viernes, mayo 25, 2012

LO QUE NUNCA SE OLVIDA...


*Dibujo: Ray Respall Rojas.
La Habana. Cuba.




BREVE TESTIMONIO GENERACIONAL*

            
      A mi generación, muchos ya no están, pero estuvieron.


*De MIGUEL CRISPÍN SOTOMAYOR.  arcomar@cubarte.cult.cu
La Habana. Cuba.



Yo conocí a un pueblo sembrado de ignorancia
y me fui a combatirla con libretas y lápices.

Conocí los cañones treinta y siete milímetros, las marchas
y los tiros nocturnos tendido sobre el lodo y arriba un temporal.

Y aprendí a distinguir entre estrellas y aviones,
lo que es un hombre rana y qué las noctilucas, a  controlar el miedo.

Conocí los resbalo en empinadas lomas y el café recogido
voltearse del morral en medio de la lluvia  y truenos estomacales.

Las frías madrugadas
y al mediodía el sol derretir el cerebro en un cañaveral.

Yo conocí el hambre con dos mudas de ropa para vivir el día. Y otra para hospital,
velorios y festejos. Los zapatos de yute con suela de madera, “estilo japonés”.

Conocí a luchadores que fueron guerrilleros y luego asesinados
por fuerzas represivas de alguna dictadura.

Conocí la miseria de los negros africanos, la crónica malaria y su tuberculosis,
y a niños disputarles la comida a los perros, en tachos de basura.

Yo conocí, lo que nunca se olvida.






LO QUE NUNCA SE OLVIDA...






LA BLANQUEADA  (PINAMAR)*

                                                                       
A  Norberto



Niñas sorbiendo el verano.

Picaflores tomando su leche de azúcar de

tus manos.

Sentarse en el jardín a mirar como pasa la gente, la tarde, el tiempo.

Y el universo es ese polvo de luz, esas hijas jugando,

ese hombre domesticando pájaros y el olor de medialunas calientes.

Un pequeño perro abandonado buscando su lugar entre nosotros.

Atrás el fosforescente bosque, adelante el mar.

Como si el paisaje fuera el papel celofán

con ruidito y todo para envolver el momento.


 *De Cristina Villanueva. cristinavillanueva.villanueva@gmail.com







 REDADA*


Íbamos con palos a terminar con el ruido traidor. Vimos a un niño escondido detrás de los contenedores de basura, con un reloj pequeño en su mano.
−Dame el reloj −le dije.
−Es mío, yo lo encontré.
−Su mecanismo se ríe de ti, de todos nosotros. Hay que terminar con ellos, nos están contaminando con sus minutos, nos adormecen con sus cuartos, las horas nos ahogan. Créeme, tú eres pequeño y sabes menos de la vida, yo ya he pasado por muchas dictaduras de esferas y manillas que ahora estarán oxidadas.
−¡Libertad, libertad! −gritaban los aliados−. ¡Abajo los relojes, muerte a los relojes, muerte al tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo!
Mis manos se acercaron al niño, hacia sus manos, luego subieron al cuello. El niño gritaba. Rodeé su cuello con suavidad. Gritos más profundos. Las manos se desligaron de la mente, y ya no sabía si presionaba o no. La voz débil de su garganta infantil me contestó. No la escuché, seguí, seguí, hasta oír un cuerpo contra el suelo. Cogí el reloj, lo tiré, lo pisé, oyendo mi grito:
‒¡Relojes, harpías del tiempo! ¡Relojes, harpías del tiempo! 


*De Eva María Medina Moreno. evamedina_moreno@yahoo.es









"De la maldición de la literatura"*



*Fragmentos del ensayo de Liliana Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com


***

 Escribir es una actividad producida a partir de la angustia. Escribir es una actividad producida a través del placer: dos proposiciones, al parecer contradictorias. ¿qué verdad puede caber en cada una de ellas? La respuesta más mediocre que se puede intentar: “depende de la personalidad del escritor y su posición ante la vida”. Descartable. Si hablamos de la maldición de la literatura, a partir de este título alguien podría inferir que yo pienso en la escritura desde la angustia. Lo que me parece es que angustia y placer nunca fueron términos opuestos y que el placer de escribir puede nacer de la angustia o que la angustia de escribir puede provenir del placer. Lo que yo creo y alabo es la mala fe del escritor porque sabe que toda su obra es mentira, pero no por situarse en la ficción sino por la misma mala fe de las palabras. Como la mala fe de las palabras es algo indudable, alguien que la pone de manifiesto tiene buena fe y dice una verdad. Semejante acumulación de paradojas es un sufrimiento: el bien que alguien podría concebir de la armonía en términos humanos parece descartada. Pero también semejante acumulación de paradojas da el placer de lo risible y de lo absurdo. ¿Y por qué razón lo absurdo produce la risa? ¿Se trata de un espasmo de llanto, una forma de transmutarlo? ¿O tal vez la tragedia es la forma más perfecta del placer de lo fatal, lo misterioso, lo que parece efímero y ni siquiera se sabe si lo es?
¿Hasta donde el misterio es fuente de placer o es el dolor de lo inentendible? El lenguaje genera como Mal-Decir, ¿sufrimiento o placer? El sufrimiento que acarrea la existencia, ¿no es interesante y fuente de un gozo secreto? ¿El gozo sea secreto o manifiesto no es el eterno generador de la culpa?



***

Lo poético comparte con Eros la sensación de ajenidad. El placer produce una sensación doble: la de estar en la tierra con raíces mucho más profundas (o si se prefiere estar en el unomismo raigal) y además salirse de sí. Estar en el centro ...y afuera. Eros requiere otro: aunque sea un doble imaginario.
Se está más afuera que nunca, se es otro y se es más uno mismo que nunca. La sensación es de tensión y liberación, goce y dolor. En la obra literaria aparece lo abismático, lo extraño. Las cosas son, no sólo algo completamente ajeno sino que forman otro mundo, un mundo lateral de imposible acceso. Las palabras nunca logran de decir ese mundo: esa indecibilidad es precisamente lo poético. En la vida diaria se hace como si se dijera algo, en la poesía se manifiesta de pleno la indecibilidad. Como en la unión erótica: soy y no seré nunca el otro que amo, que será más otro que los otros, por estar al lado, por ser un mundo lateral. Las palabras ya no me sirven ni para la farsa de comunicación: están salidas de sí.

*"De la maldición de la literatura", ensayo que publicara en septiembre en Ruinas Circulares.








ESOS OJOS*



Ya estoy cansada; todas las Nochebuenas lo mismo. Estamos de fiesta en el jardín, divirtiéndonos, lo más bien, y mamá se va. Siempre igual: cuando ya falta poco para las 12 se levanta de la mesa, dice "bueno, me tengo que ir a la Facultad", me da un beso y se va. Yo no entiendo por qué en esa Facultad de porquería se les ocurre que haya examen justo un 24 de diciembre y, encima, a esta hora. A mí no me gusta ni medio que mamá se vaya, me da bronca no poder estar con ella para abrazarla justo cuando suena el pito de la fábrica, y parece que todos tiran petardos al mismo tiempo, y hay un ruido impresionante, y toda la familia hace chin-chin con las copas, y la abuela se pone a llorar pensando en el abuelo, y mis tíos se besan y se dicen Feliz Navidad. Sobre todo me da bronca que no esté cuando Papá Noel se asoma por la terraza, nos saluda desde arriba diciendo "jo-jo-jo" y baja por la escalera con esa bolsa grandota de lona donde están todos los regalos.
¡Pobre mamá! Todo el mundo festejando y ella en la Facultad. Por suerte al rato vuelve y dice "rendí bien" y entonces todos la felicitan, y yo corro para mostrarle mi regalo, y es como si las palabras que le digo se chocaran, porque quiero contarle todo en un ratito: los gritos del tío Néstor cuando ve a Papá Noel, el traje rojo y blanco, la barba suave como de algodón, la bolsa enorme que trae, la voz gruesa con que nos habla, la forma graciosa en que se ríe mientras va bajando...
"Subí la música", dice el tío Oscar, y la tía Tere va hasta el tocadiscos que pusieron en la galería. Los grandes siguen comiendo aunque mamá no esté, y toman cerveza, y se ríen, o hablan de esas cosas aburridas que entienden ellos solos. Mis primos siguen corriendo y dando vueltas al árbol iluminado
que está en el fondo, pero yo no, porque mamá se acaba de ir otra vez. Le
pedí que me dejara acompañarla pero ella me dijo que yo era muy chiquita para ir a la Facultad, que tenía que quedarme, si no Papá Noel no iba a saber a quién darle mi regalo. Después me dijo "no te preocupes; en un ratito vuelvo", me dio un beso en la mejilla y se metió en la casa. Yo iba a seguirla, pero justo en ese momento la tía Susy me distrajo ofreciéndome helado y, cuando quise acordar, mamá ya no estaba.
La tía Susy es buena conmigo y me quiere hacer reír mientras mamá no está.
Igual, a mí no me gusta que mamá me deje sola justo en este momento. No quiero que se vaya; tengo miedo de que le pase algo. Que se muera como papá, por ejemplo, que se murió cuando yo era una beba y ahora está en una estrella que no sé cuál es. No me gusta que me deje porque me pongo a pensar cosas feas, como ahora, y me agarra una cosa adentro como cuando estoy engripada y no puedo respirar bien, o como si tuviera un bicho en la panza, y entonces se me van las ganas de jugar con mis primos, y de correr, y de tirar cohetes, y me quedo callada mirando el cielo, y juego a adivinar en cuál de esas estrellas chiquititas andará mi papá.
"¡Silvita, vení a brindar que van a dar las doce!", grita la tía Tere y todo lo que estaba pensando se borra como cuando apago la tele. Entonces voy a la mesa y el tío Oscar me da una copa llena de jugo de naranja, y yo me enojo con la tonta de Lucy que me quiere meter maní adentro de la copa, y el tío
Oscar lo reta a Pipo porque Pipo no quiere dejar de tirar cohetes, y la abuela vuelve a decir que no seamos salvajes, y la tía Tere mira el reloj y empieza "¡cinco!", y todos la seguimos, contando de adelante para atrás, "¡cuatro!", y yo me pongo nerviosa porque no veo la hora de saber si Papá Noel me trae o no la muñeca que le pedí, "¡tres!", pero también un poquito triste por mamá que se tuvo que ir, "¡dos!", y también por mi papá que está en una estrella y nos debe estar mirando, "¡uno!", y gritamos "¡Feliz Navidad!" todos juntos, y nos abrazamos y besamos, y suena el pito de la fábrica que a mí siempre me da un poquito de miedo, y el perro se asusta y se pone a ladrar, y a la abuela le empiezan a salir lagrimitas de los ojos como siempre que nos juntamos para festejar algo, y los tíos la abrazan
fuerte, y el perro se asusta y se sube a la mesa y se pone a hacer desastres, y entonces la abuela deja de llorar y le empieza a gritar al perro, y todos nos reímos, y el tío Oscar se vuelve a enojar con Pipo porque Pipo no le hace caso y sigue tirando cohetes cerca de nosotros, y el tío Néstor grita: "¡miren, miren, allá arriba, Papá Noel!" y todos vemos al viejito que se asoma por la terraza, y los grandes hacen "¡ooooh!", "¡aaaah!", y los chicos nos quedamos con la boca abierta, y hasta Pipo deja de tirar petardos y se queda él también mirando para arriba. Papá Noel se apoya en la baranda y pregunta: "¿Alguien quiere un regalo?", y todos decimos "¡síííí!", y pregunta si todos nos portamos bien, y le contestamos
"¡síííí!", y va bajando de a poco, y todos los chicos corremos y nos peleamos para que nos dé nuestro regalo antes que a los otros. Papá Noel se ríe con esa voz gruesa que tiene, apoya la bolsa en el suelo y empieza a sacar paquetes: uno para Lucy, otro para Juanse, otro para Pipo... A mí me
deja para el final. "A ver qué tenemos para esta señorita", dice, mete la mano, y revuelve un rato hasta que saca un paquete azul, todo brilloso, con un moño rosado en una esquina, y me lo da, y yo me río, y le doy un beso en la barba y le digo "gracias" como me enseñó mamá que hay que hacer cuando a una le regalan algo. Pero en lugar de salir corriendo como los otros a abrir el paquete, le agarro la mano y me quedo mirándolo, y él también me mira con esos ojos de persona buena que tiene, y por un ratito ninguno de los dos habla, hasta que de golpe a mí me sale una cosa de adentro y se me da por decirle "Señor, usted que anda por el cielo, ¿le puede decir a mi papá cuando lo vea que yo le mando un beso?", y entonces no sé por qué él me mira así, como si estuviera por llorar como la abuela, pero no llora, me abraza y me agarra la cabeza, y me aprieta un rato largo contra su panza, hasta que el tío Oscar hace como que se enoja porque no le dan su regalo, entonces Papá Noel me acaricia el pelo, y yo le digo chau, y ahora sí me voy corriendo hasta la mesa, y abro el paquete y ahí está la muñeca que pedí, y me pongo tan contenta que no sé qué hacer, y lo miro a Papá Noel de nuevo y veo que él también me está mirando, y es raro, porque yo siento como si me quisiera decir algo, y por eso lo saludo desde lejos, y él también mueve la mano, y la tía Susy se para cerca del árbol iluminado y nos pide a todos que le mostremos los regalos, y yo corro para ponerme en la cola, y el tío Oscar muestra las medias, y la tía Tere la malla, y Pipo la pelota, y cuando vuelvo a mirar para el otro lado, Papá Noel ya no está.
Es una lástima que mamá no haya podido verlo, pero ahora no voy a pensar más cosas feas, porque por suerte ya falta poco para que vuelva de la Facultad.
Me voy a ir con mi muñeca nueva a comer turrón y pan dulce y, apenas la vea entrar a mamá, voy a correr para abrazarla y decirle que la quiero muchísimo, le voy a mostrar mi regalo, y después le voy a contar (porque seguro que ella no lo sabe) que Papá Noel también tiene los ojos azules. Tan buenos y tan azules como los de ella.


*De Alfredo Di Bernardo. alfdibernardo@fibertel.com.ar
-Texto incluido en "Las cosas como somos". Colección Bienes Culturales. ATE CDP Santa Fe - 2009







*


rio abajo
Aurora, arrullo,
niebla, escarcha,
oxigeno, piedra,
nacimiento, sol.
Un hilo delgado comienza
a unirse con otro,
y una gota de rocío
se descuelga, perezosa
para aumentar su caudal;
inicia el descenso de su vida,
ignorando aún la desventura.
Gime, tropieza, se desvía,
elude con destreza el ignoto escollo,
da un rodeo, no hay apuro;
se alimenta de otra gota mas delgada,
y de otra mas espesa.
Insuflado de coraje y nuevos bríos,
Arremete, ladera abajo,
sin ambages, sin pruritos.
Una nube que se forma en la cima,
le regala una frescura que lo engorda,
y allí va … avasallante! ;
Ya la roca lo respeta,
Y el intrépido torbellino desafiante,
Se hincha de placer y va creciendo,
Su vigor no tiene límites.
De repente lo divisa: allá abajo está el valle,
su destino inexorable.
Ahora es ancho y más profundo,
ya no hay miedos, no hay excusas,
corre rápido, anhelante,
y salpica, y perfuma,
se enamora del paisaje,
ni las flores más hermosas lo detienen.
¡Tiene hambre! , ¡Tiene sed! ,
siente ansias de futuro,
no se olvida del origen,
le apasiona el recorrido, su presente,
pero intuye que más allá
donde el tiempo se eterniza,
ya lo espera y va a su encuentro.
Viborea, se endereza, se apretuja,
y luego de mil vueltas y meandros,
remolinos y remansos de locura y placidez...
... se entrega.
¡Es el mar! que lo abraza ,
que lo sala dulcemente,
y lo vuelve a la vida!!!


*De Hugo Petro. cuentohugo49@yahoo.com.ar






*


Mi padre estaba preocupado por la alimentación de los zorzales. Entre fines de febrero y mediados de marzo él hacía la vendimia casera. Había en esa época dos parras, una de uva negra y otra de la blanca. A los zorzales la uva blanca nunca les gusto. Por eso, cuando cosechaba la uva negra, iba dejando ramilletes con las uvas que no habían madurado a tiempo. Sabía por experiencia que esas uvas estarían con color recién en abril o mayo según el clima.  Mi padre nos explicaba que se puede podar la parra en los meses sin erre, mayo, junio, julio, agosto. Él retardaba la poda anual de la parra hasta bien entrado junio con ramas claramente desnudas y pocas hojas arrugadas como recuerdo del cercano esplendor del verano. Si le preguntábamos porque dejaba esas uvas allí, sin una utilidad aparente, contestaba:

-Son para que los zorzales no pasen hambre.


*De Urbano Powell. urbanopowell@yahoo.com.ar




Tu*

   
Muy lejos del paraíso
en la cumbre de nada
caminaba.

En mitad de mi camino, Tú:
Pequeña sombra de veinticinco años
herida por las brisas del ocaso
y las palabras vanas del asfalto
cayendo abrasadora sobre mis ojos ciegos
con la brutal violencia de un torbellino arcano.

Sobre mi frente quebrada
en millones de pétalos-luz de ardientes amapolas
llovieron despedazados
minuto
             a
                  minuto
diez largos años de ausencia
diez galaxias encendidas
girando vertiginosas
ante mis ojos sin vida.

Y esa mirada tuya mayor que un universo
despertó la aletargada lágrima de fuego,
despedazó mis párpados difuntos,
miríadas de recuerdos fueron desenterrados
y he ahí la presencia irrevocable
de otra mirada, lejana, caída bajo las ruedas
del carromato del tiempo.

¿Qué no hubiera dado entonces por una sola palabra?

Pero hoy tus ojos vencidos
por una inmensa languidez tristísima
se han mirado en los míos y he sentido
una furiosa voz soliviantada
chocando contra mis huesos
golpeando mis sentidos
desbordando los poros de mi cuerpo
pero una voz ahogada.
Yo me acuso
de haber puesto en mis bolsillos
treinta monedas de sangre.

Tú, sombra, tú, cara oculta de mi vida,
ya para siempre en mi retina, tú,
en todos los espejos, tú,
por las vertientes cóncavas del cielo, tú,
con tu mirada yacente de amanecer decapitado
preguntando denunciando interrogando
por tu vida
                  por tu vida
                                      por tu vida.

Sombra, tú, volando en autocares atestados
en los jardines en las pláticas nocturnas
en los suburbios en los árboles dormidos
en la calma de los mares y en las fábricas
en el canto melodioso de las madres
en la lluvia que nutre las cosechas
en el fondo imperfecto de las fuentes
en los versos que silban los abetos
en todos los colegios de la tierra.

Tú con tu tierna mirada
y yo de pie, sin palabras
como un muerto fugaz adivinado
por tus ojos de noche solitaria
presentido quizá soñado solo
que ya nunca sabré...

Pero más allá de las conversaciones urbanas
urdidas con cenizas de otras bocas;
más allá de la frontera de los trenes
que siempre parten después de medianoche;
más allá del refugio del que huye
y el inútil bullicio de las calles;
allende las trincheras violadas por el fuego
y el grito dolorido de los parias
allí donde los gatos ya no lloran
y la noche es un punto de partida
yacerán enterradas para siempre en el barro
treinta monedas turbias treinta cofres de llanto
y una sonrisa encinta nacerá de tus labios
y un universo virgen nacerá del encuentro.



*De Sergio Borao Llop. sbllop@gmail.com
http://sergioborao2011.blogspot.com/







Lady Pangolin*



*Por Juan Forn


En un famoso número de la revista Poetry del año 1952, pusieron a Ezra Pound, TS Eliot, Wallace Stevens, William Carlos Williams y Elizabeth Bishop a opinar sobre Marianne Moore. Todos se deshicieron en elogios hacia ella. Cuando Moore leyó la revista dijo que eran como cinco sabios ciegos en presencia de un elefante: uno tocaba la trompa, otro un colmillo, otro abrazaba una pata, otro acariciaba la oreja, otro tanteaba los duros pelos de la cola y cada uno describía un animal diferente. Marianne Moore era una enanita esmirriada de metro cincuenta que alguna vez había sido pelirroja
hasta que el tiempo se apiadó de ella (Moore creía que el color, en la persona o en la ropa, no era de buen gusto) y le dejó el pelo blanco como la nieve. Había llegado a Nueva York del brazo de su madre, en 1916, y siguió viviendo con ella el resto de su vida (de la vida de la madre, quiero decir, a quien todos los amigos poetas de Marianne llamaron siempre Mrs Moore, sin enterarse nunca de su primer nombre). Las dos viejitas, que parecían hermanas, vivían en el cuarto piso de un edificio de ladrillo amarillento en
Brooklyn que tenía en la entrada dos farolas de tulipa redonda (para señalarle al taxista dónde parar, ellas le decían: "En las naftalinas, por favor"). El edificio todavía está, en el 260 de Cumberland Street, y si suben por la escalera van a notar en la baranda, al llegar al cuarto piso, las marcas de quemaduras en la madera hechas por los cigarros de Pound, que dejaba ahí apoyado su puro encendido y salía a pitar en cuanto Mamá Moore se distraía porque adentro no lo dejaban fumar.
Marianne Moore nunca se casó y no se le conocen romances, aunque amó de tal manera a los animales (especialmente a los más raros de todos, prueben googlear al pangolín, por ejemplo) y fue tan correspondida por ellos que no puede decirse que le haya faltado algo en la vida. Darwin llamó "monstruos viables" a aquellas mutaciones de una especie nacidas ligeramente antes de tiempo, cuando el medio en que vivían no estaba del todo listo para recibirlas, razón por la cual esas criaturas solían enmascarar sus rasgos distintivos, para que los demás miembros de su especie no acabaran con ellos. Marianne Moore tuvo siempre un sexto sentido para reconocer a esos seres; le hubiera sorprendido un poco saber que ellos la veían como un igual, que su camuflaje era transparente. Cassius Clay le rogó que lo apadrinara cuando sacó un disco de poemas, el beisbolista loco Yogi Berra le mandaba entradas para que no se perdiera ninguno de sus partidos y repetía como aforismos propios frases de los poemas de Moore, la Ford Motors la contrató para que les pusiera nombre a los nuevos modelos de autos que
fabricaban. La experiencia no tuvo final feliz: cuando estuvo listo el primer prototipo (que fletaron hasta Brooklyn para que Marianne paseara un rato en él) empezaron a recibir una avalancha de nombres delirantes, como Aerundo, Symchromatic, Bullet Lavolta, ArcEnCiel, Turbotorc, Magigravure,
Pastelogram, Astralnaut y Triskelion, enviados por correo por Moore en primorosas tarjetas manuscritas, a razón de una por día ("Madre, creo que ya sé cómo llamar a ese vehículo"), hasta que los de la Ford se rindieron y optaron por el nombre interno que daban al prototipo, el banal "Edsel". El
modelo fracasó estrepitosamente en el mercado. Moore se limitó a decir: "Era un buen auto, sólo salió el año equivocado".
Su concepción del tiempo era de lo más excéntrica: se seguía vistiendo en los años '60 como si estuviera en 1909, y aunque supo ser sufragista de joven y comparó famosamente el matrimonio con una jaula en uno de sus poemas (treinta años antes del feminismo), se estremecía si alguien decía la palabra escupir o inodoro en su presencia, y cuando le enviaban libros que le parecían cochinos (DH Lawrence, Mary McCarthy) bajaba al sótano a quemarlos en el incinerador. Jugaba al tenis en la azotea de su edificio con un negrito del barrio al que despidió porque no respetaba el protocolo del juego: se negaba a ir vestido de blanco. O quizá fuera que Marianne le pagaba poco. Es legendario el enorme bol de vidrio lleno de monedas de cinco centavos que tenía al costado de la puerta: cada vez que despedía a un invitado, le daba una para el viaje en subte. Sus poemas son igual: uno descubre de repente que alguien le ha depositado algo dentro de la mano. Son rarísimos los poemas de Marianne Moore: son endiabladamente rítmicos, pero tienen la misma imprevisible excentricidad de su autora. Se ha dicho de
ellos que avanzan como camina un borracho, que se abren y cierran como un abanico roto. Pero siempre lo dejan a uno con una monedita en la mano para volver a casa.
Moore adjudicaba ese oído absoluto para lo rítmico a que, en sus tiempos de estudiante en Vassar, sólo tomó cursos de escritura imitativa, que consistían en redactar poemas a la manera del siglo quince, dieciséis, diecisiete y dieciocho. Era lo único que leía, y lo venía leyendo desde su infancia. Llegó en 1916 a Nueva York sin el menor contacto con la poesía moderna. Fue a ver a TS Eliot porque ambos eran oriundos de Saint Louis, las familias se conocían. El joven Eliot y luego el joven Pound fliparon con los
mismos poemas manuscritos en letra microscópica que a los miembros de la familia Moore y a las compañeras de cuarto en Vassar les producían una mezcla de vergüenza ajena y compasión. Durante las tres décadas siguientes, Marianne Moore fue, para sus vecinos de Brooklyn y para gran parte del
mundillo literario neoyorquino, la loca del tricornio (su modelo favorito de sombrero, salvo en verano, que optaba por unas capelinas negras de ala ancha que parecían platos voladores y la hacían más diminuta de lo que ya era), hasta que en 1952 ganó, como decía ella, "la triple corona": el Premio
Pultizer, el Bollingen y el National Book Award. Ahí se acabaron sus penurias económicas y empezó otra clase de sofocación: yo creo que Marianne Moore estaba más a gusto cuando era incomprendida. Desde el momento de su consagración empezó a sospechar de su talento. Aceptó reunir en libro sus poemas completos, pero los despedazó. El prólogo que le puso constaba de una sola frase: "Las omisiones no son accidente". Los puristas se agarraron la cabeza ante la carnicería. No dejó poema sin tocar, sin emascular. Al más celebrado de todos, ese que tituló "La Poesía", lo dejó de cuatro renglones, de los cuarenta que tenía. Pero los cuatro renglones son éstos: "A mí también me desagrada. / Leyéndola, sin embargo, con perfecto desdén / Se descubre que hay en ella, después de todo, / lugar para lo genuino". Yo creo que estaba cansada de ser un elefante para sabios ciegos. Prefería hacer como su adorado pangolín, el armadillo más hermoso que existe, que cuando se cierra sobre sí mismo es inexpugnable y sigue siendo igual de hermoso a la vez.


*Fuente:http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-194805-2012-05-25.html







ESTACIÓN DE LOS VIENTOS DE AGOSTO*



Estación de las búsquedas

Ella va y viene. Brama de impotencia. Busca.
El lobo eleva su hocico y aúlla a la luna.
Su mitad, ha perdido su pérdida.
Salen de la noche y a la noche llegan.


Estación del perdón

Los ojos vacíos de no ver.
Los pies entran en la boca del lobo.
Su piel tiene la textura del perdón.
El lobo, levemente la deposita en la leve hierba.


Estación de la tibieza.

Algo toca, roza los dedos del pié.
Nace en la planta y se arraiga. Sube por el empeine.
La tibia soporta el peso del cuerpo. El venir y el devenir
Se acurruca en la tibieza de la pantorrilla.


Estación de los vientos de agosto


El  lobo y  su hembra encienden un círculo de fuego.
Tiemblan los dos. Soplan.
Los vientos de agosto pujan. Espera de 60 a 63 días.
Algo, que puede ser una luz, un lamido.
Intensamente, perfuma la pausa del deseo.


*De Amelia Arellano.  arellano.amelia@yahoo.com.ar





Correo:


TBA EN UGOFE...
UGOFE: La ratificación del neoliberalismo*

¿Es que está demostrado que el Estado no puede conducir sus propios organismos?

... Por caso, debe ser cierto, siempre y cuando se sigan sumando años a los 23 que llevamos inventando formas de empleo en negro en el propio Estado despreciando la indicación constitucional de estabilidad del empleado público. Un desprecio más a la Constitución Argentina...qué le hace, no?.

Roggio y Romero, ganaron licitación alguna por hacerse cargo del gerenciamiento de los ferrocarriles suburbanos o el Belgrano Cargas o Ferrocentral?. No, en lo absoluto y, encima, ahora, además de decirles a los particulares a qué empresario industrial ferroviario le tienen que comprar las cosas, a esos empresarios industriales ferroviarios se les vuelve a ampliar el derecho a facturación en base a nuestras necesidades.

¿Es que usted, estimado lector, ha visto licitaciones en el Boletín Oficial o en medios de prensa, que tanta publicidad oficial poseen, algún aviso de concurso o licitación como para que esos pulpitos empresarios se queden con todo lo que el Estado construye u ordena construir en materia ferroviaria?. No, seguro que tampoco vió que ayer hubiera salido ganador el equipo Roggio - Romero para gerenciar la UGOFE extendida al Sarmiento y al Mitre.

Sí, desde el público, Ferrovías y Metrovías se sienten ferroviariamente distintos frente a lo que fueron (Y siguen siendo hasta ahora), el San Martín, el Mitre, el Sarmiento, el Roca y el Belgrano Sur.

Si mal no recuerdo, fueron aquellas horas nocturnas de Tiempo Viejo que nos decían una y otra vez que lo privado es mejor que lo público y, quizá por eso, el Decreto del Poder Ejecutivo, en vez de poner en marcha la toma del Mitre y el Sarmiento dentro de la órbita de las dos empresas ferroviarias nacionales ADIF y SOF creadas por este mismo gobierno, RATIFICA el control por parte de quienes solamente reciben su porción por gestionar (y por decidir privadamente a qué empresas le compran los servicios y productos desde un papel hasta una locomotora o 50 Km de vías). A eso, que yo sepa, se le dice que es una actitud del neoliberalismo.

En definitiva, de dos o tres escalones (20 personas), para abajo de la cúpula de UGOFE, fueron son y serán TRABAJADORES FERROVIARIOS. Entonces, cuánto dinero se ahorraría el Estado si no tuviera un paquetito de intermediarios para realizar su propia gestión que, me enseñaron, era indelegable.

UGOFE es una farsa de facturación en favor de sus empresarios industriales ferroviarios beneficiarios, pues el trabajo lo realizan trabajadores ferroviarios jóvenes, medianos y viejos.

Si esos 20 señores bien rentados están para garantizar el buen orden de los servicios que los trabajadores no sabrían por sí solos llevar adelante, PUES YO LES PREGUNTARÍA PORQUÉ SE SIENTE MINUTO A MINUTO Y DÍA A DÍA el parlante de la estación Constitución anunciando cambios de andenes, cancelación de servicios, retrasos de servicios y demás como en las mejores épocas de Metropolitano o de las crisis ferroviarias inducidas desde los gobiernos?

No nos mientan más. Si pienso bonito, entiendo que no entienden nada de ferrocarriles ni esos privados ni los que gobiernan la cosa. Si tenía dudas, el 22-F me sacó las últimas: Ni saben ni les interesa.



Mayo 25 de 2012 -

*De Jorge de Mendonça. jorgedemendonca@gmail.com
- Ingeniero White - Buenos Aires




*

Inventren Próximas estaciones:

ORTIZ DE ROSAS.
-Por Ferrocarril Midland-

SANTIAGO GARBARINI.
-Por Ferrocarril Provincial-


-Colaboraciones a inventivasocial@yahoo.com.ar
http://inventren.blogspot.com/


-Editor Responsable del Inventren: Urbano Powell. urbanopowell@yahoo.com.ar
 http://urbamanias.blogspot.com/


Al salir de la Estación de empalme Ingeniero de Madrid, el Inventren sigue un doble recorrido por vías del ferrocarril Midland con destino a Puente Alsina, y por vías del ferrocarril provincial con destino a La Plata.


-las estaciones por venir en el ferrocarril Midland:


ARAUJO. BAUDRIX.  EMITA.  INDACOCHEA.  LA RICA.

SAN SEBASTIÁN.  J.J. ALMEYRA.  INGENIERO WILLIAMS.

GONZÁLEZ RISOS.  PARADA KM 79.  ENRIQUE FYNN.

PLOMER.   KM. 55.   ELÍAS ROMERO.

KM. 38. MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.

LIBERTAD.  MERLO GÓMEZ.   RAFAEL CASTILLO.

ISIDRO CASANOVA.  JUSTO VILLEGAS.  JOSÉ INGENIEROS.

MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.  ALDO BONZI. 

KM 12.  LA SALADA.  INGENIERO BUDGE.

 VILLA FIORITO. VILLA CARAZA.  VILLA DIAMANTE.  

PUENTE ALSINA.  INTERCAMBIO MIDLAND.



-las estaciones por venir en el ferrocarril  Provincial:


BLAS DURAÑONA.   LUCAS MONTEVERDE.   EMILIANO REYNOSO.

SALADILLO NORTE.   GOBERNADOR ORTIZ DE ROSAS.

JOSE RAMÓN SOJO.  ÁLVAREZ DE TOLEDO.    POLVAREDAS.

JUAN ATUCHA.   JUAN TRONCONI.    CARLOS BEGUERIE.

FUNKE.   LOS EUCALIPTOS.     FRANCISCO A. BERRA.

ESTACIÓN GOYENECHE.    GOBERNADOR UDAONDO.   LOMA VERDE.

ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.   GOBERNADOR DE SAN JUAN RUPERTO GODOY.

GOBERNADOR OBLIGADO.   ESTACIÓN DOYHENARD.   ESTACIÓN GÓMEZ DE LA VEGA.

D. SÁEZ.    J. R. MORENO.     EMPALME ETCHEVERRY.

  ESTACIÓN ÁNGEL ETCHEVERRY.  LISANDRO OLMOS.  INGENIERO VILLANUEVA.

ARANA. GOBERNADOR GARCIA.  LA PLATA.


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