domingo, septiembre 21, 2008

CUAL SOMBRAS AUSENTES DE FULGOR...





*ILUSTRACIÓN de Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com




*


Cuando el silencio se hace cuerda bajo el grito
cuando un grito en el silencio se estremece
cada recuerdo enamorado guarda sus gardenias
bajo el creciente perfume de la noche
y se sostiene ....
Es el grito del silencio el que viste
de una profunda piel esta fragancia
y las aceras vacías
y la cadencia del canto
y el pentagrama herido
que intenta remontar su abecedario
redobla en perspectiva fetal para llamarnos
Porque el grito es silencio y no es el grito
y la flor viste de azules su garganta
cuando grita el silencio en primavera
y la esperanza habla…



*De Ana Lía Gattás. analia_gattasz@speedy.com.ar







CUAL SOMBRAS AUSENTES DE FULGOR...






El folio*



Te sientas.
Inesperadamente te sientas.
Te enfrentas a lo que era antes una página en blanco y hoy se ha convertido - oh, milagros de la técnica - en un pantalla "TFT punto cualquier número", pero que mantiene la misma postura que el antiguo folio: receptiva y distante.
Siempre pensé, en aquel mundo de ensueños que sabes que jamás se van a cumplir, en un folio colaborador. El que se pone a disertar contigo y comenta "¿qué escribimos hoy?" , "¿quizás un poco de misterio?" o bien se arrugue por la parte de los cantos y ronronee: "ah, qué melancolía tan dulce"... Pero no, nunca se producirá este milagro, y el folio, maldito conservador de sus secretos se los seguirá guardando para él mismo, solamente para él, únicamente para él. Sin compartir, sin comentar, en su eterno silencio inútil.
Y es una pena porque seguramente tendrá cosas que decir. Todos tenemos cosas que decir y contar. Opiniones, pensamientos, temores, tristezas...
Pero debe haber respeto entre compañeros de profesión, por eso yo respeto su silencio, y quiero pensar que lo que escribo en él no le duele, no le hiere y concuerda con ello. Pero si no fuera así... Que se fastidie, por no haber hablado las veces que se lo pedí.




*De Joan Mateu joan@cimat.es







Cumpleaños*



Ahí va el hombre caminando por su barrio con las manos en los bolsillos. La cabeza en nada o pensando en que se acerca la fecha inexorable de su cumpleaños.
Y no cualquier cumpleaños, sino uno con decimales, el número 50. Camina y camina sin destino fijo, es la terapia del caminante que aplica cuando las cosas lo abruman y estar adentro de su casa lo angustia.
El hombre vive con su madre y el gato en una humilde casa suburbana. A pesar de sus esfuerzos en algunos arreglos de mantenimiento, la casa no esta presentable para festejar allí su cumpleaños.
Su madre actualiza una sensación antigua que el hombre seguramente ha heredado: "mira esos sillones rotos y las paredes sin pintar"
-Somos los pobres de la familia. Se lamenta una y otra vez. Actualiza a sus casi 80 la sensación que vivió en su infancia, sin casa propia, sin padre y con parientes de buen pasar económico. Una desvalorización antigua que se proyecta como una sombra perenne cuando cada ocasión lo demanda.

Así va el hombre remontando sus pensamientos como si escalara montañas. Camina ahora bordeando las paredes del enorme hospital que ocupa un cuadrado de tres manzanas por tres.

Hasta que llega a la puerta y lee el pasacalle tendido por los aires y los afiches pegados por todas partes.
"El 27 de septiembre cumplimos 100 años" "venga a festejar en familia con nosotros esta fecha única para la institución de su barrio"
"con baile de disfraces y música hasta el amanecer" "Entrada: un alimento no perecedero para ser distribuido en los comedores populares". Estaba la lista de conjuntos que amenizaran el baile: y hay los de cumbia, y los de rock, y hasta Los Auténticos Decadentes dijeron que allí estarían.
El hombre se queda ahí parado asombrado, no sabe si reír o llorar:
Justo el día de su cumpleaños 50 el hospital de su barrio cumple 100, dos veces su edad y lo festeja... con música, baile y hasta con disfraces.

El hombre sigue caminando, aunque la idea ya esta germinando en su cabeza.
Es una audacia. El es un hombre mediocre, sin iniciativas, posiblemente sin ilusiones en la vida.
Y festejar su cumpleaños adentro del cumpleaños del hospital e invitar a sus pocos amigos allí "Y que vengan disfrazados" es una audacia suprema, que lo supera.
¿Pero por que no?
Por que no darse un ratito de alegría, confundirse en ese pequeño carnaval de disfraces, sólo avisar a último momento de que esta disfrazado y que quien quiera festejar con él y saludarlo que lo busque allí en ese festejo que no le pertenece, que él tomara como propio por unas horas, casi viendo desde un rinconcito. De última, cuantas historias ajenas que no nos pertenecen nos son arrojadas por la cabeza en el transcurso de una vida. Cuantas frases que no eran para uno fueron escuchadas y dolieron como suele doler la injusticia.

¿Por que no? dice el hombre, que ya camino mas de 20 cuadras y comienza a emprender el regreso a su casa. No lo piensa más. Entra a su casa, prende la computadora y redacta la invitación:

"Queridos amigos, el 27 de septiembre cumplo los cincuenta ( ¿ya tengo que empezar a escribirlo como los sincuenta? )
Pensé un modo original y espero que les guste: ese mismo día una institución barrial cumple 100 años y organiza un baile de disfraces, la entrada es llevar un alimento no perecedero, el lugar queda en la calle Boulevard De La Armonía Nº 1836 entre San Jorge y Querandíes. Temperley Oeste. -Allí mismo hay una playa de estacionamiento- La cosa arranca a las 21.00 hs pero yo estaré a las 22.00 cerca de la entrada, todavía no pensé en el disfraz, confirmen que pueden venir antes del viernes y les cuento cual será mi disfraz -se supone que no me van a reconocer si no les aviso¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

El hombre obedeció por una vez en la vida a la idea que le surgió como primer impulso.
Hacer un festejo , aun sea en un festejo de prestado, que la melancolía le haya permitido este año invitar amigos era de por si un gran paso. Pero esto le planteaba nuevos problemas, como el disfraz debería afrontar en menos de una semana.

También empezó a sentir alguna incomodidad por un detalle que omitió decir en la invitación.

Pues la institución que cumple 100 años el mismo día en que él cumple los 50. Es un Hospital Psiquiátrico.

-Será un día de locos¡¡¡¡.



*De Eduardo Francisco Coiro. inventivasocial@hotmail.com









POEMAS BREVES DE RAY RESPALL ROJAS*



Ser el viento en tu pelo,
Poder compartir en una brisa
Un mutuo respiro.


..........


Ser todo para ti,
Solo eso anhelaba.
Ser nada para ti,
Solo eso soy.


..........


Con el solo hecho de tu recuerdo,
Con el simple hecho de la existencia
Del pecado de mi aliento en tu mente
Me hallo feliz.
Me hago inmortal.


..........



Nunca pedí en demasía,
Siempre entregué demasiado.


..........



Me hallo caminando al borde del abismo,
La caída es mi extinción.



..........



El presente no es motivo de mi desvelo
Lo que me atormenta, devora,
Perturba, corroe y
Me retuerce
Es la incertidumbre de un presente sin ti.



.........



Pérfida agonía es tu ausencia.
Destroza mi ser,
Transmuta mi alma y
La convierte en esclava de tu sombra.
Sumiso cual vigía insomne,
Atento al sonido de tus pasos,
Retumban en la penumbra del olvido.


..........



Soy el último cuerdo que deambula
En este mundo loco.
Mi forma de sensatez resulta caprichosa en esta
Sórdida naturaleza del ser.


Soy el último de una especie,
De una raza cuyo juicio se hace estólido
En este,
Un mundo ebrio en la cordura de la mente.



.........



El olvido es permitir
A las insanas palabras presas en mí
Ser borradas de este mundo.
Simples pisadas en la arena de la vida,
Arrasadas por el ir y venir
De las olas del tiempo.


.......


Existe en mis voces el deseo de vivir,
De perdurar en los rincones de tu mente.
Vagar por los pasillos
De tu intelecto.



......



Vivir es
Añorar lo ya vivido.


.......



Pecado original.
La más ancestral
De nuestras tentaciones.
Pese a los años,
No deja de ser original.


.......



Somos cual sombras,
Ausentes de fulgor.

Una brisa agonizante
Es nuestro devenir.

Sombras somos,
Entre sombras vivimos...





*de Ray Respall Rojas.
Ciudad Habana, Cuba (17 de abril de 1987).
tgrafica@cubarte.cult.cu
(indicar "Para Ray" en el asunto del correo)



Pintor y grabador, graduado de la Academia de Bellas Artes San Alejandro, especialidad de Grabado. Trabaja como profesor en dicha academia. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz.

Publicaciones:
“Amigo de las doce de la noche”, relatos, ed. Yoescribo.com, Mallorca.
“Un verdadero dolor de cabeza”, cuentos infantiles, ed. Extramuros. (texto e ilustraciones)
"El Potro Indomable", cuentos breves, ed. el Salvaje Refinado.

Trabajos de Ilustración:
“Caleidoscopio”, poemario de Emilse Zorzut. ed. Cumacú, Argentina, 2003.
“Tonos de verde”, relatos de Marié Rojas, ed. Yoescribo.com, 2004.
"Imágenes", novela de Santiago Eximeno, editorial Parnaso, España, 2004.
“Antología Poética Arbitraria”, de jóvenes poetas chiapanecos, México, 2005.
“Adoptando a Mini”, novela de Marié Rojas, ed. Yoescribo.com, España. 2005.
“Los Maravilladores” (narrativa y dramaturgia), de Marcela Sabio, Editorial Ciudad Gótiga- Colección de La Abadía- Rosario-Santa Fe- Argentina, 2005.
“Café Guadix”, novela de Luis Asenjo, Publicaciones Comala, España, 2005.
“Antología Ron y Miel”, Publicaciones Comala, España, 2005

Ha obtenido más de 50 reconocimientos nacionales e internacionales en concursos literarios y de artes plásticas. Sus textos aparecen publicados en 15 antologías literarias, sus fotografías e ilustraciones en antologías internacionales, colabora con revistas, periódicos y páginas web del mundo de habla hispana.
Exposiciones personales: “Convergencia”, Galería 23 y 12, Ciudad Habana, octubre de 2007. “Alegantropía de un mundo al revés”, Fundación Cabana, Mallorca, septiembre de 2004.

Exposiciones colectivas de pintura y grabado en Cuba: “Muestra del encuentro nacional de grabado”, “Libro Arte Andersen”, Taller de Gráfica de la Habana, “Arte de paz para la comunidad”, La casa del Pastor, “Génesis”, galería del Hotel Raquel, “Exposición de profesores de San Alejandro 2007”, “Exposición de alumnos de San Alejandro”, galería de la Academia. “Arte+”, La Madriguera,
Cuba, concurso en el cual obtuvo mención.







En Oxford
Reconstruyen un invento de Einstein, 80 años después*


Un equipo de ingenieros desarrolló un prototipo de un refrigerador ecológico patentado por el genial físico en 1930; la ventaja: no se alimenta con electricidad

LONDRES (EFE).- Una prueba de que la genialidad perdura a través del tiempo: un equipo de científicos británicos de reconstruyó un prototipo de un refrigerador ecológico inventado por el genial físico Albert Einstein en 1930, que tiene la ventaja de no alimentarse de electricidad.
Los refrigeradores modernos son muy perjudiciales para el medio ambiente ya que funcionan mediante la compresión y expansión de gases llamados freones, que contribuyen poderosamente al llamado efecto invernadero.
En un intento de remediar esa situación, Malcolm McCulloch, un ingeniero eléctrico de Oxford que se dedica a las tecnologías verdes dirige un proyecto que desarrolla mecanismos que pueden utilizarse sin electricidad, según informa hoy el dominical "The Observer".
El equipo que dirige logró fabricar el prototipo de un refrigerador patentado en 1930 por el premio Nobel y su colega, el físico atómico húngaro Leo Szilard.
El modelo. El diseño, que utilizaba sólo gases a presión para congelar los alimentos, se aplicó parcialmente en los primeros frigoríficos domésticos, pero la tecnología se abandonó al ganar popularidad otros compresores más eficaces a mediados del siglo pasado.
El modelo inventado por Einstein y Szilard no requiere los freones y usa en cambio amoniaco, butano y agua y aprovecha el hecho de que los líquidos hierven a temperaturas inferiores cuando la presión del aire es menor.
"En la cima del monte Everest, el agua hierve a una temperatura muy inferior a la que se necesita cuando uno está a nivel del mar", explica McCulloch.
En un lado está el evaporador, un recipiente que contiene butano. "Si se introduce allí vapor, baja la temperatura a la que hierve el agua y, al hacerlo, roba energía del entorno, lo que produce el efecto de
refrigeración", añade el científico.
Mayor eficiencia. McCulloch cree que el diseño original de Einstein y Szilard no era muy eficiente, pero si se mejora el diseño y se utilizan otros gases, será posible multiplicar por cuatro su eficiencia.
El experto británico quiere llevar la idea más lejos aún: la única energía que necesita el refrigerador es para calentar una bomba y McCulloch ha estado trabajando en la posibilidad de utilizar para ello energía solar.




*Fuente: LA Nación
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1052204&pid=5096306&toi=6487









*


la luz resplandecida en el momento de la renunciación
(tal vez la vida por caminos secundarios)
sólo en la soledad, en esta puerta de la noche, giro tres pasos antes de la
muerte,
resplandezco/ la luz sea un recuerdo en lo ya inerte/ lo concebido en mí
a un punto pleno de tibieza y el personaje caiga como visto a puntapié
de los 100 metros de caída donde acabo de vivir y no de espaldas a la muerte
/es esta noche plena (a veces lo que miro es tu calvario) ya ni siquiera
dedos que desmonten el vacío



*De Liliana Celiz lilianamariaceliz@yahoo.com.ar








Sábado, 20 de Septiembre de 2008
El equilibrio puntuado, o las discontinuidades del registro fósil*


Las valoraciones de la teoría del equilibrio puntuado han oscilado entre la irrelevancia y la ruptura del paradigma evolutivo. Con la muerte de Stephen Jay Gould en 2002 la teoría pierde, sin duda, a su mayor defensor, pero quizá también al polemista que más acabadamente impidió la discusión desapasionada de una hipótesis paleontológica interesante.




*Por Matias Alinovi


El Nuevo Testamento exige, de algún modo, el sudario. Lo supieron los arduos hacedores de reliquias: con el libro nunca alcanza, y aun para imponer a Dios como principio, la evidencia material puede ser indispensable. Lo es, sin duda, para ejecutar la operación inversa y volverlo una hipótesis superflua en la descripción de un proceso. Pero el carácter esencialmente ambiguo de la evidencia material a veces le permite servir a causas antagónicas; como el sudario.
En noviembre de 1859 Darwin publicó sus meditadas ideas sobre el origen de las especies. Thomas Huxley, con énfasis característico, le juró instantánea fidelidad hasta la hoguera en la defensa de aquellas ideas acreditadamente heréticas. En torno a Huxley se apretaron los defensores de la transformación. En la vereda opuesta, más numerosos y respaldados por todas las tradiciones –aun por la científica, a través de Georges Cuvier–, se acomodaron como malevos a punto de batirse a duelo los adversarios creacionistas. Pronto se libró batalla en el terreno resbaladizo de la opinión pública. Vencer suponía dar con una prueba material contundentemente publicitaria, a favor o en contra, de la evolución orgánica.
Por su carácter circunstancial, disperso, ninguna de las pruebas que Darwin presentaba en su libro alcanzaba la perfecta contundencia argumentativa. Darwin invocaba las distribuciones geográficas o las similitudes anatómicas de las especies que había aprendido a reconocer durante su viaje a bordo del HMS Beagle por los mares del Sur, y aspiraba a que la evidencia cobrara fuerza por efecto acumulativo. Pero los picos dispares de los pinzones de las Galápagos no eran, no podían ser, el argumento definitivo que iba a venir a convencer a los detractores de la evolución; la observación nada quiere decir sobre la pertinencia de los fundamentos científicos de Darwin, sino sólo sobre sus virtudes publicitarias.
Por otra parte, la división de las opiniones entre los naturalistas era anterior y extraña, en buena medida, a la argumentación científica.
La idea de la transformación orgánica era simplemente odiosa para algunos e irresistible para otros. Los conservadores en materia política, los apegados a la tradición religiosa –como Adam Sedgwick o Georges Cuvier–, se oponían a la evolución de las especies por una oposición ontológica al cambio, definitiva. Los radicales en materia social, los que esperaban novedades –como Jean-Baptiste Lamarck y Robert Chambers–, adscribían fatalmente a la doctrina de la evolución porque creían en las virtudes del cambio, y lo alentaban.
Pero, ¿qué prueba material contundente de la realidad de la evolución podían presentar los seguidores de Darwin para decidir a su favor la batalla que se libraba en la opinión pública? Huxley, siempre dispuesto, pensó en los fósiles. Darwin mismo los había invocado como prueba general de la evolución; una entre tantas. Huxley calculó que si los paleontólogos lograban descubrir secuencias de especies fósiles que convergieran en las especies modernas, la opinión pública creería en la verdad de la evolución; vería su verdad como una revelación, asistiría a la materialización de la evidencia. Huxley, junto a un grupo esforzado de evolucionistas, se aplicó a excavar.


NATURA NON FACIT SALTUM
Lo notable, lo característico, es que hasta entonces los fósiles habían sido el baluarte argumentativo de los creacionistas, la gran prueba material con que impugnar la evolución. Los fósiles podían servir a causas antagónicas, y de hecho lo hacían. Georges Cuvier, el hombre que había inventado la paleontología, no creía en la evolución sino en la periódica intervención divina en la historia del mundo, y argumentaba que los fósiles constituían el registro material de esa intervención.
¿Qué mostraba el registro fósil? Abruptas discontinuidades. En cualquier parte donde se excavara, las especies fósiles parecían haber prosperado sin mayores cambios durante cientos de miles de años, hasta ser, inopinadamente, reemplazadas por especies nuevas. Eso probaba que las especies no surgían unas de otras, sino que Dios las creaba periódicamente. Así, la huella fósil era la prueba material de la intervención de Dios.
Darwin había empleado dos capítulos de su libro El origen de las especies para responder a Cuvier. Argumentaba que aun con aquellas notables discontinuidades, el perfil global del registro fósil confirmaba la teoría de la evolución porque exhibía una tendencia reconocible hacia la variedad y la complejidad orgánica de las especies. Pero además observaba que del estudio del registro fósil no podía inferirse que existiera una velocidad uniforme de cambio. Algunos organismos prosperaban durante varias eras geológicas. Otros, por el contrario, aparecían y desaparecían rápidamente.
Ninguno reaparecía después de haberse extinguido. Darwin veía en esa falta de uniformidad en el cambio la prueba de que la selección natural no era un proceso dirigido, sino azaroso. ¿Y cómo explicaba la abrupta aparición de especies nuevas? Por el conocimiento imperfecto del registro. Porque sólo había sido explorada una parte exigua del mundo, porque sólo algunos organismos lograban preservarse como fósiles, nuestro conocimiento del registro fósil era incompleto. Darwin confiaba en que ulteriores investigaciones paleontológicas descubrirían las formas intermedias, los eslabones perdidos del árbol de la vida.
Sabemos que a partir de 1930 las ideas de Darwin y las leyes develadas de la genética dieron lugar a una suerte de teoría unificada de la evolución, la síntesis moderna, que estableció la selección natural como el mecanismo principal del cambio evolutivo, y relegó otros mecanismos hasta entonces considerados válidos –como el saltacionismo de Huxley, que creía en la posibilidad del origen repentino de nuevas especies, o la herencia de los caracteres adquiridos, o la ortogénesis, una suerte de fuerza intrínseca a la materia orgánica que conducía el progreso evolutivo.
La síntesis moderna presentó la evolución como un proceso gradual de adaptaciones infinitesimales, sin divisiones radicales de los individuos en especies perdurables. ¿Y cómo explicaba las discontinuidades del registro? Como lo hacía Darwin. Durante generaciones sus epígonos repitieron convencidos que ulteriores investigaciones paleontológicas perfeccionarían indefinidamente el conocimiento del registro fósil hasta materializar su modelo de cambio gradual. Eso nunca ocurrió.
De modo que los teóricos de la síntesis se abocaron con naturalidad creciente a extrapolar datos de sus modelos matemáticos para bosquejar el perfil morfológico ideal de la evolución, mientras relegaban los fósiles a los museos como objetos ambiguos, expuestos para convencer de la realidad de la evolución. La discusión sobre las discontinuidades del registro fósil quedó relegada, hasta que en los ’70 dos paleontólogos norteamericanos, Stephen Jay Gould y Niles Eldredge, la reavivaron al intentar explicarla en términos evolutivos.


EL BURRO COMO CABALLO DISIDENTE
En 1972 Eldredge y Gould publicaron el primero de una serie de trabajos que darían lugar a la Teoría del equilibrio puntuado y que despertarían críticas feroces. Lo que pretendían era, simplemente, imaginar un mecanismo de surgimiento de las especies extintas que diera cuenta de la discontinuidad del registro fósil.
Las ideas de Eldredge y Gould eran la aplicación a las especies extintas de las ideas del biólogo alemán Ernst Mayr sobre el surgimiento de las especies modernas. Para definir su concepto biológico de especie en las poblaciones modernas, Mayr utilizaba el criterio del aislamiento reproductivo. Un caballo y un burro pertenecen a especies distintas porque el resultado de su cruza es estéril; aun cuando la morfología indica que proceden de antepasados comunes, están reproductivamente aislados. Siempre que exista ese aislamiento se puede hablar de especies separadas.
Mayr afirmaba también que el proceso más común que da origen a las especies modernas no implicaba la transformación total de una especie antigua en una nueva (la anagénesis) sino que ocurría por cladogénesis, es decir, por una bifurcación en el árbol evolutivo. La formación de una nueva especie ocurría, explicaba Mayr, cuando un grupo minoritario quedaba geográficamente aislado del grupo principal.
El nuevo entorno y la reserva restringida de genes –los ejemplares aislados eran pocos– aceleraban el proceso evolutivo y facilitaban la formación de una especie nueva. Sin embargo, una vez configurada, la nueva especie podía ser tan estable como la primera, y hasta volver a ocupar el lugar que ocupaba la especie ancestral. Mayr llamó al proceso “especiación peripátrica”.
Mayr explicaba también que aunque la especiación peripátrica era la más común en la naturaleza, la frecuencia con que ocurría dentro de una especie era muy baja. A lo largo de la historia de su desarrollo una especie podía producir alguna especie hija –una o dos, digamos– o ninguna. Además, el período de transición entre la especie ancestral y la especie hija era pequeño comparado con el período de existencia de una especie particular, como si existiera una suerte de inercia, una resistencia al cambio, en la población ancestral, que no existía en el grupo reducido, expuesto a condiciones distintas.
Pensemos en un ejemplo. Los caballos existen en una región determinada durante cientos de miles de años. En algún momento, una barrera natural aísla a un grupo reducido de caballos del grupo principal. Aislados, prosperan algunos miles de años, durante los cuales se convierten en burros. Cuando los burros vuelven a encontrarse con los caballos, porque la barrera natural que los aislaba desapareció, encuentran que existe ahora una barrera reproductiva: se ha producido la división de las especies, la especiación peripátrica.
Eldredge y Gould postularon que, en el caso de las especies extinguidas, las cosas habían ocurrido de un modo similar. Que la paleontología podía, debía, inspirarse en la biología. Así, propusieron que las especies fósiles también habían surgido por especiación peripátrica y se preguntaron qué debería mostrar el registro fósil en ese caso. La respuesta era previsible: lo que mostraba.
En cualquier terreno, los paleontólogos deberían encontrar restos fósiles de grandes poblaciones centrales, más o menos estáticos, iguales a sí mismos durante cientos de miles de años (los caballos del ejemplo), y luego, inopinadamente, verían quizás aparecer restos fósiles de una especie nueva (los burros del ejemplo), descendiente de la anterior, que aparecía por migración desde la región periférica en la que había evolucionado.
El esquema explicaba la dificultad para encontrar formas intermedias entre las especies: la evolución de caballo a burro había ocurrido en una zona periférica y en un tiempo relativamente corto. Las formas intermedias existían, sin duda, en la zona periférica en que había ocurrido la evolución, pero encontrarlas era extremadamente improbable, dada la velocidad a la que se producía el evento, la zona geográficamente limitada en la que ocurría, y lo exiguo de la población.
En conclusión, para Eldredge y Gould el registro fósil era una fidedigna representación de lo que predecía la teoría evolutiva, y no un pobre vestigio de lo que realmente había ocurrido. Escribieron: “Si surgen nuevas especies con gran rapidez en poblaciones locales pequeñas y aisladas en las periferias, entonces esperar secuencias de fósiles que cambien de manera gradual y casi imperceptible es una quimera. Una nueva especie no surge por la lenta transformación de todos sus antepasados. Muchas discontinuidades del registro fósil responden a situaciones reales”.
Pero los teóricos de la síntesis creían explicar todo fenómeno evolutivo únicamente en términos de una selección natural que actuaba sobre las variaciones hereditarias que se producían dentro de una población. En su concepción, las especies variaban lentamente, como un todo. Un párrafo como el anterior, que parecía admitir cambios más o menos repentinos en la evolución de las especies, debía ser considerado como herético. Y lo fue.


SALTACIONISTA MARXISTA LENINISTA
Además, Stephen Jay Gould era un divulgador famoso, que vendía miles de libros, un escritor de éxito que utilizó su fama y sus libros para difundir sus ideas sobre la evolución, lo que trasladó definitivamente la discusión fuera del ámbito de la argumentación científica. En alguna medida, del modo más curioso, renació la polémica entre conservadores y revolucionarios del siglo XIX. Gould, imparable, escribió artículos quizá no muy pertinentes en el contexto de la defensa de su teoría científica, en lo que consideraba las raíces culturales del gradualismo como hundidas en los valores de la sociedad victoriana.
Escribió que “nuestra preferencia general por el gradualismo era una postura incrustada en la historia moderna de la cultura occidental, y no una observación empírica inferida a partir de nuestro estudio objetivo de la naturaleza”. Además, contó que su padre, de niño, lo había introducido en el marxismo, y que el hecho quizá no debía considerarse como ajeno a su inclinación por el puntualismo. Previsiblemente, esas consideraciones extemporáneas hicieron que se desestimaran sus explicaciones paleontológicas y que se lo acusara de impulsar una agenda política marxista fingiendo discutir una teoría científica. Otra vez, las simpatías se acomodaban más allá de la argumentación lógica.
Richard Dawkins y Daniel Dennett se posicionaron como los críticos más acérrimos del equilibrio puntuado. La crítica mayor, y más consistentemente científica que hicieron a Gould era la de haber tergiversado deliberadamente las ideas de Darwin para presentar las suyas. Explicaban que Gould podría haber presentado su hipótesis del equilibrio puntuado sobre la base de una serie de observaciones geológicas, geográficas y taxonómicas, pero que, inmoderadamente, había preferido bautizar como “gradualismo filogénico” la visión de Darwin para demostrar, por oposición, que el equilibrio puntuado era preferible en varios aspectos. Era una crítica atendible. Siempre hubo algo de impostura en los escritos de Gould.
Según los puntualistas, a partir de Darwin se creía que las especies surgían de la transformación lenta y uniforme de una población ancestral; que esa transformación involucraba a toda la población, y que ocurría sobre una gran extensión. Esas convicciones implicaban que, idealmente, el registro fósil del origen de una nueva especie debía consistir en una larga secuencia continua de formas intermedias, graduales, que unían al ancestro con el descendiente, y que las discontinuidades morfológicas en la secuencia filogénica sólo podían deberse a las imperfecciones del registro geológico.
Ahora bien, Dawkins y Dennett les retrucaron pertinentemente que quizás existieran quienes acordaran con el “gradualismo filogénico”, pero que era incorrecto, y aun de mala fe, atribuir el concepto a Charles Darwin. Hay que decirlo, Darwin había mencionado explícitamente que no existían velocidades regulares de cambio –era el argumento que en su opinión demostraba que la evolución no había sido dirigida– y reconocía que los cambios ocurrían con mayor probabilidad en los grupos menores.



*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/futuro/13-2006-2008-09-21.html







*


Queridas amigas, apreciados amigos:



El domingo 21 de septiembre del 2008 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor español Daniel Mateos. Las poesías que leeremos pertenecen a Omar Gallo Quintero (Colombia) y la música de fondo será de Wayanay (Andes). ¡Les deseamos una feliz audición!

ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!


REPETICIÓN: La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!

Cordial saludo!


YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com

Schießstattstr. 37 A-5020 Salzburg
AUSTRIA Tel. + Fax: 0043 662 825067



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