lunes, octubre 13, 2008

COMO SI NUNCA HUBIERAN EXISTIDO...





*Ilustración: Ray Respall Rojas tgrafica@cubarte.cult.cu
-Indicar "Para Ray", en el asunto del correo.




LA PELAMBRE DEL OSO*




Si te dices amor / espera corazón mío / espera.
Busca…el odio merodea en tu propio pelambre
Busca en la sombra del lobo que te sigue.
En la vertiente clara de la luna apuñalada
En las sienes del gigante de barro.
En la piedra que se esconde en la muralla hambrienta.
Busca en el perfume de las rosas de cera



Si te dicen /te odio / escucha las mareas.
Allí estará la voz agazapada del amor
Las manos levantadas en el templo del mar.
Los ojos acerados del aquel enceguecido amor
Que avanza un paso y retrocede dos



Si te dicen no te amo, espera corazón.
Quizás lo encuentres cuando no lo busques



*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar







COMO SI NUNCA HUBIERAN EXISTIDO...





La maja*



Rodeada de palomas
la maja,
en su vestido negro
de bolsas de basura,
es una dama.
Manos de mariposa
que reparten el pan
sus ojos luminosos
me miran al pasar.
Brilla su pelo blanco
de paloma en el aire
su corazón es náufrago
de la calle
y del mundo.
Devuelve mi sonrisa,
arcoiris del día
su voz en el bullicio
me murmura un adiós.
Y la tarde apurada
me roba su hermosura.




*de Ana Broglio. anabroglio2@yahoo.com.ar







El trabajo*


Después de pasar una selección con cuatro personas mas, le aceptaron para el trabajo y le adjudicaron camerino para que cambiara lo más deprisa posible. En el Circo Plumkier las funciones se juntan unas con las otras y acabada la de tarde se inicia la de noche al cabo de cinco minutos.

Vestido con aquella chaqueta larga de color rojo intenso con charreteras doradas y los pantalones negros metidos dentro de las botas de caña alta apareció en la pista y lo dirigieron hacia una reja de hierro.

Entró con un látigo en la mano que le entregaron al cruzar la puerta y se encontró en el centro de una jaula con siete leones que le miraban recelosos desde lo alto de unas peanas de hierro. El público aplaudió su entrada y el micrófono anunció el número más importante del Circo Plumkier: "Los leones salvajes de Tanzania". Uno de los leones saltó desde la peana a su lado y lo olisqueó. Inmediatamente, los otros seis, se le echaron encima y empezaron a darle dentelladas. Ya le había extrañado que para el puesto de acomodador le dieran aquel traje tan extraño y aquel látigo.



*de Joan Mateu. joan@cimat.es






La araña entreteje la tela*





Busca diseñar una escarapela

Sostenida entre las hojas verdes

De la caprichosa enredadera

Con sus anteojos de sol

Trenza, cruza, entrelaza

El suave pero firme hilo de seda

De él surge el color blanco

De la nieve permanente

Y en su trama singular e inteligente

Con el viento acariciando su figura

Va tejiendo y destejiendo la estructura

Reflejando el celeste de un cielo transparente.







*De Nora Azul del Rosario Akimenco azulaki@hotmail.com







PALOMAS*




Era el muchacho más travieso de la cuadra, no paraba de atormentar a los perros, de tumbar tendederas de ropa, las ventanas cerradas eran un codiciado objetivo para sus pedradas, las abiertas eran víctimas de sus asomadas indiscretas. Era, además, el guapito de la vecindad… siempre dispuesto
a una pelea, fuera el motivo que fuera, llevara o no la razón. Jamás perdía, porque por muchos golpes que recibiera, aguantaba y seguía, murmurando por lo bajo “los hombres no se rinden, los hombres no lloran”.

Y así fue, hasta que le regalaron una pareja de palomas. Desde entonces pasaba el tiempo abstraído en el palomar que se construyó en la azotea, usando maderas viejas, trozos de zinc, retazos de malla. Llegó a tener dos docenas, vivía orgulloso de ellas, entrenándolas a partir en bandada y regresar al llamado de sus silbidos. Les entregaba un afecto, una bondad y una paciencia de la cual nadie lo había creído capaz.

Pero una mañana el barrio entero despertó ante su llanto: le habían robado las palomas durante la noche. No habían dejado rastro, era como si las aves nunca hubieran existido. Quién sabe si fue por pura maldad, para revenderlas a algún criador, o en venganza de alguna travesura pasada.

No podía parar de llorar… sus lamentos y suspiros se escuchaban con claridad, viajando por la transparencia del aire, colándose por las ventanas de las casas como sus pedradas y sus miradas de otrora. Las gentes se asomaban y lo veían, rendido, como un muñeco roto, sin cuidarse siquiera por secar las lágrimas que le corrían del rostro a la camisita sucia. Los que llegaron a odiarle, se condolían con la sinceridad de su tristeza.

Y abajo el padre, que lo crió sin ayuda desde que la madre muriera en el parto, le decía, llorando en silencio:

- ¡Baja, mi hijito, recuerda que los hombres no lloran!




*de Marié Rojas tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)







Los hombres con alas*



No se sabe si fue producto de una mutación hormonal o quizás fue una variación del ADN en algún experimento poco controlado, la cuestión es que empezaron a ser habituales los nacimientos de hombres con alas.
Esto creó confusionismo y también envidias. Las facilidades de desplazamiento, la nula polución y los ahorros en viajes, fueron factores determinantes para que se fueran introduciendo rápidamente en la sociedad.
El hecho de que cada día hubiera más hombres con esta característica, hizo temer una dominación de los alados, lo que creó temores en el resto de la población. Sin embargo todo se solucionó cuando se pusieron de moda los colchones de plumas.




*de Joan Mateu. joan@cimat.es







*







Soñé que me llevaban haciendo turismo a un castillo en Italia.

Desde lo alto se veía el mar azul. Había algunos hombres y algunos invitados, entre otros mi padre.

Mi preocupación en el sueño era como iba a pagar eso, la magnífica belleza de ese lugar También tenía cierta inquietud porque algunos hombres me pretendían al mismo tiempo y temía a los problemas, peleas, disgustos que esa situación podría traer aparejado.

La preocupación económica era bastante obsesiva y opacaba bastante el disfrute .Tanto así que cuando me desperté, quedé sin mar azul y sin deuda



Si tienes un sueño tan vivo. Si adentro tuyo está ese paisaje

simplemente hay que disfrutarlo. Te lo merecés, vos lo creaste.





Como el muro que cayó una vez, quizás caiga con este terremoto financiero en el bolsillo del Imperio (iba a decir corazón pero no tiene) esa idea de que todo se compra, se vende, se paga, ese dios del dinero.



Aprendí soñando que lo más bello no tiene precio. Todavía hay en los mercados rodajas de crepúsculos, grandes ofertas en amaneceres





*de Cristina Villanueva. libera@arnet.com.ar





Historias heroicas y solidarias en medio del drama aborigen
Los primeros médicos tobas y los voluntarios de siempre dan batalla en El Impenetrable chaqueño.*


*Por Horacio Bilbao. hbilbao@clarin.com


"Pese a toda la ayuda, la situación sigue siendo de emergencia", dijo Patricia Sosa a Clarín.com

Fotos
Videos

"Les entregan colchones y alimentos, pero nadie les pregunta en realidad qué necesitan", dijo Rolando Núñez, del Centro Nelson Mandela. Por Horacio Bilbao, enviado especial a Chaco.

EJEMPLO. JULIO ARGENTINO GONZALEZ, EL MEDICO TOBA QUE SE RECIBIO EN CUBA,
HACE ESCUELA ENTRE LOS SUYOS..


Hace unos días se olfateaba muerte en lo de Melitona Enrique. Ahora hay fiesta. Rayando los 108 años esta viejita que es toda una institución para el pueblo toba tuvo un raro privilegio, uno más en su historial de salvaciones. Ella es la única sobreviviente de la masacre de Napalpí, carnicería de medio millar de tobas ocurrida allá por 1926. Pero esa es otra historia.
Ahora, en estos tiempos en que sus congéneres con mucho viento a favor pasan de los 40 años de vida golpeados por la desnutrición, el Chagas o la tuberculosis, ella vuelve a respirar, y lo hace de la mano de uno de los dos médicos tobas, el chaqueño Julio Argentino González. Su flamante título obtenido en Cuba, todavía tramita equivalencias en la lejana Buenos Aires.
Pero él ya piensa en voz alta cómo mitigar los males de El Impenetrable.
Claro que para Julio el privilegio es todo suyo. Habla en lengua Qom con Melitona y entiende al instante cuando ella le explica que a la comida del hospital no la aguanta y que en su situación, sólo quiere alimentos naturales. Entiende todo Julio, que de niño revolvía la basura buscando comida. "Es un orgullo para mí poder atender a Melitona, una persona tan importante para nuestra historia", dijo desde Machagai, Chaco.
Acompañado por su madre y por una flamante enfermera toba que también acaba de recibirse en Cuba, no oculta la emoción. Y sufre cuando relata el panorama trágico que extingue a su gente. En los últimos años recrudecieron las muertes en el Impenetrable y la situación sanitaria, descontrolada desde hace rato, mató a más de 20 tobas el año pasado y a otros 10 en lo que va de este 2008 sólo en Villa Río Bermejito. "En Bermejito recién tenemos dos médicos, nos cuesta radicarlos, siempre nos faltan recursos humanos y por eso es tan importante lo que hacen estos chicos", grafica Roberto Sobko, director de Medicina Indígena de Chaco.
Por ahora los agujeros se tapan con médicos itinerantes. Entre ellos están Daniela Recalde y Ramón Dotto, una pareja de cordobeses recién llegada al Impenetrable, pero que a fuerza de humanismo, no para de ganar confianza.
Vienen de Neuquén y de Venezuela los cordobeses, donde trabajaron duro siempre con las comunidades aborígenes.
Y hay casos aislados que dan el ejemplo. Como el del oftalmólogo marplatense Eduardo Gaspari, que por una semana trasladó su consultorio al corazón del Impenetrable. Ya son varios los Tobas con anteojos. Y un hombre que se creía ciego lloró largo y tendido cuando comprobó que un buen aumento le devolvía
la visión.
"En dos meses junté seis camiones con sus respectivos semis", le dijo a Clarín la cantante y actriz Patricia Sosa, que desde enero de este año ya viajó tres veces al Impenetrable con donaciones de todo tipo. Historias, misiones de vida en algunos casos, que contrastan con las de otros médicos huidizos que no tocan a sus pacientes ni con un palo. Sobran denuncias de este tipo en el Impenetrable. Allí mismo, el último informe de la Defensoría destaca la queja de un asistente sanitario toba cuya jefa en el puesto le dijo que no formara a sus parientes porque su tarea "no es educar al enemigo".
También llueven denuncias contra la Policía. "Mucha de la gente que viene a trabajar aquí lo hace por el sueldo (zona desfavorable) o porque está castigada", retrata la obstetra de un puesto sanitario. Despersonalizados, tobas, wichís y mocovíes ceden terreno. Se ven casos de aborígenes que prefieren hijos mestizos, porque así tienen más oportunidades. Se vuelven evangelistas y católicos sin mayor resistencia y cada vez más, dejan de lado su filosofía, su religión y sus costumbres.
Un dato impactante revela este fenómeno, en la zona ya hay 84 templos evangélicos contra uno católico. Cualquier parecido con la época de la colonia, es pura coincidencia. También crecen las disputas de pobres contra pobres y hasta un intendente denunciado por racismo hay. Lorenzo Heffner, al frente del municipio de Río Bermejito, fue denunciado por los propios tobas por xenófobo.
A esto suma una causa penal y otra denuncia por acoso sexual contra la toba Susana Ocampo. Y sin embargo, lo eligen. Claroscuros de una región que tiene indicadores sociales y económicos más parecidos al Africa que al promedio argentino. "La solidaridad es mucha, para que no se nos sigan muriendo
necesitamos coordinación", dijo Sobko. El primer parte del primer médico toba dice que Melitona está fuerte y que quiere vivir. Entre quienes la ayudan, ya hay uno de los suyos.


*Fuente: Clarín
http://www.clarin.com/diario/2008/10/13/um/m-01780607.htm






La niña del espejo*



Apenas tendría
ocho años.
Por la calle
sin peligro de tropiezos
-aunque los autos…-
ropas tristes
venía
quién sabe de qué
errancias.
Como perritos la seguían
dos pequeños hermanos.


Levantado a la altura de
su rostro
un gran espejo
roto en el costado:
ella le hablaba
fascinada
a su reflejo
olvidada de sus hermanitos
de la calle
olvidada de todo
encontrándose.


*de Verónica M. Capellino. veroaleph@hotmail.com








LA GRAN DEPRESION DE 1929 Y LA CRISIS FINANCIERA DE 2008

Fantasmas del New Deal*


El tema es excluyente entre los que perdieron millones y los que tiemblan por su jubilación: ¿otra vez lo mismo o una distinta? En medio de la campaña presidencial, parte de lo que hablan los votantes parece salido de la década del treinta, con el fantasma de Roosevelt y su política en el centro de las fantasías, las expectativas y los temores.


* Por Ernesto Semán
Desde Nueva York


El martes a la noche, mientras Barack Obama pasaba fláccidamente por arriba de John McCain durante el debate televisivo, en tres casas distintas de Nueva York la gente empezaba a relatar los primeros impactos de la crisis en las finanzas domésticas. Que AnnMarie Leal decidió postergar un año su
jubilación como empleada pública para tener acceso pleno al seguro social después de que se licuara la mitad de su fondo de retiro. Que Javier Jiménez, aun lejos de su jubilación en el gobierno de la ciudad, lleva perdidos 10 mil dólares de su retiro en las últimas dos semanas. Que a Thomas Cross, a mitad de camino de su vida económicamente activa, le desapareció por completo delante de sus narices el fondo reservado para la universidad de su hijo mayor.
A la mañana siguiente, los kioscos estaban empapelados con la tapa del New York Post, el diario de mayor circulación de la ciudad. El fondo negro y las letras grandes en tamaño catástrofe para recordar uno de los lemas más citados de Franklin Delano Roosevelt: "A lo único que tenemos que tener miedo es al mismo miedo", a lo que el periódico agregaba, "FDR tenía razón por entonces, y tiene razón ahora".
La frase tiene particular reverberancia en estos días, y a primera vista no faltan razones. Fue parte del primer discurso de Roosevelt como presidente en 1933, en el momento más agudo de la depresión económica norteamericana, mientras acumulaba la mayor cuota de poder posible para avanzar contra lo
que describía como el "innombrable, irracional e injustificado terror que paraliza las fuerzas que se necesitan para convertir nuestro retroceso en un avance". Desde entonces, el lema ha sido usado, manipulado, acomodado, en boca de todos, adaptado, convertido en un tupperware en que (casi) todo
cabe. El mismo día en que el Post -un diario conservador y popular cuyo dueño es el magnate australiano Rupert Murdoch- tocaba su vena histórica más populista, la dirección del Investment Strategy Group de Goldman Sachs envió un e-mail a los ejecutivos y empleados de su Private Wealth Management que
empezaba proclamando: "A lo único que tenemos que tener miedo es al mismo miedo". La firma machacaba con que "lo que no se justifica es el temor a que estemos en una senda económica similar a la de la Gran Depresión", e invitaba a sus empleados a que incitaran a sus clientes a expandir "incrementalmente" sus portfolios, estimando que los stocks subirán un 30 por ciento en los próximos nueve meses.
"Codicia, eso es. Codicia", dice Gus Vlahadhas mientras manosea la tapa del Post por quinta vez en lo que va de la mañana, buscando la nota sobre Richard Fuld, el jefe de Lehman Brothers al que un vecino lo bajó de una trompada mientras corría en la cinta del gimnasio. Gus es el dueño de Tom's Diner, uno de los bares más tradicionales de Brooklyn, favorito de bomberos, policías y trabajadores hasta la última década en la que la nueva vecindad le agregó nuevos clientes y turistas y largas colas en la puerta y buenas críticas en los medios. Gus recorre las mesas y conoce a la mayoría de los clientes, en línea con la tradición de su padre Tom, que fundó el Diner en 1936, justo durante la Depresión que hoy está en boca de todos. Entre la mayoría de inmigrantes griegos que motorizan "diners" de los Estados Unidos,
la figura de Roosevelt tiene dimensiones épicas. Desde el recuerdo de Gus hasta la paredes del modesto café de Pittsburg -la vieja capital de la siderurgia- donde aparece junto a todas las leyendas griegas imaginables, el presidente norteamericano es el sinónimo del clima de movilidad social ascendente en el que crecieron estos negocios.
"¿Qué puede hacer uno?", se pregunta a sí mismo. "A mí los precios mayoristas me subieron como loco, pero yo no puedo aumentar nada, así que uno se acostumbra a ganar menos y menos. Si sobreviví antes, voy a sobrevivir ahora." En el "qué se puede hacer", más que en la licuación de su margen de ganancia está la clave de por qué ésta no es la Gran Depresión, ni lo que viene será el New Deal.
En una semana en la en que todo temblaba, George Bush decía con razón que la recuperación llevará tiempo, y el debate presidencial reventaba todos los ratings, mucho se preguntaban por qué Obama no aprovechaba para proyectarse épicamente hacia el futuro, dejar un poco de lado la enésima explicación
sobre el impacto de su política impositiva en el primer quintil de la economía, anunciar un programa masivo de recuperación y convocar al pueblo norteamericano a una gran cruzada para retomar la calidad de vida perdida.
Se preguntaban, a su modo, por qué Obama no hacía un poco de Roosevelt.
El candidato demócrata tendrá sus razones logísticas. No sólo no cambiar de estrategia si la actual le da resultados, sino evitar que gestos más enérgicos se procesen bajo los códigos racistas impregnados en este país: una parte no menor de la sociedad norteamericana aún se incomoda si el que levanta la voz es un negro. En aquel entonces, la alianza social del New Deal tuvo en la clase trabajadora blanca su sustento más poderoso. Hoy, el Partido Demócrata perdió trozos de ese sector, los que quedan adentro fueron los más resistentes a su candidatura durante las primarias, y en cualquier caso la clase trabajadora casi desapareció de sus campañas electorales, reemplazada por una vaga clase media que representa la misma cosa con distinto tenor. Parece una broma de hoy, pero para volver a escuchar la
expresión "clase trabajadora" en el centro de la política hay que escuchar los discursos de Sarah Palin reclamando el legado de "los trabajadores americanos", o ir al Museo de la Ciudad de Nueva York, que en estos días monta una exhibición sobre campañas electorales. En ocho pantallas distintas se repiten los avisos de todas las elecciones desde 1956. En 1976, Carter y Ford llaman insistentemente a la clase trabajadora, que de ahí en más empieza a desaparecer del lenguaje político local.
Parte de esa clase trabajadora que emergió con el New Deal desapareció junto con los pueblos donde vivía. En localidades como Brownell, en medio del estado de Kansas, el cartel rotoso invitando al picnic del día del trabajo es el único recuerdo de que alguna vez allí vivieron -y no muy bien- centenares de trabajadores rurales e industriales. Difícil de imaginarlo en el pueblo fantasma que es hoy, cuyo último censo registró 48 habitantes.

La mesa de lujo
A otros lugares, el debate sobre el New Deal apenas llega, como a la mesa en donde Alain y su mujer celebraban el cumpleaños de su hija A. al día siguiente del debate. Alain es un francés con enormes inversiones inmobiliarias, que reparte su tiempo entre París y Greenwich, el exclusivo suburbio para nuevos y viejos ricos de Connecticut "que tiene de bueno que uno puede bajar e ir a la cancha de fútbol, caminar, no usar el auto, disfrutar y preservar el medio ambiente".
La cena infinita para quince amigos es en Compass, un restaurante desmesuradamente caro del Upper West Side de Manhattan, al lado del más tradicional Café Luxembourg. Son las siete y media de la noche del miércoles y ambos restaurantes están casi vacíos. En la sala vidriada reservada por
Alain, la crisis y la política son un paisaje de fondo, un ruido en la conversación anodina de todos los días. Aquí, donde las pérdidas están siendo millonarias, la debacle apenas si le da contexto a la despedida del socio comercial que se marchó a Nuevo México, o para que Steve despotrique contra su hermano que acaba de perder fortunas por actuar irresponsablemente y reivindique a su padre por haber sido prudente. Steve, que vive y vota en Ohio, tiene un fondo de inversión que controla, entre otras cosas, una cadena nacional de importación y distribución de bebidas alcohólicas.
Definido como un "conservador fiscal" con un paladar "certificado" por la industria del vino, Steve replica los gestos que los profesionales de la industria del vino han expandido en las últimas décadas, exhibiendo en público los procedimientos de catación otrora reservados a la privacidad de las bodegas. Cuando el vino llega a la mesa, después de zarandear la copa por unos segundos, toma un pequeño trago con el que enjuaga su boca, regurgita en la mesa y emite los sonidos de quien está preparando una
escupida. "Hmm... Anchoas, madera, anís... Excelente, Alain", dice por fin, y puede dedicar unos instantes a repasar la política de estos días, con más desdén por la simpleza provinciana de Palin que por las ideas de Obama.
Entre las muchas cosas difíciles de imaginar, el New Deal produjo una abrupta disminución de la brecha social de los Estados Unidos, cuyo uno por ciento más rico pasó de concentrar el 21 por ciento de la renta antes de la depresión a menos del 12 a la salida de la misma, mientras los ingresos asalariados crecían en consecuencia. Una curva similar a la que luego viviría Argentina durante el peronismo; algo que Perón entendió primero que nadie y no se cansaba de presentar a su incipiente movimiento como un legado "del gran presidente Roosevelt" en "la lucha para subordinar a las plutocracias al poder público".
A otros, no tan ricos, el New Deal les parece tan lejano como preocupante.
Como a Mark Fornasiro, de Nueva Jersey, a quien incluso el tono de Obama le hizo sonar las alarmas. Mark sobrevive con alguna comodidad invirtiendo en el sector de transporte, y en un café de Washington Avenue, en Hoboken, al otro lado del río Hudson frente a Wall Street, aún se pregunta "si Obama es suficientemente capitalista como para no agregar aún más riesgos", después de escuchar que el candidato demócrata no promoverá acuerdos de libre comercio, no con el énfasis de sus predecesores.
En verdad, hoy por hoy, la crisis apenas tiene reminiscencias semánticas con el crac que dio origen al New Deal. Y es difícil imaginar que llegue a parecerse a aquella debacle, que combinó un desempleo del 25 por ciento (frente al 6 por ciento actual), una caída de la actividad industrial del 40 por ciento y la desintegración de buena parte de la estructura productiva estadounidense. Y si eso explica en parte los límites de la vieja retórica, tampoco es motivo de optimismo para los 3,6 millones de personas que perdieron sus casas en los últimos 18 meses, ni para los que tienen sus finanzas empernadas entre la inflación y la falta de crédito. Margaret Palca cree que la idea de cerrar el café y la panadería mayorista que conduce desde hace veinte años es algo para considerar. "No quiero cerrar, soy
panadera y es lo que sé hacer y me gusta, pero tampoco quiero perder más y más plata", dice con algo de brillo involuntario en sus ojos.
Margaret es una mujer pequeña pero dura, de ojos claros y voz tersa. Se sienta en una mesa de su café, las manos con marcas de harina y chocolate, al final de un día infinito. Con el delantal y el pañuelo blanco, corporiza como pocas el ideal de mujer trabajadora de la iconografía soviética. Tiene
una lectura atenta y personal de las finanzas de su negocio sobre la calle Columbia, en Brooklyn, recuerda que la caída en las ventas del 2001 arrancó mucho antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre, y que en verdad "el Halloween de ese año fue uno de los que más trabajo hubo, la gente necesitaba juntarse". Con tono muy bajo, agrega que "pasamos por distintas etapas, pero ésta es la peor".
Margaret es la hija de Alfred Palca, el guionista de Hollywood que rechazó delatar colegas o escribir con seudónimo y fue condenado al ostracismo durante el macartismo. De los que no fueron Alfred Palca en esos años, Orson Welles decía que "la izquierda francesa colaboró con la Gestapo para salvar a sus hijos y sus mujeres; la izquierda norteamericana lo hizo para salvar a sus piletas". "Estoy muy orgullosa de mi padre", acota ella. Hoy, su café es uno de los pocos en la zona que no ofrece el New York Times ni conexión a Internet; una nutrida clientela fiel de vecinos y trabajadores de la zona parece indiferente a la competencia, y más dependiente de los panes y masitas del local. Pero los problemas de Margaret golpean en la distribución mayorista, "porque no puedo reducir más mis márgenes. Hace un año yo pagaba la bolsa de harina de 100 libras (unos 45 kilos) a 20 dólares. En unos meses pasó a 60, y ahora está en 39. La cuenta de electricidad aumentó un 20 por ciento, no tengo manera de trasladar todo ese aumento ni de absorberlo".

Los dos cracs
Por donde se la mire, la analogía con la Gran Depresión no es históricamente exacta. Más bien, invita a hacerse una idea del presente. No tan distinto a cómo la opción entre Kirchner y López Murphy definía ideas sobre por qué había ocurrido la debacle del 2001 en la Argentina, en la retórica del New Deal se cifra qué lectura hacer de la crisis actual. Con la quiebra de Fannie Mae y Freddie Mac, firmas destinadas a agilizar créditos hipotecarios entre sectores populares y cuya caída está en el centro del
crac actual, muchos explican la crisis en torno del argumento de que, en verdad, el problema fue haberle prestado plata a la población de bajos ingresos. Con todas sus imperfecciones, la figura del New Deal es un formidable contrapeso a esa idea, aun si de ahí no se desprende una política de obra pública como la de los años '30.
El viernes, antes de las 10 de la mañana, el Dow Jones seguía cayendo mientras en el edificio de la Corte del estado de Nueva York en Brooklyn se armaba una pequeña fila para emitir los primeros votos de la elección presidencial. Algo menos de veinte personas -casi todas mujeres negras, de entre treinta y sesenta años- esperaban para emitir su voto anticipado por razones de fuerza mayor (cada estado regula de forma distinta el voto por anticipado). Apenas media hora antes, en el pueblo de Chillicothe, en Ohio, Obama hablaba para una pequeña multitud entusiasta de trabajadores blancos: "En Estados Unidos hay trabajadores y tecnología y coraje para salir de esto. Hay que animarse al cambio. A lo único que tenemos que tener miedo es al mismo miedo".



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-113197-2008-10-12.html









El último animal del mundo*




El hombre lee a Conrad.
Así, tal cual me siento yo. -se dice. Con su vida bien adentro de "El corazón de las tinieblas".
En algún punto todo le resulta ajeno y hasta horroroso. Un exiliado de su propia vida.
Alguien que se pregunta donde estuvo y donde esta la vida verdadera.
En una espesa bruma, y no importa demasiado si es un río que se interna en las venas abiertas del África. O es un barrio de Temperley.
Es el exilio. La sensación de desterrado. Y todo mientras el hombre, abrumado en sus propias imágenes no puede avanzar de la página 79.

Pero ocurre un pequeño milagro para sacarlo de la lectura y -un rato- de oscuros pensamientos a tono con el relato donde la soledad existencial es un "no lugar" permanente más allá de tiempos, geografías y tecnologías.

Llega su hija con una insinuante sonrisa:

¿Cual es el último animal del mundo?

No se, -dice el hombre sin demasiada imaginación.

-El delfín... -dice y se ríe con ganas y lo contagia al hombre que se ríe y se permite un instante de felicidad.
Y aclara, por si las sonrisas no alcanzan:

Por que es el animal Del... Fin....



*De Eduardo F. Coiro. inventivasocial@hotmail.com







Convocatoria*



El trilingüe Magazín Cultural Latinoamericano XICóATL "Estrella Errante" (impreso y digital), que desde hace 17 años se edita en Salzburgo, Austria, convoca a ensayistas, narradores y poetas a colaborar con el trabajo de difusión cultural que llevamos a cabo.

Las colaboraciones deben tener una extensión máxima 4 páginas para ensayo y cuento. Para poesía se ruega enviar una selección de poemas de un máximo de 10 páginas. Los escritos deben acompañarse de un breve curriculum vitae (que contenga la dirección postal) y una foto digital del escritor a la dirección euroyage@utanet.at
Los textos seleccionados serán traducidos al alemán y publicados de manera digital e impresa.

Más informaciones sobre nuestra labor cultural sin ánimo de lucro en Europa encontrarán en nuestra página de internet www.euroyage.com
Cordial saludo,


*Dr. Luis Alfredo Duarte-Herrera
Director de YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schiessstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel: ++43 662 825067




*


Queridas amigas, apreciados amigos:



El domingo 12 de octubre del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor argentino Pablo Espada. Las poesías que leeremos pertenecen a María Elena Solórzano (México) y la música de fondo será de Yawar Inka (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!


ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067




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