domingo, junio 14, 2009

EDICIÓN JUNIO 2009.





*


"no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes"...
de:"A la izquierda de un roble"
Don Mario Benedetti



"no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes"
que esa tristeza aciaga que silencian los ecos
se abriga en la quietud envolvente de un cielo
se esconde en el extraño horizonte del tiempo
y estrella laberintos en el aire de pájaros


no sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ver cómo la indecencia se anima a la nobleza
y la victoria mengua encorvada en el agua
en el grito del árbol o en los brazos del sueño
del sueño adormecido en las manos del canto...


pero a mí me ha pasado
que derroté el cansancio en los ojos del viento
que bordé la coherencia con ánimo de nube
que parí la ternura
que lamí la semilla
y el verbo fue un brevísimo racimo de lluvia


pero nos ha pasado
que inventamos la risa con dos notas y el alba
que tejimos palabras en idioma costero
que las luces de agosto abrazaron los bordes
que el éxtasis y el aire deliraron nostalgias
y soleamos las manos
y el amor se hizo ángel
y el secreto paciencia
y las voces virtud
y la piel arboleda
y el abrazo desvelo


pero a mí me ha pasado...
que nombrando su nombre con los labios dormidos
que temblando la noche suturada de acordes
con la melancolía del sur en la estrella
el poeta hizo coplas
hizo copla en la siesta
hizo copla y camino
hizo copla en silencio...




*de Ana Lia Gattás. analia_gattasz@speedy.com.ar




*


Llevamos cinco años de relación, con cucharita, - de vez en cuando-. Porque vivimos en casas diferentes, esto le hace muy bien a la pareja, según dicen por ahí algunos eruditos. Jajajaja. Nosotros "hablamos mucho": de nuestros hijos únicos, de la falta de dinero, de sacar a pasear al perro para que no haga popo en el departamento. A veces, nos damos el gustazo de viajar por el microcentro intentando encontrar un lugar adecuado para estacionar el auto y que no nos hagan "la boleta". Es un clímax, aventajarle el lugar a otro. Además, compartimos largas quejas de nuestros respectivos trabajos.
Hacemos divertidos proyectos juntos: el se va a ver fútbol y yo a tomar mate a lo de una amiga que lo único que hace es hablar de sus nietos. ¡Soy tan feliz¡ Mis conversaciones son tan ricas..
La otra vez, me sentí re contenida, ¿viste? Comencé a contarle a mi media naranja de mi proyecto de juntar unos cuentitos con una ilustración de maravillas y él muy cortésmente se puso a mirar con sus anteojos de ver de cerca, los pasajes que había sacado para irse solo , bah con su hija prontamente quinceañera a Puerto Madrin a ver las ballenas francas. Creo que es el período en que tienen sexo explicito. Re fashion. Hasta anduvo Lady Di por allí.
Regada por el participar, el dialogar, el compartir, me dije a mi misma:
¡Que suerte que tengo!
¿Cuanta gente me debe estar envidiando no?



*de Azul. azulaki@hotmail.com




*


Hay un aire oculto que pasea por entre las briznas del trigo.
Aun no se ha agostado y sigue su peregrinar entre el verde y el amarillo, escondiendo las primeras amapolas que intentan despuntar entre los brotes de grano.
El viento crea oleajes falsos simulando mares de color verdusco. Hay vida dentro, pero no se ve.

Un silencio ralo pasea por los campos y augura que todo está por hacer...




*de Joan Mateu. joan@cimat.es





CAMINOS DEL ORÁCULO*



Los caminos del oráculo.
Conducen a un espejo escaleno
Desmadrado.
Lados cóncavos de claveles rosados.
Cuando se rozan, se marchitan
Se marchitan y mueren.
Las huellas pétalos implacables caminan.
Multiplicándose.
Gramilla. Enredadera. Compulsión. Bejuco.
Petardos.
Se abren cada vez mas las grietas.
Layo y Edipo.


La pitonisa esta vez ha fallado.
Números, hojas de té, barajas.
Me han marcado los naipes.


El espejo enloquece.
Ya no se reconoce.


Ni al árbol
Ni al nido.
Ni a la rama.



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar




La nueva raza*


Se defendió como pudo de los ataques de las tropas mandadas por aquella reina negra que parecía desconocer el miedo. Sistemáticamente sus huestes fueron eliminadas y tuvo que guarecerse al amparo de una torre que cedió en el ultimo envite.

Quedó sólo a merced de la vencedora palideciendo ante su muerte inminente. Sin embargo la reina no sólo le perdonó la vida sino que se desposó con él. Desde entonces hay una nueva raza de piezas de ajedrez: La gris.


*de Joan Mateu. joan@cimat.es





PRINCIPIO Y FIN DE UN ARCO IRIS*


- Tienes que ir, papá, debes conocer aquello.
El entusiasmo del hijo abrió la ventana de la fantasía del padre y fue así como comenzó a soñar y a programar todo para que un día, no sabía cuando, pudiera ir a conocer el lugar que su hijo había visto antes que él.
Y el día llegó. Con timidez Agustín y su esposa se acomodaron en el ómnibus que los llevaría a la montaña.
Él conocía la llanura, los esteros, la arena escurridiza y un río que siempre estaba de viaje, conocía las tardes tranquilas que olían a naranjales y los veranos calientes que empujaban hacia la paz de la siesta; lo que su hijo contaba escapaba a su imaginación, había visto fotos, escuchado con atención pero no cabía en su mente.
Eran muchos los que viajaban; sintió vergüenza como si estuviera ocupando un lugar que no le correspondía y se achicó en el asiento para perderse en él, para que nadie lo notara. Su mujer por el contrario, seguía ergida, ella sabía cual era su dimensión, o tal vez no, pero aún así se convertía en una imagen estatuaria para que nadie se la llevara por delante.
Los lugares se ocuparon y todos hablaban al mismo tiempo, menos él y su mujer. Por lo general Agustín era bastante hablador pero cuando estaba en su terreno. Paula en cambio, sólo hablaba para fijar pautas, para indicar qué hacer y era concreta, rotunda. Sus hijos nunca le discutían nada, aunque jamás ordenaba siempre se hacía lo que ella decía.
El ómnibus se puso en movimiento y comenzó el viaje; era largo el camino a recorrer así que Paula con su criterio lógico y realista había aprovisionado en una canasta todo lo necesario: el mate, la yerba, el termo con agua caliente, empanadas de dulce, bizcochos salados para completar la dieta, caramelos para evitar que Agustín fumara en exceso, un turrón de chocolate que era lo que a ella le gustaba y tal vez algo más que en el momento de empacar se le ocurrió pero que se le escapó del casillero de la memoria.
Acunado por el balanceo del transporte Agustín pensaba en la montaña, trataba de recordar las fotografías que su hijo le mostrara y las explicaciones que le diera sobre cada detalle de las mismas.
Era difícil imaginar. ¡Todo en su vida había sido tan simple! Su trabajo fue siempre muy humilde, por años había cuidado los jardines de la Gran Empresa; cuando la secretaria del gerente llegaba por las mañanas le ponderaba las rosas y los alelíes blancos de la entrada. Eso no requería imaginación, cuidaba las plantas como a sus hijos y eso bastaba, claro que él no valoraba el amor que ponía en su tarea porque el amor en Agustín estaba en toda su constitución biológica, sin cuestionamientos ni búsquedas complicadas; amaba porque amar era estar vivo.
Una de las fotografías vistas había quedado adherida a su retina y por momentos se presentaba ante sus ojos, era un monte nevado. La nieve era otra ilusión que no podía concretar en su fantasía. A través de sus ojos entreabiertos se filtraban los últimos rayos del sol de ese día tan esperado.
Paula había comenzado el mate y fue de nuevo el olor a la llanura, a los esteros, al río que siempre estaba de viaje.
Cuando a la mañana siguiente comenzaron a verse las primera elevaciones el corazón de Agustín dio un brinco. ¡Allí estaban! Grandes peñascos lisos, grises, sin nada de vegetación, eran terrones sobre terrones que parecían estar muertos. El tenía su interior lleno de verde de los árboles de la ribera, de las plantas que flotaban sobre los esteros y los ríos, de las hojas anchas y carnosas que en su pueblito costero crecían en cualquier parte. ¿Cómo era posible un lugar sin árboles? Comenzó a experimentar un cierto desencanto, llegó a pensar que el conductor había equivocado el camino; sus pequeños ojos color café querían horadar el horizonte, ver qué había más allá y un suspiro de alivio aligeró sus pulmones cuando vio el primer árbol, luego otro y otro más; montes que resbalaban por las laderas y parecían caerse al lago que apareció de golpe. Su retina revivió, lo invadió una sensación de vida que añadió al verde el rojo de su sangre. No lo podía creer pero sí quería meter ese paisaje para adentro por miedo a que se le escapara.
El cuello del hombre se estiraba, sus ojos se agrandaban cada vez más mientras apoyaba las nalgas en el borde del asiento. ¡Era increíble!
Paula se dejaba estar en su lugar, parecía totalmente relajada, miraba, si, por supuesto, en ella también se sacudían cosas pero diferentes. Había como un cuestionamiento a todos sus años de rutina, como si de pronto se hubiera descorrido un telón y alguién le señalara las cosas que existían más allá del mate de la mañana, los guardapolvos de sus hijos, de los tallarines con tuco de los domingos y del hacer el amor con timidez. La pregunta que asomó, que intentó asomar porque ella enseguida la empujó hacia adentro, fue: ¿qué y cómo viví hasta hoy?
Poco antes de llegar a destino se perfiló a lo lejos el alto cerro nevado.
- ¡Paula, nieve!
Allí estaba la fotografía que el hijo le había mostrado.
Descendieron del transporte frente al hotel.
- ¡Qué lindo lugar lleno de rosas! – pensó Agustín.
- Demasiado lujo para nosotros – pensó ella.
Así entraron, él llenándose los ojos de rosas, la mujer con miedo de estar pecando.
Y comenzó la vorágine, los días que siguieron fueron evaporándose en un rápido ir y venir: el crucero por el lago, la visita a la isla, el ascenso al cerro con las pistas de esquí , la aerosilla, los precipicios y al fin el volcán nevado. Los dos eran arrastrados por el grupo, el hombre siempre adelante entusiasmado, la mujer atrás con su aspecto hermético y sumiso que sólo se modificaba cuando había que tomar una decisión o pagar algo. Por las noches cenaban y se iban a dormir; jamás cambiaron su rutina. El resto del grupo se reunía después de comer en el primer piso a tomar café o jugar al pool.
La última noche todos menos ellos, subieron a escuchar música y a bailar un rato. Cuando a la mañana siguiente alguien les preguntó por qué no habían estado, Agustín contestó:
- No sabíamos que estaba permitido subir al primer piso.

El ómnibus se puso en marcha llevando al grupo de regreso. El paisaje como en una película en retroceso pareció volverse a la sección archivo. Las imágenes se desprendían de la retina de Agustín y se quedaban colgadas a lo lejos y así desapareció el bosque que parecía sumergirse en el lago, los árboles cada vez más aislados, las grandes rocas grises, los pequeños cerros.
Cuando despertó a la mañana siguiente sólo estaba la llanura y pensó que había soñado y ese sentimiento pareció confirmarse cuando vio la ribera y mirando hacia su interior encontró las imágenes de los esteros, de la arena dorada y blanda que acariciaba la planta de los pies allá en su pueblo que olía a naranjales y miraba pasar el río que siempre estaba de viaje.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar




ICEBERG*


Ese hombre es un iceberg.
Teme al sol. Se refugia en la noche.



Muestra lo que no toca su sinrazón de miedo.
Esconde sus recónditas grietas.
Las esconde, como el avaro, sus tesoros.
Soledad obstinada. Forastero en su pago.
Valles con nieve virgen. Bicicleta sin ruedas.
Sucesión de colinas. Montura sin estribo.
Agua tibia. Barrancas ribereñas.
Alud. Nieve apelmazada por el viento.
Comulga silencios y pesares.
Acumula amores congelados y remedios.
Amarillentas hojas. Tenues temblores.
Viento de norte. Sed. Pulso azul. Huída.
Lengua seca. Despellejada boca. Huída. Huída.
Confiesa no saber quien ha marcado sus grietas.
Pero conjuga las tatuadas huellas, en primera persona.
En primera persona. Día a día. Hora a hora.
En letras despobladas.
Ay, en primera persona.


*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar










EL DRAGON ZITO*
(Pequeña historia mitológica)


Manuelillo, como le decían pese a sus años, pastaba sus cabras en la ladera este de la serranía, cercano al antiguo poblado, de muy pocas casas habitadas, semiderruidas, similar a los demás pueblos vecinos, donde sólo quedaban los viejos, y los más viejos; ya que los hijos y sus hijos, emigraban a las grandes ciudades en busca de otros horizontes. Los jóvenes sólo de cuando en cuando llegaban un par de días de visita, y muchos hasta se olvidaban de su origen montano. Algún turista se desviaba de la carretera, para curiosear o pernoctar en la montaña, comprar aromáticos quesos de la región y tomar alguna foto del paisaje, incluyendo en lo posible a alguno de estos olvidados aldeanos, ariscos y ceñudos; a los que consideraban pintorescos, con sus cayados y sus vestimentas típicas.
Una de sus cabras se apartó y debió subir difíciles y escarpados senderos en su búsqueda. Alcanzó a verla cuando desaparecía detrás de un matorral, y eso lo condujo a encontrar aquella gruta casi invisible. Adentro encontró al animal, y vio, donde casi no llegaba la claridad del día, que la cueva se ramificaba en pasadizos, horadados en lo profundo de la caliza montaña, seguramente cavados por filtraciones de miles y miles de años.
Lo asustó un trueno apagado, surgido desde lo más profundo, seguido de un resplandor y una olorosa bocanada de humo y detrás, como empujando, una viva llamarada que por suerte no lo alcanzó, por haberse quedado cerca de la entrada. La cabra disparó velozmente en busca del grupo, balando despavorida, pero él no logró moverse, por el terror y la sorpresa.
Otra bocanada de humo y fuego, con un olor asfixiante; que se repitió dos o tres veces más, hasta que pudo moverse y salir torpemente, habiendo visto detrás un brillo lejano de escamas verdosas…
Él mismo no podía creer lo que había visto. Rebobinaba y revivía esos momentos y volvía la imagen escamada, monstruosa y gigantesca… Caviló todo el regreso, volviendo con sus cabras. Se ensimismó y taciturno evadió a sus vecinos, y hasta a su mujer, que lo encontró desconocido… Temió haberse vuelto loco. Sabía de antiguas historias de dragones, las que provenían todas de la antigüedad. Mitos y leyendas. También él, como todos, le contó a sus hijos aquellas leyendas. Hasta San Jorge abatió uno de ellos, con su espada y la fuerza que le daba la fe.
De la edad media perduran antiguas aventuras de valientes caballeros que rescataron princesas, por ellas o por las recompensas que ofrecían los reyes. Cientos de historias que desdibujadas y nebulosas, hoy nos parecen risueñas, antes que inspirarnos miedo; porque sabemos que son sólo eso: leyendas, antiquísimas leyendas.
En una se habla de una doncella que nadie fue a rescatar, y el dragón mismo la devolvió; por no soportar el mal genio que tenía, y parece ser que tampoco era muy hermosa.
Pero encontrarse hoy día con una experiencia de estas, ciertamente, movía cualquier estantería, por más armada y sólida que estuviera. Manolillo rechazó hasta la sopa de gallina con arvejas, que tanto le gustaba, y que su santa mujer, tanto o más vieja que él; le preparó para recuperarlo y que volviera a ser el de siempre. En cambio siguió cavilante, y se sentó a la sombra del frondoso nogal, detrás de la vieja casona, donde estuvo por horas.
Esa misma tarde llegaron corriendo y gritando, dos niñas adolescentes que vinieron de visita, de la ciudad donde estaban estudiando, a pasar el fin de semana en la montaña, con sus abuelos; y que habían salido temprano esa mañana, recorriendo senderos, trepando laderas, jugando a que eran arriesgadas exploradoras.
Encontraron la gruta e intentaron explorarla, pero juraban que un espantoso dragón, les había lanzado llamaradas olorientas y atronadoras, desde el interior profundo de la cueva. Que no lo habían visto bien, pero juraban que era un dragón de carne y huesos…, y también de escamas…y apagados brillos verdosos…
Si bien nadie les creía, tanto insistieron que convulsionaron a los cuarenta y tantos viejos que componían lo que quedaba de aquel villorrio extremeño, más un par de vecinos de otro pueblo cercano que llegaron en un auto desvencijado, buscando unas tejas usadas para un arreglo. Ambas hablaban y gesticulaban al mismo tiempo, repitiendo desaforadas, la misma historia, y surgían cada vez, más y más detalles.
Coincidieron en ir al momento al lugar, a ver qué es lo que las niñas habían visto; aun que hubo una docena que eran escépticos y optaron por una actitud francamente burlona.
_Coños. A esta altura de los tiempos, no podeis creeros esto…_
_Que como nos ven brutos, alguien nos está haciendo una broma…_
_Lo que es yo no voy…, ni para que se me rían luego…
No obstante, siguieron al fin a los demás hasta la gruta. Grutas en esas sierras había más de una. Eran conocidísimas otras; pero ésta era una de las tantas, que la montaña había ocultado, quizás por siglos…
Antes de llegar ya divisaban volutas de humo que escupía la ladera, y lejanos retumbos, como desde adentro de la montaña. Algunos decían que el suelo temblaba con cada trueno. Las niñas decididas, iban con el grupo que encabezaba la gruesa hilera, deformada, porque cada uno debía buscar apoyo en las piedras y en las matas, dado lo abrupta de la ladera que iban rodeando.
Apenas vadearon la puerta, sintieron el olor y llegaron una y otra vez, los rugidos y las bocanadas de humo y fuego. Intentaron acercarse para ver al dragón, si es que lo era; pero las llamaradas se lo impedían. Luego se fueron espaciando y avanzada la tarde, sólo se repetían muy de tanto en tanto. Hasta que hubo una larga pausa, y cuidadosamente se fueron adentrando, más y más, hasta que en la penumbra pudieron verlo, malamente; allí echado en el fondo de uno de los pasajes, como si se hubiera quedado dormido. Si bien la luz era escasa, se adivinaba una forma confusa, gigante, de monstruo verdoso, escamado y gruñón, respirando ruidosamente, como con dificultad.
Paralizados por el asombro, se hacían señas uno a otros, que mantuvieran silencio, quizás para observarlo sin que se despertara.
Esa noche no durmió nadie, ya que de las cercanías se arrimaban a cerciorarse, por los rumores que echaron a correr.
Al día siguiente, centenares de curiosos se acercaron a la gruta, pero todo estaba calmo y en silencio. Vecinos del pueblo se constituyeron en guardianes de la cueva, cosa que nadie osara molestar, a lo que ya habían adoptado como mascota, como un emblema, o un regalo, que traía un nuevo significado a sus vidas montañesas.
En los días sucesivos no dio señales de vida. Todo era silencio y quietud.
En las ciudades del pais, todo lo que provocaron fueron risas socarronas. Los medios no le prestaron atención. Lo máximo, fue un pequeño recuadro en una página interior, o un par de chistes en la televisión. Esas aldeas ignorantes estaban llenas de leyendas, mitos y supersticiones. En estos tiempos modernos la gente civilizada estudiaba, tenía conocimientos y tecnología avanzada, colegios y universidades…, estaban de vuelta de todas esas ridiculeces…
Nada menos que un dragón…
Y en estos tiempos…
Una lujosa y veloz camioneta deportiva, llegó al pueblo al medio día, y frenando bruscamente levantó una revoltosa nube de polvo; entre un alboroto y plumas de gallinas, y cerdos rezongones que corrían en zigzag, enloquecidos. Cinco muchachotes irrespetuosos y petulantes, cargados de buena ingesta de cervezas, descendieron de un salto, profiriendo gritos y carcajadas burlonas; entre una soez letanía, sobre la tonta inocencia de estas gentes, de su ignorancia, de llegar a creer semejantes cosas… ¡Pobres…!
Querían conocer el lugar y ver la gruta con sus propios ojos…Luego exagerar, seguramente, la ingenuidad de los montañeses; y cuanto condimento se les ocurriera, para divertirse luego, en sus parrandas.
Llegaron entre carcajadas y gritos a la gruta, irrumpieron en ella, y avanzaron tanto como pudieron, metiéndose en los túneles y pasadizos que encontraron, riéndose porque no había señales de nada en absoluto. Si hubieran escuchado mejor habrían oído un profundo murmullo entrecortado, como de la respiración de un gigante. Rompieron algunas estalactitas y siempre a los gritos, las arrojaban al fondo, provocativamente…
De pronto surgieron el fogonazo y el trueno, que apenas alcanzaron a percibirlo. Fue la llamarada esta vez, una verdadera tormenta de fuego, que barrió literalmente a los incursores hasta fuera de la gruta misma, y dos o tres de ellos, con las ropas en llamas, rodaron cuesta abajo, entre zarzas y cadillos. Pero nada que lamentar; en la rodada se apagaron las llamas, y los rasguños y moretones se curarían luego en un par de semanas…
En lo profundo de la gruta, mamá dragona, acariciaba mimosamente a su “pequeño” Zito, que era toda su familia, desde que papá dragón murió, joven todavía, a los dos mil y tantos años…
“-Ese estornudo de recién, m’hijito, me dice que te volviste a resfriar…
“-No debiste asomarte días atrás cuando tenías esa bendita tos, las corrientes de aire suelen ser peligrosas en estas grutas tan húmedas, máxime en niñitos como tú, ya que aún no cumpliste ni quinientos años…-“
Y desde entonces, nunca más volvieron a ver ni a escuchar nada que diera vestigios de dragón alguno. Ni la gente del pueblo, que vieron esfumarse aquella estrella fugaz, que pudo tener sabor a gloria; ni el peregrinar de los curiosos que volvían decepcionados a sus pagos.
Mamá dragona se mudó con su pequeño Zito, a otra cueva desconocida e inaccesible, menos húmeda, donde no hubieran aquellas corrientes perjudiciales.



*de Celso H. Agretti. celsoagr@trcnet.com.ar
AVELLANEDA, Santa Fe; 25/05/2009





3mx + b*



¿Qué es de la vida de un insecto?


Si ellos no forman sociedades feudales,
No transitan por procesos históricos
A un sistema capitalista,
Ni luchan heroicamente por el comunismo.


Se mueren con la basura,
Encuentran su fin ahogados en el desagüe,
O conocen de cerca la hermosura de las telarañas.


¿Qué es de la vida de los insectos?


Si no conocen otra patria
Más que la que les vio nacer,
No tienen elecciones presidenciales,
Ni eligen diputados ni senadores,
Pero se muestran decididos
A la hora de conseguir su alimento.


No hacen el mayor esfuerzo por encontrar a Dios,
No tienen la mínima prudencia en salvarse del Infierno;
Y un Demonio con cuernos y cuerpo de insecto
Jamás ha sido seriamente planteado.


La vida de insecto es casi divina,
Aún cuando no se les han construido altares,
No se recuerdan con gusto sus innumerables milagros,
Ni se celebra su día
En alguna fecha especial del calendario.


No hay,
Por ellos,
Ferias en las afueras de las iglesias,
No hay “palo ensebado”,
Ni dulces de leche,
Ni novios paseando entre colores de los jardines…


No hay un discurso elocuente que diga
“hoy es el día de éste Santo Insecto,
Que no sabe hacer otra cosa
Que no sea honrarnos con sus múltiples milagros”


La vida de insecto carece de sueños,
No creé en los cambios reales
Y desde que cada adulto era pupa,
Ya sabía que el mundo no se cambia:
Uno sale del huevo para ser larva,
Con un poco de suerte se pasa a pupa
(y es donde en verdad se reflexiona)
Y cuando se es adulto, se concluye con bases sólidas
Que esto no tiene ni por dónde intentase cambiar.


Pero no ha de hacerse juicio sin evidencia lógica,
Y mientras no sepamos a ciencia cierta
Qué es de la vida de un insecto,
Nada justo es mirarles con algo de menosprecio.



*hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com





Formas de nubes*



Mirando al cielo mientras paseaba por la playa vio una serie de nubes que se amontonaba en el horizonte. Al observarlas con atención le pareció que una de ellas tenía la forma de un bebé acabado de nacer. Las siguió mirando hasta que le pareció distinguir al bebé mientras era amamantado por una señora que le recordaba a su madre. Aquel perfil anguloso y el moño era inconfundibles.

Un golpe de aire acercó una formación de cúmulos que parecían un edificio conocido: ¡el colegio donde estudió!. Inmediatamente le pareció que en otra veía a Luisa, aquella novia tal alta y espigada con la que probó el amor por vez primera. En la siguiente nube, casi en la línea del horizonte, distinguió a Matilde con dos niños, sus hijos.

Ya no pudo parar y fue leyendo en el cielo la historia de su vida escrita por las nubes. A la vista de todo ello pensó: ¡cuanta razón tenía su madre al decir que era un cielo!.




*de Joan Mateu. joan@cimat.es








Besando el cielo de tus labios*



Comenzó a improvisar con el correo que encontró en su PC; un mail comentando que su último cuento publicado era bueno pero que él corregiría una palabra, justamente esa, que había sido un error de tipeo.
Sólo se encontraba ella con su historia y la respuesta de un desconocido. Debía hacer algo con eso. Imaginó que era un hombre joven, apuesto, elegante, escritor, distinguido, la letra lo indicaba así. La respuesta de él fue estructurada, decidió jugar y le propuso de manera informal un arroz con leche en otra parte de la vida .-Venga- le respondió él.
Tamara no imaginaba que ese hombre desconocía el efecto de la ternura de una palabra escrita que durara para siempre. Ella sólo sabia sentir, intuir, percibir... era lo más puro que tenia; cuando esto renvalsaba, escribía. De manera que hizo lo que pudo. Sabia que romper semejante estructura le iba a ser duro y quizás al final no quedaría ni las sillas en el teatro que alquilaban una vez por semana.
El profesor de teatro la dejo proseguir aun sabiendo que después que terminara todo, algunos quedaban bien y otros…
Comienza por crear los sucesivos correos que se incrementaban día a día, la ansiedad y la espera dejaban muerto todo instante. Tamara se mostraba inquieta, insegura de no estar cubriendo bien el rol, o al menos eso se veía, algo la incomodaba.
La ternura del décimo correo resonaba en sus oídos. Decidió zambullirse, deshojando cada palabra con una brazada, mientras su piel escurría una vieja historia .
En el segundo acto, despierta soñando literalmente con él. Expresaba en cada torsión de su cuerpo la rima de la poesía que él había enviado para ella. Escena casi lograda sin esfuerzos, haciendo que todos creyeran que el personaje le era conocido: su cuerpo sudaba la esencia, se la veía recorrer una silueta en el piso como una danza aprendida, de épocas lejanas. Rozaba su mejilla de costado como acariciando su vellosidad, le hablaba de la ternura, que le embriagaba estar con él, que jamás había padecido tanto pasión, amor y espera. “Te beso en el cielo de tus labios” murmuró ella...”la noche se me hace larga sin ti”, “no sé cuanto es el amor”, esbozó él. Tamara tiene un orgasmo figurado a la vista de todos sus compañeros. Algunos pensaron “es una artista”, otro sólo vieron en la escena un acto sexual, algunos vieron un cielo en su boca.
Indignada y molesta por la ausencia, en el tercer acto creó una indigestión de palabras que expresaba a través de idas y vueltas, círculos de palabras mezcladas. Atravesó el escenario con todas las letras cruzadas.-
Permaneció perpleja durante el cuarto acto frente al ordenador. … pensó en llamarle, le propondría un dialogo abierto. Ese hombre algo escondía, nunca estaba donde debía y era difícil atraparle detrás de las letras, de los disfraces, de la ambigüedad de las palabras y, por la misma razón, su lenguaje era casi perfecto.
Tamara ansiosa, expectante, debía mantener la atención del público tan neófito como ella en el tema. La historia comenzaba a tomar fuerza.
Juega a encender la PC “usted tiene tres mensajes nuevos”. Imaginó su foto aparecer en primer plano en la pantalla, dio vuelta la mesa para que el público también pudiera imaginarla, necesita compartirlo con ellos.
Leyó el correo en voz alta, necesitaba testigos, los espectadores guardaban silencio. Miró sus rostros, tal vez le dirían como enfrentar la letra.
Él le pide paciencia, que espere, que pronto se encontraría. Ella comenzó a imaginar los besos de pileta, de agua, de dulce de leche , de vino morado. Amplio la foto de él y comenzó a acariciarle el rostro lentamente con el Mouse, dibujándole, sintiendo a través de una maquina lo imposible, las lagrimas limpiaban el viejo monitor de utilería, los dedos le habían quedado manchados de tanto mojarle el rostro, aunque ella creyó que desteñía la imagen.
Pensó en como viajaría, cómo le recibiría, seguramente la esperaría o la alojaría en algún lugar para los dos. En ningún momento pensó que su olor podría serle ajeno. Cuánto se contarían, cuántos amores de uno de y de otro, cuánta piel gastada para nada. Diría que le había encontrado y que al menos le daría un año de amor.
Decidió hablarle ya que debía romper la estructura del lenguaje. Lo convocó al dialogo, hablaron una hora. Él tenia, claro, la estrategia de un mago y le dijo “te regalare una caja de puntos y comas”. Tamara no lo soportó, no lo había convocado a hablar para eso. Le transpiraban las manos, la voz se le iba, se quedaba escuchándolo, le atrapaba su acento extranjero.
Cuando termino el quinto acto ella no podía decir yo, el público se dio cuenta. Alguien se levanto de la primera fila para alertarla, mas ella no escucho.
Siguió fingiendo el rol que se había impuesto, le mando una foto de ella. Luego se dirigió al público, ofuscada y pidió un fotógrafo, acudió solo uno. Si él gustaba de jugar con los disfraces y la imagen, ella debía sacudir y redoblar la apuesta.
- Sáqueme una de pirata -.
Y luego de varias tomas - Ahora con ropa interior y tapado de piel, sugerente. Traiga los trajes de la mujer maravilla-
Los espectadores no entendían nada, la platea no tenía color, no tenia color y aturdía de incertidumbre. Tamara mando las fotos, acompañándolas cuidadosamente con música.
Debía trabajar mucho ese día, supuso que recibiría varios correos. Se hizo largo el día de trabajo. Se la notaba alterada hablando con otros personajes de la historia, de política, del amor que había encontrado en un ordenador, de su profesión, de la gripe porcina. Para el asombro de todos ella ya no hablaba su idioma sino el de él.
La respuesta ante las fotos enviadas fueron “que guapa”, sólo eso. Estaba creando algo contradictorio: de momentos la bañó de ternura, luego se ha ocultado, en ocasiones la ha querido conocer, en otras era necesario esperar pase la crisis- Tantas veces se ha colgado al teléfono y hasta le ha enviado fotos de su infancia. Se trataba realmente de alguien contradictorio. Reaccionaba a lo que ella misma había creado, siempre alguien deja un espacio para que otro escriba algo en su vida…
Sin dormir, alterada suponiendo que la ame y que no logre advertirlo...mientras aguardaba la ambigüedad de su partida lo trajo a la realidad de la escena más virtual que antes. Había despertado algo, una verdad de él mismo. Esta vez él propuso un encuentro virtual. Realmente estaba atrapada y debía darle una vuelta a la improvisación. Le costo conseguir una cámara web, consiguiéndolo finalmente. Dos compañeros se levantaron de sus sillas y se acomodaron como serafines uno en cada punta del escenario.
Se conecta, se levanta, enciende un cigarrillo, limpia el lugar, se pone bonita, se maquilla, prueba la cámara. Estaba tan nerviosa que no podía respirar. Le vería por primera vez y soñaba que él se quedara contemplándola largamente. No sabe como será todo junto: voz, imagen, movimientos, sentimientos. Se encuentran pantalla de por medio, algo que molesta pero que pasa a ser lo mas significativo y de peso.
Él enciende su tabaco, “duro” dice ella. Se ve el humo destellar. Él lleva un anillo en su mano significando la historia de toda su familia. De piel manchada. El la ve borrosa “Otra vez falta algo”, pensó Tamara. El hombre hace morisquetas con un juego que guarda en su PC, se desdibuja. Juega con su imagen deformándola de mil maneras y el humo se sale de la pantalla; ella huele el puro traído de algún lugar, dulce como sus palabras, esperando de él una palabra verdadera … se pierde, dibuja lo que queda, lo que él expira y no puede decirle .
-¿Estas ahí? - pregunta él
-Si - dijo ella- es que me gusta oírte, mirarte.
El comienza a borrarse otra vez con ese artilugio del juego.
-Bueno preciosa, cielo, debo irme-
Ella dice: -Levántate.
Mira el lugar habitado por él, debe romper las contradicciones, ella ha creado algo indescifrable. El personaje se le complica, y le esta amando sin darse cuenta. Por un momento pensó es tímido, tiene vergüenza de su cuerpo, debo romper esa representación que tiene de sí mismo. Le hace desprender un botón de su camisa, lo ve temblar, nervioso. “Por fin” pensó “allí lo tengo”. Ella se levantó su blusa y le muestra sus senos. Él no sabe que decir, cambia rápidamente de tema, ella también.
-.Bueno cielo ahora si te tengo que dejar, es que tu sabes estoy liado.
Enciende la música y comienza a extrañarlo como nunca, nadie todavía se había dado cuenta de la invasión, de la lucha de crear y creer en algo, en inventarlo y no poder con eso. Llora y el público no entiende por qué, comienzan las exclamaciones: “déjalo”, “ve, toma el avión”. Entonces ella muestra un correo: “te abandono porque tu me lo pides, aun te amo. Tamara”.
Él seguirá escribiendo sólo porque ella le escribe. Le ha dado un tiempo a la historia. Luego él no se comunica, ha perdido su voz. Su imagen en movimiento la condeno, ella se condeno. Él no la quiere nada más que en la pantalla. Tamara dejo de ir al teatro.
... la encontraron desnuda frente al ordenador, repitiendo que estaba deshabitada... que alguien le había robado el amor. Había sido el personaje de otro. Así concluyó la obra, ella se hizo acto. La llevaron a un instituto. Poco se sabe de ella...cuentan que preguntaba a todos quién tiene su amor, que el cielo besará sus labios cuando se lo devuelvan.-



*De María Elena Buroni. mariaelenaburoni@hotmail.com







Y los sueños ¿sueños son?*


Ella estaba acostada, el ruido de la puerta al cerrarse, las manos que la recorrían.
Freud dijo que uno no es responsable de sus sueños y recordando eso fue más allá de lo que nunca hubiera imaginado...
En la cama encontró una nota al despertarse:
-Sueña Ud que es una maravilla, señorita, que sus sueños no queden solo para su psicoanalista -.



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar





EL ESPEJO*


Se miró al espejo y volvió a decirse que nunca le gustó su cara, aunque muchas mujeres lo miraban embelesadas. Desparramó sobre su piel la crema de afeitar y se dijo a sí mismo: ¡Payaso!
A través de la puerta del baño se escuchaba el parloteo incesante de su mujer,
- ¿El rojo o el negro? No sé con cual luzco más elegante. ¿Qué opinas? Soy la esposa del artista que expone, debo lucir bien.
Él comenzó a pasar la navaja por su rostro; en esto era aún antiguo pero no le importaba. Las estupideces de su mujer proyectaban en su mente los inconvenientes que había tenido para concluir la muestra, cuando más estaba compenetrado en su cuadro, aparecía ella en la puerta y preguntaba: ¿“Qué te gustaría cenar? ó ¿Me queda bien este peinado? ó el calefón funciona mal.”
Él no contestaba pero en su interior se gestaba un gran deseo:
¿por qué no te mueres?
Cuando su rostro estuvo prolijamente rasurado volvió a mirarse en el espejo, seguía disgustado con su cara, también su mujer seguía hablando.
Llegaron al salón, ella lo tomó del brazo como mostrando que era su posesión y lucía una sonrisa espléndida, se sentía la musa inspiradora.
Así como nunca había entrado a su atelier para mirar sus obras tampoco allí les prestó atención, pero sí habló con el que se le ponía delante de las condiciones excepcionales de su marido como artista, parecía un pavo real luciendo sus atributos, no propios, por supuesto.
Él no habló casi nada, después que su amigo Oliver hiciera la presentación de su obra desde su perspectiva y su conocimiento, lo instó a que dijera algunas palabras; se negó con la cabeza pero su mujer lo empujó hacia el pequeño estrado.
- Miren y opinen, no puede decir más.
Se sentía muy cansado, entre trazos e interrupciones se habían evaporado sus fuerzas, deseaba volver a su casa y dormir. Cuando resolvió irse ella se lo reprochó:
- ¿En lo mejor de la reunión te quieres ir? ¿Para eso me arreglé tanto? ¡Causé sensación! ¿Viste como me miraron las hermanas Iribarren? ¡Y Lolita, pobre, con su vestido de siempre! Claro...
Ya no escuchó más, al llegar descendió del auto casi corriendo, su mujer tuvo que pagar el importe del taxi. Subió al ascensor y ella si no se apresura, queda afuera.
Sus reproches chocaban contra sus sienes, le oprimían la cabeza como una prensa. Llegaron a quinto piso sin que él pronunciara palabra alguna; entró al departamento y abrió la ventana porque se ahogaba. El parloteo de ella era incesante pero sólo hablaba de ella, su obra no tenía el más mínimo valor salvo para hacer notar que él era su esposo.
Algo sórdido, infernal hizo que la levantara en brazos; ella se acurrucó contra su pecho esperando el mimo, la caricia y se imaginó en milésimas de segundos desnuda en la cama haciendo el amor con todas sus ganas; él giró como si bailara, lo que alentó aún más sus fantasías eróticas.
De pronto, después de uno de los giros la arrojó por la ventana, respiró hondo, aliviado y se quedó mirando hacia abajo, el vidrio se transformó en un espejo y reflejó su rostro.



*de EMILSE ZORZUT. zurmy@yahoo.com.ar







La soñada claridad*




El silencio se hizo cómplice


En esta noche clara
Con el resplandor de tu aliento
Las volutas de humo de tu calor
Hacen de mi piel
Un nido de sensibles pétalos
Regados por el licor del rocío.



Son momentos de exquisito placer
Donde la incertidumbre del amor
Hace de nosotros la diferencia
Y la ambigua cercanía.





*de Azul. azulaki@hotmail.com





CONFIRMACIONES*



La levedad de una brisa; el caer de una hoja; una mujer que pasa.

Morimos en cada acto infinitas veces.

Infinitas veces nacemos en cada uno de ellos.

Desdecimos al mundo para rehacerlo; lo ocultamos para descubrirlo a la mano.

Y es uno el que pasa o, mejor dicho, el que habita los senderos. Soy tiempo que es decir eternidad.

Lo demás es dogma. Se arriba a éste para soportar la zozobra, el desvarío de la ausencia.



*de CACHO AGÚ. cachoagu@yahoo.com.ar





"El Arte de Amar"*



Es aunque Dios no lo quiera que te amo
o te necesito
Él no lo querrá pero sucede
que te necesito (o te amo)

y te sucede que aunque Dios no lo quiera
-es verificable: ostensible, incordioso-
vos me amás

Me amás (con toda su carga encandilante, enajenante)
o te desborda el metejón
o te "crispa el moño" que pudiera
-en felicidad-
revolcarme con otras

o lo que te pasa
es lo que me pasa
y nos sobrepasa
y no es amor sino engrudo:
susceptibilidad sensorial
determinismo de la pulsión
regionalización de la libido

y todo este entramado de imprecisiones
pero furiosas
y hasta imperiosas
es lo que le jode a Dios

y nos fastidia porque nosotros que también
todo lo vemos
lo vemos a Él trasuntar la desaprobación
y hasta le comprendemos la tesitura
(formación de su asco)

Porque nosotros "sabemos"
aunque Dios
no lo quiera.



*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar




LA ORDEN*



Inventé un ajedrez
con las sombras
que siempre estaban
esparcidas en mi cama.
Al principio adivinaba
cuando el peón
cerraba sus ataques,
pero el caballo y el arfil,
mis enemigos,
obedecían al rey
que me gozaba.
Poco a poco
hasta los peones atacaban…
Ya no quedaba espacio
para huída.
El jaque mate surgió
en un descuido
y la orden fue matar
porque pensaba.



*de Emilse Zorzut. zurmy@yahoo.com.ar




CANCIÓN AL POETA XU ZHIMO*




esperé por ella debajo del puente
como de costumbre
sin saber cual era más poderosa
su ausencia, o mi ansiedad.
con mi corazón a oscura deseé
volver a tenerla entre mis brazos
reconfortando en ella mis miedos
a morir o a quedarme solo.
esperé por ella debajo del puente
entre el día y la noche
con el deseo carnal en mis labios.
mas ella jamás cruzó la otra orilla
del río de las incertidumbres.



*de Daniel Montoly© danielmontoly@yahoo.es






PATRIA EXTRANJERA*


Una casa y un niño.
Callejones de miedo. Grito de la lechuza.
Casa refugio. Brasa. Fuerza y ternura.
La mansedumbre se hamaca las ramas del pimiento.
La risa es pan de cada día.
El dolor se esconde en la rodilla o en el codo.
Han pasado rebaños, tormentas, remolinos.
El hombre ha regresado.
En el bolsillo, escondido, el niño


Un extranjero y una casa extraña,
Extrañamente extraña,
Aunque conocida desde el origen mismo de la especie.
Presencias conocidas. Forasteros.
Especie casi extinguida de extranjeros,
No podrían partir aunque quisieran
Ligadas a las viejas telarañas de la casa.


Una casa que también anhelaba partir.
Aunque respiraba quedarse.
Sombras de espectros la rondaban.
Amordazaban su grito de ladrillos derruidos.
Una casa forastera y un extraño niño,
El niño ya no muerde cerezas en sus techos de luna.
Un niño y una casa con los ojos abiertos, reflejos espejados
Murallas pensativas e insomnes.


Un fantasmal árbol, camina, día a día, ajeno, sin rumbo
El lechuzo ha perdido la voz.
Las brasas y las risas, apagadas.
El niño ha regresado. En el bolsillo escondido el hombre.
Un niño y una casa que nunca han de volver aunque regresen.
Busca, inútilmente, entre sus ruinas,
Las ruinas de lo que fue su patria



*de Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






NAUFRAGIO EN EL ABISMO DE LOS SUEÑOS*



*de JESUS BRILANTI T. lugburtian@hotmail.com



Me sentaré sobre la fría banqueta de esta calle que una y otra vez me negué a apreciar, y justo ahí a la sombra de un árbol carente de raíces dejaré que mis venas se vacíen y la sangre fluya tranquilamente hasta llegar al borde de aquella alcantarilla por donde algún día yo mismo debí de escapar. Me sentaré cabizbajo bajo una hoguera que me azote de frío y de llanto ante esta insalubre soledad y espero no equivocarme en el momento que empiece a caminar descalzo sobre las brazas de carbón con el afán de redimir mi culpa, mi ansia y mi enfermedad.
Me sentaré sobre el filo del concreto donde antes sangré mientras pensaré como es que tengo una cruda esperanza guardada en el refrigerador, está congelada, ha perdido el sabor, quizá también el aroma, posiblemente no resucite por permanecer tanto tiempo atrapada a mitad de un témpano de inseguridad, adentro de una bolsa cual guarda también rebanadas de mis sueños mutilados, transgredidos por este correr del tiempo y no encontrar la respuesta, esa que siempre he deseado escuchar. Es por ello que hoy salí a las calles para embriagarme y sacar a orear un poco mi entumecido espíritu e intento que sienta aunque sea por última vez los rayos de sol, ¡pero qué pena, hoy esta nublado! Nublado igual que ayer y mañana, no me extraña pues gris ha estado todo este lapso desde el día en el que nací.
Tengo un kilogramo de fe almacenado en el congelador, con la luz de una vela he intentado quitarle la escarcha y hasta el último de sus intentos suicidas, pero no lo he logrado y a veces, a mitad de la madrugada pienso que jamás lo lograré.
Poseo una tonelada de ilusiones sumergidas en bloques de hielo, apenas y escucho sus lentos y apacibles latidos, según me parece aun están vivas aunque de repente ya no respiren, me aferro a mis falsos intentos por desear reanimarles, pero creo que lo único que logro es crucificarles.
Me sentaré a esperar ese tren, no precisamente para que me lleve lejos de aquí, sino para que me salve cuando coloqué mi cabeza sobre los rieles y cercene lo que me queda de ánimos, lo que me cansa la vista de tanto esperar mirando a través de los cristales rotos a lo que nunca habrá de llegar. Me sentaré bajo las lágrimas de las nubes para que humecten esta resequedad que esta quemando mi alma, esperaré a que la corriente suba llegando hasta mi frente y centímetros abajo muera por mi propia nariz.
Que falta, que falta me ha hecho el oxígeno y que ausencia he tenido que guardar bajo mi piel; es verdaderamente lamentable no pueda guardarla en la misma frialdad que me cobija esta noche, después de que alguien me dijo que mi viaje en barco jamás podrá ser. Me sentaré a naufragar a la deriva colmado de espasmos mientras me olvido que seguiré sangrando en esta eterna madrugada.




Asunto de palabras*






Entonces es así, me pregunté. Se cuenta para espantar el fantasma de la muerte o el de ser tan pequeños y solos, en la historia que nos precede y nos va a continuar, así sin paraíso, casi ciegos, entre templos y ciudades perdidos y ganados. Migajas en la naturaleza que nos aterra y nos consuela. Espejos rotos que se juntan inventando ficciones para llegar a una verdad: verse en la mirada de los otros, un lenguaje para abrigarnos de la nada.





*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar

















EL MEMORIOSO*



A Raúl Aquilano


*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar


El hombre tiene unos límpidos ojos celestes que miran asombrados como los ojos de un niño. La cabeza cubierta de cabello enteramente blanco, pero no tiene ni por asomo la amenaza siquiera de una lejana calvicie pese a que pasó largamente los setenta. Su cuerpo es delgado y sus pasos son ágiles y uno cree entrever en esta figura muy querida en el pueblo aquel muchacho que infatigablemente recorría todos los barrios y las canchitas de entonces a la búsqueda de nuevos craks que asomaban en aquellos que el veía una lejana promesa.
Mi infancia lo tuvo como lo que es: un personaje querido. Con su bicicleta y su enorme gorra de visera, miraba detenidamente los picados entre chicos y el conversaba a los mejores y los convencía para “ficharlos” en el club del “otro lado de la vía”, es decir; el Club Atlético Federación. Gracias a él los azules siempre tuvieron su semillero inagotable. Dos de los míticos cracks ya militan hace años en el profesionalismo. Danilo Gerlo y Fernando Belluschi, nativo del “Barrio El Jazmín-“, como yo. El primero en River y el “Fer” como le dicen en su familia, en el “Olympiacos”, de Atenas.
Estos chicos, es casi seguro habían pasado por el ojo experto de este hombre bueno y desinteresado que responde al nombre de Raúl Carmen Aquilano, hijo de don Marino Aquilano quien fue varias veces presidente de “Federación”.
Su memoria es tan despiadadamente minuciosa que pasa revista sin dudar de los equipos del año 50 en adelante, incluidos los suplentes. Pero no sólo de la liga interprovincial, sino que expresa con toda naturalidad las formaciones de aquellos esforzados y valientes equipos de barrio, que representaban las ligas comerciales. Y uno escuchaba nombres allí de gente que nunca podría haber supuesto que tuvieron en su vida la decisión de patear una pelota. Pero con que sólo Raúl lo enuncie, pasa a ser en el acto palabra sagrada.
Esto quede en aquello que los historiadores llaman: “lo fáctico”, Porque qué acción podía en aquel tiempo remoto y diluido en el impiadoso olvido.
Casi con seguridad el pueblo de entonces se veía a sí mismo con una explosión de mariposas veraniegas, con chicos de pantalones cortos, descalzos, matándolas en las esquinas, hasta que el camión regador comunal o, antes, el tanque de agua tirado con los caballos producían el desborde.
Y luego en las noches, en esas mismas esquinas, esos mismos chicos se reunían para una cruelísima diversión; patear sapos y aún ponerle un pucho en la boca para hacerlos “fumar” entre el júbilo y las risotadas de todos.
Mientras que, durante el día, en especial por las tardes, todos los pibes del pueblo nos trenzábamos en encarnizados partidos de futbol. Con los más diversos “esféricos”, como le decían los periodistas deportivos de aquellos años. Sabemos de la larga, frondosa y rica, a veces y otras, ridículas maneras de engrosar el vocabulario futbolístico. Digo que no necesariamente la pelota debía ser de cuero (algo improbable por la pobreza de entonces), pero sí de goma o de trapo, muchas veces. Para su construcción debíamos pedir una media vieja a la madre, la hermana mayor o alguna tía siempre buena y solidaria.
En lo mejor del partido llegaba Raúl, con su eterna bicicleta, su gorra y su mameluco de carpintero. Se paraba a mirar. Luego, ofrecía sus servicios gratuitos (no desinteresados), para vestir la camiseta albiazul.
A mí nunca me convocó porque sabía que tal traición era imposible. Yo me había criado literalmente en la cancha del “globo” rojiblanco y en esos tiempos las primeras pasiones eran para siempre. Yo era (y soy) huracanista.
No obstante, ese hombre bonachón no se privaba, de emitir una opinión favorable, o una felicitación por una jugada si venía al caso. Pero él sabía a quien podría conversar, su caballerosidad, su gesto famoso era y es proverbial en el pueblo.
Ahora peina canas y con sus canas, recuerdos.
“Es un libro abierto del fútbol“, dicen en el pueblo. También un archivo generoso para darse a los demás. Cuando uno le pregunta algún dato, contesta sin vacilar e inquiere con esa mirada de límpidos ojos celestes.
-¿Qué más querés saber?
Y uno le agradece esa predisposición de hombre bueno, pero es discreto con sus respuestas y apenas se circunscribe a lo futbolístico, pero hay tanto que quisiera saber. ¡Tanto! En especial de aquellos años –que son, diría Borges- como si no hubieran sido.
Sin embargo se contenta con saber quienes fueron aquellos muchachos que jugaron por entonces, que apostaron al gusto, a la gloria efímera, a la casaca humilde, a los botines más humildes aún, a esas camisetas que el tiempo destiño para siempre porque el color tan vivo de aquellas sólo existen –hoy- en la mente de “disco rígido” que tiene este hombre en su cabeza y lo comparte, casi como si cortara con un cuchillo una hogaza de pan caliente y lo sirviera a los curiosos, sus hermanos.
Quien sino el puede recordar un equipo que a fines del cuarenta se llamó “Las rosas” porque respondía a un almacén de Ramos Generales de nombre homónimo y que estaba vecino a la escuela Provincial.
Raúl comenta –y si lo comenta es cierto- usaban unas camisetas con bastones verdes y blancos y se entreveraban en los llamados “campeonatos abiertos”, que se jugaban en verano y que congregaban a un grupo de entusiastas comerciantes que daban el nombre y las camisetas del equipo con la aclaración que ese mismo entusiasmo era aprovechado por la euforia futbolística que ganaba los corazones de los jóvenes varones de aquel tiempo en que yo aún no nacía.
¿Hay alguien –salvo Raúl- que recuerde los nombres de aquellos esforzados muchachos de entonces? Aquí están: Luis Cachornia, Pedro Camiscia, Emilio Marciano y Ángel Vera (a quien se lo conocía como “Verita”), Ángel Barco (“El manco”), y Ramón Barco (“Mojarra”), Cándido Joan (“Patita”), “Pichi” Barco, José Pichichello, Ismael Durán, “Chiquito” Giacobbe y Juan Giacobbe, a quien apodaban “Vino blanco”.
Mi pueblo, nada tiene que envidiarle al Funes de Borges. Nosotros lo tenemos a Raúl Carmen Aquilano, por si quiere alguien constatar hasta dónde llega la minucia de la memoria humana.





Amanecer y seguir*



El hombre va a abrir su taller en un despertar de trinos y celeste infinito, apenas un candado y se abre la doble puerta galponera por la que puede pasar un camión, a la derecha un pequeño escritorio, algunas piezas dejan manchas de grasa entre croquis y papeles. El dice que lo importante está en los fierros, los metales que desatan el movimiento y la combustión para salir y rodar por las heridas del mundo pero al menos en la libertad de las rutas.
-Esto es apenas un desorden ordenado.
Una lampara extensible como las que usan los dibujantes, tecnicos mecanicos como él, es la única luz si él día es grisoscuro, pero hoy, la ventana es un resplandor que corta todo el enorme espacio de maquinas y herramientas y pedazos de coches y coches a punto de terminarse.
Todas las mañanas le hecha un vistazo al afiche, es casi una ceremonia verlo y hacer en silencio algunas breves reflexiones, como quien hace una oración antes de partir a la lucha cotidiana por la subsistencia. Siempre lo lee completo:

1914: UN HOMBRE ABRE ESTA CAJA DE HERRAMIENTAS.
Y NACE INGENIERIA CHRYSLER.

La foto gris es poco nítida, una casa con refuerzos clavados en las esquinas, la tapa abierta, asoman instrumentos comunes como una tenaza, una roldana de aparejo.... afuera, sobre un banco de madera un martillo, pinza, un compas de acero, nada que indique el oficio de su dueño, salvo las letras blancas :
W. P. Chrysler.

El texto sigue en letra courier sobre un papel amarillento de antigua humedad...

Porque ese hombre se llamaba Walter P. Chrysler.
Su objetivo: encontrar la manera simple, segura y cómoda de transportar al hombre.
La encontró.
Pero no se detuvo.
Porque sabía -y tenía razón-
que siempre había una manera más simple, más cómoda y más segura.
Por eso mació Ingeniería Chrysler.
Que aún mantiene -y seguirá manteniendo-
el objetivo trazado por Walter P. Chrysler.
Investigando, desarrollando, probando e incorporando adelantos
que logran más nobleza, más seguridad y más confort en sus vehículos.
Para que usted pueda ejercitar
su derecho a elegir,
exigir y disfrutar su Dodge.

(Logo de 5 lados-triangulos negros que dejan una finita estrella surgir )
y grande:
CHRYSLER
FEVRE ARGENTINA

Abajo, un espacio en blanco y la letra urgente, como de pintada en paredes de ciudad
con marcador azul:

Yo trabaje allí, 15 años, capataz de montaje, y me dejaron en la calle, a un clase '43.
Osvaldo Arból Gomez.

El hombre lo lee todas las mañanas bien temprano antes de poner la pava del mate y empezar a trabajar, luego concluye -dicho de distintas maneras- en un mismo aforismo.

Soy más que un pionero, soy un sobreviviente...

Es fácil que las mismas imágenes se repitan cada tanto, el arrancando el afiche de la pared, era el último en ser despedido, el gerente de planta agradeciendo su tarea, diciendo
-Osvaldo , en un par de años los yanquis vuelven y brindamos con champán helado, el reencuentro.

Lo cierto es que casi se cumplen 25 años del cierre de la planta de La Tablada.
Le pagaron unos pesos y lo premiaron con un par de contenedores con piezas y repuestos en desuso. y un par de máquinas que no salían a remate por viejas.

El cargo todo, como quien carga con cada pedacito de un alma estallada y lo llevo al galpón grande de su finado padre, y entre sus maquinas y elementos de carpinteria empezo y siguio.

Y todas las mañanas se mezclan las épocas y las situaciones, el no podría relatarlo, es como ver flashes y fotos sin orden , sin tiempo.

El abuelo de Pontevedra que compro ese terreno cuando todo era campo y lo único notable eran las estaciónes de trenes , La Tablada cerquita y más allá Tapiales, con sus galpones enormes y sus playas de maniobras del tren de trocha angosta. Previsor el abuelo, terreno de 20 x 60, entrada grande para camiones. De chico no dejaba de estudiar esas herramientas que dejo en el galpon pequeño del fondo, las que usaba para trabajar la tierra despues de volver de su trabajo en el ferrocarril. Un viejo anarquista, un hombre de principios como su padre y como él tambien.
"Nunca te entregues al capital, el dinero destruye todo, el capitalismo no deja nada en pie "
Pero el salió con el título de técnico mecanico y se empleo en la Chrysler, ahí cerquita cuadras de su casa. Y de allí volvió un día, una mano atras y otra adelante, unos pesos de indemnización por despido y un monton de chatarra inservible.
Ahí empezó, soldando, imaginando, el ingeniero le decían en la planta. adaptando piezas , mixturando carrocerias y chassis.
El único , solitario y obstinado, fabricante de autos 0 km desde el fondo de su casa, de la Argentina. No son autos, dice a quien lo visita actualmente, son obras de arte, artesanías irrepetibles. En el país es un desconocido, pero en Europa, en Francia, especialmente su fama trasciende a la de Regazzoni.
El lo sabe, termina cada obra de arte, fileteando a pincel la parte inferior de la carroceria , a veces agrega frases que le piden los clientes, como la que pinto ayer en ese auto que alguna vez fuera un DKW y ahora es un Arbol Gomez - Argentina, firmado el el capo de atras donde iba el logo del mejor auto aleman de la posguerra.
Su oficio es su vida y su orgullo. a veces piensa que habría sido de él si hubiese sido otro, un almacenero, un operario, un ser indefenso ante las crisis del país, una crueldad anónima que mata sueño tras sueño. y deja muertos en vida. Habitaciones cerradas, persianas bajas con alguien durmiendo adentro, matando ocios con el mate lavado y regando la quinta a cada rato para que el día pase pronto.
Pero él esta conforme, lo más díficil del mundo es llevarse a si mismo, pero llevarse a gusto, con cariño como quien lleva a un niño de la mano.
-No se entregue Carbonatti..¡¡¡¡, le grita su padre al amigo huelguista, es el patrón el que más pierde con un paro, van a darles aumento no aflojen... ni con la traición de los sindicalistas.
No aflojo, viejo parece decir con la mirada y recuerda sus 10 años, fabricando sus juguetes con madera y clavos, con las herramientas de Papá, solo pero pendiente del trabajo de él, que no podía distraerse del trabajo de la carpintería. Es como si lo viera ahora, el pucho colgando al costado izquierdo de la boca y alguna expresión de amargura, casi un Bogart. Se desprendía del pucho cuando tenia que sostener con los labios los clavos o los tornillos en el armado de los muebles.
Un gran carpintero su viejo, de los que trabajaban con madera maciza, nada de porquerias enchapadas, nada de aglomerados ni formicas. Pero el capital lo mató, pusieron fabricas enormes que escupian maderas hechas de aserrin, y todo el mundo se puso a hacer muebles inservibles.
- En la primera mojadura revientan.... que carajo compra la gente¡¡¡¡¡¡¡.
Golpeaba la mesa de trabajo con furia y parecia que iba a volar en pedacitos su mano pesada de trabajador. Y los muebleros se fueron, lo vendieron por pocos pesos.
Y él, un día, un invierno de 1978 cerró, hecho el candado y al poco tiempo se murió.

Por eso él no va a transar, un Pininfarina de entrecasa, un constructor de mundos en cuatro ruedas. ¿Cuantos autos más podrá sacar con su firma reciclados a 0Km?
No lo sabe, no lo cuestiona, se rasca la cabeza y empieza una nueva jornada.



*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com





*


Ella le pedía siempre a Dios quedar embarazada, tarde comprendió que era mejor pedírselo a un hombre. Si la hacía exclamar ¡ay dios mío!, ¡ay dios mío, ¡ay dios mio! y era divino, le ponía encanto a la situación pero no era imprescindible para la finalidad.



*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar






*


Queridas amigas, apreciados amigos:

Este domingo 14 de junio de 2009 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor mexicano Julio Estrada. Las poesías que leeremos pertenecen a Eva del Pilar Durán (Colombia) y la música de fondo será de Llaqtamasi (Andes).
¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!! (Recomendamos usar
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REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Freundliche Grüße / Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
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Tel: ++43 662 825067





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