martes, marzo 16, 2010

EDICIÓN MARZO 2010.



-Ilustración de Walkala. www.walkala.eu




Madrugada*



Madrugada.
Algunos ronroneos
no muy precisos
resuenan calle afuera.


El llamador de ángeles anuncia viento
y la leve llovizna,
que el día ocupará su hacer en desmalezar la luz.
En tanto, el silencio ronda mi estancia.
Mis mundos giran
con la lentitud necesaria del estar.


Estoy celebrando, con la palabra, este ritual
- muy íntimo, por cierto -
que me permite percibir
la distancia de los vuelos
la mirada de los pájaros
el leve crecimiento
de un pétalo
unos ojos de soledad
un paso al vacío
una sonrisa clara
una llanura de voces
el crecimiento de las manos
el arco del dolor no
dicho.


Estoy celebrando con la palabra este ritual
del simple estar en la luz
de sus cadencias.



*de Oscar Cacho Agú. cachoagu@yahoo.com.ar






ESCRITOR FANTASMA*



"Deja la ira en la ceniza muerta."
María Magdalena Álvarez



Nace la sombra del sol en la ventana.
Apenas lo nota el ojo
difícilmente parpadea
y pesado cae sobre la hoja.


El cuerpo de palabra
desnuda un grito en la boca,
inicia el encabalgamiento de voces
entre la soledad y el goce inmaterial de tinta.


Escribe y fuma. Duelen sus manos.
Ha dejado agonizar el canto de las cerraduras
en el gris de lluvia de la página.


Sepultada su ira en ceniceros
habla consigo mismo. es un fantasma.
Nadie lo reconoce.


En su boca la alegría es irreal como su vida
como su muerte.






ELEGÍA*

A Paola Kaufmann, in memoriam

"Era como si le hubieran estado dadas todas las cosas:
la belleza, la inteligencia, el amor por las letras, el humor."
Abelardo Castillo


Lago de primavera
descalza noche
de túnica blanca
lágrima negra.

La Muerte no repara
en la belleza.

Letra a letra
cerró tu mente
el libro en sepia
de la vida no-velada
y el cuento breve
de tu risa.



*Poemas de Darío Oliva. oliva_angeldario@hotmail.com
-Los textos pertenecen al libro "Epígrafes", publicado en 2008.

http://arcadiavillamercedina.blogspot.com
http://elojoenlacornisa.blogspot.com








REGALO DE NO CUMPLEAÑOS*




Un toque como aleteo de mariposa, lo saca del sueño a duras penas conquistado después de una noche de trabajo.

- Papá... Papá, despierta, te tengo un regalo de cumpleaños...
- Pero Anita, ¿de dónde has sacado que hoy es mi cumpleaños? - responde desperezándose.
- Ayer me dijiste que... que…
- Bueno, lo que vale es la intención, a ver ese regalo.

Ella le tiende un papel con un garabato informe. Él lo mira desde todos los ángulos posibles.

- Voy a necesitar tu ayuda, está muy lindo tu dibujo, pero... ¿qué es?
- Una silla.
- Mira, amor, ayer me dijiste que querías ser pintora como papá, ¿recuerdas?
- Ajá - asiente ella muy atenta.
- Pues los pintores antes de dibujar tienen que hacer una detallada observación del objeto que van a pintar, ¿me entiendes?

Ella mira cariacontecida su dibujo.

- ¿No te gustó mi regalo, papi?
- ¡Me gustó mucho! Pero quiero enseñarte a hacer una silla. Vamos a hacerlo de otra manera. Ve al comedor, mira bien la silla y dime qué es lo primero de ella que te llama la atención.

Obedece, contenta con el juego.

- Tiene dos cositas para poner los brazos y una cosa para poner la espalda.
- Vamos bien, esos son los brazos y el espaldar. Vuelve y dime qué más ves...
- Tiene algo rojo para sentarse y patitas para pararse...
- ¡Bravo! Eso rojo es el cojín, y las patitas... ¿cuántas me dijiste que eran?

Corre de nuevo y vuelve jadeando con cuatro dedos en alto.

- Eso es: una silla tiene cuatro patas, un espaldar, un asiento y dos brazos. Ahora que sabes todo esto... ¿Qué vas a pintar para complacer a papá?

Anita toma un papel en blanco, un lápiz y se marcha. Al rato vuelve y le entrega al padre un papel con un nuevo garabato.

- Pero, amor mío, ¿qué es esto?
- ¡Una rosa!



*de Marié Rojas Tamayo.
-La Habana. Cuba.
-Del libro “De príncipes y princesas”, Editorial El Far.










El vecino*





Así que escritor, y de los buenos, a juzgar por la novela que encontré en la librería de usados. Un ogro que no se deja abordar pese a que somos vecinos.



Firpo, el vigilador, me puso al tanto de las costumbres del viejo. Sale a diario con el perro, a la mañana y a la tarde. La mucama se encarga de los mandados y, cuando se va, saca la bolsa de residuos a la vereda, todas las noches, menos los sábados.



Este buen señor debe tener algo con que entretenerse, demasiado tiempo adentro. Es probable que siga escribiendo, seguro, por eso es un ogro.



La clave está en la basura, pero, ¿cómo hago para distraer a Firpo?



-Firpo, ¿un vino? Venga pase, dese un gusto yo le cuido la cuadra.



Puntapié y adentro la primera ¡puafff! ¡qué asco! restos de comida, cáscaras de frutas, yerba usada, saquitos de té, botellas descartables y … papeles. ¡No, si soy Gardel! Menos mal que tiene buena letra… Lástima que la agarré empezada.



Quince días, un mes, dos. Todas las noches al pie del cañón. Los sábados no, me tomo franco. Seis, ocho, diez meses, un año… Paciencia que ya falta poco.



Llamada a esta hora ¿quién será?, temprano para marketing telefónico. – ¿Siii? Si. ¿Qué? Que se murió… No, no puede ser, si no terminó la novela. No, digo, que se le terminó la novela. ¿Un infarto? Y parecía tan sano. Si, se cuidaba, comía mucha fruta, la carne bien desgrasada. ¿Tiene parientes? Una hija que viaja, no la ví nunca. Entonces, no va a haber velorio. Y, a mi me gustan, no digo que duren tres días como en Irlanda, pero unas horas… Se charla, se conoce gente. Que se le va´cer, no somos nada. A propósito, Firpo ¿no sabe si la mucama va a sacar la basura esta noche? ¿cómo porqué? ella y el perro comen, ¿no? Si, ya sé, hoy es sábado y los recolectores no pasan. Lo que es la vida, ¡bah! lo que es la muerte.



Delia me contó que su patrón se ponía a escribir ni bien se levantaba, que casi no corregía y por la tarde leía y releía lo escrito, por gusto nomás o para aprendérselo de memoria y antes de sacar a pasear al perro, tiraba las hojas en el cesto que ella misma se encargaba de vaciar. Si lo sabré, por las hojas, digo. En las bolsas de los domingos encontraba el doble de papeles y los lunes tenía el doble de trabajo. Pero a quién le importa, como a nadie puede importarle lo que voy a hacer ni bien tenga elaborado un buen remate. No como los finales de Kafka que no dicen nada.



¡Al diablo! con los escritores, los linotipistas, los editores. ¡Al diablo! con el gremio en pleno y con la literatura también. Devolverme la novela a mí, estudiante avanzado de Letras con un brillante futuro, probablemente becado en el extranjero. Y lo ridículo de la explicación en la absurda notita.







Señor Tomás Ligero

De mi mayor consideración:



Atento a la novela que nos enviara, destaco el argumento que ha sido tramado con suma habilidad. La pluma se luce, especialmente a partir del segundo capítulo y líneas antes del desenlace. Entiendo que la obra es valiosa y lo sería aún más, si se animara a repensar una nueva apertura y un cierre acorde al desarrollo armonioso del texto.



A la espera de su resolución, saludo a usted muy respetuosamente.





Firmado

por Editorial “El Buen Libro”

Lic. Máximo Malaespina

Gerente Comercial







*de Ana Maria Diaz Velo. anadiazvelo@hotmail.com












REFUGIO*




“He leído muchos poemas en mi vida, pero nunca había visitado uno.
Las palabras eran, las de una habitación, que me acogía”
John Berger (Gracias por el epígrafe a mi amigo T C A)



Traigo una piedra temblándome en los siglos.
Un talismán. Espacio de los santuarios de todos los azules.
De todos los arroyos. De todos los jirones de mi cuerpo.



El llegó porque si. Como llega la lluvia.
Nos encontramos en un rincón de la palabra nueva.
Venía de trenes de cemento. De vagones de moho.
Yo, iba buscando de nuevo, las acacias.
Una metamorfosis de Eva y de manzana.


Abrió la puerta. Y en esa puerta, desnuda, lo saludo.
Desnudez más casta que una niña en el páramo.
El llega, ardiendo en lejanías.
Con un vino callado. Tan callado.
Como un toro .Como una plaza. Como un niño dormido.
...Y recordamos juntos...
Antiguas osamentas .Enlutado país, en renuncia de trigo.
Inservibles monedas, de indescifrables signos.
Viejos profanados en delirio de escarcha.
Jóvenes amordazados de purgatorios tristes.
Niños muertos sobre maderas vírgenes.



...Y aquí estamos. Fundando otra vez, refugios.
Un oasis, una pared de pircas. Una barricada.
Con boca amarga, con resaca.
Desmenuzando una tristeza en migas.


Con una cruel costumbre. Una necesidad. Un hambre.
De sur, de norte. De vida.
Sobretodo, de vida.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
-San Luis- Argentina.






ALMA MÍA*


Mi alma es una casa sin hilachas de niebla.
Vigila colgada del silencio
Cerrada a los ayeres
Abierta al río de peces incesantes
Que fluye de los ojos desgastados del tiempo
Y me roba las horas detrás de los espejos
Alegría y sosiego
Que pretendo retener en mi cuenco.
Mi alma es esa casa
Con el amor en cascada
Derramando luces en la ira del mundo.



*de Teresita Morán. teresitavalcheff@yahoo.com.ar





LA FE DE LOS INCRÉDULOS*



Cuando arrecian los malos tiempos y no alcanza el placard del dormitorio para esconderse, cuando pasan esas cosas que nos desgarran la tela y despintan las paredes. En esos decisivos tiempos difíciles de expectación y desánimo, de sueño revuelto y de dolor, cuando la vida es una mesa que nos ponen con la base en el suelo y los apoyos al aire. Entonces.
Justo entonces. Justo en lo más alto o lo más bajo, en el punto justo del vértigo. Entonces hay quien enciende velas a los santos, reza a San Expedito, acude a su Pastor o simplemente ora en lo recóndito. Y encomienda su alma a su Dios, y cree en lo justo y lo destinado a cumplirse desde lo desde siempre decidido desde siempre escrito, desde lo eterno.
Y es la paz del espíritu, el aplacarse de las pasiones. Es la resignación y lo horizontal. La oración, el pedido, el agradecimiento por la prueba que encaja como una pieza necesaria en el rompecabezas de lo Eterno.
El alma puede descansar, las manos se aquietan en el regazo, un ser paternal o maternal extiende su velo sobre la criatura frágil.

Pero y qué hay de los incrédulos. Qué de aquellos que no tienen la dirección a dónde enviar sus reclamos, sus lágrimas certificadas, su carta documento de protesta e intimación.
Qué pasa con quienes en lo alto del trapecio, con las manos resbalosas, saben que en el otro trapecio no hay ninguna figura alada para recibirlos. A quién le piden clemencia. A nadie.
Es propio de la condición humana sin embargo esa cosa oscura de torcer la lógica. Y se ven arrojados los incrédulos a una maraña sospechosa de cábalas, supersticiones, costumbres propiciatorias. No encenderá una vela a un santo, pero se alegrará de que yendo al sanatorio un perro defecaba de
frente; es buena señal. No rezará a San Expedito el hombre de ciencia que no cree en fantasmas ni Espíritus Santos, pero no usará la remera roja en este día, que le resulta agorera y atracción de catástrofes indecibles. No acudirá a ningún Pastor la señora racional que mantiene que el cosmos es
caótico y casual, pero le dará una moneda a un mendigo para prevenir maldiciones soterradas.
Será que somos tan pequeños, tan efímeros, tan frágiles, que alguna magia nos hace falta para enfrentar un mundo tan adverso.
No me burlo entonces ni de los mantras ni de los rosarios, ni de los sermones ni de las procesiones. Son recordatorios de que le tenemos miedo a nuestra propia muerte y pánico a la desaparición de quienes amamos.
Si alguna fe tienen los incrédulos, no se la quiten. Que eludan las escaleras, que no se den a la traición de los gatos negros, que no pisen las juntas de las baldosas o que usen la pulserita roja en el bracito gordo del bebé. Es una oración en lo recóndito. Aunque no hubiese quien la reciba. No
burlarse, digo nuevamente, de una oración en lo recóndito.




*De Mónica Russomanno russomannomonica@hotmail.com






LA TELEFONIA CELULAR CONTRA LA POESIA*



En ese océano inapresable que es la lengua, el poeta es apenas responsable de crear algún islote a la deriva.
Desde esa estructura heredada -cuenco, matriz y por que no, causa de fuerza- el hombre que quiere unir el hilo invisible de la expresión y el sentimiento está más solo que el último naufrago. No tiene la tierra firme a la vista -escribe sin saber si la tendrá, si va a ser leído alguna vez -escribe para que el otro -ese invisible- tome esa botella que arrojó en alta mar.
¿Hasta qué punto al hacer uso de un bien social está cumpliendo su cometido, esa misión que nadie le confirió expresamente? Y, ¿hasta qué punto no hace sino expresar un sentimiento intransferible -único como hablante- con la esperanza de no serlo?
Son dos preguntas que siempre vuelvo a formularme y nunca le encuentro una respuesta.
¿Puede el mundo vivir sin la poesía? Si nos llevamos por las estadísticas editoriales y el soterrado (a veces expreso) desprecio que provoca en los ámbitos de la propia cultura yo diría que es un producto tan descartable como un envase de gaseosa, perdón, es más descartable que ese recipiente que se tira luego de usar su contenido. Da la impresión muchas veces -por no decir siempre- que pasa la mayor parte de esa producción sin ser siquiera percibida.
¿Es tan apocalíptico el panorama?
Los que practicamos de manera militante este vicio de leer poesía que otros escriben, nos hemos acercado a ella en plena adolescencia, y no importa cuál fue el motivo o el rito iniciático que lo provocó. En este acto inaugural casi nunca está presente la mediación del docente, "de lengua y literatura" -la jerga dixit- Y ya que viene a cuento me permitiré una pequeña digresión al respecto. No sin estupor leí en un libro "de texto" al uso para las escuelas que hasta hace poco llamaban "media" y ahora han sido
suplantado por siglas engorrosas para el lector y para mí.
No sin estupor sigo asombrándome al encontrar en esos palimpuestos que cubren el aguachento ámbito de la enseñanza. Digo este estupor (el más flamante) tiene que ver con una "explicación" que encontré en un libro de este tipo. Esto se refería a los engorrosos trámites que sufrió Ulises perdido por los dioses luego de la guerra de Troya y que al parecer le sucedió así de tan mal modo porque carecía de un teléfono celular. Recurso anacrónico si lo hay para esta historia. Todo hubiera sido más fácil si el
barbado rey de Itaca hubiera llamado a medianoche a Penélope y con breve enunciado de este tipo: Mi amor, dejá de tejer, que me saco de encima a Circe y voy para allá" hubiera estado todo en orden. Pero claro, el mundo hubiera sido mucho más horrible de lo que es, ya que la maravillosa poesía homérica que tantas generaciones de hombres y mujeres gozaron nos habría sido vedada.
Y ya que estamos con los griegos, me pregunto, ¿no fue acaso este pueblo el que se hizo famoso desde la antigüedad porque se formuló preguntas que el hombre tal vez nunca se las había sistemáticamente hecho antes?
¿No fue la madre de todo el genio griego la curiosidad por respondérselo todo? ¿Se puede alguien dedicar la poesía si no tiene dentro de sí la bacteria de la curiosidad carcomiéndolo? ¿Se puede escribir desde la nada? ¿Sin leer una línea de la rica tradición que nos precede?
Seguro que no. Esto ya lo sabía Quintiliano en el 36 a. de Cristo quien recomendaba leer mucho, escribir mucho y corregir mucho.
Mucha gente que escribe poesía y publica libros todavía no lo sabe.
Volviendo a la telefonía celular -formidable negocio del capitalismo finisecular- ¿nos hubiera llevado más cerca de la belleza esa práctica si la hubiese inventado "aquel infantil mundo griego" como asombrado llamó Marx aquella magnifica civilización?
No creo que la tecnología acerque a los jóvenes a la literatura. Ni el "muchachismo" docente o adulto, ni el "cancherismo" que lleva implícito un desprecio, una desvalorización del alumno o del joven.
Borges (¡cuando no!) escribió alguna vez y para siempre: "Yo quería que los alumnos evitaran la bibliografía, la critica, porque alejan de los textos".
Mi viejo decía "más claro echale agua".
Si usted lector quiere participar de alguna de las maravillas del genio humano, tome algunas de las tragedias de Sófocles, por ejemplo, (no me diga que no tiene plata para libros, eso no es una excusa, los hay baratos hoy, incluso con traducciones pasables y hasta buenas), digo tome Edipo en Colono, Edipo rey o Antígona y después que haya leído esas páginas que un hombre excepcional escribió hace más de dos millares de años le importará poco si Sófocles perdió la "civilización" porque carecería de una buena computadora para "procesar textos" , como dice la jerga actual y a veces es sólo una eufemismo para tapar la idiotez de este mundo cada vez más idiota.



*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar






Atardecer de otoño en las ventanas*



Atardecer de otoño en las ventanas.


Desconsoladas ráfagas de viento
como caricias somnolientas de la tarde.


Siempre en este minuto me hiere tu memoria
como ávida cuchilla de negro terciopelo.


Una música triste llena el ámbito
pero, ¿qué música no es monotonía
cuando añoro tus manos, tan lejanas ahora?


Atardecer de otoño en los cristales
y en el alma la flor de una nostalgia
desbocándose hacia todos los rincones.


Un trueno, unas gotas de agua,
luego la calma de la lluvia que no cae.
Sólo el otoño atardeciendo en los cristales,
coloreando en gris el horizonte
y grabando en mi pecho las huellas de tu ausencia.


*de Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es





NIÑA DE TRÉBOL*


“...Me traspasa la luz. No me conozco.
Soy apenas un soplo de la tarde....”
SUSANA MARCH



Vuelvo el rostro para mirar mis rastros.
¿Cual es el animal que me precede?
Me persigue. Me hostiga. Me vigila.
Entra la sombra y se abren los párpados.
Miro el espejo.
No reconozco la figura triangular que me observa.
Me recuerda vagamente a alguien u algo.
Quizás a las huellas de mi madre
O a los confusos vestigios de mi padre.
También a las migajas de una niña de trébol
Niña que destrenza naufragios y palomas muertas.
Habla la figura triangular Me habla.
Su código es extraño. Insólito. Peregrino.
Desciende en sed y en noche y en olvido.
Me arrodillo y me beso y me respiro.
Y me hostigo y me lloro y me persigo.


¿Qué dirán las mudas pupilas del espejo?
Sus palabras quedan detrás del naufragio de palomas muertas.




*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar
-San Luis- Argentina.





Todos van al cielo. Pero hay quienes lo hacen primero*



“Aunque no aspiro a un tan grande atrevimiento en este pueblo,
no le permito que ame mejor a una no sé qué
especie de seguridad de vivir cómodamente […]
Los hombres nacen bajo el yugo, y después,
nutridos y educados en la servidumbre, sin mirar más allá,
se contentan con vivir como han nacido,
y no piensan jamás en tener otro derecho
ni otro bien que éste que han encontrado,
y consideran como natural la situación de su nacimiento […]
Aún cuando la libertad estuviera enteramente perdida
y totalmente fuera del mundo, ellos,
imaginándola y sintiéndola en su espíritu y saboreándola aún,
consideran que la servidumbre no es nunca digna de su aprecio,
por bien que se la adorne […]” Etienne de la Boëtie (1576).



Hasta ahora nadie puede decir
Que han elevado al trono
A alguien de entre las muchas que hay.


No le han otorgado poder alguno
A alguien igual a ellas,
Y la idea de un gobierno que les rija
Ni siquiera se ha asomado por sus cabezas,
Pues comprenden perfectamente la diferencia
Entre representantes y gobernantes…


Los libros sugieren
Que son superiores a la humanidad,
Y en verdad así parece:
Su Dios
Es más bondadoso y misericordioso
Que el nuestro,
Y su Demonio
Infunde tanto temor
Que aún no hay manera para nombrarlo.


De entre ellas
Todas tienen los mismos derechos,
Y los medios para subsistir
Son de uso común para la colonia.


No necesitan democracia,
Porque ni siquiera tienen
Conflictos de intereses.


El Estado les es inútil,
Porque no tienen diferencias sociales
Ni clases económicas entre ellas…


En verdad son superiores a nosotros:
Sobrevivirían al estallido
De una bomba nuclear,
Porque ni siquiera han tenido
Necesidad de crear alguna.


La evidencia sugiere
Que no tienen prejuicios raciales,
Su avance en las ciencias
Les ha permitido comprender
La teoría de conjuntos
Y definir al infinito
Mucho mejor que nosotros.


Su arte es tan moderno,
Que no somos capaces de comprenderlo
Y los ideales de amor y libertad
Seguramente fueron
Entendidos y alcanzados
Tan rápido por ellas,
Que no hay alguna que trabaje para otra
Y ni así lo desean en lo más mínimo…
Verdaderamente son algo superior
En comparación nuestra…


Y pensar que tan sólo son cucarachas.


*de hugo ivan cruz-rosas. queztal.hi@gmail.com






CHILE LLORA (27 de febrero de 2010)*




“Una columna ciega de ceniza se tambaleaba en medio de la noche.
Yo te pregunto: he muerto? Dame la mano en esta ruptura del planeta
mientras la cicatriz del cielo morado, se hace estrella”
PABLO NERUDA



Chile me mira con sus ojos profundos y llora.
Con su mirada tierna de araucaria, de cactus, de gaviota.
Y llora, otra vez, llora.
No te vaya tan lejos, poeta a buscar el llanto.
Está aquí. Rojo llanto de ceniza y lodo.
Llora Santiago a los pies del Huelén.
Llora Michimalonco, Lautaro, Caupolicán.
Gabriela, Allende, Neftalí.
Valdivia se revuelca en su propio espanto
La tierra clama y estalla y detona su furia.
Huyen los obreros, los mineros, los niños.
Pálidas mujeres de rostros macilentos.
El guanaco y el puma. La alpaca y la vicuña.
Huye el verano y su violento olor a primavera.
Es reemplazado por el olor de muerte.
Las voces del Arauco son un grito de piedra.
Los Andes. Magníficos. Soberbios. Se desgajan.
El cobre es una antorcha ciega.
La luna un temporal de sangre.
Vuelve el caballo desbocado del miedo.
Desafila la espada del relincho.
Corta las riendas, abre catacumbas.
Se levantan y caen, mapuches y pehuenches.
Hay una congoja de adobe que estremece
En medio del Desierto, María Elena, cubre sus llagas con salitre.
Chile me mira. Y me nombra y te nombra... y espera.
Amor, hermano, polen americano. Ave Fénix.
Sube tu sol por mi garganta, rasgúñame en el pecho...
Y lloremos hermano. No ha de ser el primero.
Tampoco él último lloro... ni el último, apasionado, canto.





*de AMELIA ARELLANO. arellano.amelia@yahoo.com.ar
-SAN LUIS-ARGENTINA









EL MILAGRO*


No llevaba el otoño en la mirada,
Su sonrisa mostraba descalabros
Y al hablar, trastabillaba.
Nunca pudo escribirle la epístola perfecta.
Se pinchó y sangró al tomar aquella rosa.
No era siquiera aventurero,
Rapsoda o bailarín.
Al cantar, desafinaba.


Sólo sabía amar.


Amaba con desconsuelo de náufrago,
Imploraba una caricia
Con desolada expresión de ángel caído.
Daba amor con la entrega de los niños y los locos...


Y a pesar de todo,
O tal vez por todo eso,
Ella, por primera vez,
Amó de veras.



*de Marié Rojas.
-La Habana. Cuba.





"ROSA LUXEMBURG"*



Apuntan a ese fuego
de la paciencia
que derriba


espartaquista que no excluye
la serenidad


Apuntan a ese fuego
que despierta
desatado


a ese fuego que arma
y deriva en las luchas
que vendrán


Apuntan a esa Roja
bandera


a los tilos apuntan con genocidio
a los herrerillos con lo único que conocen
apuntan a la música


Apuntan
con inflamados militares


A ese jardín de presidio
disparan
a la cabeza


Así se mata
lo que no cesa de nacer.



*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar





LA MARCA*



“Plantarás un árbol,
escribirás un libro
y tendrás un hijo…”


Las palabras en sentencia como adagio
adquirieron la potencia del destino,
señalaron el camino con la orden
como si sólo así el ciclo culminara.
Pero en lo no dicho estaba la clave
de lo que realmente era la exigencia
para que el humano pagara el tributo
y dejara su marca sobre la tierra.
El plantar el árbol tenía su rito
impregnado en signos de leyendas antiguas:
era necesario verter sangre fresca
sobre el surco abierto como eterna cuna.
Era necesario regarlo con lágrimas
por fracasos diarios de inútil ofrenda.
Era obligatorio dedicarle horas
de amor que matara toda la maleza.
Pero aún seguían los riesgos abiertos:
faltaba el oxígeno, desidia secaba la tierra,
la mano del otro cortaba sus brotes,
veneno subía por sus venas nuevas…



Y puestos a darle palabras al libro
se abrieron heridas que ya estaban muertas,
los nidos internos vacíos yacían,
helaban sus cuencas los ríos de sangre.
El triste decir se hundía oscuro
en pozos repletos de tinieblas y angustias…
Y nos preguntamos si era necesario
dejar escrita toda esa miseria…



Y así nos volvimos al hijo pedido,
el último reto de esa exigencia…
Era más sensible que el árbol y el libro,
era más marcada toda su flaqueza…
Sólo en el vientre estaba seguro,
fuera de él quedaban abiertas sus llagas
y ya no era posible salvarlo de nada,
era carne pura echada a las fieras.
La trampa surgía ansiosa esperando:
el vicio, la peste, la hiel y la guerra,
los falsos profetas, la compra del alma,
la muerte con todas las fauces abiertas.



Y al fin preguntamos si era preciso
poner tanta angustia, crear tanta pena
por el solo hecho de dejar la marca
en nuestro andar penoso por la tierra.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar




*


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