viernes, diciembre 10, 2010

PERSISTENCIAS EN FLOR...


*Ilustración: Walkala. Luis Alfredo Duarte Herrera.



VIENTRE DE LUCIÉRNAGA*



Recién ahora. Después de tanto tiempo.
Comprendo
Porque no podía separarme de ti.
Tiempo de durazno en flor.
Vientre de luciérnaga, boca sed de corales.
Límites, territorio de lobo.
Oscuridad plena, roca carbón.
Colmenares de luz, ojos en celo.
Cuando la tormenta apagaba el umbral del canto
En tus manos oía mis riberas de sílice.
Rastrojos en mi piel, palomas en mi sangre.
Cuando hería la escarcha.
Tibia, mí cintura habitaba tu abrazo.
Y tu olor. Ah, tu olor a fragante romero.
Descendía. Vientre, pedernal. Luciérnaga.
Tierna rosa arponeada.


Recién ahora. Después de tanto tiempo.
Comprendo.
Aquél a quien amaba tanto.
No eras tú, era yo.



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar










LA CURVA DE SANTA ANA*


-Parte 2-


En las rutas y caminos misioneros circulan camiones con enormes cargas de pesados troncos, o maderas aserradas, que suben y bajan las grandes cuestas a velocidades vertiginosas, especialmente en las bajadas, lo que les sirve de impulso para remontar las largas cuestas, llegando penosamente a la cima, pero vuelven a lanzarse cuesta abajo donde vuelven a obtener nuevo impulso. Esto complica el tránsito de los demás vehículos, ya que los pavimentos son relativamente angostos. Por eso son penosamente frecuentes los accidentes, donde autos, motos u ómnibus la pasan mal en esta difícil convivencia. Los medios locales reflejan casi diariamente este peligro, que se agiganta cuando a todo aquello se le suma una descuidada conducta humana.
Así conocí a un joven fotógrafo que conducía una enorme moto, con sidecar BMW, destacándose en las calles del centro; ya que quizás era la única en su tipo. Roly tenía ese día la cara cubierta de costrones, raspaduras y moretones, era simplemente horripilante, y andaba lo más campante, incluso vino a presentarse y conocerme al banco. Me daba gracia la soltura con que lucía la cara hinchada como una pelota, los ojos casi cerrados, no tenía un centímetro de piel sin lastimar. Era evidente la feroz caída, donde la moto salió intacta, pero él anduvo semanas con ese aspecto terrorífico. Le apasionaba la fotografía y la música. Viajaba cada año a la exposición “Fotokina” en Alemania para conocer lo último en maquinas y tecnologías. Una vez me trajo de obsequio, uno de los últimos modelos de máquina fotográfica compacta, que aún conservo. Fue testigo presencial del choque de dos Jumbo 747 en el aeropuerto de Tenerife, allá por 1977, en uno de sus viajes. Pasábamos gratos momentos en la trastienda escuchando su colección musical, en un poderoso equipo de sonido, tras mostrarme las novísimas técnicas adquiridas y sus experiencias en Alemania, y de yapa su recorrida gasolera por toda Europa, usando el Euro Tren como hotel itinerante.
Otro joven con el que logré una profunda amistad, fue con Alberto. De unos treinta años, oriundo de Buenos Aires, que hacía muy poco se había venido a instalar con un negocio de librería, ayudado por un tío y un viejo y paciente proveedor. Antes de venir se había casado con Elena, una niña muy bonita que tenía un año menos que él, y que acababan de tener su primer bebé, por lo que estaban sumamente felices. El comercio no era fácil, pero en poco tiempo logró tener un segundo local, que compartía con un hermano menor. El esfuerzo requerido para lograrlo hacía a sus finanzas casi siempre pisando el rojo. Pero aún así había tiempo para salir un rato a esparcirnos. Me enseñaba a usar la raqueta de tenis en un club de las afueras. Charlábamos con total coincidencia, gozando ambos de nuestra compañía.
El negocio se le complicaba, ya que se atrasaba con los acreedores, y le exigía vivir con grandes esfuerzos para lograr salir a flote. Las cuentas en el banco estaban siempre al límite, debiendo hacer malabares para cubrir sus compromisos. Soñaba en un día no lejano, en que superado esos momentos, pudiera salir de vacaciones aunque fuera sólo unos días, para compensar a Elena, por todo el esfuerzo que debía soportar, dado el empeño en que estaban inmersos. Pero en cuanto, a última hora había cubierto sus saldos, subía exultante a la gerencia para comentarme como había sido su día, y contarme el último chiste de los viajantes.
Tiempo atrás había adquirido, en cinco o seis pagos, un terreno en el que pensaba edificar su casa, en cuanto la situación se lo permitiera. Pero tras pagar los primeros tres vencimientos comenzaron los atrasos. Cuando le planteó una negociación; devolverle el terreno pero recuperar parte de las entregas, se lo negaron rotundamente. Estaba muy afligido, ya que eso le hubiera ayudado a equilibrar su economía. Máxime cuanto le faltaba tan poco para salir bien a flote.
La casualidad hizo que Alberto se contactara con el antiguo dueño y terminó descubriendo que sobre el terreno pesaba una disposición municipal, o provincial de “No innovar”, ya que estaba previsto un futuro uso público. Eso cambiaba las cosas, ya que podría interpretarse que hubiera habido intento de estafa. Documentado, le presentó a la inmobiliaria que estaba dispuesto a denunciarlos penalmente, y exigirles una altísima compensación. Ciertamente manejó muy bien las cosas, y ahora en otra situación, convino con la agencia vendedora una importante suma para que la cosa no pasara a mayores. Cuando le pidieron un plazo acomodado para completar lo convenido, se negó exigiéndole el dinero en sólo cuarenta y ocho horas. Esta gente recurrió al Banco para obtener el dinero que no disponían y cumplimentados todos los requisitos, recuerdo como hoy, se terminó la operación más allá de la una de la tarde; y allí, en la gerencia, y estando yo presente, se hizo el pago con que Alberto se consideró ampliamente resarcido. Cuando finalmente todos habían salido, Alberto vino contentísimo para celebrar conmigo esos momentos. Parecía mentira, había revertido todas sus carencias, no sólo equilibrar holgadamente su economía; sino que además podía al fin tomarse aquellas anheladas vacaciones, junto a su amada Elena.
A última hora de la tarde, sabiendo que me encontraría en el banco, fueron los dos juntos, Alberto y Elena, a verme y saludarme, ya que ambos, antes del amanecer saldrían a aquellas merecidas vacaciones junto al mar…
-Te dejo este pequeño obsequio porque sé que los coleccionás…- y me entregó una maqueta de un avión en miniatura, un “Pucará”, ícono de la Fuerza Aerea de nuestro país.
-Mañana a esta hora estaremos en Brasil, en las playas de Torres, que soñamos conocer...- Y se despidieron con el más sentido y fervoroso abrazo, donde rodaron lágrimas de incontenible alegría…
Temprano, como todas las mañanas, aspirando a pleno el verano, de esa plaza, tan arbolada y fragante, caminando despaciosamente, pensando en las cosas seguramente por venir ese día; llegué al banco, un buen rato antes de la atención al público, y me encontré con un pequeño grupo de clientes que esperaban la apertura, Claudio, un maderero, que venía como todas las mañanas muy temprano de Santa Ana, se me acercó destrozado, casi despavorido…
Me contó del accidente. En “la curva de la muerte”, una pareja joven en un Fiat 128 color crema, chocó de frente contra un camión cargado con troncos. El camión volcó en el bajo, pero ellos dos murieron en el acto. Se miraba las manos, gesticulaba, lloroso…
-Yo mismo, con estas manos ayudé a sacarlos del auto, pobrecitos, Ella parecía dormida en el asiento… Cuando intenté tomarla, se desarmó, se derrumbó, como una marioneta… Pobrecita…
Eran ellos, mis amigos Alberto y Elena.
Al bebé, de casi un año, lo habían dejado con su hermano y su flamante cuñada; y así al menos pienso, que quedó alguien para continuar la tarea de ellos, alguien que hoy tendrá ya más de treinta años, que puede no sólo heredar sus genes, sino dar testimonio de aquellas vidas que casi no conoció, y que yo tuve sí esa suerte, pese a que aquel niño no me conoció nunca.
Para cualquiera costaría entender, porque mezquino tanto, una pequeña reproducción de plástico plateado, con forma de avión; que tengo delante, en mi repisa de trabajo.



FIN


*De Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
06 dic. 2010 Avellaneda. Santa Fe







"Quiso morir para saber qué era el olvido"*



*Por Ada Naranjo. naranjoada@yahoo.com



Hay gente que con solo abrir la boca
llega a todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después como si nada.
Hamlet Lima Quintana



Mi padre, buscador de belleza y de justicia, no usaba reloj, se resistía.
Pero nunca llegó tarde a ningún lado. Donde era necesario estar, era el primero.
Desde pequeña, me invitó a caminar un largo viaje. Me mostró los paisajes de la vida. Descubrí las barrancas, el río, los amigos, el sol, el mar, el amor, los campos, las heridas.
Hasta que llegó la larga noche renegrida que sepultó con mantos de horror cualquier vestigio de vida, de alegría. Los túneles del tiempo, la negra noche avanzó... pero nadie pudo matar lo que no muere.
Un amigo de mi padre, Edmundo Giura, al que cariñosamente le decían "el gordo Giura", gran artista plástico de la época de la vanguardia de los 60 y 70, y que partió hacia otros lares hace muchos años, decía: "Si caminás frente a una obra de arte y tu cuerpo siente que tenés que detenerte, no lo dudes, paráte frente a ella, mirála, está diciendo algo, te está hablando".
Me paro imaginariamente frente a la obra de mi padre y me pregunto: ¿cuál obra?, ¿qué obra?, ¿ante cuál me detengo?, si todas hablan, dicen, denuncian, educan, advierten? Decido recorrerlas, llamo, invito a los amigos, a los desconocidos, a los que lo quieren, a los que lo extrañan, a los que le resulta imprescindible su presencia aún, en el vacío de ya no ser... Y allí vamos. ¿Nos detenemos ante un cuadro?. Sí, es necesario, nos indica el camino. ¿Seguimos hasta aquél mural? Sí, nos cuenta que en la
Biblioteca Vigil hay otros murales y que allí hubo belleza y tragedia.
¿Vamos a Tucumán Arde? Sí, tenemos que saber qué pasó con la miseria de ese pueblo ¿Vamos hasta la Plaza de Mayo? Sí, allí nos esperan nuestras queridas madres y abuelas con sus pañuelos blancos. ¿Y El Tintero Verde y la colección de Amsafé? Sí, vamos, son para los maestros. ¿Y los chicos de la calle? Los que amaron Korczak y Rubén. Sí, vamos, sólo sirve estar con ellos y escucharlos. ¿Nos llegamos hasta Historias de Aquí a la Vuelta? Si, son la identidad, los lugares y el origen de la gente. ¿Vamos a la facultades? Sí, allí se enseña lo que en La Vigil se aprende. ¿Y aquella serie de Imágenes con nombre y apellido? Sí, vamos, tenemos que encontrarlas. Hablan por los que no están, por los desaparecidos. ¿Y las tarjetas "Lloramos la muerte, cuidamos la vida"? ¡Sí, vamos!
Mi padre transitó todos estos espacios y muchos otros. Tuvo muchos proyectos, algunos personales, pero casi todos grupales. Necesitaba compartir con los demás, fundirse y renacer haciendo. Concebía al arte como un hecho "transformador" y tenía que estar comprometido con lo social.
Siempre contaba que cuando fue profesor de la Facultad de Arquitectura (durante 15 años), hasta que la ley de prescindibilidad lo dejó cesante en 1976, como a tantos otros compañeros, tenía a cargo una materia que daba en primer año que se llamaba Visión. Salían a recorrer los barrios, pero él también los llevaba a las villas miserias y les decía que lo que estaban viendo también pertenecía a la "estética" de la ciudad, eran parte de la ciudad y ellos deberían tomar esa realidad social también en sus proyectos.
Siempre trataba que sus alumnos pudieran "ampliar su mirada", ver más allá, más lejos. Un hombre con una formación extremadamente sólida y profundamente humana. Nada de lo humano le era ajeno.
Su compromiso con las Madres y Abuelas de Plaza 25 de Mayo, dan cuenta de su actitud de solidaridad y de amor acompañándolas durante más de veinte años en sus rondas de los jueves. El decía que "ese era el único espacio de dignidad absoluta". Una de las madres, Elenita, estando enferma, le escribió una carta conmovedora diciéndole que para ellas verlo llegar a la plaza era "un premio", por su calidez, su acostumbrada sencillez, besándolas a cada una de ellas, tomándoles las manos, sonriéndoles con ternura, con esa serenidad apacible que tan bien les hacía. ¡Que les estaban agradecidas por haberlo conocido, por haber colaborado en su lucha, que lo querían mucho y que esa era la única parte que consideraban hermosa, que con eso les bastaba. Y que cuando se estuviera yendo, lo haría invocando su voz y así
"las sombras" se podrían tornar azules.
Quién conoció a Rubén sabe que lo entregaba todo. Artista, Profesor de Bellas Artes, maestro, militante permanente por los Derechos Humanos.
Luchador incansable ante cualquier tipo de injusticia. Era un enamorado de la vida, de su familia, de sus amigos y de sus nietos a quienes les escribía cuentos e inventaba historias y que él mismo se reía porque ya los chicos habían crecido y no le creían lo que les contaba pero como parte del juego él continuaba la ronda y siempre había algún destinatario nuevo para disfrutar los relatos. Fue un hombre sencillo, humilde, alegre, de una imaginación infinita, creativo, profundamente bueno. Tenía la cualidad de hacer todo esto mientras pensaba "no esperes que un hombre muera para saber que todo corre peligro".
Cortázar, en un reportaje que le hizo la televisión española hace muchos años y haciendo referencia a su propia obra, dijo: "Soy el pulso herido que escribe y piensa del otro lado de las cosas". Creo que es la mejor definición de lo que es ser "un artista". Mi padre, fue "el pulso herido" y pudo mostrar el "otro lado de las cosas" hasta quedarse casi sin aire, quizás por tanto aire que dio.
En el discurso que pronunció cuando fue declarado Ciudadano Ilustre de Rosario en setiembre de 2004, se definió: "Tuve una infancia feliz, ya que en mi casa el concepto de educación era muy amplio y eso me habilitó a desarrollarme bien". No sólo su infancia fue feliz, él era un hombre feliz, su actitud ante la vida fue siempre la de buscar la felicidad. Era feliz trabajando para que los demás puedan ser felices. Ese fue uno de los desafíos que se propuso y trabajó en ese sentido en todos los trayectos o espacios en los que participó.
Dos meses antes de morir, nos reunió a mi hermana Marina y a mí. Sentados los tres alrededor de la mesa redonda del living, esa mesa redonda que reunió a cientos de personas a lo largo de sus apenas 75 años, nos dijo: "Chicas, el cuerpo no me está respondiendo gratamente". Luego hizo un recorrido, preciso, descriptivo, secuencial de cómo había empezado y transcurrido esos años, los de su enfermedad. Con la crudeza que tiene la verdad, nos estaba anunciando lo que se vendría.
Esa misma tarde, entre mates y mimos, tomó un libro de Raúl González Tuñón y nos leyó sólo un verso, fueron sólo 8 palabras: "Quiso morir para saber qué era el olvido".
Jamás olvidaré esa tarde, que igual transcurrió cálida y con mucho afecto.
El viejo estaba haciendo lo mismo que Korczak con sus chicos, nos estaba preparando para su muerte.
Ese verso trajo a mi cabeza otro verso. En este caso de Borges, que dice algo así como "el tiempo nunca muere, ni siquiera pasa". A pesar de ello el 3 de octubre se cumplieron 5 años de su ausencia. Pero Naranjo fue un hombre de la cultura, alguien que fue y seguirá siendo un faro existencial, siempre y cuando no sólo se lo recuerde sino que también tenga un lugar entre la gente.
En estos días me llega reiteradamente la voz del amigo Serrat que cantándome al oído me dice: "Hace un tiempo hubo un hombre entre nosotros/ alegre, iluminado/ que amó y vivió, cantaba hasta en la muerte/ libre como los pájaros/ Se estudian sus poemas, se les cita/ y a otra cosa muchachos./ Pero su nombre, continúa, sigue como nosotros, esperando/ el día en que este asunto y otros muchos se den por terminados".
¡Rubén sigue entre nosotros! Hay que llenar ese espacio de ausencia, llenarlo de memoria. Y eso ocurrirá en pocos días. Rubén Naranjo será una identidad. Cuando el Museo de la Memoria de Rosario abra sus puertas en la ex sede del II Cuerpo de Ejército, el Centro de Documentación llevará su nombre.
De mi padre aprendí a creer en lo imposible. Somos sus frutos. Los frutos de un árbol de naranjo siempre en flor.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-26537-2010-12-10.html







EL GUARDIÁN*



Supe reconocer al momento que me hallaba dentro de uno de esos sueños especiales que nos parecen tan reales que atemorizan incluso horas después de despertar, donde si corremos se nos corta la respiración y nos late más de prisa el corazón, la comida sabe a comida, la rosa huele a rosa y el frío nos corta la piel. Cierta vez un estudiante de tensegridad intentó enseñarme el modo de despertar, pero no le hice caso, me gusta soñar.

Me hallaba en una enorme roca flotando en el vacío, como esos paisajes imposibles de Magritte. Más allá de ella no se distinguía tierra, ni mar, ni siquiera niebla. fue entonces que lo vi, con su aire cansado, su cetro y aquello que semejaba un perro, durmiendo a sus pies.

No duró mucho esta sensación de reposo que emanaba del conjunto, el perro olfateó mi presencia y comenzó a ladrar. Uno de sus rostros despertó y me escudriñó lleno de curiosidad, el otro continuó su siesta.

- ¿Quién eres? - me preguntó.
- La verdadera pregunta es ¿quién eres tú, y por qué estás en mi sueño?
- Soy el guardián - respondió, como si eso fuera suficiente.
- Guardián. ¿de qué? ¿de un trozo de piedra flotando en la nada?
- Del centro de la creación - el segundo rostro despertó a medias, mostrando cierto interés por la conversación -, en este punto exacto convergen todos los universos, los mundos, los reinos, todas las posibles realidades. Yo soy el encargado de velar porque nadie cruce de una a otra, aún desconocemos los resultados de tal mezcla. es mejor evitar aquello cuyo final no se puede siquiera suponer. Mi sola presencia en este sitio es suficiente, soy la variable que rompe el balance de la ecuación.
- Pero. - dudé -, yo estoy soñando, ¿de qué realidad hablamos?
- Esta es ahora tu realidad, y en este momento forma parte de las que convergen en esta isla.
- Claro - pensé en voz alta, en definitiva era mi sueño -, hasta la irrealidad puede ser una realidad alternativa cuando se trata de abarcarlas en su totalidad, seguro incluyen los mundos imaginados en la literatura, en las artes, en la mente de los locos. tiene su encanto saber que en algún sitio está La Tierra Media, el Mundo del Espejo, los Súper Héroes y la Federación Galáctica.
- No vas errada, desde tu punto de vista. Desde el mío, es tan válido el mundo onírico en que estás ahora como aquel en que te mueves cuando despiertas; sucede que has sido condicionada para encontrar uno más real que el otro.
- Imagino que, si lo dices con tanto énfasis, es porque vienes de un mundo que yo consideraría imposible, o fantástico, quizás alguien te soñó, o te imaginó, alguien que ya no existe y de quien fuiste solo una fracción de pensamiento, ¿voy descaminada?
- Para nada.
- Y, ¿cuánto tiempo llevas aquí?
- Una infinitud - suspiró, expresando un cansancio sin límites - si aquí el tiempo se midiera con tus variables.
- Es decir, ¿que vives en una suerte de ahora eterno?
- Como tú, solo nos diferencia que yo soy consciente de ello.
- Es cierto, el futuro no existe hasta que no lo convierto en presente, y el pasado ya no está. pero, más allá de la cuestión temporal, ¿no estás agotado por el peso de la responsabilidad?
- No puedo quejarme, no tengo a quién - soltó una risita sardónica -, no creas que todos los días cae alguien en este punto. Ni siquiera sé quiénes son mis superiores, si los hay; me limito a repetir las
palabras de mi predecesor.
- ¿Es mucho preguntar si te toca algún relevo?
- Lo estoy esperando - respondió lacónicamente.

Recordé aquellos cuentos en que el barquero de la Estigia, el gigante Atlas, o el guardián de alguna caverna piden al incauto que le sostengan por un instante el remo, le ayuden a acomodarse el mundo a sus espaldas, o respondan ciertos acertijos. me cuidaría bien de no caer en la trampa.

- Puedo leer el pensamiento, en donde vengo es más común que el lenguaje hablado.
- ¡Ah! - me cuidé bien de volver a pensar algo coherente.
- En fin, que no te equivocas. Pero no creas eso de aguantar el cetro o el remo, es demasiado pueril suponer que el hábito hace al monje, no es tan fácil elegir al próximo guardián - me miró de reojo -; si bien lo del acertijo pudiera ser cierto.

Asentí con la cabeza, desviando la mirada para que no adivinara mis temores.

- Como tenemos tan pocas visitas, me está permitido evaluar a los postulantes no solo por sus respuestas, sino también por sus preguntas.
Imagina quién acaba de sacar "sobresaliente".

Se levantó riendo, desplegó las alas, dio dos cachetadas al segundo rostro, que terminó de despertar, y colocó el cetro en el suelo.

- Te dejo al animal, era viejo ya cuando llegamos, no está para trotes.
No confíes mucho en él, pero siempre será mejor que no tener compañía; por lo visto, en tu mundo tienen una sola alma dentro de un solo cuerpo.
- Pero. ¡Oye! ¿Te vas sin más ni más? - le grité a pleno pulmón, sabiendo que no me escuchaba.

Y aquí estoy, en esta ínsula en medio de la nada, o justo en el medio del Todo, ¿qué más da?, comenzando un turno de guardia que puede durar media eternidad, o quizás un poco más. Ni siquiera vale la pena estallar en sollozos.

En mi mundo dirán que he muerto en sueños, y yo viviré esta infinitud pensando que no voy a morir, precisamente por mi afición a los sueños.




*de Marié Rojas.
Ciudad Habana. CUba.








El monstruo del cielo*




*Por Juan Forn


El mito de que el piloto del avión que arrojó la bomba sobre Hiroshima había ingresado en un convento para expiar su culpa dio pie, en la Argentina de la dictadura, a un cómic de Robin Wood llamado "Harry White". En el cómic, el piloto no se internaba en un convento sino en un monasterio japonés y encontraba alivio no en el recogimiento sino en los golpes de karate con los que hacía justicia por mano propia cuando salía después a recorrer mundo.
Típico de Wood ver el filón barato (mezclar Hiroshima con la serie Kung-fu, que por entonces hacía furor) pero traicionar el sentido profundo de aquella historia: en la vida real hubo un miembro del escuadrón que bombardeó Hiroshima que terminó internado por la culpa, pero no en un monasterio, sino
en un psiquiátrico del ejército yanqui, y no intentó después solucionar las cosas a golpes de karate, sino que se hizo peacenik, como se denominaba por entonces a los militantes del movimiento antinuclear.
Claude Eatherly ni siquiera iba en el Enola Gay, argumentaban sus compañeros de escuadrón. Es cierto: iba en otro B-29, el que sobrevoló la zona minutos antes, sopesó las condiciones meteorológicas y dio al comandante del Enola Gay las coordenadas exactas del puente que unía el cuartel general del ejército nipón con la ciudad de Hiroshima. Ese era el supuesto objetivo (la tripulación ignoraba el poder de la bomba atómica). Un cambio brusco en las nubes produjo un error de cálculo y la bomba cayó a 300 metros del puente, haciendo impacto en el hospital más grande de la ciudad. Eatherly no participó del vuelo a Nagasaki tres días después, pero se sintió involucrado igual: muchos de los heridos de Hiroshima estaban en hospitales y salas de auxilio de Nagasaki en el momento en que cayó la segunda bomba.
Los miembros del escuadrón fueron recibidos como héroes al volver a su país.
Eatherly no pudo soportarlo: pidió la baja en 1947. La culpa lo abrumaba.
Mandaba a Hiroshima sobres con su paga del ejército adentro, intentó suicidarse tres veces, trató también de hacerse encerrar en prisión cometiendo pequeños delitos. La Fuerza Aérea intervino en cada ocasión y en 1958 "convenció" a Eatherly de que se internara voluntariamente en el pabellón psiquiátrico del Hospital de Veteranos de Guerra de Waco, Texas (sí: Waco; qué mala vibra ha de tener ese lugar). En un error que después lamentaría la Inteligencia militar norteamericana, se permitió que la revista Newsweek publicara un suelto sobre Eatherly y su internación. Ese artículo fue leído en Austria por el filósofo y activista antinuclear Günther Anders, que había sido el primer marido de Hannah Arendt, había sobrevivido al Holocausto y venía de escribir en esos días un libro sobre Hiroshima. Anders comprendió que tenía ante sus ojos un ejemplar único y procedió a escribirle a Eatherly una carta que generó una conmovedora respuesta. Ambas cartas se publicaron juntas, en Alemania y en Japón primero, y luego en los diferentes países del mundo como parte de la campaña antinuclear. Anders le decía a Eatherly: "Usted es otra víctima de Hiroshima. Su país prefirió verlo como un héroe y como un enfermo mental después simplemente porque usted escucha su conciencia en lugar de acallarla
pensando, como sus compañeros de misión, que sólo cumplieron órdenes o que la bomba sirvió para salvar millones de vidas".
A partir de entonces comienza entre ambos una correspondencia en la que Anders incita a Eatherly a hacer contacto con víctimas de Hiroshima.
Eatherly lo hace y los japoneses aceptan a tal punto su pedido de perdón que lo invitan a vivir allí cuando salga. Eatherly recibe cartas de todas partes del mundo. El Departamento de Estado empieza a inquietarse. Por la misma época empieza el juicio a Eichmann en Israel y el abogado defensor de éste
argumenta en determinado momento que Eichmann "es, en todo caso, tan culpable como el piloto que tiró la bomba sobre Hiroshima". Por la misma época, Paul Tibbets, comandante del Enola Gay en el infausto vuelo y recién llegado como agregado militar a la embajada de Estados Unidos en la India, es recibido con manifestaciones de protesta y escándalo diplomático, luego de declarar: "Estoy orgulloso de lo que hice y volvería a hacerlo". La correspondencia de Anders y Eatherly intenta procesar estos hechos mientras dedica sus principales esfuerzos a la lucha de Eatherly por salir del hospital. A pesar de haberse internado voluntariamente, Claude necesita ser dado de alta para salir y las autoridades apelan a cualquier subterfugio para impedirlo: que tiene tendencias suicidas, que su familia no quiere
hacerse cargo de él, que sus trastornos mentales se han intensificado. Desde Bertrand Russell hasta Robert Jüngk piden por la libertad de Eatherly.
Anders escribe una carta abierta a JFK cuando éste asume como presidente, conminándolo a fijar su posición moral frente al tema nuclear interviniendo en el caso.
No hay respuesta oficial hasta que, en 1962, Eatherly es discretísimamente liberado. Justo en esos días se publica el libro con la correspondencia entre Anders y Eatherly, en cuyo epílogo el filósofo austríaco dice: "Desde que este libro entró en imprenta, Claude ha sido liberado, aunque su situación puede volver a cambiar cuando se lean estas líneas. Me consolaría decir que las autoridades norteamericanas acabaron por comprender lo que estaba en juego y que este feliz desenlace se lo debemos a ellas. Por
desgracia no es así. Aunque las condiciones de vida de Claude hayan cambiado, su caso no se ha comprendido aún. Los autoridades norteamericanas quisieron hacer de él un héroe nacional y un enfermo mental. Ya no tienen derecho a hacerlo, pues actuaron por falsas razones en ambos casos. Les corresponde ahora conceder a Claude la mínima libertad de dejarlo en paz".
Ninguna de las editoriales grandes de Estados Unidos quiso saber nada con el libro. Se publicó en un sello ignoto. A los dos meses estalló la Crisis de los Misiles y Eatherly se perdió en el anonimato en el que habían anhelado ocultarlo las autoridades. La traducción al castellano del libro acaba de aparecer, "rescatada" por Paidós sin dar muchas explicaciones: nada se dice en ella de lo que le pasó después a Eatherly. Es casi imposible encontrar rastros sobre el resto de su vida. Sólo se sabe que volvió a ser internado en 1964 y que en algún momento recibió el alta porque se volvió a casar, tuvo dos hijas y vivió, vaya a saberse si en paz o simplemente dopado por pastillas, hasta que en 1978 se lo devoró un cáncer, según el brevísimo obituario que le dedicó el The New York Times donde se citaba a su hermano
diciendo que el cáncer pudo deberse a la radiación a la que estuvo sometido Claude cuando participó de las polémicas pruebas nucleares en el atolón Bikini, pero que "no creía en absoluto" que Hiroshima hubiese sido la causa de sus trastornos mentales. El obituario terminaba ignominiosamente, informando que un pelotón militar había despedido el ataúd con una salva de honor.



*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-158410-2010-12-10.html







Mar Dulce (*) **



(*) Alessi Alfaro


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"Es, con frecuencia, deseable reducir el producto,
o el cociente de fracciones a términos mínimos.
Siendo este el caso, el mejor procedimiento es escribir
cada fracción de la forma factorizada. Factores comunes del
numerador y del denominador pueden entonces ser fácilmente
removidos por división." G. Fuller (1977)



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He llorado tu ausencia amargamente
Esperando que estas lágrimas enjuaguen
La sangre que ensucia tu rostro.



Las guerras devastan la sonrisa humana
Y evaporan las vidas con el calor de las bombas.



¿Es tan difícil entender que una vida es una vida
Que sueña, anhela, siente miedo.
Sin importar si es de aquí o es de allá?



Lloramos su ausencia eternamente,
Esperando que lo eterno pase pronto.
Porque no sabemos cómo hacer con los llantos
Una muralla por donde no pase la guerra.



¿Quién ha empezado y quién ha terminado?
¿Quién vence y quién es vencido?:
Nos lo dirá la historia.



Y a los muertos
¿Quién los cuenta?
¿Quién los extraña?
¿Dónde queda su historia?
Si se pierden entre tanta estadística:
Tantos muertos hoy,
Tantos muertos ayer;
Tantos murieron acá
Y otros tantos lo hicieron allá.



¿Quiénes eran?
¿Qué soñaban para el día de mañana?
¿Qué esperaban hacer cuando finalizara la guerra?
¿En quién pensaban? ¿A quién extrañaban?
¿Qué tan fuerte abrazaban las madres a sus hijos,
Los hermanos y las hermanas, amigas, amigos?



A la gente común nos toca tan solo llorar
Cuando los esfuerzos no sirven para detener las bombas.



Es a la gente común
A la que comúnmente
Se mata en las guerras.



¿Quién se preocupa por lo común?
Si estas guerras tan comunes
No resuelven el hambre y la pobreza.



La guerra que venga
Para salvarnos de las guerras comunes,
No matará por territorios ni por riquezas,
Ni mucho menos lanzará las bombas sobre la gente común.



¿A quiénes les gusta la guerra?:
A los mismos que gustan de oprimir a los demás,
Y que temen a la guerra que nos libre de toda guerra.




** de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com






PERSISTENCIA*



Es media noche.
Afuera rondan lobisones hambrientos.
El viejo de la bolsa y el hombre sin cabeza.
Las gitanas, el policía. El linyera borracho.
Llanto de lechuzos y de niños.
Chistido campanario.
Se abren lunas brunas y se cierran los ocres.


Trenza. Engarces. Torzales colorados.
Rozan. Acarician. Palpan.
Abrazan.
Estrechan. Aprietan. Ciñen.
Amordazan.
Atan. Constriñen Aprietan.
Oprimen. Sofocan. Asfixian.
Ahogan .Ahorcan.
Desmiembran. Devoran.
Atomizan.


El río turbio cubre la sierra madre.
Musita oído niño, palabra ausente.
Extraña y conocida.
Dios levanta su copa y la casa tiembla.
Tiembla en estertores el silencio.
El bramido del rayo atraviesa las tapias.
Piel de cabra, águila. Roble
Trae desnudez acequia, durazno amargo, pala.
Es media noche
Afuera
Persisten en su ronda lobisones hambrientos.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar





*


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Inventiva Social publica colaboraciones bajo un principio de intercambio: la libertad de escribir y leer a cambio de la libertad de publicar o no cada escrito. los escritos recibidos no tienen fecha cierta de publicación, y se editan bajo ejes temáticos creados por el editor.


Las opiniones firmadas son responsabilidad de los autores y su publicación en Inventiva Social no implica refrendar dichos, datos ni juicios de valor emitidos.

La protección de los derechos de autor, o resguardo del copyrigt de cada obra queda a cargo de cada autor.

Inventiva social recopila y edita para su difusión virtual textos literarias que cada colaborador desea compartir.
Inventiva Social no puede asegurar la originalidad ni autoria de obras recibidas.

Respuesta a preguntas frecuentes

Que es Inventiva Social ?
Una publicación virtual editada con cooperación de escritores y lectores.

Cuales son sus contenidos ?
Inventiva Social relaciona en ediciones cotidianas contenidos literarios y noticias que se publican en los medios de comunicación.

Cuales son los ejes de la propuesta?
Proponer el intercambio sensible desde la literatura.
Sostener la difusión de ideas para pensar sin manipulación.

Es gratuito publicar ?
En inventiva social no se cobra ni se paga por escribir. La publicación de cada escrito es un intercambio de libertades entre escritor y editor. cada escritor envia los trabajos que desea compartir sin limitaciones de estilo ni formato.

Cómo se sostiene la actividad de Inventiva Social ?
Sus socios lectores remuneran con el pago de una cuota anual el tiempo de trabajo del editor.

Cómo ayudar a la tarea de Inventiva Social?
Difundiendo boca a boca (o mail a mail ) este espacio de cooperación y sus propuestas de escritura.

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