miércoles, junio 29, 2011

ESCAPA LIGERA EN VUELO...



-Dibujo: Ray Respall Rojas.




PRELUDIO DE GARZAS SALVAJES*




Desperté dormida en el mar de tus brazos.


Ay, el preludio de garzas salvajes en el alba.
Giran, como caligramas blancos,
Escriben tu nombre que desbordado cae.
Torrente de magnolias de lluvia.
Prólogo.
Tan blancas sabanas, amor, tan negra ausencia.
La costa tan lejana.
Los árboles de pié intentan elaborar su duelo.
Duelo oscuro de pañuelos bancos.


El mar no existe, amor. Lo se.
Quizás escondido en un edén, espere.
En las oscuras rocas de los desnudos mares.
Entre los peces muertos y el ballenato azul.
Entre los vórtices de abrazos circulares.
Entre los brazos de los vientos alisios.
Entre mares australes y océanos boreales
Entre los arrefices de coral pasión.
Entre los fantasmales barcos.
Entre tesoros de recónditos piratas.
Entre los lagartos marinos y la soledad de los Galápagos.
Cabalgando suavemente en los vientos de Índico


Hay un epilogo de algas que en oleajes verdes
Te buscan y me buscan
La rosa de los vientos desdibuja bahías.
Se que no estás, quizás nunca estuviste.
Pero hay un preludio de garzas salvajes en el aire.
Que me hacen vibrar hasta morir



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar









LEJOS*


Crónicas del Hombre Alto (n° 68)



La morocha del vestidito negro voltea sensualmente la cabeza hacia la izquierda y, en estudiada actitud de descuido, te mira con expresión insinuante. Clava sus ojos en los tuyos y, al instante, vos sentís en el pecho cómo empiezan a girar las hélices de ese ahogo que sólo la aparición de una mujer inusualmente hermosa puede provocar. En ese momento no querés darte cuenta, claro -preferís la ingenuidad de rendirte ante su encantador truco de ilusionista- pero la cruda realidad indica que la morocha del vestidito negro no te mira porque le resultes interesante; lo hace, simplemente, para verificar que vos la estás mirando. Soberbia desde su belleza deslumbrante, sabedora de la atracción que es capaz de ejercer, ella da por sentado que la están mirando. Y acierta. Porque vos, inevitablemente, la estás saboreando con la mirada. ¿Y cómo no hacerlo? ¿Cómo no arrojarse con imprudente devoción a esa catarata lacia que se derrama a pique sobre sus hombros desnudos? ¿Cómo no presentir con golosa ansiedad las redondeces sugeridas bajo la tela? ¿Cómo no aventurarse por el tajo criminal de la falda y deslizarse luego cuesta abajo por las piernas, hasta quedar enredado entre las tiras de sus sandalias romanas?

El equívoco inicial, sin embargo, se desvanece enseguida. Diosa fatalmente distante, la morocha del vestidito negro traza, con delicada firmeza, una frontera invisible que pone en evidencia tu inferioridad, te fuerza a recordar que ambos pertenecen a universos diferentes, realidades paralelas entre las cuales no existen más vasos comunicantes que ese juego de miradas fugaz e infructuoso. Ella te seduce y se te niega. Te concede el derecho -y la tácita obligación- de rendirle pleitesía, te confiere el derecho -y la tácita obligación- de desearla. Sólo desearla. No se sonrojaría si pudiera leer tus pensamientos; sería incapaz de escandalizarse ante la brutal indecencia de ciertos besos fantaseados. Su objetivo, al fin de cuentas, es justamente ese: generar un anhelo imposible de satisfacer. No es el sueño de poseerla, entonces, lo que está vedado. Lo que está estrictamente prohibido es violentar las barreras que ella impone. Las mitologías suelen referir los desastres que sobrevienen cuando los destinos de humanos y divinidades se entrecruzan más de la cuenta.

Han pasado quince segundos desde que la viste y ya sentís sobre los hombros el peso muerto de la contrariedad, un regusto a frustración en la saliva por esos labios que nunca habrás de besar. Sos el triste propietario de un deseo herido de negación en el momento mismo de su nacimiento. Insignificancia ambulante, rutinario animalito de maletín en la mano y cola en el Banco, perdedor por goleada, hombrecito gris tan sin glamour, no te queda más opción que seguir adelante con tu vida de siempre, consciente de la derrota inapelable.

Con inútil empeño, como si quisieras engañarte y postergar tu desconsuelo unos segundos, o canjearlo por migajas de aire, mirás a la morocha del vestidito negro una vez más y comprobás que ella todavía te está mirando.

Lejana, inalcanzable. Como si se burlara de vos desde el afiche gigante de la zapatería.



*De Alfredo Di Bernardo. alfdibernardo@fibertel.com.ar






Circunstancial de amor*



Ellos se amaban y de eso estoy completamente convencido. Necesitaban de su amor en cualquier lugar, ya sea por las veredas, en la plaza bajo los árboles, en los baldíos o contra los paredones. Te lo digo yo que los veía todo el tiempo, viernes por la noche, madrugada de sábado, uno que otro domingo. No tenían descanso. Se amaban y de un modo muy particular. Como dos descarados sin vergüenza. Apasionados.
Con verlos te dabas cuenta cual era la causa de todo aquello, dos mil hormonas como larvas de mariposas en metamorfosis, hirviéndoles bajo la piel. Eso era lo que les ocurría, simplemente estaban enamorados.
Usaban su cuerpo como instrumento para amarse. Se acariciaban, se besaban, se abrazaban, se mordían, se pegaban y se volvían a besar. Parecían unos locos, pero todo aquello bien se justificaba persiguiendo su fin mas preciado, sentir la vida rugirle en las venas, elevando sus sentidos en lo profundo de su ser y por debajo del ombligo.
Se tenían el uno al otro y esa era su única compañía. El amor era su mundo y nada existía más allá de ellos. Lastima que segados de amor nunca llegaron a comprender los sucesos. La duda los atrapó y no pudieron manejar los hechos, o tal vez el virus del miedo les causó un derrame interno y la gangrena de los celos devoró la inocencia en sus corazones.
Al fin de cuentas todo término y ellos huyeron, con lágrimas en los ojos y la furia entre los dientes. Las circunstancias modificaron al amor, las situaciones modificaron al verbo y el presente del verbo amar se convirtió en un pretérito imperfecto.



*De Alfredo Castelli. castelli700@hotmail.com







Ambos contrayentes*



Ambos contrayentes
se vinieron
como alianza
al dedo:
larga vida unidos
neutralizándose recíprocamente
imbuidos de sus propios tufillos de familia
anegados
embargados
de vaginismos y precocidad.



*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar






Restos*




*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO Hay días en que me levanto muy Area 51. Me explico: esa necesidad de creer que, en algún santuario top-secret, se custodia celosamente la cura para todos los males de este mundo. El Rosebud de la cuestión. El Eureka del asunto. Aunque apenas sean los restos de sabios seres extraterrestres.
Restos que nos permitan pensar en que los infradotados que rigen nuestros destinos alguna vez serán abducidos o poseídos o iluminados o lo que sea.
Pero que sea pronto. Por favor.


DOS De ahí que no deje pasar libro sobre el Area 51 que se me cruce. Y todos tienen títulos muy largos, como si así quisieran reflejar la inasible enormidad del misterio de ese lugar que se sabe dónde está (coordenadas 3714'06''N11548'40''W, Nevada) pero nadie sabe exactamente qué es o qué contiene. A
saber: Area 51: The Dreamland Chronicles / The Legend of America's Most Secret Military Base de David Arlington y Dreamland: Travels Inside the Secret World of Roswell and Area 51 de Phil Patton y ahora -con gran fanfarria publicitaria y vocación de expediente X todo lo definitivo que puede llegar a ser un Expediente X- llega Area 51: An Uncensored History of America's Top Secret Military Base, de Annie Jacobsen. Lo estoy leyendo mientras el noticiero desborda de ineptos autoinvasores eficaces para el desastre: patriotas, políticos, banqueros y madres que cocinan a sus recién nacidos en hornos de microondas. Sí, hemos sido sojuzgados por monstruos nativos. Por suerte, en un rato empieza Falling Skies, spielbergiana nueva serie con aliens de verdad.


TRES Y todos, alguna vez, viajamos a esa Tierra de Sueños. En novelas (entre ellas, Majestic, de Whitley Strieber, secuestrado y a mucha honra, aunque le dolió un poco), en comics (esa aventura de Mandrake en la que se nos revelaba que los gatos eran una especie sideral, adorados por egipcios y de
incógnito entre nosotros, esclavizándonos sin que nos diéramos cuenta, desde el principio de los tiempos), en series de T.V. (Warehouse 13 o Roswell), en investigaciones (el inefable atlante Charles Berlitz llegó primero), en películas (que incluyen a Independence Day y la última de Indiana Jones), en canciones ("The Happening" y "Motorway to Roswell" de The Pixies), en informativos (la noticia que nunca muere del todo y cada tanto resucita), y hasta en cuentos magistrales como "The Talk Talked Between Worms" del gran Lee K. Abbott. Por estos días -finales de junio o principios de julio, no hay fecha precisa- se cumple otro aniversario de aquella noche de 1947 en la que un supuesto ovni supuestamente se estrelló en las afueras de Roswell, New Mexico. Ahí, pedazos de metal raro y restos de viajeros cósmicos
agonizantes despidiéndose de sus vidas -como los Manos de El Eternauta- en un idioma extraño, distante, antiguo. Un lenguaje que, sin embargo, no era ni venusino ni urkhiano. Era lejano, pero no tanto. Era yiddish, sin ir más lejos. Más detalles, más adelante.


CUATRO Así, el Area 51 como la Tierra Prometida y los despojos interplanetarios como su Santo Grial. Hombres de negro. Gente que no puede doblar el meñique. Organismos microscópicos cuyas naves son los teléfonos móviles y desde allí saltan a nuestros cerebros. Da Vinci y Shakespeare y The Beatles. Turistas geniales. Pero parece que no. Al menos esa es la tesis de Annie Jacobsen; quien entrevistó a diecinueve ex empleados de esa zona crepuscular (que ahora tienen entre setenta y cinco y noventa y un años y se preparan para abandonar la atmósfera de sus vidas en busca del infinito y Más Allá), quienes, por primera vez, hablan ante un micrófono sobre aquellos buenos y calientes tiempos de la Guerra Fría. Jornadas sin reloj, horas subterráneas en las que lo del platillo volador roto les vino perfecto para
enmascarar operaciones ultrasecretas en lo que en verdad era un campo de pruebas para ensayar misiones de espionaje, etc. Así que a alentar rumores, plantar evidencia falsa, alimentar a freaks de todo pelaje y, de paso, activar hasta niveles insospechados la industria turística de un lugar sin
ningún atractivo turístico como es Roswell. Y, suele suceder, pocas cosas más graciosas y delirantes que la realidad y al final del libro un anciano escucha lo que Jacobsen ha investigado y conseguido y le dice algo así como"Muy bien hecho. Buen trabajo. Pero no es todo". Jacobsen entonces deja caer un croûton en su sopa y pregunta: "¿Cuánto es lo que sé si tomamos como referencia de mis hallazgos a este croûton dentro del plato?". El hombre lo piensa un segundo y le dice: "Me temo que el plato no es una buena
referencia espacial. Lo que allí se esconde es mucho más grande que toda la mesa".
La verdad está ahí dentro.


CINCO Y lo del yiddish: en las páginas 370 y 371 y 372 de Area 51: An Uncensored History of America's Top Secret Military Base, alguien -cuyo nombre no es revelado- le cuenta a Jacobsen algo tremendo. De acuerdo, cayó una nave extraña. Es cierto: estaba tripulada por extrañitos de cabezas
enormes. Pero eran humanos, eran niños, eran judíos. Eran -atención- la resultante de un experimento genético del doctor nazi Josef Mengele a las órdenes de Josef Stalin, con quien el alemán habría pactado rendición privada y cambio de patrón antes de la caída de Hitler. Sus apuntes bizarros
y fórmulas locas y cuadernos de notas monstruosas a cambio de fortuna y de laboratorios para seguir trabajando en lo suyo al servicio no ya de la esvástica, sino de la hoz y el martillo. Parece ser que Stalin no cumplió su palabra y Mengele se vio obligado a buscar refugio primero en Argentina y luego en Paraguay. Pero antes de partir, Mengele le entregó a Stalin una partida fresca de marcianitos. Y el plan de Stalin -fan y admirador de aquella adaptación radiofónica de La guerra de los mundos de Orson Welles- era importar a estos pobres aliens falsos. Pequeños de entre doce y trece años, artificial y científicamente alterados, dentro de una aeronave de aleación metálica exótica: el Horten Ho 229 o ala voladora Gotha, uno de los últimos logros del Tercer Reich. Así, dejarlos caer y provocar una ola de
pánico en Estados Unidos ante un inminente ataque de las huestes del planeta color rojo comunista. Algo no salió bien. Moscú, tenemos un problema. Crash.
Pero todo fue inmediatamente silenciado. (Por supuesto, numerosos ovnistas y ufólogos denuncian ya al libro de Jacobsen como nueva maniobra para seguir escurriendo el bulto.) Jacobsen le pregunta entonces a su confidente por qué el presidente Truman no optó por contarles a los norteamericanos la verdad y demostrar así el tipo de monstruo que era Stalin. Entonces el Garganta Profunda de turno, tose fuerte, sonríe triste y susurra bajo: "Es que nosotros hacíamos cosas iguales o peores, señorita. Hice cosas que desearía no haber hecho. El tipo de cosas que uno sólo hace cuando ama a su país y le explican que tiene que hacerlas por amor a su país".
Lo que me lleva de vuelta a nuestros patriotas. A los amorosos patriotas, a los políticos, a los banqueros, a las madres cocineras y asesinas y a la cada vez más firme certeza de que estamos solos o, de no ser así, de que todo parece indicar que ya no les interesamos a aquellos que, en su momento, vinieron y repartieron un puñado de pirámides y hasta la vista, baby.
Socorro. Aquí estamos. Hechos sopa. Manipulados, torturados, deformados.
Vengan (Transformers abstenerse: muy ruidosos, rompen todo) a liberarnos de nuestros propios invasores. Por favor. Tercer planeta después del Sol No pueden perderse.
Nosotros sí.
Shalom.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-170955-2011-06-28.html







Mi Suéter y Mi Bufanda*



Mi libertad escapa más allá de promesas y democracia:
Escapa ligera en vuelo
Dejando el peso de las mercancías solo a quien quiera jugar con ellas.

Mis sueños y yo quedamos postrados derramando lágrimas,
Con la única certeza de que
El verdadero comienzo es intentarlo otra vez.

Sueños, recuerdos.
Confianza ultrajada una vez más.

Nuevamente capital generando en mi vida capital:
Nuevamente riquezas que escapan de mi mundo material.

Salgo nuevamente con mis sueños rotos
Y espero encontrar mi libertad que tiempo atrás ha volado.

Simplemente salgo a la calle y me pongo mi viejo suéter y mi bufanda.



*de hugo ivan cruz rosas. quetzal.hi@gmail.com





Correo:



Tercer Concurso Internacional Invenciones 2011
de Álbum Ilustrado y Narrativa Infantil y Juvenil

Bases de Participación


El Concurso Invenciones tendrá dos categorías:
A) Álbum Ilustrado: obras completamente ilustradas en las que la historia no se sostiene por sí sola sin las ilustraciones. No se trata de una narración ilustrada, sino de la conjunción entre texto e ilustración
para contar la historia. Asimismo, se aceptan historias narradas únicamente con ilustraciones. Se recomienda revisar los álbumes ilustrados de nuestra colección "Los Ilustrados".
- Las obras deberán estar dirigidas a lectores de entre 4 y 9 años.
- El tema, el formato de la obra y la técnica de ilustración serán libres.
- Las obras deberán ser originales e inéditas.
- Las obras deberán entregarse completas y en su versión final.
- La extensión mínima será de 16 cuartillas o páginas y la máxima de 40.
- La obra deberá presentarse impresa a color, en la mayor resolución posible, por triplicado, engargolada o engrapada (por engargolar se entiende encuadernar pasando una espiral de plástico al través de los agujeros que se han hecho a lo largo de uno de los bordes). Solo se aceptarán reproducciones de las ilustraciones, no deben incluirse originales; pueden presentarse impresiones o fotocopias a color.
- La obra será publicada en la colección "Los Ilustrados" de Nostra Ediciones, de acuerdo con las características editoriales de dicha colección.


B) Narrativa Infantil y Juvenil: cuento o novela corta.
- Las obras deberán estar dirigidas a lectores de entre 9 y 14 años.
- El tema de la obra será libre.
- Las obras deberán ser originales e inéditas.
- Las obras deberán entregarse completas y en su versión final.
- La extensión mínima de los textos será de 15 cuartillas y la máxima de 60. Las cuartillas deberán estar numeradas. Por cuartilla se entiende una hoja de papel para escribir de tamaño carta (21.5 x 28 cm) o tamaño A4 (21 x 29.7 cm). Cada cuartilla deberá contener aproximadamente 1,700 caracteres con espacios. Deberá utilizarse tipografía Arial de 12 pts. con interlínea de doble espacio y márgenes de 3 cm por lado. El texto deberá imprimirse por una sola cara.
- Los textos se presentarán impresos, por triplicado, en hojas tamaño carta (21.5 x 28 cm) o tamaño A4 (21 x 29.7 cm), engargolados o engrapados (por engargolar se entiende encuadernar pasando una espiral
de plástico al través de los agujeros que se han hecho a lo largo de uno de los bordes).
- La obra será publicada, con las ilustraciones que la editorial seleccione, en la colección "Mirador" de Nostra Ediciones, de acuerdo con las características editoriales de dicha colección.

Para las dos categorías se seguirán asimismo las siguientes bases:
- Podrán participar escritores e ilustradores de cualquier edad, nacionalidad, lugar de origen o residencia, que presenten una obra original e inédita en lengua española. Las obras podrán ser presentadas por uno o varios autores e ilustradores. Quedan excluidos de esta convocatoria los
trabajadores de Nostra Ediciones, Fundación Telmex, A Leer/ibby México, alija/ibby Argentina, Colibrí/ibby Chile, Comité Cubano del ibby, oepli/ibby España, ibby Uruguay, Banco del Libro y fil Guadalajara.
- Las obras no podrán participar simultáneamente en otro concurso ni haber resultado ganadoras, seleccionadas o mencionadas en otro concurso.
Las obras que se encuentren en dictamen editorial no podrán participar. Tampoco se admitirán las obras que sean una adaptación de otros originales.
- Las obras deberán ser enviadas a:
Tercer Concurso Internacional Invenciones 2011
de Álbum Ilustrado y Narrativa Infantil y Juvenil
Nostra Ediciones
Privada Florida 12
Colonia Barrio Santa Catarina
C. P. 04010, México, D. F.
Tel.: +52 55 5554 7030
- Cada una de las tres copias deberá mostrar en la portada el título de la obra y el seudónimo del autor (en ningún caso debe incluirse el nombre ni referencias que revelen su identidad).
- Las tres copias deberán enviarse en un paquete o sobre cerrado, dentro del cual se incluirá también la plica: otro sobre a su vez cerrado en el que por fuera aparezca el título de la obra, el seudónimo del autor y la nacionalidad; y por dentro del sobre una hoja con los datos del autor y/o ilustrador: nombre completo, dirección, teléfono con código para larga distancia, correo electrónico del o los participantes, nacionalidad y país de residencia.
- Deberá incluirse en este sobre (plica) una hoja en la que se declare y se firme que la obra que se presenta a concurso es original e inédita, que no ha sido publicada ni premiada y que no está pendiente de fallo en otros premios ni tiene compromisos con editorial alguna.
- En el caso de que concursen dos personas juntas en la categoría de Álbum Ilustrado, una como ilustrador y otra como escritor, ambas deberán declarar y firmar en la hoja dentro del sobre o plica en qué porcentaje participan. En función de este porcentaje se hará la repartición del premio económico.
- No se devolverán las copias ni ningún material que se presente. Nostra Ediciones destruirá todas las obras que no sean seleccionadas.
- Las obras que no cumplan con los requisitos establecidos serán automáticamente
descalificadas y no podrán ser aceptadas en el concurso.
- Los concursantes podrán participar con el número de obras que deseen.
Su participación en el concurso explicita su aceptación de estas bases.
- El jurado calificador estará integrado por distinguidas personalidades de la literatura y la ilustración y su identidad será revelada al momento de dar a conocer su fallo.
- La decisión del jurado será inapelable.
- El concurso podrá ser declarado desierto, en cuyo caso el monto del premio será reservado para la siguiente edición del concurso.
- Durante los seis meses siguientes al fallo, Nostra Ediciones tendrá opción preferente para adquirir los derechos de publicación de las obras que, presentadas a concurso, recomiende especialmente el jurado.
- Para aclaraciones respecto al concurso, se podrá consultar la sección
"Preguntas frecuentes" en la página web www.nostraediciones.com o escribir a invenciones3@nostraediciones.com
- Se recibirán trabajos hasta el 3 de octubre de 2011. Se tomará en cuenta la fecha del envío registrada en el matasellos. No se recibirán trabajos después de esa fecha.
- Los resultados del concurso se darán a conocer el 15 de noviembre de 2011 en la página web de Nostra Ediciones (www.nostraediciones.com). Los ganadores serán asimismo notificados directamente.

Premios
- Para la obra que resulte ganadora en la categoría A):

. $10,000.00 (diez mil dólares) como adelanto de regalías. En el caso de que en la obra ganadora participen dos personas (ilustrador y escritor), el importe se entregará en función del porcentaje de participación que hayan declarado en la plica.
. La publicación de la obra en la colección "Los Ilustrados" de Nostra Ediciones. El o los autores de la obra ganadora firmarán un contrato con Nostra Ediciones bajo las condiciones habituales para esta colección y de acuerdo con los términos expuestos en la Ley de Propiedad Intelectual de México.
. El ilustrador será invitado a participar con todos los gastos pagados en el II Foro Internacional de Ilustración FILUSTRA 2011, que se celebrará el 27 y 28 de noviembre en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

- Para la obra que resulte ganadora en la categoría B):
. $10,000.00 (diez mil dólares) como adelanto de regalías.
. La publicación de la obra, con las ilustraciones que la editorial seleccione, en la colección "Mirador" de Nostra Ediciones. El autor de la obra firmará un contrato con Nostra Ediciones bajo las condiciones
habituales para esta colección y de acuerdo con los términos expuestos en la Ley de Propiedad Intelectual de México.
. El autor será invitado con todos los gastos pagados a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
- La premiación del concurso se llevará a cabo dentro del marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2011.



*Enviado por Marianna marianna@nostraediciones.com



*


Inventren Próxima estación: SANTOS UNZUÉ.

-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar

http://inventren.blogspot.com/

-Editor Responsable del Inventren: Urbano Powell. http://urbamanias.blogspot.com/
El Inventren sigue su recorrido por las siguientes estaciones:


-DUDIGNAC.

- MOREA.

- INGENIERO DE MADRID
(CON COMBINACIÓN EN EL FERROCARRIL PROVINCIAL
CON DESTINO LA PLATA O MIRAPAMPA)


-ORTIZ DE ROSAS.

-ARAUJO.

-BAUDRIX.

-EMITA.

-INDACOCHEA.

-LA RICA.

-SAN SEBASTIÁN.

-J.J. ALMEYRA.

INGENIERO WILLIAMS.

GONZÁLEZ RISOS.

PARADA KM 79.

ENRIQUE FYNN.

PLOMER.

KM. 55.

ELÍAS ROMERO.

KM. 38.

MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.

LIBERTAD.

MERLO GÓMEZ.

RAFAEL CASTILLO.

ISIDRO CASANOVA.

JUSTO VILLEGAS.

JOSÉ INGENIEROS.

MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.

ALDO BONZI.

KM 12.

LA SALADA.

INGENIERO BUDGE.

VILLA FIORITO.

VILLA CARAZA.

VILLA DIAMANTE.

PUENTE ALSINA.

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sábado, junio 25, 2011

Y AL FIN ANDAR SIN PENSAMIENTO...



*Ilustración: Walkala. -Luis Alfredo Duarte Herrera- http://galeria.walkala.eu




LOS NIETOS*

Para Katia


La llegada de los nietos de Katia ha sido una catástrofe: Estos tres chiquillos no tienen remedio, cuando se juntan valen por un ejército. Apagan las luces cuando me ven asomar, he tropezado con cada mueble de la casa, el pequeñito de los ojos azules me roció con un spray de insecticida, por suerte me escabullí a tiempo. No sé cómo ni cuándo, colocaron azogue en mis gárgaras, ahora apenas puedo emitir quejidos de gatito recién nacido… adiós a mis arias de ópera; para colmo, el mayor me persiguió hace dos días con una antorcha hecha de periódicos, sabiendo que tengo fobia al fuego. Me han puesto ratoneras… Y todo eso es poco: ¡Me han lanzado un balde de agua helada este amanecer! No paro de estornudar, amén de los temblores que recorren mis pobres huesos, estoy seguro de que saben de mis alergias – por eso a veces los tengo días y días sin agua, porque el detergente del lavado me pone histérico -. Esos mocosos no respetan nada…

A este paso, renunciaré a ser el Poltergeist de la familia. ¡Ellos se lo pierden!



*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.










Parodia*



*De Alfredo Castelli. castelli700@hotmail.com



Y vio Dios que era bueno. Entonces dijo: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestras semejanzas. Y creo Dios al hombre a su imagen; varón y hembra, Adán y Eva. Mas tarde los bendijo diciendo; fructificad y multiplicaos hijos míos.
Luego los coloco en el Jardín del Edén (el paraíso) y para probar su fidelidad y obediencia les dio una tarjeta de crédito para que comprasen lo que quisieran para su subsistencia, siempre y cuando no abusaran de los gastos. Porque si sobrepasaban el limite del crédito, tendrían problemas. La
serpiente (Satanás) se aprovechó de esta única regla, y así tentó y engañó a Eva; la cual pasó la tarde comprando una prenda tras otra, carteras y collares, aros y pinturas, una cosa tan cara como la anterior, y viendo Eva que era "bueno para vestir, y que era agradable a los ojos, y realmente un regalo codiciable para alcanzar la belleza ", llamo a su marido para pagar y cargar con los paquetes . Dios dijo entonces: "El ser humano ha conocido la vanidad y el crédito a largo plazo, por esto perecerá toda su vida acorralado por las deudas sin ningún dinero que alcance”. Y así esta falta de obediencia les acarreó la expulsión del Paraíso. Expulsión en la que Dios les castigó con los impuestos, tributos, aportes, embargos, y por supuesto un pésimo trabajo mal remunerado. Luego Dios dijo otra vez.
"Con el sudor de tu rostro solo podrás darte el gusto de comer el asado del sábado, porque no abra mas lujo que este; pues nada tienes y nada tendrás, por tu avaricia parirás a tus hijos con dolor, y después de paridos te devoraran como fieras”. Y para asegurarse de que todo se cumpliese en tiempo y forma, mandó sus ángeles para vigilarlos, los vistió de traje y les llamó abogados. Estos hechos son conocidos como el Pecado original.








PINOTO*



*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar


En la memoria de los antiguos habitantes del pueblo surgen las anécdotas que de vez en cuando afloran en las mesas del club, siendo que la mayoría en virtud de su juventud sólo conocen al personaje sólo de mentas.
Heredan historias, vienen de vez en cuando y uno de aquellos hombres que han dejado la marca por sus extravagancias es don José Bicoca, alias "El manco" o mejor, con el más simpático apodo cuyo origen es tal vez familiar, Pinoto.
El apodo de manco tenía sentido porque al parecer un infeliz accidente producido por un caballo que se espanta y lo arrastra con él, según cuentan, tenía la soga arrollada en la muñeca es que terminó sus días con un muñón. Esto fue en su niñez.
Este desgraciado accidente no fue óbice para que logara con esforzada dedicación, mucho trabajo y obstinada persistencia, una buena posición económica que lo hacía jactarse con esa charla jocosa -"picante" incluso, se diría ahora- en las mesas del Club Huracán. Como socio vitalicio ya que había sido fundador y presidente.
-Yo, con una sola mano me compré cuatro camiones y cinco casas y otros con las dos no tienen ni dónde caerse muertos.
Y no faltaba al comedido que le seguía la discusión sólo por verlo como se iba poniendo con el rostro granate lo cual daba una impresión de ogro al que también ayudaba su gran corpachón. Pero no engañaba a nadie.
Era más bueno que el pan. Por lo que se relata en las mesas del Club y por todas las "anécdotas de Pinoto", con las cuales uno mismo se crió, daba en suponer una teoría conspirativa que se encargaba de perseguirlo no eran los poderes terrenos quienes ejercían esa persecución para con él, sino los mismísimos santos encabezados por "ese cabrón de San Pedro", según su colorido vocabulario.
Corrían los años cincuenta del siglo pasado, Pinoto había adquirido un camión Diamond T, modelo 37, al parecer en buen estado. Muchos sacrificios le había demandado ahorrar en sus trabajos de chofer de otros camioneros, pero al fin había logrado el máximo sueño: ser propietario de su camión, su herramienta de trabajo más preciada.
Y le surgió un viaje, llevar una carga al puerto de Rosario, tal vez cereal o leña o alguna ignota mercadería que la historia no registra.
Todo fue "viento en popa", como se dice, pero al entrar a Rosario, por la ruta 33 y traspuesta la ciudad de Pérez, el hidalgo camión se detuvo.
"Pinoto" bajó casi mordiéndose los labios y levantó el capot.
Una mirada ocular bastó para que su ojo experto detectara el desperfecto, que al parecer no carecía de importancia.
Entonces se sacó el sombrero negro que usaba siempre, lo sostuvo con su única mano y levantando el muñón hacia el cielo prístino de mayo, con voz de trueno exclamó, entre lastimero e interrogante:
-Ay San Pedro, ya te enteraste que me compré el camioncito.
Y como obviamente, desde el cielo nadie respondía y el aire seco y azul sólo era horadado de patos siriríes en vuelo hacia las islas, en un casi sollozo, interrogó: ¿No te pudiste confundir con el camión del gringo Pacovich? ¿No te diste cuenta que tiene uno igual, de la misma marca que el mío?
Otro día en que estaba lavando la cabina de uno de esos grandes camiones que trasportaba combustible, a todo esto habían pasado varios años, y al circular otro camión sin querer le rayó la puerta que tenía abierta hacia la calle. Saltó con los ojos desorbitados, se sacó el sombrero e hizo
un gesto ampuloso y gritó hacia el cielo:
-¡Santos! ¡Los quiero todos aquí! Y señaló el sombrero que esperaba hacia arriba como un cuenco. Luego -dicen los testigos- que puso ese objeto negro delante de la rueda del camión, subió, le dio marcha y volvió hacia atrás.
Sacó el sombrero aplastado como un plato y respiró aliviado, diciendo:
-¿Vieron? ¿Vieron? Tanto perseguirme, al final los maté a todos.
Todas las historias tal vez no fueron reales, pero la sabiduría popular
siempre atribuye estos "sucedidos" porque son creíbles en el personaje que se prestan de representar. Es decir, que si no existieron, merecen haber existido y no se habría faltado a la verdad.
Como esa vez que bajó a un aljibe intentando limpiarlo de hojas secas y tal vez fondearlo un poco con una pala para mezclar mejor el gusto del agua.
Cuando quiso salir, no pudo. Se le quebró un peldaño de la escalera.
Hemos dicho que era un hombre corpulento y fueron varios los esfuerzos que realizaron su mujer y sus tres hijas al pretender subirlo ayudándose con una soga.
Se rindieron al fin y buscaron ayuda a sus vecinos, Miguel Ocariz y Pedro Siro. Dos hombres fuertes entonces lo subieron casi en vilo, atándose él con la soga a la cintura.
Cuando salió, lleno de sudor y barro se encaró con las cuatros preocupadas mujeres quienes lo vieron salir con alivio.
-¿Qué lindo, no? ¿Cuatro mujeres grandes no me sacan del pozo y lo hacen, un gallo y un gato?
Tal eran los sobrenombres de sus solidarios vecinos.
Él, "Pinoto" tenía su humor, como todos coinciden en el recuerdo.







¿Terror en Mí?*



Buscando encontré mi muerte:
La vi de lejos esperando.
Sentada,
Tranquila
Y por suerte un tanto distraída.
A veces uno se arrepiente de lo que encuentra en su búsqueda,
Aunque esa búsqueda sea en su nombre.

Sin suerte encontré a mi muerte,
Y corrí a esconderme inútilmente a su vista.

La reconocí al verte,
Y quedé paralizado y sin ganas de moverme.

Sé que mira a mis espaldas,
Por eso no he de moverme.
Sé que mira detrás de mí,
Aunque con un poco de suerte
Mi fin podría ser feliz.



*de hugo ivan cruz rosas. quetzal.hi@gmail.com











DESNUDO SOBRE PAPEL DE DIARIO*





*Por Miriam Cairo. cairo367@hotmail.com


Los personajes de esta historia son los mismos que venimos leyendo desde hace ya varios años. El siempre es él. Ella ha tenido varios nombres. Varios cuerpos. Varias hileras de dientes.
El muchas veces creyó que era rubio y que era delgadísimo. Muchas veces escribió su nombre detrás del documento para no olvidarlo. Muchas veces entró en el relato empujado por un émbolo literario al servicio del suceso.
Siempre ha sido el personaje que vive en otra ciudad porque ella siempre ha sido la mujer que vive en esta ciudad. Para verse, uno de los dos siempre ha tenido que cruzar un río literario, atravesar una autopista ficcional, pagar un peaje riguroso. Hasta hoy, él nunca tuvo que ganarse la vida trabajando
en un peladero de pollos o como picapedrero pero lo bien que le habría hecho una experiencia real.
Convengamos que cualquier narrador mentiría si dijera que este personaje no viajó a otra ciudad donde un día conoció a una mujer que luego viajó a su ciudad para volver a verlo. Cualquier narrador sería falaz si no contara que ese ir y venir de huesos dejó en la memoria una idea de ciruelo florecido.
El destino de los personajes es misterioso. Sobre todo para el narrador.
Sobre todo porque los castores construyen diques pero los personajes no.
Porque una mujer textual instala un piano en una calle recta, iluminada por grandes farolas, en un barrio francés lejos de Francia, pero las mujeres reales no. El destino de los personajes es una maniobra compleja, en este mismo momento, al narrador, se le va de las manos su personaje que se desvía
oblicuamente hacia la esquina de ese barrio francés tan lejano de su lugar de origen.
El narrador no puede evitar ese desvío y nosotros lo seguimos. Nos preguntamos si ella estará por llegar desde su ciudad con una sonrisa en cada boca. Esta última inquietud no es nueva. Una cosa puede llevar a otra.
Esto puede provocar aquello. El narrador de estos textos puede ser narradora con la misma naturalidad con la que esta calle puede ser un archipiélago.
El personaje que había dado pasos oblicuos encontró a la mujer oblicua. El enamoramiento se produjo una vez más con mucha calma. El pino muere a los mil años, la flor del hibisco no dura un día. Ambos se roban la noción de tiempo y espacio y otras novedades, mientras el narrador escribe que ellos se robaron la noción de tiempo, la noción de espacio, la noción de mundo, la noción de cuento, la noción de amor y otras novedades.
Por momentos, la narradora travestida de equipaje escribe sin pronunciar palabras y esto resulta de muy poca utilidad puesto que ante la falta de letras el papel permanece en blanco. Una cosa lleva a la otra: nosotros reponemos. Llenamos con nuestros vasos sanguíneos los ríos vaciados por la elipsis. Sostenemos a nuestros personajes con ambas manos, con tanta destreza como si fueran dos manos derechas y nosotros un ser doble que lee y escribe a la vez.
El narrador no quiere contarnos lo que ella trae desde su ciudad, lo que ella sabe y nosotros ignoramos. Pero el narrador nos deja leerla cuando cruza las piernas ante el personaje que siempre ansía verla cruzar las piernas y sonríe con sus labios de bergamota bajo un claro diluvio naranja que nos obliga a guarecernos en un cuarto vagamente iluminado, donde la penumbra desnuda la flora, la fauna, el río, los cuentos, las almas.
El narrador que estaba sentado en su silla, tumbado, se pone de pie. Lo seguimos. Entramos al cuarto iluminado vagamente. Nos detenemos ante los desnudos. Están entre nosotros. No nos advierten. Ni siquiera advierten a su propio narrador o narradora. Está ante nosotros esa desnudez que nos desnuda. La de ellos. La del relato. El es el que siempre espera a la que siempre viene. Hay un reloj que no suena. Una lámpara. Una fábula oculta. Un pozo de fuego. Un texto. Y ellos entre nosotros. Ya no sabemos cuál de ellos es uno de nosotros. Si el personaje que se cree rubio, la mujer que desnuda lobos, la narradora que barre lentamente lo que acabamos de leer hasta perdernos de vista y quedarnos desnudos en el texto vacío del cuarto vacío.
Ellos, los amantes, quieren hacernos creer que la desnudez, tan perfecta como la rueda, la luna o el cuchillo, no es nuestra, sino de ellos, pero ya lleva demasiado tiempo la narradora travestida de tinta negra trabajando sobre esta hoja de papel de diario: no lograrán engañarnos, porque esta narradora travestida de lobo, que ya no nos avisa del próximo peligro desnudo de los personajes desnudos, nos ha formado.
Este papel que se refocila al borde de la suerte, en algún momento empezó a ser reflejo, a ser espejo que nos devuelve desnudos y aumentados. En algún momento, este papel rugoso se ha vuelto un testigo, un cíclope, un megáfono.
Este papel nos lee, nos conjuga, nos altera, nos insinúa, nos prolonga con un vértigo poco común si se tiene en cuenta que la inmediatez del diario tiene virtudes opuestas.
A esta altura de la desnudez, queda claro que este texto no es un madrigal, no es un responso, no es una confesión, ni un manifiesto. Es apenas un texto escrito en una página de un diario que finge un andar pasajero y no pide perdón a la eternidad de las letras.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-29259-2011-06-25.html

















NARANJO EN FLOR”*




Dedicado con profundo afecto y vergüenza ajena
a “ la sombra envejecida de aquel pibe solitario”**








“Primero hay que sufrir, después amar,

Después partir y al fin andar sin pensamiento.” *



Cuando las pájaros pronuncian sus primeros trinos.




Por la calle ancha, avanza, el pibe.


Mira a Pedro Estrella, zizageando.




Estrellado, opaco espejo en ruinas.


Punto y coma, el que no se escondió se embroma.




En estado de coma permanente, avanza.


Aunque no coma margaritas se parece al cerdo.




Bebe el estupor en los charcos. En el tetra.


En el teatro del absurdo. En el vaso roto.




Orina los muros del hastío.


A veces saca el candado de su cuerpo.




El pibe lo mira desde lejos. ! Tan lejos!


Y un “perfume de naranjo en flor” le aprieta el alma.




Y sufre porque ama. Y ama porque sufre.


Y parte porque vuelve. Y vuelve porque vive.




Toma un “pedazo de “vida” y se recuesta en ella.


"Como un pájaro sin luz" cierra los ojos




Y el perfume de “naranjo en flor” lo retorna.


Lo envuelve en sus brazos de perfumado azahar.




Lo llevan a “la eterna y vieja juventud”.


Y vive... por un momento...vive.




¿Quién dijo que la eternidad es un pecado?



** ANDRÉS ALDAO

*Tango: Letra de Homero Expósito.



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar






*


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viernes, junio 24, 2011

CONTRA LAS PAREDES DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO...



-Ilustración: Homenaje a Buster keaton. de Walkala. -Luis Alfredo Duarte Herrera- http://galeria.walkala.eu



Humo*


Escuchó la fuga de un eco en su memoria. Supo entonces que todo lo ocurrido después no merecía la pena. No fueron más que puñetazos al aire, bocanadas de humo sin cigarrillo, reflejos de un eclipse.

¿Quién iba a recordar ahora si las libélulas emigraron en noviembre o de qué fuentes manó la sangre de los parias? ¿Con qué ojos mirar hacia el ocaso sin evocar la precisa sentencia del olvido? ¿A quién iba a importarle si el norte es el oeste o si el este termina por devorarse a sí mismo como un intemporal Ourobouros? (El sur no, el sur es siempre el mismo resplandor crucificado)

Y esa persistente voz preguntando una y otra vez cuándo terminó exactamente la película; esa voz queriendo averiguar (¡cómo si eso fuese a cambiar algo!) cuánto tiempo llevaba presionando inútilmente los botones del telemando y recibiendo por única respuesta una pantalla negra que grita "Nevermore!"



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com










DE PESQUERÍA*


Me habían llamado a la dirección para darme una reprimenda por conversar en clases. Era un mal menor, aun así me intimidaba la figura gruesa y severa del director, a quien a escondidas llamábamos “Pititi”.

Ese día, no obstante, no sentía el peso del castigo. A mi lado, en el sofá de los condenados, estaba Mini, una niña enorme – a pesar del apodo -, eterna huésped de la dirección, famosa por sus travesuras, alguien que una “niñita buena” como yo admiraba en silencio.

El director se demoraba con otro indisciplinado... de su oficina venían chillidos que se me antojaban aullidos de hombre lobo. Mini me miró:

- ¿Vamos a jugar? – me dijo.

- ¿A qué? - algo se traía entre manos, nunca hacía nada derecho.

Con la barbilla señaló la mesa frente a nosotros, adornada con una pecera llena de pececitos dorados.

- Nos vamos de pesquería.

Comencé con cierto temor, espiando cualquier sonido anunciador de pasos. Los peces, babosos y saltarines, insistían en escapar de mis dedos. Poco a poco, me fui entusiasmando con el desenfado de mi compañera y comenzamos a sacar pececitos, que íbamos colocando en el suelo, en dos filas, la de ella y la mía, para ver quién había hecho una mejor pesca. Podía sentir el viento salado azotando mi rostro, mientras los dedos se me ampollaban de tanto sostener la caña…


- ¿Qué está pasando aquí?


La voz de Pititi me regresó a tierra. A mi lado vi a Mini luciendo la más encantadora de sus sonrisas. “Nada”... le dijo con vocecita angelical. La mirada acusadora se posó en mí, ocupada en esconder con los pies el fruto de nuestra aventura. Por una vez en la vida supe mentir:

- Nada...

- ¡Muy bien! Las perdono de lo que hayan hecho porque me tengo que ir con urgencia – se atusó el pelo grasiento -, pero como vuelvan a caer en este sofá... ¡el castigo será doble!

Se marchó tirando la puerta y dejándonos a solas. Nos miramos y reímos. Antes de salir, logré convencer a mi compañera de pesquería de devolver los peces a su sitio. Increíblemente, sobrevivieron.




*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba
-Del libro “De príncipes y princesas”, editorial El Far, Mallorca.









Mariana y la bestia*


Mariana encontró en la bestia, el amor, o más bien, el equivalente del amor en los animales, una serie de sentimientos que también aparecen en la especie humana. Ella pensó que después de todo no resultaría tan mala idea dejarse llevar pos sus más primitivos instintos, y sumida a los colmillos de la fiera, no fuera su amor otra cosa que la orgásmica aventura de sentirse natural, instintiva, libre, abandonada a los placeres del reino animal. Entonces se abrió paso entre la noche y se dejo poseer.
Cuando la guardia del zoológico acorraló al animal y lo sedo para poder devolverlo a su jaula, sus garras todavía guardaban el rojo carmesí de la sangre fresca, y el perfume de Mariana se abrasaba al pelaje de la bestia como la visible marca de esa amante lujuriosa, que todo lo entrega. Incluso la vida.




*De Alfredo Castelli. castelli700@hotmail.com










Entrevista a Rolando Revagliatti*




*Por Carlos Alberto Parodiz Márquez. parodizlaunion@gmail.com



Publicada en el Suplemento “Espectáculos y Cultura” del diario “La Unión” de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, la Argentina, el 19.6.2011.











C.P.:¿Cuál es tu historia personal, Rolando, por lo menos la que quieras contar?







R.R.: Elijo, Carlos, según mi ánimo actual, este recorte: Soy el único hijo de mi padre y mi madre. Mi padre fallece a sus 60 años, cuando yo tenía 21. Y mi madre soporta, desde hace varios, en pésimas condiciones de salud, el sinsentido de la mera perduración. Mientras, yo perduro estaqueado por la mortificación extrema a la que me somete su longevidad.









C.P.: ¿Géneros frecuentados?









R.R.: Dramaturgia, exclusivamente en los años setenta; narrativa, casi toda ella en los años ochenta; poesía, con intermitencias, desde la adolescencia.









C.P.: ¿Obra publicada? ¿Y en qué soportes?







R.R.: En soporte gráfico he publicado un volumen que reúne mi dramaturgia, “Las piezas de un teatro”, dos con cuentos, relatos, microrrelatos: “Historietas del amor”, “Muestra en prosa”, y quince poemarios. Además, “El Revagliastés”, una pequeña antología poética personal, y “Revagliatti – Antología Poética” con selección y prólogo de Eduardo Dalter. Todos cuentan con ediciones electrónicas, disponibles gratuitamente en PDF y en libro Flash, no sólo en mi sitio de autor, http://www.revagliatti.net, sino que también en Bibliotecas Virtuales, blogs, etc.









C.P.: ¿Qué significa para vos la poesía, la literatura o aquello que, en el camino de la expresión, te haya conmovido más?







R.R.: Los desgarramientos han sido lo que más me han ido conmoviendo. Y los procesos de restauración, las iniciativas reformuladoras, a veces reformadoras o de horizontes revolucionarios. La dinámica entre aquello que cae, se diluye o degrada y el aura generatriz.









C.P.: ¿Las colaboraciones en medios y la creación de algunos, merecen alguna reflexión?







R.R.: He privilegiado la difusión de mi quehacer literario, tanto como he desestimado el tipo de esmero que requiere ofrecer libros inéditos en convocatorias de toda laya. Me complace llegar a lectores exigentes a través de medios acreditados y también a eventuales lectores de sencillas publicaciones periódicas. Como editor, lo he sido concienzudo y de humildes colecciones de pliegos: tales “Olivari” y Huasi”, en homenaje a esos notables innovadores de la poesía argentina que han sido Nicolás Olivari y Julio Huasi.









C.P.: ¿Sos cuidadoso en el tratamiento y difusión de tu obra?







R.R.: Lo soy (creo para mí). Y coherente.







C.P.: En la literatura, ¿mentores, referentes o valoraciones de alguno de ellos?









R.R.: Mentores, no. Escritores que leí con entusiasmo en mi primera juventud: David Viñas, Adolfo Bioy Casares, Oliverio Girondo, Nicolás Guillén, Ernesto Sábato, Marqués de Sade, Harold Pinter, Simone de Bouvear, Alfred Jarry, Raúl González Tuñón, Florencio Sánchez, Alfonsina Storni, Honorato de Balzac.









C.P.: ¿Hay un tema no abordado sobre el que quisieras hacer mención?









R.R.: Sí, y podría ser conveniente información para algunas de la personas que recorran esta entrevista, Carlos: mi condición de productor de, hasta ahora, 185 videos absolutamente editados, diseñados por diversos colaboradores (es decir, no socializados “en bruto”, como vienen). Ellos están disponibles en su totalidad en http://www.youtube.com/user/rolandorevagliatti. En mi Sitio hay un buen número de ellos.









Tres preguntas al margen:

¿Qué es el viento?







R.R.: Fascinante, si estoy a resguardo. Yo soy “hincha” de la brisa.









¿Cuando sale el sol el día saluda?







R.R.: Sobre todo a mí que, como afirmo en el título de un poema, “Yo sí que tengo algo grosso con la noche”.








Yo sí que tengo algo grosso con la noche




La noche me encima

me compele

la noche me vigila



¿Qué atribuyo a esa vigilancia?

¿Y qué vulnera?

¿Consigue vulnerar por un reclamo ínsito?

¿Dónde se formaliza el reclamo?

¿Es firmado e impartido por quién?

¿Hay un sello?



Está sellada

mi vigilancia

del vigilante.








¿Quién es Dios?





R.R.: ¿Un insoslayable? (a esta altura de un campeonato que se prosigue como de indetenible “clausura”).


Buenos Aires, abril 2011.










LOS HIJOS DE LOS HIJOS*


"Otra vez esta casa vacía que es mi cuerpo, adonde no has de volver"
BLANCA VARELA (Perú)



No debiera darse vida a la fuerza Sin preguntar, sin elegir.
No debiera darse vida a la fuerza. No debiera.
La gente se aparea.
Por elección. Por obligación.
A la fuerza. Por desesperación.
Pero no se le pregunta a la tierra fecundada.
Y a veces, la tierra queda dolorida.
Lastimada. Golpeada. Quebrantada. Herida.
Y no quiere ser clavel del aire. Ni muérdago.
Y sin embargo se le promete: tallo, flor y frutos.
No raíces.
Y le cortan el cordón umbilical, y la expulsan

No debiera darse gametos a la fuerza.
No debiera.
Herencia Mendeliana: XX o XI
Y se encuentran con teatro del Absurdo.
Teatro alternativo. Sainetes.
Mujeres con vestimentas y antifaces negros.
Adioses sin partidas. Lágrimas de rocío que no cesan.
No hay guía turística para la carretera de la angustia.
Y volver a sembrar, casi por inercia.
Y no decirle al hijo donde atiende Dios
¿Dios atiende en la ESMA, en Auschwitz o en Vietnam?
¿En un hospicio? ¿Un psiquiátrico? ¿Una cárcel?


No debiera darse muerte a la fuerza.
No debiera. No debiera.


*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar









¿Nadie va a decir amén?*




*Por Juan Forn


Dicen que ya hace un año que murió Barry Hannah. Yo no me lo creo. Anoche lo vi aullando en mis sueños: estaba en las gradas de Wimbledon, con una camisa hawaiana abierta hasta el ombligo, disparando al aire el pistolón de su bisabuelo, que fue coronel del ejército confederado. Celebraba el agónico triunfo de Andy Murray, el triunfo del buen tenis. Los ingleses a su alrededor sabían que era un sueño, pero ellos también son de celebrar todo triunfo del buen tenis, así que lo dejaban hacer y lo miraban sonriendo, como si aquel pistolón ensordecedor no hiciera ruido.
Barry Hannah venía de los pagos de Faulkner, del corazón del Deep South norteamericano, ese lugar al que miran siempre los escritores yankies cuando necesitan recordar que toda prosa puede (y debe) tener poesía, pero que lo lírico no tiene por qué ser sinónimo de blandura y amaneramiento, sino más bien de electricidad y furia y alegría de vivir. Barry Hannah escribía tal como corcovea un cable de alto voltaje en la tormenta. Tenía una entonación bíblica y un lenguaje voluptuoso y profano. Una misoginia mortífera y estallidos epifánicos de devoción por lo femenino –y por lo fallido del género humano en general–. Barry Hannah era un poeta y un bufón y un de-sesperado, un tipo que agarró el género cuento y lo dio vuelta como un guante en cada uno de los libros que publicó desde 1972, aunque algunos de esos libros fuesen novelas, porque Barry Hannah entendía la novela como cuento: su rango de máximo esplendor, la zona donde brillaba, iba desde las tres hasta las cien páginas (aunque alguna vez se haya extendido más lejos).
Barry Hannah nació en Clinton, Mississippi, en 1942. Dejó un reguero de botellas vacías, flechas incendiarias y ecos de disparos en medio de la noche, autos y motos y lanchas malvendidas o destrozadas y una leyenda sobre su exhibicionista manejo de la raqueta de tenis y del saxo tenor por todo el mapa universitario estadounidense, como estudiante primero y como docente después. Imaginen este itinerario: de Mississippi a Vermont y vuelta a Alabama, pasando por Iowa, Montana, California, Texas y Nueva York. En California trabajó casi un año en un guión con Altman (un gran guión para una de esas grandes películas corales de Altman, que nunca se filmó y terminó convertido por Hannah en un cuento de sesenta páginas que parece una película coral de tres horas). En Nueva York su compañero de andanzas metafísicas era William Burroughs (Hannah contó aquellas dantescas jornadas en el más largo de todos sus cuentos, la nouvelle The Tennis Handsome, donde además de drogas y abismos habla de tenis, de sexo, de amor, de Vietnam y de las cargas suicidas de la caballería sureña, todos sus temas favoritos).
Veinte años anduvo Barry Hannah rodando en llamas por Estados Unidos hasta que desembocó nuevamente en Mississippi, donde algunos lo recibieron como al hijo pródigo y otros como a un demonio devuelto al remitente desde donde había sido expelido. Para entonces llevaba publicados nueve libros (Geronimo Rex, Nightwatchmen, Airships, Captain Maximus, Ray, The Tennis Handsome, Hey Jack!, Boomerang y Never Die). En Mississippi dejó el alcohol y siguió escribiendo (Bats Out Of Hell, High Lonesome, Yonder Stands Your Orphan, Sick Soldier At Your Door). En sus últimos quince años de vida logró incluso convertirse en buena persona sin dejar de escribir como escribía (un milagro doblemente infrecuente: que un hijo de puta se vuelva buena gente y que conserve intacta su beatífica perfidia narrativa). Se sobrepuso a la muerte de un hijo, a un cáncer, a una feroz quimioterapia y al tedio que produce la vida a los alcohólicos recuperados; y así se fue convirtiendo sin proponérselo en uno de esos venerables veteranos del pánico que al Sur norteamericano tanto le gusta idolatrar: aquellos que sobreviven milagrosamente al susurro en sus oídos de todos sus demonios, sin olvidar en ese camino el incendiario idioma de sus pesadillas. Es cierto que los sureños son idólatras profesionales, pero es igual de cierto que la verdadera literatura exige el politeísmo para existir cabalmente.
Por culpa de esos desgraciados azares de la vida editorial, sólo uno de los libros de Barry Hannah está traducido al castellano (Como almas que lleva el diablo). No era, quizás, el más adecuado para darlo a conocer en nuestro idioma: debieron suprimir once de los veintitrés relatos de la edición original, por intraducibles. Porque ése es el maldito dilema con Barry Hannah: por dónde empezar a traducirlo, dónde se pierde menos su expresividad, más que cuál es su mejor libro. Pero no era de eso que quería hablar. Lo que quería decir es que, en mis noches de fiebre, a veces recibo la visita de Barry Hannah. Y llevo esta semana un par de días en cama después de años sin enfermarme, así que no me sorprendió haberlo visto anoche en las gradas de Wimbledon. Cuando se quedó sin balas en su vieja pistola, vi que le ofrecía un trago de su botella de Jack Daniels a la viejita sentada a su lado, mientras le decía, no sé si refiriéndose a Andy Murray o hablando del viejo John McEnroe, o recordando quizás al hombre que fue él mismo mientras estuvo vivo: “Aplaudo su valor pero maldigo sus modales”. La viejita en el sueño era yo. El plan era ver el partido de Del Potro, pero la lluvia nos había derivado a todos al court central, la única cancha con techo en Wimbledon, así que ahí estábamos en dulce montón mientras la fiebre teñía el cielo de Wimbledon de fucsia, y ya nadie miraba el césped ni el cielo sino hacia las gradas, donde Barry había empezado a hablarnos como un predicador o como un condenado a muerte o como un hombre solo en una terminal de ómnibus desierta o como el viento que sopla por las noches en las plantaciones de ganja en Jamaica. Barry Hannah hablaba de una mujer, o de todas. Barry Hannah decía, y nosotros escuchábamos: “Le gustaba husmear la belleza y la gracia, pero sin tocar, como los fantasmas. Se aferraba a la sanidad con insana desesperación. Yo venía de malgastar la mitad de mi vida inoculando poesía en mujeres no aptas para la poesía. Yo, que nunca amé salvo demasiado. Yo, que golpeé contra las paredes del tiempo y del espacio las horas suficientes, así que no tengo que mentir. Pero había algo en ella que hablaba de exactamente las cosas: de exactamente las cosas. Daba esperanza. Daba sudor helado. Era cruda como el amor. Cruda como el amor”. Y entonces tronaba en el cielo de Wimbledon, los relámpagos rajaban el cielo, la voz del umpire conseguía hacerse oír por el micrófono, preguntando: “¿Nadie va a decir amén?”, y cada uno de nosotros abría los ojos en su mundo, la claridad lechosa del amanecer colándose por las persianas, las sábanas empapadas de transpiración, el sabor metálico de la fiebre en la boca mientras nuestros labios murmuraban: “Amén, amén, amén”.


*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-170708-2011-06-24.html






Inestables*



-¡Basta de amantes!-
explotó, retemblada
La Misma Chica Buena de Siempre
ayer

Y adujo hoy:
-Decí
que no sé
qué hacer
con vos
en mí

que si no...






Es después de todo*



Es después de todo lo mucho
que no ha pasado entre ellos

que incrustan con rabia y desconfianza
tristes besos en tosco
pero reblandecido pan de jabón.



*Poemas de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar




*


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miércoles, junio 22, 2011

A LA FRONTERA ILUSORIA ENTRE LA TIERRA Y EL AGUA...



-Dibujo de Ray Respall Rojas.



CASTILLO*


A mi hija Sarah, que hoy está creciendo…



Cada verano, en la calle que me vio nacer, aguardaba impaciente los camiones de la poda. Veía caer las frondas de mi amado almendro, segura de que no le dolían, porque era como cuando cortaban las puntas de mis largos cabellos; una forma de ayudarlos a crecer más fuertes.

Llegaba el momento de arrastrar las ramas a mi patio, ayudada por mi abuelo. Hacer con ellas un castillo, descubrir la luz filtrándose a través de sus oquedades, los cambios que operaba la magia en la piel de una lagartija, el brillo de un insecto; el olor, el increíble aroma de la savia truncada, el suave andar de la cochinilla en la palma de mi mano…

Un día. Un día entero en el trono, recibiendo la visita de mis ilustres amistades, los niños del barrio. A la mañana siguiente, las ramas eran echadas al basurero.

Nadie tiene idea de lo que se puede hacer en una jornada dentro de una fortaleza de hojas, si no ha permanecido tanto tiempo en una: Merendar, en dependencia del menú y de las hormigas. Jugar, los soldados de plomo de mi primo Rolando se intercambiaban con piezas de mi juego de té o animales de granja traídos por Renay; dos jirafas de Carlota pastaban junto a los renos que heredé de las navidades de mi hermano. Hacer cuentos. Preparar extrañas alquimias con hierbas y flores. Soñar…

Verde fortín donde era reina, ama, gobernanta de un mundo solo mío, tan efímero como un giro de la Tierra. Repetible cada año, esperado como se esperan las lluvias y el florecimiento de las cosechas. Tan constante en su llegada que pudo parecer infinito, en aquellos momentos en que el tiempo parecía no transcurrir y desesperábamos por crecer, hacernos mayores, tener nuestros propios dominios.

Un día, sin que mediase una razón, no hubo más palacio de hojas. Las ramas cortadas permanecieron en espera del camión que venía tras el de los podadores a recogerlas. Ni siquiera me di cuenta de que había transcurrido el momento de construir mi castillo, estaba demasiado sumida en pensamientos de otra índole...


Había dejado de ser princesa.



*De Marié Rojas Tamayo.
La Habana. Cuba
-Versión el relato publicado en el libro “De príncipes y princesas”, editorial El Far, Mallorca.












RESFA*



Todos los días Resfa viene a la orilla del mar
se confunde con las olas
y desciende a mareas profundas.


Verde, tembloroso mar,
fría niebla, negra brisa.
¿Qué secreto es el que guardas
en tu vientre mineral?
¡Oh, corazón no preguntes!
Ya renuncié a poner rosas
no hay en la tierra un lugar.
Mis hijos crucificados tienen santuario en el mar.
Suave niebla, blanca brisa,
gaviota de luz al cielo,
viejo viento compañero,
pongan calor a su canto
que mis niños tienen frío.


Aves de día, bestias de noche.
No han podido, ni podrán.
La vida no se maniata.
El amor no se improvisa


Flota la pena en el mar, día y noche, noche y día.
¡Que pasen, ya vendrán otras!
Otras penas y otro mar.



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar

- Resfá: Personaje bíblico que sentada en una piedra, vela para que los
buitres no devoren a sus hijos, de día, ni las bestias, a la noche.







Patagónica*



*Por Antonio Dal Masetto


Después de horas de andar hacia el sur por la extensión patagónica que no tiene fin dejé la camioneta y me aparté del camino de tierra y me asomé al acantilado y allá al fondo estaban esos oscuros y misteriosos animales que aman el mar y se abandonan sobre la arena a recibir el sol. A mis espaldas
tenía el desierto, hacia adelante el océano. Desierto y océano prolongados uno en el otro, anudados, barridos por el viento que nunca cesa. ¿Qué dioses habitan esas vastedades? ¿Son dioses que están buscando todavía sus formas o se resisten siempre a la forma? ¿Qué poder ejercen sobre los viajeros? ¿Qué poder sobre mí? Permanecí ahí, vaciado de ideas, bajo un cielo pálido, cruzado por masas aisladas de nubes que se desplazaban rápidas de Sur a Norte. Yo esperaba. El viento insistía sobre mi espalda y sentía cómo pretendía moldearme y unificarme con todo lo que me rodeaba, un accidente más, piedra o arbusto, una cosa rota arrojada a la frontera ilusoria entre la tierra y el agua. Mi nombre, mi voluntad y también mi historia se disolvían. Ahí, en la prepotencia y la indiferencia de los elementos, ante el misterio y la desmesura, yo me liberaba de compromisos y esperanzas, no era nada ni nadie, no pertenecía a nada ni a nadie. ¿Era ése el poder de aquellos lugares: esa invitación, ese llamado al desprendimiento y a la renuncia? Después, repentino, hubo un cambio de luz. Por unos segundos un gran resplandor iluminó una franja de mar y me cegó. Bajé la mirada y descubrí, a centímetros de mis pies, protegido en una cavidad formada por la erosión del terreno, un manchón de musgo de un verde intenso. Aquel verde se oponía a la sequedad que lo rodeaba, era un pequeño milagro en la aridez general. Desde ahí una voz comenzó a hablarme. La voz se obstinaba en señalarme que aquél no era sino un lugar de tránsito, una estación de la que habría que partir en algún momento. Me recordaba que debería regresar a las caras que quería y detestaba, a los incentivos y las desilusiones de cada día. En fin, el mundo de siempre. Y entonces percibía cómo poco a poco crecía el impulso de darle la espalda al mar y al desierto y a la invitación a la entrega. Sin embargo, minutos después giraba la cabeza a derecha e izquierda para abarcar el espacio sin límites, buscaba allá abajo los animales quietos y sentía que era en esa dirección donde debía partir, que era hacia ellos donde debía ir. Y luego de nuevo volvía el reclamo de aquella mancha verde y a continuación otra vez la tentación del vacío, y así pasaba de una propuesta a otra, de un arrebato a otro, del platillo de una balanza al otro, entregado, rescatado, entregado, rescatado, y en el sí y el no de cada instante ambos platillos pujaban por quebrar el equilibrio. Y bajo el cielo que comenzaba a ensombrecerse, en el viento que soplaba cada vez con más fuerza, era como en esos sueños en que algo está a punto de resolverse y nunca se resuelve. Igual que en los sueños, también en lo alto
de aquel acantilado hubiese sido inútil intentar gritar.



*Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-170572-2011-06-22.html













TU AMOR*




Si estoy cerca tuyo
me siento más buena,
me ríe la vida,
me llega la luz,
escribo los versos
más lindos del mundo
que salen del alma
y te lo debo a vos.
Si estoy cerca tuyo
yo siento tu aliento
recorrer mi cuerpo
como una embriaguez
y late mi sangre
temblando en mis venas,
los ojos me brillan,
me falla la voz.
Señor, Dios del cielo,
te doy muchas gracias
por esto que siento
con el corazón,
temblar por un hombre,
especie de ángel,
que con solo verlo
me nace el amor.







*De Norma Costanzo. normacostanzo@vocampo.com.ar













TRANSFERENCIA*









*De Cecilia Zanelli. ceciliaines_zanelli@yahoo.com.ar







Había tenido el mismo sueño varias veces.

Me asomaba por una ventana y caía vertiginosamente, aterrorizado.

Trataba de gritar pero, aunque sentía movimientos en mi garganta y mi boca, no lograba que algún sonido saliera de ella.

Cuando mi cabeza estaba a punto de estrellarse contra el piso me despertaba, empapado en transpiración.

Mi compañero de pieza me recomendó que acudiera a un psicólogo.

“Es un poco caro, pero te va a ayudar”_ me dijo.

Así fue como comencé a ir, una vez por semana, a aquel consultorio.

La primera vez que lo vi me presenté y le relaté ese sueño que me atormentaba.

El escuchó y no dijo nada.

A medida que pasaban las semanas yo le empecé a contar varias cosas de mi vida. Pero él siempre, de alguna u otra manera, volvía a sacarme el tema del horrible sueño.

Empecé a asistir a las sesiones con fastidio porque sabía que, aunque yo tratara de eludirlo, él iba a hacerme alguna pregunta o haría algún comentario que me recordara mi pesadilla.

Esa tarde decidí terminar con el asunto.

Cuando él se paró para buscar su agenda y me dio la espalda, no lo dudé.

Lo agarré por el cuello y lo arrojé por la ventana.

Supongo que la sorpresa le impidió poner resistencia y por eso mismo no gritó tampoco al caer.

Desde arriba, pude ver cómo su cabeza de estrellaba contra el pavimento.

Maldito psicólogo.

Debería estar agradecido.

Al fin de cuentas, lo liberé de su obsesión.















NIÑA DE TRÉBOL*




"...Me traspasa la luz. No me conozco.
Soy apenas un soplo de la tarde...."

SUSANA MARCH





Vuelvo el rostro para mirar mis rastros.
¿Cual es el animal que me precede?
Me persigue. Me hostiga. Me vigila.
Entra la sombra y se abren los párpados.
Miro el espejo.
No reconozco la figura triangular que me observa.
Me recuerda vagamente a alguien u algo.
Quizás a las huellas de mi madre
O a los confusos vestigios de mi padre.
También a las migajas de una niña de trébol
Niña que destrenza naufragios y palomas muertas.
Habla la figura triangular Me habla.
Su código es extraño. Insólito .Peregrino.
Desciende en sed y en noche y en olvido.
Me arrodillo y me beso y me respiro.
Y me hostigo y me lloro y me persigo.



¿Qué dirán las mudas pupilas del espejo?
Sus respuestas quedan detrás del naufragio de palomas muertas.


*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar















LOS RECUERDOS SE ORILLAN EN EL CAMINO DEL OLVIDO*

(LISA se quedó solita entre desconocidos y JOHN no mira el mar)








*De Yury Weky


Era viernes y yo iba camino a la Funeraria. Estaría un rato con familiares y amigos de Lisa y no iría al cementerio. La noche anterior recibí la infausta noticia. La persona que me avisó decía: ¿estás ahí? ¿Me escuchas? Yo colgué el teléfono sin hablar porque por un fenómeno, que aún no sé explicar, cuando fallece alguien querido me vuelvo muda. Tal vez por eso rechazo los cementerios. Tengo miedo a la mudez. No dormí toda la noche pensando en Lisa. No asimilaba la información de su muerte. Es difícil entender que una persona con quien compartimos momentos buenos se va y se va sin retorno y entonces nos viene el llanto o la mudez.
Estaba indecisa. ¿Iría o no a las exequias? Si no iba sentía que abandonaba a mi amiga en ese momento tan especial que era su muerte, si iba no quería verla. Prefería recordarla amable, conversadora, con su sonrisa de sol. La presentía saliendo del ataúd y viniendo hacia mi a abrazarme llamándome su hermana del cuadrante solar.
La dejamos solita en el camposanto. Ahí quedan los muertos con la inmensa soledad de la tierra encima, con el terrible silencio de la noche final, en el desamparo total. Ahí donde llega rápido el olvido. Algunas amigos y familiares lloraban otros estaban serios y yo enmudecida. Cuando abrieron el ataúd para la despedida final no me acerqué. Tomé esa decisión porque quería recordarla en el recibimiento y no en la despedida. De repente sentí que era inútil mi presencia y sentí que ya Lisa se había desprendido de las fechas, de las horas y que en la infinitud de su noche total de vacíos no nos necesitaba.
¿Por qué se fue Lisa si se veía feliz, contenta, con proyectos de vida? ¿Por qué no dijo que nos tenía esa sorpresa? Se fue sin avisar, sin una señal. Yo la pienso mucho, sobre todo en la soledad que tiene ahora en medio de desconocidos, ella que siempre estuvo rodeada de personas que la amaban.

Nos quedaron dos asuntos pendientes: festejar nuestro cumpleaños que se daban el mismo día con una diferencia de cinco años y un proyecto de Radio: Hablamos tanto de ese Programa, de sus alcances y la muerte_ no avisada_ de Lisa se lo llevó.
El cementerio es un lugar solo y triste donde todo se pudre, se marchita, se descompone. A él va poca gente, en días especiales, a llorar los afectos que se fueron. Creo que lloramos a nuestros desaparecidos porque no contaremos más con su amor. Es un llanto egoísta. No lloramos al que se va sino el abandono en que nos deja. Si supiéramos que vamos alguna vez a reencontrarnos sufriríamos menos.
Lisa dejó en el abandono a su pareja, a sus hijos a su madre, a los amigos, amigas y se llevó consigo lo que nunca nos dijo. ¿Cuánta pena escondida hizo estallar su corazón?
Yo he llorado el abandono de mi padre, de mi madre, de mi hermano John. A ese lo lloré hasta que la fuente se agotó. Yo lloré por los hijos que él no tuvo. Lloré por su ceguera, por su discapacidad, porque no dejó una mujer que le llevara flores a su tumba, una mujer que añorara su calor en la cama, porque nunca más me cantaría tocando su guitarra y porque no sentiría sus manos sobre mi rostro para adivinarme.

A Lisa la lloré con silencio. Sin lágrimas. Ella y yo hablábamos de alegrías no de tristezas; su optimismo lo impedía. Para ella la cotidianidad era una puerta abierta para avanzar. Nos reíamos de las cosas que nos sucedían y que guardaban similitud. Nuestra relación era tan limpia y amena que dudo encontrar a otra persona tan nutritiva y optimista. Nos veíamos poco y cada encuentro encerraba la complacencia de contarnos todas esas trivialidades de la cotidianidad, que muchas veces se parecían y nos conectaban. Con mi hermano John hablaba de historia. Era invidente, pero se hacía leer libros de historia universal, textos de documentos antiguos, los cuales nunca supe como los conseguía y que él disfrutaba para luego hacer largas disertaciones, críticas y comentarios. A John le gustaba tocar guitarra, la amaba. Había que ver la forma en que la sostenía en sus brazos arrancándole esos sonidos que acariciaban los oídos de su audiencia. Parecía que acariciaba a una mujer y le hacia brotar desde el corazón las notas que acompañaban su voz fuerte al cantar. Sus canciones_ repetido repertorio_ nos deleitaban las reuniones familiares. El también se quedó solito y nunca más lo visitamos. Se sembró en un cementerio nuevo sin vecinos. Yo lo recuerdo, pero no lo visito. A mi no me gusta ir a ese lugar. Su soledad, las tumbas, cruces, lápidas y epitafios en conjunto me llenan de melancolía así que no voy ni por Lisa ni por John. Tampoco iré por mí.
Allá quedaron ellos en ese campo de tristeza, de flores secas, de fríos mármoles, cementos nuevos y tierra removida.
Mi hermano fue sepultado en una colina y desde allí, a lo lejos se ve el mar Caribe con sus espumas, como encajes de nubes, su oleaje fuerte, sus barcos, los azules difusos del agua y el cielo conjugándose en un solo manto , el faro a la distancia y esa luz del sol durante el día y por las noches las lámparas flotantes que danzan en el cielo. Mientras que Lisa quedó en el viejo camposanto de la ciudad con sus alrededores ruidosos, su bullicio y ella en medio del desamparo, solita entre desconocidos.


Cuando acompañamos a John al camposanto éste era nuevo, luminoso y florecido de trinitarias de todos los colores que refulgían con la luz solar. Me sentí contenta que fuera un espacio brillante aunque John no pudiera verlo. En medio de mi dolor, con mis ojos nublados por las lágrimas, estaba todo el espacio vacío de tumbas y me dije debo recordar que John se queda aquí en un jardín y su cenizas abonaran esta tierra y la hará fértil. Eso me tranquilizará para que el olvido sea más lento y menos doloroso. El olvido duele, cabalga en nuestros días y no desaparece fácilmente; como jinete cruel clava sus espuelas en los ijares del alma. El olvido duele.
Los muertos se quedan solos porque ya no aman, por eso se les abandona. Se renuncia a ellos porque ya no nos regalarán ni su risa, ni sus conversaciones; entonces nos desentendemos porque se envuelven de silencios. Lisa no era silenciosa, ni taciturna, era toda luz y sonrisas. John era conversador de voz suave, convincente, acompasada; todo lo contrario a su canto que era fuerte y vigoroso. El canto de John era mágico porque nos ataba a lo intimo: la unión de la sangre, del origen común. Con él sabíamos que éramos hojas de una misma raíz aunque de ramas diferentes. Cuando John falleció yo sentí que mi soledad crecía y que mi vida se sembraba de ausencias. Su muerte hizo en mi pecho otra cruz de abandono.

Cada vez que muere alguien del tren de mis amores, siento que se llevan los afectos que me dieron en vida y que queda un hueco en mi pecho. Esos huecos no se llenan ni con nuevos afectos. Esos vacíos quedan para siempre y producen un dolor crónico que nos acompaña sin remedio : son los recuerdos que se orillan en el camino del olvido.




*Yury Weky: autora de La revolución es un camino sin tregua (2003)
Por los Caminos (2005)
Caminos de Revolución (2007)
Coautora de: El socialismo en el siglo XXI (2006)
Pedro, el insustituible (2008)
Premio accesit sobre ensayo, El Nacional , 1968



-Enviado para compartir por Nechi Dorado. nechi.dorado@gmail.com

http://textosnechidorado.blogspot.com







Hay que suponer*



Supongamos que usted una mañana se despierte,
se siente en el borde de la cama,

se mire el cuerpo,
se estire como un gato
y apretándose el riñón con su índice
diga bueeéh...!
Supongamos que una mañana usted se despierte...
poeta.
Supongamos.
Que deposite una gota de esternón
sublingual,
confine el regreso de un deseo
y frente al ingreso ventanal del sol
se hamaque.
Que levante las cuatro sotas que dejó tiradas anoche,
le recorte los tacones
y al periódico del día lo salpique
con matecocido y porfía.
Que le den ganas de dibujar bocas y zapatillas,
dejar escapar todos los adjetivos por las mirillas,
perseguir en paños menores a la metáfora menor
por toda la casa.
Supongamos que de repente se le aparezca la letra jota
¡minúscula!
y aquella vieja historia de la música
secrete.
Que los sedimentos sedimenten,
los nutrientes refrigeren,
los amores platonicen,
los perdedores ironicen.
Digamos... que a usted no le interese más otra cosa
que la semilla,
el desentono,
quebrar el semen.
Querrá fatigar el suburbio
si devino poesía,
resoplar su potrillo,
destemplar.
Vamos a suponer que sale a la calle en puntas de pié,
que salude cortesmente a una señora con sombrero.
"Buon giorno"
y en vez de una flor le obsequie un soliloquio.
Por un momento, supongamos
que al doblar la esquina del buzón
vienen a su encuentro Alejandra Pizarnik del brazo de
Julio Cortázar,
lo besen como a un viejo cómplice
y se vayan los tres abrazados hasta la última mesa
de un bodegón malhablado
a describir, muertos de risa,
el rechinar de los pecados
que pasan
en fila india... uno a uno...
sin desmudarse.
Piénselo.
Una mañana desatinada usted debería suponer.



*De Juan Disante. disante.juan@gmail.com
www.juandisante.blogspot.com




*


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CON DESTINO LA PLATA O MIRAPAMPA)


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