miércoles, septiembre 24, 2008

CON ASOMARSE AL UMBRAL DE SU MUNDO Y PREGUNTAR...



*Ilustración de Ray Respall Rojas. tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "Para Ray" en el asunto del correo)





Axioma*




Si pudiera tomar tus ojos
Y rebanar tus pupilas con una navaja,
Entonces te diría que te quiero.


Si así fuera capaz de decírtelo,
Enterraría un par de varillas:
Una en cada uno de tus oídos.


El amor suele ser doloroso,
Y de seguro te escucharía gritar;
En tal caso ahogaría tu rostro
En el fondo de una tina
Mientras tu sangre le da al agua
Un vivo color a ti…


Si pudiera hacerlo,
Empezaría todo
Clavando tus manos a un tablón
Amarrado a tu cuello,
Y pasaría con cariñosa fuerza
El filo de una segueta por tus pies,
Para que no pudieras correr ni defenderte…


Si lograra todo esto sin que nadie interrumpiera,
Volaría mi cabeza con el filo de un vidrio;
Aún cuando ya no lo vieras,
Ni lo sintieras,
Para dejarte tranquila mientras
Te confundes con el agua…


Si pudiera así quererte,
Sin duda lo haría…
Lamentablemente para nosotros
Aún no te quiero,
Pero algún día sucederá,
Y felizmente te lo haré saber.



*de hugo ivan cruz-rosas. quetzal.hi@gmail.com






CON ASOMARSE AL UMBRAL DE SU MUNDO Y PREGUNTAR...






ÁNGEL TRISTE*



Ángel de carita sucia
Que devoras un trozo de pan
Mientras miras al mundo, temerosa,
De que esta dicha también te sea arrebatada.

Conozco tu deambular en las calles
A solas, fugaz compañera de la luna,
Presa fácil de los depredadores
Protegida por las sombras que te acogen.

Sé de tus lágrimas, tu hambre y tus temores,
De la ausencia de besos,
De hogar,
De la falta de todo,
Menos, tal vez, de pesadillas.

Hundiendo los pies en el barro,
Sueñas con Jauja,
Con Nunca Jamás,
Con la Tierra de las Maravillas,
Aunque no sabes nombrarlas.

Mas no hay para ti alfombra voladora,
Ni viajes a través del espejo,
Ni siquiera habrá
Juguetes bajo la almohada cuando caigan tus dientes.

No te rescatará de las fauces de la bestia
Un príncipe azul, ni un hada,
Quizás ignores el nombre de tus sueños,
Nadie te lee cuentos.

Si pudiera, ángel triste,
Llevarte donde voy,
Si con un solo verso
Lograra regalarte una sonrisa...




*de Marié Rojas tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "PARA MARIÉ" en el asunto del correo)









LOS PASOS*





La línea del horizonte semejaba un mar ardiente, al que las pajas le daban color y movimiento. Una mancha móvil se perfiló en él y fue tomando forma poco a poco.
Jinete y caballo parecían una sola cosa.
A la sombra del alero del rancho, el hombre, la mujer y la niña compartían la mañana.
De la acequia que pasaba al lado, llegaba un intenso olor a menta.
Estaban sentados en rústicas sillas de madera con asiento de cuero de vaca, la de la niña era más pequeña.
La mitad de un tambor de metal servía de base a una mesa de madera rectangular, también de confección artesanal.
Sobre un mantel muy limpio confeccionado con tela de bolsas de harina, se habían dispuesto los implementos para el desayuno.
La niña tenía en su mano un trozo de torta casera y un jarro enlozado con leche tibia, endulzado con azúcar quemada con una brasa extraída del brasero de hiero fundido con base circular, que estaba al lado de la mujer. Ella, tomó el mate, colocó gajitos de menta y cedrón. Con una cucharita de alpaca fue colocando, lentamente la yerba que extrajo de una azucarera de madera. Colocó unas cucharaditas de azúcar y nuevamente yerba. Cuidadosamente, tomó la pava y volcó el agua en el mate hasta que asomó la espuma, sorbió y tiró el primer trago. Repitió la ceremonia. Más que limpiarlo lo acarició con un pulcro trapo.
Los dos, mujer y mate se entregaron al hombre. Él, interrumpiendo el trenzado del lazo, lo recibió con respeto tal como los feligreses reciben la hostia y acercando la bombilla a su boca, con la vista puesta en su mujer, besó a ambos.
La niña, entregó el tazón vacío a la madre y se sentó en el suelo como solo los niños, o los contorsionistas pueden hacerlo, con las piernas dobladas hacia fuera. Se entretenía con un palito con el que trazaba un sendero paralelo al sinuoso camino que transitaban las hormigas cargadas con hojas de olmo...
La silueta que se insinuaba, tomó forma, el jinete levantó su única mano en saludo y se perdió tras la curva de los chañarales.
La voz de la pequeña sonó cristalina en la mañana clara, mirando en dirección al hombre que acababa de pasar.
“¿Porqué le dicen el manco? –“
Se hizo un breve silencio en donde solo se escuchaba el bullicio de los loros en el naranjal. Fue la madre la qué dio la respuesta.
“-Dicen que un carro le piso la mano –“
El hombre miró a la mujer, inescrutable, no dijo nada. Se levantó despacio, se rascó la oreja derecha y guardó prolijamente sus enseres en una bolsa de lona que colgó de un gancho de alambre atado al olmo.
Tomó la niña en sus brazos y se dirigió al caballo que pacía tranquilamente bajo la sombra de un gran caldén.
“Ya venimos vamos a la represa a darle agua al petiso-“

Subió ágilmente al caballo y extendió su pierna en improvisado estribo. La niña colocó su piecito, cazado con zapatillas azules y pisando el pié del hombre, se elevó para sentarse por delante del mismo. Ambos tomaron las riendas del caballo.
La mujer los miró alejarse, pensó con ternura que tenían el mismo pelo negro y lacio, el mismo lunar al costado de la boca y hasta coincidían en rascarse la oreja derecha cuando una emoción los embargaba. Habían deseado tanto esa hija y ahora cocinaba para festejar la noticia que aún no le trasmitía al marido, el segundo hijo se anunciaba.
El bullicio en el gallinero le recordó que tenía que ir a ver una gallina clueca. Ingresó inclinada al gallinero porque estaba construido con sólidas ramas pero bajas.
Encontró que algunos pollitos ya habían roto el cascarón y la gallina les ayudaba a eliminar los restos. Tiró maíz para la gallina y “chancua” para los pollitos. En una lata de dulce de batata colocó poco agua. Acarició la gallina y tuvo que sacar, presta la mano porque el picotón casi la alcanza. Estaba destinado a un gato que se había acercado sigilosamente.
Pensó en la alegría de la nena cuando viera los pollitos, negros y amarillos. Cuando jugara con el hermano o la hermana.
Imaginó la cara del hombre cuando les diera la anhelada noticia.
Sale del gallinero y se sienta en un tronco cercano.
La actitud de defensa de la gallina y el pensar en su niña y en el que se anuncia, no sabe porque la llevan al recuerdo de su madre.
Lo que no entendía cuando niña, lo entendió después, le lastima el recuerdo.
Era muy pequeña, tendría la edad que su hija tiene ahora. Pero el recuerdo es nítido. Estaban ambas en una isleta de chañares, ella por fuera cortando frutos de piquillín y su madre cortando leña seca. Los ruidos del monte llegaban nítidos, el canto de un benteveo, el grito de algún zorro y el vuelo de pájaros asustados.
De pronto, gritos, ruidos, murmullos .Cuando se acercó agitada por la carrera, su madre salía de la isleta, y se sacudía los pastos de la pollera y en el hachita de mano brillaba un puntito, que al sol, parecía un granates simultáneamente escucho el galope de un caballo que se alejaba.
Su madre estaba muy seria, parecía apurada.
-¿Qué pasó madre?-
-No pasó nada, vamos.
Y sintió que la mano temblorosa la tomaba con fuerza.
Nunca entendió ese episodio. Tampoco porque al capataz empezaron a llamarlo “pilón”.
No recuerda a su padre, cuenta mamá que falleció muy joven en una domada, que fueron muy felices y que siempre lo iba a esperar. Parece que fue ayer que también perdió su madre, el sulky se desbarrancó cuando al caballo lo asustó una víbora.
El lamido cariñoso del pero la sacó de sus recuerdos.
El hombre y la niña regresan con la noticia de que el petiso ha roto los alambrados y se pasó a campos vecinos
- Voy a ver que pasó y de paso le llevo la nena a la vieja –
Toma una lata de aceite, muy brillante y se dirige al aljibe, el perro la sigue cojeando y moviendo la cola. El girar de la roldana y el roce de la cadena producen un ronco ruido metálico. Vuelca el agua del balde en la lata y se dirige hacia el rancho.
Destapa una batea de madera para cercionarse si el bollo de masa está listo. para ello introduce en la mezcla el dedo índice. No conforme la vuelve a tapar con un mantel.
De una estructura de madera forrada con tela metálica, que sirve como protección contra los insectos, saca el único trozo de carne fresca, en los otros ganchos cuelgan varias lonjas de charqui. Sobre un papel, hay quesillos frescos y queso de cabra.
Hoy comerán empanadas fritas en grasa de cerdo, uno de los platos preferidos del hombre. Están de festejo.
Toma de un antiguo escritorio se latón que hace las veces de aparador un cuchillo grande con mango de madera. Corta fetas de carne y las dispone sobre la mesa. Asesta con rudeza golpes repetidos para la trozar la carne hasta que quede semipicada. Cuando levanta la mano dispuesta a un nuevo golpe con el cuchillo, un recuerdo candente le viene a la memoria.
Después que su mamá muere ella queda en la casa en calidad de ahijada y de “criada”. Tuvo más beneficios que los otros empleados le permitieron asistir a la escuelita y terminar la primaria, le adjudicaban tareas más livianas y le daban ropa y comida. Luego pasó a ser una integrante más de la familia ya que los padrinos no tenían hijos.
No tiene malos recuerdos de ellos, al contrario siempre estuvieron a su lado y cuando tuvieron que jugarse lo hicieron. Aunque viejitos, aun los visita y también le dieron la niña de ahijada.
El padrino es un gringo grandote y colorado, por el contrario ella es bajita y gorda recuerda que sentía angustia y se sentía excluida cuando ellos hablaban en italiano. Una sonrisa viene a su rostro, los extranjeros o los gringos les decían, ella preguntó a su mamá si eran de Extranja y ella sonriente asistió con la cabeza.
Pocas mujeres y muchos hombres.
Desde niña le enseñaron a reconocer la mirada de codicia de los hombres, tanto su mamá como su madrina le inculcaron que no confiara en cualquiera. De ese modo creció avergonzada de los cambios que se producían en su cuerpo a medida que crecía.
Cuando empezó a adquirir formas de mujer también comenzó a usar ropa dos talles más grandes.
Al que mas aversión le tenía era al capataz. Sus ojos biliosos siempre la seguían y su mirada le recordaba a la de un tigre cebado que presenció como mataba el padrino con la escopeta.
Miraba de costado y se movía, silenciosamente, como una víbora.
Fue en víspera de navidad del año 69`. Sus padrinos se habían ido por todo el día y la dejaron sola a desde la hora del almuerzo, en realidad ella decidió quedarse para cuidar un perro enfermo.
Estaba inquieta, el viento caliente del norte le traía mal augurio, sentía que algo malo iba a suceder. Pensó que podría morir el perro que ella quería tanto.
Se disponía a irse al cuarto que estaba al frente de la casa y que antes compartía con su madre cuando unos pasos sigilosos la alertaron. El corazón empezó a latirle como queriendo salir del pecho. La sombra de la figura corpulenta del capataz se perfiló en la puerta. La muchacha de espaldas retrocedió un paso, El no emitió sonido alguno, ingresó en la cocina saco agua de una tinaja en un abollado jarro de aluminio y se marchó. En el umbral se dio vuelta y su mirada torva la lleno de aprehensión.
Se retiró a su habitación, cerró la puerta y cruzó en ella una tranca de gruesa madera. No conforme con eso cruzó la cadena de seguridad. También cerró la única ventana del cuarto.
Era domingo y había carreras de caballo en el pueblo cercano y fiesta de la cooperadora escolar por lo que los hombres desde temprano se juntaban a beber. No quedaba nadie en la estancia.
Rogaba que la Micaela que siempre venía a pedir prestado pan, yerba, azúcar, etc., viniera.
El silencio gritaba.
Una pequeña ventana daba al patio trasero y fue allí que sintió nuevamente los pasos. No supo que hacer. Los oídos le zumbaban. Se le ocurría que eso debía sentir los corderos ante el anuncio del tigre cebado.
Respiraba despacito y sintió un gran alivio cuando escuchó que los pasos se alejaban.
El calor insoportable de siesta era agobiante y aun más con la ventana y puerta cerrada. Se recostó en el lecho y quedó adormecida. Los ladrido del perro y los pasos, ahora al frente de la puerta hicieron que el miedo recorriera su cuerpo como una centella, sentía la frente caliente y las manos heladas. Esta vez los pasos no se alejaron. Observó como el picaporte de la puerta giraba, y escuchó un aullido lastimero del perro, intuyó que le había dado una patada, le pareció que la puerta se abría y que alguien llegaba. Ni una cosa ni la otra eran reales.
Ahora el hombre sacudía la puerta. Las gruesas tablas empezarón a moverse.
Le parecía que todo se movía como un terremoto.
Saltaron los goznes de la puerta y esta se entreabrió, pero aun quedaba la cadena. La mano del hombre se introdujo lasciva, ultrajante, buscaba la cadena, siguió avanzando hasta que el grosor del brazo no le permitió continuar. Estaba a centímetros del gancho de la cadena,
Se quedó quieta con las manos cruzadas en el pecho. Casi resignada a la inminencia. No lo pensó. Tomó el hachita de mano que colgaba al lado de la puerta y asestó un solo golpe feroz. Sonó a jarilla seca quebrada...
La mano desapareció de su vista y escuchó un quejido sordo y los pasos que ahora se alejaban. Tenía la blusa empapada de transpiración. No abrió la puerta, Se acostó en la cama y quedó en posición fetal hasta que llegaron sus padrinos.
No supo cuanto tiempo había pasado.
Con el tiempo al capataz le empezaron a decir el manco.
La mancha nunca salió del umbral de madera de la puerta.
Lo sucedido esa siesta solo lo sabían cinco personas: los padrinos, ella, el ahora su marido y el manco.
Mientras, casi automáticamente ha terminado de picar la carne. Saca de una caja de cartón tres cebollas doradas,
El tranco manso del caballo en el patio y el rumor de voces la conecta de nuevo con la realidad. Siente como unos pasos se aproximan. Esta vez resuenan a protección y amor.
No tiene que explicar el porqué de las lágrimas. Estaba cortando la cebolla.




*de Amelia Arellano arellano.amelia@yahoo.com.ar







*



Sé que la noche
parece un desierto rojo
envuelto en medias de tul.
Que suma un obligo de miradas pasajeras
que colecciona insectos de carnaval
sobre cada grano-sal
sal de cada tu lágrima
que bebe tierra cuando humedeces la almohada…
Sé que tus sueños juegan a soñar
sé que sueñas ángel donde no hay pecado
que vistes de tristeza a cien palomas
que sonríes al sol
ostentando un desgarro en cada labio
en cada verdad doliente cada madrugada
después de cada noche
cada esquina de ojeras
de café
de copas, astillas, alcohol
Sé que además
reconoces el amor en el amor
cuando baja la luna
y regala sangre, soledad, perfume
también para tu cabellera…



*de Ana analia_gattasz@speedy.com.ar



*Sobre el texto: El 23 de septiembre es el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de mujeres y niños. En Europa, más de 500.000 mujeres y niñas son cada año víctimas de la explotación sexual. El tráfico de mujeres es el segundo delito más rentable del mundo. El Ministerio de Igualdad propone dar ayudas económicas y cobertura legal a las prostitutas víctimas de trata sexual, el 90% de ellas extranjeras, y se compromete a no expulsarlas del país en el plazo de un mes mientras deciden si denuncian a quienes les explotan.
http://www.antena3noticias.com/PortalA3N/noticia/sociedad/Gobierno-dara-cobertura-legal-las-prostitutas-victimas-explotacion-sexual/2570571







La decisión*



No lo decidió de golpe ni a causa de una reacción visceral. Fue una decisión tomada después de mucho tiempo de ponderar los pros y los contras. Había llegado el momento de llevarla a la práctica.

- Salgo un momento, voy a por tabaco - dijo despidiéndose de las demás.

Sabían que no volverían a verla, era la tercera que hacía lo mismo y la vieron salir sintiendo algo entre tristeza y envidia.

En cuanto salió, las cerillas se acostaron más anchas, con cuidado de no rozarse cabeza contra cabeza, ocupando todo el fondo de la caja.




*de Joan Mateu joan@cimat.es








Caerse y callarse*



*Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona



UNO El padre y el hijo salen a dar una vuelta. El padre da pequeños pasos para ir a la par del hijo que avanza dando inmensas zancadas. La velocidad –como el tiempo– es relativa y, de pronto, el olor de lo muerto que no es igual, no tiene nada que ver, con el olor de la muerte. La muerte no huele. Pero lo muerto apesta. Y ahí está ese gato muerto tirado a un costado de la calle. El hijo se detiene y lo mira fijo y después, mirando al padre, pregunta utilizando uno de sus verbos favoritos y multifuncionales: “¿Cayó?”, dice el hijo. “Sí, se calló”, responde el padre.
Y éste es el momento exacto y preciso en que un hijo descubre la muerte y un padre se la inventa.
Al mismo tiempo.



DOS El alguna vez joven escritor vuela de B a J como parte del jurado de un concurso literario. El avión tiene misma marca, modelo y aerolínea que aquel otro avión que se cayó y se calló hace una semanas en M. El alguna vez joven escritor se lleva para leer (para releer, otra de las señales inequívocas de que él ahora habita otra época, otro tiempo) un libro de relatos de David Foster Wallace. Un escritor norteamericano que ya no es joven pero tampoco ha dejado de serlo porque, ahora, ha dejado de ser, la edad ya no es un factor a considerar, y punto. El título del libro es Oblivion (2004, ¿joven? ¿viejo?). Busca en el índice el título del cuento que quiere releer, ve que está en la página 141, y comienza a releer algo que se llama “Good Old Neon”. Y, sí, es un cuento muy bueno en el que al final –reflexionando acerca del suicidio de un amigo– un escritor llamado David Foster Wallace se suicida o no...



TRES ...y no ha aparecido la noticia de si David Foster Wallace dejó una carta ¿larga?, ¿llena de notas al pie y digresiones?– teorizando antes de hacer inmediatamente práctica su impostergable e ineludible necesidad de caerse con una soga al cuello y de callarse para siempre–. No importa. No hace falta. En “Good Old Neon” está todo. “Good Old Neon” como su día impecable para el pez plátano. Y el avión se mueve mucho. Y Madonna –agotada pero sin llenar el estadio– canta en Sevilla, ahí abajo. Life is a mistery, everyone must stand alone...



CUATRO Y me ha sorprendido la cantidad de emails que he recibido en los últimos días comentando el suicidio de David Foster Wallace. Incluso aquellos que consideraban a David Foster Wallace un escritor sobrevalorado o un farsante, parecen shockeados. Todo parece indicar que David Foster Wallace es hoy para los escritores (y muchos lectores) lo que hace unos años –con ese mismo look slackergrunge– fue Kurt Cobain para los rockers (y muchísimos oyentes). Así, el símbolo perfecto y perturbador de aquel que decide que no va más y hasta aquí llegué en una sociedad muy medicada. La prueba de que los antidepresivos no funcionan tan bien. El canario en la mina de carbón al que aludía el superviviente (y suicida frustrado) Kurt Vonnegut. Aquel que da la alarma muriendo primero y, con su muerte, advirtiendo que se aproximan tiempos oscuros e irrespirables aquí abajo, en las profundidades de esta tierra. El suicida como adelantado de su propia vida que decide quedarse para siempre en la retaguardia de la historia. O tal vez todo sea mucho más sencillo y hasta un poco vulgar e inconfesable: tal vez lo que perturba del suicidio de alguien a quien uno respeta o quiere o admira es que sirve, siempre, precisa o veladamente, como el reflejo más o menos posible del propio suicidio. El suicidio de esa persona a la que uno respeta algo, a la que quiere bastante y muy de tanto en tanto admira. Esa persona que lleva nuestro nombre y nuestro cuerpo y nos lleva.



CINCO El alguna vez joven escritor aterriza en J, delibera, vota (gana un joven escritor que alguna vez será un alguna vez joven escritor) regresa a B., vuelve a poner el ejemplar de Oblivion en su sitio junto a todos los otros libros de David Foster Wallace y entra a internet como quien se moja los pies en la orilla. El espacio cyberal desborda de necrológicas de David Foster Wallace y, por suerte, no ha visto ninguna con el título de “Crónica de una muerte anunciada”. Muchas se refieren a “Good Old Neon” –“El neón de siempre” en Extinción, edición española de Oblivion como la Piedra Rosetta que, ahora, sirve para decodificar a quien pronto será huesos o ni siquiera eso. Algunos de los obituarios son muy buenos, como el de David Gates (excelente narrador y periodista), quien teoriza acerca de las particulares y decisivas diferencias entre escritores geniales (Shakespeare) y genios escritores (Wallace, quien le pidió prestado a Shakespeare y a su Hamlet la línea esa donde se le habla a la calavera de un bufón y se dice aquello de “Alas, poor Yorick! I knew him, Horatio: a fellow of infinite jest...” Y, sí, tal vez lo que hizo que David Foster Wallace se cayera para ya no levantarse se callara para ya no volver a hablar fue el tener muy claras todas esas ideas geniales. Hay claridades que encandilan y ciegan y uno acaba haciendo cualquier cosa a cambio de un poco de oscuridad. Lo importante, sí, es nunca callarse antes de caerse. Porque si hay algo peor que el silencio después de la caída, ese algo es el silencio antes de caerse. David Foster Wallace, por suerte para nosotros, hizo mucho ruido antes de.



SEIS En algún momento –mientras se empieza a escribir esto y se despega y se vuela y se termina de escribirlo luego del aterrizaje– llega la noticia de la muerte de Rick Wright, tecladista de Pink Floyd. Para mí, lo mejor que nunca hizo Wright esta en Whish You Were Here, en la última parte de “Shine On You Crazy Diamond”. Después de la parte donde se escucha eso de “Nobody knows where you are / How near or how far”. Es de las cosas más emocionantes y emocionadas que jamás he oído. Todas las alucinaciones de Syd Barret, todos los solos de guitarra de David Gilmour, todos los alaridos primales de Roger Waters palidecen ante su doméstica majestuosidad. Es como música para un funeral secreto en el que todos conocían o creían conocer al vivo hasta que decidió hacer eso y convertirse en muerto. Y entonces todos –dolidos o no– se cayeron primero y se callaron después sin estar muy seguros de si lo hacían por la sorpresa o porque nada les sorprendía. Y ahí están, mudos y en el suelo, comprendiendo que nadie sabe ahora dónde está el muerto, cuán cerca o cuán lejos. Sospechando que –a partir de ahora– el muerto, como un pequeño y ausente dios, estará siempre en todas partes.



SIETE En alguna parte, cerca, puedo verlos desde la ventana de mi estudio con vista al interior de todas las cosas, un padre y un hijo conversan junto a un gato muerto. Comienza el otoño y anochece más rápido, como si el encargado de apagar las luces y bajar las persianas del día decidiera cerrar antes de hora. No escucho lo que dicen el padre y el hijo. Pero, por suerte, todavía no ha llegado la hora de caerse ni de callarse. Y puedo y me gusta imaginarme su conversación en el nombre del padre y del hijo y del espíritu santo de un gato muerto de cuyo cuerpo y cráneo –“Alas, poor Tom!” diría Jerry– no demorarán en dar cuenta demasiados ratones. Aquí vienen y allá van el padre y el hijo. Y ya cayó la noche para que hasta yo me calle y deje de escribir y siga releyendo (leer es mantener vivo, resucitar, inmortalizar, despertar en calma a quien descansa en paz) mientras ahí afuera se detiene y se rompe el acelerador de partículas y se enciende, otra vez, el bueno y viejo neón, el neón de siempre.


*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-112145-2008-09-24.html









¿Qué dice el tren ?*




El silbido del tren cortó la calma de la tarde, pero el silencio lo esperaba y no se sintió herido; incorporó el agudo sonido a su rutina de viejos en las puertas y calles de tierra oliendo a molino cerealero, de estación desierta, hombres en los bares y mujeres solas.
En ese entorno el silbido representaba la seguridad de lo establecido –todo estaba en orden al atardecer- mientras la noche avanzaba lenta sobre lo cotidiano, hacia ese otro silbido –el del amanecer- que junto a los gallos señalaría el recomenzar.
Dentro de esa realidad estaba Adriana con su mundo, una verdad distinta que se nutría de la rutina, desmenuzándola; pasándola por su tamiz, percibiendo y analizando todo lo que para los demás era fugaz, insignificante o repetido.
Unicamente en sus oídos el silbido del tren dejaba un anuncio, contándole solo a ella el mensaje del clima –hoy va a llover- auguraba Adriana cada tanto, o vaticinaba – mañana va a estar lindo el día, escuchá el tren- ; y su hombre, que al principio no le creía, sonreía aún sin comprenderla pero seguro de que así sería.
Este episodio que se reiteraba cada tarde puede atribuirse a distintas y rebuscadas causas pero solo serían nuestras suposiciones contra su realidad: podía adivinarlo; como adivinaba quien llamaba al teléfono antes de levantar el tubo, o predecir situaciones que se le aparecían como fotos repentinas, al igual que esas historias que lograba atrapar en sus poesías y que muy rara vez confiaba a alguien, recitándolas con los ojos apretados y el alma abierta.
Quizás esta capacidad sensitiva de interpretar la vida fue desarrollándose de tanto esperar sueños y abrazar recuerdos, aferrada a ellos como a un andador para no golpearse más contra una realidad dura que no entendía de la pureza del alma, ni le importaba el sentir de una pitonisa desconocida e irreverente.
Así fue que asumió su postura de Penélope agiornada, tejiendo y destejiendo el destino confundida bajo la sombra de su hombre, imagen de padre y corazón de amante, paciente perseguidor de su vuelo que podía marcharse sin desaparecer, mientras ella permanecía estaqueada entre esquemas y temores, dándole el beneficio de sentirse necesario y retenerla sin exigencia alguna; desperdiciando la oportunidad de conocer un interior apasionante por un absurdo temor a ser sobrepasado.
Se conformaba con asomarse al umbral de su mundo y preguntar cada atardecer:
Adriana... ¿qué dice el tren?.



*De Víctor Turquet. victurquet@yahoo.com.ar







"Terre à Tierra"*

Estampes/Grabado
Argentina-Bélgica-Canadá-México

Desde el miércoles 24 de septiembre y hasta el 17 de octubre podrá verse en Pasaje 17 (Bme. Mitre 1575 - timbre 17) "Terre à Tierra" un álbum de estampas que reúne grabados de cuatro países diferentes. Cada uno de los participantes se inspiró en el mismo tema, ya sea de forma comprometida o
simplemente poética; relacionado con el medio ambiente, el planeta y el concepto del territorio; unido por el aspecto social, los pueblos, la supervivencia de lo humano; una llamada a la transposición de la expresión "tierra en tierra".

Ante este colectivo, Héctor Médici, curador de Pasaje 17 dijo "Este álbum compromete su enfoque con temas relacionados con el medio ambiente, la condición de la humanidad en un planeta único y los vínculos ineludibles entre naturaleza y cultura que competen tanto al arte como a la acción política. De acuerdo con ese pensamiento las técnicas adoptadas por estos artistas también implican un compromiso responsable con la fragilidad del planeta. Soportes en papeles reciclados o de bosques reforestados y tintas no tóxicas constituyen una prueba de este hacer conciente."

Esta muestra se lleva a cabo en el marco del proyecto Puentes Culturales, por lo que se complementa con las siguientes actividades:

Actividades complementarias (en el Auditorio J.L. Borges - Bme. Mitre 1563)

1/10 - 18 hs. mesa redonda "Control de la gestión ambiental"

2/10 - 18 hs. Proyección del documental "Río Abierto, Una expedición al Matanza Riachuelo" de Alcatrés producciones

9/10 - 18 hs. Proyección del documental "Río Abierto, Una expedición al Reconquista" de Alcatrés producciones

14/10 - - 18 hs. - mesa redonda "Arte contemporáneo y medio ambiente"

+ info: www.puentesculturales.blogspot.com
puentesculturales@yahoo.com.ar



*


Queridas amigas, apreciados amigos:



El domingo 21 de septiembre del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Daniel Mateos. Las poesías que leeremos pertenecen a Omar Gallo Quintero (Colombia) y la música de fondo será de Wayanay (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!

ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg
AUSTRIA Tel. + Fax: 0043 662 825067



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