miércoles, diciembre 15, 2010

MUCHO MÁS ALLÁ DE LO VISIBLE...


*ILUSTRACIÓN: WALKALA- LUIS ALFREDO DUARTE HERRERA. (1958 - 2010) http://www.walkala.eu/


EL ÁRBOL SINGULAR*


“...Me arranco la piel seca... Caen de mis dedos al vuelo,
Virutas antipáticas y grises... incómodas heridas, como valles,
un cadáver en la piel seca de mis labios..”
ELENA MEDEL (España)



Esa mujer o aquella o esta. Es lo mismo.
A esa mujer se le han ido cayendo uno a uno
Los árboles del pecho.
Boca arriba yacen durazneros inquietos.
El sabor y el olor se acoplan en torbellinos de humo.
Las naranjas son lunas llenas preñadas de arrecifes.

Hay un desgarro verde que le moja los hombros.
Se vuelca por su boca, la sacude.
Corre por su garganta, la estrangula.
Su corazón, un pájaro agónico.
Su estomago, una bolsa rota.
Nido de escorpiones, sus vísceras.
Los álamos le suben por los pies, la sacuden, le lloran.
Gigantes imbatibles, derrotados. Eunucos.

Y han pasado las sombras más puras y los ríos.
Y los niños y las manzanas tatuadas en el vientre.
Han abatido el árbol del amor:
Sus diez estambres y su único pistilo.
El árbol de Guernika, el árbol de los cuervos.
El de Ipé, el palo santo, el olivo.
El árbol del cielo y su fruto alado.
El profano árbol de la genealogía.
A esa mujer se le han ido cayendo uno a uno
Los árboles del pecho.
Uno a uno, los brazos, los pétalos, los ojos.
Lo dedos, los gajos, los retoños.
Uno a uno, los pechos, los cabellos, los frutos.
Las vainas, los labios, los adioses, los dioses.
Las cáscaras, la piel, las costras.
Las raíces, la dignidad, los vestidos.

Pero el que más le duele, la fragmenta, la parte.
Es la caída, lenta, irremediable y lenta, del árbol singular.



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar










EL JUEGO*

A Fenris


-¿Son seres como nosotros? -preguntó Brida.
-Nosotros somos ellos.
Brida
Paulo Coelho


Ella comenzó a desvestirse sin parar mientes en la ventana abierta.

“Espera – dijo él -, no te he dicho aún lo que quiero de ti”.

“¿Y entonces?” – preguntó con una mezcla de fastidio y aburrimiento.

“Pagué por tus servicios, pero no quiero tu cuerpo: soy un hechicero, un iniciado en las artes ocultas. Necesito tu energía, tu alma, tómalo como un juego…”.

“¿De veras? – le contestó, cruzando los brazos - ¿Me pedirás que use un disfraz, imite a un animal, o pronuncie alguna letanía?”

“Tontita, te veías tan ingenua, tan pura, ofreciéndote en la esquina… No te resistas – avanzó, mirándola a los enormes ojos azules que le daban aspecto de caricatura manga -, será breve...”

El golpe le tomó tan desprevenido que rebotó contra la pared opuesta. Ella continuaba con los brazos cruzados, en actitud reposada.

“Si fueras lo que dices, tan siquiera un aprendiz aventajado, sabrías que un ser de luz no tiene por qué someterse a un ser de barro… Pero ya que estamos aquí, tontito, sigamos el juego...”

Succionó su energía vital hasta hacerlo desaparecer en las sombras de la habitación. Se asomó a ver la luna, era una linda noche y aún no estaba satisfecha. Escapó volando por la ventana.




*de Marié Rojas.
Ciudad Habana. Cuba.








LADO IZQUIERDO*



*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com




1


¿Cubre el lado izquierdo?, dice Malone. ¿Del lugar de combate? ¿De su cuerpo? ¿De la historia? Ahora, Malone busca a una familia desaparecida, mientras deja en suspenso la mudanza. Va a mudarse con su mujer a otra ciudad, porque Malone es un típico héroe americano, capaz de abandonar a su
amante para seguir a su esposa. La pobre cara de Malone no es feliz, porque en verdad le hace feliz ser héroe americano que salva a otras familias, ya que el intento de salvar la propia le deja un gesto de amargo pesar que lo hace todavía más heroico, más admirable, más americano.



2


Tal vez porque es rubia, o porque es hermosa, o porque cubre el lado izquierdo con una pistola y le salva la vida al héroe americano, la amante de Malone tiene un papel inquietante en la historia. Pero la esposa viste de manera tan neutral, es tan recta, tan llevadora de niños a la escuela, que merece la empatía de todas las americanas esposas. Ninguna de las dos sufren un increíble sentimiento de fragilidad que se transforma en dolor partiente, porque ninguna de las dos ha demostrado ser una lectora de "El ombligo de los limbos". Dime con qué libro andas y te diré quién eres.



3


Malone no dejará nunca una carta escrita para dar a entender el estrujamiento íntimo de su ser. Eso lo hará Artaud, pues Malone no sufre porque el espíritu no halle lugar en la vida o porque la vida no se
encuentre en el espíritu. La vida de Malone se halla en una 9 milímetros.
Malone no sufre el espíritu órgano, no sufre del espíritu traducción o del espíritu atemorizante de las cosas. Sólo Artaud puede dejar colgado el costado izquierdo para que lo mastique la vida.



4


Lo que mejora las cosas, es que sólo es un rumor, un contenido que el narrador pone en boca de Asuntos Internos, el hecho de que Malone haya tenido relaciones con la rubia que le cuida el costado izquierdo. Nadie pudo verlo. Ningún espectador se vio afectado. Malone en brazos de su amante es sólo un rumor. Ni siquiera es repetido por los compañeros del FBI. Nadie se mete en esos asuntos internos que son de Malone y la rubia con 9 milímetros.



5


Y por supuesto que el héroe americano salva a la familia americana que estaba desaparecida. La encuentra. Y la familia americana, con yate, millones, diabetes controlada, adolescente rebelde encauzada por causa y efecto de los malos neutralizados por los buenos, promete no disgustar más a
su familia americana. Y Malone no sonríe porque no le es dado sonreír. No le es dado un momento en que se le caiga el gesto adusto. Por eso es preciso mantener oculto el amorío de Malone. Nadie quiere verlo feliz en el abrazo izquierdo. Hay que cuidar la sensibilidad del espectador de "Without a
trace" como el gobierno americano cuida la sensibilidad de los ciudadanos del mundo. Uno y otro narrador son los hermanos mayores de nosotros, sus hermanos menores. Hasta que un villano publica cosas horribles en Wikileaks, creyendo que los menores están un poco maduritos y a todo el mundo le da un escalofrío o una rosquillita en ano.


6


Una vez resuelto el caso, Malone no va al bar a tomar algo con amigos que le cubren el costado izquierdo, el derecho, el frente y las espaldas, porque Malone, en primer término, no es como Artaud que desnuda todos los estremecimientos acuciantes, todas las vacilaciones de su yo por venir.
Artaud no pasaría el interrogatorio de Asuntos Internos. No sería incluido en el canon escolar para "educar en valores" porque Artaud escribe para alterar a los hombres. Quiere escribir un libro como una puerta abierta que conduzca a lugares donde nadie hubiera consentido ir. Lugares a los que
Malone no podría ir porque Malone es un héroe y tiene un témpano atragantado en la garganta. Artaud no cree que el lector sea su hermano impúber.



7


Después de resolver el caso Malone llega a su casa, corriendo, chorreando heroicidad, y encuentra a su esposa llorando. Malone no duda en sacarse el saco con un gesto todopoderoso y se sienta junto a la esposa mientras las niñas duermen porque Malone trabaja de héroe hasta muy tarde. Con la misma mano que empuña el arma acaricia el cabello de la esposa y la esposa, con un pañuelito blanco, secando lágrimas imaginarias, confiesa, serenamente, como una verdadera esposa americana, que está cansada de ese matrimonio. Que esperaba que él no se fuera con ella a Chicago.



8

Malone no tiene una gran pasión razonadora superpoblada de imaginación que arrastre a su yo como un puro abismo porque él no es Artaud. Los espectadores no le han visto en otra situación que no sea la pesadumbre.
Sólo la rubia sabrá que en él resopla un viento carnal y sonoro. Que pequeñas raíces diminutas llenan ese viento como un enjambre de venas y que en su entrelazamiento fulgura. Sólo la rubia sabe que Malone es Artaud en el espacio sin forma penetrable, cósmico y crujiente, de su lado izquierdo.



9

Y la esposa se va a Chicago. Toma las valijas, despierta a las niñas cuando todavía es de noche y se va, para tristeza de Malone, quien va sumando motivos para que su cara sea cada vez más ceñuda. Pero el espectador modelo americano, no podrá ver en el futuro alguna escena del costado izquierdo de
Malone desnudo. Ni siquiera ahora que Malone no es victimario sino víctima del abandono de su esposa. La esposa se va con el pelito armado y el trajecito a otra ciudad, a colgar el título de abogada y ser sumamente exitosa, pero a Malone se le seguirá ocultando el costado izquierdo porque el espectador no alcanza el rango de lector.



10


¿Estoy cansada de este matrimonio?, dijo la esposa de Malone. Cansada del héroe. Cansada de Malone que nunca faltó a su casa después de cada caso resuelto. Tal vez, la esposa esté cansada de la cara de Malone. La esposa con trajecito no es ninguna descocada. Es una mujer seria que se cansa. A los autores poco les importa el cansancio de la esposa de Malone porque ella no es una heroína americana. Tampoco les importa la rubia con la 9 milímetros si no sirve para hacer más vistosa la cara marmórea de Malone. Si a alguien Malone le parece un ser demasiado contenido, que lea Artaud, o si bien estas mujeres les resultan poco inquietantes, que mire la femme Nikita, pues, aunque inverosímil, resulta una exponente del género un poco más soportable que cualquiera de los ejemplares de Desperate Housewives.



*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-26550-2010-12-11.html






Ensayo

Maximiliano Kosteki: el artista que no dejaron ser*


*Luis Alfredo Duarte Herrera.


"Miro mucho más allá de lo visible."
Maximiliano Kosteki, 25/06/2002


El 26 de junio del 2002, en el puente Avellaneda de Buenos Aires, los jóvenes piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por parte de la policía en el curso de una manifestación.
Maximiliano Kosteki era un joven artista que apenas había cumplido 22 años y no hacía mucho militaba en el Movimiento de los Trabajadores Desocupados (MTD) de Guernica. Al momento de su muerte estudiaba en la escuela secundaria No 15 de Lanús, con orientación artística. Allí había trabajado
con pasión diferentes estilos (impresionismo, surrealismo, abstracción, elementos tomados del comic y del género fantástico) y técnicas (especialmente dibujo y grabado en color y blanco y negro), en todo tipo de materiales: telas, madera, cartón, cartulina, hojas cuadriculadas y hasta formularios y hojas del municipio. El 1 de mayo del 2002 había participado en su primera manifestación en la Plaza de Mayo y allí, delante de todos, dibujó un ángel - un ángel piquetero, como dijeron algunos de sus compañeros - con la cara cubierta y un palo en las manos.
El grupo de trabajo "LuchArte" organizó en Buenos Aires, en la fábrica recuperada Grissinópoli , entre el 28 de junio y el 26 de julio del presente año, la exposición titulada Maxi Kosteki, el artista que no dejaron ser, en la cual fueron presentadas 50 de sus obras, de los "233 nietos que son sus dibujos y pinturas", como llama la madre de Kosteki, doña Mabel Ruiz, a la obra de su hijo. La exposición fue un éxito total y sólamente a la inauguración asistieron más de 500 personas, entre las cuales se contaron
numerosas personalidades de las artes plásticas y la cultura Bonaerense como Alejandro Michel, León Ferrari, Gabriela Bocchi, Javier González, Magadalena Jitrik y Luciana Morcillo.
A continuación presentaremos un ensayo de Eduardo Coiro, director de Inventiva Social, en Buenos Aires, dedicado al joven Maximiliano Kosteki.

-Dr. Luis Alfredo Duarte Herrera





Viendo al oeste, en el andén 3 *



*Eduardo Coiro. inventivasocial@hotmail.com




Ellos son dos sombras largas de atardecer, siluetas recortadas a contra luz en el final del andén. Sus rostros caen en sombras ante la oscuridad que sube, implacable, desde el este. Pero allí, en el último resplandor de oro encajado entre las vías que se fugan al oeste, son seres de ilusión, en esos momentos pueden darse la mano fuerte, el abrazo fuerte, darse el alma sin que ninguna estampida, ningún terror disuelva lo humanamente dado.
Allí van y vienen las cosas en la hamaca del tiempo, van y vuelven, parecen tocar el cielo, irse definitivamente, pero retornan una y otra vez ... Ahí está el Estado fabricando mártires, el poder plantando policías como alambrados de púas.
Escucho una frase recortada en el aire, desde el bar de la estación: - Tengo que ir a trabajar y no me dejan - grita un señor por la Radio 10. Hay que ir, aunque el tiempo se detenga en el lugar menos pensado, en el momento menos deseado. Como la muerte, atravesando el umbral-símbolo de una
estación.
¿Qué se detiene en las calles?
Los autos, combustión sin velocidad, las gentes en su tiempo siempre urgente de llegar a algún lado, sin tropiezos, sin acontecimientos que fuercen un destino diferente.
Acordonar, no dejar pasar. También ser alguien y hacerse ver y oír.
Pero el Estado, ausente para la miseria, quiere la libertad de las calles.
Liquidez sin piquetes, desde la casa al surtidor, al banco, a la oficina, a la novia, al infinito ...
Por allí, cerquita al puente, estaban las fábricas, que producían identidad como un objeto invisible. Ahora están los hipermercados, los shopping, otra geografía social que no contiene obreros ni producción. La fábrica que dejó el abismo, apenas reemplazado con dignidad, economía de subsistencia y desesperación.
¿Quién empujó a los barrios a cortar las rutas, las mercancías, las transacciones, las vidas privadas de los que pueden viajar pagando su nafta o el boleto?



********


No hay nada más inútil que el acto de pura brutalidad, el cual disuelve la solidaridad con perdigonadas de terror, nada más demostrativo de la impotencia de cinco minutos antes y cinco minutos después de ...
Mucho, pero mucho de la vida cotidiana está influido por estos actos de fuerza que encubren impotencia, indiferencia, la quietud de ocio del recaudador, la tranquilidad cómplice del que cobra por ignorar ilegalidades.
Pero, allí en la calle, a la vera de las estaciones hay que demostrar que al menos para el terror existe el Estado.
Es previsible que no haya nada que discutir y que allí se confirmen odios preexistentes. "a estos negros hay que matarlos a todos ". Escudos humanos, del otro lado están los especialistas en aparentar el orden, los que amurallan con un piquete legal cualquier protesta.
Morir en el hall de una estación de ferrocarril, la metáfora perfecta de un país en pérdida, morir a balazos por un agente del mismo Estado, que en un mal uso de su poder colectivo cerró miles de kilómetros de vías, estaciones de pequeños pueblos y mató pueblos enteros.
Ahora las imágenes del terror viajan por los aires, intangibles, y se multiplican al infinito en pantallas y terminales. Pero, que digo ... no es ninguna metáfora: es la llaga real y presente de un país que abandonó sus sueños en ese lugar, quietos como esos puentes de óxido entre andén y andén.
- De arriba viene bajando el saqueo - me gritan esos muchachos que veo correr entre el humo de los gases. Sí, el saqueo viene bajando a las calles, de la mano de la antigua y reciclada impunidad. Seguro que un litro de leche en Guernica sale igual o más que la leche que compran Mirta o Amalia; allí esta la muralla de los precios, infranqueable piquete sin calle, puente destruido para siempre entre unos y otros.
Paredes invisibles, rehenes que toman rehenes, ¿hay un afuera?, por el hambre o el miedo sólo se ven rejas de sombra y tristezas, calle por calle, paso por paso, acechando. No hay que caminar demasiado desde cualquier estación real para ver los efectos, los pasos implacables de las políticas de más de una década. Allí se percibe en la piel que no es bello caminar, ni cruzarse con alguien al caminar, son días grises de gente triste que está encerrada en su tristeza, para la cual el afuera es una amenaza imprecisa, un golpe de pánico que golpea la puerta.
Ciudades atrincheradas, puentes levantados o acordonados, paredes para no ver ni oír. Perros y alarmas. Allí comprendo, definitivamente que el terror y la exclusión son el verdadero y permanente piquete que no nos deja circular en una misma sociedad, que nos hace caminar sin ver al otro, sólo viendo su amenaza latente, ahí vamos con los poros cerrados, los ojos impermeables, el alma en una caja cerrada.
La casa con llaves y las llaves arrojadas para siempre. Entonces, comprendo que podemos estar perdidos, que cualquier pequeña y certera alegría puede ser efímera, si no podemos ver nada nuevo, si no hay otro ser -humanamente igual- después de la puerta, afuera del auto, deteniendo el tránsito.



*Fuente: XICóATL. número 65. Octubre/Diciembre 2003.







La cara siniestra del consumismo*


En La historia de las cosas, la ecologista Annie Leonard llama la atención sobre los peligros del consumo inmoderado para el medio ambiente



*Por Ana María Vara
Para LA NACION

Riguroso, bien informado, tremebundo, iluminador: La historia de las cosas, el libro de la estadounidense Annie Leonard, consagrada como "heroína del medio ambiente" por la revista Time en 2008, muestra la otra cara de los objetos que nos rodean, lo que está por detrás -y por delante- del diverso mundo material de la cotidianidad.
De dónde vienen y a dónde van una lata de gaseosa, una remera de algodón, un anillo de oro: cómo se obtuvieron los materiales, cuánta energía se consumió en su producción, qué tóxicos se utilizaron o liberaron al medio en ese proceso, cómo se los transportó, qué poco se los usó, de qué modo se los
descartó. Quiénes perdieron su trabajo para que su costo se redujera, quiénes se intoxicaron con químicos durante su transformación, quién vive junto al basural donde acabarán su recorrido. Qué efectos puede tener en la piel un proceso antimancha, qué peligros se ocultan en los cosméticos, qué
venenos respiramos cuando sentimos olor a plástico. Lo familiar, lo trivial, lo entrañable revelan su faz siniestra: el verdadero costo del consumismo.
La historia de las cosas. De cómo nuestra obsesión por las cosas está destruyendo el planeta, nuestras comunidades y nuestra salud, y una visión del cambio es la continuación de un video del mismo nombre, que se tradujo a una docena de idiomas y fue visto por millones de personas. Hoy es un proyecto de largo aliento en el que Leonard y su colaboradora Ariane Conrad están involucradas con mente y corazón. El libro está organizado en cinco secciones: Extracción, Producción, Distribución, Consumo y Desecho. Cada una tiene industrias privilegiadas. Corrijamos: villanos favoritos. A los lectores argentinos no les sorprenderá que la industria del papel y la minería se lleven gran parte de la sección primera, habida cuenta de las protestas contra esas actividades en el país.
Leonard cuenta su infancia en los bosques del estado de Washington, y su preocupación al ver que, a medida que crecía, los árboles se alejaban más y más de las ciudades, como retrocediendo ante una fuerza imparable. Con sensibilidad, contrasta su pérdida estética con la más dura de la pérdida
del hogar o del trabajo que la deforestación causa en países en desarrollo: 300 millones de personas viven en los bosques, de las cuales 60 millones son indígenas. Y nada menos que 1000 millones de personas en situación de extrema pobreza encuentran en bosques y selvas "la principal fuente de
vida".
Los bosques son reemplazados por plantaciones de madera para hacer casas, muebles o pulpa de celulosa. Contradiciendo a Gertrude Stein, Leonard argumenta que un árbol no es un árbol no es un árbol. En términos de biodiversidad, las diferencias son notables: en apenas diez hectáreas de la selva de Borneo hay más de setecientas especies de árboles, la misma cantidad que en toda América del Norte. Tras ampliar el arco a otros seres vivos, Leonard advierte que, de la exuberante biodiversidad de las selvas
tropicales, sólo conocemos el uno por ciento de las especies benéficas.
Barrer esa pluralidad para dar paso a la monotonía vertical de incontables pinos o eucaliptos es como apostar un inmenso capital a un billete de lotería. Pero la maquinaria de consumo es difícil de parar: sólo los estadounidenses usan una cantidad de papel que permitiría levantar una pared de tres metros de altura de Nueva York a Tokio. A nivel mundial, el consumo de papel se ha sextuplicado en los últimos cincuenta años.
El panorama de la minería no es menos espeluznante. Por el agotamiento de las vetas, la industria desarrolló el proceso de lixiviado, que hace estallar las montañas y las disuelve en enormes piletones con agua y cianuro. Para hacer una alianza de matrimonio, se producen 20 toneladas de residuos peligrosos. Sí, leyó bien: un anillo por 20 toneladas.
¿Otros objetos terribles? Celulares, MP3 y controles remotos requieren tantalio, una de las mayores riquezas de la República Democrática del Congo, codiciada por algunos grupos. La globalización puede tener efectos potentes y velocísimos: el lanzamiento de la consola de juegos PlayStation 2, en
2000, hizo disparar el precio del tantalio y desató una ola de violencia en la zona: mujeres violadas, chicos y prisioneros de guerra reducidos a la esclavitud. "Los niños del Congo son enviados a morir en las minas para que los niños europeos y estadounidenses puedan matar alienígenas imaginarios en el living de su casa", concluyó Oona King, del Parlamento británico.
La sección Producción informa sobre los 100.000 compuestos sintéticos que se usan hoy en la producción industrial. La historia de una lata de aluminio muestra que las inequidades entre países favorecen el derroche: el traslado de esta industria a países en desarrollo, con energía barata, esconde su verdadero costo.
Una simple remera ilustra un camino de transformaciones que van del consumo de agua (el del algodón es uno de los cultivos más irrigados) a los agroquímicos (aunque ocupa el 2,5 por ciento de las tierras del mundo, consume el 10 por ciento de los fertilizantes y el 25 por ciento de los insecticidas); al cloro, las tinturas, el formaldehído, la soda cáustica para tratar las telas. Muchas de las sustancias utilizadas en el acabado de la prenda están vinculadas a dermatitis, problemas respiratorios, ardor en los ojos y hasta cáncer.
Los impactos ambientales, analizados en el capítulo Distribución, dejan de manifiesto desventajas claras del libre mercado en un mundo globalizado: por barco se mueven más de 1500 millones de toneladas anuales de mercaderías.
Eso supone 140 millones de toneladas anuales de combustibles: casi un cuarto de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, responsable del cambio climático. Dejamos para los lectores enterarse de las prácticas de los hipermercados, cadenas transnacionales que mueven ingentes volúmenes de los puntos más distantes del planeta. Leonard los califica de "hipermalos".
La sección Consumo es quizá la más localista de un libro que tiende a poner el acento en Estados Unidos. La tristeza acompaña una cultura de "más es mejor", de mercantilismo extremo. El Índice de Pobreza Humana del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) ubica a Estados Unidos en último
lugar entre los países industrializados. Y el Indice del Planeta Feliz, realizado por una fundación, lo coloca en el puesto 114 de 143 naciones.
Leonard comenta estas cifras yuxtaponiendo otro dato: el gasto militar de esta potencia representa el 42 por ciento del gasto mundial.
"Fuera de la vista, fuera del sitio, fuera de la mente" es donde va a parar el vasto conjunto que integra el apartado Desecho. Esa relativa invisibilidad de la basura es gran parte del problema. Reutilizar y reciclar es clave, pero no alcanza con controlar la basura hogareña: los desechos industriales representan entre 40 y 70 veces más que los domiciliarios.
El lector sentirá angustia, agobio, desazón ante muchas páginas de La historia de las cosas. Leonard lo sabe y se apresura a ofrecer alternativas.
Algunos ejemplos de la industria son alentadores: la empresa Interface, el mayor proveedor de alfombras en "baldosas", inició una transformación en 1995 que le permitió reducir su consumo de agua, combustibles y energía y, reciclando, logró evitar que 74.000 toneladas de alfombras usadas llegaran a
los basurales.
A las sugerencias incluidas en cada capítulo dirigidas a los consumidores, se suma una sección final con recomendaciones de cambios legislativos, nacionales e internacionales, así como la necesidad de cambios culturales.
Muchos de sus consejos pueden implementarse también aquí. En balance, quedan fuertemente reivindicados los ciudadanos de Gualeguaychú o Andalgalá que alertaron sobre la peligrosidad de ciertas industrias. En economía se habla de los impactos sociales y ambientales como "externalidades". Leonard
insiste en que se los incluya en los costos. De este modo, aumentaría el precio de los materiales nuevos y se alentaría el reciclado: una lata usada dejaría de ser basura para convertirse en valioso insumo. Imaginación, generosidad, voluntad: no es el futuro sino el presente lo que está en juego.


*Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1332189









“No puedo sacarme al idiota de la cabeza”*



No puedo sacarme al idiota de hoy de la cabeza

como no pude en el día de ayer
sacarme al idiota de ayer
de la cabeza

No pude sacarme ni ayer ni hoy
la cabeza del idiota

Yo soy prácticamente todo lo que el idiota tiene

No puedo hoy ni pude ayer
sacarme del idiota
la cabeza.



*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar





Correo:


Abajo de la tierra de los sin tierra*



Parque Indoamericano

Hay un detalle que, hasta ahora, no supe que nadie mencionara sobre el origen del Parque Indoamericano.

Hasta fines de los años '70, el Parque Indoamericano era, nada más y nada menos, que la quema más grande de Buenos Aires.

No era distinto que la consideración que hoy mismo tienen los "hacedores de la planificación" sobre los sectores de Buenos Aires: Todo lo bueno al Norte de General Paz y Nazca, todo lo indeseable al Sur de ésta.

Sí, las columnas de insoportable humo se veían desde la Autopista Ricchieri (y había quemas a ambos lados de la misma). El olor llegaba hasta Flores Centro cuando el viento soplaba duro y parejo.

Allí supervivían miles de indigentes a partir de la comercialización de los restos (y del alimento de los restos). NAdie sabe cuantos quedaron bajo los camiones por accidente o por incidente. Nadie sabe cuantos quedaron en el camino sin saber que La Quema había sido su pena de muerte.

cuando el mejor negocio era darle la basura a las empresas amigas, la Dictadura decidió cerrar la quema y, años después, creo que ya con Alfonso I, la Quema quedó cubierta con un metro de tierra y lo denominaron Parque Indoamericano.

Sí, bajo los pies de los okupas no hay nada más ni nada menos que lo que siemrpe les toca por tierra: La basura de los otros.

Ni hablar de lo que podría empezar a ocurrir si hacen pozos para agua, o comienzan a hacer pozos ciegos.

No por nada, el Parque Indoamericano nunca recibió la inversión (¿privatización?), del resto de los espacios publicos (cerrados para las emrpesas amigas), de la ombliguda Ciudad Autónoma.



*De Jorge de Mendonça jorgedemendonca@gmail.com
Diciembre 14 de 2010 - Ingeniero White - Buenos Aires




*


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

La Economía es la Ciencia que estudia la satisfacción de necesidades alternativas con recursos escasos. ¿Necesidades? materiales e inmateriales....¿Recursos?...a estudiar.