arcón de memoria, y entendí que vivía para sostener desde su vida esa imagen amada. Era su llamita interior. La veía amasando, cocinando pan en horno de ladrillo. Preparando la "sopresatta", guardando el jamón de estación a año.
Atesoraba cada rincón de recuerdo en esa casa, con su madre despertándolo con un racimo de uva negra en la boca.
Mi padre partió de Nápoles en el último día de primavera y llego aquí en invierno, para siempre perdió un verano en la montaña. Su sobrina Silvana, nacida poco antes que yo, había captado ese misterio mágico. Desde pequeña se dedico a traducir de sueño a sueño. Ella escribía para nosotros en castellano o italiano, pero también escribía en inglés, francés y hasta en chino. Tenía amigos en todo el mundo y su pasión era escribirles en su propio idioma. Cuando recibía las cartas de mi padre se las leía a la tia cegada por la diabetes.
Dos décadas atrás cuando preparaba su viaje del próximo verano. A conocernos, Silvana dejo de escribir, se enfermo de leucemia y murió en pocos meses.
Sin saber que la muerte le iba a sacar el verano y la vida misma, yo imaginaba ese abrazo en el aeropuerto, ese reencuentro imposible.
Mi padre no quiso tomar más la lapicera para escribir cartas. Trickster, mediadora entre el dolor y la distancia, Silvana no cumplió su sueño y una parte de los nuestros quizás murieron con ella. El puente fantástico de ilusión se pulverizo. Voló en cenizas y en alas de golondrina cayó en cada lágrima inexplicable.
Cuando mi padre murió al poco tiempo el Etna estallo en furia de lava y fuego.
Yo sentí que ese reencuentro perdido sería entre cenizas del aire.
DOLOROSA CAPACIDAD DE POSTERGACIÓN
Esa es la frase con la que el hombre despierta. La que lo acompañara durante algún tiempo imprevisto.
No habrá extensiones a esa frase conclusión.
No se podrá desmentir a la realidad que la instaló con esa fuerza.
"Dolorosa capacidad de postergación" dira para escucharse en silencio en la más dura de las soledades:
la de una persona a expensas de su propia voz interna.
MAPAS
Durante muchos años mi padre se esmero en contar una y otra vez de sus viajes en camión por las rutas italianas. Contaba ciudad por ciudad y pueblo por pueblo por donde había pasado manejando un camión con provisiones en la última etapa de la guerra, con los alemanes en retroceso y esa extraña fauna de tropas aliadas que incluía indios de la India, ingleses, africanos y norteamericanos a los que solo escuchaba decir "I love you girl" a las italianas.
Faltaba comida pero había abundancia de chocolates y cigarrillos para las tropas. Mi padre trocaba los cigarrillos y chocolates por comida. Era un gran chofer en esos caminos de montaña.
No recuerdo sus rutas, aunque las repitió mientras tuvo memoria y vida. No logro reconstruirlas ni con mapas buscados en Internet.
Siempre voy a recordar ese esquema de ciudades que hicimos juntos en una madrugada de octubre del 2000, él había estado internado en terapia intensiva en una pequeña clínica de PAMI.
La terapia lo desoriento. Después de 24 horas estábamos en una habitación, el me conocía pero me decía que estábamos en Quequén, miraba al paciente de la cama contigua y decía "cuanta gente viene a este hotel", no intenté hacerle notar su equivoco. En la noche , desvelados, tratamos de reconstruir la ubicación de izquierda a derecha y de arriba abajo de los pueblos cercanos a su pueblo italiano.
Es el reverso de un folleto de propaganda de la clínica donde anuncian un plan social de salud al alcance de todos, una hoja pequeña y veo mi letra mezclada con la suya, son puntos de birome trazados en espiral con los nombres de las ciudades, a pesar de todo su esfuerzo sigo sin poder descifrar esas huellas invisibles.
Los recuerdos mi padre en sus caminos italianos, como huellas en el pasto, se han borrado detrás de sus pisadas, derretidas como la nieve que cubría los caminos y obligaba a cruzar cadenas en las cubiertas del Guerrero a gas que manejaba.
Paterno Di lucania, su pueblo, atravesado por la ruta, apenas un descanso breve entre las montañas, ahí nomás el camino a Raia, donde vive uno de sus sobrinos. Al otro extremo del pueblo la ruta a Marsiconuovo, el pueblo donde nació mi padre, a la izquierda subiendo montañas por bosques de castaños y lobos salvajes por esta Padula y después Montesano.... más arriba esta Atana y aquí no quedo ningún imaginario trazo que pueda decirme como se llega o se va.. A la derecha de Marsiconuovo - Paterno y Raia se termina el papel .
Después están Pedale y Viggiano, mi papá pronunciaba "villano" y hay un "1º" escrito con mi letra..... seguramente el me contó que primero estaba villano arriba más alto y más alto todavía la Madonna de Viggiano a la que visitaba llevando a sus fieles en el camión, el tenía también fe en la Virgen y cuando le desesperaba y enojaba el mundo y la gente decía "Madonna mía". Camino a Pedale hay alguien que le dio trabajo y albergue, mi padre lo recuerda con gratitud, me dice el nombre y apellido, en esa noche de octubre donde en la penumbra de esa habitación nos creemos hospedados y refugiados del frío del mar y podemos por última vez, tratar de reconstruir algunas de sus rutas conocidas. Bien a la izquierda están listadas con mi letra imprenta de industrial casi cursiva: Bari-Brindisi-Lecce, luego una B que quedo allí desairada como un objeto o un botón irrecuperable que perdió hace años su lugar en el traje.
Sé que sus ojos claros se hacían vivaces e iluminaban esa penumbra cuando hablaba de sus caminos de infancia y juventud, de alguna manera él seguía viviendo allí y una parte de él no quería dejar morir ese tesoro, aun en la enfermedad y el olvido de los años. Siempre pense que se vive para defender una memoria viva que se lleva hasta el último minuto y mi viejo siempre me lo demostró con sus mapas contados en el aire, repetidos hasta el desinterés o la frustración de su oyente. Muchos habrán dicho antes que yo, que la muerte es cesar la lucha por la propia memoria hundida en el cuerpo, poro por poro erizado al detonante del recuerdo-palabra-imagen y gestos. En estos mapas del aire pensaba hoy, cuando abriendo el libro de Antonio Dal Masetto La tierra incomparable apareció como señalador el mapa que hicimos aquella noche resistiendo olvidos y dolores mi padre y yo.
EL DESCAPOTABLE Y LA RUBIA...
Tal como se lo aconsejaron recientemente, el hombre decide comprarse un descapotable de lujo y salir a pasear por las calles de su ciudad acompañado de una hermosa muchacha rubia.
Días atrás había presenciado una charla entre gerentes -el de marketing y el de recursos humanos-, que se admiraban al ver pasar una Honda ridgeline, doble cabina - doble tracción.
-Vos andarías por la calle con una así?
-Es como tentar a los delincuentes...
-Y despertar envidias, odios, resentimientos....
-No se, creo que uno tiene el destino marcado, y si te la van a poner te la pondrán aunque vayas en un Ford Fiesta.
-Cierto, los gustos hay que dárselos en vida.
-Mira, yo trabajo todo el día, decime si no puedo salir a pasear en una así...
La conversación seguía y seguía girando en esos mismos bordes. Pero él los dejo rápidamente y siguió buscando hasta que encontró la frase que necesitaba leer:
"Hay autos para soñar. Bugatti fabrica sueños".
No quiso esperar más y a la tarde ya estaba entrando a la concesionaria.
No hizo falta demasiado esfuerzo del vendedor para que dejara una seña de 140.000 Euros por el 10% del precio total.
El vendedor insistió en explicarle detalles que a él no le interesaban:
Tiene 7.993 cm3 de cilindrada, 4 turbocompresores, 64 válvulas. Inyección directa. Caja automática de siete marchas.
¿Se acuerda de la cupe Veyron 16.4?, Esta es una versión descapotable. Con el techo puesto su velocidad máxima es de 407 Km por hora. Pero si usted la utiliza con el techo descubierto tiene que recordar que la velocidad máxima es de 360 Km/hora.
El chasis es monocasco y esta fabricado con fibra de carbono y aleaciones metálicas ultralivianas producidas en las fundiciones de Gliese 581c. Mire, es como andar en una nave espacial pero por las calles de su barrio.
Cerro trato, le entregaran su Bugatti descapotable en enero del 2009, justo para salir de vacaciones.
El hombre se encaminaba a cumplir al menos una parte de sus sueños, la cuestión más compleja -al menos para él- era la elección de la hermosa muchacha rubia con la que saldría a pasear con su nuevo auto de lujo, casi de otro planeta.
No era para nada fácil la elección. Le preocupaba demasiado la frase que le escucho decir una vez a la tía Ernestina, enemistada desde siempre con la vida: ¡El amor no existe!!!! A mi dame dinero....
Tanto le trabajaba en la cabeza como aquella otra que le escucho pronunciar al tío Fernando:
"Una mujer: o es un adorno o es un problema". Esta frase le aterrorizaba más aún que una "demanda" subliminal u explícita de dinero, "Un problema...", El hombre estaba harto de problemas. El solo quería una hermosa muchacha rubia para pasear.
No le importaba demasiado que los gerentes de su compañía pensaran que se había buscado una rubia tonta, un adorno en definitiva.
El tema era la rubia. Y esto ya amenazaba desvelarlo noches y noches enteras.
¿Debería ser una rubia autentica o una rubia teñida acorde a las demandas de la televisión y la moda?
recorrió mentalmente el elenco de bailarinas y patinadoras de Marcelo Tinelli y no encontró la compañera adecuada para lucirse junto a la Bugatti Veyron 16.4 Grand Sport que acababa de señar.
Pensó entonces como en un relámpago en la protagonista de "si tuviera 30" (13 going on 30) Jennifer Garner. Ella si. La que dice en la película otra frase para la posteridad: "el amor es un campo de batalla".
Ella si es la rubia amor de su vida a la que sacaría a pasear por las calles de su ciudad.
Pero vive lejos. Brentwood, un barrio de Los Ángeles, más precisamente, y no solo eso sino que esta casada y esperando un hijo. No, no es mujer para él. El hombre no quiere más tareas imposibles para su vida.
La única mujer que lo enloquece desde su imagen en los carteles de publicidad de una marca ropa interior, no es rubia.
La indecisión es el problema central en su vida le había dicho años atrás su psicólogo.
La ansiedad también lo es, dice su analista actual.
Allí va el hombre, con el recibo de su cupe recién adquirida en el bolsillo, penando por su incapacidad de decidir cuando se trata de temas emocionales, y el de la hermosa muchacha rubia lo es.
Deberá postergar algún tiempo más la concreción plena de su deseo.
Al menos hasta que surjan nuevos sueños y brinden claridad sobre el asunto.
FEROCIDAD
Entre una sala de espera a la mañana y la mesa del bar ya en la tarde, terminé la lectura de "Sacrificios en días santos" de Antonio Dal Masetto.
Más allá de mi admiración por el maestro y su manera de narrar con palabras sencillas e imágenes contundentes. He quedado impactado por una idea fuerte algo así como quien puede entender cuanta ferocidad puede anidar en el corazón humano. Cuanto odio latente esta dispuesto a ser depositado en la "amenaza" del diferente. Este nuevo libro situado en el pueblo de Bosque (los anteriores fueron Siempre es difícil volver a casa" y "Bosque") se desarrolla entre gentes para las cuales todas las facetas de la duplicidad moral del orden burgués son parte de su normalidad. Son la jaula invisible que los contiene y los hace rehenes de un mismo orden de intereses.
"manejados desde el anonimato, desde la hipocresía" dice textualmente Antonio.
En estos días estuve en tres pueblos del interior trabajando y surgió un pequeño botón de muestra que no esta por cierto a la altura de esta historia. Fue en un bar de un club social y deportivo -no me acuerdo el nombre exacto- al que entré a comer algo mientras esperaba a un compañero de trabajo. Era la hora de la siesta y sólo estaban 5 o 6 parroquianos que tomaban vino tinto acodados a la barra. Enfrente se veía una plaza desierta tapizada de hojas secas de plátano.
Observé que se asomaban a la puerta y seguían el paso de una mujer por la vereda de la plaza. Ella no era ni linda ni fea y su andar no era merecedor a mi juicio de ningún comentario.
Pero para esos náufragos del club social era un verdadero suceso que desato comentarios e ironías.
Alguien preguntó -¿Es de Chacabuco?
El pueblo de Haroldo Conti no estaba tan lejos de ese pueblo.
En ese momento asocié lo que estaba ocurriendo con la tremenda frase con la que comienza el cuento Perfumada noche "La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en unas cuantas líneas".
Enseguida pude oir a otro parroquiano que estaba más lejos del grupo de arracimados a la puerta,
-Claramente-, para que lo oigan todos:
-Qué puta es esa mina.
Pensé en ella. Que iba a alguna parte cruzando en el aire por la ferocidad a dentelladas de esa gente.
Pensé en esa mujer a quien alguien seguramente ama y espera verla llegar a su hogar desprovista de fantasmas.
Y recordé la frase siguiente de Haroldo: "Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de ese hombre es una luz deslumbrante".
Sentí una enorme pena por esas personas, aparentemente tan parecidas a los habitantes literarios de Bosque. Por ese minuto de vida bajo una luz deslumbrante que no parece haberles llegado.
*
No se ustedes.
Pero yo,
cada día.
Veo más frágiles
a esos andamios
de la repetición.
Por donde voy.
O adonde vamos.
Cada uno y cada cual.
Tan aferrados.
-Escritos de Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
*
Queridas amigas, apreciados amigos:
Este domingo 27 de septiembre de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Agustín Castilla-Ávila. Las poesías que leeremos
pertenecen a Marcelo Marcolín (Argentina) y la música de fondo será de Wayanay (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar
http://24timezones.com/ para conocer las diferencias horarias).
REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Freundliche Grüße / Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
*
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