domingo, septiembre 19, 2010

EL VIAJE CONTINÚA...




*Ilustración: Walkala. http://www.walkala.eu/




Queridos amigos de Inventiva social:


Yo no conocí a Luis Alfredo, salvo por las ilustraciones de Walkala que a veces aparecían en Inventiva.
Pero estoy seguro de haber combatido en la misma trinchera, codo con codo, sin saberlo. De haber viajado juntos en el mismo inventren por páramos que no vieron nuestros ojos, atravesando poblados que nunca conocimos, y sin embargo a bordo de esta hermosa utopía, compartiendo estaciones, bosques, itinerarios.
Tal vez, en una de esas, nos hayamos cruzado en uno de esos puentes que él trazaba, o desde uno de ellos hayamos contemplado el mismo río, o ríos diferentes, que son un solo río indivisible.
Ahora somos uno menos, pero el viaje continúa. Y la mejor manera, el recuerdo más alto, es seguir combatiendo, seguir en el trayecto abanderando músicas, colores y palabras.
En nombre de Walkala.

Un saludo.


*Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es







EMPECINADAMENTE AZUL*


“Nada puede decir la luz de quienes se amaron entre esas paredes”
CARLOS ROLANDO SÁNCHEZ


Te escribo con azul porque el azul es el color de mi huerto.
Quiero contarte de mis áureas paredes.
Donde termina el mar
Allí comienzan las colinas del regreso.
He desayunado, corolarios infancia.
La muñeca de palo, gozosa.
Lee ojos de carbón amargo
El viento quebró los últimos geranios del verano.
Se han marchado, gnomos y duendes.
Los retamos de enero, son los únicos que se niegan a partir.
Se ha marchado el baúl de la abuela.
Oh, el baúl de la abuela.
Dónde esconderé mis miedos, me pregunto.
El molino esta quieto, la brújula partida y la silla rota.
Las palomitas de maíz no han brotado.
Caperucita, se ha comido el cordero disfrazado de lobo
A Pinocho no le crece la nariz, aunque mienta.
La madrastra de la cenicienta tiene micro hornos.
El sapo no es príncipe, ni el príncipe es el sapo.
Blanca Nieves mide 90-60-90.
A los cinco chanchitos los venden en la feria.
El pan es pan y el vino, vino.
Las fábulas se escriben en los Diarios.
Las novelas son alimentos cotidianos.
Nuevo milenio.
Mides lo que vales.
Llegar a la cima vale diez mil pesos.
Una ¿Jefa? de hogar vale ocho cientos.
Te escribo con azul empecinado.
Empecinadamente azul, huerto gramilla cielo.
Amarillos retamos, baúl, silla, muñeca de madera.
Dignidad . Decencia.
Esperen. Espérenme.
Espérenme en azul.
Quizás aun sea posible, el regreso.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar







LA NOVIA DEL FLAUTISTA*



Para Darío Rodríguez, y para sus felices padres.


Escuchemos nuestras intuiciones y no dejemos que nuestros miedos influyan en los murmullos de nuestro corazón.
Vivamos la libertad de amar sin reprimirnos, sin reservas, sin condiciones.

Solo el amor es real
Brian Weiss


Cada tarde, al regreso del trabajo, desvío mis pasos para ir a escuchar al Flautista. Su aspecto es francamente desagradable, dirían algunos, pero su música es maravillosa, perfecta, evocadora de tiempos anteriores a las partituras y los teatros llenos, cuando el concierto se completaba, como ahora, con el sonido de pasos que se aquietan al acercarse, el trino de las aves, la caída del agua en la fuente y el rumor de las hojas al ser movidas por el viento.

Nadie sabe cómo se llama, sencillamente lo nombramos el Flautista. Apareció un día en el parque, con su sombrero ancho que voltea boca arriba cuando se pone a tocar, ocultando sus cabellos claros, desmañados, atados con cinta negra, la misma ropa harapienta que en un tiempo pudo haber sido elegante, y su flauta, brillante, cuidada, como nueva.

No pide nada a cambio de sus notas, pero los pasantes le van dejando pequeñas dádivas con las que completa el día, a veces un niño deja caer un caramelo, un día vi a una anciana colocar una flor... En esa ocasión dejó de tocar, tomó el regalo y se lo colocó en un ojal.

Es joven, pero nadie parece reclamarlo en hogar alguno, no sabemos siquiera donde pasa las tormentas. Las noches cálidas pertenecen a los bancos del parque.

Hoy lo encuentro sentado, en silencio, contemplando el final de la calle. Estoy demasiado apegada a mis costumbres, me detengo en el sitio de siempre y lo contemplo, como esperando que tome su flauta y comience a regalarme sus sonidos.

- Hoy no hay concierto – me dice.
- Eso no está bien – le respondo -, si me conocieras, me entenderías. Sin la música no podré conciliar el sueño.
- Si no puedes dormir, ven por la noche a visitarme, te voy a presentar a mi novia.
- ¿Tú, con una novia? – sonrío.
- Claro, ¿por qué no? Hoy viene a verme... por eso no hay concierto, tengo que preparar el alma para esperarla.

Regresó a su mutismo, la mirada perdida.

Sabiendo que no había manera humana de sacarle más palabras, regresé a mi casa... Era cierto lo que le había dicho, tan habituada estaba a aquella melodía que hablaba de dioses antiguos, de bosques, de danzas a la luz de los astros, que el sueño se negaba a visitarme.

Entrada la oscuridad volví sobre mis pasos. Era una hermosa noche de verano, tibia y algo nostálgica, algunas nubes cubrían el cielo. El Flautista estaba nervioso; a pesar de que apenas se movía, se le notaba una suerte de vibración interior.

- Espera, ya viene – me dijo haciéndome ademán de guardar silencio.

Me senté a su lado... Pasado un rato, me miró.

- Hoy es la cita.
- ¿La conoces hace mucho tiempo?
- Desde siempre...
- Tal vez deberías llamarla con tu flauta.

Dócil como un niño, extrajo el instrumento y comenzó a tocar. Ahora la sinfonía se antojaba distinta, sin pasos, sin aves, apenas con la brisa que comenzaba a agitarse a nuestro alrededor. Las notas hablaban de amores imposibles, de amores que marchan y no vuelven, de amores que regresan demasiado tarde, de amores que se pierden en brazos de la muerte… Los ojos, involuntariamente, se me cerraban.

- Despierta, ¡ha llegado! – la voz me sacó de los umbrales del sueño...

Aturdida aún, lo contemplé, se hallaba en verdadero estado de agitación.

- ¡Vamos, para que la conozcas!

Debo estar más loca que él, pensé, dejándome tomar de la mano y corriendo hacia el centro del parque, donde estaba la fuente.

- ¡Asómate, asómate! – me decía, saltando alegre a mi alrededor.

La luna llena, pálida damisela nocturna, brillaba en el agua. Miré arriba y noté que el cielo se había despejado; la brisa había hecho huir a las nubes.

- Ahora déjanos solos – me dijo el Flautista, en tono implorante -, pero ven mañana al concierto... ¡No cuentes a nadie lo que has visto!



*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.





*


Practicó infinidad de veces. Y lo logró. Se trasladaba en el espacio con sólo pensarlo. Pensaba: Ascochinga y ya estaba caminando en una de las calles de las serranías cordobesas. Pensaba: Niágara y estaba contemplando las cataratas.
Lo que no había desarrollado era la clarividencia. Esa tarde pensó: Luna. El aerolito, diminuto pero contundente, fue certero.



*de cacho agú. oscarcachoagu@yahoo.com.ar







OFICIO DE ESCRIBA*



Oficio de miradora, el mío, que
vislumbra las luces
en el haz infinito de todas las auroras…
trepa por los bordes…
incauta, todavía inocente
persiguiendo no sé qué
buscando la verdad en el
trazo del pincel…

O en aquella imagen del rostro.

Oficio de escriba , el mío, que
relata desmenuza increpa acusa
la infinitud del paisaje…

Atravesando las latitudes
que ellos me permiten…
Trepando a las cabezas
Perfilando sus costados ojos manos…
Cuerpos desatando cuellos rostros de afilados cuencos…

De los artistas voy recorriendo
La inmensidad del espacio…
La existencia en todos los mundos:

Fotos de contraluz, esculturas de metales,
Espacios con extrañas y míticas cerámicas…
Algunos me aquietan con su música…
Cual pájaros de libertades multiplicadas…
El canto vivo de la voz y de la guitarra…
Me dan alas para seguir respirando el día que sigue
Al día que después vendrá...

Oficio de testigo enlazada con los versos
La mañana del día que acuna
Toda la terrible soledad de los hombres…



*de Mónica Laurencena Berraz. monilaurencena@hotmail.com






"Soy una persona que se mete en líos"*

La escritora italiana habla de su novela La imperfección del amor , donde narra la historia y las vicisitudes de tres hermanas



*Por Mónica Herrero
Para LA NACION - Buenos Aires, 2010


"A cada uno de nosotros, la vida, al pasar, nos va dejando situaciones, heridas, nudos... Situaciones negativas que se nos acumulan y para liberarnos de ellas, tenemos que sufrir un proceso doloroso, atroz. De hecho, aquellos que hayan sufrido de cálculos renales saben perfectamente el dolor que se siente al expulsarlos. Esas piedras metafóricas son las que llevamos dentro y tenemos que echarlas porque, en caso contrario, el dolor se quedaría ahí. Hay que liberarlo." Estas palabras de Milena Agus de alguna manera sintetizan el espíritu de sus novelas. Hija de padres sardos, nacida en Génova, vive y escribe en Cagliari, Cerdeña, donde además trabaja como profesora. Su carrera literaria comenzó de una manera soñada. Luego de leer una entrevista en que Ginevra Bompiani, editora de la casa italiana Nottetempo, declaraba que iba a comenzar a publicar novelas cortas de lectura rápida y de temática amorosa, Agus le envió el original de La mujer en la luna y se olvidó del asunto. Varios meses más tarde, recibió un llamado telefónico de la editora, que le ofrecía contratar la obra. De allí en más, se convirtió en un éxito de ventas y de crítica dentro y fuera de Italia.
Agus ha sabido consolidarse como una narradora inteligente, sensible y conocedora del corazón y las razones femeninas. Sus novelas, ambientadas en la ciudad de Cagliari, contienen siempre una referencia histórica que sirve para dar sentido a la trama. Sus protagonistas son mujeres excepcionales para su entorno y su época, quizás un poco extrañas, pero a la vez tan mágicas que pueden hacer de su vida algo diferente de lo esperable porque consiguen superar las adversidades y todo lo que las aleje de la felicidad. Luego de La mujer en la luna y El mejor de los mundos posibles , Edhasa acaba de publicar en la Argentina La imperfección del amor , la historia de tres hermanas que pertenecen a una familia venida a menos económicamente. Entre ellas, se destaca la hermana del medio, más conocida como "la condesa de ricota", quien a pesar de su torpeza y aparente ingenuidad logra dotar de belleza y armonía un universo en el que muchas veces todo les es adverso. La imperfección del amor retoma los temas que caracterizan la narrativa de Agus: la búsqueda del amor, el lugar de la fantasía y la imaginación en la vida de las personas, la sabiduría de saber aprovechar lo que la vida ofrece a cada momento.
-En sus novelas, el universo femenino es el verdadero protagonista. ¿De dónde proviene ese interés temático?
-Viene del hecho de que el universo femenino es lo que mejor conozco. El modo de lo masculino, también amado y vecino, me resulta misterioso. En La imperfección del amor , el vecino, en el fondo, permanece del otro lado del muro, que al final la condesa traspasa, aunque a escondidas.
-El personaje de la condesa tiene características comunes con los otros personajes femeninos de sus novelas. ¿Se inspiró en algún modelo de la vida real para la composición de este personaje?
-Desgraciadamente, me inspiré en mí misma. Soy una persona torpe, que se mete en líos, siempre al borde del precipicio o en alta mar, pero que al final sale adelante debido a una confusa pero increíble confianza en las cosas.
-La imperfección del amor parece defender el valor de la familia como refugio espiritual y afectivo. En esta novela, las tres hermanas, aunque muy diferentes entre sí, se ayudan mucho. ¿Cómo la familia puede hacer que alcancemos lo que buscamos sin convertirse en un obstáculo para la felicidad individual?
-Mi ideal no es una familia por la fuerza de la ley, sino un núcleo que puede formarse como se quiera y que se regula, sin embargo, sobre la base de afectos auténticos y sólidos. Si llegan a faltar, está bien que la familia se elija e incluso que se reorganice de otras formas, también inusuales. Para mí, la familia es importantísima y bellísima, aunque extraña. Es regresar a casa...
-El amor y el desamor son las preocupaciones centrales de esta novela. Aunque todas las protagonistas tengan experiencias diferentes frente al amor y muchas de ellas sean negativas, ¿por qué no nos queda una sensación pesimista después de haberla leído?
-Porque, en realidad, la moral de la historia es "saber contentarse", pero ese saber contentarse es una especie de idea feliz. Por lo menos, yo lo escribí sintiendo así. Es más, lo escribí para convencerme de que así está bien.
-Cagliari está siempre presente en sus novelas. La elección de esta ciudad, y de Cerdeña en general, como lugar de su narrativa, ¿obedece a alguna razón en especial? ¿Cuál es su importancia en el desarrollo de la historia y en la construcción de los personajes?
-Soy hija de padres sardos emigrados a la península, a lo que nosotros llamamos el continente. Durante mi infancia, en familia, Cerdeña y Cagliari nos parecían míticos. Cuando yo tenía nueve años, regresamos a Cerdeña, pero yo ya me había acostumbrado a los cuentos de mi madre, sobre todo, a la idea de un paraíso terrestre y esa idea me debe de haber quedado dentro. No podría vivir ni escribir en otro lugar.
-En sus novelas todos los finales tienen un elemento inesperado. ¿Es consciente de ello cuando los escribe?
-Me gusta escribir finales sorpresivos. Confío siempre en algún golpe de escena, sobre todo si son tristes. En el fondo, quien escribe una historia tiene un poder absoluto, si hace suceder cosas plausibles. Estos finales son para mí una enorme satisfacción, porque aunque inventados, pueden darse también en la realidad.
-Usted ha dicho que no podemos escapar del tiempo que nos ha tocado vivir. ¿Cómo se confirma esto en La imperfección del amor?
-Los modos de escapar del propio tiempo son, por ejemplo, hacer como la condesa: ir contra la corriente, como si viviera en un mundo con códigos diferentes de los de su tiempo.
-¿Cuál es el sentido del epígrafe de El sendero de los nidos de araña de Italo Calvino al comienzo de la novela?
-El significado de la historia, la moral -digamos-, es la del epígrafe: las cosas no son feas o bellas en sí, sino que eso depende de cómo las veamos. Quizás esas maravillosas luciérnagas pueden convertirse en insectos horribles, pero vistas desde una cierta distancia son hermosas.


© MÓNICA HERRERO

*Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1304915







SAHÉL BOTUMANA*


Batoumambé
A Batoumambé wi koro Batoumambé
Ma bien aimeé siréne.
-Habib Koité-


Mujer, que cuando te desnudas eres como una fosa
de misterios que se revela al tacto.
Yo te vi amaestrar estrellas con tu boca,
apacentar el desierto en sus días de furia,
¿Por qué no vienes
a morir a mí con el anochecer?
¿Por qué no dejas que tus brazos de fuego
vuelvan cenizas este deseo que me consume?
Mujer, que cuando duermes,
duerme contigo todo cuanto existe,
que cuando besas perfuma la tristeza
más soez y vengadora. Mujer, no me niegues más
la entrada a lo profundo de tu delta...


*De Daniel Montoly. danielmontoly@yahoo.es








Textos inconvenientes*




*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com



Nubes sin paz que ebrias cruzan
¡Hombre, no va a volver enseguida a su casa! Nadie lo espera. Es decir, hay alguien que le controla el horario, pero que en verdad no lo espera. No confunda las cosas. Tiene tiempo para beber conmigo otro vaso de ron. Le hará bien. Vamos, no se niegue, es la hora de mi aperitivo, antes de mi segundo vaso de ron. Hay un bar parecido al que está cerca del cementerio, se sentirá como en su casa. Además, se venden también coronas. Podría llevarle una de regalo a. Beba conmigo y no se mortifique más, caramba. Si se pensara en todas las desdichas del mundo no se podría llorar más. ¡Y hay que vivir! ¿Se da cuenta? Vivir hasta que de pronto quien nos controla el horario por accidente tenga la suficiente inspiración para hacernos morir electrocutados en la bañera, o bien, tener la compasión de sazonar la comida del delivery con raticida. Una vez muertos, ¡le aliviaríamos, a quien controla, tanta preocupación horaria! Y nosotros, a su vez, nos demoraríamos para siempre. ¿Vio? Todo tiene su lado bueno, ¡y es el lado bueno el que hay que tener presente!


Sombra sumergida en mil sombras
Cuando le quitaron la venda de los ojos, se encontró rodeado por un grupo de mujeres de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar que le pareció hecho a su medida. Por fin descansaría de sí mismo.
Tantos años tratando de comprenderlas le habían conferido un mediano dominio de la psiquis femínea, por lo que intentó una despedida cordial que fue mal entendida. Entonces floreció en él una idea digna de su talento y su cultura: "¿quiénes son ustedes que juzgan al hombre ajeno que sólo para su señora está en pie o cae?" Una de ellas lo empujó brutalmente al grito de "¡yo soy tu señora!" El condenado tuvo un instantáneo pavor. Le pareció que el pecho se le rompía de angustia, pero otra vez se equivocó: el corazón enterito pasaba de mano en mano chorreando su sangre vehemente.
Azorado por el frío que desde el pecho rajado lo helaba por dentro, escuchaba a una mujer que hablaba con la voz de otra mujer: "ahora él se murió", decía. "Se murió pero porque se tenía que morir". "Sí, sí, fijémonos en eso, y nos evitaremos la náusea", repetían las demás. Fue entonces cuando el hombre descubrió en manos de quién estaba: esas no eran las típicas frases de las culonas sino de las meras portadoras de caderas anchas, y cómo éstas sólo existen en el territorio de las pesadillas, el hombre despertó a salvo.


A favor de los ahogados
De regreso a su casa, él parece un hombre del cielo, de la ciudad y otros pretextos. Pero es un sátiro de su propia soledad que se conjura a solas.
Busca en el catálogo de ángeles un stripper macho que, como símbolo concreto del color, le ponga la mente en blanco.
Sólo cuando deja de ser un subterfugio marital y se extiende furioso sobre una viril inclinación en cuatro patas, cierna el oprobio y despliega desesperadamente un ala.


Corazón mortaja
La mujer con rabo de ángel quemado cada noche cuelga la piel de lobo en el ropero, y respira un aliento de fantasma. La danza fría de la noche conyugal comienza con la carne impermeable a cualquier fantasía. A esta altura de la vida y de la muerte sabe que hay cuerpos amnésicos. Cuerpos incapacitados de
estremecerse ante la voz de Martirio. Cuerpos que ya se han absuelto para siempre. Pero la mujer con rabo de ángel, que tiene un cuerpo culpable de estar vivo y de estar muerto, opta por la autocompasión clandestina que, por ser mujer, no deja huellas amarillas en la cama.


La música
"No puedo olvidarte", dice el pensador sin cabeza y la inolvidable, bajo la parda niebla de un amanecer o sobre la vereda, exhala suspiros infrecuentes y breves, escucha la voz desde el pequeño teléfono, con la vista fija en los pies, mientras los olvidos pugnan en vano por dominar la música fabulosa del recuerdo.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-25382-2010-09-18.html







MALDICIÓN DESDE ORIENTE*



“Un antiguo mapa que nos empuja a la emboscada”
CARLOS SÁEZ



Es una lengua
Que viene desde lejos
Desde el Nilo, el Eúfrates o el Tigris .
Es una lengua oscura, vieja, gutural
Lengua de vieja oscura.
Ineludible daga.
Me parte en tres esquirlas.
Una de sangre blanca.
Otra de sal carmín.
Otra de ébano.
Se enreda como lagarto rosa negro.
Me aprieta
Dedos secos y torpes.
Me amordaza.
Estrepitoso grito.
Viene desde un lugar arcano
No hay soles ni caballos verdes.
Pasionaria violenta .Lengua arista de plata.
Despoja mi materia de forma.
Solo queda.
Emboscada figura.
A merced de la sombra y la luz.
Mapa blanco y negro. Sal y sangre
Mi cuerpo.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





Correo:


*

Aurora Boreal la revista para los amantes del español de septiembre 2010 esta disponible...

www.auroraboreal.net

Feliz lectura.

*AURORA BOREAL. info@auroraboreal.dk




*


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ELÍAS ROMERO. / KM. 38. / MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.

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ISIDRO CASANOVA. / JUSTO VILLEGAS. / JOSÉ INGENIEROS.

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