sábado, julio 12, 2014

EDICIÓN JULIO 2014


 


*Obra de Claudia Marting.
Rosario. Argentina.
 
 
 
 
 
 
 
Rescate*
 
 
 
 
*De Victoria Mora. mvictoriamora@yahoo.com.ar
 
 
 
Mamá me despertó a las sacudidas. Siempre que pasa algo que la pone nerviosa me despierta así ¿viste? Me agarra del brazo y me dice: levantáte Juana, dale levantáte. Yo ya sé que si me llama de esa manera es porque pasó algo. Bueno…algo…casi siempre es mi papá. Ellos se pelean todo el tiempo. Mi mamá se enoja y le grita cosas re feas, que es un inútil, que no sirve para nada, que se la pasa en el bar. Él a veces se calla y la deja que hable, o se mete en el baño y cierra la puerta. Ella no siempre para cuando la deja hablando sola, sigue y sigue, llora y cuando está muy enojada empieza a tirar las cosas. Ahí mi papá le dice que es una loca y se va dando un portazo. Entonces ella se calma empieza a juntar los pedazos de lo que rompió y repite: vos tranquila Juana, vos no te preocupes, aunque yo no haya dicho nada.
Así fue ayer, yo estaba sentada en la mesa de la cocina haciendo la tarea, tenía que contestar un montón de preguntas de los Mayas ¿viste? Los indios que antes vivían en América, bueno, yo estaba concentrada escribiendo y mi mamá cocinaba. Yo ya me di cuenta de que no estaba contenta porque le pregunté algo que no entendía y ni me contestó. Así que me las traté de arreglar sola. Tenía el manual que nos dio la Seño ¿a vos te dieron? Lo regalaron ¿viste? A mi me gustó mucho. Nunca tuve un libro mío. Bueno, te decía, estaba escribiendo de los indios esos cuando escuché la puerta. Era mi papá, ahí nomás mi mamá arrancó de vuelta con la cantinela, como dice él, y no paró. Le dijo que la tenía harta, que ella trabaja como negra para que tengamos las cosas, que gracias a ella teníamos la casa y ya no sé cuantas otras cosas más. Yo pensaba: papá metete al baño, pero él nada, le contestaba y ya gritaban tanto que ni me acordé de mi tarea y aunque no me moví de la silla me tapé los oídos y cerré fuerte los ojos. Empecé a rezar lo que me enseñó mi abuela ¿vos rezás? La que yo sé dice así: Ángel de la guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Mi abuela me dijo que así tu ángel viene a cuidarte. Se ve que me escuchó porque mi papá se fue. Igual a mi no me gusta mucho cuando se va, si está muy muy enojado ya no vuelve por muchos días y yo lo extraño porque siempre me hace chistes y me hace reír y jugamos a las cartas. Mi mamá nunca tiene tiempo. No puedo hija tengo que hacer las cosas, me dice siempre. Pero bueno, si están peleando mucho, mucho por ahí es mejor que se vaya.  Ya no pude ni terminar la tarea porque mi mamá no paraba de llorar y aunque era temprano me dio unos fideos con manteca y me mandó a dormir. Guardé todo en la mochila, comí y me fui a la cama. Me costó que el sueño venga pero se ve que lo logré porque después lo que me acuerdo es que mi mamá me sacudía el brazo. Mientras trataba  de abrir los ojos me dijo: Dale, dale, el agua. Escuché la lluvia, sonaba muy fuerte, pero no entendí hasta que traté de bajar de la cama y me mojé toda. Encima el agua estaba fría. El agua crecía y la teníamos cada vez más arriba ya casi llegaba al colchón. Mi mamá lloraba y decía: ¿Qué vamos a hacer? Vos tranquila Juana, vení. Yo estaba muerta de miedo, me llevó hasta la mesada de la cocina, llegué a agarrar justo a mi muñeca para salvarla, una de pelo negro con dos trenzas que me regaló papá. No podía caminar mucho porque el agua me llegaba a la cintura, mi mamá me tiraba del brazo para que alcanzara rápido  la mesada, me subí como pude. Ella me ayudó. Nos sentamos las dos y vimos el agua subir más todavía ya casi nos alcanzaba y mi mamá empezó a gritar: ¡Auxilio, que alguien nos ayude! y me abrazaba y me decía: Vos tranquila, Juana. Yo ya no aguanté y me puse a llorar bajito; después se paró y en puntas de pie trató de llegar a una ventanita que hay en la cocina para gritar. Pensé que lo mejor era llamar al ángel de nuevo. Me puse bajo el brazo a Pepona, mi muñeca, me abracé las piernas cerré fuerte los ojos, y repetí de nuevo ese rezo que te conté. Entonces se ve que el ángel me escuchó de nuevo, oí un golpe fuerte y otro más y la puerta se abrió. Apareció mi papá con un bote y como siempre me hizo un chiste: ¿Usted pidió un remis Señorita? y ahí nomás saltó del bote y caminó hasta la mesada, con el agua que ya le llegaba más arriba de la cintura; le dio la mano a mi mamá para que saltara y me agarró fuerte a mí. Vos no dejes caer a la pepona eh, me dijo y me abracé fuerte, fuerte, a su cuello con un brazo y con el otro agarré bien a mi muñeca. Mirá que linda es, la salvé yo. Así llegué acá ¿y vos? ¿Cómo viniste? ¿A vos también te rescató tu papá?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
Filigrana blanca: una niña o muñeca o pintura habla, no sé si consigo entenderla. Desde su maceta, en el blanco banco que juega a los vacíos con el aire,  las hojas  le salen como pensamientos, dice algo acerca de la vida y la belleza. Me gusta que esté en casa como una búsqueda quieta. Le saqué una foto por temor a que un día se rompa. No la podría  recuperar, muerto el que la pintó y  el que la ideó, ella y yo  frágiles, todavía  creamos climas. O es ella la que viene del mundo de los sueños y yo sólo me abrazo a la íntima calidez de su barro  ¿Por qué ahora que estoy sola temo por esta sobreviviente de una casa con niños y perros, le saco la foto, le escribo? A lo mejor porque ahora, recién ahora, creo que debe ser verdad ese asunto de la muerte. Es que entre ladridos, gritos, llantos y risas solamente se vive, no se piensa en la vida ni en la muerte.
 
 
*De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EL POEMA VACILA*
 
 
 
Huyen las palabras. El poema vacila.
 
Busco, toco, miro. Me hinco en la noche.
Trepo el árbol del día
y las palabras huyen. El poema no esta.
 
Camino. Un deslumbre en esos niños
en la plaza por la mañana
vestidos de payasos.
 
Una brizna suave en es muchacha
que pasa
y va camino a su día.
 
Un fulgor en aquella anciana
de sombrero blanco
que aún señala una flor, sonriendo.
 
La poesía pasa. Las palabras huyen. El poema vacila.
 
 
 
*De Oscar A. Agú oscarcachoagu@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DESDE LA TORRE OSCURA*
 
 
 
 
*De Countee Cullen.
(1903 -1946)
 
 
No siempre sembraremos mientras otros recogen
 
El dorado aumento del fruto a punto,
 
No siempre el semblante abyecto y mudo
 
Para que los hombres menores sujeten
 
a sus hermanos despreciables,
 
No eternamente mientras otros descansan
 
Nosotros encantaremos con flautas dulces
 
sus limbos,
 
No siempre nos inclinaremos ante lo sutil y
 
brutal;
 
No fuimos hechos para llorar eternamente.
 
 
 
*
 
 
 
La noche cuyo pecho abierto acoge a las desoladas,
 
Blancas estrellas no es menos encantadora por ser
 
tan oscura
 
Y hay brotes que no pueden florecer del todo
 
En la luz, antes se contraen, lastimeros, y caen;
 
Así en la oscuridad nosotros ocultamos el corazón
 
sangrante,
 
 
Y esperamos, y tendemos nuestras simientes
 
que agonizan.
 
 
 
 
-Fuente: HARLEM: Los blues de la historia
56 poemas. Un siglo de poesía
*Investigación y notas de Eduardo Dalter. eduardodalter@yahoo.com.ar
-Editorial leviatán. Buenos Aires. 2013
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
Vuelvo a escuchar el ritmo de Credence.
Los primos bailan en el patio de la casa de la madrina. Bailan rock con una destreza envidiable.
Adentro de la pequeña cocina los grandes comen empanadas y toman vino.
"El tío" es el más viejo, tiene el vaso de vino en posición de brindar y se ríe fuerte con su boca con tres dientes.
Mi madrina se escandaliza, dice que vio a la Antonia "parlando pa' chorizo" al sodero.
El piso del patio es un tablero de ajedrez con baldosas blancas y negras.
Me llaman "eduardito", me despierto y no, no soy eduardito
 
 
*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
QUÉ TIEMPOS AQUELLOS*
(5 palabras)
 
 
luz
imán
tribu
aterrizaje
alivio
 
 
Rosa Rosa… tan maravillosa. Bajo la luz del reflector, como un imán, la voz de Sandro enardecía sin alivio, a la tribu de mujeres que, al compás del movimiento de pelvis, lanzaban prendas sobre el escenario, en un aterrizaje forzoso de calzones y sostenes. Ah… qué tiempos aquellos
 
 
*De Ana María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Recojo mi silencio*
 
 
 
La mirada es lo que importa, la mirada nueva, extrañada
corrida de lugar, la que hace preguntas esenciales
la que mira dentro de mí, allí donde brilla aún ...
algún asombro. Donde están mis sueños.
Libres.
Ignorando el tiempo de la piel
el dolor del costado izquierdo a la altura
que eligió aquella bíblica lanza
para herir el amor crucificado.
Que así duelen el desdén y la arrogancia.
Andan por allí muchas palabras encriptadas
bajo la custodia de siete llaves con códigos
que no pueden develar el mensaje del misterio.
Ya no sé a qué paisaje recurrir... Todo ha sido dicho.
Recojo entonces mi silencio.
Abrigo mis esperas.
Dispongo mi actitud en vuelo
hacia lo abisal.
Y me expongo.
Me entrego.
Sólo me llevo
la mirada nueva, extrañada
buscando su
propio
lugar.
 
 
*De Miryam Colombotto de Seia. miryamseia@cablenet.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
LIBERTAD*
 
 
A Liliana Díaz Mindurry, por la belleza del espanto.
 
 
 
La nada es el umbral del que nadie eligió partir
y me dijiste que nunca fue de día
 
Hablemos de los laberintos
y por oposición
de los lugares que no tienen puertas ni ventanas
 
De este lado de las cosas
el gato que huía por los techos se detuvo en mis ojos
que te miran mirar la nada
 
El problema de la libertad es acostumbrarse
a una voluntad incómoda
que jamás querrá uvas ni pan
aunque vague con hambre
 
No pedimos el vértigo la convulsión la gula
salvo las alas
 
Y yo puedo elegir
(la felicidad no siempre)
el goce siempre siempre el espacio
el día sólo como una noche aguada
(promesa de espesura)
 
Te confieso
no busco la belleza
quiero eso que no tiene bordes ni formas que otros hayan nombrado
eso
lo indecible
por anónimo
por imbebible
por terror lúdico
por abismo en el paladar
 
Y ahora te digo de la sed
Es un insecto rosa
que me toca apenas la lengua
que tiene el tupé de apoyar solo las patas
y volar pronto
abandonándome en una flamígera voluntad de tragar
 
De tragar insecto y repulsión
patas impúdicas deseo urgente deglución perversa
fiebre
perecimiento efímero
terrón de arena verbo asfixia humanidad
 
 
 
*De Pamela S. Terlizzi Prina. pameprina@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
FORMA DE BARRO*
 
 
 
Es una naranja de ombligo, partida.
O un durazno.
Acaso una granada que sangra.
Es casi una crisálida.
O el Gran Diluvio ahogado en años.
Los pasos transpiran su mirada.
Corre. Se apuran. Se detienen.
Descalzan la mañana.
Le respiran la nuca. Bostezan.
Las mujeres lavan en el río.
Ella, vestida de poema oscuro, las contempla.
Las ama, y las envidia y las aspira.
Tiernas penas le cantan a la nana.
El niño lame el amarillo del ocaso.
No te duermas mi niño.
Ya habrá tiempos de dagas y de cruces.
Es la última mirada, el último regreso
Una lágrima callada, calladamente cae sobre el río.
El río toma su frágil sombra.
Cual si tomara un pájaro, un niño, un ángel.
Le da forma de barro...y la ama.
 
 
 
*De Amelia Arellano. amelia.arellano01@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fantasy*
 
 
 
¿Qué diferencia la realidad del mito?
La historia se mezcla entorpeciendo,
esas otras historias como el lienzo
del pintor que evocara Roncesvalles.
 
Porque no estar de pie en Finisterre,
frente al mar que al bretón azoraba,
de Ys, a un largo tiro de espingarda,
ciudad que soñó aquel rojo caballero.
 
Pretendemos escapar a la seguridad,
del paisaje desvanecido de leyenda,
del blanco inverosímil de la ballena,
del grito del búho o del murciélago.
 
Porque no estar, dentro de la pirámide
en aquella espléndida selva de Yucatán,
bajo el reinado melodioso, en Uxmal,
del Enano que creo todo en una noche.
 
Relegamos al olvido, al aedo griego,
y el número de bajeles del catálogo.
Proscribimos el poema del escaldo,
que recitó las runas a un dios tuerto.
 
Porque no estar, en la colina de Ilión,
divisando las hogueras por diez años
en la espera del final de los troyanos,
que decretara aquel pélida iracundo.
 
De a poco, nos hemos alejado de la fantasía,
de las cimitarras, de los dragones del alba,
negamos al olifant que alerta la emboscada
y que hemos muerto en el nombre de la rosa.
 
 
 
*De Jorge Lacuadra.  jorgelacuadra@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Esteban*
 
 
 
Cuando Kalman volvió, se abrazo a su familia, espero unos días, convoco a Esteban y le relató durante toda una tarde lo que pasó en ese campo de concentración.
No solo le contó lo vivido en ese campo de concentración sino que le pidió que buscara a los padres del tano para decirles que su hijo seguía adentro.
El tano sólo le había dicho: “rezo a San Cono” a un tono de voz normal y “mis viejos son de Varela” en un susurro mientras se daban un abrazo a oscuras, cada cual con su capucha, ante la vista seguramente atenta de los guardias.
 
Kalman suponía que a él lo seguirían vigilando por si intentaba contactarse con algún militante y entonces le encargo la tarea a su amigo Esteban.
 
Él había estado afuera de la militancia, lejos de cualquier sospecha.
 
Un muchacho de vida ejemplar que se había permitido ir a festejar el mundial al obelisco sin saber que su amigo e innumerables personas a las que no conocía estaban secuestrados en ese momento.
 
Su familia supone que ese fue el punto de inicio de la amnesia que se instalo 36 años después.
 
Kalman supero las cosas lo mejor que pudo, con su familia se abrazaron, no hubo reproches de sus padres ni de su hermano mayor, no lo culparon de los malos momentos, y él siguió adelante. Estudió ciencias biológicas en la universidad, ni bien pudo fue a hacer un postgrado en California, allí consiguió trabajo, una mujer, después tuvo hijos. Sabemos que vive en Bonita, una pequeña y tranquila localidad que le permite investigar sus temas en los ratos libres. Soltó amarras, de esa época no volvió a hablar. Las pocas personas que mantenían contacto con él vía postal y en años recientes por las redes sociales saben que encapsulo lo vivido en su temprana juventud durante la época de la dictadura militar. Pero acepto ayudar cuando supo que la misión era recuperar a Esteban. Kalman carga con la culpa de haberle pedido que ubicara a los padres del tano en Florencio Varela.
Kalman era un gran retratista: dibujó el rostro del tano con el cigarrillo colgando de sus labios, lo había hecho muy parecido a Humphrey Bogart, pero sin el sombrero típico de Humphrey.
 
¿Cómo se llamaba el tano?
 
Imposible saberlo, entre militantes tabicaban los nombres personales, “el tano” sólo era “el tano”. Había que imaginar que la frase de rezo a San Cono debía incluir algún mensaje implícito: él podría llamarse “Cono” o sus padres ser devotos del santo o provenir de algún pueblo de Italia donde se venere al santo. Averiguar lo del santo fue sencillo, alcanzó con ir a ver al cura de la parroquia que a esa altura ya había quemado hasta los ejemplares de “contracultura” y ya no leía a Helder Cámara al grupo de jóvenes catequistas. El padre Agustín no tardo en dar el dato: San Cono es venerado en el pequeño pueblo de Teggiano, Salerno.
 
Con esos pocos elementos, -más fantásticos que reales- Esteban se largo a cumplir su misión, empezó a tomarse el tren hasta Florencio Varela. Conversar con la gente. Caminar las calles, buscar familias italianas. Siempre evitando utilizar la palabra “desaparecido”. Se trataba de una búsqueda cautelosa. De algún modo había que tener una causa justa para seguir adelante. Aquella tarea estaba a la medida de la ilusión de Esteban.
 
 
 
*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
yo quiero tu cosa sencilla
tu casa sencilla
nuestras manos dejando una impronta de sombras sobre la tierra
tu boca riqueza tus ojos sencillos
tu voz sin rejas
flores tremendas coloridas lloviendo porque sí en tu paraguas
te quiero así humana sin tanto brillo sin tanta ausencia
te quiero para mí y para el mundo
porque estoy convencido que el mundo y todo necesitan
tu espalda sencilla
tu casa la mía
tu boca de arcilla tu casa sencilla, mi amor te quiere estrella
te quiere gigante y pequeña te quiere eterna y de segundos
me quedo en tu puerta esta vida
mientras afuera se quemen los episodios de la tristeza
mientras afuera llueve y hace frío te quiero mundo conmigo
amor, te quiero estrella entrar de pies y de cabeza
a tu casa sencilla, de esta otra parte de mí mismo que soy,
otra voz tu misma voz mi propia voz te celebra,
yo quiero tu cosa sencilla
tu casa sencilla
nuestras manos dejando una impronta de pájaros sobre la tierra/
 
 
 
*De León Peredo. gustavojlperedo@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A TRAVÉS DE LA CERCA*
 
 
 
Antes que cualquier lugar del cuerpo le crecía una oreja. Primero una pequeña diferencia de tamaño con su par, luego más notable. Al “se le va a pasar solo” siguieron las consultas al médico de niños. La solución no pasó del –Esto es como cuando los pre-púberes de orinan en la cama. La incontinencia es temporal y se detiene cuando llega la pubertad, no se inquiete. En el peor de los casos un pequeño retoque quirúrgico y la oreja recobrará su estética normal-
La preocupación más seria fue cuando el cartílago del pabellón auricular superó el margen parietal y los compañeritos del colegio se volvieron insufribles.
El “oreja” no tenía más que sobrellevar estoicamente toda perplejidad y burla emanada de las bocas asombradas y no quería reconocer que, como no orientase la oreja normal hacia el frente de la clase, le costaba bastante soportar la voz de la maestra.
Con los años la oreja creció tanto que ya no se veía el cuerpo del muchacho y esto fue justamente lo que hizo que el “oreja” pasara de ser un niño anormal a convertirse en un hombre extraordinario admirado por todos. Ya era capaz de oír lo que se hablaba en la estación espacial sin necesidad de la tecnología y escuchaba a los habitantes de Júpiter tranquilamente conversar, como se oye a los vecinos a través de la cerca.
 
 
*De Ana María Broglio. anamariabroglio@gmail.com
 
 
 
 
 
 
 
 
*
 
 
 
leeré en azul
 
este silencio
 
 
viajaré a su flor
 
sobre mi almohada
 
 
 
*De alejandra alma. almaalma3h@gmail.com
 
 
 
***
 
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-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
 
 
 
 
 
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