jueves, julio 02, 2009

ESTACIÓN CARHUE.




TODAVÍA. *



*Por Eduardo Pérsico. epersic@ciudad.com.ar




No todos los instantes ya pasaron y aún aguardan tenaces.

Imprevistos. Furtivos.



Ocultos en la lluvia que enjuaga la ventana,

o en la invicta añoranza que irrumpe cada tanto

si algo ya nos dejó camino arriba.



No son sólo un ayer de gorriones quebrando

el aire transparente de una tarde lejana.

Ni el sol febril curtiendo la sangre adolescente.



Tal vez cada futuro es también una ausencia.

Sin el dulce regusto de niñez y nostalgia,

un posible que ausente no alcanzó su destino.



Sin aguardo de magia o resplandores

cada fugacidad será un acaso

muy íntimo y final. Sueño y milagro.


Entonces. Todavía.



*Eduardo Pérsico, escritor, nació en Banfield y vive en Lanús, Buenos Aires, Argentina.






ESTACIÓN CARHUE.





Las aguas y los dioses*



En este lugar, aquí, en este hermoso lugar hay verde. Aquí, en este sitio existe el verdor. Aquí es bello, aquí hay plantas. Eso decíamos.
Nosotros, los mapuches, nosotros, los salvajes ignaros decíamos Carhué y era decir nuestra casa, era decir la tierra, era decir mi familia, mi ancestro más remoto, mi vida. Decíamos Carhué y decíamos amo la tierra verde.
Y el lago Epecuén nuestro lago Epecuén era salado. Salado como el mar más reconcentrado, tan salado como si el océano hubiese sido puesto al fuego en una olla de barro y hubiese hervido despacito hasta que el agua fuese casi sal. Así era el lago, así lo extendieron los dioses oscuros sobre la tierra verde. Y era el límite del verde. Mas allá venía la pradera que se tornaba páramo, hasta allí las pasturas y la facilidad. Hasta allí lo cálido y amable, a partir de allí ese límite, ese exterior, esa felicidad que se
consigue con mayor dolor. Porque, debo decirlo, también esa era nuestra casa, y así como se ama al hijo obediente, se ama inevitable y dolorosamente al hijo que se eriza en espinas y baldío.

Era Carhué y era el lago de sal. Y fueron los hombres que ya estaban pero estaban todavía lejos. Eran los hombres del color de la blanca muerte, que nos habían dejado tranquilos hasta que su codicia los forzó a extender los brazos más lejos que el corazón. La codicia les dio hierros en los brazos y les dio hierros en los pies, y Carhué que era mi hogar fue mi tumba, y mis lugares tomaron nombres que nunca les casaron, nombres que se resbalan porque no los pertenecen. Pueblo Adolfo Alsina, lago San Lucas,
nombres extranjeros, nombres que se desvanecen bajo el cielo de la América y que mi boca no puede pronunciar sin hacerse violencia.

Llegaron los hombres de hierro. Se quedaron los hombres de hierro.
Vinieron en su propia bestia humeante como quien llega montado en una pesadilla. Le dicen ferrocarril a la bestia de fuego, a ese monstruo negro y temible. En tres grandes bestias llegaban los hombres blancos y seguían trabajando para su codicia.
No les bastaba la laguna de sal. Ya no estábamos nosotros, yo era ya polvo de huesos bajo mi tierra verde cuando los intrusos que vendían baratijas y habitaciones y bañadores a rayas quisieron obligar a la tierra a dar más de si. No les bastó ver nuestra tierra, se la apropiaron; no les bastó apropiarse de la tierra, la quisieron doblegar con sus canales y sus terraplenes. No era suficiente con el nuestro lago, no. Hicieron un lago ellos, un lago dulce, trajeron el agua desde otros lados que no son este lado, que no pertenecen a este lado, y con ese agua extranjera hicieron ese nuevo lago y cambiaron la historia de la nuestra tierra.

Y el diez de noviembre uno de los dioses oscuros miró la tierra que era verde, abominó el lago dulce, tomó una palabra, pronunció una nube de ceniza, y el terraplén cedió, y la ciudad conoció el olvido del agua silenciosa. Y el agua avanzó como un ejército en marcha, y las puertas se hincharon en sus marcos, y el inexorable pasado se acumuló sobre los ladrillos de la ignominia. No tañe la campana bajo el agua, no acuden los niños a las escuelas, diez metros de agua se comprimen sobre las plazas y los tejados.
Me duermo en mi tumba ahora. Mientras me adormezco canto quedo una melodía que ya no encuentra cuerdas para sonar. Siento la luz de la luna quebrada sobre el pueblo sumergido. Descanso ahora. Los dioses juegan sus juegos, un pez desprende silenciosa, lentamente, una escama de madera de una
silla que se pudre.



*de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com






Estación invierno*


Hay trenes que van
gente sedienta de prisa
el que yo espero
es tren de nostalgias
dicen que ese ramal ya no existe.

La estación sugiere
que el tren que esperaba
ya pasó
silencioso y escarchando.



*De © diana poblet. soydian@yahoo.com.ar







Dudando*


Está justo detrás de mi, al fondo del vagón. Ha cambiado su ubicación habitual y ahora estoy obligado a girar la cabeza de una manera un tanto ridícula. Sólo espero que ella no se de cuenta de que la observo. Hoy quería acercarme a decirle algo, pero... ¡está tan lejos!
Mañana sin falta la abordo y entablaré conversación con ella.

Mientras ella baja del vagón mira de reojo a aquel chico con el que se encuentra desde hace dos años cada mañana. En muchas ocasiones ha tenido la sensación de que iba a dirigirle la palabra, pero no ha sido así. Bien es cierto que se ha encontrado con su mirada en muchas ocasiones, pero nunca se ha acercado. Quizás debería ser un poco más coqueta, quizás debería insinuarse de alguna forma.
Mañana será el día en que se decida, de mañana no pasa...



*de Joan Mateu. joan@cimat.es







EL TREN DE LAS 18 *



Con su estertor
como un punto o una peca negra
una mancha voraz ocupando la planicie
o bien como un cimbronazo del horizontes
irrumpía el tren de las dieciocho

columpiando sus distancias en uno y otro ojo.
El asunto estaba en ese acontecer de la tarde
donde bajaban y subían saludos
bultos varios y uno que otro grito de andén

como si todo la congoja y la nostalgia
la risa y los temores
se detuviesen un instante en los umbrales
para, luego, salir cual arcón mágico por la pampa.



*


Siempre que menciono el tema me retrotrae a algunas experiencias vividas en mi infancia, hasta mi adolescencia, inclusive. Y me lleva a los cuadernos que tengo escritos con anotaciones varias y poemas que acompañan el día. Algunos de ellos están llenos de esas emociones que me fortalecen, que desmienten las torpezas cotidianas, las dudas de la rutina.
Habíamos caminado, antes, por las vías muertas del ferrocarril que pasaba por Capilla del Monte. El tren es algo muy difícil de explicar para aquellos que no tuvieron la oportunidad de vivirlo tan cerca. En la pampa sinfin era una fuerte presencia que anudaba y desanudaba los decires de todos los pueblos por donde pasaba. Sus vías, que aún están, nos acercaban las distancias. Me paraba, recuerdo, en medio de ellas y miraba absorto una y otra lejanía y las dejaba posar en mi imaginación de niño. Los guardas de los trenes siempre me contaban historias de lugares extraños que se aquerenciaban en mis no olvidos. Y no les digo lo que era subirse a una de esas viejas locomotoras, con su vientre al rojo vivo, de carbón ardiente:

- ya vas a manejar una de estas, me decía el maquinista, y dejaba que agarre una manija.

- Manejé el tren hoy, mamá. Y le contaba la historia.



*de Oscar A. Agú. cachoagu@yahoo.com.ar













Soledad del Silencio*







Hay silencios de muertos y de vivos…

de los que te aturden y te crispan

Hay silencio que no escuchas

Hay silencio de rostros

Hay silencios de día que casi entran en la incertidumbre

Hay un silencio entre una palabra y la otra

Hay un silencio que se asoma en la espera

Hay un silencio que vuela alrededor de la vida

Hay una soledad del silencio que no se puede derrotar

Hay silencios que se ocultan detrás de todos los ruidos

Hay silencios de penas que las han callado

Hay silencios de lágrimas, de miradas

Hay silencios prudentes y compulsivos, amordazados

Hay silencios acordados en pactos

Hay silencios transgresores

Hay silencios que no se pueden oír

Hay un silencio del silencio que se deja a la conciencia.

Hay un silencio de armonía y de espanto

Hay una monotonía de él, una amenaza del silencio en la urbe

Hay una comunión humana del silencio

Hay silencios que hay que dejar que sean

Hay silencios que romper con un grito que duela

Hay silencios de voces y de piel

Hay un silencio todo, de nosotros….

Hay una historia del silencio y un silencio de la historia.-







*de Maria Elena Buroni. mariaelenaburoni@hotmail.com

















EL PARAGUAS*


-Mayo del 76-





Frío de mayo. Lluvia. Malabarismos del paraguas contra el viento y el agua congelada.
Un programa calentito y reparador, chocolate con churros en La Giralda y cine con mi amiga, la de todas las tardes de parvas de tostadas bien finitas con manteca y confesiones al borde de la
chimenea, legado de mi nonno. Dos películas seguidas de Dustin Hoffman. Imperdible.
Pero igual, demasiadas cuadras para tanta lluvia, y ese paraguas tan incómodo, y ese frío.
Después, la charla agradable con mi amiga en el tren a Constitución, una carreta irrespetuosa.
Irrespetuosa como el verde militar perturbador de mi otoño. Unimogs y pobres diablos con cascos protectores para las cabezas rapadas por la soberbia.
Ay, ese paraguas. Media cuadra nomás, el tren y el chocolate calentito entre las manos heladas. Suficiente.
Y para esa puerta tan pesada del único edificio de Burzaco, la fuerza puntiaguda del paraguas en el picaporte y basta por fin de lluvia en la antesala del ascensor.
Pero no.
Un casco más gigante que los otros, el FAL cruzado en diagonal al corazón sobre la capa verde, tan verde oscuro, tan oscuro.
Horror. Un sudor frío, más que la lluvia de doce cuadras atrás, latidos desprolijos delatores del pánico.
Documentos?. Conocida?. Familiar?. Averiguación de antecedentes y un carro más irrespetuoso que el tren. Inmundo. Siniestro.
Silencio.
Preguntas, invectivas. Portación de armas?.
El paraguas.
Manoseo. Ni una lágrima siquiera. La garganta anegada del pánico.
Y al poco tiempo, la novia del amigo del hermano de mi amiga, la del único edificio de Burzaco, nunca más.






*de Lucía. luciaguionbajo@yahoo.com.ar













Trenvidando*




Trenes de sabor metálico
aplauso de latas
sombra recorrida
ventanillas mínimas
manos pequeñas
atrapaban sueños gigantes.

Tren del regreso
brazo de fierro confiable
que me devolvía a casa.

Y bajar en la última estación
nariz fría de surestes
con ojos acuosos
sentir al instante
un perfume a romero
inconfundible
cartel de bienvenida.




*de © diana poblet . soydian@yahoo.com.ar











AMBIVALENCIA*





Cuando yo me haya ido,
regresaré en silencio.
Y buscaré en las sombras
el dolor que llevé,
el llanto de mis horas,
la soledad, la ausencia,
las vigilias sin sueño
y el horror de creer
que me llena el vacío,
que me inunda la pena
y me embriaga el delirio
de vivir ¡y estar muerta!...

Quizás mi suerte sea
estar muerta y ¡vivir!...







*de María Rosa León. mariarosaleon@yahoo.com
de "Lugar común". Ediciones Amaru - Buenos Aires - 1996















POEMA HALLADO EN UNA LOCOMOTORA...

EL RELOJ DE LA ESTACIÓN*






Hace casi una centuria

en la lejana parís

fue allá en la casa matriz

donde la forma te dieron

y en un barco te trajeron

a mi querido País.



Con leyendas de "muy frágil"

en un seguro cajón

Llegaste en un vagón

fue la vía tu camino

Navarro fue tu destino

Y la "trocha" tu estación



Una vez que te instalaron

tu fama tocó la cima

la gente a verte se arrima

y no saben de que forma

das hora a la plataforma

y también a la oficina.



De todos la admiración

así empezas a ganarte

hora exacta de tu parte

da confianza y precisión

y en esa hermosa Estación

nadie pasó sin mirarte.



Fuíste el orgullo del jefe

que parado en el andén

supo mirarte en el andén

supo mirarte muy bien

y de tu exactitud se jacta

cuando dabas la hora exacta

para despachar el tren.



Te observa el guarda y coteja

con su reloj de bolsillo

y en aquel acto sencillo

te demostró su confianza

y de acuerdo a tu ordenanza

hizo sonar su silvido.



Resopló la vaporera

con poder extraordinario

encabezando el tren diario

que hizo progresar la zona

el maquinista se asoma

y al mirarte dice A horario!



El cambista te controla

porque el tiempo no le sobra

siente al ponerse la gorra

que de la playa es el dueño

y pone todo su empeño

en activar la maniobra.



Y el capataz de cuadrilla

con su mirada muy pronta

con el suyo la confronta

y la zorrita acelera

llegar a destino espera

sin que venga tren en contra.



Y así a tu dulce compás

con ese ritmo profundo

sin descansar un segundo

con trabajo y con amor

mi patria tuvo el honor

de ser granero del mundo.



Pero un día los cipayos

que no conocen decencia

con mezquinas apetencias

empezaron a destruirnos

y con engaños a hundirnos

en la fatal decadencia.



Comenzaron por cerrar

"Ramales improductivos"

ferroviarios serían "chivos"

que expiarían sus codicias

y con brutal avaricia

armaron lo destructivo.



Revolotearon caranchos

sobre tu vieja Estación

y viste con desazón

que robaban y destruían

y tu corazón herían

sin ninguna compasión.



Así un día te paraste

y de injusticias ya harto

diciendo yo no comparto

lo de estos malvados

te quedaste bien parado

a las cinco menos cuarto.



Pasó talvez mucho tiempo

por tu justa rebeldía

pero observaste un día

con esperanza y asombro

que alguien puso el hombro

porque arreglarte quería.



Desde puntos muy lejanos

turistas y visitantes

que mucho admiran el arte

vienen a ver el museo

y expresan con su deseo

funcionando contemplarte.



Y casi igual que a pinocho

vino a salvarte el doctor

y poniendo lo mejor

artesanía y paciencia

pero además de su ciencia

sobre todo puso amor.



Pues todos querrán saber

como se llama ese hombre

pero que nadie se asombre

ya agradezco su gauchada

y sepan que no cobró nada

Marcos Brunoldi es su nombre.





*Autor: Carlos Alberto Martino (Beto)

-Este poema fue encontrado en una locomotora por Carlos Antonio Dinamarca. carlosadina@hotmail.com

-Maquinista de oficio-













*





Pasaron 32 años del último tren. Hoy lo estamos reinaugurando. Pero no viajamos a Carhue. No tenemos recursos. Nos reunimos al pie de una estatua en la ciudad de Buenos Aires. El autor grabo su nombre y el año: Aime Millet. París 1880. La base de granito avisa que Adolfo Alsina vivió de 1829 a 1877. Fue gobernador de la provincia y quien ordenó la construcción de la "zanja de Alsina" destinada a contener y avanzar sobre las tierras de los pueblos originarios. El hombre murió en Carhue y le dió su nombre al partido de la provincia de Buenos Aires desde el que hoy parte el inventren.

Al pie de esta estatua nos reunimos unas pocas personas.

Son amigos con los que he compartido cosas en estas tres décadas.

En 32 años pasamos del terror de la dictadura al terror difuso de los virus y de la desidia.

De Martínez de Hoz enviando a una empresa amiga para que los rieles sean prontamente levantados a este presente del gobierno cuya especialidad es la negación sistemática seguimos siendo un país de víctimas, de corrupción, de impunidad.

En camino a la plaza Libertad veía restos de los afiches de la campaña que concluyo en las elecciones del 28 de junio. En uno de ellos la candidata con su rostro afinado por los prodigios del arte en la fotografía dice: "No te subas al tren fantasma". Curiosa frase. Me hace dudar del sentido de realidad de la clase política en su conjunto. Es el país y la fuerza de la buena gente que resiste la devastación y el saqueo y hasta la falta de sentido común de sus gobiernos. No somos nosotros los que estamos subidos al tren fantasma. Son ellos que no se bajan de su oficio de comerciar con la ilusión y empeorar la vida de la gente.



Aun sea una tarea imposible más de las que he emprendido en mi vida, elijo subirme al tren de la escritura e intentar un improbable recorrido por 52 estaciones y alrededor de tres años de duración.

Me acompañan amigos y recuerdos.

Los invito a seguir escribiendo.





*Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com









Próxima estación: J. V. CILLEY.


ROLITO.
SATURNO.
SAN FERMÍN.
CASBAS.
EDUARDO CASEY.
ANDANT.
CORONEL M. FREYRE.
ENRIQUE LAVALLE.
CORACEROS.
HENDERSON.
MARÍA LUCILA.
HERRERA VEGA.
HORTENSIA.
ORDOQUI.
CORBETT.
SANTOS UNZUÉ.
MOREA.
ORTIZ DE ROSAS.
ARAUJO.
BAUDRIX.
EMITA.
INDACOCHEA.
LA RICA.
SAN SEBASTIÁN.
J.J. ALMEYRA.
INGENIERO WILLIAMS.
GONZÁLEZ RISOS.
PARADA KM 79.
ENRIQUE FYNN.
PLOMER.
KM. 55.
ELÍAS ROMERO.
KM. 38.
MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.
LIBERTAD.
MERLO GÓMEZ.
RAFAEL CASTILLO.
ISIDRO CASANOVA.
JUSTO VILLEGAS.
JOSÉ INGENIEROS.
MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.
ALDO BONZI.
KM 12.
LA SALADA.
INGENIERO BUDGE.
VILLA FIORITO.
VILLA CARAZA.
VILLA DIAMANTE.
PUENTE ALSINA.
INTERCAMBIO MIDLAND.



*


Exposición de
Walkala
(Luis Alfredo Duarte-Herrera)
en Oberndorf bei Salzburg

"Walkala, la fuerza de la imagen"

Invitación a la inauguración
El lunes 22 de Junio 2009, 19:30 horas

Lugar:
Librería "Buchgarten"
Römerweg 3
A-5110 Oberndorf bei Salzburg
Tel: +43 (0)6272 20632

Más informaciones en:
www.walkala.eu
www.galeria.walkala.eu

Duración de la exposición:
22 de Junio a 28 de agosto 2009
(Del 3 al 17 de agosto estará cerrada la librería por vacaciones)

Horarios:
Lu. - Vi. 8:00 a 12:00 y 14:00 a 18:00 horas
Sábados: 10:00 a 14:00 horas


Cordial invitación de:

YAGE, Verein für lat. Kunst,Wissenschaft und Kultur
www.euroyage.org
Schießstatt Str. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067




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