martes, diciembre 02, 2008

¿QUÉ OTRA COSA PODÍA HACER?



*Ilustración de Freyja. freyja_walkyrien@hotmail.com


DES-CANSANDO*


Cansa el viento zonda, amor,
tu ausencia mucho más.
Languidece la luna desteñida,
jazmín del aire, en aire marchitado.
Tenuemente ilumina
el relincho cansado del caballo.


Cansa la sequía, amor,
tu ausencia mucho más.
Magullados los cardos,
siguen las huellas vacilantes
de los perros flacos.


Cansa la vigilia del carancho,
tu ausencia mucho más.
Las penumbras vacilantes de la
noche
huyen, tras un lagarto azul.
Mi corazón muere de sed.



Cansa la soledad, amor.
Despojados, la rosa y el espejo
de presencias errantes,
buscan la plenitud del aire,
del agua, del fuego y de la tierra.


Cansa el olvido, amor
tu ausencia, mucho más.
El caldén, tan callado,
con destino de poste,
con vainas despreciadas,
con leños desechados,
camina lentamente sumándose
a mis pasos.
Enciende la lámpara y la luna
trayéndome el descanso
profundo de tus ojos.



*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar









¿QUÉ OTRA COSA PODÍA HACER?





El hombre que miraba*



*Por Jorge Isaías. jisaias46@yahoo.com.ar


El hombre estaba sentado sobre la gramilla olorosa, con la espalda apoyada contra el tronco de un pino añoso, su cabeza cubierta por una gorra de visera a cuadros rojos y azules. Estaba con los ojos entrecerrados y visto desde cierta distancia uno podía asegurar que dormía, o que al menos dormitaba en un abandonado letargo si no fuera porque de sus labios pendía un cigarrillo encendido que iba espiralando hacia el cielo un humo brumoso y que al contacto con el aire abierto del campo se diluía sin mayor miramiento.
Ese pino viejísimo, como otros árboles de diversas especies que conformaban ese montecito que la gente del pueblo llamó siempre "Las plantitas", estaba justamente en un cruce de caminos de tierra; uno venía directamente de los hondos campos de la Colonia y el otro oficiaba de ruta ya que unía dos pueblos entre sí.
En realidad, el hombre hacía un par de horas por lo menos que estaba en esa posición, pero para quien no lo sabía se podría asegurar -al verlo en una posición de abandono inicial- que allí estaba desde el mismísimo principio de todos los tiempos y que de no mediar una catástrofe o el Juicio Final
allí seguiría por siempre.
De pronto una lejana polvareda comenzó a irrumpir borrosamente en el horizonte, en verdad el que venía del campo, y cuando se empezó a aproximar al lugar donde el hombre estaba se pudo percibir que era una caravana de carros de cansinos caballos que trabajosamente tiraban esos vehículos, uncidos a sus varas muy largas y muy toscas, o atados por medio de tiros de cadenas enganchados a unos balancines cuya horizontalidad tensa sólo se aflojaba cuando las riendas contenían a medias el paso de esos caballos sudorosos para evitar algún pozo o al no evitarlo, justamente, producía un estrépito de cadenas, un barquinazo brusco y entonces había que detener el carro para reanudar el paso por ese camino que involuntariamente los había hecho -con obstáculo- detener un momento o al menos aminorar la regularidad de la marcha.
Cuando ya esa media docena de carros se fue acercando, convirtiéndose en una presencia insoslayable y actual, como ese sol que golpeaba inclemente sobre la vagarosa levedad de esa llanura con sus sembrados y sus múltiples pájaros, recién allí el hombre volvió con lentitud la cabeza hacia el ruido y el polvo, con la intención de saludar muy cortés, un saludo que evitaba el énfasis, que era una cortesía que su abandono prodigaba a ese grupo de carreros gritones que cruzaron con él una mano en alto, en el caso del hombre la mano izquierda, tocándose la gorra porque la derecha había ido al cigarrillo que humeaba su humo final.
Los carreros iban -dos en cada carro, el conductor y su acompañante- con las ropas cubiertas enteramente de polvo, calzaban ya sombreros, ya gorras y su indumentaria era un conjunto de blusa y pantalón de una tela resistente y barata y algunos ostentaban grandes remiendos en los codos o en las
rodillas. Todos calzaban alpargatas bigotudas y sucias.
Sólo el carro que cerraba la marcha era mucho más grande que el resto, su conductor iba solo, a lo alto, conduciendo con extrema pericia los nueve caballos que flanqueaban una lanza larguísima, de duro quebracho, iba con un látigo largo y en acción permanente sobre las ancas y los lomos percudidos y
oscuros y sufridos que iban con una resignación de siglos en esas testas crinudas y gachas. El conductor vestía una blusa y un pantalón de brin gris, sus alpargatas eran blancas y su gorra de un cuero tan viejo que a fuer de marrón en su tiempo, los años lo habían arratonado hasta el descuidado abandono.
Todos los carros llevaban bolsas de trigo que seguramente un chacarero o tal vez varios tendrían vendida la cosecha a alguna de las cerealeras del pueblo que estaba torciendo un poco hacia el Este.
Si uno se paraba sobre algún poste de los alambrados podría divisar el caserío muy disperso que aguardaba como una iguana la bravura de la enceguecedora luz del sol.
Esto, porque los yuyos estaban muy altos y los campos aledaños aún no estaban todos cosechados, porque de lo contrario, con sólo pararse en el camino, en el mero cruce, digamos, podría ver las primeras casas adormecidas de las afueras, con sus árboles y sus gallinas o tal vez si mirara con atención divisara algún caballo suelto o un perro.
Si lo hubieran mirado con atención al hombre, que hace rato está inmóvil, con el solo gesto mínimo de chupar el cigarrillo, con su actitud excluyente de echar el humo que se deshace muy pronto en el aire, podríamos haber observado que no está solo, que no lejos de allí andan un par de perros ocupados, corriendo cuises y hurones y cuando la caravana de carros pasa justo frente a él con su estrépito de cadenas y de ejes mal engrasados y el roce de los arneses de los caballos contra las maderas de los carros y el ruido que éstos hacen con sus vasos sobre la tierra apisonada del camino, llama la atención de los perros que salen de los matorrales y la emprenden a los ladridos, llenos de furia y en forma sostenida se meten bajo las ruedas y tratan de morder los garrones a los caballos hasta que se enfrentan con los perros que traen los carreros. Entre ellos y la actitud decidida de los conductores con sus látigos logran ponerlos en fuga, los persuaden de que no es buen negocio para ellos "garronear" a los caballos que al fin de cuentas están trabajando y logran por fin disuadirlos y huyen hasta el hombre que está en ese momento, encendiendo un nuevo cigarrillo en un gesto impotente para elevar ese humo hasta las nubes, porque no pasarán sino minutos para que el aire se apropie de él y lo deshaga en un instante.



*Fuente: Rosario-12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-16288-2008-12-02.html







DESTINO ARBITRARIO*

*Robert Desnos


a Georges Malkzine



Ahora llega el tiempo de las cruzadas.
Por las ventanas cerradas los pájaros se obstinan en hablar
como peces de acuario.
Junto al escaparate de una tienda
una bonita mujer sonríe.
Felicidad no eres sino lacre
y yo paso como un fuego fatuo.
Una multitud de guardianes persigue
a una mariposa inofensiva fugada del asilo.
Se torna en mis manos calzón de encaje
y tu carne se torna de águila
¡oh sueño mío cuando te acaricio!
Mañana habrá entierros gratuitos
ya no se resfriarán
hablarán el lenguaje de las flores
se iluminarán con luces hasta ahora desconocidas.
Pero hoy es hoy.
Siento que mi comienzo está próximo
semejante al trigo de junio.
Gendarmes ponedme las esposas.
Las estatuas vuelven la espalda sin obedecer.
En su zócalo inscribiría injurias y el nombre de mi peor enemigo.
Allá lejos en el océano entre dos aguas
un bello cuerpo de mujer hace retroceder a los tiburones.
Suben a la superficie para contemplarse en el aire
y no se atreven a morder esos senos
esos senos deliciosos.


C'est les bottes de sept lieues
cette phrase "Je me vois"
-Versión de Aldo Pellegrini

*Fuente: http://amediavoz.com/desnos.htm







Tener luces*



*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona


UNO "¡Se me encendió la lamparita!", decíamos cuando éramos chicos y experimentábamos la infantil certeza de haber iluminado una idea genial que cambiaría no sólo el curso de nuestras vidas sino el de la humanidad entera.
"Se me encendió la lamparita...", gimo ahora -cuatro décadas más tarde, sin signos de admiración y puntos suspensivos- cuando se me ocurre la idea para esta contratapa. Poco voltaje, claro. Para ahorrar, me miento.


DOS La otra noche encendieron en Barcelona las luces navideñas que adornarán la ciudad durante las próximas semanas. Se encendieron -lamparitas ecológicas y de bajo consumo- una semana después y brillarán por menos horas, de 18 horas a 21.30. Protestas por los gastos (800.000 euros) y por
los pocos resultados obtenidos: según los especialistas, Barcelona sigue luciendo oscura y triste y poco invitadora a la hora de deshacer los ahorros para hacer regalos. Nada que ver con París o Londres o Nueva York o -horror de horrores- Madrid. Estamos a media luz, acusaba un editorial de La
Vanguardia y decía: "El alcalde ha sido, un año más, incapaz de resolver los problemas de iluminación... y la ciudad ofrece una imagen nocturna mortecina y triste". Puede ser. Barcelona nunca fue ni será Disney World. Aunque tal vez mejor así: se sabe que las luces fuertes y poderosas tienen el efecto colateral de aumentar la densidad y la calidad de las sombras.


TRES Desde donde vivo ahora, desde aquí arriba, Barcelona se ve poco iluminada, es verdad. Y lo que se destaca, en la distancia, es esa luz azulada y fantasmagórica de pantallas. Días atrás, se publicó aquí un
informe que señala al 10 por ciento de los jóvenes como adictos a las nuevas tecnologías. La desconsoladora consola, el desordenado ordenador y el inmovilizante móvil. Internet, videojuegos, blogs y, por supuesto, el televisor. Los expertos internacionales afirman que uno de los síntomas más claros de la recesión que ya está aquí y la depresión que se viene es el aumento de horas de televisión a consumir por día. Así, la televisión hoy ocupando el sitial que tuvo el cine en 1929: entrar ahí para olvidarlo todo
por un rato. Días atrás, Drake Benett firmaba un muy buen artículo publicado en The Boston Globe donde se refería a la caja idiota como a uno de los excitantes fetiches de esta era depresiva con lirismo casi cheeveraniano: "Mientras las crisis del '29 fue algo público y participativo, algo que podía verse y sentirse en las calles, la depresión circa 2009 será una experiencia menos visible y más aislada. Con la disminución de los precios de la televisión de pago y la proliferación de nuevos canales, se hará más
fácil matar el tiempo a solas. Y el tiempo libre será algo que sobrará durante la depresión del siglo XXI. En lugar de las polvorientas familias de granjeros vagando por los caminos, el icono visual de la depresión moderna será algo tan sutil como el parpadeo de millones de televisores que nunca se
apagarán mientras los desempleados sigan en casa, llenando sus días con la distracción más barata".
Afortunadamente, la televisión vive un buen momento artístico. Ya no es tan idiota como era o como se pensaba que era; y no pasa semana sin que un intelectual diga esa tontería de "Jane Austen y Charles Dickens trabajarían hoy para la HBO". Pero a no olvidarse de lo que ocurrió durante la última
huelga de guionistas y prepararse para lo que ocurrirá con la inminente huelga de actores. Decenas de series quedaron interrumpidas para siempre.
Austen y Dickens jamás lo habrían permitido. Y, además, si todo va bien, la frecuencia semanal no será suficiente y habrá que plantearse la creación de series diarias o, mejor, horarias. Y -ya que estamos en tema-, ¿no sería más sencillo y económico y nutritivo y satisfactorio ponerse a leer a Austen y Dickens en lugar de imaginarlos bebiendo margaritas junto a una piscina de Los Angeles?


CUATRO Sí, la ficción decimonónica como tónico y vacuna y cura para esta no-ficción de principios del siglo XXI. Yo, ahora, estoy leyendo Romola, novela renacentista escrita y firmada por George Eliot entre 1862 y 1863.
Difícil que se convierta en miniserie de la HBO después de las pérdidas que causó la magnífica Roma, relato de otra gran crisis. No importa. El libro es barato (más barato que la televisión por cable, todavía); pero, sí, esto no impide el masoquista placer de hundirse en las arenas movedizas catódicas
hacia la hora de los noticieros. Es ahí donde todas las publicidades son de juguetes cada vez más fuera del alcance de Papá Noel y Reyes Magos, donde me entero de que ahora Zapatero trae entre ceja y ceja la creación de un Ministerio de Deportes (tal vez porque, deportivamente, España continúa siendo potencia; de ahí tal vez que se titule, deportivamente, que "España vuelve a batir todas las marcas de paro de la Unión Europea y se dispara su tasa al 12,8 por ciento, con pronóstico de 15,5 para el 2010"), donde se comunica que Felipe González se divorció, donde Aznar con su misterioso bigote ectoplasmático se refirió a "esos progres de pacotilla", y donde me dicen que se ha celebrado un día contra el consumismo. Esto último motivó un chiste del conductor del telediario cómico Estas no son las noticias: "¿Cómo es eso del día contra el consumismo? Si en España hay más consumismo que nunca... De aquí en más, los españoles irán siempre con su mismo traje, con su mismo auto..." Minutos después, en el resumen informativo en serio y de verdad, se nos advertía que el obispo de Córdoba les había dicho a los fieles que apagaran los televisores porque ahí se emitían "mensajes paganos".
Me temo -por supuesto- que no muchos están dispuestos a hacerle caso.
Además, los mandamientos no dicen nada de eso.


CINCO Y en otra dimensión demasiado parecida a ésta -y apenas separada del aquí y ahora por una fina membrana de espacio/tiempo- yo ahora les estoy gritando a los concursantes de un programa de entretenimientos. Les arrojo las respuestas correctas, los insulto por su ignorancia. Después, enseguida,
cae la noche, sube el frío, los perros ladran, y ahí voy yo, arrastrando no los pies sino las pantuflas, apagando una a una las luces de la casa, hasta que se apagan y se desprenden todas las lamparitas.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-115987-2008-12-02.html







Odon von Horváth, hijo de su tiempo*



*Eduardo Berti
02.12.2008


El escritor de lengua alemana Edmund Josef von Horváth (más conocido como Odon von Horváth) había nacido en diciembre de 1901 y había experimentado desde muy pequeño un miedo casi atávico a los rayos. En París, una noche de junio de 1938, ya convertido en un autor teatral de renombre, Horváth
advirtió que se avecinaba una tormenta eléctrica y decidió interrumpir su caminata por los Campos Elíseos para refugiarse en un lugar que por muchas razones le inspiraba protección: el teatro Marigny. Minutos más tarde, al ganar de nuevo la calle, se le cayó encima un árbol (seguramente un árbol
debilitado por un rayo) y lo mató de forma instantánea.

Hijo de un diplomático húngaro también llamado Edmund (que en magiar equivale a Odon), Horváth tenía ocho años de edad cuando su padre fue ennoblecido (de allí la "h" final en su apellido), tenía 29 cuando recibió el Premio Kleist y tenía casi 32 cuando, con la llegada al poder de Adolf Hitler y la consecuente prohibición de sus obras teatrales, decidió emigrar a Viena, ciudad que luego cambió por París.
Aunque era ciento por ciento "ario", Horváth se autoimpuso un exilio sumamente crítico, sólo interrumpido por un viaje fugaz. Al parecer, pensó al principio (lo mismo que otros intelectuales alemanes) que el nazismo tenía los días contados. Así que volvió con la idea de plasmar algunos guiones de cine y de estrenar alguna obra, pero todo terminó abruptamente luego de que la policía alemana allanara su lugar de residencia. Para el poder Horváth era un "autor degenerado" y, en consecuencia, sus libros
fueron quemados.
Casi enseguida, Horváth se casó con la cantante judía Maria Elsner; el matrimonio duró tan poco que hoy se estima que sirvió principalmente para que ella obtuviera la nacionalidad húngara y huyera así de la persecución nazi.
Amigo de Stefan Zweig, entre otros, Horváth pintó como pocos escritores la amargura y las contradicciones de la clase media alemana en tiempos del surgimiento del nazismo. Las dos novelas que publicó en el último año de vida (Juventud sin Dios y Un hijo de nuestro tiempo), y que escribió de
forma arrebatada, en siete u ocho meses, brillan por su implacable laconismo y anuncian un mundo entonces inminente, en el cual el alma del hombre -puede leerse- "se volverá tan rígida como el rostro de un pescado".
El narrador de Juventud sin Dios (Jugend ohne Gott) es un joven docente a quien el director del colegio no le pide que corrija a un alumno si éste dice que los negros son infrahumanos, y sí en cambio le recuerda que su obligación es "educar para la guerra". Parte de la acción transcurre en una especie de campamento paramilitar donde se produce un crimen misterioso.
En Un hijo de nuestro tiempo (Ein Kind unserer Zeit, título que hace pensar en Un héroe de nuestro tiempo, del ruso Lermontov), un muchacho sin trabajo, un "hijo" de la crisis del 29, se enrola en el ejército tentado por la idea de ganar dinero fácil, pero conoce finalmente un mundo de horror y muerte. Se trata, acaso, del primer retrato a fondo, desde la literatura, de un soldado nazi. La gran pregunta que intenta responder Von Horváth es cómo logra el ejército de Hitler nutrirse de combatientes entusiastas.
"Hace falta que escriba este libro. ¡Es urgente! No tengo tiempo para escribir grandes novelas porque soy pobre y debo trabajar para comer. Yo también soy un hijo de nuestro tiempo", le escribía Horváth, en 1937, a un amigo.
No perder tiempo. Ser directo. Enviar el mensaje con urgencia. Los amigos de Odon von Horváth recordaban que éste, en su juventud, había protagonizado una historia bastante insólita: estaba paseando por los Alpes cuando de súbito se topó con un hombre muerto hacía tantos meses o años que, más que cadáver, era casi un esqueleto. Así y todo, junto al muerto había un bolso intacto. Horváth abrió el bolso y halló una tarjeta postal que decía: "Estoy pasándola muy bien", o algo semejante. Los amigos quisieron saber qué había hecho con la postal. "Fui al correo -les explicó- y la despaché. ¿Qué otra
cosa podía hacer?"


*Fuente:
http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=16389







EL CEMENTERIO*



*de Robert Desnos.


Aquí estará mi tumba, y sólo aquí, bajo tres árboles.
Recojo sus primeras hojas primaverales
Entre un zócalo de granito y una columna de mármol.
Recojo sus primeras hojas primaverales,
Pero otras hojas nacerán de la feliz podredumbre
De este cuerpo que, si puede, vivirá cien mil años.
Pero otras hojas nacerán de la feliz podredumbre,
Pero otras hojas se ennegrecerán
Bajo la pluma de los que cuentan sus aventuras.
Pero otras hojas se ennegrecerán
Con una tinta más líquida que la sangre y que el agua de las fuentes:
Testamentos incumplidos, palabras que se pierden más allá de los montes.
Con una tinta más líquida que la sangre y que el agua de las fuentes,
¿ Podré yo defender mi memoria del olvido
Como una jibia que huye perdiendo la sangre, perdiendo el aliento?
¿ Podré yo defender mi memoria del olvido?


Versión de Raúl Gustavo Aguirre

*Fuente: http://amediavoz.com/desnos.htm




*


Queridas amigas, apreciados amigos:


El domingo 30 de noviembre del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg
(107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor argentino Ezequiel Viñao. Las poesías que leeremos pertenecen a Raúl Tápanes López (Cuba) y la música de fondo será de Machu Picchu (Andes). ¡Les
deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




Convocatoria*


El trilingüe Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL "Estrella Errante" (impreso y digital), que desde hace 17 años se edita en Salzburgo, Austria, convoca a ensayistas, narradores y poetas a colaborar con el trabajo de difusión cultural que llevamos a cabo.

Las colaboraciones deben tener una extensión máxima 4 páginas para ensayo y cuento. Para poesía se ruega enviar una selección de poemas de un máximo de 10 páginas. Los escritos deben acompañarse de un breve curriculum vitae (que contenga la dirección postal) y una foto digital del escritor a la dirección euroyage@utanet.at
Los textos seleccionados serán traducidos al alemán y publicados de manera digital e impresa.

Más informaciones sobre nuestra labor cultural sin ánimo de lucro en Europa encontrarán en nuestra página de internet www.euroyage.com
Cordial saludo,



*Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera
Director de YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schiessstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067


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