lunes, mayo 02, 2011

EN SUEÑOS, A VECES, ADIVINO NUESTROS NOMBRES...



-Ilustración: Ray Respall Rojas.



Disimulo*


Encubro y sonrío cuando estoy contigo
Intento hacerme la tonta
No demuestro mis verdaderos achaques
Para que no me dejes
Para que me quieras.
Voy cubierta de un velo de tul
De cactus, almendras y corales
Que pesan en mi figura
Dejándola torpe y asimétrica.
Las espinas de la rosa del vestido
Van lastimando con el rose, la piel
El collar de perlas y brillantes
Aunque son originales, hunden mi fragancia exquisita
En un mar de incomodidad y arremolinado.
Confundo a tu persona con mi sonrisa
Para ocultar mi sufrimiento.
Estoy sola bamboleando por el río de la mentira
Pues no me ha ido muy bien con la sinceridad.


*De Azul. azulaki@hotmail.com
- 29/4/2011







Robots*



Era un androide de sexta generación, capaz de cálculos exponenciales y especializado en trigonometría espacial, física cuántica y análisis de sistemas. Su capacidad de memoria era de 24 pentrones y la autonomía funcional se estimaba que sería superior a los tres siglos. Sin embargo la característica principal consistía en que su cerebro positrónico era capaz de tener sentimientos.

Hacía muchos años que los experimentos e investigaciones en este sentido habían devenido en fracasos, pero con los adelantos últimos la simulación del "alma" era prácticamente perfecta.

Adán, nombre con el que su creador, Stefen Plumkier, le bautizó estaba llamado a ser el paso definitivo del mundo de la robótica y más teniendo en cuenta la longevidad prevista. En él estaban depositadas todas las esperanzas de futuro, y de él se esperaba que pudiera devolver con creces las enormes inversiones que había requerido su fabricación.

El primer día de funcionamiento en solitario se encontraba a la espera de su presentación a la comunidad científica mundial viendo como su creador terminada de tomar el desayuno en la cocina de su casa.

Adán, miraba a su alrededor compilando datos de su entorno que iba guardando en su memoria. Fue al ver la tostadora que detuvo su mirada quedándose inmóvil e imperceptiblemente tembloroso. Plumkier, desde detrás de su taza de café observaba la reacción del androide ante lo que el llamaba "un robot básico".
Adán, con la lógica inexperiencia de su corto funcionamiento y ávido de iniciarse en las experiencias amorosas, con toda la rapidez de su potente cerebro, se enamoró de la tostadora, se acercó ella y la tomó en sus manos.

El cortocircuito provocado por el primer beso le destruyó completamente la memoria y terminó con el experimento y las esperanzas depositadas en él. Sin embargo, desde aquel instante, Plumkier ha podido disfrutar de las mejores tostadas del universo.




*De Joan MATEU. joan@cimat.es
Barcelona - ESPAÑA






1ro de mayo*


Escribe un verso, alma mía, más que un verso, una misiva
Sobre brújulas y desiertos, sobre rosas amarillas en tu infancia,
Ese rostro que te persigue en la penumbra y ves en los espejos
Y el aroma a misterio que acompaña a las catedrales.

Sobre la lluvia que acude a borrar el caos ordenador de la memoria
Donde anida un invierno que no quiere ser evocado, pero vuelve, en
La respiración entrecortada del pianista, durmiendo junto a mi vigilia,
Y ese matiz arcano que solo tienen los olivos de cien años.


Deja fluir el anima mundi hacia tus dedos, no temas las evocaciones,
Nada es locura en este mundo irracional, nada existe más allá del árbol
Que veo desde mi ventana, hoy mi mente es el vacío que llena todo espacio.


Somos bidimensionales, nuestra esencia anida en otra conjunción,
Esto es una entelequia de lo que pudo haber sido real, si la realidad lo fuese.
En sueños, a veces, adivino nuestros nombres.


*De Marié Rojas.
La Habana. Cuba.






LAS HORTENSIAS*


(Parte 10 de 10)



*De Felisberto Hernández.



X


Después de la última sorpresa, María pidió muchas veces a Horacio que la perdonara; pero él guardaba el silencio de un hombre de palo que no representara a ningún santo ni concediera nada. La mayor parte del tiempo lo pasaba encerrado, casi inmóvil, en la pieza de huéspedes. (Sólo sabían que se movía porque vaciaba las botellas del vino de Francia.) A veces salía un rato, al oscurecer. Al volver comía un poco y en seguida se volvía a tirar en la cama con los ojos abiertos. Muchas veces María iba a verle tarde de la noche; y siempre encontraba sus ojos fijos, como si fueran de vidrio y su quietud de muñeco. Una noche se extrañó de ver arrollado cerca de él, al gato. Entonces decidió llamar al médico y le empezaron a poner inyecciones. Horacio les tomó terror; pero tuvo más interés por la vida. Por último María, con la ayuda de los muchachos que habían trabajado en las vitrinas, consiguió que Horacio concurriera a una nueva sesión. Esa noche cenó en el comedor grande, con María, pidió la mostaza y bebió bastante vino de Francia. Después tomó el café en la salita y no tardó en pasar al salón. En la primera vitrina había una escena sin leyenda: en una gran piscina, donde el agua se movía continuamente, aparecían, en medio de plantas y luces de tonos bajos, algunos brazos y piernas sueltas. Horacio vio asomarse, entre unas ramas, la planta de un pie y le pareció una cara; después avanzó toda la pierna; parecía un animal buscando algo; al tropezar con el vidrio quedó quieta un instante y en seguida se fue para otro lado. Después vino otra pierna seguida de una mano con su brazo; se perseguían y se juntaban lentamente como fieras aburridas entre una jaula. Horacio quedó un rato distraído viendo todas las combinaciones que se producían entre los miembros sueltos, hasta que llegaron, juntos, los dedos de un pie y de una mano; de pronto la pierna empezó a enderezarse y a tomar la actitud vulgar de apoyarse sobre el pie; esto desilusionó a Horacio; hizo la seña de la luz, a Walter, y corrió la tarima hacia la segunda vitrina. Allí vio una muñeca sobre una cama, con una corona de reina; y a su lado estaba arrollado el gato de María. Esto le hizo mala impresión y empezó a enfurecerse contra los muchachos que lo habían dejado entrar. A los pies de la cama había tres monjas hincadas en reclinatorios. La leyenda decía: "Esta reina pasó a la muerte en el momento que daba una limosna; no tuvo tiempo de confesarse; pero todo su país ruega por ella". Cuando Horacio la volvió a mirar, el gato no estaba. Sin embargo él tenía angustia y esperaba verlo aparecer por algún lado. Se decidió a entrar a la vitrina; pero no dejaba de estar atento a la mala sorpresa que le daría el gato. Llegó hasta la cama de la reina y al mirar su cara apoyó una mano en los pies de la cama; en ese instante otra mano, la de una de las tres monjas, se posó sobre la de él. Horacio no debe haber oído la voz de María pidiéndole perdón. Apenas sintió aquella mano sobre la suya levantó la cabeza, con el cuerpo rígido y empezó a abrir la boca moviendo las mandíbulas como un bicharraco que no pudiera graznar ni mover las alas. María le tomó un brazo; él lo separó con terror, comenzó a hacer movimientos de los pies para volver su cuerpo, como el día en que María pintada de negra había soltado aquella carcajada. Ella se volvió a asustar y lanzó un grito. Horacio tropezó con una de las monjas y la hizo caer; después se dirigió al salón pero sin atinar a salir por la pequeña puerta. Al tropezar con el cristal de la vitrina sus manos golpeaban el vidrio como pájaros contra una ventana cerrada. María no se animó a tomarle de nuevo los brazos y fue a llamar a Alex. No lo encontraba por ninguna parte. Al fin Alex la vio y creyendo que era una monja le preguntó qué deseaba. Ella le dijo, llorando, que Horacio estaba loco; los dos fueron al salón; pero no encontraron a Horacio. Lo empezaron a buscar y de pronto oyeron sus pasos en el balasto del jardín. Horacio cruzaba por encima de los canteros. Y cuando María y el criado lo alcanzaron, él iba en dirección al ruido de las máquinas.


-Fin de Las Hortensias de Felisberto Hernández-







INDIGNA DERROTA*



Ella se murió, y no sólo murió olvidada de la mano de Dios sino, y esto es lo verdaderamente espantoso, olvidada de la mano de sus semejantes. Si Dios está o no presente, es algo que finalmente podemos suponer o inventar, pero que los semejantes no estén, falten, que los semejantes se hayan retirado como la marea que desnuda las piedrecitas y caracoles en la playa sucia, que los semejantes no estén es algo que se nota, y más cuando el cadáver se descompone lentamente con ese rictus de nada, esa cara de estar en otra parte o no estar, quién sabe.
Varios días estuvo así, muerta y sola, sola y muerta, hasta que la hallaron. Alguien dirá que varios años estuvo muerta y sola, quizás. Alguien podrá decir que casi toda la vida, soledad y muerte, y por fin acabar con la tapa del ataúd tan cerca de la cara, los soldadores, la campana del cementerio repicando impersonal, con el mismo sonido para quienes traen un cortejo doliente que para el que ingresa desnudo y solo, perdida ya su memoria, cesadas las pequeñas ondas de la piedra que estuvo en el aire y ya ahora no se moverá del fondo del estanque.
Yo ni sabía, ella estuvo difusamente en una primera etapa de mi vida, en esa juventud que se ocupa de sí misma y de los jóvenes; los adultos como esos fantasmas que toman cuerpo sólo cuando es deber prestarles un poco de atención en alguna forma. Y ella era, entonces, allá lejos, una figura del decorado, una profesora molesta y de mal carácter, el títere que aparece en el teatrillo provocando la silbatina.
Poco sabíamos de esa profesora malquerida, pero algunos rumores llegaron que le atribuían una gran belleza en el pasado. Decían que en el mismo instituto donde nos enseñaba había estudiado, que entonces y muy atrás fue muy hermosa, que una compañera era, también, muy bella, que ellas dos eran rivales, que se disputaron un hombre, que la otra ganó, que fue la otra quien consiguió enamorarlo, que fue la otra quien se lo llevó, que la otra fue la que se casó con él, que siempre la otra, siempre la otra, fue la otra la que tuvo con el hombre bello hijos bellos, final de Blancanieves, y final de príncipe y etcéteras.
Decían que entonces se quedó despechada, sola, que nunca se casó, nunca se volvió a enamorar, nunca tuvo hijos ni feos ni bellos.
Ella, la muerta, se quedó enseñando en el mismo instituto donde se graduó y perdió el amado, fue allí exigente e injusta; no se hizo querer pero creyó que al menos se la respetaba y haría carrera. La otra, la casada, la feliz, se fue a estudiar lejos y desapareció del relato con sus hijos y la cara sonriendo para el retrato. Pero aquí no acaba.
Ella, la muerta, se regocijó cuando hubo un movimiento en los puestos directivos. Quizás podría ascender, había pasado décadas poniendo el cuerpo a la docencia, era su hora.
En el momento de los reconocimientos y las medallas vino la otra, como depositada por los malos vientos de la peste, como arribada en un barco fantasma de los que de noche atracan, y descienden literas con enfermos o una caja de pino mal clavada. Vino la casada, la feliz, la de eterna sonrisa. Con un título superior vino a ser su superiora, a dar las directivas, a implementar las nuevas prácticas. A decirle que traía, ella, las nuevas teorías y la verdadera renovación. Vino a quitarle lo que apenas le quedaba, sin malicia, olvidando el pasado, con la generosidad de los que a nadie desean el mal. La volvió a matar sin desearlo, acaso sin haberlo notado.
Y fue la vencedora, ayer, la que me lo dijo. Me contó con rostro grave que la hallaron muerta a Graciela, pobre, y que llevaba varios días muerta, qué cosa espantosa. Pobre, pobre. Pobrecita.
Mientras me lo decía anoté en su pizarra el último punto, cien a cero, mil a cero, victoria definitiva.
La otra ganó, le ganó todas las partidas, le ganó hasta en el último juego, el de la supervivencia. Y ni siquiera estaba consciente de que se desarrollase una sucesión de batallas. Acaso siempre y desde la primera vez no la vio siquiera, horror, posiblemente desde siempre deseó ayudarla y le tuvo lástima.
Por esto cuando me derroten, si alguna vez y para mi desgracia alguien me derrota, deseo que haga una fiesta y haya algarabía y panes dulces. Que festeje con cornetines bufos, que se burle, que se lo cuente a todo el mundo a carcajadas, que sus amigos hagan pasacalles y algún verso satírico si se encuentra dentro de sus posibilidades. Si alguien me derrota cuando el conteo, cuando la sumatoria, que el resultado adverso se dé porque alguien se esforzó en vencerme, no un simple aplastamiento por descuido.


*De Mónica Russomanno. russomannomonica@hotmail.com







AVENIDA DE LOS CÉSARES*



“Otro pájaro (o el mismo)
Incrustó su pico
en la única
raíz
ROLANDO REVAGLIATTI



En el undécimo y penúltimo mes del año.
-calendario gregoriano, por imposición, no por opción-
En Avenida de los Césares 3315.
Entrando por el Arco del Rincón del Este.
Hay una galaxia azul topacio.
Allí, la taza escribe entre manos de mujer.
Mustia soledad de alambre.
Sin sabor. Sin entrañas. Sin piedad.
La silla se apoya en la mujer,
Como el hambre se apoya en las polillas.
La naftalina no combate la tristeza.
La espalda se arquea en la mujer, como arco de fracaso.
Arco de flecha. Aborto. Plegaria que no llega.
Y los pies...
Ah, los pies. Alguna vez fueron palomas.
Fuego. Rosas inmaculadas.
Los pies. Cruzan la mujer. La atornillan. La amordazan.
Y no hay salmos, ni palabras, ni un te quiero mudo.
Y no hay peces, ni pan, ni un levántate y anda.
Debajo, suspendida en en el suelo.
Una bolsa de desamor que nos espanta.
Posado en la ventana, un zorzal.
“incrustó su pico”, en el poema.



*De Amelia Arellano. arellano.amelia@yahoo.com.ar

-Poema escrito en Rincón del Este. Taller coordinado por el poeta Ángel Darío Oliva .
Noviembre de 2009.









aleaciones*



no escondas las pezuñas de tu padre debajo de la arena
no levantes las enaguas de tu madre más arriba de su garganta
no arrojes demasiado lejos los tradicionales y siempre imprescindibles
botones rosados de tu hermana
no seduzcas aprisa a la sin mácula novia de tu hermano
pon orden en tu memoria y economiza convicciones
déjate amar por tu dinero y mantén tu oro despierto
intimídalos con explosivos roba la nómina de la unión pacific


ansias locas manicomiadas guarecidas acuarteladas
voy a cantar empólvame la trompa
voy a mirar empavóname los ojos
voy a tocar fertilízame los dedos
voy a oír arrepóllame las orejas
voy a pensar impónme en un rincón el característico bonete
(pero también adúlame y alábame
que de característicos y tradicionales estamos
y yo me inflo me inflo)


vegetariano como un caballo
insistente como un murciélago
ataviado como un pavo real
casto castor zorro azorronado ballena vacía
déjate uncir la selva el corral o la gracia
proponte diferido en capítulos
reléete en bocanadas
ve cediendo la estela de contritos virajes
descéntranos hazte remoto
estaño y plomo redimidos
transiciones zoológicas
desazón y cultura
hathayoga tántrico que se deja
converger por la alquimia


estilete
atroz lengua que respira
a la deriva mi pincel
sufro por emma bovary
porque no es a mí a quien desesperadamente necesita
ni por mis australes ni por mis productos
asalto con butch cassidy y sundance kid
discrepo con eliade sobre jung
me asocio con un bebé panda de peluche
voy a dar oscuridad con mis huesos a tu nombre


*De Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar








Correo:


Tener Trabajo en el Día del Trabajo*


¿Qué dilema no? Festejar el día del trabajador con millones de argentinos que jamás han tenido un trabajo formal y bien correspondido. Sí, debemos festejarlo porque implica muchas cosas, especialmente aquello de las 8 horas, razón de las ejecuciones. Si en 8 horas bien en blanco, nos pagaran lo justo y correspondido, miles de millones de horas quedarían disponibles para esos millones de desocupados y pseudodesocupados.


Es más, no habría quien tuviera que caer en el bastardeo de los politiqueros de los planes de hambre. Sí, esta es mi reflexión, la lucha por las 8 horas, aquellas que nos permitirían arreglar el cesped de casa, pagar la cuota de la hipoteca, terminar la maqueta con los chicos, mantener el autito de no más de 10 años bien arreglado y listo para ir a pasear al campo, es la misma lucha de aquellos mártires.


Horas suficientes para leer un libro en casa y aprender más sobre el Ser Social, del Deber Ser y mostrar el Buen Camino a nuestros Hijos.


Mayo 1ero de 2011

*De Jorge de Mendonça. jorgedemendonca@gmail.com
- Ingeniero White - Buenos Aires




EL DIA Y TODOS LOS DÍAS*


Como la madre, los muertos y la patria, también los trabajadores tienen su día en el año, que se festeja con mucho fervor. A la madre se le arregla con un regalito, a los muertos con una flor, a la patria cantando el himno, y a los trabajadores con un feriado cargado de intenciones y denuncias que muestran llagas centenarias. Pero al otro día y el resto de los días, igual que a la madre, a los muertos y a la patria, la mueca fatal del “Sistema”, se caga en la justicia, los derechos, y en la dignidad de los trabajadores, porque sus únicos “Dioses” son el poder y los bienes que hacen sus felicidades, como siempre a costa de los más infelices.
Las multinacionales, los grandes manejadores de los créditos mundiales y nacionales, y los grandes o pequeños empresarios de la comarca, que se alimentan con las migajas del imperio, festejan, sonríen y se sienten buenos, porque creen ser ellos los que permiten que exista el día de los trabajadores.
La intención de los trabajadores no es que desaparezcan los ricos, sino que los bienes terrenales que son de todos y de cada uno de los que vienen al mundo, sean con justicia y humanismo repartidos entre todos los habitantes del planeta, pero el capital está seguro que siempre podrá tener a los trabajadores a raya, si regulan los bienes a los qué los pobres puedan acceder.
Porque para ello tienen a su servicio:
*Los medios masivos de comunicación.
*Ser acreedores de lastimosos préstamos.
*Cuentan con el trabajo hormiga de los políticos servidores del imperio.
*Cuentan la inmoralidad de los enemigos de los trabajadores, que tienen a su servicio “modernos tecnicismos colonialistas”.
Pero aún así nuestro PIT-CNT, mostrando sus heridas, su honestidad y su solidaridad, hizo temblar al aparato militar con sus muertos, sus torturados, sus exiliados, que no pudo aguantar y después de trece años tiró la toalla
Los trabajadores están señalando el sendero de paz y justicia al que se podrá acceder con la fuerza de la unidad, teniendo presente el peligroso acercamiento de las cabezas de la extrema derecha y la extrema izquierda.
No está lejos el día en que los trabajadores, como fuerza principal hacedora de la producción nacional, participe en las decisiones políticas y de gobierno, y comparta con el capital las decisiones que marquen el destino de la patria, porque qué puede hacer el capital sin la mano de obra y esta sin el capital, por lo tanto los conductores del país, no solo deben obedecer los mandatos capitalistas, sino que principalmente deben de tener en cuenta las aspiraciones de los trabajadores.
Es hora de terminar con el mal habido concepto de que en los sindicatos no deben hacer política, con ese concepto tampoco debería hacerlo las corporaciones capitalistas. Las organizaciones obreras deben de tener conciencia políticas, porque los alimentos y todos los insumos necesarios para la vida, tienen precio político, como el transporte, la salud, la educación, los salarios y las jubilaciones.
Si estamos en época de bonanza y al país le va bien, que nos vaya bien a todos, que la justicia suplante la caridad.



*De Gabriel Segovia. lebriga32@hotmail.com




*

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