jueves, noviembre 01, 2007

NO TE ASUSTES, ES SOLO UNA POSTAL...


No te asustes, es solo una postal...








Halloween*





Solo por un momento, el hombre pensó que Halloween había acontecido el 28 de octubre.
Día de elecciones. Donde los muertos siempre vivos de la política Argentina renovaron su negocio.
Generando –como al pasar, casi sin darse por enterados- un aquelarre en los lugares de votación.

Y vio en su mente la cara de piedra -no de calabazas- de políticos y funcionarios que no reconocen ninguna responsabilidad ni sienten culpa alguna por dejar horas de pie bajo un sol impiadoso a los ciudadanos, -y este fue el menor de los maltratos ocurridos-.
"Esto más que una espera es una esperanza", dijo alguien con pretensión de broma. Pero nadie tenía ganas de reírse en la larga fila de la mesa 372.
El hombre luego ensayó una generalidad: si el terror es casi una experiencia cotidiana. Recordó a Bush diciendo que se aproxima una tercera guerra mundial. O la cara feroz de Rice, a la que no se le mueve ni un pelo mientras le gritan “criminal de guerra” y también al permanente war or treat que propone el imperio.

"Que lindo es ser niño". concluyó apresuradamente, como para que la angustia no lo apremiara demasiado.



*By Urbano Powell. urbanopowell@yahoo.com.ar
(C) Copynight. permitida la copia y reproducción del presente texto sólo en horario nocturno.








Remigia*


A Remigia los de la carnicería la llaman Remigio.
“Su voz era áspera aunque su mirada no raspaba/ y si andaba contenta …”,
pergeñó sobre ella ese cuajarón de poeta barrial que pernoctaba, cuando no llovía, en la plaza. Llovizna descendía en el amanecer de aquel lunes cuando él la besó en uno de los bancos, a poco de emplearse Remigia “en el petit hotel”, como ella misma había pregonado, de los Scioli. Sin escrúpulos entreverábase. Con un tal Cristianno, repartidor de volantes, llegó a aposentarse sobre la enorme frazada que desplegaran en una noche de corte de luz, en la única obra en construcción abandonada de las inmediaciones.
Transcurrida buena parte de su existencia aparecióse con vincha de plástico en su casquete reacio y un par de bolsas traslúcidas repletas de paquetes inestimables. Pronto fue advertida por las calles con ropa zonza y nueva y el cabello recogido. Es muy alta esta mujer y nada hermosa. Los omóplatos le sobresalen. Envuelta ahora en prendas vistosas, siempre algún detalle sutil atempera tanta hirsuta contundencia: aritos de oro, cinturón o hebilla, una fragancia. Fragancia con el nombre de pila de su mamá. Mamá que falleciera veinticinco días antes de pisar entonces Remigia la estación Retiro.
Ella está al servicio de un matrimonio, el fruto del matrimonio y la tía del fruto. Constituído éste por Arturito, “el débil”, muchachón ceceoso; Ignacio, modelo de artistas plásticos y estudiante universitario con una carrera concluída; y Ernestina, quien ya cuenta con intrascendentes diecinueve años. La tía realiza los quehaceres a la par que Remigia, exceptuando las compras. Conversan. Remigia le confiesa sus románticas propensiones.
Ella se cartea con su segundo padrastro, su primer amor. No, sin embargo, quien la desflorara. Ese había sido Francisco César Richietti, ex–pugilista, medio mediano, una alma serena, seductor parsimonioso, inolvidable (con su nariz arrasada), y por quien atesora un embargante agradecimiento.
Está imaginándose cosas con Arturito. El que por las mañanas es distinguible exánime. Descastado o devastado, a Remigia la enternece. La colmaría que Arturito se entusiasmara con ella. Sabría cómo enardecerlo.
Así Remigia, mejora la ortografía con una maestra particular, come poco, es pulcra, teme que su piel se aje. Usa anteojos para leer revistas, se solaza con Grandes Valores del Tango (en especial, con Roberto Rufino), entre el cuatro y el siete de Enero tiene muy presentes a los Reyes Magos. Saludable: solamente caries y espasmos en los dedos cuando hace frío seco. Nunca fumó, calza más de cuarenta, sueña que la sueñan, y espera morir un día, sin apuro, y sin que ningún niño la vea.


*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar





*

Barrio de ...
Seres solapados en la plaza
pozos de silencio
no te asomes a ellos
te condenas

columnas de papel
rellenas de voces mentirosas
aparta tus oídos
ensordecerás
de la peor sordera

ventanales que encierran
aires enviciados
mentes obscenas
controlando como cámaras robóticas
un posible cliente

frecuencias de celulares
y pantallas con mails
neuróticos
calles con pasos que asedian
amontonadas ofertas
y vehículos que ruedan lanzados
como armas
alguien uniformado
que intenta un tímido orden
muchos menores
abandonados al cartón la dádiva el caos

el hedor
es de los baños
tan publicitados al turismo extranjero
pero no te asustes
es solo una postal



*de Victor M. Falco vittoriofa9@hotmail.com







A MODO DE NOTA PREVIA: ¿NO LES RESULTA FAMLIAR ESTA PROPUESTA?*

Cambian los camiones por burros para recoger la basura en Italia*


ROMA (AFP) - Las autoridades de la pequeña localidad siciliana de Castelbuono, en el sur de Italia,
sustituyeron los caminones de la basura por burros con el fin de cumplir un servicio a la vez ecológico y
económico, anunciaron por internet.
Desde febrero seis burros realizan el trabajo de cuatro camiones encargados de recolectar la basura que producen sus 10.000 habitantes.
"Al reemplazar los medios de transporte que consumen carburante y contaminan el ambiente, vamos a ahorrar y a contribuir a que el mundo sea más limpio", aseguró el alcalde, Mario Cicero, en una nota divulgada por internet.
Un asno cuesta cerca de 1.200 euros más unos 2.000 euros al año de manutención, contra los 30.000 euros de cada camión de basura, cuyo mantenimiento anual necesita de 7.000 a 8.000 euros.
Los burros de Castelbuono han recolectado hasta ahora 140.240 kilos más de desperdicios con respecto al año pasado, señala el alcalde.
Los asnos cargan dos cajas de leño en donde los llamados 'operadores ecológicos' depositan la
inmundicia y logran atravesar todas las callejuelas y caminos más inaccesibles de la localidad.
Castelbuono es el primer municipio de Italia que reintroduce ese método, utilizado con frecuencia en el
siglo pasado.

La idea va a ser adoptada en otras pequeñas ciudades italianas de Calabria y Toscana.


*Enviado para compartir por Alfredo Armando Aguirre. choloar@rocketmail.com









El Monte de las Ánimas*


*Gustavo Adolfo Bécquer


La Noche de Difuntos, me despertó a no sé qué hora el redoble de las campanas. Su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.
Intenté dormir de nuevo. ¡Imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato, me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
A las doce de la mañana, después de almorzar bien, y con un cigarro en la boca, no le hará mucho efecto a los lectores de El Contemporáneo. Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire de la noche.
Sea de ello lo que quiera, allá va, como el caballo de copas.


I

-Atad los perros, haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
-¡Tan pronto!
-A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras, pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
-¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
-No, hermosa prima. Tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos. Los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían a la comitiva a bastante distancia. Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:-
-Ese monte que hoy llaman de las Ánimas pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla, que así hubieran solos sabido defenderla corno solos la conquistaron. Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres. Los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos. Cundió la voz del reto, y nada fue a parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras. Antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería. Fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres. Los lobos, a quienes se quiso exterminar, tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte, y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse. Desde entonces dicen que cuando llega la noche de Difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos. Y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria lo llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.
La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporársele los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.


II

Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor, iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.
Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso. Beatriz seguía con los ojos, y absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.
Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
Las dueñas referían, a propósito de la noche de Difuntos, cuentos temerosos, en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.
-Hermosa prima exclamó, al fin, Alonso, rompiendo el largo silencio en que se encontraban, Pronto vamos a separarnos, tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales, sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío.
Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia: todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
-Tal vez por la pompa de la Corte francesa, donde hasta aquí has vivido se apresuró a añadir el joven. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?
-No sé en el tuyo contestó la hermosa, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo..., que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.
El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven que, después de serenarse, dijo con tristeza:
-Lo sé, prima; pero hoy se celebran Todos los Santos y el tuyo entre todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.
Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volvióse a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos, y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste y monótono doblar de las campanas.
Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a reanudarse de este modo:
-Y antes que concluya el día de Todos los Santos en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él, clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico:
-¿Por qué no? -exclamó ésta, llevándose la mano al hombro derecho, como para buscar alguna cosa entre los pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro, y después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
-¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
-Si.
-¡Pues... se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
-¡Se ha perdido! ¿Y dónde? -preguntó Alonso, incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
-No sé... En el monte acaso.
-¡En el Monte de las Ánimas! -murmuró, palideciendo y dejándose caer sobre el sitial. ¡En el Monte de las Ánimas! -luego prosiguió, con voz entrecortada y sorda-: Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces. En la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendientes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor hereditario de mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres, y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir el peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche..., ¿a qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡Las ánimas!, cuya sola vista puede helar de terror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarlo en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que, cuando hubo concluido, exclamó en un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores.
-¡Oh! Eso, de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de Difuntos y cuajado el camino de lobos!
Al decir esta última frase la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía; movido como por un resorte se puso en pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar, entreteniéndose en revolver el fuego:
-Adiós, Beatriz, adiós, Hasta pronto.
-¡Alonso, Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerlo, el joven había desaparecido.
A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último.
Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón, y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.


III

Había asado una hora, dos, tres; la medianoche estaba a punto de sonar, cuando Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, y, a querer, en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
-¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven, cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la Iglesia consagra en el día de Difuntos a los que ya no existen.
Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de las campanas, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído, a par de ellas, pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
-Será el viento -dijo-, y poniéndose la mano sobre su corazón procuró tranquilizarse.
Pero su corazón latía cada vez con más violencia, las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes con chirrido agudo, prolongado y estridente.
Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden; éstas con un ruido sordo y grave, y aquellas con un lamento largo y crispador. Después, un silencio; un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la medianoche; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas, que casi se siente, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota, no obstante, en la oscuridad.
Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar; nada, silencio.
Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas las direcciones, y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada; oscuridad de las sombras impenetrables.
-¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho. ¿Soy yo tan miedosa como esas pobres gentes cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura al oír una conseja de aparecidos?
Y cerrando los ojos, intentó dormir...: pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse, más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y rebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.
El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas de aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, y otras distantes, doblaban tristemente por las ánimas de los difuntos.
Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin, despuntó la aurora. Vuelta de su temor entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, tendió una mirada serena a su alrededor, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto, sangrienta y desgarrada, la banda azul que fue a buscar Alonso.
Cuando sus servidores llegaron, despavoridos, a notificarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que por la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil; asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca, blancos los labios, rígidos los miembros, muerta, ¡muerta de horror!


IV

Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de Difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas terribles. Entre otras, se asegura que vio a los esqueletos de los antiguos Templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa y pálida y desmelenada que, con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.


-Gustavo Adolfo Bécquer-
17/02/1836 - 22/12/1870
Web: http://www.xtec.es/~jcosta/


Querido amigo:
En estas fechas se me ha ocurrido mandarte para Inventiva un texto de Gustavo Adolfo Bécquer, ambientado precisamente en ellas. Por estos pagos es una leyenda bastante difundida, pero ignoro el alcance que este autor haya podido tener al otro lado del mar. Espero sea de tu agrado y, naturalmente, también de los lectores.
Un abrazo.


*Sergio Borao Llop. sergiobllop@yahoo.es
http://sbllop.blogia.com
http://www.aragonesasi.com/sergio




Correo:


Queridos Amigos*


Aunque la prensa nacional y los canales televisivos pretendan dar poca o nula importancia a los tan graves hechos, lo cierto es que en el conurbano, o Gran Buenos Aires, se vivieron el domingo momentos de violencia inusitados contra los votantes que reclamaban por la falta de boletas. Porque no se trató de un hecho aislado en una escuela, o en un barrio, sino de un plan extendido y sistemático contra la ciudadanía, con heridos inclusive, para asegurar un resultado comicial, como el que vimos. Además de lo bárbaro de estas circunstancias, si consideramos que este conurbano equivale a una muy alta proporción de votantes de todo el país, podemos llegar a la conclusión de que estamos ante una medida importante de fraude, acaso decisivo, y, también, ante un tipo de violencia inédita contra la población, o de la que no teníamos noticias. El país debe conocer y observar esta barbarie sin atenuantes, y debe, en primer lugar, blanquearse esta noticia, que es esencial para este país herido, empobrecido. Incluyo, en reenvío, la carta dada a conocer por el docente y poeta Walter Lannutti en el día de ayer, y, al pie, copia de mi carta a Eduardo Coiro, director de Inventiva Social,


*Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar



*


Lo que sigue no es cadena, me pasó a mí, Walter Lannutti (y aún tengo miedo de las represalias y del futuro de una democracia cada vez más tambaleante)

Muchas y muchos de ustedes son amig@s, compañer@s de trabajo o estudio, en otros casos he tenido la dicha de ser vuestro alumno, en otros hemos transitado juntos algún trecho del camino de la cultura. Todas y todos saben que soy profe (con título flamante), que me gano la vida enseñando y que escribo algún que otro texto.
Ahora las y los molesto (con no poca vergüenza, casi toda ajena) para contarles lo que me pasó el domingo 28/10 en la escuela 12 de Francisco Álvarez. Lo hago para que se sepa qué le están haciendo a la democracia y también porque mientras más gente lo sepa más a salvo estaremos mi familia y yo.
Todos saben que no tengo militancia partidaria, por lo que el domingo concurrí a votar como quien más, llegué a la escuela a las 17:30 aproximadamente. Luego de entrar al cuarto oscuro y constatar que no había boletas de la lista que "deseaba" votar (es decir, por la que había optado), salí y me dirigí a las autoridades de mesa, a quienes les dije "no hay boletas", antes de que el presidente o los fiscales de mesa levantaran la vista, un tercero me abordó desde el pasillo y me dijo que era responsabilidad de mi partido traer las boletas y, que ningún fiscal de mi partido había ido al colegio en todo el día, que votara entre lo que había. Le manifesté a este señor que yo no tengo partido, que no entendía cómo sabía de qué boletas hablaba yo y que el estado tenía la obligación de garantizarme el derecho a elegir proveyendo las boletas de todos los partidos. Me respondieron que no y les manifesté que deseaba hablar con una autoridad e impugnar la mesa. Un tercero se acercó a conciliar "pobres muchachos, están aquí obligados, no les cagues el día" traté de acercarme para hablar colocando una mano (fraterna y solidaria) en su hombro y me golpeó en el antebrazo pidiéndome que no lo toque; levanté las manos y le solicité que nos calmáramos y hablásemos en paz. El primero que me había avanzado se acercó (todo esto ocurría al costado de la mesa de la que yo me aparté para no obstruir el comicio, a pedido del Oficial de Policía Walter García; pero de la que no me quería alejar, ya que no había votado aún), se acercó, digo, y dándome el documento sellado y firmado me dijo "ya votaste flaco, tomatelá (s) o te saco yo" en ese momento alcé el documento sellado y el sobre de la junta electoral con las firmas y sello de las autoridades de mesa y grité para que me oyeran todos los presentes que aún no había votado, que me decían que sí y me daban el documento sellado y que me estaban amenazando. El que me daba el documento, que dijo ser fiscal general (no aclaró partido, pero luego fue identificado con nombre y número de DNI) me repitió "tomatelá(s) o te saco" y, ante mi negativa a retirarme sin haber votado, se me vino encima tipo rugbyer y yo levanté las manos para que quedara claro que no respondía a la agresión; entre Uds. hay quienes no me ven desde que antes de que dejara el tabaco, verán en las fotos que peso casi 90 kg, así que supongo que al menos uno más lo ayudó; ya que a los pocos segundos estaba con la cabeza hacia la puerta y los pies hacia el interior, a un metro y pico de altura, desde la que fui arrojado tres escalones hacia abajo (unos 2 metros, casi) luego de recorrer un pasillo de unos 10 o doce metros de largo en el que mi mano derecha (con la que empuño la tiza para enseñar y el lápiz para escribir poemas) rozó por paredes que le produjeron escoriaciones; en la caída recibí golpes en el cuello, codo, costillas, cadera, rodilla y tobillo izquierdo. Volví a entrar esgrimiendo que me habían lastimado y quería votar o impugnar la mesa (ustedes saben de mi testarudez casi estoica) y se me vinieron de vuelta, en ese momento intervino la policía y se los llevo para adentro mientras me informaban que venía un móvil de la comisaría de Álvarez. Los policías afectados a la escuela (Oficiales García y Bolívar) me informaron que la ley les impide intervenir excepto si yo opongo resistencia o agredo a algún fiscal o autoridad, cuando la gente del Servicio Paz y Justicia vino a rescatarme, los policías repitieron lo mismo y manifestaron que podían atestiguar que yo no había agredido ni me había resistido a nada, ni siquiera a apartarme apenas de la mesa para que los demás pudieran votar (si encontraban a quién, aclaro yo).
Mientras esperaba a la gente del Servicio Paz y Justicia llamé a TN noticias, quienes obviamente no enviaron cámaras, pero me dieron el teléfono de Poder Ciudadano, allí denuncié lo que me pasaba y me dieron el teléfono de la Justicia Electoral, allí llamé y denuncié lo que pasaba, me dieron el teléfono de la otra autoridad que ahora no recuerdo ni tengo a mano, llamé y denuncié también telefónicamente. Bueno, con la gente del SerPaJ salí de la escuela e hice la denuncia en la comisaría luego de tomarme las fotografías que les adjunto y pasar por el hospital donde asentaron mi diagnóstico en el libro de guardia.
Les cuento que tengo el DNI sellado y el sobre que no me dejaron introducir en la urna de la mesa 253, de la escuela 12. Creo que lo mejor que podemos hacer por la democracia es denunciar estas actitudes antidemocráticas.

Un abrazo, y gracias por estar ahí


*Walter Lannutti, el votante botado
poesiaoeste@yahoo.com.ar




Copia de la carta
PARA INVENTIVA SOCIAL, BUENOS AIRES

Oh, Eduardo


La cosa fue peor en Burzaco, en Don Orione, en Monteverde, en Varela (entre muchas otras localidades), que largas esperas y avalanchas. Ahí los punteros dueños del colegio, además del saqueo de boletas, prepoteaban a la gente como sin ley, o le decían cosas como "votá por lo que hay", o bien la intimaban o ridiculizaban sin más. Dura, muy dura, fue la cosa en las escuelas del tercer y cuarto cordón del conurbano. La prensa, sin bien no ocultó del todo el hecho, lo presenta como una cuestión menor, o fácilmente digerible, entre un sinfín de noticias y de cómputos. Yo no sé, siendo así, en qué medida el resultado final no dependió de este procedimiento sistemático, inclusive el que la elección se haya finalmente decidido sin segunda vuelta. Hay partidos o frentes a los que con esta práctica se los borró en el Gran Buenos Aires del acto eleccionario. Más: en lo más pequeño, seguro, algún candidato a concejal le debe a esta violencia su "éxito" o su nuevo própero destino. Se anuncia dura, durísima la mano, en el fondo desagraciado del tarro. Y yo que vivo por acá, no puedo sino mirarlo. Estoy en la primera fila, como quien dice, en el ring side, viendo los golpes de cerca. De cualquier manera, siento que, aun así, el fraude no comenzó el domingo, sino que continúa, y, a la vez, cada día se hace más evidente, al abrigo de una brecha inmoral, o cordillera, que ya está mostrando, en un mismo menjurje, dos países cada vez más distantes. Te abraza,


*Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar




*

Queridas amigas, queridos amigos:


El domingo 28 de octubre del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor colombiano Jesús Pinzón Urrea. Las poesías que leeremos pertenecen a Flora Chavarry Orellana (Guatemala) y la música de fondo será de Rikchariy
(Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!

YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
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Respuesta a preguntas frecuentes

Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.

Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.

Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.

Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de cada escrito es un intercambio de libertades entre el escritor y el editor, cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de estilo ni formato.

Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
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