viernes, noviembre 30, 2007

EN LA VIDA PASAN COSAS...


EN LA VIDA PASAN COSAS...




*


A veces en la vida pasan cosas
lejanas, inasibles, casi ajenas.
Como el amor de los otros,
un rayo sobre las islas,
un gol de alguien sobre la hora,
un tren que descarrila en la India,
otro niño muerto en Gaza,
la primera nevada en una aldea de Dinamarca,
un desplante de Chávez al Imperio.
Cosas, que pasan simplemente,
a los otros. ¿En qué me afligen,
o alegran? Digo, más allá
del pensamiento, de la razón.
Y a veces pasan otras,
parecidas, pero distintas.
Esta es una, inevitablemente.

Por que si, por que hay pocos como el,
solo por eso, y qué caray:
Bienvenido el premio Cervantes a Juan Gelman.




*De Udi, udi.cuatro.catorce@gmail.com
rosario, noviembre de 2007






Si dulcemente*



si dulcemente por tu cabeza pasaban las olas
del que se tiró al mar/ ¿qué pasa con los hermanitos
que entierraron?/¿hojitas les crecen de los dedos?/¿arbolitos/
[otoños
que los deshojan como mudos?/en silencio
los hermanitos hablan de la vez
que estuvieron a dostres dedos de la muerte/sonrien
recordando/aquel alivio sienten todavía
como si no hubieran morido/como si
paco brillara y rodolfo mirase
toda la olvidadera que solía arrastrar
colgándole del hombro/o haroldo hurgando su amargura
[(siempre)
sacase el as de espadas/puso su boca contra el viento/
aspiró vida/vidas/con sus ojos miró la terrible/
pero ahora están hablando de cuando
operaron con suerte/nadie mató/nadie fue muerto/el enemigo
fue burlado y un poco de la humillación general
se rescató/con corajes/con sueños/tendidos
en todo eso los compañeros/mudos/
deshuesándose en la noche de enero/
quietos por fin/solísimos/ sin besos



*de Juan Gelman.
-De "Si dulcemente" 1980





Nota XX*




No bajo a los infiernos/ subo
hasta mi hijo clausurado
en su bondad/ belleza/ vuelo/
y torturado/ concentrado/

asesinado/ dispersado
por los dolores del país/
¿algún fueguito crece del
gran silencio de tus ojos?/
oigo la noche caminar
Por tus huesitos/ duelen/ huelen
a tu menor pisado/ a
la palomita que tenías

tornasolándote la voz
de hijito solo por la guerra/
por la mitad/ por las provincias
desiertas del puro dolor/
hijo que nadie hará otra vez/
golpeo las puertas de la muerte
para desalojarte de
hechos que no te corresponden



*de Juan Gelman.
De "Si dulcemente", 1980.







JUAN GELMAN Y EL PREMIO CERVANTES, EL GALARDON MAS IMPORTANTE DEL HABLA HISPANA

“Están reconociendo a un viejísimo amor”*



Cansado (“Nunca estuve tan solicitado, excepto por mi mujer”), pero conmovido y feliz, el columnista de Página/12 destaca la significación del premio “en tiempos tan antipoéticos”, aunque subraya que “mi confianza en la poesía es independiente de los premios”. El jurado presidido por Víctor García de la Concha afirmó que la obra de Gelman “enriquece las letras españolas”.

Gelman en su hogar de México DF, en una jornada de emociones fuertes.
Imagen: Gustavo Mujica



*Por Silvina Friera


Orgullo y resistencia. Un acto de justicia poética para una voz indomable y compañera que “vuelve íntimo todo lo que toca”. Aunque esa voz suena emocionada y está cansado de tanto hablar, Juan Gelman atraviesa con un tono bajito y con mucha calma la distancia entre la ciudad de México, donde reside, y Buenos Aires, siempre con ese humor afilado, travieso e irónico. El teléfono no para de sonar, a veces lo atiende su asistente, Rosalía; otras, el propio poeta, “el pibe taquito”, como lo llamaban sus amigos de Villa Crespo. “Nunca estuve tan solicitado, excepto por mi mujer”, bromea el flamante ganador del Premio Cervantes, considerado el más importante en las letras hispanas y que concede el Ministerio de Cultura de España en reconocimiento al conjunto de la obra de un autor.
Cuando se le transmite que muchos recibieron la noticia como si hubiera ganado un familiar, como si fuera “nuestro” padre, el poeta responde: “Quizá soy un padre espiritual”. Después de una ardua deliberación entre una treintena de candidatos, los miembros del jurado, presidido por el director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, decidieron otorgar por mayoría a Gelman el “Nobel español” porque el conjunto de su obra “enriquece las letras españolas”, según declaró De la Concha. “Creo que es un reconocimiento a la poesía que rebasa lo personal, porque el año pasado se lo dieron a un gran poeta español, Antonio Gamoneda. Me conmueve este premio en tiempos tan antipoéticos y deshumanos; en este mundo donde las grandes editoriales desdeñan la poesía, no les importa, es una tarea difícil estar peleando subjetivamente contra todo esto que pasa”, dice el poeta a Página/12. “El reconocimiento a la poesía lo vivo como un reconocimiento a un viejísimo amor mío, así que estoy conmovido.”
Tanto García de la Concha como el ministro de Cultura, César Antonio Molina, e incluso el poeta Antonio Gamoneda, Premio Cervantes 2007, destacaron la dura historia personal de Gelman, que nunca le llevó a “abdicar de su compromiso prioritario con la poesía”, según señaló el director de la RAE. La directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, dijo que el premio, dotado de 90.450 euros, “supone el reconocimiento a la obra de uno de los grandes poetas hispanoamericanos del último medio siglo”. Caffarel agregó que desde las primeras obras a las últimas, el poeta y periodista “ha bebido en el mejor patrimonio de ambos lados del Atlántico: desde Juan de la Cruz a César Vallejo, pasando por la Generación del ‘27”. El autor de Violín y otros cuestiones, Cólera buey, Los poemas de Sidney West, Salarios del impío, Valer la pena, País que fue será y el más reciente Mundar es el cuarto argentino (los otros fueron Borges, Sabato y Bioy Casares) en recibir el Cervantes. A los 77 años, es uno de los poetas más premiados de su generación. Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de Poesía (Argentina), el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, el Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, el Ramón López Velarde y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
“Ayer leí en los diarios de acá que había una cantidad de candidatos de primera fila: Nicanor Parra, Mario Benedetti, Juan Goytisolo, Juan Marsé, José Emilio Pacheco, Blanca Varela. Y cuando vi la lista dije: “Juan, vos no, imposible”. Pero no fue así. Esta mañana me llamó el ministro de Cultura de España para comunicarme la decisión del jurado, y me acaban de llamar Kirchner y Cristina. Néstor me dijo que estaba orgulloso; Cristina, que se enteró cuando llegó a Paraguay, estaba contentísima.”
–¿Por qué creía que no iba a ganar?
–Y, porque todos son nombres de primera fila...
–¿No se considera en la primera fila?
–Yo en el cine siempre me siento atrás (risas).
–¿Qué dirían los muchachos de Villa Crespo al enterarse de que “el pibe Taquito” es premio Cervantes?
–Cuando era joven, les tuve que ocultar bastante tiempo que era poeta. En el barrio si no fumabas, eras maricón, y si escribías poesía, eras raro. Deben de estar contentos.
–¿Habló con su nieta, Macarena?
–Fue la primera que me llamó, salió de su trabajo para hablarme. Estaba apurada, pero me felicitó, estuvimos cambiando bromas. Me dijo: “Te lo merecés”, y le dije que mejor no hablemos de lo que cada uno se merece porque ahí perdemos todos...
Un joven poeta que había nacido en Buenos Aires en 1930 –entonces más conocido como ese “pibe taquito” en los picados que jugaba en Villa Crespo–, tercer hijo de una familia de inmigrantes ucranianos, que aprendió a leer a los tres años, se animó a enunciar en el poema Final lo que sería su principio existencial: “La poesía es una manera de vivir”. En marzo de 1956, Gelman publicaba su primer libro de poesía, Violín y otras cuestiones, prologado nada menos que por Raúl González Tuñón. Su maestro celebraba ese poemario en el que “palpita un lirismo rico y vivaz y un contenido social, pero social bien entendido, que no elude el lujo de la fantasía”. Entre otras virtudes, Tuñón subrayaba “la forma ágil, fresca, variada en tonos y matices”, de un poeta “nacional, porteño, muy nuestro”, que “recién comienza y ya está maduro”. El orgullo que transmite el prologuista se parece al de un padre que se encuentra con un hijo que le dio la poesía. Un hijo que lo sorprende con versos memorables (“Me vio el caballo de la calesita./ Me vio tan solo que se fue conmigo”), con lirismo y combatividad, imaginación y espesor vital, creatividad verbal y desacartonamiento. El año pasado, a cincuenta años de la publicación de Violín y otras cuestiones, se reeditó este libro fundamental para la historia de la poesía argentina. Gelman festejó, además, sus cincuenta años como periodista y fue declarado Embajador Cultural de Buenos Aires. “Guardo por Tuñón una admiración intocable”, señala Gelman. “Además de su gran poesía, una cosa muy impactante era su sencillez; él creía en el trabajo, no en la fama ni en ninguna de esas cosas, y creo que ésa fue la mejor lección que me dejó.”
El poeta argentino más querido y reconocido en el mundo entero ha hilvanado una obra que deshizo y rehízo los modos de poner en juego la lengua, que hurgó en el dolor de las peores pérdidas: su hijo Marcelo y su nuera Claudia, que se encontraba embarazada, fueron secuestrados y asesinados por la dictadura militar. Desde hace más de medio siglo –y con más de treinta títulos publicados–, ha conjugado realismo con intimismo, el compromiso social y político con la experimentación y exploración; avanza, renueva, genera un temblor, un placer único, como si él estuviera cara a cara susurrando sus versos a sus lectores. “La memoria es una cajita que revuelvo sin solución”, escribió Gelman en el poema Desaparecidos, incluido en País que fue será. “Hay tragedias personales sin solución. No crea que me gusta que estén juzgando y metiendo preso al asesino de mi hijo. Me parece importante la justicia, pero no es una reparación. ¿Quién le devuelve a uno un hijo?”, se pregunta Gelman. Cuando celebró sus cincuenta años como periodista, recordó que en otro local de la Utpba velaron los restos de Marcelo. “Cuando partió el cortejo, cayó una lluvia de pétalos de rosas de uno de los edificios. Y esos pétalos siguen cayendo sobre mi vida.”
“Atravesando varias décadas de la poesía argentina, Gelman ha sido para muchos de nosotros una voz indomable y compañera, nunca la de un master, la de un prócer, sino una voz cercana y viva donde hay lugar para cualquier tema que tensa el corazón humano, que sorprende a la mirada y trastrueca a las formas en su afán de decirlo”, advirtió la poeta Diana Bellesi en una columna publicada en Página/12. “Sólo eso parece importarle a Gelman, mientras se mueve en la cuna de una tradición de la lengua y también en su ruptura. Camina allí, en la extraña cornisa de la poesía, donde la herencia letrada y el habla liberta se encuentran de peculiar manera volviendo íntimo todo lo que toca, porque ésa es quizá la verdadera acción revolucionaria de la poesía.”
En esa columna, Bellessi afirmaba que Gelman va adonde es llamado, y no queda preso de su propia plusvalía, de lo que ya ha probado con éxito. “No hay quien enjaule a Juan Gelman, repele las etiquetas con el torrente vivo de la lírica, y por eso siempre es nuevo y sorprendente. Un maestro que no da clases, un protagonista de su época a quien en los ochenta escuché decir, con voz queda: ‘Tenemos que repensar lo que hemos hecho, y lo por venir’. Despojada, libre de todo gesto altisonante, su reflexión se me ofrecía de cara a la historia inmediata y sus luchas sociales, como esa práctica interna que debe ser, fundada en un compromiso ético, cuando se habla desde la pequeña voz del mundo que es la voz de la gente común y de la poesía.”
–¿Los premios le dan mayor confianza en la palabra, en la poesía?
–Mi confianza en la poesía es independiente de los premios, que son un estímulo y un reconocimiento, sin dudas, pero que no sirven para escribir el poema, que es puro trabajo. Supongo que no escribiré ni mejor ni peor ahora que antes porque me gané el Premio Cervantes. La poesía llega cuando ella quiere y no es que yo pueda invocarla o convocarla, porque nadie se sienta a escribir poemas porque quiere o porque se lo propone.
–Aunque hay zonas de mucho humor y ternura, como en Los poemas de Sidney West, se suele definir su poesía como política. ¿Cómo se lleva con esta etiqueta?
–Es lo que pasa con todas las etiquetas, ¿no? Etiquetan un producto y después hay que mirar para ver de qué se trata. Cuando se habla de mi poesía como política pienso que el error está en pensar que vivo conectado a la realidad las 24 horas del día. No todo lo que sucede en el mundo me despierta la necesidad de escribir un poema. Como ciudadano, tengo compromisos y responsabilidades que no tienen que estar necesariamente en la poesía. La ideología de alguien forma parte de su subjetividad, pero no es toda su subjetividad. No me afecta ni en un sentido ni en otro que digan que mi poesía es política. Lo que me importa es mi trabajo como poeta, no me preocupa lo que digan los demás, tienen todo el derecho a opinar. Pero francamente lo único que influye es la lectura de la poesía, y el trabajo de escribirla.
–¿Qué cambió en este trabajo de escribir desde Violín... a Mundar, su último libro? ¿Los temas siguen siendo los mismos?
–Lo que cambiaron fueron cincuenta y un años de vida; por supuesto que la subjetividad cambia y eso seguramente se traduce en la poesía. Octavio Paz lo dijo muy bien: “La biografía de un poeta está en su obra”, por eso no hay que creérsela. Para mí la poesía sigue siendo un goce con todos los asuntos que siempre me andan rondando: la infancia, el amor, la justicia social, la muerte. Mis obsesiones no son muchas, pero convivo muy bien con ellas y se han vuelto muy amigas mías.
–¿Escribe todos los días?
–No, la señora no te visita todos los días, tiene muchos pretendientes (risas).


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-95500-2007-11-30.html







A esa voz*


A Mariela.



A esa voz que atravesó un océano
y dejó su semilla entre mis manos muertas.

A esa voz valiente
que alguna vez consintió entreverarse con la mía
en un duelo que devino acercamiento.

A esa voz fatigada
cuya suave melodía descongeló mi pecho,
cuyo plácido aliento fue anudándome
a la cadencia redentora de su música.

A esa voz sincera
que no sembró el camino de rosas y amapolas.
Que me enseñó el secreto de las piedras
y el latido insondable de los milenarios riscos.

A esa voz lánguida
que burló la vigilancia de las fuerzas oscuras,
que pasó controles y barreras,
que se amarró a un pequeño rayo de esperanza
y traspasó los candados de la cripta
donde yacía mi alma condenada.

A esa voz que quiso hacerse verso
y destronar para siempre a las tinieblas.

A esa voz que con el ala herida
voló hasta mis moradas pronunciando
versos como caricias, versos tristes,
melancólicas y tenues explosiones
de un corazón que supo del martirio.

A esa voz que incendió las rejas de mi encierro
con un suave tañido enamorado
derritiendo cadenas, aboliendo decretos,
clavándose en mi corazón como un suspiro
y haciéndolo habitable con su magia.

A esa voz que se prendió en mis días,
a esa voz arrebato que me nombra,
a esa cuyo recuerdo me conforta
en las tardes de gris melancolía.

A esa voz se ató esta noche mi destino;
de su huella mis pasos peregrinos
hicieron una senda ignota y excitante,
un reguero de místicos placeres,
un misterio que añoro descifrar.

A esa voz mi cuerpo se somete
esclavo de su dulce resonancia,
devoto amante de su aura melodiosa,
enamorado apóstol de su risa,
heraldo de su tierna persistencia.

A esa voz se ató esta noche mi destino.
A esa voz hoy mi amor se ha encadenado
y en su regazo viven mis anhelos
la pasión de la vida y de los siglos.



Enero 2002
Publicado en el libro "Poemas Quietos" (Proyecto Mizar)


*de Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es
http://sbllop.blogia.com
http://www.aragonesasi.com/sergio






Los Huevos*


Eran las seis menos diez de la mañana y los Teros pasaron aturdiendo en su primera aventura matutina, participando del despertar radiante de Montemayor en el sol de Enero. No tardó mucho en aparecer una segunda bandada que parecía dirigirse en sentido contrario de la primera. Algunas aves se dispersaron de la anterior para pasar a la más reciente, otras parecieron dudar. Finalmente y tras varias cabriolas incomprensibles si vistas desde el suelo, todas parecieron formar un solo grupo y alejarse.
Ya desde el alba se oyeron los portazos de los primeros madrugadores: los Argüello que ya salen a buscar trabajo en la trilla, Doña Guillermina que desde el canto del gallo enciende el fogón de la cocina, los diálogos roncos de Don Páez y Don Parola, todas las voces del Hospedaje Buenos Aires que de
a poco van retomando las rutinas matutinas. En alguna piecita, una cama cruje placeres paganos. A poco andar ya se siente el aroma de yerba joven excitada por el agua caliente de la pava de hierro. Allá afuera en la calle de la plaza se oye algún camión en su lamento mañanero, yendo a buscar la leche a los tambos allende la cañada. Un tractor Pampa de la Comuna hipa frente al sobrio edificio municipal en espera de la primera misión del día.
En la casita chata y exigua, Ana empieza a cebar mate cariñosamente a Joaquín, el matrimonio septuagenario comparte un silencio inteligente en el cual los dos piensan las mismas cosas, se comprenden o disienten tal vez, con un movimiento de cabeza o una mirada de soslayo hacia el patio que presagia nuevos y grandes calores. Doña Ana Bonómini de Arias acomoda la carpetita bordada blanca que da detalles a la mesa del comedor-cocina.

- Hay que ver otra vez en el gallinero, jeh, ¿habrá quien se anime?.
- Qué va... qué va... la Paquita ayer no cantó. No va a haber huevos hoy.
- ¡Pero cantó la Colo!. Esa no falla. -Ana ya estaba poniéndose el pañuelo en la cabeza como para desafiar a un sol aún lejano.
Acción evitada por Joaquín Arias, acción emprendida por Ana. Toda la vida ese matrimonio funcionó así, incluso cuando dieron todos sus ahorros a ese único hijo que partió a enrolarse en la Marina Mercante. El demoró las decisiones. Ella extrajo el dinero de la Caja Nacional de Ahorro Postal, se lo dio, le halló un auto que lo dejara en Rosario, le armó una cuadrada valija de cartón y lo despidió.
Conforme avanzaba la tórrida mañana, Don Joaquín sacó a relucir su mejor camisa de un material parecido a la seda, pantalón con tiradores y sombrero del mismo color cremita que la camisa. Debajo se adivinaba una pudorosa camiseta sin mangas, impecablemente blanca y sin roturas. La Vieja Lavanda
Inglesa hacía las veces de loción para después de afeitar. El recorrido de Joaquín no era gran cosa: de la casa salía por el único lugar posible, el patio del hospedaje. El patio tenía unos resbalosos ladrillos como piso. A ambos lados los altos postigos de las puertaventanas que en mayoría había allí, cerrando los exiguos cuartitos. Su recorrido interno lo llevaba al patio "De la Madreselva" o patio noroeste. Allí las puertas de la pieza 5 y del Departamento C hacían ángulo, la del C solía estar abierta toda la mañana en esa única y exclusiva hora pacífica que tiene Montemayor en Verano, y que dura de sol a sol. Allí se saludaba con las Diez; Adela, Olga y la niña Fabiana. Las tres tenían un hermoso Don de Gentes para el trato.
Solía hacerles de mandadero el Pascualito Tato, el huérfano de 14 que vivía con los hermanitos Argüello en el 5. Un estrecho pasillo, el patio de las piletas de la ropa siempre lleno de charcos y con ruido de sapitos en el albañal. El patio grande que confundía uno de sus lados con ese, luego un pasaje de dos metros, la puerta de calle.
El recorrido de Joaquín era el mismo en todos los casos. La carnicería "Los hermanitos" de los hermanos Morero, la panadería "El Progreso" de Beniciano Zapico, la verdulería "Rosita" de Antonio Azanza y el nuevo y reciente local de Juegos y Loterías del Estado: un letrero negro con letras blancas mal
escritas que reza "QUIÑELA" a cargo de Elma Ríos de Francese. En todos lados recibió Joaquín cuestiones sobre lo que ya todo el pueblo sabía: lo que pasaba con lo huevos de las gallinas.
- Y a qué iba a jugar sino al cero, a ver si lo que perdemos en huevos lo ganamos en suerte.
- ¡Claro, por ahí es una advertencia del destino, ja! . Bueno, la jugada tiene fecha Miércoles cuatro de Enero de este año. -Elma congraciaba bien con Don Joaquín, uno de sus mejores clientes, pero eso no significaba gran cosa, a Joaquín le parecía una persona ordinaria y sin gracia. - a lo mejor es una Ita o alguna infección...- Elma ya se había acodado al mostrador ciego de madera común, señal de impaciencia ante la partida del cliente.
- Qué le vamos a hacer, así están las cosas...- Joaquín se despidió sin mirar, salió casi sin mover la esterilla plástica de la cortina en tiras naranja y blanco. A partir de allí se dirigió a su último destino, el Almacén de Don Segura.
- ¡Sabe lo que hay, hay un zorro por acá!...Parece que Don Juan anda pícaro o muy hambreao, dicen... -Segura había aprovechado a atender a Joaquín en un aparte más oscuro del local. El Almacén Sol de Mayo ocupaba toda la esquina de la pensión y era un salonazo altísimo, muy oscuro a pesar
de haber una ventana a cada lado y a pesar de la puerta doble-hoja, dedicadamente cubiertas de cortinillas bordadas sus celosías. Había estantes tras el mostrador, casi invisibles las botellas de licor de más arriba, y las mesas con sillas de esterilla agonizaban bajo el calor de las diez . En ese momento sólo había algunos arrieros en un rincón, compartiendo largos silencios en torno de una mesa y sin consumir.
- No tengo visto animal alguno.
- ¡Nooo -Segura gesticulaba por lo bajo- estos bichos trabajan con la oscuridad, mire si los va a ver!¡Ya lo dicen, astuto como un zorro!.
-Yo anoche creo que ví algo -Pascualito achinó los ojos aún más de lo natural, que ya era demasiado- Usté no me va creé pero ví algo largo que se movía.
-Euh...por ahí algún pata de bolsa que se arrastraba, andaría de visita. -la insólita respuesta de Joaquín hizo reir al mocito.
-Usted no creería -Parola agachaba la cabeza frente a las piletas de lavar, el olor de jabón rancio crecía al bochorno de la mañana- pero para mí son esos experimentos que se hacen ahora, todas esas cosas de bombas nucleares, eso queda en el aire, va con la lluvia, nacen mal los animales, las vacas
algunas noches pierden la leche. Hasta hay gente que desaparece... -el silencio reveló miedo genuino- no es tan extraño que los huevos le vengan con ese problema. En el huerto de Mattaliano salieron unos tomatitos enanos, grandes como frutilla. Ahora todo está contaminado, si los gobiernos insisten con esas bombas nucleares ahí el campo va a quedar pelado como el patio de tender la ropa...
En la casita no había nadie. Ana estaba traficando en el patio, la excitación de las aves de corral así la delataba. Don Joaquín entró a pasos inseguros, cegado entre el sol exterior y la estancia umbrosa y olorosa a yerba apagada, perfume y alcanfor. Apoyó el bolso sobre el sillón de esterilla para no tocar el suelo con este, una a una extrajo las modestas adquisiciones: medio de lomo, yerba, pan en blancos panes enormes, jabón de lavar, papa, cebolla, ajo, perejil, aceite en lata, grasa peya y dos o tres
vituallas más para el día.
-Mire -Ana aparecía obsesionada- toque. No pesa nada. -Don Joaquín sopesó el huevo marrón en la palma de la mano. Acto seguido lo rompió con curiosidad sobre el borde de la mesa. Vacío. Ni clara, ni yema. La Colo había puesto sólo un tonto cascarón sin alma. Era la segunda gallina con este drama.
Rayando el mediodía ya se olían frituras y hervores en todo el hospedaje. El sol era tan fuerte que con su brillo absoluto parecía apagar ruidos. Parado frente al gallinero, Joaquín pensaba. Miraba fijo las empolladeras, recorría el tejido, hasta comparaba el color de la tierra desgastada con el resto del
patio, todo ello sin ver nada extravagante. Se distrajo con el vuelo concéntrico de un aguilucho. En seguida se santiguó, no fuera que anunciara desgracia.
-"Jesús, María y José, y este pájaro se fue."
Allá en los confines del lote se asomó el hocico terroso y reseco de un galguito. Con él correteaba feliz un perrito mestizo con el pelo muy sucio.
El galguito retrocedió instintivamente ante la figura humana, pero permaneció husmeando las tomateras vecinas, acompañado de su minúsculo amigo. El perrito cruzó al flaco lebrel por debajo del vientre inexistente, el galgo hizo ademán de morderlo. Los dos salieron corriendo de pronto, como asustados de un cascotazo. Era su manera de divertirse. Nuevamente, el huerto quedó a merced del silencio y el sol abrasador.



*de Javier Funes Pautasso. ebwo@hotmail.com
-Enviado para compartir por Cacho Agú. cachoagu58@yahoo.com.ar






*

Queridas amigas, queridos amigos:

El domingo 2 de diciembre del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del grupo argentino Encuentros. Las poesías que leeremos pertenecen a Beatriz Marín Aguilar (Colombia) y la música de fondo será de Darío Robayo (Colombia). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




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