*Obra de Claudia
Marting.
Rosario.
Argentina.
Rescate*
Mamá me
despertó a las sacudidas. Siempre que pasa algo que la pone nerviosa me
despierta así ¿viste? Me agarra del brazo y me dice: levantáte Juana, dale
levantáte. Yo ya sé que si me llama de esa manera es porque pasó algo.
Bueno…algo…casi siempre es mi papá. Ellos se pelean todo el tiempo. Mi mamá se
enoja y le grita cosas re feas, que es un inútil, que no sirve para nada, que
se la pasa en el bar. Él a veces se calla y la deja que hable, o se mete en el
baño y cierra la puerta. Ella no siempre para cuando la deja hablando sola,
sigue y sigue, llora y cuando está muy enojada empieza a tirar las cosas. Ahí
mi papá le dice que es una loca y se va dando un portazo. Entonces ella se
calma empieza a juntar los pedazos de lo que rompió y repite: vos tranquila
Juana, vos no te preocupes, aunque yo no haya dicho nada.
Así fue ayer,
yo estaba sentada en la mesa de la cocina haciendo la tarea, tenía que
contestar un montón de preguntas de los Mayas ¿viste? Los indios que antes
vivían en América, bueno, yo estaba concentrada escribiendo y mi mamá cocinaba.
Yo ya me di cuenta de que no estaba contenta porque le pregunté algo que no
entendía y ni me contestó. Así que me las traté de arreglar sola. Tenía el
manual que nos dio la Seño ¿a vos te dieron? Lo regalaron ¿viste? A mi me gustó
mucho. Nunca tuve un libro mío. Bueno, te decía, estaba escribiendo de los
indios esos cuando escuché la puerta. Era mi papá, ahí nomás mi mamá arrancó de
vuelta con la cantinela, como dice él, y no paró. Le dijo que la tenía harta,
que ella trabaja como negra para que tengamos las cosas, que gracias a ella
teníamos la casa y ya no sé cuantas otras cosas más. Yo pensaba: papá metete al
baño, pero él nada, le contestaba y ya gritaban tanto que ni me acordé de mi
tarea y aunque no me moví de la silla me tapé los oídos y cerré fuerte los
ojos. Empecé a rezar lo que me enseñó mi abuela ¿vos rezás? La que yo sé dice
así: Ángel de la guarda dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día.
Mi abuela me dijo que así tu ángel viene a cuidarte. Se ve que me escuchó
porque mi papá se fue. Igual a mi no me gusta mucho cuando se va, si está muy
muy enojado ya no vuelve por muchos días y yo lo extraño porque siempre me hace
chistes y me hace reír y jugamos a las cartas. Mi mamá nunca tiene tiempo. No
puedo hija tengo que hacer las cosas, me dice siempre. Pero bueno, si están
peleando mucho, mucho por ahí es mejor que se vaya. Ya no pude ni
terminar la tarea porque mi mamá no paraba de llorar y aunque era temprano me
dio unos fideos con manteca y me mandó a dormir. Guardé todo en la mochila,
comí y me fui a la cama. Me costó que el sueño venga pero se ve que lo logré
porque después lo que me acuerdo es que mi mamá me sacudía el brazo. Mientras
trataba de abrir los ojos me dijo: Dale, dale, el agua. Escuché la
lluvia, sonaba muy fuerte, pero no entendí hasta que traté de bajar de la cama
y me mojé toda. Encima el agua estaba fría. El agua crecía y la teníamos cada
vez más arriba ya casi llegaba al colchón. Mi mamá lloraba y decía: ¿Qué vamos
a hacer? Vos tranquila Juana, vení. Yo estaba muerta de miedo, me llevó hasta
la mesada de la cocina, llegué a agarrar justo a mi muñeca para salvarla, una
de pelo negro con dos trenzas que me regaló papá. No podía caminar mucho porque
el agua me llegaba a la cintura, mi mamá me tiraba del brazo para que alcanzara
rápido la mesada, me subí como pude. Ella me ayudó. Nos sentamos las dos
y vimos el agua subir más todavía ya casi nos alcanzaba y mi mamá empezó a
gritar: ¡Auxilio, que alguien nos ayude! y me abrazaba y me decía: Vos
tranquila, Juana. Yo ya no aguanté y me puse a llorar bajito; después se paró y
en puntas de pie trató de llegar a una ventanita que hay en la cocina para
gritar. Pensé que lo mejor era llamar al ángel de nuevo. Me puse bajo el brazo
a Pepona, mi muñeca, me abracé las piernas cerré fuerte los ojos, y repetí de
nuevo ese rezo que te conté. Entonces se ve que el ángel me escuchó de nuevo,
oí un golpe fuerte y otro más y la puerta se abrió. Apareció mi papá con un
bote y como siempre me hizo un chiste: ¿Usted pidió un remis Señorita? y ahí
nomás saltó del bote y caminó hasta la mesada, con el agua que ya le llegaba
más arriba de la cintura; le dio la mano a mi mamá para que saltara y me agarró
fuerte a mí. Vos no dejes caer a la pepona eh, me dijo y me abracé fuerte,
fuerte, a su cuello con un brazo y con el otro agarré bien a mi muñeca. Mirá
que linda es, la salvé yo. Así llegué acá ¿y vos? ¿Cómo viniste? ¿A vos también
te rescató tu papá?
*
Filigrana
blanca: una niña o muñeca o pintura habla, no sé si consigo entenderla. Desde
su maceta, en el blanco banco que juega a los vacíos con el aire, las
hojas le salen como pensamientos, dice algo acerca de la vida y la
belleza. Me gusta que esté en casa como una búsqueda quieta. Le saqué una foto por
temor a que un día se rompa. No la podría recuperar, muerto el que
la pintó y el que la ideó, ella y yo frágiles, todavía
creamos climas. O es ella la que viene del mundo de los sueños y yo sólo me
abrazo a la íntima calidez de su barro ¿Por qué ahora que estoy sola
temo por esta sobreviviente de una casa con niños y perros, le saco la foto, le
escribo? A lo mejor porque ahora, recién ahora, creo que debe ser verdad ese
asunto de la muerte. Es que entre ladridos, gritos, llantos y risas
solamente se vive, no se piensa en la vida ni en la muerte.
EL POEMA VACILA*
Huyen las
palabras. El poema vacila.
Busco, toco,
miro. Me hinco en la noche.
Trepo el árbol
del día
y las palabras
huyen. El poema no esta.
Camino. Un
deslumbre en esos niños
en la plaza por
la mañana
vestidos de
payasos.
Una brizna
suave en es muchacha
que pasa
y va camino a
su día.
Un fulgor en
aquella anciana
de sombrero
blanco
que aún señala
una flor, sonriendo.
La poesía pasa.
Las palabras huyen. El poema vacila.
DESDE LA TORRE
OSCURA*
*De Countee Cullen.
(1903 -1946)
No siempre
sembraremos mientras otros recogen
El dorado
aumento del fruto a punto,
No siempre el
semblante abyecto y mudo
Para que los
hombres menores sujeten
a sus hermanos
despreciables,
No eternamente
mientras otros descansan
Nosotros
encantaremos con flautas dulces
sus limbos,
No siempre nos
inclinaremos ante lo sutil y
brutal;
No fuimos
hechos para llorar eternamente.
*
La noche cuyo
pecho abierto acoge a las desoladas,
Blancas
estrellas no es menos encantadora por ser
tan oscura
Y hay brotes
que no pueden florecer del todo
En la luz,
antes se contraen, lastimeros, y caen;
Así en la
oscuridad nosotros ocultamos el corazón
sangrante,
Y esperamos, y
tendemos nuestras simientes
que agonizan.
-Fuente:
HARLEM: Los blues de la historia
56 poemas. Un
siglo de poesía
*Investigación
y notas de Eduardo Dalter.
eduardodalter@yahoo.com.ar
-Editorial
leviatán. Buenos Aires. 2013
*
Vuelvo a
escuchar el ritmo de Credence.
Los primos
bailan en el patio de la casa de la madrina. Bailan rock con una destreza
envidiable.
Adentro de la
pequeña cocina los grandes comen empanadas y toman vino.
"El
tío" es el más viejo, tiene el vaso de vino en posición de brindar y se
ríe fuerte con su boca con tres dientes.
Mi madrina se
escandaliza, dice que vio a la Antonia "parlando pa' chorizo"
al sodero.
El piso del
patio es un tablero de ajedrez con baldosas blancas y negras.
Me llaman
"eduardito", me despierto y no, no soy eduardito
QUÉ TIEMPOS
AQUELLOS*
(5 palabras)
luz
imán
tribu
aterrizaje
alivio
Rosa Rosa… tan
maravillosa. Bajo la luz del reflector, como un imán, la voz de Sandro
enardecía sin alivio, a la tribu de mujeres que, al compás del movimiento de
pelvis, lanzaban prendas sobre el escenario, en un aterrizaje forzoso de
calzones y sostenes. Ah… qué tiempos aquellos
Recojo mi
silencio*
La mirada es lo
que importa, la mirada nueva, extrañada
corrida de
lugar, la que hace preguntas esenciales
la que mira
dentro de mí, allí donde brilla aún ...
algún asombro.
Donde están mis sueños.
Libres.
Ignorando el
tiempo de la piel
el dolor del
costado izquierdo a la altura
que eligió
aquella bíblica lanza
para herir el
amor crucificado.
Que así duelen
el desdén y la arrogancia.
Andan por allí
muchas palabras encriptadas
bajo la
custodia de siete llaves con códigos
que no pueden
develar el mensaje del misterio.
Ya no sé a qué
paisaje recurrir... Todo ha sido dicho.
Recojo entonces
mi silencio.
Abrigo mis esperas.
Dispongo mi
actitud en vuelo
hacia lo
abisal.
Y me expongo.
Me entrego.
Sólo me llevo
la mirada
nueva, extrañada
buscando su
propio
lugar.
LIBERTAD*
A Liliana Díaz
Mindurry, por la belleza del espanto.
La nada es el
umbral del que nadie eligió partir
y me dijiste
que nunca fue de día
Hablemos de los
laberintos
y por oposición
de los lugares
que no tienen puertas ni ventanas
De este lado de
las cosas
el gato que
huía por los techos se detuvo en mis ojos
que te miran
mirar la nada
El problema de
la libertad es acostumbrarse
a una voluntad
incómoda
que jamás
querrá uvas ni pan
aunque vague
con hambre
No pedimos el
vértigo la convulsión la gula
salvo las alas
Y yo puedo
elegir
(la felicidad
no siempre)
el goce siempre
siempre el espacio
el día sólo
como una noche aguada
(promesa de
espesura)
Te confieso
no busco la
belleza
quiero eso que
no tiene bordes ni formas que otros hayan nombrado
eso
lo indecible
por anónimo
por imbebible
por terror
lúdico
por abismo en
el paladar
Y ahora te digo
de la sed
Es un insecto
rosa
que me toca
apenas la lengua
que tiene el
tupé de apoyar solo las patas
y volar pronto
abandonándome
en una flamígera voluntad de tragar
De tragar
insecto y repulsión
patas impúdicas
deseo urgente deglución perversa
fiebre
perecimiento
efímero
terrón de arena
verbo asfixia humanidad
FORMA DE BARRO*
Es una naranja
de ombligo, partida.
O un durazno.
Acaso una
granada que sangra.
Es casi una
crisálida.
O el Gran
Diluvio ahogado en años.
Los pasos
transpiran su mirada.
Corre. Se
apuran. Se detienen.
Descalzan la
mañana.
Le respiran la
nuca. Bostezan.
Las mujeres
lavan en el río.
Ella, vestida
de poema oscuro, las contempla.
Las ama, y las
envidia y las aspira.
Tiernas penas
le cantan a la nana.
El niño lame el
amarillo del ocaso.
No te duermas
mi niño.
Ya habrá
tiempos de dagas y de cruces.
Es la última
mirada, el último regreso
Una lágrima
callada, calladamente cae sobre el río.
El río toma su
frágil sombra.
Cual si tomara
un pájaro, un niño, un ángel.
Le da forma de
barro...y la ama.
Fantasy*
¿Qué diferencia
la realidad del mito?
La historia se
mezcla entorpeciendo,
esas otras
historias como el lienzo
del pintor que
evocara Roncesvalles.
Porque no estar
de pie en Finisterre,
frente al mar
que al bretón azoraba,
de Ys, a un
largo tiro de espingarda,
ciudad que soñó
aquel rojo caballero.
Pretendemos
escapar a la seguridad,
del paisaje
desvanecido de leyenda,
del blanco
inverosímil de la ballena,
del grito del
búho o del murciélago.
Porque no
estar, dentro de la pirámide
en aquella
espléndida selva de Yucatán,
bajo el reinado
melodioso, en Uxmal,
del Enano que
creo todo en una noche.
Relegamos al
olvido, al aedo griego,
y el número de
bajeles del catálogo.
Proscribimos el
poema del escaldo,
que recitó las
runas a un dios tuerto.
Porque no
estar, en la colina de Ilión,
divisando las
hogueras por diez años
en la espera
del final de los troyanos,
que decretara
aquel pélida iracundo.
De a poco, nos
hemos alejado de la fantasía,
de las
cimitarras, de los dragones del alba,
negamos al
olifant que alerta la emboscada
y que hemos
muerto en el nombre de la rosa.
Esteban*
Cuando Kalman
volvió, se abrazo a su familia, espero unos días, convoco a Esteban y le relató
durante toda una tarde lo que pasó en ese campo de concentración.
No solo le
contó lo vivido en ese campo de concentración sino que le pidió que buscara a
los padres del tano para decirles que su hijo seguía adentro.
El tano sólo le
había dicho: “rezo a San Cono” a un tono de voz normal y “mis viejos son
de Varela” en un susurro mientras se daban un abrazo a oscuras, cada cual con
su capucha, ante la vista seguramente atenta de los guardias.
Kalman suponía
que a él lo seguirían vigilando por si intentaba contactarse con algún
militante y entonces le encargo la tarea a su amigo Esteban.
Él había estado
afuera de la militancia, lejos de cualquier sospecha.
Un muchacho de
vida ejemplar que se había permitido ir a festejar el mundial al obelisco sin
saber que su amigo e innumerables personas a las que no conocía estaban
secuestrados en ese momento.
Su familia
supone que ese fue el punto de inicio de la amnesia que se instalo 36 años
después.
Kalman supero
las cosas lo mejor que pudo, con su familia se abrazaron, no hubo reproches de
sus padres ni de su hermano mayor, no lo culparon de los malos momentos, y él
siguió adelante. Estudió ciencias biológicas en la universidad, ni bien pudo
fue a hacer un postgrado en California, allí consiguió trabajo, una mujer,
después tuvo hijos. Sabemos que vive en Bonita, una pequeña y tranquila
localidad que le permite investigar sus temas en los ratos libres. Soltó
amarras, de esa época no volvió a hablar. Las pocas personas que mantenían
contacto con él vía postal y en años recientes por las redes sociales saben que
encapsulo lo vivido en su temprana juventud durante la época de la dictadura
militar. Pero acepto ayudar cuando supo que la misión era recuperar a Esteban.
Kalman carga con la culpa de haberle pedido que ubicara a los padres del tano
en Florencio Varela.
Kalman era un
gran retratista: dibujó el rostro del tano con el cigarrillo colgando de sus
labios, lo había hecho muy parecido a Humphrey Bogart, pero sin el sombrero
típico de Humphrey.
¿Cómo se
llamaba el tano?
Imposible
saberlo, entre militantes tabicaban los nombres personales, “el tano” sólo era
“el tano”. Había que imaginar que la frase de rezo a San Cono debía incluir
algún mensaje implícito: él podría llamarse “Cono” o sus padres ser devotos del
santo o provenir de algún pueblo de Italia donde se venere al santo. Averiguar
lo del santo fue sencillo, alcanzó con ir a ver al cura de la parroquia que a
esa altura ya había quemado hasta los ejemplares de “contracultura” y ya no
leía a Helder Cámara al grupo de jóvenes catequistas. El padre Agustín no tardo
en dar el dato: San Cono es venerado en el pequeño pueblo de Teggiano, Salerno.
Con esos pocos
elementos, -más fantásticos que reales- Esteban se largo a cumplir su misión,
empezó a tomarse el tren hasta Florencio Varela. Conversar con la gente.
Caminar las calles, buscar familias italianas. Siempre evitando utilizar la
palabra “desaparecido”. Se trataba de una búsqueda cautelosa. De algún modo
había que tener una causa justa para seguir adelante. Aquella tarea estaba a la
medida de la ilusión de Esteban.
*
yo quiero tu
cosa sencilla
tu casa
sencilla
nuestras manos
dejando una impronta de sombras sobre la tierra
tu boca riqueza
tus ojos sencillos
tu voz sin
rejas
flores
tremendas coloridas lloviendo porque sí en tu paraguas
te quiero así
humana sin tanto brillo sin tanta ausencia
te quiero para
mí y para el mundo
porque estoy
convencido que el mundo y todo necesitan
tu espalda
sencilla
tu casa la mía
tu boca de
arcilla tu casa sencilla, mi amor te quiere estrella
te quiere
gigante y pequeña te quiere eterna y de segundos
me quedo en tu
puerta esta vida
mientras afuera
se quemen los episodios de la tristeza
mientras afuera
llueve y hace frío te quiero mundo conmigo
amor, te quiero
estrella entrar de pies y de cabeza
a tu casa
sencilla, de esta otra parte de mí mismo que soy,
otra voz tu
misma voz mi propia voz te celebra,
yo quiero tu
cosa sencilla
tu casa sencilla
nuestras manos
dejando una impronta de pájaros sobre la tierra/
A TRAVÉS DE LA
CERCA*
Antes que
cualquier lugar del cuerpo le crecía una oreja. Primero una pequeña diferencia
de tamaño con su par, luego más notable. Al “se le va a pasar solo” siguieron
las consultas al médico de niños. La solución no pasó del –Esto es como cuando
los pre-púberes de orinan en la cama. La incontinencia es temporal y se detiene
cuando llega la pubertad, no se inquiete. En el peor de los casos un pequeño
retoque quirúrgico y la oreja recobrará su estética normal-
La preocupación
más seria fue cuando el cartílago del pabellón auricular superó el margen
parietal y los compañeritos del colegio se volvieron insufribles.
El “oreja” no
tenía más que sobrellevar estoicamente toda perplejidad y burla emanada de las
bocas asombradas y no quería reconocer que, como no orientase la oreja normal
hacia el frente de la clase, le costaba bastante soportar la voz de la maestra.
Con los años la
oreja creció tanto que ya no se veía el cuerpo del muchacho y esto fue
justamente lo que hizo que el “oreja” pasara de ser un niño anormal a
convertirse en un hombre extraordinario admirado por todos. Ya era capaz de oír
lo que se hablaba en la estación espacial sin necesidad de la tecnología y
escuchaba a los habitantes de Júpiter tranquilamente conversar, como se oye a los
vecinos a través de la cerca.
*
leeré en azul
este silencio
viajaré a su
flor
sobre mi
almohada
***
INVENTREN
Próximas estaciones literarias:
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-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
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