*Dibujo de Erika Kuhn.
Fugaces
reencuentros*
Nostálgicas
presencias
que a veces sin
ser convocadas
vienen a turbar
la muerta rutina.
Son como
instantáneas.
Aparecen de
pronto ante nosotros
tras la cortina
gris de una tormenta
al otro lado de
un voraz incendio
en la fila del
hipermercado
o allende los
cristales de un acuario.
Y tratamos de
asir desesperadamente
la esencia del
recuerdo que despiertan,
el reflejo
sutil de la memoria.
Más al abrir
los ojos
el paisaje ha
cambiado.
Nada es ya lo
que fue.
Las queridas
presencias
se alejan como
sombras hacia otros territorios
en los que
acaso sea posible la palabra.
Más tarde,
entre las sábanas,
seguiremos
buscando la llave del enigma.
Pero el pasado
no vuelve para nadie.
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
COMO UN SOPLO HACE…
Esa calle*
Yo conocí una
calle que está en cualquier lugar
Una calle que
da al mar,
a la caída del
sol, al incendio
una calle que
termina en jardín
un jardín que
se abre
una calle que
se pierde en la selva
una calle que
linda con el grito
con animales de
seda innumerables
con barcos que
se mueven en la luz
y ceremonias
que matan el desierto
Decir yo he
conocido
Es decir la
presiento.
Esa calle me
espera
Desnuda de
carteles
alguna vez
voy a
reconocerla
*
Y si la vida me
lleva
hacia otro
lugar
tal vez el
mundo
ya no me
parezca un punto
en el universo
*De Marcela Lokdos. lokdos1@yahoo.com.ar
CUADRATURA DEL
VIENTO*
Mujer. Dársena
y sangre.
Verbo
resquebrajado.
Sándalo. Densa
madera. Bosque quieto....
Tan oscuros y
claros, sus pechos.
Tan pródigos.
Tan plenos. Tan aire.
Cuadratura del
viento.
Un laúd. Una
corchea. Un silencio.
Clavija.
Traste. Diapasón de ébano.
La caja de
resonancia es su pecho núbil.
La cuerda es un
puente que une garganta y boca.
Las tripas se
retuercen y el hambre.
Su mano derecha
acaricia el mástil.
Rasguña con su
derecha sus costillas.
Dentro, muy
dentro, antiquísimos rostros.
Oscuro
jeroglífico .Paraísos terrestres.
Hacer el amor
solo con la mirada.
Y tu rostro y
el mío.
Uno.
Mientras el
hacha corta el corazón del árbol.
Urgiendo, las
raíces del agua, fluyen.
Fluyen, las
raíces del agua.
QUERIDO SAN
ANTONIO*
1920, Argentina
Capilla de San Antonio de Padua.
Es el santo patrono de mujeres
estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros. Se le invoca por
los objetos perdidos y sobre todo, para pedir un buen esposo. Es
verdaderamente extraordinaria su intercesión. León XIII lo llamó "el santo
de todo el mundo", porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.
Personajes
Filumena, 25 años. De oscuro, con
sombrerito.
Pina, 38/40 años. Enlutada, con
mantilla que le cubre el rostro.
Eliseo, 45 años.
Escena única
Pina está arrodillada rezando.
Entra Filumena. Parece que se va
a sentar pero se agacha y busca.
Filumena (ofuscada): Ah,
¡la santa madona!
Pina se da vuelta.
Filumena: Perdí ayer el
escapulario... justo aquí, aquí... Una maldición; mire que perderlo aquí...
Pina: ¿Cómo era?
Filumena: ¡Estaba bendecido por
el Papa! Era de plata y adentro estaba la estampa del santo con la aureola con
brillitos...
Pina (se lo da de entre sus
ropas): Es éste?
Filumena: ¡Dios bendito!
Pina: Lo encontré ayer. Antes
del ángelus. Acá mismo entre las tablas.
Filumena (al escapulario):
¿Estás enojado conmigo? ¿Es eso? Decime, Antonio... Está enojado conmigo,
¿sabe? Hoy le pongo un cirio completo a arder a ver si se le pasa. Tiene mucho
mal humor. A usted le cumple?
Pina se encoge de hombros.
Filumena: Es la vida, ¿qué se le
va a hacer? Usted viene siempre.
Pina: Sí. Usted también.
Filumena: Siempre que puedo. Me
siento, cierro los ojos y pienso en el hombre soñado. Me viene una visión del
que quiero de marido. Nada de príncipe de cuento, ninguna estupidez. Un hombre
hecho y derecho, que sepa mandar, que... Cuando lo tengo bien en la cabeza,
entonces le digo: Antonio, ya lo tengo. Quiero que me des uno así. Dame el de
mi visión.
Pina: ¿Y?
Filumena: Hace unos días me
mandó al cadete del mercadito. Es buen muchacho, pero es rengo. Es rengo. Vine
toda furiosa y le dije: Estás sordo, Antonio? Qué quieres, que baile la polca
con este tullido? Y se enojó; es mentira los que dicen que es un santo
paciente. No tiene ni pizca de paciencia; ahí nomás montó en cólera y empecé a
perder cosas: aquí el escapulario, en la casa perdí el costurero y por la
calle, creo, se me cayeron dos hebillas que eran recuerdo de Siracusa.
Pina: Es un santo poderoso.
Filumena (bajo): Estuve
pensando en rezarle a Santo Domingo.
Pina: ¡¡Oh!!
Filumena: No es traición. Es...
yo soy de esprit ouvert.
Pina: Es una congregación?
Filumena: ¿Qué?
Pina: Éprit.
Filumena: No, no. Es una
expresión francesa. Quiere decir que creo en cualquier cosa siempre que me
cumpla.
Pina: Claro.
Filumena: Un amor verdadero, ya
no pido. Le confío: no lo pido porque tengo miedo que el santo me haga una de
las suyas. Es capaz de mandarme a don Godofredo, el criador de palomas. Tiene
como 90 años y huele a pluma desde lejos.
Pina (ríe): Yo pido
porque vuelva mi marido.
Filumena: La abandonó?
Pina: Se fue a la guerra. Él es
un patriota. Eso dice él. Se fue a pelear por la Italia y todavía no volvió. La
guerra se terminó y él no vuelve...
Filumena: No se ponga mal. A lo
mejor no es que se olvidó de usted sino que se murió. En la guerra muere mucha
gente. Sin ir más lejos, mis primos de allá se murieron porque les pasó un
tanque por encima. Mire que le decían: Ojo que no es de juguete, aléjense del
tanque. Pero mi tía los crió así: soberbios y que no hacen caso. Y el tanque
los aplastó.
Pina: Es horrible.
Filumena: La guerra es una cosa
espantosa. ¿Cuánto hace que no lo ve?
Pina: Dos años. Se fue en el
’18.
Filumena: Ah, no peleó nada. En
el ’19 se acabó.
Pina: Le dieron una medalla.
Filumena: Cómo lo sabe?
Pina: Me lo puso en una carta.
Al principio me escribía... después...
Filumena: A lo mejor es que no
hay papel en Europa. Usted imagine ¿quién va a fabricar papel durante una
guerra? Las fábricas hacen balas, hacen cañones... Del papel no se preocupan.
Pina: Claro. Debe ser como usted
dice.
Filumena: Qué?
Pina: Que no hay papel para
escribir más cartas.
Filumena: Usted lo cree?
Pina: Sí.
Filumena: ¡Pero está loca, cómo
no va a haber papel!
Pina: Pero recién me dijo...
Filumena: Le dije por decir. Qué?
Me va a creer todo lo que le digo? Le digo Váyase y tírese al río y usted se
tira? Qué clase de mujer es? No piensa en sus chiquitos?
Pina: Pienso en ellos, pienso.
Pero una vida sin padre... (transición). ¿Cómo sabe que tengo hijos?
Filumena: La ví. La ví un día en
la puerta de la Iglesia, que el padre Loreto le alcanzaba una nenita muy mona.
Seguro que hace el catecismo.
Pina: Amanda, sí. Ya tiene 9
años. Este toma la comunión.
Filumena: Pobrecita, sola sin su
papá.
Pina: No me haga poner triste.
Filumena: Usted viene y pide que
le devuelvan el marido?
Pina: Sí; San Antonio es
poderoso.
Filumena: Hace muy mal. Pierde
el tiempo. Mire si se lo manda todo tullido, sin brazos, sin piernas, que al
final sea una carga para usted? Para tener una boca más que alimentar, mejor
vaya a la fábrica de fósforos que están buscando operarias, y con el jornal se
arregla usted y la nenita.
Pina: Yo lo quiero a Eliseo.
Filumena: Pero no. Mire, razone.
Le conviene pedir un marido nuevo.
Pina: Nuevo?
Filumena: Flamante.
Pina: Pero y si no soy viuda?
Voy a estar en pecado. Me voy a convertir en una bígama. Si me muero en ese
estado me voy al infierno.
Filumena: ¿Y quién se entera?
Mientras tanto, tiene marido.
Pina: Yo no sé, yo no sé. Usted
habla así porque es joven.
Filumena: Veintitrés abriles.
Pina: Linda edad.
Filumena: Qué loca. Voy a
cumplir treinta. Pero no se me nota, eh. Usted se cree todo. Me presento:
Filumena Salvi. Piacere.
Pina: Giuseppina Papalardo, un
gusto.
Filumena: Qué manos frías.
Pina: Es la capilla, el aire
santo.
Filumena: Manos frías, amor de
un día. Póngase crema de ordeñe y frótese las palmas con lana. Eso las mantiene
calientes todo el día. Le digo yo que tejo para afuera. Tóqueme la mano, toque,
toque. Con confianza. Vé que suaves? Crema, nata. Si las tengo ásperas hago
bolitas en el tejido y los señores me arman la de Dios es Cristo. Unos
sinvergüenzas, se abusan de mí. Trabajo como una esclava, pero ellos no están
conformes; ellos abusan de mí.
Pina: Mi marido tenía ideas
anarquistas. Rebeldes. Él decía que a los patrones tiranos hay que ponerle una
bomba en la casa.
Filumena: ¿Y por qué?
Pina: Para castigarlos, para que
paguen al obrero.
Filumena: ¿Y después a quién le
tejo? Su marido me iba a dar trabajo? Seguro que era un muerto de hambre.
Excuse si la ofendo; son pensamientos que me vienen.
Pina: Era un buen hombre.
Filumena: Si usted lo dice.
Pina: Yo lo quiero.
Filumena: Lo dice con una
resignación que más vale pegarse un tiro que querer así. El amor es para estar
alegre como unas pascuas.
Pina (lloriqueando): Pero
es que a él no lo tengo más... tengo solo a mi hijita...
Filumena: No llore, no llore que
no lo puedo soportar.
Pina: Es que estoy muy triste.
Apenas si tenemos pan para hoy y...
Filumena (le entrega el
escapulario): Ay, qué rabia me da cuando veo llorar una mujer. Tome, tome y
véndalo. Hay un Monte de Piedad acá a dos cuadras, se lo lleva. Algo le va a
dar...
Pina: Gracias, gracias. Pero
aquí está su santo, del que usted es tan devota...
Filumena: Ese verdugo? Todos
deformados me envía. ¡Un hombre como la gente, Antonio, quiero! Uno con las
botas bien puestas. Aunque con este calor si tiene botas puestas debe ser un
loco de la guerra. ¿Qué le pasa? ¿Sigue llorando?
Pina: Estoy apenada. Le quité su
medallita y...
Filumena: No se ponga en mártir,
¿quiere? Yo se la dí, vaya y véndala. Salga de mi vista, señora.
Pina sale.
Filumena se aplica a encenderle
un cirio al santo y murmura una oración.
Filumena: Está bien. La vanidad
es un pecado y he pecado. Pero el cadete, no. Los viejos tampoco. Buena figura
y que tenga todos los dientes. Trabaje poco o mucho, yo me encargo: o paro la
olla o le doy de escobazos por el lomo. Y aparte...
Entra Eliseo encapotado. Filumena se calla o susurra
inaudible.
Eliseo se sienta en la última
fila. Luego se corre, se pasa detrás de ella. Al cabo de unos momentos, le toca
el hombro. Filumena se sobresalta.
Filumena: ¿Qué quiere?
Eliseo: ...
Filumena: ¿Qué pasa? Hable. Me
molesta, ¿no ve que estoy ocupada con mis oraciones? Usted es un hereje.
Filumena se vuelve y sigue
rezando.
Eliseo vuelve a tocarla.
Filumena: ¡Otro sacrilegio! ¿Qué
quiere? Hable, ¿es mudo? Ah, si es mudo ya sé quién me lo manda! (A S.A.)
No te eches atrás nunca, eh. ¿Quién te canonizó a vos? Estás lleno de maldad. (A
los gritos) Hable o calle para siempre. ¿Qué quiere?
Eliseo (carraspeando, con
mucha dificultad): Vio salir una mujer de acá?
Filumena: Qué mujer?, qué dice?
Eliseo: Una con la mantilla que
le cubría el rostro.
Filumena: No. No vi a ninguna.
Eliseo: Una con el rostro
tapado...
Filumena: Qué pasa? Son de una
sociedad masónica? Usted con ese capote y ella con la mantilla? Se ponen
antifaces como los villanos?
Eliseo descubre el rostro. Es un
hombre hermoso, resplandeciente, con una cicatriz muy notoria en la cara.
Filumena: Ah!
Eliseo: No me mire así.
Filumena: No es por horror. Pero
es horrorosa la cicatriz.
Eliseo: Me la hice en la guerra.
Filumena: Qué guerra?
Eliseo: Me la hice porque me caí
y me dí con el pescante del carro del lechero.
Filumena: Estaba borracho.
Eliseo: Llovía a cántaros.
Filumena: Tápese mejor.
Eliseo: Me rebanó la cabeza.
Estuve en el hospital un tiempo largo, largo. Ahí me zurcieron y me dieron unas
medicinas especiales para la sutura. Yo había olvidado todo, todo.
Filumena: las deudas.
Eliseo: Las deudas también. Pero
resulta que un día, cuando ya salí del hospital, se me acerca un caballero que
dice ser el dueño de un almacén.
Filumena: Un acreedor.
Eliseo: Déjeme hablar. Me dice:
Cómo está tu mujer, Eliseo? Yo no le contesto. Pero no por maleducado, no. No
le contesto porque yo no sabía que me llamaba
Eliseo. Se me había olvidado el
nombre. En el hospital me llamaban Jenaro.
Filumena: Jenaro, eh.
Eliseo: Déjeme terminar. Jenaro,
qui. Jenaro, lá. Como no tenía dónde ir hacía arreglitos en el hospital...
componía los caños rotos, pintaba las paredes; a la sala de los locos sifilíticos
la pinté de amarillo clarito, para descansar la vista...
Filumena: Mire, no tengo todo el
día. Apure el cuento.
Eliseo: Le estoy tan agradecido
que me escuche. No tengo con quién descargar el corazón. De verdad que yo
aprecio su buena voluntad hacia mi persona...
Filumena: Habla o no habla?
Eliseo: Espere. Sí. Usted me
confunde con otro, le digo al caballero. Pero el caballero dice: Má, cómo voy a
confundirte si yo fui el padrino de tu casamiento con la
Pina? Yo fui al bautizo de tu
única hija. Ah, la Madona! Me quise morir en ese momento, que un rayo baje del
cielo y me parta, que la tierra me trague... ¡Yo estaba de novio con la
enfermera de noche, la señorita María Valdivieso! ¿Qué voy a hacer yo? ¿Qué voy
a hacer? No le creí nada al caballero, pero él insistió y me dio las señas.
Dice que la que era mi mujer viene a rezar acá todos los días. Se arrodilla y
llora; es devota de San Antonio. Le pide al santo que le devuelva el marido.
Filumena: Hay que creer en los
milagros, eh.
Eliseo: ¿Qué me dice usted? La
conoce?
Filumena: Usted no se acuerda
nada, nada de ella?
Eliseo: No.
Filumena: Si era rubia, de
cabello oscuro, si era escrofulosa, o con el labio partido...?
Eliseo: Nada, nada.
Filumena: Hay que tener fé,
Eliseo.
Eliseo: ...
Filumena: Esa mujer soy yo. Tu
Giuseppina Papalardo.
Eliseo cae sentado de la
impresión.
Eliseo: No puedo creerlo.
Filumena: Es tu buena estrella,
Eliseo. Agradece a ella y al santo. Vení, recemos a San Antonio.
Eliseo: Dónde está mi hija? Mi
hija querida, la que dicen que yo tenía.
Filumena: La mandé a Italia.
Allá va a un colegio de monjas que la educan muy bien. Te envía sus saludos.
Eliseo: ¡Ella, ella! Cómo se
llamaba?
Filumena: ¡Qué importa! Hablemos
de nosotros.
Eliseo: No es posible,
Giuseppina. Yo estoy por casarme con la enfermera Valdivieso.
Filumena: Y cómo será eso,
Eliseo? Si estás casado conmigo. Cómo va a venir esta... esta señorita
pinchaculos a querer ser tu esposa?
Eliseo: Ella, ella es toda mi
fortuna...
Filumena: Bueno, bueno. Pintando
paredes en el loquero muy rico no te habrás hecho.
Eliseo: Giuseppina, quiero
pedirte un favor.
Filumena: No. Hace años que
espero por un marido y ahora tengo un marido. No te concedo ningún favor.
Eliseo: Mira, Giuseppina,
escúchame primero. Mi fidanzatta, ella, no es una muchacha pura.
Filumena: No quiero pensar qué
estás insinuando.
Eliseo: Ella, ella... espera un
acontecimiento. Comprendes?
Filumena: Yo también, yo
también. Lo esperaba y acá llegó.
Eliseo: No, no. Está mal que
revele este secreto en la casa de San Antonio, pero ella espera este
acontecimiento para septiembre.
Filumena: Faltan sesenta y cinco
años para que vuelva a pasar el cometa. Aparte la vez anterior casi se mueren
todos del susto, creyendo que se quemaba la tierra, así que... ¿por qué ella
iba a estar feliz con la llegada del Halley? Tiene un específico para el
tratmiento de los quemados? No veo de qué estás hablando, Eliseo.
Eliseo: Un hijo, espera. Un hijo
mío.
Filumena (fuera de sí):
¡Cretino, canalla! ¡Mal marido, mal hombre! Traer un bastardo a nuestra casa!!!
Eliseo: Basta, basta, por favor.
Su padre, mi suegro, mi futuro suegro. Cuando sepa el estado en que ella está y
que yo no puedo casarme con la hija, él me matará.
Filumena: Mala suerte.
Eliseo: Giuseppina, te lo ruego.
Filumena: El que vive en pecado,
vive en pecado y punto. No se habla más.
Eliseo: Me perseguirá, me matará
de un balazo.
Filumena: Mi tía Erminda tiene
una casita en el campo. Linda, pequeñita. Hay dos perros canelos, algunas
gallinas. Podrás descansar.
Eliseo: Ese hombre es capaz de
perseguirme hasta el fin del mundo.
Filumena: Las lámparas tienen
pantallitas de colores, hay manteletas que tejí yo todas en punto santa cruz y
alguna que otra fantasía... Tuve que tejer para afuera para poder vivir,
Eliseo, y para pagar a las monjas que atienden a Amandita. Apiádate de mí,
Eliseo.
Eliseo: No puedo, no puedo.
Filumena: ¡Pero qué hombre
terco!
Eliseo: Vine a proponerte un
trato.
Filumena: Ni soñando! Me
perteneces como un perro pertenece a su amo. Y ningún amo le da la libertad a
un perro que puede morder a un inocente transeúnte.
Eliseo: tengo unos ahorros.
Filumena: ¿Qué?
Eliseo: Quiero entregarte mis
ahorros.
Filumena: Te agradezco, pero...
Eliseo: Por todos estos años que
te hice perder en la espera y por el tiempo que pasaste conmigo. Por Amandita.
Filumena: Podés guardarte tus
pesos roñosos. No voy a dejarte libre. Voy a denunciarte ante el cura, el
obispo, ¡el Papa si es necesario! Ah, el Papa a mí me va a escuchar. Ese sí que
me va a oír bien lo que llevo para decirle.
Eliseo: Son dos mil pesos.
Silencio abismal.
Filumena: Qué?
Eliseo: Trabajé día y noche.
Para olvidar las cosas de las que no me acordaba. Es dinero honrado,
Giuseppina, tomálo.
Filumena (temblorosa):
No, no puedo. Yo no puedo, Eliseo.
Eliseo: Voy a dejarlo sobre el
altar del santo. Si vos no lo tomás, entonces quedará ahí y cuando venga el
sacristán sabrá que hacer con él.
Filumena: Chupárselo. Se la pasa
tirado borracho entre las imágenes viejas.
Eliseo: Mandáselo a las monjas.
Filumena: Creo que lo mejor
es...
Eliseo: No, no. Tomálo.
Filumena: Déjalo ahí. Dejámelo
pensar.
Eliseo (deja el dinero en el
regazo de Filumena): Adiós, Giuseppina. Estaba escrito, es el destino. Era
de Dios que no íbamos a terminar juntos.
Filumena (casi llorando) Adiós,
Eliseo.
Filumena llora desconsoladamente
al santo.
Entra Pina.
Pina: Usted, ¿llorando?
Filumena: Se burla.
Pina: ¡Pero, no! ¡Cómo me voy a
burlar, querida! Ya llegará el que espera su alma, el que será el padre de sus
hijos.
Filumena: Ya llegó, ya llegó.
Pero es culpa de este que te da y te quita. Caprichoso!
Pina: No hable así del santo. Le
voy a decir más. Le traigo de vuelta su escapulario. Cuando salí de acá me
crucé con la señora de Arrizabalaga, me ofreció lavado y planchado. Una pila
así de sábanas y cobijas. Yo le dije que sí y le pedí un adelanto. Esto es
suyo. Tome. (Le entrega el escapulario.)
Filumena (más rabiosa):
¡No, no! Tengálo! Tírelo a la basura. No quiero nada donde esté ese malandrino
de Antonio! (al santo) Malo, malo! Qué te hace hacerme una gracia a mí?
Por qué me odiás tanto?
Pina: Cada cosa tiene un tiempo.
Lo dice la Biblia. Yo también hace mucho que pido y sin embargo...
Filumena: No se le va a cumplir
nunca.
Pina: ¿Qué dice?
Filumena: Tuve una visión.
Pina: Usted?
Filumena: Piense lo que quiera.
Su marido se escapó con otra.
Pina: Cómo, cómo? Me parte el
pecho una noticia así.
Filumena: Bueno, fue una visión.
Se me apareció su marido... era bajito así, con los ojos saltones de buey? Ah,
sí. Era él. Se casó allá adonde fue a pelear, en Italia, con una signorina.
Pero no tiene hijos.
Pina: ¡No puede ser!
Filumena: Las visiones no
mienten.
Pina: ¡No puede ser!
Filumena: Consuélese. Mire, de
acá para abajo (se señala la cintura) está muerto. Le cortaron los diez
dedos de los pies porque tenía gangrena y después, por las dudas que la
gangrena hubiera dejado una raíz, le cortaron las piernas. No llore, Pina. Me
va a hacer llorar a mí de nuevo. Está tullido, pero es feliz. De usted ni se
acuerda.
Pina: Cómo es la otra mujer que
tiene?
Filumena: Eh... Mucho no le
presté atención.
Pina: Es más linda que yo?
Filumena: Pero, no Pina! Cómo se
le ocurre? Es un esperpento, un loro, una mona vestida. No, no. Usted es
bellísima, ese porte, esas piernas largas, parece Betty Grable.
Pina (llora): ¡Y yo! ¡Yo
desprecié por su culpa al verdulero! ¡Al sastre que me regaló un tapadito de
pelo de camello para la Amanda! ¡Al sombrerero, don Cosme, que me hizo éste que
llevo...!
Filumena: Muy mono.
Pina: Desprecié al lechero, al
panadero, al tintorero... y con ninguno me subí la pollera más allá de las
ligas...
Filumena: Mal hecho.
Pina: ¿Qué dice?
Filumena: Bien hecho.
Pina: A tantos, a hombres tan
buenos y trabajadores desprecié por ese... ese palurdo... ese cretino de mi
marido...
Filumena: Es el destino.
Pina: Mire, yo no creo en el
destino.
Filumena: Yo tampoco. Es un
decir.
Pina: Qué haré ahora? Por quién
voy a llorar?
Filumena: Por el sastre, el
sombrerero, el panadero, el tintorero...
Pina: Ay, ay. Cuántos eran y tan
apuestos!
Filumena: Hace un momento vino
una vieja. Directo de la sacristía. Y me dijo: Como mi hija se ha muerto
virgen, Filumena, te dejo este dinero para tu dote y que te cases tú. Tome,
mire. Para las dos.
Pina: ¿Qué vieja? ¿Qué hija?
Filumena: No pregunte. Alguna
tísica que reventó antes de dar el sí. Venga, contemos. Uno para usted y uno
para mí...
Pina: Para qué quiero la plata
de esta muerta? Qué hago yo con la plata?
Filumena: Se compra un vestido.
Pina: Un vestido?
Filumena: y le coquetea al
almacenero, al panadero, al sastre, al sombrerero, al picapedrero, al martín
pescador y a cuanto haga falta y se pasee debajo de su balcón. Si Antonio no
nos trae los hombres, habrá que salir a buscarlos...
Filumena y Pina reparten el
dinero.
Apagón
***
Telaraña*
De una
concepción tardía
fui arrojada al
hueco
de esta
duración que siento...
poblada de
telarañas.
Del otro lado
está el grito,
(mi eco
repetido al infinito)
y es el ansia
de alcanzarlo
exigencia
dolorosa
hambre
miedo
urgencia
de derribar las
murallas,
de componer las
distancias
hasta ahogarme
en los latidos
de una danza
sin represas,
maga
intensa
libre
suelta.
motivadora de
encuentros
sobre la tela
en acecho.
FRÁGILES
ANDAMIOS*
No se ustedes.
Pero yo,
cada día.
Veo más frágiles
a esos andamios
de la repetición.
Por donde voy.
Adonde vamos.
Cada uno y cada cual.
Tan aferrados.
*
tenemos dos
manos
dos ojos
un corazón
y hasta donde
sé
dos cuerpos
uno
el evidente
el que miramos
en el espejo
el otro
el invisible
el que nos
duele en las vísceras hasta encontrarlo
es el cuerpo
del otro
ese otro que se
anuncia
a veces con
nombres falsos
y otras con el
que de algún modo misterioso
coincide en
forma y peso
con la
geometría ambulante que somos
entonces sí
andamos completos
como debe ser
y caminamos las
calles con dos cuerpos
nos sentamos en
las heladerías con dos cuerpos
y ciertamente
andamos más livianos
y más felices
y menos atentos
a los quehaceres diarios
porque andamos
enamorados de ese nuevo
pájaro
antropomórfico que somos
y si reímos con
una boca
otra boca se
ríe con nosotros/
*
animarse
dejar de
repetir
tentar la vida
sin saber
como un soplo
hace
https://www.facebook.com/alejalma
***
INVENTREN
Próximas estaciones:
SALADILLO NORTE
-Por Ferrocarril Provincial-
SAN SEBASTIÁN
-Por Ferrocarril Midland-
-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
InventivaSocial
Plaza virtual de escritura
No hay comentarios:
Publicar un comentario